A vivir que son dos días - A vivir - Cadena SER - Culturas 2 - Los líderes de la UE prometen dar "todo el apoyo militar" a Ucrania en nuevas conclusiones ,. / LA BRUJULA ONDA CERO - La Linterna La Cope - La guerra diaria del frigorífico vacío ,.
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A vivir que son dos días - A vivir - Cadena SER - Culturas 2 - Los líderes de la UE prometen dar "todo el apoyo militar" a Ucrania en nuevas conclusiones ,.
A vivir que son dos días - A vivir - Cadena SER,.
Escucha 'A vivir', con Javier del Pino, el programa líder de las mañanas del fin de semana en la Cadena SER.
Los líderes de la UE prometen dar "todo el apoyo militar" a Ucrania en nuevas conclusiones,.
Los líderes de la Unión Europea han prometido este jueves dar "todo el apoyo militar",.
foto / Los líderes de la Unión Europea han prometido este jueves dar "todo el
apoyo militar" y proporcionar "garantías de seguridad" a Ucrania, en un
momento en el que coinciden en aumentar el gasto en Defensa.
TITULO: LA
BRUJULA ONDA CERO - La Linterna La Cope - La guerra diaria del frigorífico vacío ,.
LA BRUJULA ONDA CERO,.
La Brújula es un programa de radio de la emisora españolaOnda Cero, presentado y dirigido por David del Cura.
Es el tercer espacio en audiencia en la franja nocturna,
retransmitiéndose entre las 20 y las 24 horas, tiempo que dedica a un
análisis de la actualidad, el deporte, la economía (con el espacio
denominado La Brújula de la Economía) y el debate político., etc,.
La Linterna La Cope ,. 'La Linterna' es el programa de radio informativo, político y económico, cultural y de debate nocturno de la Cadena COPE. Dirigido y presentado desde 2009 por Ángel Expósito, se emite de lunes a viernes de 19:00 a 23:30 horas, correspondiendo la última hora de los viernes a 'La Linterna de la Iglesia', dirigida y presentada por Faustino Catalina,.
La guerra diaria del frigorífico vacío ,.
La Unión Europea pide a la población que se prepare ante un posible
conflicto bélico, pero hay otras batallas más cercanas y más urgentes,.
fotos / Varias familias hacen colas para recibir alimentos, en Madrid, en febrero de 2024.
Cuando el 24 de febrero de 2022 las tropas rusas cruzaron la frontera de
Ucrania y avanzaron hacia Kiev, el soldado Ivan Hunchenko no dudó en
empuñar un Kalashnikov para volver a combatirlos. Los conocía bien,
porque ya se había enfrentado a ellos durante la primera invasión, en
2014, cuando Moscú logró anexionar Crimea y parte del Donbás. «No podía
permitir que peligrase la propia existencia de Ucrania», explica.
Hunchenko fue destinado a la localidad de Moschun, al noreste de la
capital. «Era un punto estratégico, porque si lo tomaban podían
continuar avanzando hacia la ciudad. Nuestra misión era impedir que
reconstruyesen un puente por el que podían cruzar los tanques», recuerda
este soldado que acaricia la cuarentena y cuya historia es buen reflejo
de cómo ha evolucionado la guerra en los tres años que cumple mañana.
Porque Hunchenko ha estado siempre en primera línea, en
los lugares más peligrosos. De hecho, en Moschun a menudo se infiltró en
las filas enemigas. «Teníamos que definir con exactitud su ubicación
para que la artillería los bombardease», cuenta. Así consiguieron tomar
las posiciones rusas. «Nos sorprendió ver que habían quemado los cuerpos
de sus compañeros caídos para dejarlos allí tirados», cuenta, orgulloso
porque entre los cadáveres estaba el de un mayor.
Un soldado en pie. Dos granadas postraron a Iván Hunchenko en una silla
de ruedas cuando Moscú trató de tomar Kiev. Pero el soldado se recuperó y
sigue en el frente, convertido ahora en comandante de la inteligencia
militar.
Imágenes,.
