Pulsión de cambio frente a una gran desconfianza hacia los políticos y la Administración. La sociedad portuguesa se debate estos días entre las ganas de dar un vuelco a la compleja situación política y económica que vive el país y el desencanto y la falta de motivación para conseguirlo mediante el voto.
(Desayuno)
Los
principales candidatos a primer ministro, el socialista Pedro Nuno
Santos y el conservador Luís Montenegro, expresaron tras depositar sus
votos su esperanza de que haya una alta participación.
( Cena )
El primero en votar fue Montenegro,
líder de la coalición de centroderecha Alianza Democrática (AD), en la
localidad donde tiene su residencia familiar, Espinho, a casi 300
kilómetros al norte de Lisboa. "Estoy muy tranquilo, muy optimista, pero
con respeto hacia lo que cada uno vaya a expresar", indicó, al tiempo
que afirmó que su expectativa es que "haya una buena participación" durante esta jornada electoral.
El aspirante socialista, Pedro Nuno Santos,
emitió su sufragio minutos más tarde en un centro en la zona de
Telheiras, en las afueras de Lisboa, y estuvo acompañado por su hijo,
Sebastião. "Es importante que la gente participe -dijo Santos-. Es un
día muy importante". Santos hizo hincapié en la importancia en que los
portugueses transmitan a sus hijos la importancia de acudir a las urnas.
Manuela
(55 años) lleva toda su vida trabajando y tiene a sus dos hijos de más
de 25 años aún viviendo en casa. Todavía no pueden independizarse, ni
alquilar más que una habitación compartida si quieren seguir cerca de
Lisboa, donde trabajan. "Vote a quien vote, no creo que nada cambie, los
políticos sólo miran por sí mismos", asegura mientras se dirige a la
casa de su madre, que cobra una magra pensión y a la que también ayuda
para hacer frente a sus gastos domésticos. Paulo y Joana, una pareja de
25 años, aprovecha la jornada de reflexión para ir de compras por la
avenida de la Liberdade. Ellos sí van a votar este domingo, aunque
prefieren no desvelar a quién en conversación con este diario: "El país
necesita un cambio; los servicios públicos no funcionan, los salarios
son bajos y los impuestos, altos; y encima dicen que vamos al empate..."
Portugal se encuentra en una encrucijada. Las encuestas dibujan un escenario casi ingobernable
tras las elecciones de este domingo y después de ocho años de gobiernos
relativamente estables de centroizquierda, desde 2022 con mayoría
absoluta, aunque también con innumerables problemas internos. Para
rematarlo, el primer ministro, António Costa, dimitió en noviembre tras el estallido de un caso de corrupción que ahora parece haberse diluido.
Según los últimos sondeos hechos públicos el viernes -en Portugal pueden publicarse encuestas hasta la víspera de la jornada de reflexión-, Alternativa Democrática (AD), de centroderecha, lleva cierta ventaja, de hasta seis puntos, al Partido Socialista
(PS). Pero las distintas fuerzas del centro y la derecha suman lo mismo
o incluso algo menos que las de la izquierda, sin contar con el partido
de la derecha radical Chega, que puede triplicar sus 12 diputados, pero con el que todos han dicho que no quieren pactar.
De confirmarse este complejo escenario, el próximo primer ministro podría dirigir un Gobierno en minoría con serias dificultades para sacar adelante los presupuestos, ni ninguna norma en la Asamblea de la República.
Aún así, muchos desconfían de los sondeos porque en 2022 ninguno fue
capaz de aventurar ni como posibilidad la mayoría absoluta que después
obtuvo el PS de Costa.
Nuno
Magalhães, director de Contexto Político de LLYC Portugal, prevé, en
conversación con este periódico, que lo más probable será un Gobierno en
minoría del líder del centroderecha, Luís Montenegro
(51 años), que se ha comprometido a que sólo gobernará si tiene un voto
más que el Partido Socialista. Si Montenegro es el candidato más votado y
el presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, le nombra primer ministro, la Asamblea tendrá que examinar su programa de gobierno en un plazo máximo de 10 días.
