TITULO: VIVA LA VIDA - Mónica Ojeda - No tocaron ,. SABADO - 13 - Julio ,.
El sabado - 13 - Julio a las 16:00 por Telecinco , fotos,.
Mónica Ojeda - No tocaron,.
Mónica Ojeda (Guayaquil, 1988) ha publicado a sus 35 años cuatro novelas que la han convertido en uno de los más fulgurantes meteoros de la nueva literatura en español. Si las tres primeras vieron la luz en pequeños aunque exquisitos sellos, con la última ha dado el salto a un gran grupo editorial. Y su título es como un hechizo: Chamanes eléctricos en la fiesta del sol (Random House, 2024). En el año 5540 del calendario andino, dos amigas viajan al macrofestival Ruido Solar, que reúne a músicos, poetas y chamanes a la sombra de uno de los volcanes de los Andes. Huyen de la violencia de las ciudades, pero buscan también al padre que desapareció sin dejar rastro y ahora se esconde en los bosques. Sus voces y las del padre monstruo se irán alternando con un desasosegante e hipnótico lirismo. Ojeda nació en Ecuador y hoy vive en el madrileño barrio de Lavapiés desde donde cada mañana persigue con aprensión las noticias acerca de la violencia que devora su país.
— «El oído es el órgano del miedo». Esa cita de Nietzsche al inicio de una novela donde la música es tan importante es toda una declaración de intenciones, ¿no?
—Sí, sin duda. A mí me gusta Nietzsche y esta cita del personaje de Aurora siempre me ha llenado la cabeza de imaginación sonora, de lo fantasmático que late en el sonido. Otro autor que me fascina, Pascal Quignard, tiene varios libros sobre música y especialmente El odio a la música, que trabaja el aspecto del terror sonoro, la música como algo que invita al goce, pero que también te lleva a lugares liminares de la experiencia física que abren la puerta a la vulnerabilidad y al miedo.
—El trance. Es increíble la potencia política de algo que mentes más banales tacharían de huida de la realidad, ¿no?
—Totalmente. Muchas veces se considera la fiesta, el baile, la música como experiencias de huida o fuga. Y es posible que a veces ocurra así. Pero a mí lo que me interesa es cómo la fiesta, el baile o la música tienen su lugar como revitalización poética del cuerpo, reintensificación de la realidad, apertura de sensorialidades distintas, incluso positivamente desviadas. Hay un potencial político de rebelión en la revuelta del cuerpo, en el festejo, en el goce. Porque la cotidianidad duerme los sentidos a golpe de repetición y el baile sacude esos sentidos y enciende de nuevo esa sensibilidad que refunde la mirada.
— «Los ecuatorianos duermen tranquilos en medio de crujientes volcanes y se alegran con música triste». ¿Que un europeo como yo tuviera noticias del Chimborazo por lecturas de Humboldt hasta leer esta novela prueba la persistencia en el imaginario de la mirada colonial?
—Humboldt hizo un trabajo hermoso en sus expediciones geológicas por América Latina. Hay sin duda una mirada colonial, del norte sobre el sur, de lo civilizado sobre lo salvaje, pero su ambición de pensar la naturaleza va más allá, un asombro genuino que podríamos entender como una literatura de lo natural, un gusto por el paseo y el gozo ante lo que se iba encontrando.
—Cuando le preguntan una y otra vez por su literatura como migrante, ¿le molesta?
—No me molesta en absoluto. Cuando pienso en lo que ha sido en los últimos años esa ficción mutable que llamamos identidad, lo más crucial en mi vida ha sido el hecho de migrar. También para mi escritura. Y luego, dependiendo del tipo de migración que haces, la experiencia puede resultar más o menos traumática. En mi caso, alejarme de mi territorio me lo ha vuelto mucho más presente. Cuando me encontraba allí, era incapaz de pensarlo, a mi sensibilidad sobrestimulada le faltaba claridad. Sufría presbicia mental. Y ahora puedo al fin darle forma.
