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jueves, 13 de junio de 2024

España a ras de cielo - Vicente del Bosque ,. - PLANETA CALLEJA - Domingo - 23 , 30 - Junio ,. / Centenarios - Nicolás Redondo Terreros ,. / Tramoyista - Mil ojos esconde la noche, de Juan Manuel de Prada ,. / Aquí la tierra - Abiertas las inscripciones de la Escuela Municipal de Pesca de Arroyo de la Luz ,.

 

TITULO: España a ras de cielo - Vicente del Bosque ,. - PLANETA CALLEJA -Domingo - 23 , 30  - Junio  ,.

 

España a ras de cielo  ,.

 

España a ras de cielo es un programa de televisión emitido por TVE y se estrenó el 17 de septiembre de 2013. Desde el primer programa, está presentado por Francis Lorenzo Martes a las 22h30,.
 El programa permite conocer lugar de España desconocidos y ya conocidos desde otro punto de vista., etc,.


PLANETA CALLEJA - DOMINGO - 23 , 30  - Junio ,.
 

   Planeta Calleja es un programa de televisión de España que se emite cada domingo a las 21:30, en Cuatro de Mediaset España,. Jesús Calleja enfrentará a rostros conocidos a vivir experiencias únicas e irrepetibles fuera de su contexto habitual y en los lugares más remotos y fascinantes ., etc.

 

Vicente del Bosque,.

 

 Vicente del Bosque: "Antiguamente era el entrenador quien controlaba que  fuera una copa de vino y nada más" | Bienestar

foto / Del Bosque: «Soy y he sido del Madrid»,.

El seleccionador nacional, Vicente del Bosque, ha comentado que es y ha sido siempre del Real Madrid, club por el que tiene una gran "admiración"y "máximo respeto", asegurando que se siente "muy contento"de su etapa como entrenador en el conjunto blanco.

"Me trae muy buenos recuerdos. Nunca he dejado de decir que soy y he sido del Madrid, me he criado en ese club y le tengo un afecto y una admiración grande y sé lo que me ha proporcionado en la vida. Tengo el máximo respeto a toda la gente del club", confesó Vicente del Bosque en una entrevista a 'grada360' que recoge Europa Press.

El técnico salmantino contó que se siente "muy contento"por su etapa como entrenador del Real Madrid. "El trabajo que hice en la cantera todo era muy anónimo, de no enterarse prácticamente nadie, pero era muy eficaz y del que me siento muy contento. Esta fue la etapa de más eco, de más resonancia, como entrenador del Madrid", dijo.

Además, considera que "sí"han valorado lo suficiente las dos Copas de Europa que ganó al frente del conjunto madridista. "Fue un ciclo fantástico que empezó Jupp Heynckes en el 98 y nosotros aprovechamos esa inercia. Luego vino una renovación en el 98, vinieron otros jugadores, volvimos a ganar en el 2000 y en el 2002 y en cinco años, tres victorias en la 'Champions'", explicó.

Sobre su etapa como seleccionador nacional destacó "la suerte"que ha tenido de poder coincidir con una generación "estupenda de brillantes jugadores". "Hay una frase, creo que era de Vujadin Boskov, que dice que el entrenador vale lo que sus jugadores valen. Decía siempre que si tienes buenos jugadores normalmente está más cerca de ser el mejor entrenador", apuntó.

"Busquets no puede jugar mejor de lo que juega"

Además, destacó el papel del centrocampista del FC Barcelona Sergio Busquets. "Yo era de ese corte de Sergio Busquets cuando era jugador, de jugador muy de equipo, muy preocupado en que todo funcionara bien. Ahora le veo jugando a él y digo "no se puede jugar mejor de lo que juega"", afirmó.

Del Bosque comentó que probablemente finalizará su etapa en la selección después del Mundial de Brasil 2014, pero no dejó nada claro. "Tampoco quiero decir "sí, seguro". Lo que sí es seguro es que después de la Selección no voy a tener otra, pero no sabemos hasta cuándo vamos a llegar", contó.

Por ello, indicó que si llegara al Mundial de Brasil le gustaría estar "lo mejor posible", para que todo el mundo se sintiese a gusto con lo que ha hecho la selección, y recordó su recibimiento al ser proclamados campeones del mundo en 2010. "Para los que llevamos tanto tiempo alrededor del fútbol es una imagen soñada, poder ser campeones del mundo", dijo.

