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MAS VALE TARDE LA SEXTA - BICICLETA - La lotería - Cruz Roja - La
loteria jueves - LA NOCHE ABIERTA - Ciclismo
- Vuelta a España 2020. “Puede haber pájaras inesperadas”. Las previsiones de Purito para la carrera,.
MAS VALE TARDE LA SEXTA - BICICLETA - La lotería - Cruz Roja - La loteria jueves - LA NOCHE ABIERTA - Ciclismo - Vuelta a España 2020. “Puede haber pájaras inesperadas”. Las previsiones de Purito para la carrera ,. fotos,.
LA NOCHE ABIERTA ,.
Progroma presentado por Pedro Ruiz, entrevistas por La 2 los martes a las 22:30, un gran espacio de música, foto etc.
Vuelta a España 2020. “Puede haber pájaras inesperadas”. Las previsiones de Purito para la carrera,.
El ex ciclista es ahora embajador de Caser en la Vuelta a España
Purito Rodríguez dejó la bicicleta, pero no el ciclismo. Ahora ejercer como embajador de Caser, uno de los patrocinadores de la Vuelta y, como muchos otros, hace sus previsiones sobre la carrera. “Como cartel es increíble”, dice. “Hay muchísimo favoritos. Prácticamente cada equipo tiene un favorito para ganar la Vuelta", admite. Pero hay uno que brilla por encima de todos. “Probablemente el gran favorito sea Primoz Roglic”, asegura.
Roglic defiende su dorsal número 1 ganado el año pasado. Pero ninguno de los grandes tiene garantías en esta Vuelta diferente. “Ya veremos", dice, “que la Vuelta es toda en el Norte y se van a encontrar temperaturas a las que no están acostumbrados”. “Ya veis que hoy comienza con un día lluvioso y será bastante complicado, pero vamos a ver cosas espectaculares, porque está muy bien repartida”, añade.
“La primera semana ya tenemos el Tourmalet, tenemos lo de hoy. La segunda semana tenemos el Angliru, que es un puerto, para mí de los más duros que he subido en mi carrera profesional. Tenemos la cronoescalada de Ézaro, la Covatilla. Está muy bien repartido y vamos a tener emoción hasta el final”, asegura Purito.
“Esta Vuelta es distinta sobre todo por el tiempo. Estamos acostumbrados a correr en agosto, siempre con buen tiempo. De vez en cuando podías coger algún día malo, pero yo he corrido muchísimas Vueltas a España y no me ha caído ni una gota encima y no he cogido ni un chubasquero. Y yo creo que esta Vuelta a España va a ser al revés, de cubrirse, de comer bien y de cuidar el mínimo detalle porque en cualquier despiste estamos en noviembre casi y los ciclistas llevan mucha caña y puede haber pájaras inesperadas”, asegura Purito.
TITULO: Hora Punta, el programa de TVE de Javier Cárdenas -La señora de la segunda fila ,.
La señora de la segunda fila ,.
Durante la promoción de un libro, hay una serie de preguntas que te hacen de manera recurrente. Una de ellas es: ¿qué pretendías con esta novela?
Hace seis meses que publiqué Los perseguidos, tras obtener con ella el Premio Azorín de Novela. A lo largo de este tiempo, perdí la cuenta de las entrevistas dadas una vez superado el centenar, he hecho viajes de promoción a un listado de ciudades que ya no soy capaz de reproducir, he participado en festivales de novela negra, clubes de lectura y ferias de libros y aún quedan eventos en el futuro. Y, en todos esos diferentes foros, ha surgido siempre, formulada con escasas variantes, esa misma pregunta.
Pues bien, creo que al fin tengo la respuesta.
Pretendía gustarle a usted, señora de la segunda fila.
Hay algo que nadie te avisa cuando accedes a las ligas mayores del mundo editorial. Y es que ya no vas a ser sólo un escritor sino que también te vas a convertir en una folclórica con su baúl (reconvertido este en libro), o en Willie Loman (digo como quintaesencia del viajante de comercio), recorriendo mundo con tu mercancía. Uno escribe aspirando a ser un autor enigmático, misántropo y venerado, a lo Salinger, y no sabe que, si las cosas van bien, acabará convertido en algo parecido a los añorados agentes del Círculo de Lectores, vendiendo ejemplares casi puerta a puerta.
