TITULO: El
Objetivo La Sexta - SALVADOS LA SEXTA - La noche encendida - Oficina -
Economia - Aqui nadie se va de vacaciones ,.
La noche encendida,.
'La noche encendida'
no será solo un programa de charlas, espectáculo, música, comedia,
sorpresas e invitados, presentado por Pedro Ruiz, por La 2,foto,. etc,.
Aqui nadie se va de vacaciones ,.
Vacaciones de verano: más del 50% de los españoles recortará su presupuesto
Los riojanos serán los españoles que menos gasten durante las vacaciones de verano,.
El verano comenzará en menos de un mes y, con él, las ansiadas vacaciones. Este es uno de los momentos más esperados del año por muchos trabajadores, ya que podrán desconectar del frenético día a día y disfrutar de nuevas experiencias. No obstante, las vacaciones también conllevan un desembolso económico significativo, sobre todo desde que la vida no ha dejado de encarecerse. Por todo ello, al igual que el verano pasado, este año los españoles también se han visto obligados a recortar el presupuesto destinado a las vacaciones. Y es que el 54,81% rebajará este 2024 el dinero que gastará durante este momento de desconexión en plena temporada estival, porcentaje que se incrementará en el caso de las personas con menores ingresos (61,77%). Así lo muestra el estudio "Evolución del ahorro en España" elaborado por Chollometro. El recorte de gastos se conseguirá reduciendo la duración del viaje –en el 32% de los casos–; mientras que dos de cada diez lo obtendrá buscando ofertas de viajes.
A pesar de que más de la mitad de los españoles reducirá su gasto, un 40,8% mantendrá el mismo presupuesto que el año pasado y solo un 4,3% gastará más que en 2023.
Los riojanos serán los españoles que más recorten su presupuesto durante las vacaciones de verano de este año y es que un 75% de ellos gastará menos que en 2023. A estos les seguirán los residentes en Castilla-La Mancha (65,91%) y Andalucía (63,64%). En la otra cara de la moneda se sitúa Navarra, ya que es la autonomía donde menos van a recortar su gasto los españoles a la hora de viajar este verano, ya que solo lo hará un 28,57%, seguida de lejos por Aragón (42,86%) y Baleares (43,48%).
A la hora de elegir sus viajes, seis de cada diez españoles buscarán ofertas y compararán los precios del destino al que quieren ir; mientras que un 15,91% de las personas decidirá su lugar de vacaciones en función de la oferta que consigan para los gastos principales. Solo uno de cada diez viajará según sus preferencias y no le importará pagar más para conseguir el destino y alojamiento deseado.
Siete de cada diez españoles buscan ofertas de viajes
La búsqueda de ofertas es esencial para ajustar el presupuesto de las vacaciones de verano. Según el estudio, el 66,88% de los españoles busca ofertas y compara precios del destino al que quieren ir, sobre todo aquellos que tienen entre 45 y 54 años.
Los viajeros que tienen entre 35 y 44 años serán los que más reducirán su presupuesto este año, en comparación con el año pasado (un 4,26% más que la media), seguidas por las personas jóvenes de entre 18 y 24 años (4,1% más que la media).
En cuestión de género, son las mujeres las que más pretenden reducir este año su presupuesto para viajes (57%), frente a un 52% de los hombres. Sin embargo, aunque ellas buscan ofertas sobre el destino al que pretenden ir (71,09% frente al 66,28% de los hombres), es mayor el porcentaje de hombres que elige su destino en función de las ofertas o promociones disponibles, un 17% frente al 14% de mujeres.
"Aunque el sector recupera las cifras prepandemia de viajes para el verano, los españoles se ven obligados a planificar sus viajes con menos presupuesto y la búsqueda de descuentos en viajes cobra cada vez más importancia", asegura el cofundador de Chollometro, Manuel Zabala.
TITULO:
La
hora de los Fósforos - La Cope - CARLOS HERRERA - El señor de los
bosques - Este es el motivo por el que muchas personas ponen unas hojas de laurel bajo de su almohada,.
La hora de los Fósforos - La Cope - CARLOS HERRERA - El señor de los bosques - Este es el motivo por el que muchas personas ponen unas hojas de laurel bajo de su almohada, fotos,.
Este es el motivo por el que muchas personas ponen unas hojas de laurel bajo de su almohada,.
El laurel es una planta muy versátil y nos puede ayudar en muchas situaciones más o menos cotidianas,.