Además, Del Bosque también quiso recordar los momentos más importantes de su carrera. "Tengo cinco etapas de mi vida bien marcadas. Esta, la última con la selección, la anterior como entrenador, la anterior como coordinador o trabajo con la cantera, la anterior como futbolista profesional, y la primera, cuando llegué a Madrid desde Salamanca", comentó.

En primer lugar, el seleccionador recordó su debut ante el Atlético de Madrid con 17 años. "Ganamos 1-0, metí el gol y fue en el campo de La Mina una mañana de invierno, con niebla. Era un chaval estilizado y muy delgado. Me acuerdo perfectamente de esta foto porque además la tengo en casa y es de las fotos más antiguas que tengo y de las primeras en el Madrid", explicó.

Por último, comentó que Angel María Villar, presidente de la Real Federación Española de Fútbol, era un jugador "muy constante". "Muy trabajador en el mediocampo, un centrocampista completo, inmenso tanto en labores defensivas como ofensivas, como de creación¿ Lo que tiene que hacer un centrocampista", concluyó.

 

TITULO: Centenarios -  Nicolás Redondo Terreros,.

 

Nicolás Redondo Terreros,.

foto / Nicolás Redondo Terreros,.

Nicolás Redondo Terreros en 2016


Secretario general del PSE-EE-PSOE
20 de octubre de 1997-21 de diciembre de 2001
Predecesor Ramón Jáuregui
Sucesor Patxi López


Secretario general del PSE-EE de Vizcaya
13 de mayo de 1989-11 de octubre de 1997
Predecesor Ricardo García Damborenea
Sucesor Patxi López


Miembro del Parlamento Vasco
por Vizcaya
22 de marzo de 1984-17 de abril de 2002

Información personal
Nacimiento 16 de junio de 1958 Ver y modificar los datos en Wikidata (65 años)
Portugalete (España) Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidad Española
Familia
Padres Nicolás Redondo Urbieta Ver y modificar los datos en Wikidata
Natividad Terreros Ver y modificar los datos en Wikidata
Cónyuge Susana Gómez (desde 1996) Ver y modificar los datos en Wikidata
Educación
Educado en Universidad de Deusto (Lic. en Derecho) Ver y modificar los datos en Wikidata
Información profesional
Ocupación Político y abogado Ver y modificar los datos en Wikidata
Partido político


Nicolás Redondo Terreros (Portugalete, Vizcaya, 16 de junio de 1958) es un político español, que fue secretario general del Partido Socialista de Euskadi-Euskadiko Ezkerra (PSE-EE) entre 1997 y 2002.

Biografía

Hijo de Nicolás Redondo Urbieta, dirigente sindical de la Unión General de Trabajadores, su abuelo Nicolás Redondo Blanco fue también un destacado dirigente socialista y uno de los primeros concejales del Partido Socialista Obrero Español en Vizcaya. A los ocho años se trasladó, junto a su hermana pequeña Idoia, a Las Hurdes, lugar donde había sido desterrado su padre. Al año siguiente volvió al País Vasco.

Estudió Derecho, licenciándose por la Universidad de Deusto. Comenzó su carrera política afiliándose a las Juventudes Socialistas de España en 1975. Entre 1977 y 1978 fue secretario de Relaciones Políticas de la Comisión Ejecutiva del Partido Socialista de Euskadi (PSE) de Vizcaya.

En 1984 obtuvo un escaño en el Parlamento Vasco por Vizcaya. Durante esta época se inició una relación de entendimiento entre el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y el PSE que llevó a este último a participar en el Gobierno Vasco en varias ocasiones. Redondo Terreros entró en la ejecutiva del PSE-PSOE en 1988, y en 1989 sustituyó a Ricardo García Damborenea como secretario general de la Agrupación Socialista de Vizcaya. Fue elegido secretario político del PSE en 1993. En 1997 sustituyó a Ramón Jáuregui como secretario general del Partido Socialista de Euskadi-Euskadiko Ezkerra (PSE-EE), con el apoyo de las agrupaciones vizcaína y guipuzcoana, dirigidas por Rodolfo Ares y Jesús Eguiguren, respectivamente,1​ y en 1998, siendo elegido dentro de su partido mediante elecciones primarias, en las que derrotó a Rosa Díez, se presentó por primera vez como candidato a lendakari por el PSE-EE.

