BLOC CULTURAL,

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domingo, 18 de agosto de 2024

EL SILENCIO POR FAVOR - DESAYUNO -CENA - DOMINGO -LUNES - EL ARBOL DE TU VIDA - Martes - 27 - Agosto - Juan Gómez-Jurado - Que corra el aire ,. / LUNES - 26 - Agosto - Imprescindibles - Muere Silvio Santos, la leyenda de la televisión brasileña ,. / ELLA & - Marta Fernández - La dueña del hotel ,. / EL BAR ESQUINA - REVISTA CAMPO - TAPAS Y BARRAS - UN PAIS PARA COMERSELO - PESADILLA EN LA COCINA -Jueves - 29 - Agosto - Lubina asada con cama de col y alioli ,.

 

 TITULO:  EL SILENCIO POR FAVOR - DESAYUNO -CENA - DOMINGO -LUNES - EL ARBOL DE TU VIDA - MARTES - 27 - Agosto  -  Juan Gómez-Jurado -  Que corra el aire  ,.

EL ARBOL DE TU VIDA - MARTES -  27 - Agosto ,. 

 
 Conducido por Toñi Moreno, el espacio investiga el árbol genealógico de los personajes más queridos de nuestro país. El martes -  27 - Agosto 
, a las 22:30 por antena 3, etc.


 EL SILENCIO POR FAVOR - DESAYUNO - CENA - DOMINGO -  Juan Gómez-Jurado -  Que corra el aire 
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 EL SILENCIO POR FAVOR - DESAYUNO - CENA - DOMINGO -  Juan Gómez-Jurado -  Que corra el aire  , fotos ,.

  Juan Gómez-Jurado -  Que corra el aire ,.

 Juan Gómez-Jurado: «Ser novelista es un trabajo incansable»

 Juan Gómez-Jurado ,.

A la luz de una cerilla a punto de apagarse, Juan Gómez-Jurado (Madrid, 1977) habla desde la penumbra. A tientas, busca dónde dejar los fósforos que se le van consumiendo. El “chiste” es que todo esto está sucediendo en un almacén de libros. Juan no arde, no desvela nunca el truco; hay cosas que suceden “porque sí”. ¿Qué James Bond es menos súper héroe? ¿Es Batman un súper héroe? ¿Y Héroes del Silencio? “Un héroe puede ser cualquiera. Incluso un hombre haciendo algo tan simple y tranquilizador como poner un abrigo alrededor de los hombros de un joven para hacerle saber que el mundo no ha terminado”, le dice Batman al comisario James Gordon en El caballero oscuro. La leyenda renace.

 

( Desayuno )

No revelará Juan Gómez-Jurado su ilusionismo, lo que hay en Todo arde (Ediciones B, 2022), pero admite que hace trampas y que es malísimo jugando al piedra-papel-tijera. “Hago todas las trampas que puedo porque, además, no es lo mismo salir el primero que el segundo o el tercero según el tema que tengas tú”. Primera tirada: piedra y piedra. Tablas. Segunda tirada, el desempate: papel y tijera. Gana el escritor. Su explicación tiene: “Te he ganado pero de casualidad. ¿Sabes que siempre lo mejor, primero, es sacar piedra? Y segundo, lo mejor, es sacar tijera”. Ante un silencio —por parte del entrevistador— que suena “como un signo de interrogación”, Juan desarrolla un poco más su teoría, su respuesta a un por qué: “Por 

 

 

LAS RECETAS DE ALBERTO REINA.....: PINCHOS MORUNOS

( Cena,.)

 

probabilidades. Yo no digo nada, pero eso lo dicen los chinos. ¿Sabes que los chinos y los japoneses hacen concursos nacionales de esto? ¿No lo has visto? Hacen concursos que se retransmiten y es una cosa muy espectacular. Te lo digo porque en Aquí hay dragones nos mandan muchos mensajes avisándonos que ha sido el campeonato de piedra-papel-tijera en Japón”. Quien también hace trampas en la misma disciplina es Javier Cansado. Juan explica que pone el puño de una forma que bien podría ser una garra, un rastrillo o una pistola. “Pero Javi es de Carabanchel, tiene mucha calle y nosotros no. Yo soy un pringao”.

—¿Las buenas ideas son difíciles de llevar a la práctica?

—Claro. Ideas hay muchísimas. ¿Cuántas ideas quieres? 34 te puedo dar ahora mismo.

—Dime una.

—¿Para un cuento corto?

—Sí.

—Pues… Esta es la historia de un ejecutivo que se queda de noche solo en la planta 36 con un terrazo debajo y cuando va a cerrar la ventana se cae y se queda solo durante toda la noche y, entonces, empiezan a pasar cosas a partir de ahí, porque en la planta 36 hay viento y hay mucho aire y estamos en invierno y, de repente, lo que parecía una noche en que queríamos quedarnos a cuadrar las cuentas, se convierte en un survival. Esto acaba de pasar ahora mismo.

—¿Hay zombies?

"Tener una idea es facilísimo. Lo que hay que hacer luego es trabajar y trabajar y trabajar"

—No lo sé. Sé que nuestro protagonista lo va a pasar muy mal y que esto le va a obligar a replantearse cosas sobre su vida y no sé si saldrá del otro lado o no, pero, en cualquier caso, si sale, sé que saldrá transformado. ¿Has visto qué gilipollez? Tener una idea es facilísimo. Lo que hay que hacer luego es trabajar y trabajar y trabajar. Ser novelista es un trabajo incansable de desafío propio y de desafío exterior.

