TITULO: Cartas en el tiempo - Hermosa y valiente ,.
Cartas en el tiempo ,.
Miércoles - 16 - Abril a las 20:00 en La 2 / foto,.
Hermosa y valiente ,.
¿Tienen algo en común una biografía, un libro sobre el jurado y una colección de escritos de asunto constitucional? La respuesta, que adelanto ha de ser afirmativa, puede comenzar recordando que la colección es la última obra, no siempre inédita, de Francisco Tomás y Valiente (1932-1996), que la biografía es la que a este ilustre personaje ha dedicado Bartolomé Clavero (1947); en fin, que el sagaz análisis del jurado –con antecedentes individuales y consecuentes normativos– debido al mismo Clavero tiene en su base un encuentro internacional sobre orígenes constitucionales de la Europa mediterránea celebrado en memoria de Valiente por aquella universidad de Mesina en cuyo claustro de doctores figuraba honoris causa.
Un filósofo rancio nos diría que Tomás y Valiente es la causa de estos tres libros aparentemente tan diversos. Desde luego, causa eficiente del primero, de Constitución. Escritos de introducción histórica; causa material del segundo, de la Biografía intelectual compuesta por Bartolomé Clavero; causa por último final de Happy Constitution, nuestro tercer libro sobre el jurado, celebración y homenaje. Todo esto nos diría un escolástico, pero Tomás y Valiente, conocido hombre de las Luces, probablemente hubiera torcido el gesto ante tal explicación.
Al ser argumento ad hominem resulta además una explicación poco decorosa. Si nos interesaran aquí las personas claro está que Clavero habría de ser el protagonista de nuestro relato. Tal vez termine por serlo, pero conviene intentar, preliminarmente al menos, un recorrido diferente: apartándonos de las causas, conviene por hipótesis partir en busca de la identidad material u objetiva de los tres volúmenes que interesan.
Abramos con ese norte una página de Happy Constitution. Y leamos: no «estará de más la advertencia expresa acerca de la clase de textualidad, intertextualidad y contextualidad de los [textos] que se trata. Tratamos con textos constitucionales, de los que determinan orden constitucional y no sólo además de aquellos que lo hacen de un modo directamente normativo, como las propias Constituciones, sino también de los que pudieron alcanzar un valor semejante de forma incluso previa mediante cultura, por medio de la representación del constitucionalismo mismo» (pág. 158), de manera que, con mayor concisión, nuestro «texto no es fuente, sino materia» (pág. 159). Así fuera del modo de hacer habitual en la historia del constitucionalismo, proclamando una vía filológica de acceso a los textos entendida como «semántica de significados» que dará cuenta de las mismas ciencias sociales que otra cosa predicarían, Clavero pone a trabajar un concepto de historia constitucional que nos permite ahora adscribir a un género unitario tres libros en principio desconexos.
Aceptemos, en efecto, que nos las habemos con tres libros de historia constitucional, reservando la justificación del aserto para los párrafos que siguen. Por su condición de texto, antes que norma la constitución es cultura. Dicho más precisamente, es un orden de convivencia basado en la identificación y disfrute de derechos, en el ejercicio de parcelas de libertad. La historia constitucional resulta así memoria de esta rara especie cultural, pero también, situada como sabemos fuera de los textos constitucionales, puede –y debe– llegar a convertirse en antropología de aquellas sociedades que se organizan políticamente a partir de los derechos. Una antropología que, si queremos, bien puede resultar además biografía de constituciones, pues a la tal historia corresponde la tarea de situar orígenes, identificar modelos, depurar conceptos, fijar lecturas y señalar, cuando no directamente corregir, suplantaciones o quiebras de libertad.