El laurel es una planta perenne que podemos encontrar naturalemnte en todos los países mediterráneos. Y es uno de los sabores más presentes en la gastronomía española. Se utiliza para aromatizar salsas, guisos, sopas y otro tipo de recetas. Y cuando lo usamos, siempre consigue adquirir un papel protagónico. Sin embargo, lo que rara vez se suele decir es que no sólo es delicioso, sino que también es uno de los productos que más nos pueden ayudar a la hora de cuidar de nuestra salud. Y aunque se ha utilizado durante siglos como remedio natural para infinidad de dolencias, la ciencia moderna sólo está empezando a comprender todas las propiedades beneficiosas del laurel.
Los muchos usos del laurel
Lo primero que destaca cuando estamos en presencia de una hoja de laurel es el fantástico aroma que desprende. El fuerte y agradable aroma del laurel puede utilizarse para desahuciar los malos olores de cualquier espacio, sobre todo el de la nevera; que contienen olores especialmente poderosos, porque proceden de alimentos en mal estado que han estado ahí durante bastante tiempo. Incluso cuando tomamos todas las precauciones y somos cuidadosos podemos tener un descuido y tener que sufrir estos malos olores durante semanas. En esta situación, solo tenemos que dejar un poco de bicarbonato y laurel en el frigorífico durante unos días para solucionarlo.
Ya hemos hablado de cómo podemos incluir un par de estas hojas en nuestras recetas, de forma que el olor y el sabor del laurel impriman su sello en nuestra comida. Al hacer esto, también nos estaremos beneficiando de muchas de sus propiedades, como su efecto digestivo. Las hojas de esta planta contienen una serie de compuestos que ayudan a estimular la secreción gástrica, lo que mejora la digestión y evita la acidez y los gases.
El eugenol -abundante en las hojas de laurel- también ayuda a desempeñar las funciones antioxidantes, previniendo así un envejecimiento prematuro y una serie de enfermedades crónicas como el cáncer y las enfermedades cardiovasculares. El laurel también refuerza el sistema inmunológico, ayuda a desinflamar el organismo y, según varias investigaciones, el laurel puede ayudarnos a luchar contra la diabetes tipo 2, porque puede reducir eficientemente los niveles de glucosa de nuestro organismo.
El laurel también puede ser de mucha ayuda cuando tenemos un resfriado. En esta situación, podemos prepararnos una infusión con sus hojas, colocándolas en agua hirviendo durante unos minutos, luego colando y bebiendo el líquido caliente. La planta contiene una serie de compuestos expectorantes y antiinflamatorios, que ayudan a despejar las vías respiratorias y a reducir síntomas como la congestión o la fatiga.
Hay quien apuesta por el laurel… incluso desde el campo de la cosmética. Al parecer, se puede utilizar para fabricar champús y lociones, porque las vitaminas y los ácidos grasos presentes en sus hojas mejoran la salud de la piel y del cabello. Es especialmente efectivo para luchar contra la sequedad y el picor del cuero cabelludo.
En caso de dolor muscular y dolor articular, también se puede fabricar un aceite esencial que luego podremos utilizar para afectar a la zona dolorida en cuestión. Lo que ayudará a refrescar y a calmar la región. Como puedes ver, el laurel es una planta muy versátil y nos puede ayudar en muchas situaciones más o menos cotidianas.
De un tiempo a esta parte, también se ha puesto de moda poner unas hojas de laurel debajo de la almohada. Y, si bien es cierto que no tiene un sustento médico, son muchos los que afirman que podemos beneficiarnos de todas las ventajas antes mencionadas y, además, ayudar a conciliar el sueño. Si quieres intentarlo, siempre puedes poner dos o tres hojas bajo tu almohada. Ni siquiera es necesario que duermas con ellas, simplemente con retirarlas antes de acostarte será suficiente.
TITULO: RADIO - TELEVISION - EL TRANVÍA DEL TIEMPO - EL BOTIJO - Cine Bigote - «The Macomber Affair»: Un matrimonio en safari ,.
RADIO - TELEVISION - EL TRANVÍA DEL TIEMPO - EL BOTIJO - Cine Bigote - «The Macomber Affair»: Un matrimonio en safari , fotos,.
En Nairobi las autoridades coloniales inician una encuesta judicial para dilucidar la responsabilidad por la muerte de un turista norteamericano alcanzado por un disparo de su mujer durante un safari. El comisario requiere un informe a Robert Wilson (Gregory Peck), el cazador profesional que les acompañaba y que había organizado el safari. Wilson, mientras redacta el informe esa noche, rememora los hechos dudando cómo calificar el suceso .
