TITULO: La Hora Musa - Los nuevos nostálgicos del franquismo no conocen a Franco ,. Martes - 22 , 29 - Abril ,.
'La Hora Musa', presentado por Maika Makovski ,a las 22:55 horas, en La 2 martes - 22 , 29 - Abril , foto,.
Los nuevos nostálgicos del franquismo no conocen a Franco ,.
Un libro reconstruye la llegada del rock y el pop a nuestro país y desmonta mitos: la censura fue muy imperfecta y el franquismo no pudo parar cierta modernidad,.

Es la imagen recurrente: la España de la dictadura y la falta de derechos se reflejaba en una vida cultural plomiza y cavernaria que sumía a nuestro país en el aislamiento, la zarzuela y el cuplé. Y en verdad las consecuencias del franquismo en la universidad, las letras o el cine fueron devastadoras. Sin embargo, quizá por estar fuera del foco de los poderes de la época, no puede decirse que sucediese lo mismo con la música. «El rock & roll llegó, con puntualidad, en 1956 y –a finales del año anterior– ya se había publicado ‘’Rock Around The Clock’', de Billy Haley and his Comets», señala Ignacio Faulín, autor del libro «¡¡Hola, Mr. Pop!! Cuando la modernidad llegó a España para quedarse» (Sílex), un volumen exhaustivo y documentado (no en vano fue parte de su tesis doctoral) que desmitifica algunos malos entendidos de la historia de la música en España, tales como la ausencia de ediciones discográficas o de giras de las estrellas del momento, el papel (muy relativo) de las bases aéreas estadounidense en nuestro suelo, el (limitado, en realidad) impacto de la censura o, mucho más llamativo: la persecución del catalán y otras lenguas del estado. «El uso del catalán en la música popular del periodo narrado es significativo. No es oficial, pero se hace con la mayor naturalidad y normalidad», dice Faulín, que recuerda que «desde 1962 existe una discográfica muy activa que publica exclusivamente en es idioma. Se desarrolló con abundancia y sin oscurantismos toda la década», expone el autor.
«Desmontar el topicazo»
Como ya se encargó el propio autor de desmitificar en otro volumen sobre la primera mitad del siglo, la realidad de España podía ser asfixiante a veces y los canales oficiales resultar poco estimulantes, pero si algo sabemos en este país es buscar caminos alternativos. Pero, mientras que en «Bienvenido Mr. USA», Faulín trazaba esas corrientes subterráneas entre los años 1865 a 1955, en el periodo de la llegada del rock & roll y el pop a España, entre el 1956 y 1964 no es necesario acudir a la marginalidad para encontrar los rastros de una cultura popular, sino que están tan a la vista como en los quioscos de prensa, donde aparecen las primeras revistas musicales, las tiendas que traen los vinilos y tocadiscos y, por supuesto, las emisoras de radio que dedican programas y listas de éxitos a ese nuevo sonido que inaugura el citado Bill Haley y que llega a nuestras tierras a la hora en punto. Y reciben la airada respuesta de la prensa que les considera una «danza de salvajes y agonizantes».
Faulín, que ha enseñado en la universidad durante más de 20 años historia de la música y musicología, busca «desmontar el topicazo» del atraso cultural. «Elvis llegó a España a la vez que al resto del mundo. Incluso Gene Vincent, que fue el rockero que Capitol lanzó para competir con Elvis, se edita en los 50 en España. Hasta el 53, solo había dos compañías, Columbia y La Voz de su Amo (Odeón), pero luego suergen Hispavox, Zafiro, Belter... En los 50, la RCA monta oficina en Madrid y los discos de Capitol se editan aquí. Fueron los años de la llegada del vinilo, que supuso una revolución con respecto a los discos de pizarra. Las carátulas dejan de ser un marrón genérico para incluir fotos. Aparece “Discofilia”, una revista editada en Madrid porque lo discográfico está en ebullición. Por supuesto que hay ausencias, como Chuck Berry, que no lo edita nadie porque el catálogo de Chess nadie lo tiene aquí y lo mismo con Little Richard, que era de Specialty, y que sus primeras grtabaciones no se publican», explica el autor. También hubo notables actuaciones: en los años 60, actuaron Jimi Hendrix en Palma, los Kinks en Madrid y Palma, los Beatles, los Animals, muchos artistas de todo tipo. Desde Tom Jones y Ravi Shankar a Ornette Coleman, Dexter Gordon, Louis Armstrong, Duke Ellington, Ella Fitzgerald... hay una lista muy grande, por no hablar de los franceses como Françoise Hardy o Jhonny Halliday. Entre el 59 y el 65, la facturación del sector se multiplicó por diez, de uno a diez millones de dólares.
