BLOC CULTURAL,

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martes, 5 de abril de 2016

VIAJANDO CON CHESTER - NUNCA HE RODADO TANTO DOLOR - ALMODOVAR,./ ¡ ATENCIÓN Y OBRAS ! - CINE - EL MAL NOS RODEA COMO LA CAPA DE OZONO, LAURA RESTREPO ESCRITORA,.

TITULO: VIAJANDO CON CHESTER - NUNCA HE RODADO TANTO DOLOR - ALMODOVAR,.

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VIAJANDO CON CHESTER ,.
 

 

 Viajando con Chester es un programa de televisión español, de género periodístico, presentado por
Pepa Bueno, en la cuatro los domingos  las 21:30,foto.



 NUNCA HE RODADO TANTO DOLOR - ALMODOVAR,.

Pedro Almodóvar: «Nunca he rodado tanto dolor»

El director Pedro Almodóvar
El director Pedro Almodóvar / foto
  • Almodóvar explora en su nueva película, 'Julieta', un género extraño para él, el drama sin humor,.

  • La cinta, basada en tres cuentos de Alice Munro, narra de manera «dolorida y trágica» una relación entre madre e hija,.

    La nueva película de Pedro Almodóvar es un experimento. Después de 36 años detrás de la cámara, el director manchego se lanza con su largometraje número 20, ‘Julieta’, que se estrena este viernes 8 de abril, a un género por el que aún no había transitado: el drama seco, sin una gota de humor, lejos del loco estilo de los 80, pero también de los melodramas de los 90 y de comienzos de siglo. Sigue siendo una historia de mujeres, de «madres, hijas y abuelas», apostilla el cineasta, pero dentro de una contención que casa bien con el Almodóvar que ya está más cerca de cumplir 70 años que de los 60, que lo ha pasado muy mal por culpa de los dolores de espalda y que ahora quiere narrar la maternidad, y quizá la vida, de una manera «dolorida y trágica».
    Las oficinas de su productora, El Deseo, están a un paso de la madrileña plaza de toros de Las Ventas. Un edificio remozado con toques industriales y decorado con los carteles de todas las películas de la casa. Por la planta baja deambula Agustín Almodóvar, hermano del cineasta y productor de todos sus largometrajes. En el primer piso está el despacho del director, las paredes llenas de fotografías de estrenos, de cenas de galas y ceremonias, otra con Billy Wilder, una más con John Waters y Tarantino... Y el óleo original de ‘La ley del deseo’, de Ceesepe. Los seis Goya, los dos Globos de Oro, los seis Bafta y los dos premios de Cannes se confunden con los libros en una estantería. Ni rastro, en cambio, de los dos Oscar (‘Hable con ella’ y ‘Todo sobre mi madre’), que están en su casa junto con su nuevo compañero, ‘Lucio’, un gato callejero que su coordinadora de producción, Covadonga Rodríguez Gamboa, le dio en el rodaje de ‘La piel que habito’ y al que ahora mima con devoción.
    Con el pelo alborotado (completamente blanco) y la rapidez de palabra como rasgos que el tiempo no ha transformado, el Almodóvar más reflexivo es el que ha concebido ‘Julieta’, película difícil desde la trama, que cabalga entre dos épocas, y que le ha exigido limar sus excesos. «La contención era una necesidad porque nunca he rodado tanto dolor como ahora. Y el modo de acercarme a esta historia era con discreción, con sobriedad», explica el director. Una sobriedad que también debían transmitir las actrices que interpretan a la Julieta joven y a la madura, Adriana Ugarte y Emma Suárez. «He controlado sus lágrimas. Yo les decía que ellas lloraban durante las elipsis temporales. Adriana es muy emocional, pero tenía que llorar por dentro, sin implicar los músculos faciales. Emma, al contrario, tiene siempre una máscara».