—Hay un curioso paralelismo en Chamanes eléctricos entre el rapto emocional del festival, el «pogo» salvaje que difumina toda filiación y la búsqueda del padre. Desenraizamiento y enraizamiento. ¿Tal es el eje en el que pivota su historia?
—Sí, pero yo lo pienso más bien en términos de origen, como el origen es una suerte de espacio que te expulsa con violencia, al que además no puedes regresar, el lugar de los presagios. El origen, desde una perspectiva ontológica, es un lugar mítico. Y también la paternidad es un continente mítico.
— «Te quiero mucho, mijita, le mentí». Duele mucho cuando toma la palabra ese padre cazador y abandonador al que no le gusta la música. ¿Cuán difícil fue encarnar al monstruo?
—Me ocurrió algo extraño. Escribiendo al padre… dejé de verlo como un monstruo. Llegué no a justificarlo, pues es un personaje en las antípodas de lo que yo puedo ver o sentir, pero sí a entender que uno nunca es solo un padre, en realidad, sino un ser humano, una persona. La paternidad es un rol, y a veces estás a la altura y otras no. Es muy duro pero en ocasiones no somos capaces de cuidar de los demás. Por eso a mí el padre llegó a darme lástima. Él intenta querer a su hija, sentir afecto por ella, pero no lo consigue. Puede ser un monstruo por no querer a sus hijos, pero es un monstruo humano. Alguien dice en el libro en algún momento: «El amor no se reclama y el desamor no se cuestiona». Y así es.
— «A los hombres los mataban, pero a las mujeres las violaban y también las mataban», dice Nicole. ¿Escribir la violencia es un exorcismo, una terapia o algo sencillamente inevitable para una ecuatoriana?
—A veces escribir pasa por hacer corpóreos los fantasmas que rondan tu cabeza. Desde que dejé Ecuador la violencia es para mí un fantasma absolutamente real. Toda mi familia, mis amigas, todo lo que me importa, sigue allí, al otro lado del charco. Cada vez que me llegan de allí nuevas oleadas de violencia, como acaba de ocurrir recientemente, me invade el miedo de que les ocurra algo. Lo que pasa con la violencia es que normalizas muchísimas cosas. Yo tengo normalizado, por ejemplo, que lo primero que hago cuando me levanto es leer el grupo de WhatsApp de la familia para confirmar que están todos bien. Y si pasan las horas y alguien no responde, me devora la ansiedad. Fíjese que con mis amigas tengo otro grupo titulado «Para saber que estamos vivas».
—¿Y cómo entra todo ese horror en su escritura?
—Entra porque todo lo que trastorna tu cuerpo y tu psique lo viertes cuando estás escribiendo. De hecho, cuando empecé a pensar en esta novela, en 2018, no imaginaba que iba a acabar conteniendo tanta carga de violencia. Pero es que desde entonces he seguido desde la distancia cómo Ecuador se ha convertido en un auténtico infierno.
—Noa cuenta en el libro cómo ella y su madre llevan pistolas en Guayaquil para defenderse.
—Bueno, a ver, es que cuando yo empecé a ir a la universidad, en Ecuador, mi padre me llevó a un campo de tiro a aprender a disparar para defenderme de los secuestros exprés que entonces, y ahora, eran muy habituales. A las mujeres nos secuestraban, nos mataban y, por supuesto, nos violaban. Mi padre me puso una nueve milímetros en la guantera del coche y me dijo: «Si tienes que defenderte, te defiendes». Aquello fue traumático, pero es que mi padre estaba aterrado por no poder protegerme.
—Los últimos acontecimientos en un Ecuador tomado por las bandas pueden leerse a la par de la distopía securitaria del El Salvador de Bukele. ¿Cómo escapamos de ese eje maligno?
—Tengo una respuesta para eso que es un completo cliché. Pero es la mía. Yo escapo buscando espacios de resistencia y revitalización como la escritura. Cada cual debe buscar sus propios espacios para escapar de esos falsos dilemas. Porque, ¿en qué momento el pavor a los monstruosos narcos nos convirtió también a nosotros en monstruos? Yo me he salvado por el momento, creo, y ha sido gracias al arte,.
