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viernes, 28 de junio de 2024

La Hora Musa - Muchos los viajes ,. Martes - 16 - Julio ,. / Cachitos de hierro y cromo - Salomé - Un capricho (un lado A) ,. Martes - 16 - Julio ,./ Locos por las motos - “No soy culpable de que Pramac se vaya de Ducati”,.

  TITULO: La Hora Musa  - Muchos los viajes ,. Martes -  16 - Julio  ,.


 'La Hora Musa', presentado por Maika Makovski ,a las 22:55 horas, en La 2 martes     - 16 - Julio , foto,.

 Muchos los viajes,.

 Directo al alma

Hay días que parecen irreales. Esta semana tuve uno de ellos. Hacía meses, muchos, que había sacado entradas para ir a ver a un artista que hace tiempo que me tiene ganada. A Zenet lo escuché un día por casualidad, creo que fue en un vídeo compartido en Facebook y, como suele decirse, el flechazo fue inmediato. A más canciones conocía, más lo admiraba. Siempre me ha gustado conducir, y ese es mi momento de desmelene, sola o acompañada: canto como si estuviera en un casting para un concurso de televisión. Los CD de Zenet pronto pasaron a ser mi banda sonora en cada desplazamiento, junto a los Beatles, Canto Rodado y alguno más. Y cada vez me provocaba emociones potentes y dispares en función de las vivencias, de las circunstancias del momento.

"Mi afición a su música se hizo tan notoria, que en las presentaciones de mis novelas dónde había actuación musical no podía faltar Soñar contigo o Un beso de esos, por lo que ha quedado como algo muy ligado a mi obra"

Un buen día se me ocurrió a mí también, para manifestar mi estado de ánimo, compartir Un beso de esos en Facebook. Una amiga de la infancia lo escuchó y, como me había sucedido a mí antes, se quedó enamorada. A partir de ahí surgió un juego tonto entre las dos, recuperada la amistad después de muchos años sin saber la una de la otra; las amistades de la infancia es como si siempre hubieran estado ahí, por años que hayas pasado sin noticia alguna. La cuestión es que cuando una estaba mal, o bien o con necesidad de exteriorizar algo, ponía un vídeo de Zenet, y la otra contestaba con otro, y entrábamos en un bucle del que siempre salíamos riendo. O llorando ―qué más da―. Salíamos con un fuerte sentimiento de compartir mucho más que música y letras, y reconfortadas. Fueron muchos los amigos y conocidos que supieron así de Zenet, antes de ser música de anuncios o películas. Me lo recordó Rosa con la voz quebrada durante el concierto: «Cuántos amigos lo han conocido por nuestros bucles infinitos». Seguro.

Mi afición a su música se hizo tan notoria que en las presentaciones de mis novelas donde había actuación musical ―han sido muchas, siempre gracias a María Vicenta y a la maravillosa Cris Blasco― no podía faltar Soñar contigo o Un beso de esos, por lo que ha quedado como algo muy ligado a mi obra.

"El caso es que dos veces intenté verlo en directo, y las dos veces llegué tarde. La tercera no se me escapó"

Recuerdo un viaje a Zaragoza para presentar Las guerras de Elena. Me acompañaba María Vicenta Porcar, compañera de tantos caminos. Ella sabía de mi afición, pero creo que nunca me había escuchado cantar sin pudor cada canción de Soñar contigo o Los mares de China, de las que me sé cada letra, cada compás, a voz en grito. Todo el camino de ida y el de vuelta. Seiscientos y pico kilómetros de pasión desbordada y desafinada. En aquel viaje el sentimiento era de euforia, de himno liberador. Temí que acabara aborreciéndolo, mas no fue así. Creo que en aquel viaje acabó por engancharse a la Zenetmanía, la música era demasiado buena, ni siquiera mi poca gracia para cantar pudo destrozarla.

Han sido muchos los viajes en los que ha ido a mi lado, algunos tristísimos, con las lágrimas rodando por las mejillas. Otros eufóricos. Dulces. Amargos. Imagino que eso crea lazos. Música, escritura, sentimiento, emoción…

El caso es que dos veces intenté verlo en directo, y las dos veces llegué tarde. La tercera no se me escapó. En cuanto vi que se ponían a la venta las entradas se lo dije a Rosa, mi compañera de bucles infinitos, y a María Vicenta, superviviente de 600 km de gallos y desvaríos al son de su música, y ese mismo día saqué las entradas. Las mejores que encontré.