El 30 de junio de 1998 la ejecutiva del PSE-EE decidió, a propuesta suya, abandonar el gobierno de coalición con los nacionalistas vascos. La razones aducidas por Nicolás Redondo Terreros fueron la reforma del reglamento del Parlamento Vasco, en la que los grupos nacionalistas se negaron a exigir jurar la Constitución como condición ineludible para acceder al cargo de parlamentario, y el acercamiento entre Herri Batasuna y el PNV.2​ Poco después, tras la firma del Pacto de Estella en septiembre de 1998, inició un acercamiento al Partido Popular del País Vasco (PP) liderado por Jaime Mayor Oreja.3

En julio de 2000 fue nombrado secretario federal de Relaciones Institucionales del PSOE, en el mismo congreso en que José Luis Rodríguez Zapatero fue elegido secretario general del partido.

En 2001 volvió a presentarse como candidato a la presidencia del Gobierno Vasco, en unas elecciones marcadas por el frentismo y en las que se preveía que PP y PSE-PSOE podrían pactar tras las elecciones para desalojar al PNV de la presidencia.4​ En dichas elecciones, el PSE-EE bajó de 14 a 13 escaños. Por su parte, el PNV consiguió su máximo histórico al presentarse en coalición con Eusko Alkartasuna, alcanzando 33 escaños con el 42,7 % de los votos, lo cual no permitió que un acuerdo entre PSE-EE y PP pudiera desalojar al PNV del Gobierno Vasco. Las abiertas discrepancias con la línea política del PSE-PSOE lo llevaron, ese mismo año, a dimitir de todos sus cargos en el partido.5​ Paradójicamente, el sector de Rosa Díez se había convertido en el único apoyo de Redondo en el partido, al haber perdido el respaldo de Rodolfo Ares y Jesús Eguiguren.1

En 2001 fue nombrado presidente de la Fundación para la Libertad, manifestando una opinión crítica respecto a la línea política del PSE-EE y del PSOE,6​ aunque también señalaba respecto al exlendakari socialista Patxi López que «es una persona a la que estimo y considero, esté de acuerdo o no con sus opiniones».6​ En consonancia con esto, se negó a seguir a otros exdirigentes y simpatizantes del PSE-EE en la fundación de UPyD (como Rosa Díez, Aurelio Arteta y Fernando Savater) o en su acercamiento al PP (Gotzone Mora o Edurne Uriarte).

Renunció a su reelección como secretario general del PSE-EE tras un criticado encuentro con Ricardo García Damborenea en el año 2002.7​ A partir de entonces compaginó su actividad en la Fundación para la Libertad con su profesión como abogado y consejero de FCC,8​ ya que antes había sido consejero de Cementos Alfa.9

Actualmente colabora con Carlos Herrera en su programa Herrera en COPE. Crítico en diferentes ocasiones con el Gobierno de Pedro Sánchez, ha mostrado su tajante oposición a la reforma del delito de sedición previsto por el Ejecutivo, como así lo señaló en una columna publicada en prensa10​. Antes, había firmado una declaración conjunta con otros políticos como Francesc de Carreras o César Antonio Molina para que, luego de las elecciones de noviembre de 2019, se alcanzase un acuerdo de gobierno entre las fuerzas llamadas "constitucionalistas", cosa que no resultó11​. Acusado de apoyar a la candidata popular Isabel Díaz Ayuso a la reelección como Presidente de la Comunidad de Madrid, el PSOE le abrió, así como al expresidente de la región metropolitana, Joaquín Leguina, un expediente de expulsión12​. Sin embargo, unos meses después la dirección del partido retiró el expediente, manteniendo abierto el de Leguina, porque «no queda acreditado la comisión de las faltas atribuidas y sí queda acreditado que Nicolás Redondo actuó solicitando la rectificación de las informaciones publicadas, negando haber solicitado el voto para Díaz Ayuso al tiempo que defendió al candidato del PSOE»13​. El ex secretario general de los socialistas vascos agradeció el apoyo del ex vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, y concluyó que su absolución «apuntala un amplio margen de discrepancia en el seno del PSOE». Sin embargo, el 14 de septiembre de 2023, se difundió la expulsión del PSOE.

