TITULO: España Directo - Economía - Cuerva contraataca con otro informe jurídico: «Las decisiones del comité de Cepyme no son vinculantes»,.
Cuerva contraataca con otro informe jurídico: «Las decisiones del comité de Cepyme no son vinculantes»,.
Los abogados sostienen que la votación favorable de la junta directiva de la patronal a limitar el voto delegado es válida y ajustada a derecho,.
Los acontecimientos se precipitan en Cepyme, después de que su comité ejecutivo votara en contra de una reforma del voto delegado ilimitado en la organización la pasada semana y la junta directiva lo hiciera a favor. Los pronunciamientos provocaron un choque en la organización ,.
Viernes - 18 - Abril a las 22.00, en Telecinco, fotos,.
Luis Mateo Díez,.
«Soy el escritor que soy porque nací en León y aquí quiero seguir estando»
El Premio Cervantes recibe la máxima distinción provincial como el «más entrañable» de todos los reconocimientos en la casa donde trabajó su padre Florentino y recordando a sus paisanos lacianiegos muertos en la mina de Cerredo,.
«Esta es mi tierra, esta es mi gente, esta es mi casa provincial. Soy el escritor que soy porque nací en León y aquí quiero seguir estando con la imaginación y la ficción». Con estas palabras Luis Mateo Díez (Villablino, 1942) firmaba en el libro de honor de la Diputación de León en la jornada en la que recibía el máximo galardón que otorga la institución provincial, la Medalla de Oro.
Ni el Premio Cervantes que recibía en 2023 ni tan siquiera el reconocimiento como hijo adoptivo de Madrid, su «otro territorio», habían provocado en el prolífico escritor lacianiego la ilusión con la que recibe esta distinción. Con la modestia que le caracteriza que bien se esforzó su padre Florentino en trasmitirle, Díez reconocía minutos antes de recibir el galardón que de todos los halagos que le han hecho, que no son pocos, este «es el más entrañable de todos los reconocimientos».
El agradecimiento era compartido por el presidente de la Diputación de León, Gerardo Álvarez Courel, que en nombre de toda la corporación y del pueblo de León le definía como uno de los escritores en lengua castellana más relevantes del panorama nacional e internacional.
«Es lacianiego, de Villablino; y leonés, de toda la sociedad leonesa», lo presentaba Courel, recordando que a los 12 años se trasladaba de su comarca a la capital porque su padre fue nombrado secretario de la institución que hoy le da su medalla de oro.
«León era una ciudad aureolada de antigüedad y del fulgor de sus monumentos que sobrevivió como pudo con el país secuestrado y se convirtió en una ciudad vieja y fea»
Luis Mateo Díez
Recordaba en su conversación con los medios aquella época en la que, tras pasar por León, se trasladaba a Madrid. Porque, igual que tantos niños de posguerra, tuvo que salir de su tierra en busca de otra vida. Recordaba su León natal como una ciudad «aureolada de antigüedad y con el fulgor de los monumentos» que más tarde se convirtió en una ciudad «vieja y fea, que sobrevivió como pudo cuando el país estaba secuestrado». Porque ese León «del esplendor y la belleza se fue derruyendo con el tiempo» y aquel niño, en su conciencia, recordaba su hogar más como un «mundo legendario».
Un recuerdo para los mineros de Cerredo
Un recuerdo que se unía al de su Laciana, un valle con una «poderosa tradición oral», un lugar «de encuentro, de noches de invierno, de conciencia de vecindad» donde la impronta de la Institución Libre de Enseñanza se respiraba entre sus gentes. Laciana y León ayudaron así a componer su mundo imaginario, su Celama que, aunque ya ha cobrado vida propia, su autor confiesa que no es ni más ni menos que el Páramo leonés.
Y en ese viaje hacia el pasado no podía más que recordar la minería de su comarca y a los cuatro paisanos que perdían la vida, junto a otro berciano, en la mina asturiana de Cerredo hace apenas una semana. «La mina ha sido traicionada. No sé si era necesario el cierre, pero se hizo de manera impía», apuntaba.
Luis Mateo Díez se confiesa: sacó un «cero patatero» en Lengua y Literatura
Y regresaba a su etapa como preadolescente en León para recordar aquellos días en los que se paseaba por el Palacio de los Guzmanes para visitar a su padre Floro.«Esta es mi casa, a mi padre se lo recuerda con
cariño», aseguraba, al tiempo que rememoraba sus tardes con su hermano Antón, más obediente, y él, un «díscolo». En un clima de confianza, se animaba el Cervantes a confesarnos un secreto: «En las notas saqué un cero patatero en lengua y literatura. Era un secreto, pero creo que ya se puede decir. En definitiva, soy un niño escritor, mal estudiante y repetidor miserable», se definía entre risas de los periodistas y la corporación.
Llegaba el momento de pasar al salón de plenos de la casa de los leoneses para recibir ante representantes civiles, militares, familiares y amigos la distinción. En su discurso no faltaron referencias a ese mundo imaginario que, aunque pertenece al mundo de los sueños, tiene una «atmósfera y una geografía que fue mi alimento de León».