Y por fin lo vimos en directo. Allí estábamos, en la segunda fila, como tres adolescentes.

"Y pasó lo que tenía que pasar: llegó un momento en que la emoción era tan inmensa que las lágrimas salieron solas, sin pedir permiso, tranquilas"

Los directos son arriesgados ―que se lo digan a Madonna en el pasado Eurovisión―, porque hoy en día con los arreglos y medios técnicos parece que cualquiera puede sacar un disco. Lo raro es que el directo supere a la grabación, y este fue el caso. La calidad de los músicos que le acompañan es indiscutible; cada solo, un regalo. Pero él crea magia sobre las tablas. Le falta espacio, por grande que sea el escenario lo desborda todo. No sé por qué me vino a la cabeza el recuerdo de otros grandes como Frank Sinatra o Charles Aznavour. El swing, el sentido del ritmo, la complicidad con los músicos y el público, el buen hacer, ese punto canalla, la contención desbordada…

Le decía a Rosa que si tuviera veinte años me hacía groupie. Menos mal que no los tengo.

Y pasó lo que tenía que pasar: llegó un momento en que la emoción era tan inmensa que las lágrimas salieron solas, sin pedir permiso, tranquilas.

En este disco muchas canciones son adaptaciones de temas antiguos, pero cada letra merece una novela. Canciones ya invisibles rescatadas para que no se pierdan, porque lo bueno es eterno pero a veces se esconde. Letras contadas con esa voz ronca, afilada, rasgada… A ratos grave, a ratos aguda. Notas afinadas desde las tripas y el corazón, con silencios que pesan y sostenidos que te agarran el alma. Música, letras, voz, presencia…

Nos mirábamos incrédulas, como si fuera un milagro estar allí, viéndolo tan de cerca, con la piel erizada, transportadas a una Cuba en blanco y negro con cada canción, como salidas de un gramófono sin carraspeos. Boleros, pero también tangos arrastrados, chotis y coplas del siglo XXI, y mucho jazz.

"Hoy he amanecido cantando La Guapería ―«la guapería llegó, y se quedó»―, y hasta el día gris parece más luminoso"

Los aplausos del público cortaron la actuación varias veces, la complicidad se mascaba. De pronto miré el reloj, preocupada. Había pasado una hora. ¡Una hora! No me había enterado, parecía que acababa de empezar. No queríamos que acabara. Se había abierto el invisible telón a las nueve y las agujas marcaban las once. Si no se hubiera atrasado el comienzo ―en principio la hora de inicio era las ocho, pero avisaron que cambiaba a las nueve―, estoy segura de que el público no se habría movido de allí en un buen rato para arrancarles varias piezas más, sin piedad, sin consideración, por egoísmo puro. Por necesidad.

Llegamos al final con una mezcla de alegría, turbación y pena. Flotábamos.

Hoy he amanecido cantando La Guapería ―«la guapería llegó, y se quedó»―, y hasta el día gris parece más luminoso. Las letras, muchas, forman un revoltijo en mi cabeza. Incorrectas, antiguas, sentidas, irónicas. Tanto, que el día menos pensado acompaña a Baroja en la lapidación mediática ―como contaba en el artículo anterior―, así que mejor lo canto bajito, que no me oigan, que no le encuentren. Como dice una canción, descuida, no diré esta boca es mía, callaré que me conoces… Aunque no me conoces.

Fragmentos de letras de canciones:

Soñar contigo (Los mares de China, Javier Laguna, Zenet, Pájaro Juárez y Javier Viana)

Déjame esta noche…
soñar contigo
Déjame imaginarme en tus labios los míos
Déjame que me crea que te vuelvo loca
Déjame que yo sea quien te quite la ropa
Déjame que mis manos rocen las tuyas
Déjame que te tome por la cintura
Déjame que te espere aunque no vuelvas

Déjame que te deje tenerme pena.

Tranquila (La menor explicación, Javier Laguna, Zenet, José Taboada)

Tranquila,
que sabía lo que había,
que no me hice ilusiones.

Descuida,
no diré esta boca es mía,
callaré que me conoces.