No cabe duda que el ejercicio historiográfico ejecutado sobre las premisas anteriores resulta una alegre y virtuosa militancia ciudadana. Con absoluta coherencia Clavero ha resucitado en el título de uno de sus libros la fórmula ilustrada de la constitución feliz, y ciertamente al autor concierne la libertad subjetiva en ejercicio responsable, condición y base de toda felicidad pública. Depende, como se dice, de libertad: no de normas positivas más o menos acertadas, si estas normas presentan un fundamento diferente; tampoco de poderes públicos vigilantes, aunque se encuentren bien separados (págs. 18 y ss., que es artículo previo, ahora capítulo, sobre «Imperio de la ley y Rule of Law»). Depende por ejemplo –no es cualquier ejemplo– del jurado, cuyo análisis histórico-constitucional por obra de Clavero, conduciéndonos más allá de la conocida, y alicorta, condición de mera garantía procesal en que la historia triste del Estado de Derecho lo habría convertido en Europa, recupera toda su esencia constitucional originaria –de Blackstone a Beccaria, de De Lolme a Tocqueville1– en tanto derecho/institución que identifica libertades no legislables y precisa así los límites de su ejercicio.
La densidad del capítulo sobre el jurado (págs. 41-180) es tal que se apodera por contenido y por métodos de Happy Constitution: un libro que propiamente no lo es, reunión al fin de artículos dispersos2. Clavero concede al jurado todo el crédito que le corresponde en su condición de credencial del constitucionalismo y anuncia con ello la vocación expansiva del jurado –verdadero papel tornasol que, aplicado a una solución de libertades, delata según el color el ph de un ordenamiento– en la factura de la historia constitucional, pero, llegados a este punto, nos bastará señalar, dando aquí por demostrada una inquietud temática nada nueva3, que el largo ensayo «Happy Constitution: crédito del jurado y credenciales del constitucionalismo» resulta un trabajo también central como propuesta de métodos. A la definición sintética de la historia constitucional como una historia textual, con el alcance antropológico que conocemos, puede añadirse ahora una constante preocupación por la carga constituyente ínsita en la propia elaboración historiográfica. Se trata de una cuestión que entretiene a Clavero para delimitar el terreno de un análisis diverso, pero que también le sirve en orden a recuperar una experiencia de libertades, preterida por obra y gracia de los historiadores: no deja de ser sintomático que medio mundo acuda todavía a los simposios de una International Commision for the History of Representative and Parliamentary Institutions, mientras que a nadie se le haya ocurrido fundar una paralela Asociación Internacional para la Historia de la Justicia Participativa y Ciudadana (págs. 136 y ss.).
Tal vez pueda nuestro autor impulsar una asociación semejante; mientras llega, en aras de su viabilidad futura, artículos como Happy Constitution exhiben los apreciables resultados de un convencido ejercicio profesional. Se quiere ni más ni menos, en palabras de Clavero sobre el amigo asesinado, de conjurar una memoria para convertirla en presencia (pág. 9; también pág. 40). Y en ese juego militante de historias que, como la del jurado, son constitución y memorias que, como la de Francisco Tomás y Valiente, se quieren presencias, encaja de manera natural la segunda de nuestras tres lecturas: la Biografía intelectual de Francisco Tomás y Valiente.
Con este libro en las manos no salimos del terreno de la historia constitucional. Observemos que el énfasis de su título recae por entero en el adjetivo: aquí no preocupa un personaje; ocupa una obra. Y ya conocemos la importancia que atribuye Clavero a la historiografía. La utilidad presente en cualquier reconstrucción de la cultura liberal, tan obvia en el libro del jurado, se explica a satisfacción en la Biografía, donde Clavero nos muestra, mediante una personalísima lectura de Tomás y Valiente, el refinamiento –en métodos, fuentes y cuestiones– de un quehacer literario a impulsos del compromiso cívico.
¡Curioso destino de un género viejísimo! Bajo el peso de curvas de precios, pirámides de población y legitimidades científicas que cubren sus vergüenzas de papel pijama, se diría que la crónica de una humana existencia sabe a poco; que un personaje singular resulta impertinente para el análisis histórico, más allá de celebraciones de circunstancias o de la atención debida a la autoridad local. Los interesados se defienden y florecen los libros de recuerdos, pero estos alegatos exculpatorios, en su caso válidos en tanto que fuente, simplemente testimonian la escasa estima, cuando no el larvado desprestigio, que lastra el empeño biográfico4.