Pero la alegría no duró. El 10 de marzo de 2022, los
ataques rusos ganaron intensidad, su infantería comenzó a avanzar con el
objetivo de rodearlos, y en un macabro tango en el se producían avances
y retrocesos la brigada de artillería número 72 a la que Hunchenko
pertenecía sufrió numerosas bajas : «De 27 hombres quedábamos solo
nueve. Estábamos ya casi sin munición, y muchos pensamos entonces que el
mundo tenía razón cuando pensaba que Ucrania no lograría hacer frente a
Rusia».
Fue en esa desesperación cuando llamó a su mujer. Le
contó que había tenido un mal presagio. «No te preocupes, que tienes un
ángel protegiéndote», le respondió ella. Y Hunchenko está convencido de
que tenía razón, porque poco después, el 15 de marzo, dos granadas
explotaron junto a él, reventándole parte de las dos piernas. «Mi
compañero Maxim cayó seco a mi lado y empezó a sangrar por los ojos, la
nariz y los oídos. Creí que estaba muerto. Entonces sentí un calor
intenso en la pierna derecha. No escuché la detonación de la granada ni
sentí un gran dolor, pero traté de moverme y entendí que no podía seguir
combatiendo ni acercarme a mis compañeros», relata.
Inteligencia militar
El emblema de Iván
Solo hay una cosa sobre la que Hunchenko no puede hablar: sus
operaciones. No obstante, son las más arriesgadas e incluyen probar
armas experimentales.
La primera vez que Hunchenko habló con este periódico, en
abril de 2022, estaba ingresado en un hospital militar de Leópolis,
cerca de la frontera con Polonia. Postrado en una silla de ruedas, con
la pierna derecha anclada con una barra llena de clavos, mostraba en su
móvil el vídeo que él mismo grabó durante la evacuación. En las imágenes
se ve cómo el hueso quedó al descubierto y se escucha cómo gruñe. Pero
también cómo ríe. «Sabía que podría haber sido mucho peor», reconocía. A
pesar de sus heridas, Hunchenko estaba exultante. Ucrania había logrado
expulsar a los rusos de las inmediaciones de la capital y del norte del
país, y la victoria ya no parecía una gesta imposible. Para celebrarlo,
Hunchenko se tatuó el tridente del emblema nacional en el pecho. «El
ruso parece un ejército formidable, pero es pura fachada. Muchos de los
militares no cuentan con la protección personal necesaria, lo que les
impide luchar en el frente», dijo entonces.
Un año después, este periodista volvió a citarse con
Hunchenko. Estaba a punto de conmemorarse el primer año de guerra y,
tras haber recuperado la movilidad gracias a una larga rehabilitación en
Alemania, cumplió su promesa de regresar al frente. Esta vez al del
Donbás, donde Rusia estaba tratando de capturar Bajmut en una nueva
carnicería. La guerra se había estancado tras la gran ofensiva que había
logrado liberar importantes ciudades como Jersón, y la esperanza estaba
puesta entonces en ese armamento que Occidente promete y no envía: los
tanques Leopard, los aviones F-16 o los misiles Atacms llegan cuando
parece tarde y con una larga lista de restricciones.
Armamento. Interior de una pieza de artillería Krab, donada por Polonia.
En
febrero de 2023 nos citamos en Kostiantynivka, donde el estruendo de
las explosiones era constante. Una leve cojera que solo un ojo avisado
aprecia es la única secuela que le queda a Hunchenko de sus heridas:
«Solo puedo mover el dedo gordo del pie derecho, así que no puedo correr
muy rápido, pero, por lo demás, no tengo secuelas», comentó. Más
evidente era la seriedad de su rostro. Había perdido la sonrisa. Y su
discurso ya no era tan triunfalista. «Tenemos armamento suficiente para
defender nuestras posiciones, pero no para atacar y avanzar», reconocía,
dejando claro que los aliados podrían hacer mucho más. «Nosotros
ponemos los muertos, vosotros solo tenéis que poner las balas. Ucrania
no solo lucha por su territorio y nos sentimos arropados, pero nuestros
socios titubean demasiado a la hora de enviar suministros», criticaba,
denunciando también la actitud de algunos ucranianos adinerados que se
comportan como si el país no estuviese en guerra. A pesar de todo,
señalaba que la moral de la tropa seguía siendo alta. Es más, esperaba
que la guerra no se alargase un año más.