Tranquila,
que ni dios se lo imagina…
Nadie me dijo tu nombre,
nadie nos vio de la mano,
nadie sabrá que una noche
me presentaste a tu gato.

Lo que hubo entre nosotros
quedará entre tú y yo.
Tranquila que no me debes
la menor explicación.

A poquito que te roce (Si sucede, conviene, Javier Laguna, Zenet y Taboada)

Confiesa.
Dime si es por darme celos
o si estás buscando el medio
de tratarme de olvidar.

Dime a qué es a lo que juegas.
No pretendas que me crea
que te has vuelto a enamorar.

Confiesa,
¿quién te ha puesto de su lado?,
¿quién te toma de la mano?,
¿con quién finges ser feliz?,
¿quién no quiere que me quieras?,
¿quién es ese a quien le dejas
hacerse pasar por mí?.

No lo niegues, reconoce
que te salgo sin pensar,
que aún se te escapa mi nombre,
que soy tu debilidad.

No lo niegues, reconoce
que a poquito que te roce
te echarías a temblar.

Borrasca (La guapería, autor: Enrique Fabregat Jodar y Mario Molina Montes)

Vas tan ligada a mi vida,
voy tan ligado a tu aliento
que antes de ver roto ese amor
quiero saberme muerto.

 

TITULO:  Cachitos de hierro y cromo - Salomé - Un capricho (un lado A)  ,. Martes - 16 - Julio ,.

   El martes -  16 - Julio  a las 22:30 horas por La 2, fotos,.

 Salomé - Un capricho (un lado A) ,.

 Un capricho (un lado A)

El viejo Richard apenas lograba dormir por las noches. El mundo siempre se le había antojado un escenario geológico y vibrante donde poder construir la música que desde joven atormentaba sus oídos. Durante un tiempo aquel siècle fue hermoso y ellos eran jóvenes, brillantes, prometedores hijastros de su época: Hofmannsthal, Zweig, Klaus, Roth, Schönberg, la bella Pauline, él mismo. Viena, con las risotadas prodigiosas de Mozart y los valses azules, quedaba muy lejos de Múnich, y su apellido, Strauss, a pesar de la similitud, nada tenía que ver con el padre de la Marcha Radetzky. Su música era bien diferente a la de los vieneses, pues nacía acunada por la desesperación moderna, metálica e intelectual del romanticismo wagneriano.

"Ellos eran jóvenes, brillantes, prometedores hijastros de su época: Hofmannsthal, Zweig, Klaus, Roth, Schönberg, la bella Pauline, él mismo"

Pero finalmente, las dos guerras acabaron por reescribir aquellas vidas rutilantes con una atronadora banda sonora: Zweig y su esposa abrazados y muertos al otro lado del mundo; Schönberg exiliado de sí mismo con un apellido americanizado; Hoffmannsthal muerto de un infarto cerebral tras el suicidio de su hijo; Roth alcoholizado, descansando finalmente después de días de un atroz delirium tremens. Y él mismo, el viejo compositor, testigo inamovible de la subida al poder de las bestias salvajes, adoradores de un fuego inculto y fanático donde quemaban por igual a libros y hombres.



Richard Strauss, director

Al principio pensó que podría convivir con ellos en mitad del estruendo, aislado en su ideología apolítica basada en un único principio personal (“las personas se dividen para mí en dos, las que tienen talento y las que no”), pero a medida que se extendía el terror, comprendía que tal vez él sí, pero su música no soportaba por más tiempo la ambigüedad, así que con casi 70 años y una familia medio judía amenazada por la Gestapo, escribía en su diario  esta sentencia sin vuelta atrás:

(Ha sido un) reinado de años de bestialidad, ignorancia y destrucción de la cultura por parte de los mayores criminales, durante el cual los dos mil años de la evolución cultural de Alemania llegaron a su fin.