TITULO:
VIVA LA VIDA - Elvira Sastre - Un pulmón verde ,. Domingo - 14 - Julio ,.
El domingo - 14 - Julio - a las 16:00 por Telecinco , fotos,.
Elvira Sastre - Un pulmón verde ,.
Elvira Sastre,.
Cuando en 2019 Elvira Sastre (Segovia, 1992) ganó el premio Biblioteca Breve de Narrativa con Días sin ti, una pequeña conmoción sacudió los mentideros literarios. ¿Cómo era posible que aquel prestigioso galardón literario fuera a parar a manos de la conocida como «poeta de Instagram», una veinteañera que atesoraba multitud de entusiastas seguidores (hoy suma ya más de 600.000) con sus versos en la red social, seguidores que luego llenaban teatros y salas de concierto para escuchar sus recitales en vivo?
Ahora Sastre publica una segunda novela de madurez que cierra aquel malestar de cierta parte de una crítica presuntuosa y falta de curiosidad. Las vulnerabilidades (Seix Barral, 2024) cuenta una buena historia, dosifica la tensión con destreza y habilidad y culmina con uno de esos finales que vuelan la cabeza del lector y le obligan a empezar de nuevo para saber cómo demonios lo ha hecho. Elvira se llama también la protagonista que un día recibe un mensaje de una joven llamada Sara, víctima de los nuevos abusos digitales. Pero, ¿es de verdad posible salvar a todo el mundo?
—»Es imposible fabricar una nueva existencia a partir de la verdad. Lo que queda al sincerarse con los demás es la vida expuesta. Lo contrario de la verdad no es la mentira, es el misterio». ¿Exponen estas palabras al principio del libro, de alguna forma, su proyecto literario?
—Este libro está plagado de pequeñas señales. Ha habido siempre una intención de jugar de alguna forma, tal vez no como intención principal, pero sí es algo que pasaba por mi cabeza. Al final, como toda novela de misterio, o thriller, o como lo quieras llamar, vas dejando pistas, porque al final así creas el ambiente de que hay algo que va a pasar y no se sabe bien el qué. Y cada uno se hace la idea con base en sus experiencias. Eso me parece siempre muy divertido. Creo que es un libro que te lo lees dos veces y se convierte en un libro distinto. Podrías repasar una y otra vez lo mismo pero sabiendo cosas diferentes. Es realmente el poder de la verdad lo que se pone aquí en cuestión. Y sin la verdad, lo que queda es el misterio.
—¿Podríamos describir Las vulnerabilidades como una autoficción imaginaria basada en hechos reales? ¿Cómo se adueñó esta historia de tu cabeza?
—Me parece una descripción acertada. Esta historia se adueño de mí, y el verbo es perfecto porque realmente fue eso, se me metió dentro. Al final es literatura, pero es verdad que como libro y como historia narrativa me persiguió desde el primer momento. Y me resistí mucho. Al principio me parecía un salto al vacío, a un vacío interior profundo. Debía estar preparada para entrar en algo así. Y al principio me resistí, no quería. Intenté hacerlo de otras maneras. Recuerdo que me fui a un sitio muy oscuro para escribirlo y mi psicóloga me dijo: «¿Por qué estás escribiendo algo tan oscuro en un sitio tan oscuro? ¡Busca la contraposición». «Joder, es verdad», pensé. Entonces me fui a un sitio más luminoso y, de repente, las cosas fluían mejor, porque yo me iba a casa fatal cuando estaba en ese estado. He intentado huir de esta historia, hasta que un día me dije que no pude más. Y me lancé: que sea lo que tenga que ser. En esta vida hay muchas que no tienen sentido y a mí me tranquiliza buscarlo. Escribirlo.
—Elvira, una escritora con oscuridad y dolor en su pasado, y Sara, víctima de la difusión de un vídeo sexual y de una violación grupal, tejen una relación muy compleja. Elvira se convierte en su guía y protectora, pero por momentos sospechamos que su ayuda no es completamente desinteresada.