Estados de ánimo
Abril de 2002
Exultante
Ucrania había expulsado a los rusos de las cercanías de la capital y del norte del país, y la victoria ya no parecía imposible
Febrero de 2023
Inquieto
«Tenemos armamento suficiente para defender nuestras posiciones, pero no para atacar y avanzar». admitía Hunchenko
Diciembre de 2024
Sombrío
El soldado tiene claro que su país sólo puede aspirar «a congelar la guerra como está y esperar al siguiente asalto»
Quizá por eso, en la última entrevista, ya con Donald
Trump como presidente y con la amenaza de una negociación forzada,
Hunchenko se muestra especialmente sombrío. Ya no es soldado raso, sino
comandante de una brigada de la inteligencia militar. Nos encontramos en
Kramatorsk, la principal ciudad del Donbás. Baj-mut ya no es Ucrania, y
ahora los rusos cercan ciudades como Pokrovsk o Kupiansk, sobre la que
vuelve a planear una ocupación como la que ya sufrió en 2022. Son
avances lentos, pero avances. Kiev, por su parte, controla una pequeña
zona de terreno ruso en Kursk que puede ser clave en cualquier mesa de
diálogo, aunque Ucrania todavía no está sentada en ninguna. La partida,
de momento, la juegan Trump y Vladímir Putin.
Como hermanos. La camaradería es lo que más resaltan los soldados entre lo positivo de la guerra.
«Me alegro de que sigas vivo», saluda, antes de dar un
abrazo. En la guerra, todo se acentúa. También la camaradería. «Vemos lo
peor de la gente, pero también lo mejor», subraya al sentarse a la mesa
de un pequeño restaurante. La camarera trae un té y una cerveza 0,0,
porque en las ciudades del frente la venta de alcohol está prohibida.
Hunchenko ya no confía en la victoria de Ucrania. «La situación es mala.
Nos faltan suministros y personal. En general, estamos retrocediendo.
En algunos lugares muy rápido, en otros más lentamente. Nuestra brigada,
en concreto, de momento resiste», detalla.
Pero en sus palabras se atisba cierto derrotismo. «Al
principio me preocupaba Trump. Ahora no. He entendido que a Estados
Unidos no le interesa nuestra victoria, sino que se alcance una
situación de tablas. Joe Biden tampoco ha hecho lo que podía para
ayudarnos a vencer a Rusia. Quizá si toda Europa se volcase en el
conflicto habría alguna esperanza, pero parece que es poco probable que
suceda. Así que es lógico que nos sintamos traicionados, porque si no
vencemos es porque nos han obligado a luchar con una mano atada a la
espalda», dispara.
Es una coyuntura en la que Hunchenko tiene claro que
Ucrania solo puede aspirar «a congelar la guerra como está y esperar al
siguiente asalto, porque Rusia no se conformará con el territorio que ha
ocupado». En su opinión, «no haber ido más allá para Vladímir Putin es
un síntoma de debilidad».
Epidemia de salud mental
Y débil está también la salud mental de los militares,
que comienzan a romperse por dentro. «El dolor físico es muy agudo, pero
se acaba. Y, cuando lo recuerdas, incluso puedes contarlo con orgullo.
Pero el dolor psicológico es más difícil de solucionar y puede hacerse
crónico si no se trata. A menudo también es más difícil de detectar».
Hunchenko es consciente de que lo está sufriendo en carne propia. «En
todo 2024 he pasado con mi familia 30 días. Ya nos hemos acostumbrado.
De vez en cuando me dan cinco días de permiso y regreso a verlos. Pero
no sé qué hacer y pienso que, para mí, volver a casa en realidad es
volver al frente, con los compañeros. La guerra se ha convertido en
nuestra vida», sentencia con una punzada de remordimiento.
Tumbas de soldados muertos en Irpín,.
Preguntado por las razones que le llevan a seguir
luchando y a no aceptar la oferta de una retirada con honores que le ha
hecho el ejército, se para a pensar: «Es difícil responder a eso. Cada
cual tiene sus razones. Personalmente, yo lucho primero por mi familia.
Después por Ucrania. Pero ambas están unidas, porque tengo muy claro que
el bienestar de mi familia, de mi hijo adolescente, depende de que
Ucrania no caiga en manos de Rusia».
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