Tenga paciencia el lector, pues las anteriores digresiones nos dirigen por el camino más recto al argumento actual. Orientados hacia ese punto nos topamos en primer término con un agudo problema de métodos, pues la proverbial distancia que se aconseja guarde siempre el historiador con su objeto falta enteramente en estos casos, pero el lastre ya parece insoportable si se trata de recuperar la vida de un jurista. Por efecto perverso de una cultura que gira aún en torno a la ley, se diría que la biografía del experto en Derecho nada añade al conocimiento de un ordenamiento tan pendiente del Estado y la Gaceta que sólo cabría, a su respecto, la sumisión del exégeta. Colocado en esa humilde posición, el jurista vive entonces su profesión ad maiorem Status gloriam y su vida, tras la muerte, simplemente concierne a familiares y amigos: precisamente a aquellos a los que menos importó su quehacer profesional.
Las cosas son muy diversas en la otra gran familia del derecho occidental. Fuera del continente europeo la exuberancia de la biografía jurídica, particularmente en los Estados Unidos, donde existen colecciones consagradas al género5, se encuentra en relación con un sistema de fuentes donde la ley ocupa una posición secundaria, constreñida entre los derechos naturales del individuo y la relevancia de la determinación judicial de estos mismos derechos; con pronunciamientos concretados al caso –pero sin merma de su alcance constitucional– estaríamos, sencillamente, ante otra especie de individualismo jurídico. De modo que la actividad de los juristas, en particular la de los jueces, cobra tal espesor que su formación, su obra, su carrera, al ofrecer la base material para decisiones que sientan precedente, estimulan el análisis biográfico de forma casi natural.
¿Tendremos así que considerar la obra que nos ocupa, biografía al fin de un magistrado, puro metafenómeno del invento –exquisitamente americano– del control de constitucionalidad? Pudiera ser, aunque no hace falta extremar el argumento: es suficiente evocar la anécdota de una concreta vida, el recorrido que va desde la cátedra universitaria hasta el estrado judicial, para justificar nuevos enfoques y resultados diferentes; unos resultados apenas esbozados, pero relevantes, ofreciendo contexto, para una textual historia constitucional. A su manera lo enseña Clavero a propósito del jurado: no estará de más advertir que Happy Constitution viene a cerrarse con un análisis histórico-comparativo dedicado al «Imperio de la ley y Rule of Law: tópica y léxico constitucionales» (págs. 181-236), a cuyo respecto cobra natural relevancia la experiencia jurídica norteamericana, en tanto que el mismo libro se inaugura con un capítulo sobre el sujeto («Principio constitucional: el individuo en el estado», págs. 11-40) donde la reconstrucción trabajosa del caso nos sirve para reconocer la dimensión constitucional del empeño biográfico. Entre una Rule of Law como reconocimiento de derechos –más garantía judicial de los mismos– y un individuo como sustancia constitucional que ha de superar la condición originaria de súbdito a favor de la digna condición de ciudadano, la consideración teórica de la biografía abandona entonces los problemas propios del género para situarse en la cultura misma de las libertades.