—Yo creo, y no me parece malo ni condenable, que ninguna ayuda es altruista al cien por cien. Todo siempre responde a una voluntad, y la voluntad es algo personal, algo que tienes dentro y necesitas satisfacer. Responde incluso a una ambición, que es una palabra que puede dar un poco de miedo, pero que no tiene por qué ser negativa: si muestras tendencia a ayudar a los demás por los motivos que sean, hay que celebrarlo. El problema es si se te va de las manos y pierdes el control. Es lo que ocurre en mi novela cuando la supuesta víctima está ya mejor y la supuesta cuidadora se encuentra fatal, sin embargo, porque ya no sabe cuál es su papel. Su propósito en la vida pasaba por ayudar a esa persona, porque ayuda a todas las mujeres, y de pronto dice: «Hostia, una parte mínima de mí quiere que ella siga mal».
—Los horrores vividos por Sara conducen constantemente a las redes, el escenario donde su maltratador la daña. Te lo pregunto a ti, que fuiste llamada «poeta de Instagram» y que llevas muchos años viendo evolucionar la selva digital: ¿cómo esas redes, que antaño iban a ofrecernos libertad y creatividad desconocidas, se han convertido en un nuevo cuarto oscuro para el daño y el escarnio, especialmente contra las mujeres?
—Ojalá tuviera la respuesta. No lo sé, no tengo ni idea. Y ojalá quien tenga las herramientas para saber cómo hemos llegado hasta aquí o qué limitaciones serían necesarias actuara. Porque es verdad que hay una parte muy carnívora y muy hambrienta en las redes. Y siento que está contaminando también a la cultura. Me da pavor por lo que pueda pasar. Como creadora, es muy difícil que eso no se te cuele, que no estés pendiente, porque vivimos un momento en el que por cualquier cosa que digas te pueden cancelar. Y entonces se acabó. Da mucha rabia que ese filtro esté presente en la cabeza de todo el mundo a la hora de hacer cualquier tipo de cosa, porque puede afectar al resultado artístico. Soy honesta, presente está. Lo que pasa es que yo me esfuerzo para que no sea así, porque me resulta mucho más interesante el otro lado, contraponerme al pensamiento mayoritario o políticamente correcto. Es lo que me interesa también como lectora. Da mucha pena pensar en que al final acabemos leyendo libros que no nos hagan pensar y que no alimenten el pensamiento crítico.
—¿Arreglaríamos algo si prohibiésemos, como pide ahora un movimiento incipiente, el móvil a los adolescentes, hasta los 16 o incluso los 18 años?
—No tengo hijos y no conozco bien la idiosincrasia de los colegios e institutos. Pero por lo que me llega de amigos maestros, en fin, no voy a decir que hay cosas más peligrosas que los teléfonos móviles, pero me preocupa mucho el auge de un discurso machista cada vez más acusado en los centros escolares. Yo soy hija de la educación pública, y más que en la prohibición creo en la educación y la formación. Sé que es un camino más lento pero también más provechoso. Ojo, la educación no solo es cosa de los maestros, interpela a toda la sociedad de forma colectiva.
—Varias encuestas recientes en todo el mundo sobre las diferencias de género señalan un hecho muy inquietante: las mujeres son cada vez más de izquierdas y feministas y los hombres son cada vez más de derechas y sienten el feminismo como un ataque. ¿Qué hacemos para arreglar esto? Porque tenemos que seguir viviendo juntos…
—Pero hay cosas obvias que no parece necesario subrayar. Maltratar o asesinar a una mujer es algo que no puede pasar. Entiendo de todas formas que no es fácil cambiar siglos de historia y comportamiento, ni que los hombres cedan sus privilegios en aras de la igualdad. Y nuestro ejercicio es titánico, subir siempre es muy difícil. Pero podemos apoyarnos en el ejemplo de mujeres que ya lo pelearon todo en el pasado. Debemos seguir su estela y ofrecer ejemplo a las próximas generaciones. Sinceramente, creo que estamos en un momento de progreso, aunque no sea unánime. Siempre que avanzamos se activa una respuesta reaccionaria.