Para
seguir adelante, el Parlamento, de 230 escaños, no tendría que rechazar
su programa, con lo que debería contar, al menos, con la abstención del
PS o de Chega para evitar la dimisión del Gobierno y
una repetición electoral. Para colmo, si la Asamblea rechaza el
programa, las nuevas elecciones no podrían convocarse antes de seis
meses, ya que así lo establece la Constitución, con lo que Portugal estaría más de un año con gobiernos en funciones.
De
haber un ejecutivo en minoría, se encaminaría, en el mejor de los
casos, a una legislatura probablemente corta, porque sin acuerdo con los
socialistas o con la derecha radical, Luís Montenegro, no podría
aprobar sus presupuestos.
Lo mismo ocurriría si el que obtiene más votos es el candidato socialista, Pedro Nuno Santos (46 años). Ni un solo sondeo le acerca a la mayoría sumando los escaños del PS, del Bloque de Izquierdas, del Partido Comunista y de pequeñas formaciones como Livre (ecologistas)o los animalistas del PAN.
En manos del candidato de AD -una coalición de tres partidos conservadores encabezados por el PSD-
está una fórmula con la que podría aspirar a la estabilidad: cerrando
un Gobierno de coalición o un acuerdo de legislatura con la formación
radical Chega (Basta en portugués), que dirige el populista André Ventura (41 años). Todos los sondeos dan a Chega un mínimo de 30 escaños.
El
problema es que Montenegro se ha comprometido solemnemente a no pactar
con ellos, pero muchos no le creen: "Si puede, pactará con la extrema
derecha como el PP en España", afirman fuentes del PS en conversación con EL MUNDO.
Algunos expertos también ponen en duda su compromiso. Raquel García, investigadora del Real Instituto Elcano especializada en Europa,
no lo descarta porque "Montenegro está en un momento de consolidación
de su propio liderazgo, ya que lleva sólo año y medio al frente del
partido". Y su mejor hoja de servicios, alega, sería un Gobierno que
pudiera culminar ciertas reformas en cuatro años de mandato, algo
imposible en minoría.
En
los últimos días, dirigentes de AD partidarios de un acuerdo con Chega
han abogado en privado por pactar un Gobierno con los radicales
encabezado por otro candidato de la derecha, ya que Montenegro se ha
comprometido a no hacerlo. Pero el diario Expresso ha desvelado que el presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, rechaza esa posibilidad. Y en Portugal el jefe del Estado nombra al primer ministro.
Las campañas electorales
del PS y de AD parecen haberse hecho con los papeles cambiados. Los
socialistas han presumido de los buenos datos macroeconómicos de
Portugal tras ocho años de gobiernos de Costa: la deuda pública ha
bajado del 100% del PIB, un dato insólito para las cuentas lusas, y las
agencias de rating han subido la calificación de Portugal hasta A-,
según Standard & Poor's, lo que supone varios escalones más que
cuando el PS accedió al Gobierno. La tasa de paro, por otro lado, está
por debajo del 7% y la inflación se ha conseguido controlar hasta el
actual 2,3%.
El
centroderecha, por su parte, "parece haber copiado el programa del PS",
como denuncian desde la formación que ahora dirige Pedro Nuno Santos.
La derecha ha hecho una campaña social con promesas para subir el
salario mínimo, contener el precio de la vivienda, bajar las listas de
espera de la sanidad o mejorar la educación.
Margarida Davim, periodista del Diário de Noticias
y de CNN Portugal, destaca que durante la última legislatura con
mayoría absoluta del PS (2022-2023), "la crisis política se ha
agudizado" y "no se han resuelto los problemas más acuciantes de los
portugueses, aunque la deuda esté más controlada". Davim constata que
los socialistas están más fuertes entre el electorado de más edad porque
pervive el miedo a que vuelva a haber recortes en las pensiones como en
tiempos del rescate. Entre los jóvenes, tienen más éxito las fórmulas
populistas de Chega o el cambio que representa Alternativa Democrática
-su lema es Mudança segura-.