    El guión de ‘Julieta’ hunde sus raíces en ‘Destino’, ‘Pronto’ y ‘Silencio’, tres relatos cortos de la escritora canadiense Alice Munro, premio Nobel de Literatura en 2013. De hecho, la película iba a titularse ‘Silencio’, aunque el cineasta decidió buscar otro título para que no coincidiera con el de la nueva cinta de Scorsese, ‘Silence’. Pero pasada por el filtro de Almodóvar, la ficción de Munro cambia completamente. Nada es igual, ni el paisaje ni los sentimientos de los protagonistas. «No he sido fiel al relato. Desde que comienzo a adaptar los textos pongo algo de mi cosecha. Cuando decido que la trama ocurra en España, tengo que cambiar la geografía y la cultura familiar, y ahí comienzan a aparecer las madres que yo conozco, porque una madre española no tiene nada que ver con una madre canadiense», destaca.
    Almodóvar cree que el dolor de la pérdida no siempre une, y eso les sucede a Julieta y a su hija, Antía. «Tras la desgracia, entre ellas se instala un silencio pesado que dura varios años y que convierte a madre e hija en dos extrañas. En el tiempo de silencio, la madre sufre una depresión muy fuerte y la hija decide que sus emociones tienen que ir por otro lado. Y tras trece años de espera, Julieta y Antía se van a reencontrar y entonces el silencio será positivo», relata el director. En esa relación esboza Almodóvar su pensamiento sobre la maternidad. «Los hijos son crueles con los padres de un modo natural, sin que tengamos derecho a reprochárselo».
    La actriz Adriana Ugarte, en una de las escenas de ‘Julieta’.
    La actriz Adriana Ugarte, en una de las escenas de ‘Julieta’. / foto,.
    –¿Hubiera sido posible contar la misma historia con protagonistas masculinos?
    –Sería posible, pero tendría otras connotaciones. Es más común que una madre, una vez superada la depresión por la pérdida, se dedique exclusivamente a su hija. Cuando pienso en personajes masculinos, me salen más sombríos que los femeninos. Para contar historias de hombres tengo más pudor, no sé si me interesan menos o interesan menos en general. Serían películas mucho más oscuras que con las mujeres. Las películas en las que me he centrado en personajes masculinos me han salido más tristes y más turbias. Y yo nunca me canso de contar el mundo femenino.
    La vida de Almodóvar en los 80 tiene puntos de contacto con los de la joven Julieta, que en 1985 es audaz y libre y lleva el pelo de colores, un reflejo de la época más atrevida del propio director. «Da igual que Julieta haya educado a Antía como una madre laica y libre: el resultado de esa educación es exactamente lo opuesto, y eso me ha surgido de un modo inconsciente. Porque es verdad que en mi caso también ocurrió lo opuesto. A mí me educaron los curas, pero nada más salir de ahí, me comporté como un ateo, así ha sido mi vida. Pero mi forma de vivir en los años 80 no es la misma que en 2015. La realidad encuentra su propio mecanismo para filtrarse en las historias. Seguro que en la película hay metáforas de mi vida en los 80 y de lo contrario, que es ahora. Esta historia, hace 30 años, la hubiera contado de otra manera».
    En este punto, Almodóvar se explaya con La Mancha. «Aquella era una sociedad muy machista, pero matriarcal. En casa de mi abuelo había un sillón solo para mi abuelo y en la mía, uno exclusivamente para mi padre. Pero eran las mujeres las que gobernaban», recuerda. «Eran mucho más flexibles y con muchos menos prejuicios. Ellas entendían que tenían que proteger a sus hijas, sobre todo, y guardar silencio para que la vida continuara». Otra vez silencio.