TITULO: Tramoyista  - Mil ojos esconde la noche, de Juan Manuel de Prada,.


Mil ojos esconde la noche, de Juan Manuel de Prada,.

 

Mil ojos esconde la noche, de Juan Manuel de Prada

foto / Todavía, en sueños, vuelvo a caminar entre tomillos y jarales por la Dehesa de la Villa, hasta el terraplén donde se amontonaban los cadáveres de los fusilados en diversos grados de descomposición, comidos de gusanos y pecados mortales que no habían podido confesar. Todavía, en sueños, vuelvo a vivir la noche de mi ejecución, rasgada de relámpagos como cicatrices que envolvían la ciudad en lontananza con un sudario fosforescente. Vuelve la lluvia, tupida y dolorosa como metralla, a empaparme la camisa; vuelvo a ponerme de rodillas para suplicar clemencia; vuelvo a respirar el aliento de coñac de Pedro Luis de Gálvez, que se acerca al gurruño de carne que yo entonces era y se saca de la canana una bala que me introduce entre los dientes. Vuelvo a escuchar su voz lúcida y beoda, como un rugido entre los truenos, mientras escupe por el hueco del colmillo; vuelvo a morder la bala, para amortiguar el castañeteo de los dientes; vuelvo a probar su sabor de pólvora y de sangre antigua, mientras escucho una y otra vez, mil millones de veces, sus palabras desabridas:

—No tenéis cojones para morir. La muerte es un castigo para hombres decentes. Los cobardes no merecéis que otros os eviten el trabajo de mataros.

Y vuelven a sonar los truenos, como si Dios se estuviese jugando mi vida a los bolos. Entonces despierto y descubro que mi camisa no la empapa la lluvia, sino mi propio sudor, como un río desmandado; descubro que los tomillos y jarales de la Dehesa de la Villa se vuelven las sábanas rasposas de mi cama; descubro que la noche ardiente de junio ya claudica en el ventanuco de mi buhardilla de la calle Froidevaux y que los truenos son en realidad el cañoneo de los alemanes, que ya están a las puertas, que ya saludan alborozados a la ciudad en fuga.

Desde el ventanuco de mi buhardilla contemplé el cielo de París, que se había vuelto de repente una ciudad sin luz, encapotada por una nube espesa de humo que de vez en cuando cruzaban golondrinas alocadas, como flechas que hubiesen extraviado su rumbo. No tardé en comprender que eran humos artificiales lanzados por los gabachos, que así aturdían el vuelo de los aviones alemanes y aseguraban la evacuación de la capital. Me lo contó un rato después la portera, reviradilla y legañosa de orzuelos, que estaba liando sus bártulos en el chiscón del portal y de vez en cuando se pegaba un lingotazo de calvados:

—Los boches están al caer, monsieur Navales. Los boches nos van a degollar a todos, como no nos apresuremos. ¿Usted no se marcha todavía?

—Todavía no. Tal vez mañana.

Aprendí en los meses de supervivencia en el Madrid rojo que nunca hay que fiarse de los porteros, y mucho menos de las porteras, que son cuzas y eruditísimas en delaciones, porque nada ambicionan más que mudarse del chiscón del portal al piso principal donde vive el señorito, después de darle pasaporte a la checa. Yo no vivía en el piso principal de aquel edificio, sino en un cubil de miseria, pero igualmente me callaba o le mentía a la portera, que parecía dispuesta a abandonar el edificio antes que los inquilinos. Los porteros, aparte de chivatos y fisgones, son el colmo de la pretenciosidad y se creen directamente amenazados por la Gestapo.

—Pues como no se dé prisa van a ficharlo los boches, monsieur —me advirtió, en el fondo deseosa de que me arrastrasen a la mazmorra, o tal vez al paredón—. Esa gente no se anda con chiquitas.

—Los boches tendrán cosas más importantes que hacer. Además, los españoles estamos a partir un piñón con ellos —dije, con una sonrisita aviesa que la estremeció—. Au revoir, madame.