Prueba de lo que asegura Faulín es que los pioneros del pop en España pronto dan muestras de conocer lo que se está haciendo fuera. Por ejemplo, el grupo más conocido para el gran público de entre los pioneros, el Dúo Dinámico, «se mira en la música de high school americana, producido para adolescentes como una forma de entrar sin sobresaltos en la edad juvenil». Pero toda la aparición de los primeros grupos (o conjuntos, como se les llamaba entonces) beben de la influencia internacional. Es el caso de Los Estudiantes (embrión de Los Brincos), «con Fernando Arbex y José Barranco, que era admirador de Elvis y se fueron adaptando a otros sonidos». Es una época seminal para lo que vendrá después. Muchos de los que graban discos excelentes y son muy populares en la segunda mitad de los 60, como Los Brincos, Los Bravos y Los Canarios quienes ya incorporan el sonido de los Beatles. También están Los Sonor, que son del 61, o Los Milos de Bruno Lomas, en Valencia. Y, por supuesto, los cuatro grandes de Barcelona: Los Sírex, Los Salvajes, Lone Star y los Mustang, que, entre el 60 y en el 64 ya están funcionando y grabando discos. «Pero acerca de la apertura internacional, no hay que olvidar que Los Mustang actuaron en Francia y Los Brincos incluso en la TV francesa. Los Salvajes, sin duda uno de los mejores de la generación, pasaron un tiempo actuando en Alemania, en Hamburgo, como hicieron antes los Beatles. Así que había movimiento y estaban al tanto de lo que se hacía», comenta este experto.
La moral sesentera
«Hay tópicos que tienen que ver con el relato político pero que no se ajustan a todas las realidads por igual –explica Faulín–. Por ejemplo, la censura. En el año 60, el Ministerio de Información y Turismo empieza a publicar boletines, entre dos y seis al año, donde salen las llamadas canciones no radiables. Pero yo he comprobado que muchas de esas canciones se publicaban y se escuchaban y eran muy populares. Y bueno, censura había en la BBC, que tenían sus contínuas listas donde se censuraba de todo. La moral que había en los años 60 no es la de ahora». Sin embargo, el sistema de la tijera en la música pop era muy imperfecto. «De repente cancelaban las cuatro canciones de un EP de Bruno Lomas pero dejaban pasar ‘’Diguem no’', de Raimon, que era una canción política y en catalán y ni siquiera sale en la lista», apunta el experto. Más adelante el régimen se da cuenta de esto y prestará mucha más atención a los cantautores y la canción protesta.
Y, por supuesto, están las bases americanas de marines, que, en palabras de Faulín «no son el alfa ni el omega» de nuestra música, aunque sí una influencia nutritiva para individuos, claro, pero no un elemento fundacional. «Sí es cierto que las primeras películas que mostraban el rock & roll no se muestran en los cines. Y las razones son económicas: problemas entre los estudios estadounidenses y los distribuidores españoles limitaron el número de películas de ese país».
TITULO: Cachitos
de hierro y cromo - Shuarma (Elefantes): «El abanico español es tan rico que te permite un aprendizaje infinito» ,. Martes - 22 , 29 - Abril,.
El martes - 22 , 29 - Abril a las 22:30 horas por La 2, foto,.
Shuarma (Elefantes): «El abanico español es tan rico que te permite un aprendizaje infinito» ,.
Tras celebrar con una gira sus tres décadas de vida, el grupo catalán prepara la del 25 aniversario de «Azul», el disco que les dio a conocer,.