—Cuando ganaste el premio Biblioteca Breve en 2019 con Días sin ti, algunos auguraron que la fusión de las nuevas modas de expresión en las redes y la edición tradicional de libros no iba a salir bien, que era como mezclar el agua y el aceite. ¿Con esta segunda novela has acallado para siempre aquellos reparos?
—Nunca ha sido mi intención acallar ningún reparo. Entiendo que la crítica literaria existe, y me parece bien, convivo con ella, pero mis ambiciones se encuentran en otro sitio. No en el reconocimiento absoluto, porque algo así es imposible y te puede hacer sufrir mucho querer gustar a todo el mundo. Yo estoy muy contenta con lo que consigo despertar en mucha gente con mi poesía y con mi narrativa, con mi literatura. Me hace feliz el contacto que tengo con lectores y lectoras, que son muy dispuestos. Para mí eso es suficiente. ¿Que algunos críticos pudieron pensar en su momento eso que comentas y ahora han cambiado de opinión? Bienvenidos. No cierro la puerta a nadie.
—¿Poeta o novelista? ¿Dónde te sientes más cómoda?
—He aprendido, después de tocar varios palos, desde la poesía a la narrativa, pasando por ensayos o artículos, que cada género me sirve para contar cosas distintas. Eso me encanta porque siento que necesito expresarme mucho y de formas diferentes, y si algo no me funciona a través de la poesía y sí con la narrativa, salto de una a otra. Ahora lo abrazo todo, me escucho y según me pida el cuerpo escojo una cosa u otra.
—¿Eres de las que cuando te dicen que los jóvenes no leen tú respondes que sí leen e incluso más que los boomers, sólo que de forma diferente?
—La literatura juvenil es el gran motor de la industria editorial de este país, y no es nada fácil. Me da mucha rabia que se desprecie. Igual que me da rabia también que se desprecie al prototipo de lector. Hablo de las mujeres de en torno a cincuenta y sesenta años, que son las grandes consumidoras de cultura en España. Las ves acompañadas, o solas, en los cines, en los teatros, en las librerías… Están en todas partes y sostienen nuestra cultura junto al público joven.
—Llenas con tu poesía teatros y grandes salas de concierto por todas partes. Es algo inédito en un género tradicional de minorías. ¿Qué dirías que busca la gente que va a verte?
—No me he inventado nada. Nos podemos retrotraer a la época de los juglares y los trovadores. La poesía siempre vivió a las calles, forma parte del pueblo porque es una forma preciosa de consumir cultura. Es verdad que la poesía también ha vivido momentos más elitistas e indescifrables. Pero siempre vuelve. Mucha gente no lo sabía y, de pronto, descubre que le apasiona la poesía. Toda esta vertiente mía de los teatros, los recitales, las giras por España y América Latina son el resultado de creer que algo así merece la pena, pero también de rodearme de un estupendo equipo de gente. Y de muchísimo trabajo. Porque en España cuesta y no nos sentimos muy respaldados. Sí por el público, pero no desde otras instancias. Mucha más gente en este país haría lo que yo hago a poco que se le diera un impulso.
—¿Madrid te sigue matando? ¿Crees, como Sabina, que al lugar donde has sido feliz no debes tratar de volver?
—Madrid es mi vida, mi gran amor. Tiene todo lo bueno… y también lo malo, claro. En su día escribí que Madrid me mataba, que no es para todo el mundo, y sigo pensándolo. Pero a mí me encanta. Me mata y me resucita. Y los veranos vuelvo al barrio de Segovia donde nací, que es como un pueblo.
TITULO:
No sé de qué me habla - Loteria - El Rasca de la Galleta de la Fortuna
- Alicia Giménez Bartlett - Un trabajo que le motivara ,.
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sé de qué me habla - Loteria - El Rasca de la Galleta de la Fortuna - Alicia Giménez Bartlett - Un trabajo que le motivara ,
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Alicia Giménez Bartlett - Un trabajo que le motivara,.