El
candidato de la izquierda no lleva ni dos meses como secretario general
del PS tras la dimisión de Costa y se ha enfrentado a "la campaña más
difícil", resalta Davim, tras la frustración generada porque la mayoría
de 2022 se disolvió en poco más de año y medio.
Ahora
mismo, en el PS cunde la sensación de que "António Costa dimitió por
nada". Y que "por unas investigaciones de corrupción detrás de las que
finalmente no hay nada, todo se ha ido al traste: no se han culminado
las reformas necesarias" y el nuevo líder "no ha tenido tiempo para
consolidar su proyecto, ni siquiera para asentarse en el liderazgo",
explican.
El
catedrático de Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de
Lisboa Luís Tomé considera que el último Gobierno de Costa (2022-2023)
fue "una oportunidad perdida". "No se hicieron las reformas necesarias
aunque tenía mayoría, ya fuera por falta de capacidad o por miedo a
correr riesgos", añade. Pero "tampoco se han gestionado eficientemente
los fondos de recuperación y resiliencia", ni "se han afrontado los
principales problemas".
Por
último, esos menos de dos años han estado plagados de escándalos y
errores que han incluido la dimisión de dos ministros y de 11
secretarios de Estado. Para rematarlo, todo acabó con la propia dimisión
de Costa. Como dijo el ex premier en la campaña electoral, para él han sido más difíciles los dos últimos años que la gestión de la pandemia.
Los
socialistas alegan que desde 2015, han subido el salario mínimo de 505
euros al mes a los actuales 820 y que su compromiso es que en tres años
llegue a 1.000 euros. También afirman que el gasto en sanidad y
educación ha crecido de forma importante, aunque aún queda recorrido.
El
centroderecha, sin embargo, ha recogido durante la campaña electoral
todas estas banderas sociales y ha prometido que podrá mejorar los
servicios públicos y que lo hará, además, bajando los impuestos.
Lo
que está claro es que quien consiga formar Gobierno tendrá ante sí los
retos más difíciles y puede que con una mayoría exigua: contener la
escalada imparable de la vivienda, que expulsa del mercado de la compra o
del alquiler a más de la mitad de la población; afrontar los graves
problemas con los funcionarios públicos, que están movilizándose por sus
bajos salarios; reducir las listas de espera o solucionar la pérdida de
profesores en la educación pública.
Dudas ante el dato final de la abstención
L. Á. S.
Las
elecciones en Portugal suelen tener una alta abstención. En 2019, sólo
votó el 49%. En 2022, subió al 57%. Esta vez, dada la incertidumbre
sobre quién será el ganador, es posible que vuelva a acercarse al 60%,
pero nadie hace pronósticos.
Influyen
en este dato varios factores, como apuntan los expertos: en primer
lugar existe una apatía importante y un alejamiento de la política de
amplios sectores del interior del país, de los jóvenes y de mucho
electorado desencantado.
En
segundo término, gran parte del censo está en el extranjero por la
tradicional emigración de los portugueses. De los 230 escaños de la
Asamblea de la República, cuatro se eligen en las circunscripciones del
exterior: dos los eligen los portugueses que viven en otros países de
Europa y otros dos, los del resto del mundo. Y la abstención fuera es
altísima.
En último lugar,
el censo no está aún bien confeccionado y, aunque ha mejorado, incluye
muchas veces a portugueses fallecidos, según fuentes próximas al
Gobierno.
TITULO:
EL PAPEL HIGIENICO ROJO - EL D.N.I. - Puigdemont prepara un referéndum con tecnología descentralizada para evitar la intervención del Estado,.
EL
PAPEL HIGIENICO ROJO - EL D.N.I. - Puigdemont prepara un referéndum con tecnología descentralizada para evitar la intervención del Estado ,fotos,.
Puigdemont prepara un referéndum con tecnología descentralizada para evitar la intervención del Estado,.
Carles Puigdemont,.