Cuando en el último mes de 2005, tras una década de carrera, los miembros de Elefantes decidieron que hasta ahí había llegado aquella aventura conjunta, emitieron un comunicado rotundo: se habían vaciado, tocado fondo. Ocho años después volvieron e hicieron declaraciones del tipo: «Los grupos no deberían separarse nunca». Pasaron, en fin, de la pérdida de la fe a tener una epifanía, de un extremo al otro, algo muy radical, como confirma su vocalista y compositor, Shuarma (alias de Juan Manuel Álvarez Puig), barcelonés de 1972: «Sencillamente se nos agotaron las pilas –resume–. Y creo, también, como bien has dicho, que nosotros somos de todo o nada. Si hubiéramos sido un poco más pausados y tranquilos, en lugar de haber apretado el “stop” tendríamos que haber apretado el “pause” y tomarnos un tiempo. Pero las medias tintas nunca han ido con nosotros y, si parábamos, parábamos para siempre». Acaban de celebrar su 30 aniversario de vida y ahora vuelven a sumergirse en la celebración con «Azul», el disco que les sacó del anonimato y del que se han cumplido 25 años, y con el que planean una gira. ¿Se reconocen absolutamente en un trabajo de hace un cuarto de siglo? «Sí –responde en el acto–, me veo totalmente reflejado, hoy, en ese disco, aunque es verdad que es la voz y la mirada de un chico de 25 años. Más sencilla, pero también más atrevida. Esas canciones marcaron todo lo que vino después. En ese disco florece el equilibrio que siempre hemos buscado entre toda la música que llevamos dentro, la canción melódica española, el pasodoble, el flamenco, la rumba catalana…, todo eso que, geográfica y culturalmente hablando, nos pertenece, y la música que nos llegó de fuera, desde Inglaterra, Francia, Estados Unidos. Y en “Azul” plantamos la semilla de eso, que luego esa ha sido una característica en nuestra carrera, y empezamos a cantarle a Bambino, por ejemplo, en el 2000, cuando estaba mal visto. Cantar –prosigue– una canción de Manuel Alejandro en el 2000 no era lo “cool” que es ahora, pero hemos sido bastante impermeables a la opinión ajena. Esa es una de las cosas que más me enorgullece de nuestra forma de hacer música, que nunca hemos tenido prejuicios. Cuanto más libre sea tu mirada, más puedes profundizar en tu trabajo. Yo puedo escuchar desde Nick Cave hasta las Spice Girls, es que me da igual. Lo que me llega, me llega, no lo controlo yo».
Bunbury, eterna gratitud
Bunbury apostó por ellos, precisamente, con el lanzamiento del disco que ahora celebran, «Azul», cuya producción asumió. ¿Hasta qué punto es culpable el artista zaragozano de que esta entrevista esté teniendo lugar, cuán decisivo fue en la propulsión del grupo? «Siempre he tenido la sensación, aunque suene un poco mal y depende de cómo lo escribas va a ir o no en mi contra, de que nos iba a ir bien como grupo. Es solo una sensación, pero es que la implicación que hemos tenido con nuestra música ha sido muy profunda y muy… necesaria. Y eso, al final, florece por algún lado. Dicho este ejercicio de antihumildad, pero sincero, Enrique [Bunbury] fue capital. Cuando tocábamos, en el concierto en el que más gente había eran diez personas. Llevábamos cinco años así y nos daba igual porque lo flipábamos, era una necesidad. Pero nos vino a ver Enrique, se enamoró de la banda y, a partir de ahí, nos produjo un disco con medios, fuimos a buenos estudios, tuvimos los mejores ingenieros, el mejor equipo. Pasamos a tener un mánager, fundamental para una banda, y nos llevó de gira por España, Estados Unidos y México. Y de la mano de uno de los músicos con mayor credibilidad del país, aunque él estaba en un momento muy delicado. Eso –continúa– nos lo dio todo, nos permitió enseñar lo que hacíamos. Y entre esa fe ciega que teníamos en nosotros y la oportunidad que nos dio Enrique, y el puntito de talento que podamos tener, nos hicimos una banda fuerte, con músculo, y por fin pudimos llevar a cabo lo que teníamos en la cabeza. Eso se lo debemos a Enrique Bunbury. Nuestro agradecimiento nunca va a ser suficiente, es eterno».