Las anteriores advertencias nos obligan a dejar por un momento la Biografía de Clavero y repasar nuestra obra tercera: esa Constitución. Escritos de introducción histórica, póstumo del personaje biografiado. La consulta de este libro suscita emociones encontradas. Ahí se encuentran, desde luego, las trazas de la historia constitucional española que ocupaba a Valiente cuando tuvo lugar su brutal asesinato, pero el contexto de esa historia pertenece –otra vez– a Bartolomé Clavero. A Valiente sólo llegamos tras el largo «Prólogo a una obra incompleta» (págs. 9-28), cauce de lectura demasiado persuasivo, fijado por Clavero; de Clavero también es la selección de originales, en parte desconocidos, a veces sólo provisionalmente listos para la publicación tratándose de piezas de alguna obra mayor, inacabada (en especial, el capítulo IV, «Estado e Iglesia, 18081978», págs. 115-148). Y el editor Clavero se adueña así del autor, de Francisco Tomás y Valiente. No sólo resulta que el prólogo del primero adelante el contenido de la Biografía que le dedica al segundo (la consulta de esas páginas exonera del libro biográfico a los lectores más apresurados); no sólo el editor discrimina títulos entre la obra supérstite y filtra la publicación de sabrosos inéditos6, pues, con todo ello, Clavero no superaría la tarea que le compete. Si el crítico atribuye a este autor un peso decisivo en la producción de los escritos, esto se debe a que la autoridad de Clavero ha venido desde hace años orientando, y acaso con mayor alcance que unas importantes experiencias judiciales, la obra histórico-jurídica del propio Francisco Tomás y Valiente.
Tocamos así la trama de la malla formada por nuestros libros, hermosa lección, compartida, de generosidad intelectual. Clavero se esfuerza en demostrar, interpretando un apunte de Valiente, que el paso por el TC, el Tribunal Constitucional, aportó un hito en la carrera iushistórica del personaje, un puente que une y separa la HD –una convencional «Historia del Derecho» (español) como la practicada por Valiente, desde los Toros de Guisando hasta el Código civil, que es la contenida en su aún vigente Manual– y la inédita HCE, una «Historia Constitucional Española» que quiso y no pudo «ser algo más que el comentario a los sucesivos textos constitucionales porque intenta explicar la formación del Estado como Estado de Derecho»7. A pesar de la fuerza de convicción que sabe utilizar Clavero, el crítico se pregunta si la labor del magistrado constitucional hubiera por sí sola bastado para recorrer, vuelto luego a la cátedra, un camino tan interesante.
Y seguramente la respuesta habrá de ser negativa. Entre 1980 y 1992 Francisco Tomás y Valiente añadió al desempeño de la alta magistratura el estudio de la producción histórico-jurídica de los colegas más afines, destacadamente la de Clavero. En esos decisivos años Clavero ha frecuentado la historia constitucional, exposiciones generales incluidas: el diseño por Valiente de una HCE, de la Historia Constitucional Española, tenía así que comenzar tomando posiciones ante Clavero8. Y claro está que a la experiencia del magistrado se sumaron esos logros intelectuales. Compárese por ejemplo el capítulo sobre «Estado e Iglesia» de los Escritos con el apartado homónimo del Manual (págs. 465 y ss., en la segunda edición, que tengo a mano) de Tomás y Valiente; es uno de los contados casos que permiten analizar la evolución de su pensamiento. En los Escritos se arranca con Locke, un clásico de la concepción liberal que abre de inmediato el terreno a la Declaración de independencia americana y a la Declaración de derechos de la Francia revolucionaria. El Manual comienza en Cádiz, con un artículo9 que se entiende «precio pagado en España por la abolición de la Inquisición», cuando otro lector lo arrimaría (recordemos: «La Religión de la Nación Española es y será perpetuamente la Católica, apostólica, romana, única verdadera. La Nacion la protege por leyes sabias y justas, y prohíbe el exercicio de qualquier otra») a la constitución civil del clero10. Ciertamente, la visión que late en los Escritos no dista demasiado de aquella del Manual (cfr. las respectivas págs. 119 y 465), pero la presencia de Locke permite en aquéllos abandonar el terreno exclusivo de la concordia entre poderes para contrastar la regulación constitucional española desde el terreno de los derechos.