Lo de Alicia Giménez Bartlett rompe todos los esquemas. La dama de la novela negra catalana, que vive ahora en Vinarós, lleva casi treinta años despachando montones de ejemplares de cada nuevo título de su Petra Delicado y su lugarteniente Fermín Garzón, por quien asegura sentir debilidad. Con más de dos millones de lectores de la serie en todo el mundo y una exitosa adaptación televisiva protagonizada por Ana Belén, una nueva entrega de la inspectora pionera del noir español acaba de llegar a las librerías. ¿Su título? La mujer fugitiva (Destino, 2024). Una intriga subyugante y muy adictiva que arranca cuando el propietario de una furgoneta gastronómica ambulante, un food truck, es hallado apuñalado en su interior. El asesino, hay que advertirlo, no está dispuesto a ser descubierto.
—Después de casi 30 años de Ríos de muerte (1996) ¿cuáles son sus actuales relaciones con la inspectora Petra Delicado? Porque ustedes han envejecido juntas.
—Como he escrito otros libros además de los de Petra, nuestra relación sigue siendo buena. No me he hartado de ella. Tal vez llegue un momento en que ocurra. La inspectora ya es una vieja amiga. Y Garzón más.
—Fermín Garzón, ese Sancho Panza que intenta siempre bajar a la tierra a su quijotesca jefa.
—Absolutamente. Es increíble, yo misma no lo había pensado, pero es sí. Ella no es más idealista pero sí más intuitiva y teórica, y él está aferrado a la realidad sin ser estúpido en absoluto. Como no lo era Sancho Panza.
—¿Y seguirá esta relación?
—De momento sí, porque he firmado otro contrato para una nueva novela de la serie. El día en que yo crea que piense que esto ya no va a ninguna parte espero tener la suficiente fuerza y lucidez para decir: «Petra, te lo agradezco mucho, pero esto se ha terminado».
—¿Cómo será el final de Petra Delicado?
—Lo dije al principio de la serie. La meteré a monja. Es un final muy español.
—¿De qué chispa prendió en su cabeza La mujer fugitiva?
—El mundo de los food trucks me llamaba mucho la atención. Todo aquel que vive en sociedad y a la vez de alguna forma al margen, aislado, que no tiene horarios, que trata con mucha gente distinta que tampoco son clientes fijos me fascina. Me ocurre lo mismo con los camioneros y, de hecho, también escribí una novela sobre ellos. Y se me ocurrió que los food trucks también podían dar mucho juego en una novela negra.
—El género negro protagoniza una suerte de huida hacia delante en los últimos años, complicándose cada vez más, exagerando, digamos la pirotecnia. Pero usted sigue fiel a un estilo que no sé si definir como novela negra minimalista: hay un crimen que resolver. Punto. ¿Lo ve así?
—Sí, digamos que yo aplico un sistema clásico que luego, al final, es la base de toda novela negra. A veces no hace falta añadir mucho más a los patrones básicos. Ojo, porque sea un esquema ya conocido no significa que sea fácil.
—¿Cómo trabaja la trama?
—Hay una manera de escribir novela negra que podríamos describir como arquitectónica. Dibujas un plano, colocas los muebles y los personajes y organizas la acción por habitaciones: aquí se cometerá el asesinato, aquí se reunirán los sospechosos, etc. Ese no es mi método. Mi método es más bien escultórico: cojo los materiales, los machaco, los doy forma y voy añadiendo y quitando sobre la marcha. A veces llego así a lugares que nunca hubiera imaginado. Me sorprendo a mí misma. Y no me aburro.
—Dicen que el género negro ejecuta, como suele decirse, la mejor crítica del tiempo histórico en el que escribe su autor.
—Sin duda ninguna. Una buena novela negra debe dar una visión de lo que ocurre alrededor suyo. ¿Cuántos universitarios muy preparados andan trabajando en cualquier cosa? Pero ojo, la crítica social se debe prodigar con pinceladas, no hace falta subrayarlo. Los subrayados en literatura siempre están de más.
—Cuando Petra y Fermín van a investigar el crimen, los que regentan el food truck cercano son un químico y una socióloga. ¿Para cuándo una novela con un escritor precario?