Un matrimonio norteamericano, los Macomber, habían viajado a Kenia para participar en un safari, un sueño largamente postergado por el marido, Francis (Robert Preston), y también para intentar recomponer un matrimonio que se descompone irremisiblemente ante el desprecio que ella, Margaret «Margot» (Joan Bennett), siente por la fría falta de carácter de su esposo y por el idéntico desprecio que siente éste por la desinhibida conducta de ella. En Nairobi, Francis Macomber contacta con Robert Wilson, un conocido y seductor white hunter que prepara el safari. En su transcurso las relaciones entre los Macomber siguen su
implacable deterioro, combinándose el flirteo provocador de Margot con Wilson junto con un continuo y amargo abuso verbal entre ellos. La situación llega a un punto sin retorno cuando, durante la caza de un león al que hiere malamente Francis, éste huye cobardemente cuando en compañía de Wilson se adentran en la espesura para rematarlo y el león les ataca. Wilson acaba con el león y, aunque intenta minimizar el suceso, los destrozados nervios y la humillación sufrida por Francis, que la paga con porteadores y escopeteros, es ridiculizada cruelmente por Margot a la vez que aumenta el tono del flirteo con Wilson. Esa noche sale de la tienda sin dar explicaciones plausibles, provocando los celos y la rabia de Francis. Al día siguiente persiguen, disparan y matan a tres búfalos, un hecho que provoca la recuperación de la autoestima de Francis, en tanto que Margot le sigue despreciando: estima que la caza persiguiendo a los búfalos inicialmente desde el coche, aunque disparan pie a tierra, es poco deportiva. Uno de los búfalos se recupera inesperadamente y se refugia, como el león, en la espesura. Wilson y Macomber, que se siente un hombre nuevo, lleno de energía y coraje, se adentran en la maleza y Francis confiesa a Wilson, que comienza a apreciarlo, que va a divorciarse de Margot y emprender una nueva vida; cuando el búfalo les ataca disparan Francis y Wilson y también lo hace Margot, matando a su marido.
Robert Wilson, que ha sido suspendido en su licencia de cazador profesional, entrega su informe calificándolo de accidente y entrevistándose, una mezcla de fascinación y reproches, con Margaret, despidiéndose de ella.
Leí —mejor dicho, devoré— de muy joven los cuentos de Ernest Hemingway, antes que sus novelas, que caían en mis manos. Me fascinaba la limpieza y precisión de su estilo, y como en el caso de Dashiell Hammett, su capacidad de narrar la historia casi solo en base a diálogos que, además, permitían profundizar en la psicología y en la vida de los personajes. Hemingway también era capaz de usar magistralmente esa capacidad innata y rara para captar sin palabras lo que no se debe contar pero el lector puede intuir o completar. Sucede en The Killers (Los asesinos) [1], el cuento en el que un tipo, el Sueco, aguarda estoicamente en la habitación de un hotelucho a que unos hombres que le persiguen, no sabremos nunca la razón, lleguen para matarlo. ¿Por qué no huye el Sueco? ¿Por qué no se enfrenta a ellos? El relato ha dado lugar a dos obras maestras del cine negro, The Killers (Forajidos, 1946), dirigida por Robert Siodmak e interpretada por Burt Lancaster y, entre otros, una inolvidable y fatal Ava Gardner, y un remake en color —Código del hampa (1964)— bien diferente, dirigido por Donald Siegel, menos romántico y fatalista, más seco y brutal y con un reparto envidiable con Lee Marvin, Clu Gulager, John Cassavetes y la maravillosa Angie Dickinson. En una y otra película los guionistas intentaban desentrañar y justificar esos silencios del relato del escritor, haciendo buena la afirmación de John Ford de que prefería adaptar, y expandir, un cuento, antes que intentar sintetizar una novela.
The Short Happy Life of Francis Macomber [3] creo que lo leí algo más tarde, no me pregunten por qué. Y me fascinó porque de nuevo, como en los dos cuentos citados, aparecía el mejor Hemingway, el escritor capaz de entender y diseccionar seres humanos como esos ricos norteamericanos, los Macomber, algo así como los restos del naufragio de un relato de su amigo Scott Fitzgerald, atrapados en sus miserias, a la deriva de sus vidas, viciosos en su mutuo desprecio. El amor quebrado hasta la médula, la imposible reunión de ofendidos y humillados. Y está también la idea de la muerte, su insignificancia frente a cómo vivimos, y que Hemingway parafrasea citando a Shakespeare, o la dignidad de cómo la miramos a la cara, el coraje de saber que si somos valientes es porque morimos como vivimos. Como en The Killers, en The Short Happy Life of Francis Macomber Hemingway se acerca de repente a la ambigüedad misteriosa en la perspectiva del juicio moral de Henry James, y se niega a precisar si el disparo de Margot que mata a Francis es un frío asesinato, consciente de que su marido es hombre nuevo y feliz, con una vida por delante. De ahí el sentido del título del cuento, the short happy life, dolorosamente irónico, en la que ella no estará, o si, aterrorizada por el ataque del búfalo dispara para detenerlo como hacen Wilson y Francis.