Y la dejé en el chiscón, repentinamente temblorosa y más resuelta que nunca a marchar de París, no fuera que el español de la buhardilla la acusara ante los boches y la deportasen a Berlín, para obligarla a trabajar en alguna fábrica de armamento. Todas las mañanas me hacía a pie el camino hasta el número 11 de la avenida Marceau donde se había instalado la Delegación de Falange, en el palacio donde antaño los separatistas vascos habían tenido su cuartel general, con fondos sustraídos del erario público. Aquellos euscaldunes estaban más apegados a las voluptuosidades del arancel y el privilegio foral que a las sugestiones poéticas regionales; pero, desde que lo incautase la Falange, el palacio se había convertido en una mezcla de local parroquial y escuela de coros y danzas, de la mano del palurdo de Federico Velilla, que tenía alma de tendero. Caminar desde mi buhardilla en la calle Froidevaux, oreada por el perfume de los cadáveres que se pudrían en el vecino cementerio de Montparnasse, hasta la avenida Marceau, al otro lado del Sena, a mitad de camino entre la plaza de la Concordia y el Arco del Triunfo, me llevaba aproximadamente una hora, que yo además alargaba parándome a desayunar en algún café, por llegar un poco tarde al trabajo y así enervar a Velilla. Montparnasse era por entonces un barrio encomendado al milagro, hormigueante de bohemios y cucañistas (muchos de ellos españoles) que vivían a salto de mata, estafando a los turistas y también a los indígenas, porque los gabachos, aunque se las dan de vivos y desconfiados, tienen mucho de pipiolos; y, si el que los estafa es español, apoquinan sin quejarse siquiera, porque temen que el español los raje y se haga con sus tripas una corbata, como cuando la francesada. Montparnasse tenía cielos de Modigliani, góticos y desvaídos, antes de que los alemanes tomaran posesión del barrio y sus cielos se volvieran de feroces cobaltos, como un pintarrajo picassiano. Y sus gentes, siempre ociosas, siempre dedicadas al trapicheo y a la holganza, vivían en una suerte de miseria cómoda o inconsciencia feliz, pasando el rato de café en café, como piojos en costura. Pero aquella mañana Montparnasse parecía desierto, tras el éxodo de los últimos días, y apenas quedaban casas que tuvieran alguna ventana abierta. París se desangraba por los cuatro costados, por las carreteras y las estaciones de ferrocarril; y toda la multitud que había desertado de las calles se hacinaba en el metro, que circulaba siempre lleno desde las cinco de la mañana hasta las once de la noche, apretado de gentes cargadas de maletas y paquetes y cochecitos de niño. Los autobuses y los taxis habían desaparecido como por arte de ensalmo; y los automóviles que circulaban, procurando no hacer ruido, llevaban el techo recubierto de colchones y de mantas (los ingenuos gabachos pensaban que así se protegían contra las ametralladoras y los cascos de las bombas). París se cagaba de miedo, ante los alemanes que venían a arrollar, saquear y destruir, según se contaba en los mil episodios inventados por la prensa antifascista. Y yo contemplaba la cagalera con indescifrable placer, porque al fin la democracia erigida en dogma se iba al vertedero de la Historia (perdón por la mayúscula), por fin los soldados de Hitler, rubios y apolíneos, llegaban arrasando el legado de Rousseau y Montesquieu, toda esa morralla de parlamentos y separación de poderes y demás paridas para mentecatos que meriendan nardos. La guerra es la única higiene del mundo; y las democracias europeas tenían una capa de roña que ya sólo se podía quitar a bombazos.

—¿Y cómo es que huye la gente? —le pregunté al camarero de La Coupole, donde esa mañana paré a desayunar.

La Coupole era el café más elegante del barrio, con bar americano, un restaurante bastante acreditado donde se descorchaba champán y unas piculinas de cierta categoría que se arrimaban como miuras, para tragarse la espuma en estampida directamente del gollete. Pero aquella mañana no había piculinas que se arrimasen, mucho menos champán.

—Toda la mañana llevan pasando coches y camiones sin cesar —me respondió escamón el camarero, que me miraba como si yo fuese un marciano—. Aquí no se queda ni Dios.

Pero Dios, que sabe los nombres y los separa en las nubes, ya había dejado de su mano a los gabachos mucho tiempo atrás, para que se pudrieran entre los miasmas de su republiquita. Pasaba un camión por delante de La Coupole, abarrotado de bultos y de viajeros, con los niños y ancianos sentados y los demás escrutando el cielo ahumado. Pero los aviones alemanes brillaban por su ausencia, poniendo puente de plata a la cobardía gabacha.