"La subida al poder de las bestias salvajes, adoradores de un fuego inculto y fanático donde quemaban por igual a libros y hombres"

Después, recuperando una vieja y añorada disputa con aquel gran escritor que había sido su amigo, Stefan Zweig, se sentó a escribir El capricho a modo de pieza de conversación para música. Y esa música brotaba de sus viejas manos sin dificultad, saldando las deudas de los grandes maestros pasados y presentes que ahora atravesaban con generosidad las partituras: Mozart, Beethoven, Wagner, Verdi, Mahler, Debussy… Todos lograban convivir por fin sin estridencias sumando texturas a la novedosa aportación de Strauss: una orquestación moderna, compleja, casi futurista, donde la palabra era a veces ensombrecida por la rotundidad brillante de la música, y la música a veces superada por el sólido armazón de la palabra. Al mismo tiempo, en escena, los personajes variopintos extraídos de un romanticismo deliberado con una indecisa condesa a lo femme fatale como protagonista, discuten elegantemente sobre la supremacía de las artes en un castillo francés del siglo XVIII, mientras el humor, que es el arma más poderosa del ser humano, inyecta, eficaz, su antídoto contra la barbarie política y social de aquella Europa de Strauss.

Zweig y Roth


"Donde la palabra era a veces ensombrecida por la rotundidad brillante de la música, y la música a veces superada por el sólido armazón de la palabra"

Tres años habían pasado desde el estreno de Capriccio en el teatro Nacional de Múnich, cuando las tropas aliadas norteamericanas detenían al músico alemán en su hogar de Garmisch:

“Señores, yo soy Richard Strauss, el compositor de El caballero de la rosa y Salomé”. El teniente Weiss, que era también músico, asentía con la cabeza en señal de reconocimiento, ordenando colocar en el césped del jardín una marca para proteger al genio. El viejo regresaba, cansado, a su casa, donde moriría poco tiempo después.


En 2019, el Capriccio de Strauss se nos revela como una especie de ópera rara: no sirve para el placer musical, pues en nada facilita las cosas al melómano que se conforma con el disfrute privado en un dispositivo de audio. Tampoco sirve para la literatura, porque su argumento se desplaza en una espiral interminable enredada en torno a una discusión tan antigua como inútil: la elección entre música o palabra. Sin embargo, la genialidad de esa rareza en directo radica en que no es una ópera, sino una banda sonora para la vida: caótica, ruidosa, efímera, irónica, cruel, donde sus protagonistas, sometidos al capricho del azar, tratan de vivir a ratos envileciendo y a ratos embelleciendo el fragmento de mundo que pueblan.

"Humor, que es el arma más poderosa del ser humano, inyecta, eficaz, su antídoto contra la barbarie política y social de aquella Europa de Strauss"

Acudo al Teatro Real junto a la periodista y escritora Karina Sainz Borgo. Ella y yo somos muy diferentes, pero amamos las mismas cosas: los libros, la loza sevillana, algunos capitanes, el centro de Madrid y la ópera. Desde que nos conocimos en Zenda vamos intercambiando pequeñas deudas de amistad y admiración que organizamos sin mapa; a golpe de brújula. Por eso el wasap de Karina invitándome a ver el Capriccio de Strauss no me sorprendió; entraba dentro de nuestro territorio extraño.

Tal vez porque las dos andamos últimamente interrogando a los muertos, buscando material para la literatura en nuestros particulares inframundos (Karina en las fronteras en guerra de América Latina y yo en los senderos azules que bajan al Peloponeso), esta singular ópera de Strauss poblada de fantasmas nos conmocionó especialmente y a la salida, tras la segunda ronda de bebidas, sellamos un pacto de mujeres: las dos escribiríamos nuestra versión particular del Capriccio publicando sendos textos a la misma vez en Zenda.

María José Solano y Karina Sainz Borgo

"En 2019, el Capriccio de Strauss se nos revela como una especie de ópera rara"

En la oscuridad de la sala del teatro, como alumnas aplicadas, apuntábamos en nuestras libretas algunas palabras recogidas al azar, turnándonos en el uso del único bolígrafo. Habría dado cualquier cosa por poder leer las suyas, pero claro está, ni siquiera lo mencioné, aunque yo sí quiero compartir una de aquellas frases robadas la pasada noche a Strauss. Creo que es adecuada como resumen de la felicidad que sólo permiten los buenos amigos y algunos amores:

“Las horas transcurren sin que el tiempo pase”.

TITULO:  Locos por las motos - “No soy culpable de que Pramac se vaya de Ducati”,.

 

“No soy culpable de que Pramac se vaya de Ducati”,.

 No soy culpable de que Pramac se vaya de Ducati” - AS.com

foto - Márquez: “Como piloto Ducati, hubiera preferido que hubiera seguido el Pramac Ducati. Como aficionado a MotoGP, es una buena noticia”.