No se trata ahora de practicar pruebas diabólicas, cual sería la del papel de Clavero acercando hacia los clásicos a su maestro11. El lector imparcial conoce, sin embargo, la secuencia cronológica de unas obras y puede reconstruir de ese modo una cadena de autoridades. Si la mano de Clavero se descubre detrás de las últimas fichas de trabajo redactadas por Tomás y Valiente12, la insistencia de Clavero en el magisterio del amigo –motivo recurrente en Happy Constitution– ha de entenderse, nada más (y nada menos), una explosión de emoción que sacude la obra científica.
La pérdida dolorosa domeña la memoria e impone entonces una determinada Biografía. Y por ahí se cuela, potente, la historiografía constitucional: dicho muy sencillamente, antes que cerrar balance sobre la obra ajena, siquiera fuese con el elevado componente interpretativo que reclama la que apenas está en ciernes, Clavero ha proyectado sobre el Tomás y Valiente inédito todas sus inquietudes, objetivos y entendimientos, a comenzar por la misma concepción de la materia en discusión, nuestra comprometida historia constitucional. Tomemos de nuevo la Biografía antes de poner un punto final a la lectura. En puridad, las biografías intelectuales que ahí se contienen son dos (más una autobiografía), y nos aprovecha el contraste. La primera es debida a Paolo Grossi, al sagaz colega florentino que abre a Clavero su «Biblioteca» para que dé rienda suelta a sus emociones. Con todo acierto Grossi utiliza palabras de Valiente en su largo prólogo cuando procede, con un ojo puesto sobre el biógrafo y otro sobre el biografiado, «Alla ricerca di frammenti di verità» (págs. vii-xxxvi). Y nos vale el fragmento Estado: con más nitidez que Clavero, al menos por concentración de páginas, este fragmento ha sido eficazmente restaurado por Grossi, al considerar el alcance de un «Tomás y Valiente statalista». Fruto de sus lecturas y recuerdos, del atento estudio de la obra de Clavero también, la reconstrucción que ofrece Grossi del pensamiento de Valiente concluye que «lo Stato è il grande protagonista del suo diritto costituzionale, della sua storia costituzionale» (pág. xxix). Por supuesto, nos encontraríamos ante un noble Estado de estirpe iluminista e identificado inmediatamente con el Derecho 12 ; un Estado integrador13, garantía necesaria para la realización de los derechos individuales. Mas estaríamos también ante un Estado que, a su vez, fragmenta la experiencia jurídico-política de la sociedad, llevado de su vocación autónoma y unilateralidad legalista (Grossi, pág. xxxiv): aparece, en una palabra, el fantasma del absolutismo jurídico en la feliz expresión de Grossi que tantas perplejidades causó a Tomás y Valiente. Ahora bien, sobre semejante base no resulta nada simple articular una HCE, una cualquiera (pero vera: memoria de determinada cultura) historia constitucional. No le hubiera resultado fácil a Valiente, tan resueltamente estatalista en aquel capítulo sobre «Estado e Iglesia», único de su libro perdido que hoy nos es dado conocer; tan amigo de la ley (y del Estado) que calificaba como «exposición de motivos», esa fórmula perversa reservada al legislador, la declaración metodológica de una historia constitucional en génesis; pero tampoco le resulta fácil a Clavero, quien, con toda honestidad (y con palabras prestadas a su educación jesuítica), califica de «verdadero misterio trinitario» la «identificación del Estado con el Derecho y de éste con los derechos».
Sea más o menos factible, no intentan estos libros presentar una historia constitucional interesada en dar cuenta de instituciones garantes de libertades. Se ofrece, y no es poco, un concepto historiográfico, unas estrategias de acercamiento, una trayectoria intelectual como prosopopeya de la cultura del ciudadano. El personal que no sea ajeno a la obra obtiene además una crónica sabrosa de la propia especialidad histórico-jurídica a lo largo de tres generaciones.
TITULO: Las rutas de Ambrosio - Ruta de la Calzada Romana del Puerto del Pico,.
El sabado - 19 - Abril a las 19:10 por La 2, foto,.
Ruta de la Calzada Romana del Puerto del Pico,.