Tuve noticia tardía, al hilo de los trabajos biográficos de Todd McCarthy sobre Hawks, que culminaron en una monumental biografía que vamos a publicar en Hatari! Books, del interés del cineasta por adaptar este cuento de Hemingway [4], nada raro habida cuenta de la amistad que les unía y de la lucha de Hawks por lograr que el escritor, que despreciaba a Hollywood, escribiera un guion, y que acabó como es sabido por apostar, durante una partida de pesca en Florida, a que podría hacer una buena película de su peor novela. De ahí salió Tener y no tener, en cuyo guion Hawks empleó, perversamente, a Faulkner, cuyas relaciones con Hemingway siempre eran conflictivas. Hawks finalmente no rodó el cuento de Hemingway, como tampoco lo hizo con la novela Fiesta, cuyos derechos acabó vendiendo a Zanuck, que produjo, en mi opinión, una mediocre película dirigida por Henry King.
También tardíamente supe que en los años 40 se había rodado una película dirigida por Zoltan Korda, cuya versión de Las cuatro plumas es estupenda, e interpretada por un intrigante terceto: Gregory Peck, Joan Bennett, posiblemente una de las actrices más sensuales del cine clásico, y Robert Preston. Hasta hace unos diez años largos no conseguí ver, en televisión, Pasión en la selva, que así se estrenó entre nosotros The Macomber Affair (1947). La película no es una obra maestra, pero siempre me interesa verla porque una y otra vez me suscita nuevos descubrimientos, por su rareza, dentro de un esquema clásico de película de safari.
El primero es el desafío que provoca un texto como el de Hemingway, que es de gran precisión, con unos diálogos extraordinarios, muy buenos personajes y estupendos pasajes descriptivos del ambiente del safari y de las peripecias de las cazas del león y del búfalo maravillosamente escritas. La gran virtud de la película es que durante dos tercios es una versión absolutamente fiel al texto de Hemingway. Los sucesivos guionistas que se acercaron al texto, entre otros Casey Robinson [5], uno de los que cocinó Casablanca, comprendieron rápidamente que lo mejor era preservar esa frescura de diálogo y el retrato acuoso y brutal de los Macomber, junto con el del cazador profesional, una suerte de demiurgo, catalizador, en la caza y en la intimidad del campamento, de todo lo que sucede, una especie de guía narrativo en el que se refleja la narración. Esa fidelidad se rompe en la película con un absurdo prólogo en el que, tras el disparo de Margot sobre Francis, se nos muestra el inicio de la encuesta judicial sobre la muerte de aquél y las dudas de Robert Wilson, que oscilan entre la fascinación que siente por la esposa y sus dudas sobre lo que hay tras el disparo, y con un epílogo en el que se narra la solución de la encuesta y se esboza vagamente un futuro para ambos. Esa solución de guion —como decía Hawks, un flashback es siempre el reconocimiento de que tenemos problemas sobre cómo contar una película— desbarata notablemente la tersura del relato de Hemingway, apostando por un romanticismo melodramático que no viene al caso y se distancia del núcleo final de la película, que funciona muy bien.
The Macomber Affair anticipa de alguna manera la noción de peligro, los coches lanzados a la carrera tras los animales y los azares de la caza [6] en Hatari!. Las secuencias de caza son muy efectivas e impactantes, así como el complejo mundo de los cazadores profesionales y sus clientes, especialmente el de sus relaciones con las mujeres, como ocurre en Mogambo y más literariamente en Memorias de África. Korda rueda con soltura y eficiencia artesanal la película y solo cabe reprocharle que no se adentre con más audacia en la puesta en escena en el triángulo de los Macomber y Wilson, y que no haya sido más cruel en el retrato del mundo de los esposos, aunque las dos secuencias nocturnas en la tienda del matrimonio funcionan, por su dominio del tempo y los silencios, con una incomodidad ante lo que vemos muy estimulante. Finalmente me permito anotar que el extraño reparto, Peck como un consumado profesional no ignorante del deseo de Margot Macomber, la insultante personalidad de esta, vía la sutil y sensual actuación de Miss Bennett y la desesperación anodina de Robert Preston en Francis Macomber, convierten la visión de la película en un peregrinaje entre la extrañeza de la encarnación de esos actores en los personajes dibujados con precisión moral por Hemingway y la complicidad de tres actores que han entendido el dilema moral de sus acciones.
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