—¿Y el Gobierno no piensa hacer nada? —le pregunté todavía al camarero, haciéndome el longui.

—Si tuviéramos un auténtico gobierno del pueblo, se iban a enterar esos malditos boches —me respondió, con la típica fanfarronería retórica del napoleoncito en ciernes—. ¿O lo pone usted en duda?

—Yo dudo por método —le dije, displicente—. Ande, tráigame un café con leche y un brioche con su mantequilla.

—Tendrá que ser un café solo. La leche ya no llega a París. Se han cortado las comunicaciones con Normandía —me reconoció compungido el camarero.

—Vaya por Dios —suspiré—. Pues un café solo entonces. Pero un auténtico gobierno del pueblo le habría regalado una vaca a cada francés, para que él mismo ordeñara sus ubres.

Al camarero lo encabronaron mis chanzas, pero finalmente miró al soslayo, fuese y no hubo nada. Si en Francia hubieran tenido un auténtico gobierno del pueblo, como anhelaba aquel polluelo, se habrían jiñado todavía más y, al primer gruñido de Hitler, habrían disuelto el ejército y mandado al mundo un mensaje de paz universal. El ingenio prestaba al ansia de fuga gabacha recursos infinitos, echando mano de todo aquello que tenía ruedas: a falta de automóvil, los montparnos menos pudientes recurrían a carretillas inverosímilmente cargadas de muebles que trepaban al cielo como obeliscos descangallados (a los franchutes les gustan los obeliscos porque se creen que son símbolos fálicos, o por delirio de masonazos irredentos), también a bicicletas con remolque incorporado (sin saberlo, estaban inventando el velo-taxi, que tanta fortuna iba a correr en los años sucesivos) y hasta cochecitos de niños sin niño (las cigüeñas de París se habían quedado sin trabajo desde que los gabachos le cogieran gusto al condón), en modelos antañones, muy anchos y voluminosos, donde cabía casi tanto equipaje como en los vagones de los grandes expresos europeos. En algunos carritos iban gramófonos y caniches, que son los dos sucedáneos de niño predilectos de los franchutes de postín.

—¿Y usted no piensa marcharse? —me preguntó todavía el cretino del camarero, mientras me cobraba, sin dejarme siquiera terminar el brioche. Se veía que tenía ganas de poner pies en polvorosa.

TITULO: Aquí la tierra -  Abiertas las inscripciones de la Escuela Municipal de Pesca de Arroyo de la Luz ,. 

 Abiertas las inscripciones de la Escuela Municipal de Pesca de Arroyo de la Luz ,. 

Pesca - La escuela se desarrollará las tardes de los viernes de los meses de junio, julio y agosto,.

 Imagen de archivo de una clase de la Escuela Municipal de Pesca de otro año.

foto / Imagen de archivo de una clase de la Escuela Municipal de Pesca de otro año,.

Este verano volverá a ponerse en marcha la Escuela Municipal de Pesca de Arroyo de la Luz, dirigida a todas las personas que deseen participar, a partir de 8 años.

El plazo de inscripción ya se encuentra abierto. Para inscribirse hay que dirigirse a la Universidad Popular, en horario de mañana, debiendo facilitarse el nombre y apellidos del participante y un número de teléfono.

Las plazas, que son limitadas, se ocuparán por riguroso orden de inscripción.

El curso comenzará el 21 de junio y se llevará a cabo durante las tardes de los viernes, de 19.00 a 20.30 horas de los meses de junio, julio y agosto, en la zona de La Quebrada.

La Escuela Municipal de Pesca, que pone en marcha el Ayuntamiento de Arroyo de la Luz, cuenta con la colaboración del Club Deportivo de Pesca 'Las Pasaderas'.

Entre los objetivos primordiales de esta Escuela Municipal se encuentran el fomentar este deporte en la localidad, continuar o iniciar en este deporte a nuevos participantes, de cualquier edad, o mejorar los conocimientos de los pescadores ya iniciados, así como proporcionar a los jóvenes otras posibilidades de ocio, ligado al respeto al medio ambiente, la biodiversidad, los ecosistemas y al espíritu de superación, además de propiciar el respeto y las relaciones intergeneracionales entre jóvenes y mayores.

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