La calzada romana del Puerto del Pico fue construida en el siglo II a.C. para atravesar el valle del Tiétar hacia Badajoz y su buen estado hace que se pueda seguir utilizando para conocer el paraje. Para no recorrerla entera, el tramo más recomendable es el que parte de Cuevas del Valle y avanza unos 8 kilómetros.
Paralela a la ruta va la carretera nacional y pasa por diferentes cascadas hasta llegar a su punto más alto donde hay un aparcamiento. La vuelta se realiza por el mismo sendero.
TITULO: LAS
RUTAS DE VERONICA - Bosques mágicos del Valle de Iruelas ,.
El sabado - 19 - Abril a las 18:10 por La 2, foto,.
Bosques mágicos del Valle de Iruelas,.
Esta ruta de larguísimo recorrido atraviesa diferentes bosques del valle de Iruelas, un total de 95 kilómetros divididos en 4 etapas que se pueden elegir según las condiciones y las posibilidades de cada senderista.
La primera etapa tiene 9 kilómetros y va desde El Tiemblo hasta la Casa del Parque de la Reserva Natural del Valle de Iruelas por el sendero GR-10. Aunque tiene una variante más exigente solo apta para senderistas expertos.
La segunda etapa comienza en esa casa del parque y va hasta el puente romano de Navaluenga con unos 17 kilómetros de baja dificultad. Pasa por la garganta de Iruelas, La Rinconada y por la colonia Venero Claro.
La tercera etapa comienza en Navaluenga y, tras 17 kilómetros, termina en El Barraco. Una variante pasa por San Juan de la Nava por el Camino del Chorro y otra por el monte El Encinar por el cerro Morrueco.
La última etapa va hasta El Tiemblo tras pasar por el río Gaznata, por el embalse del Burguillo y por el charco del Cura.
TITULO:
¡ Qué grande es el cine ! - ME RESBALA - AQUEMARROPA - ¡ QUE TIEMPO
TAN FELIZ ! - EL HORMIGUERO VIERNES - 18 - Abril - Mario Casas actor,.
¡Qué grande es el cine! fue un programa de cine dirigido por José Luis Garci y emitido por Televisión Española por su cadena La 2.
El
programa comenzaba con una presentacLa actriz Juana Acostaión de la
película que se emitía esa noche, posteriormente esta película se emitía
y acababa con una tertulia entre Garci y los invitados del día sobre
ella.1 El programa comenzó a llevarse a cabo en enero de 1995 y comenzó sus emisiones el 13 de febrero del mismo año., etc.
¡Qué grande es el cine! fue un programa de cine dirigido por José Luis Garci y emitido por Televisión Española por su cadena La 2.
El
programa comenzaba con una presentacLa actriz Juana Acostaión de la
película que se emitía esa noche, posteriormente esta película se emitía
y acababa con una tertulia entre Garci y los invitados del día sobre
ella.1 El programa comenzó a llevarse a cabo en enero de 1995 y comenzó sus emisiones el 13 de febrero del mismo año., etc.
¡
Qué grande es el cine ! - ME RESBALA - AQUEMARROPA - ¡ QUE TIEMPO TAN
FELIZ ! - EL HORMIGUERO VIERNES - 18 - Abril - Mario Casas actor , fotos ,.
Mario Casas actor ,.

Mario Casas: "Soy un tío normal, es la gente la que me suele colocar en una posición extraña",.
El actor está de estreno. 'Muy lejos', el debut en la dirección de Gerard Oms, le ha brindado una de sus mejores interpretaciones,.
En 2021, Mario Casas (A Coruña, 1986) ganó su único Goya por ‘No matarás’. En su discurso de agradecimiento se acordó de Gerard Oms, el coach que le hizo mejor actor y que ahora le ha confeccionado un traje a medida:‘Muy lejos’.
- ¿Cómo definiría su nuevo estreno, ‘Muy Lejos’?