Sexto puesto de Marc Márquez en el arranque del GP de Países Bajos, con lo que accede directamente a la Q2, consciente de que tiene dos pilotos por delante de él en cuanto a ritmo se refirere, Bagnaia y Maverick, pero más importante que eso fue aún su opinión sobre el anuncio oficial del cambio a partir de 2025 de Ducati a Yamaha del Prima Pramac, el equipo que dejó claro en Mugello que no era una opción para él.

Empecemos por el final. AS le dijo que ya era oficial lo de Pramac y le preguntó si a Ducati le había salido demasiado caro su fichaje, porque había perdido a tres pilotos buenos como son Martín, Bastianini y Bezzecchi y además a un equipo como el Pramac, que es el vigente campeón por equipos. Se puso serio para dar su respuesta: “Punto número uno, no me siento el culpable de que Pramac se vaya, porque al final yo tampoco he hecho nada. Sí que es verdad que, como piloto Ducati, hubiera preferido que hubiera seguido el Pramac Ducati porque así hay más Ducati en pista y el Pramac es un equipo importante dentro de Ducati. Como aficionado a MotoGP, creo que es una buena noticia, es así. Por un lado, egoístamente hablando prefiero dos Ducati más en pista para tener más información y como aficionado era el paso normal que uno de los equipos Ducati se fuera con Yamaha, porque el campeonato necesita tener otra vez cuatro motos Yamaha, una marca japonesa, dos Ducati menos en pista, lo que hace que el campeonato sea menos monomarca y abre la opción a diferentes fabricantes, pilotos y patrocinadores”.

Contado eso, momento de conocer su valoración dal primer día en Assen: “Buena, la verdad es que bastante buena pues sobre todo esta mañana he salido y me he encontrado como si no hubiésemos parado. Me he encontrado muy cómodo con la moto enseguida y esta tarde sí que me ha costado un poquito más y creemos que sabemos la razón, pero mañana lo vamos a confirmar y a partir de ahí, seguiremos mejorando. Hay dos pilotos que están por encima del resto, uno que está casi dos pasos, que es ‘Pecco’, y otro que está un paso por encima que es Viñales y luego estamos otra serie de pilotos que estamos bastante a la par”. Y el objetivo para la Q2 de Assen: “Aspiro o me gustaría estar en las dos primeras líneas de salida, como máximo en la tercera”.

Al preguntarle por qué cree que Pecco va tan sobrado en este circuito, Marc cree que “cuando entras en la espiral positiva, con confianza, en la que vienes de ganar dos carreras y estás en un circuito en el que ganó el año pasado y que lleva tatuado, pues entras en una espiral positiva en la que te sale todo. Está yendo muy rápido, así que toca aguantar y aprender de lo que está haciendo”.

Sobre la frase de Pecco del jueves acerca de que Marc lleva ya la misma moto que él, la puntualizó: “Bueno, si no me están engañando, al final llevo la misma moto que Álex, Bezzecchi y Di Giannantonio, que es la del año pasado, pero es una moto que va muy bien y no sé cuánto mejor o peor es la 24. Hasta que no la pruebas, no lo sabes, pero sí que es cierto que ya se sabe que las 24 que son las del Pramac y las del oficial y las del 23 que son las de VR y las de Gresini, pero me encuentro cómodo con la moto. Es una moto que va muy bien y es una moto que como se ha visto se puede ir rápido”.

Sobre las mejoras que ha recibido en su moto en lo que va de año, reconoce sólo una: “Sí, una mejora me han traído, pero es la única mejora que han traído. Ducati tiene una política que como piloto es difícil de entender, pero que como fabricante es la correcta, que es que cuando una 23 recibe algo lo tienen que tener todas las 23 y esta es una política acertada, pues creo que lo es para el proyecto pues por muy adelante que esté en la clasificación no tienes beneficios y esa es una de las cosas que me dijo el año pasado Gigi. Si estás luchando con otras Ducati 24 vas a tener lo mismo que todos, si por x razones estás luchando con una KTM o una Aprilia vas a tener más mejoras, pero estoy luchando con otras Ducati, así que mi moto va bien y no tengo ninguna queja porque lo acordado es lo que se está cumpliendo”.

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