      TITULO:  ¡ ATENCIÓN Y OBRAS ! - CINE - EL MAL NOS RODEA COMO LA CAPA DE OZONO, LAURA RESTREPO ESCRITORA,.
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      ¡ ATENCION Y OBRAS ! CINE -


     ¡Atención y obras! es un programa semanal que, en La 2, aborda la cultura en su sentido más amplio, con especial atención a las artes escénicas, la música, los viernes a las 20:00 presentado por Cayetana Guillén Cuervo, etc, foto,.

     

     CINE - EL MAL NOS RODEA COMO LA CAPA DE OZONO, LAURA RESTREPO ESCRITORA,.

    El mal nos rodea como la capa de ozono,.

    La escritora colombiana Laura Restrepo, en la sede de su editorial española con un ejemplar de 'Pecado'. :: Mariscal / EFELa escritora colombiana Laura Restrepo, en la sede de su editorial española con un ejemplar de 'Pecado'. foto,.
  • La colombiana, que explora la raíz del mal en sus cuentos, cree que el gran pecado de nuestro tiempo es la indiferencia,.

  • Laura Restrepo Escritora,.

    Laura Restrepo (Bogotá, 1950) mira al mal de cara en 'Pecado' (Alfaguara). 'El jardín de las delicias' del Bosco y su fascinante mezcla de placer y castigo inspira unos relatos que hablan de lujuria, avaricia, soberbia, petulancia o egolatría. Explora la maldad para averiguar qué fue del bien, «que no tiene cara ni vocabulario». Tras ocho viajes por los vericuetos del asesinato, el incesto o el adulterio, sitúa la indiferencia, el hedonismo o la petulancia como pecados capitales de hoy. Negociadora durante 10 años en el proceso de paz en una Colombia «hiperviolenta, como el cine de Tarantino», hoy su único compromiso es la literatura.
    ¿El mal da mucho más juego literario que el bien?
    Es más divertido. Atormenta más, y es más visible. En mi novela 'Delirio' escribí sobre una mujer que enloquece con un marido bondadoso que la adora. Es el personaje que más me ha costado. Era tan bueno que no encontraba las palabras. Hemos perdido las tonalidades para hablar de lo bueno; se han difuminado. 'Pecado' explora el mal para poner de poner de relieve el propio bien, por contraste. El bien es una noción tan pasada de moda que se ha ido vaciando hasta de vocabulario. No tiene cara. La palabra pecado también pasó de moda. Ha quedado para los boleros.
    ¿Por qué ha perdido sentido?
    Suena rara. Dice poco. Nadie dice ya «anoche pequé». No está claro hoy qué hacemos bien y qué mal. La sensación es que el mal nos rodea como la capa de ozono. Lo que pasa con los inmigrantes, las guerras, las hambrunas, el desprecio de unos seres humanos por otros, está teñido de una maligna oscuridad muy evidente. Carecemos de herramientas para juzgar el pecado y discriminar el bien del mal.
    ¿Cuál es el gran pecado de nuestro tiempo?
    La indiferencia que hace invisibles la violencia y la miseria. En un relato sobre tres hermanas en una playa, hablo, como el cuadro del Bosco, de la pérdida del paraíso. Trata de la lujuria, de una de las hermanas que goza acostada con un pescador negro, hasta que cambia y habla de la indiferencia. Lo terrible es que lo que para las chicas es el paraíso, para los negros es un infierno. Salto de un pecado otro. Sale lo inesperado, los pecados que se le escaparon a Moisés, la soberbia o la petulancia. Hoy estamos endiosados. Cada yo es un monumento convencido de su propia maravilla, de su importancia.
    ¿Pensamos solo en nosotros y nuestro placer?
    Sí. La escalada de hedonismo me espeluzna. Es otro pecado capital. No tenemos límite. Comer en restaurantes de lujo, vestir ropas carísimas, disfrutar de spas... Son placeres adictivos. El hedonismo egoísta es como una droga. Exige dosis más altas cada vez. Y cerramos los ojos ante la tragedia de la inmigración o los abusos.
    La Iglesia administra el pecado, pero es ambigua con los abusos de pederastas en su seno.
    Ha manejado el pecado en beneficio propio, como la banca las tarjetas 'black'. Usar la ambigüedad en su propio beneficio zanjó cualquier posibilidad de trazar un verdadero marco moral. Pero el papa Francisco intenta volver a diferenciar el bien y el mal, y eso me interesa. Habla muy clarito y no sé cómo se lo permiten.
    ¿Qué pecado debemos cometer y cuál debemos evitar?
    Nos voy a reformular los diez mandamientos. Eran bastante sensatos, pero los hay anacrónicos. Fornicar no es pecado. No matar y no robar está muy bien, como honrar tu padre a tu madre o santificar las fiestas, que se hace con mucha gracia en España. Si el Vaticano me invitara a actualizar los mandamientos le diría al Papa: «Mira, Francisco, en lo de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo, quitemos lo de Dios».
    ¿Por qué 'El jardín de las delicias'?
    Siempre me hipnotizó. ¿Qué hicieron tan mal? ¿Qué les acarreó tales castigos? ¿Qué fruta comieron para provocar semejante revuelo?, me preguntaba ante sus personajes. Me inquieta y fascina cómo mezcla el bien y el mal y sus juegos eróticos, infantiles al lado de 'Las sombras de Grey'. No parece como el gran pecado. Equilibra el placer y el castigo. El que viola es violado. El fornicador, fornicado. Al que toca música le introducen el instrumento por salva sea la parte... Hay una asociación entre placer y pecado y castigo. El bien y el mal se mezclan, se muerden la cola en el cuadro.
    ¿Se arrepiente de sus pecados?
    No. En términos generales, he tenido una vida bien pecadora. Nunca me he confesado. Diría que hay que convivir con tus pecados, como el pez con el agua. A estas alturas no hay redención que valga.
    Sus cuentos son ficción con base real. ¿No renuncia al periodismo?,.
    Nunca. El cuento que habla de una entrevista a una presa está basado en una historia real, como casi todos. Un reportaje sobre una descuartizadora que retomé y actualicé. El escritor tiene la obligación de saber y el periodista tiene el derecho de preguntar. Que es siempre más divertido. Más productivo.

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