Desde el principio, Elefantes eligió el español como lengua. ¿Cantar en español es, de entrada, tener vocación internacional? «[Largo silencio] Con este tema tengo un conflicto –reflexiona–. Soy catalán, de Barcelona, de padre vasco y madre catalana, y soy un adorador de mi ciudad, de su cultura y de Cataluña. Y de España también. He leído mucho en catalán, he escuchado mucha música en catalán y mi lengua materna es el catalán, y siento un vínculo obvio, muy fuerte, hacia el catalán. Además, me parece una lengua divina. Y siempre he tenido un conflicto porque no sé muy bien por qué razón, ni pretendo saberlo, necesité cantar en castellano. No sé si fue por llegar a más público, puede ser. No sé si fue porque el abanico español es tan rico que proporciona más flores distintas y te permite un aprendizaje infinito. No estoy diciendo que el catalán no lo tenga, pero al español le juntas todas las formas de lugares distintos del mundo que lo enriquecen y es una locura absoluta porque te lo permite todo. No sé por qué, pero algo me llevó a hacerlo en español y estoy feliz con esa decisión. Ya no tengo conflicto, porque también estoy escribiendo muchas cosas en catalán que no necesito sacar para disfrutarlas. Pero la lengua en la que he trabajado, y con la que siento que me manejo mejor, es el español, el castellano. Y tiene una mayor recompensa porque cuando viajamos a México, por ejemplo, nos viene a ver un montón de gente y el idioma es el que te abre la puerta a eso».
La política cierra la conversación. El descontento con los políticos es algo generalizado, ¿han dejado de representarnos? «Creo que en la política ha dejado de haber humanidad –afirma–. Y cuando se pierde eso, se pierde la espina dorsal de lo que es la política, que es gestionar la sociedad. Cuando no prevalece el aspecto humano es imposible que la gente se vea cuidada, abrazada y escuchada por sus políticos. Los partidos políticos son como empresas y estas tienen objetivos que cumplir y están por encima de la ética, las personas y de los mismos políticos. Porque creo que los políticos sufren como locos, porque formar parte de todo eso tiene que ser un drama. Pero es un buque y una forma de hacer, imparable, en la que no hay forma de bajar. Le veo una mala solución. La política es como un platillo volante que está encima de nosotros. Nosotros no les entendemos a ellos y ellos no nos entienden a nosotros, y puede pasar cualquier cosa», concluye.
Fuerza y memoria
Por Javier Menéndez Flores
Entre el Ensanche y el Borne cabían todos los sueños del mundo. Allí, en ese territorio sin contornos ni leyes, aprendiste a burlar la realidad, a poner patas arriba la razón, a encontrarte en los objetos más pequeños. Por eso levitaste la primera vez que le escuchaste cantar a Sisa que cualquier noche puede salir el sol y reconociste en él a un hermano, porque tú eso ya lo habías vivido absolutamente.
Ante la muralla romana, ese póster que guardabas fuera de casa, el juego consistía en proyectar aventuras que siempre protagonizaba alguien que tenía tu rostro. Y en Santa María del Mar te hiciste devoto del amor al arte y siervo de esas emociones que te propulsaban o te dejaban clavado al suelo. Y así, con una bota en la modernidad y la otra en la bohemia, como un vampiro que nunca se saciaba por mucho que cazase, fuiste haciendo camino.
Qué insolentes aquellos jóvenes que fuisteis, qué presuntuosos, qué osados. Los ensayos primeros eran como repetir cada día la liturgia de vuestra propia boda: había que ir bien maqueado –un respeto, oiga– y qué intensidad en cada nota, en cada verso, dentro de aquel local en el que a duras penas entraban los instrumentos y que a vosotros os parecía el Wembley Arena o el Palau Sant Jordi. Y qué más daba cuántas personas os fueran a ver, Juanma, si lo único importante era compartir lo que habías cocinado en soledad, sacar de ti todo un mundo y observar las reacciones igual que quien ve alejarse un globo cielo arriba.
Los prejuicios son una venda en los ojos de la imaginación, un bozal en la boca de la imaginación, unos tapones para los oídos de la imaginación. Y las cosas en apariencia frágiles a veces se revelan como las más poderosas, igual que hay grietas por las que se puede colar un elefante. Con ese líquido mestizo se han regado vuestros pies y en todos los géneros habéis encontrado respuestas y estímulos y puntos de apoyo para seguir creciendo.
Y cada vez que Miguel sostiene que el corazón que a Triana va nunca volverá, no sabes por qué razón se te empaña la mirada y te entra una sed feroz. Y cuando Rigoberta Bandini confiesa que el mundo le da el mismo miedo que a los nueve años, algo se te rompe cerca del corazón o en el corazón mismo. Menos mal que Dylan está ahí para curar cualquier herida, un bálsamo que nunca falla y al que los años le han otorgado mayor magisterio aún. Y aunque ahora al fin le entiendes, cuando no sabías qué decía el efecto era casi idéntico porque se te metía en el cuerpo como un demonio bueno, si es que tal cosa existe.