—¡Claro! El otro día leí en Zenda, aterrorizada, que en España los escritores que vivimos de la literatura somos apenas un 2%. Es tan escandaloso que da miedo. Y es curioso porque, asediados como estamos por las pantallas, creo que los que seguimos leyendo en papel nos sentimos parte de una minoría privilegiada. No hay mejor manera que algo así para estimular a los más jóvenes a leer, y a escribir, que invitarles a formar parte de un club elitista.
—¿Tienen los novelistas del noir asesores técnicos?
—Claro, yo tengo a una comisaria que cuando empecé a trabajar con ella aún era inspectora y siempre me ha ayudado. Además, los mossos, por ejemplo, tienen un departamento de relaciones con periodistas y también con escritores. Les escribes tus dudas y te responden. Así no metes la pata.
—¿Usted ha metido la pata alguna vez?
—¡Sí! Hace unos años, en uno de sus casos, Petra Delicado sacaba su Glock 95 y disparaba siete tiros. Poco después llegó una carta a la editorial a mi atención en donde me explicaba que esa pistola no podía disparar esos tiros. Desde entonces, siempre que escribo sobre armas consulto con mi asesor. (Risas)
—Vive ahora en el campo, en Vinarós, Valencia, alejada de Barcelona. ¿Cómo lleva el protagonismo incesante de Cataluña en la actualidad informativa? Lo digo porque cuando los rescoldos del procés estaban a punto de apagarse el resultado de las últimas elecciones lo devolvió todo de nuevo a la palestra.
—No estoy tan alejada. Mantengo mi vivienda de siempre en Barcelona y acudo con cierta frecuencia. Y por otra parte, ¡ya no hay distancias! (Risas) A ver, todo esto me cansa, es agotador. Yo nunca fui independentista, aunque entiendo el independentismo catalán. Pero me aburre todo muchísimo.
—Nunca olvidaremos la camiseta con la que ganó el Planeta, en la que se podía leer «Merde». ¿Qué ocurrió aquel día?
—La gente es demasiado solemne. Vamos a ver. Cuando ganas el Planeta lo sabes dos semanas antes. ¡No te emociones el día de la entrega, como si acabaras de recibir la noticia!
—Fernando Savater exclamó cuando se lo dieron que sospechar del Planeta era como sospechar de los Reyes Magos.
—Pues mucha gente sigue creyendo en los Reyes Magos. Pero yo no estaba dispuesta. Me apetecía más divertirme y divertir a los asistentes.
—¿Le queda alguna aspiración literaria que cumplir?
—El Nobel de Literatura. Para chula yo.
TITULO:Tarde de toros - Las Ventas como un brazo al que le quitan el yeso,.
Las Ventas como un brazo al que le quitan el yeso,.
La encerrona de Emilio de Justo cambió de protagonista: Unas veces ni un quite y otras cinco toros,.
La tarde de los seis toros del extremeño en Las Ventas acaba en el primer asalto tras una voltereta, pasando el desafío a Álvaro de la Calle,.
Era su tarde soñada. Llevaba días levantándose creyendo que ya era el Domingo de Ramos, pero a veces, ante las fechas más esperadas surgen los mayores imprevistos. Emilio de Justo brindaba el primero al cielo, recordando a su padre, quien tanto luchó con él cuando los festejos en los pueblos de Extremadura lo eran todo y cuando las victorinadas en Francia eran sus desafíos. Antes habían sido aplaudidos sus banderilleros y el de Pallarés había repetido y humillado. Fue en el momento de la espada cuando quiso repetir esas entradas a matar que aún se recuerdan en Las Ventas.
Pero todo salió mal. Una voltereta tras una espada casi entera y tendida dejaba conmocionado (a simple vista) al extremeño. El runrún comenzaba a extenderse por la Monumental, la incertidumbre de si la encerrona quedaría en nada pesaba como una losa. Al director de la orquesta casi se le cansaba el brazo cuando la megafonía cortaba las esperanzas. Álvaro de la Calle era anunciado como el sobresaliente que se enfrentaría a cinco astados de diferentes ganaderías, un toro de Victorino Martín entre ellos.