Decidido a volver a organizar una nueva votación de independencia, como
ya ha dicho que hará si regresa a España, Carles Puigdemont ha armado
con una serie de asesores informáticos un sistema descentralizado para
organizar un referendo
unilateral y al margen de la legislación
española, con un censo propio que esté fuera del control de las
instituciones centrales españolas y escape a la prohibición de las
autoridades policiales . Paralelamente, Puigdemont ha presionado a las
instituciones europeas para que faciliten la implantación de la
tecnología de cadena de bloques, o «blockchain» en inglés, que es la
opción elegida por su equipo. Las investigaciones en la causa judicial
sobre la trama rusa apuntan a que el interés de Puigdemont,.
TITULO :
Donde comen dos - Sardinas Cuca - Espinacas con champiñones,.
Donde
comen dos - Sardinas Cuca - Espinacas con champiñones ,. fotos,.
Espinacas con champiñones,.
Una cena o comida deliciosa que te ayuda en la operación bikini.
Este plato de espinacas con champiñones es muy fácil de
preparar y en muy poco tiempo. Se puede comer tal cual como una comida
vegana o acompañado de huevos escalfados o algún filete de carne. De las
dos formas es muy sabroso.
Las
espinacas tienen un contenido calórico y graso muy bajo, por lo que
100 g de hojas crudas aportan tan solo 23 calorías. Contiene una
cantidad importante de fibra dietética soluble, por lo que no es de
extrañar que la espinaca verde sea una de las verduras más recomendadas
en los programas de control del colesterol y reducción de peso.
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Tiempo de preparación
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Tiempo de cocción
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Tiempo total
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Comensales
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Calorías
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Ingredientes para 2 personas
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300 g de espinacas frescas
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5-6 champiñones
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media cebolla
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3 dientes de ajo
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sal y pimienta negra molida al gusto
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pimentón dulce de la Vera opcional
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4-5 cucharadas de aceite
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una taza de caldo de verduras o agua
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una cucharada de harina + un poco de agua
Preparación
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Lavamos las hojas de espinacas. Luego ponemos una
cacerola con suficiente agua al fuego y agregamos media cucharadita de
sal. Cuando el agua empiece a hervir, añadimos las espinacas y las
escaldamos unos 15-20 segundos. Después la sacamos en un bol con agua
muy fría. Así reduciremos inmediatamente la temperatura y las espinacas
mantendrán su color verde. La dejamos en el agua durante 3-4 minutos
para que se enfríen y después las escurrimos muy bien en un colador.
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Lavamos los champiñones y los cortamos en rodajas finas.
Ponemos una sartén al fuego y añadimos 3-4 cucharadas de aceite. Cuando
se haya calentado, ponemos un diente de ajo cortado en trozos pequeños y
poco después añadimos los champiñones y una pizca de sal. Sofreímos
todo durante unos 4-5 minutos a fuego moderado con la sartén tapada. De
esta manera se formará vapor en el interior y los champiñones se
cocinarán en su propio jugo. De vez en cuando levantamos la tapa y
removemos los champiñones. Cuando se hayan salteado, los sacamos en un
plato.
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Después de que la espinaca se haya escurrido la picamos finamente con un cuchillo.
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En la misma cacerola, echamos 1-2 cucharadas de aceite y
añadimos la cebolla picada finamente. Es bueno lavarla después de
picarla, para que no nos moleste en el estómago. Junto con la cebolla,
añadimos 2 dientes de ajo finamente picados. Los freímos durante unos 2
minutos junto con una pizca de sal. Luego agregamos los champiñones y
las espinacas. Añadimos sal y pimienta al gusto, y opcionalmente un poco
de pimentón dulce. Esto le dará un sabor agradable a la comida.
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Cubrimos los ingredientes con caldo de verduras o agua
caliente y dejamos hervir durante 5-7 minutos. Disolver la cucharada de
harina en un poco de agua y añadirla sobre la comida. Mezclar y dejar
hervir durante 3-4 minutos para espesar la salsa. Luego apagamos el
fuego y servimos este delicioso plato de espinacas con champiñones. Si
lo quieres vegano, sírvelo tal cual. O si quieres también puedes añadir
huevos escalfados o algún filete a la plancha. Es absolutamente
delicioso.
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