Si cierras los ojos la imagen que prevalece es la de aquellos benditos edificios modernistas custodiados por un ejército de árboles, bajo el sol de una primavera que podía asaltarte en cualquier estación del año. Esa instantánea es tu patria y aquel olor, a tantísimo por vivir, tu sola bandera. Y cuando vienen mal dadas te refugias en la llama doble de Octavio porque sabes que ese es el cuartel general del amor y la libertad. Y si algún día la cosa se pone fea y llueve cuarenta días y cincuenta noches siempre te quedarán los cafés de París, los bares de Madrid y el recuerdo de aquel día en Burkina Faso en el que sentiste que tus palabras habían superado a la mejor de tus canciones.
En tu cabeza refulgen azules que admiten verdes y rojos y amarillos y negros; fruslerías que te ayudan a seguir volando: «Just can’t get enough», «The times they are a-changin’», «Elixir de juventud», «Camino Soria», «Ne me quitte pas». Tu mayor tesoro quizá sea haber aprendido que hay que andar lento y con paso seguro, mirar siempre a los ojos, tomar un buen trago de aire antes de ceder a la tentación del abandono, reír justo después de llorar. Lo tuyo, lo vuestro, se resume en apenas dos palabras: fuerza y memoria.
TITULO: Locos por las motos - MotoGP - El resurgir de Morbidelli,.
El resurgir de Morbidelli,.
Después de verse casi fuera de la parrilla de la clase reina, el italiano firma un gran inicio de año con dos podios y el cuarto puesto del Mundial. “Quiero más”, avisa el del VR46.
foto / No ha pasado una etapa fácil, es más, estaba en la mayoría de las quinielas para perder su sitio en la parrilla de MotoGP, pero Valentino Rossi le dio una oportunidad más en su VR46 y su fe ha sido correspondida con un enorme comienzo de 2025. Porque Franco Morbidelli es otro. No se ha bajado del Top-4 en ninguna carrera larga y ocupa con solvencia la cuarta posición del campeonato a 19 puntos de Bagnaia y 30 por encima de Di Giannantonio, su compañero que además corre con la última versión de la Ducati, la misma que utilizan Márquez y Pecco.
El italiano venía de dar una mejor cara con el Pramac en 2024 tras salir de Yamaha, donde le fue imposible replicar los resultados que le llevaron al equipo oficial (fue subcampeón en 2020 por detrás de Mir con tres victorias) y vivió prácticamente siempre condenado a la sombra de Quartararo. Después de quedar 17º en 2021 y 19º en 2022, Morbidelli se coló en el Top-10 final de 2024 como noveno y compañero del campeón, Martín. Y ahora ha resurgido hasta el punto de sorprender en Qatar a Márquez y liderar la carrera durante diez vueltas.
“Echaba de menos liderar una carrera, no ocurría desde el esprint de Argentina 2023. Esta vez, sin embargo, fue diferente, ya que era la carrera larga e incluso logré sacar algo de ventaja. Sentí que volaba”, transmite con alegría Franco al verse de nuevo peleando en la zona noble de la categoría reina que llevaba mucho tiempo sin pisar. Porque desde Jerez 2021, casi cuatro años, no había subido a un podio y ahora lo ha hecho dos veces en cuatro grandes premios, en Termas y en Losail, donde repitió el tercero del esprint tras la descalificación de Maverick.
Con la caída de sus neumáticos a mitad de carrera por forzarlos demasiado al inicio, no pudo evitar ser adelantado por Marc, Viñales y Bagnaia, pero asegura que aprendió la lección. “No pude gestionar bien la caída de neumáticos. Cuando Marc y Viñales me adelantaron, me di cuenta de que debería haber sido más conservador al principio de la carrera. No en vano, en las últimas siete vueltas tuve un gran ritmo”, resume el 21, que acabó igual de contento con sus sensaciones: “Fuimos muy rápidos y eso es lo que cuenta”.
“Quiero más”
“Estuvo bien y tenemos que seguir así porque quiero más”, añade Morbidelli con un hambre que ha recuperado a lo grande y que le ha devuelto la ilusión y los resultados gracias al trabajo que hace junto al VR46, al que agradece la evolución que están demostrando. Y ahora que se ve de nuevo arriba, no piensa en bajar de ahí: “La temporada empezó con la ambición de estar entre los cuatro o cinco primeros en todas las carreras y, gracias al trabajo que hemos hecho y estamos haciendo, lo estamos consiguiendo”. MotoGP tiene a un viejo, e inesperado, protagonista.
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