No reniego de esa tarea. Al revés. Tiene momentos inolvidables. Ahí me quedará para siempre el hombre que me pidió la firma en la Feria del Libro de Madrid y, emocionado, me dijo: «Usted no ha escrito una novela. Usted ha escrito la historia de mi vida». O ese club de lectura en que sus miembros se enzarzaron en una discusión sobre algún detalle del final de mi novela y, cuando quise mediar, me soltaron «¿qué sabrás tú?» y siguieron discutiendo un buen rato ignorándome. La promo de un libro es una suma de momentos que te hacen reír, que te emocionan, que alimentan o resitúan tu vanidad y tu ego y que acaban convirtiéndose en un sinfín de variopintas anécdotas.
Pero, por si tienes la tentación de llegar a creerte alguien con tanto elogio y tanta firma y tanta foto y tantas estrellitas en las reseñas, están esos otros momentos. Son los momentos que no todos los autores admiten haber vivido pero, estoy seguro, por los que todos han pasado alguna vez. Frente a esa obligación de mantener una apariencia de éxito (fotos de eventos en redes sociales donde se disimula el escaso público, reseñas de amigos en Goodreads o Babelio, fajas exagerando el número de ediciones o de ejemplares vendidos…), está esa otra realidad: los momentos fallidos. Presentaciones sin público, entrevistas en que detectas que el periodista ni se ha leído ni siente ningún verdadero interés en leerse jamás tu novela, firmas en las que finges indiferencia cuando no se acerca nadie mientras a tu lado se forman colas kilométricas ante Manel Loureiro, Alice Kellen, Luz Gabás o cualquier otro autor cuyo éxito es abrumador y frente al que te sientes farsante e impostor… Está esa realidad.
Y está la señora de la segunda fila.
Fue hace unos días. Una feria del libro en una ciudad en la que nunca había estado. Viaje en tren un domingo al mediodía. Presentación de la novela en la propia feria, en una carpa, al atardecer. Hora prevista: las siete. Asistentes: nadie. Los organizadores se apuran. Yo mantengo la entereza y no salgo corriendo. Son ya las siete y diez. A las siete y veinte me plantean cancelar.
Y entonces aparece la señora de la segunda fila.
Es mayor, muy mayor. Lleva una rebeca de lana de un cierto grosor, aunque no hace frío. Pelo corto cano, arrugas de vida larga, cuando sonría veré que hay huecos en su dentadura, es menuda y parece aún menor por los hombros encogidos. A pesar de su apariencia frágil, no titubea. Llega a las siete y veintidós y, aunque todos los asientos de la carpa están vacíos, se abre camino entre las dos primeras filas y se sienta en el centro de la segunda.
En ese momento lo tengo claro: ni hablar de cancelar.
Presentamos el libro una amable periodista, que acepta hablarle al vacío por ese empeño mío, y yo. Charlamos como si la carpa estuviese llena. La señora, con la rebeca bien cerrada sobre el pecho, las manos entrelazadas en el regazo, atiende sin mover un músculo, los ojos sin apenas parpadeos, la boca entreabierta.
Cuando terminamos y nos despedimos de manera un tanto desangelada, sin posibilidad de que un público nos conteste con cerrados aplausos, veo que la señora se levanta y se acerca, tímida y dubitativa. Voy hasta ella.
Me sonríe con una sonrisa que enternece y me dice: «Oigo fatal y no me he enterado de nada de lo que han dicho. Sólo quería venir para decirle que he leído su novela y me ha hecho pasar un rato de lo más entretenido».
Luego, se va. Y a mí me viene a la cabeza esa pregunta que tantas veces he respondido con lo que pretendían ser frases ingeniosas, originales, sorprendentes o eruditas. Y me doy cuenta de que todas esas respuestas eran mentira.
Porque escribí la novela para eso, sólo para eso, señora de la segunda fila: para que usted pasase un rato de lo más entretenido.
Gracias, señora.
No puedo encontrar un motivo mejor para empezar a escribir la siguiente.
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