Parte médico de Emilio de Justo: «Fractura estallido de las vertebras c1 y c2 y fisura en la base del cráneo. Pronóstico muy grave».
Así, la inadvertida presencia del sobresaliente volvía a cobrar peso muchos años después en Las Ventas. Esa figura que como mucho espera un quite como detalle del matador, recibía el regalo envenenado de cinco toros en Las Ventas. La oportunidad de su vida y una odisea. Así este torero, cuya profesión consiste en cumplir con sus labores pero sin brillar, afrontó de la misma forma este inesperado compromiso.
Ya camino del hospital y con collarín, Emilio tenía sensibilidad en las extremidades. Pero preocupaba la caída que tuvo sobre el cuello y un bulto en la nuca. Después se confirmaron las fracturas.
Se alargó Álvaro con el segundo, el de Domingo Hernández. El susto seguía en el cuerpo y parecía que la tarde se iba a hacer larga. Además se lio con el descabello. El tercero parecía un victorino de pura cepa. Humilló, pero Álvaro no se supo acoplar a él, no le dio distancia. La tarde comenzaba a traer esos terribles recuerdos de tardes como en la que David Mora, Antonio Nazaré y Saúl Jiménez Fortes acababan en la enfermería, dándose el festejo por finalizado antes de lo previsto. Efemérides para olvidar.
El espectáculo lo daría el cuarto, de Victoriano del Río, de nombre «Duplicado» . Un toro con todas las posibilidades del mundo. Hasta el segundo sobresaliente, Jeremy Banti, salió a hacer un gran quite y tras un tremendo puyazo, casi desde los medios, los banderilleros eran ovacionados también. Hasta la brega para retirar al animal en el brindis del matador fue ovacionada. El toro colaboraba en todo con alegría. Luego en la muleta Álvaro, radicalmente vertical, se la puso en la cara deslizando solo las caderas. El toro respondía con transmisión y fondo. Una estocada entera acababa concediendo la vuelta al ruedo al torero y el mismo reconocimiento al buenísimo toro de Victoriano del Río. Era astado de lío. La tarde volvía a coger tono, no el mismo.
El de Álvaro de la calle es el nombre más habitual en los programas de los mano a mano y encerronas. Un torero que ha hecho del oficio de sobresaliente su realidad en los últimos años. Pero como ya dijo a este mismo medio «los sobresalientes no somos toreros semirretirados». Aun así, surgía la reflexión de por qué no ofrecer estas retorcidas oportunidades a toreros con algo más de proyección.
Después de un quinto en el que poco pasó por la escasa movilidad del de Palha, Álvaro se arrodillaba ante la puerta de chiqueros. A porta gayola recibía al sexto, que no mostró en banderillas el juego que sí concedió en varas, arrancándose desde lejos. Luego en la muleta no se quiso alargar Álvaro al no verle condiciones. Así es la vida, a veces ni te ofrece un solo quite y el día menos esperado te pone una decena de pitones delante. Aunque no se llevó trofeos, Madrid sí le concedió su reconocimiento, siendo consciente del mayúsculo desafío en el que había cumplido con oficio. Protagonista inesperado.
Las ventas (domingo de ramos). Toros de Pallarés, Domigo Hernández, Victorino Martín, Victoriano del Río, Palha y Parladé ( en ese orden).El 1º, repetía humillando; el 2º, con movilidad; el 3º, con fondo; el 4º, gran toro, colaboró con alegría (vuelta al ruedo); el 5º, soso; el 6º, se arrancó desde lejos al caballo. Lleno (20.000 espectadores).
Emilio de Justo, de nazareno y plata, estocada casi entera y tendida, herido (oreja).
Álvaro de la Calle, (sobresaliente), de salmón y oro, estocada contraria, dos avisos, varios descabellos (silencio); estocada entera (silencio); entera (vuelta al ruedo), tendida (silencio), metisaca, entera (silencio).
Parte médico de Emilio de Justo: «Fractura estallido de las vertebras c1 y c2 y fisura en la base del cráneo. Pronóstico muy grave».
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