- Un viaje de autodescubrimiento. La historia de Sergio, un tipo que con 35 años no sabe quién es ni lo que quiere. Sólo en otro país, alejado de su familia, puede encontrar las respuestas.
- ¿Qué herramientas utilizó para meterse en la piel de Sergio?
- En lo físico, un vestuario simple, chándal y zapatillas, y un corte de pelo radical, casi al rape, han determinado la estética. La exigencia estuvo en la parte emocional, es un personaje que sale de las entrañas. Un tipo en permamente duda. Al ser una película pequeña, rodada en Utrecht en pocos días, confié ciegamente en el director y me abrí a probar cosas nuevas.
- Una película rodada casi como un documental y en seis idiomas. ¿Qué destacaría de esta torre de Babel con cámara al hombro?
- Ha sido un viaje emocional hablado en muchos idiomas: inglés, castellano, catalán, holandés... Ha sido un rodaje en el que, desde el principio, he estado adaptándome a todo tipo de situaciones.
- Gerard Oms debuta en la dirección con un guion basado en su propia experiencia. ¿Qué le animó a formar parte del proyecto?
- Ha sido un regalo protagonizar la primera película de Gerard. Le conozco desde que hace seis años coincidimos en ‘No matarás’, donde él era ‘Acting Coach’. Desde entonces, nos hemos vuelto inseparables. Me ha ayudado a construir la mayoría de los personajes que he hecho. En su día le dije: ‘Si diriges algo, si escribes y tienes un personaje que yo pueda hacer, te lo firmo ahora mismo’. Cuatro años después, estábamos rodando. Confío plenamente en él. Veía su talento, cómo trabajaba con los actores, el tipo de cine que le gustaba, con los hermanos Dardenne a la cabeza... Veía en él a un director con muchísimas capacidades. Estoy muy orgulloso de esta pequeña joya. Ha hecho un gran trabajo.
- Su personaje tiene que hacer miles de kilómetros para tener el valor de mirar en su interior. ¿Tan difícil es saber quiénes somos?
- A veces para encontrar nuestro camino, para sobrevivir o para buscar respuestas, hay que salir fuera, irse lejos, solo, sin los tuyos y sin ese colchón emocional que te pueden dar padres, hermanos, y amigos. En todo ese proceso descubres cosas de ti que no conocías. Al final, a pesar de que te vas muy lejos, sabes que es algo que está completamente dentro de ti.
- ¿Ha tenido que huir alguna vez para saber quién es en realidad?
- No. Para mí desaparecer significa salir de mi rutina profesional e irme a casa de mis padres. O que ellos vengan a la mía, cerca de la montaña. Yo no vivo en la ciudad desde hace muchos años. Me han criado siempre en el extrarradio. Estoy acostumbrado.
- Interpreta a un hincha radical del Espanyol, un tipo que se va despojando de prejuicios hasta que queda al descubierto su fragilidad. ¿Cuál ha sido la capa más difícil de eliminar?
- Aunque la película no está rodada de manera cronológica, tanto Gerard como yo hemos ido conociendo a un personaje que nos ha ido hablando poco a poco. Ambos lo hemos tratado con muchísima verdad y honestidad. Esto ha hecho que Sergio, casi cada día, se fuera despojando de las capas por sí mismo, sin nuestra ayuda. Realmente, todo ha fluído de manera muy natural.
- Por su estética, esta película podría estar firmada por los hermanos Dardenne o, incluso, formar parte del movimiento Dogma. ¿Esta puesta en escena tan sobria buscaba que no se perdiera la crudeza del mensaje?
- Es
cosa de Gerard. Es el cine que ama. Parece que realmente estás
observando la vida de alguien. Nos hemos tirado a la calle. No teníamos
un lugar específico para cambiarnos. Muchas veces hemos tenido que
improvisar por falta de luz o por la lluvia, que nos acompañó casi todos
los días. Estábamos en permanente prueba. Hemos buscado un formato
documental y debo reconocer que me he sentido muy bien. Gerard lo ha
captado perfectamente y me ha permitido quitarme el corsé y estar
liberado como actor.
- ¿Le preocupaba que su interpretación no resultase reconocible para Gerard Oms?
- Hay cosas, en la gestualidad y en el apartado físico, que he robado a Gerard. Emocionalmente, me agarré a lo que él me contó, cómo se marchó y las experiencias que tuvo. Los idiomas, además, juegan un papel fundamental, me alejan de algunas manías y me obligan a concentrarme en las palabras. Eso hace que te juzgues muchísimo menos y lo disfrutes más.
- La película se centra en la situación de los migrantes . ¿Cómo ha sido la experiencia de vivir este drama en primera persona?
- En mi vida ya he pasado por esa situación cuando era más joven. Soy actor desde hace 20 años y hubo un momento, con 18 años, en el que también tuve que buscarme la vida. No me fui a un lugar como Utrecht, pero sí que me fui de Barcelona a Madrid a buscarme la vida, a trabajar en lo que fuese para cumplir un sueño que era la interpretación. La película, que está ambientada en 2008, es como si estuviese sucediendo ahora mismo por los temas que toca. Además, conviene no olvidar que hay migrantes de primera y de segunda, dependiendo de tu lugar de origen.
- En varias escenas se queda en silencio, solo frente al espejo. ¿Qué siente cuando se apagan los focos y tiene delante su reflejo?
- No suelo quedarme en silencio delante del espejo. Algo que sí suelo hacer, cuando estoy solo, es hablar en alto. Responder a esa voz interior que muchas veces nos dice cosas y nos juzga. Hablar en voz alta de temas que me llaman la atención, de cosas que están pasando en mi vida, de emociones. Las saco fuera y las digo en alto. Cuando hablas en voz alta, ese es realmente quién eres, no hay un filtro. En cualquier caso, no soy mucho de mirarme en el espejo.
- ¿Siente que hay un abismo entre cómo se ve usted y cómo le ve el resto del mundo?
- Me
considero un tío normal. Es más como te ven desde fuera. A veces te
colocan en una posición que sigue siendo extraña. Después de 20 años,
que te pidan una foto me sigue resultando raro. Todavía no me acostumbro
a que me llamen Mario Casas. Yo soy Mario, sin el Casas. Es como
siempre me han llamado en mi entorno.
- ¿Qué tal la experiencia como director en ‘Mi soledad tiene alas’? ¿Le quedan ganas de repetir?
- Hay algún proyecto que espero estar dirigiendo el año que viene. Soy una persona con una curiosidad enorme. Me encanta seguir aprendiendo, ya sea como actor o como director. Ojalá algún día sea también como productor. No me puedo estar quieto. Amo lo que hago, amo esta profesión.
- ¿Se sienta ya en la mesa de los pesos pesados de la interpretación de este país?
- Soy una persona muy trabajadora que nunca se acomoda, pero todavía tengo mucho margen de mejora para llegar al nivel de Eduard Fernández o de Javier Bardem. El alma de ellos pesa, es sólida. Su sola presencia traspasa la pantalla. Y eso es de por vida.
- Terminamos, se
confiesa seguidor del Barcelona, Real Madrid y Deportivo. Extraña
combinación. ¿Una forma elegante de decir que no es aficionado al
fútbol?
- (Risas) No lo sigo mucho. Quiero que gane el que juegue mejor. Lo que hace el Madrid me parece titánico. Es un equipo que tiene la capacidad de cambiar todo en un suspiro. El Barcelona me gusta desde la etapa de Guardiola como entrenador. Vivía en Catalunya y todo el mundo estaba volcado con el equipo. También tengo grandes recuerdos del Deportivo, que hacía un juego maravilloso. Y, cómo no, me encanta la Selección, que tiene jugadores muy jóvenes y, además de lograr resultados, juega francamente bien.
-