—¿Todos partimos del cuento? ¿Es como nuestra piedra Rosetta?

—No sé si es nuestra piedra Rosetta, pero, desde luego, el corredor que corre el maratón, empieza dando un paseo o aprendiendo a caminar para recorrer los pasos que le separan de su madre, mientras que su padre le está sosteniendo desde el otro sitio. Es la única forma. Y, de la misma manera, el aprender a manejar piezas diminutas de fantasía, va generando lo más importante para un creador, que es el músculo. El otro día, precisamente, hablaba con Dolores Redondo sobre cómo ella había empezado escribiendo cuentos, igual que yo. El proceso de imitación, que es el de cualquier clase de creación, empieza por lo minúsculo y, desde ahí, se aprende para llegar a algo más grande.

—Te cito a Roald Dahl: “Escribir para niños es lo mismo que escribir para adultos, solo que hay que hacerlo mejor”. De Alex Colt dices que es una saga para niños de 9 a 99 años. Un libro para niños lo puede leer un adulto, pero ¿un libro que inicialmente es para adultos lo puede leer un niño?

—Pues ya veremos. Es que depende del niño. No todo el mundo es igual y la única regla, para mí, válida con respecto a lo que puede o debe leer un niño, es: “Tú dale un libro, y a ver qué pasa”. A mí me echaba El Quijote de sus páginas con 14 años, me parecía insoportable, mientras que con 23 era algo que lo único que deseaba era comprenderlo. Con 35, lo que me generaba era una profundísima admiración y, leído este verano, con 44 años era el deseo de ser algún día capaz, que no lo seré jamás, de alcanzar una décima parte de la genialidad que está comprendida en ese libro. Los libros son los que nos juzgan a nosotros, nos enseñan, nos complementan. Nosotros escribimos la otra mitad. Una parte es la que tú estás aportando y la otra parte es la del lector. No es lo mismo que lo lea alguien lleno de experiencias y de conocimiento, de sentido del humor o de sarcasmo, o que lo lea una persona que está empezando con su viaje en la vida o que leas un libro increíblemente angustioso mientras tú estás pasando, a tu vez, una situación increíblemente jodida. Un lector que me escribe, a lo mejor, desde el hospital porque se ha roto una pierna o porque le tienen que hacer un trasplante, y me dice: “Estoy leyendo El paciente y me están pasando estas cosas dentro”. ¿Cómo va a ser esa experiencia la misma que la mía cuando lo escribí? ¿O la de un joven en su casa? No puede ser igual.

—En Todo arde hay bastantes referencias a la Isla del Tesoro. ¿Por qué?

—Porque sí.

—¿Además de porque sí?

—Es que no quiero, en realidad, porque es parte del juego del libro.

—¿Como las referencias a Alejandro Sanz, Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina?

"Un libro es un pacto entre el lector y el escritor en el que se producen una serie de concesiones y de encuentros"

—Es otra parte del juego del libro. Un libro es un pacto entre el lector y el escritor en el que se producen una serie de concesiones y de encuentros. Primero a través del mecanismo común que tenemos, que son las palabras y, después, a través de esas referencias compartidas o no. Cuando tú escribes un libro de entretenimiento, como es el mío, un libro de misterio cuya propuesta literaria termina en la diversión, no hay más que eso; es un libro escrito para ser divertido y para que sea divertido para un chaval de 15 años que no ha escuchado Más (Alejandro Sanz) ni ha escuchado nada de Serrat y para una mujer de 84 años que no va a entender una referencia a Los Vengadores. Y no importa, está bien, porque lo único realmente importante en este pacto que estamos haciendo, es que yo cumpla con mi parte, que es que no puedas dejar de leer, que avances a toda velocidad y que eso mantenga viva en quien abra este libro la llama al deseo de la lectura, del disfrute literario.

—En la página 135, hay una referencia a La chispa adecuada de Héroes del Silencio. Entiendo que de ahí viene el título de Todo arde (“Todo arde si le aplicas la chispa adecuada”).

—Es un chiste que se le ocurrió a los personajes mientras estaban hablando. De hecho, te diré que cuando puse el título al libro, no conocía la canción. Así de sencillo. Es público y notorio mi profundo desconocimiento musical. Un día, cuando estaba escribiendo, Carmen Romero, mi editora, me hizo la broma de Héroes del Silencio y, entonces, lo busqué, me encontré con la canción y, obviamente, cuando pasó, acabó dentro de las páginas del libro.

—Has dicho que empiezas las historias siempre por el final. ¿Empiezas siempre una historia por el final porque teniendo un objetivo es más fácil llegar a él?

"Hay tipos de escritores de muchas clases y yo soy uno que tiene que tener muy claro hacia dónde está yendo"

—Lo hago así porque no sé hacerlo de otra forma. Hay tipos de escritores de muchas clases y yo soy uno que tiene que tener muy claro hacia dónde está yendo. Igual que Margaret Mitchell empezó Lo que el viento se llevó por el último capítulo, el número no lo sé, pero ponte que comenzó por el 45 y luego escribió el 44, después el 43… Me parece que si yo, algún día, intentase hacer eso, acabaría en un psiquiátrico. Me parece imposible, y sin embargo Lo que el viento se llevó está ahí y a mí me parece incomprensible. Cada uno tenemos un método. En mi caso procede de la inseguridad que me producía trabajar de cualquier otra forma.

—Siempre has hablado del llamado “síndrome del impostor”.

—¿Y quién no lo sentiría estando en un situación parecida a la que me encuentro yo, te diría que ahora mismo, pero desde que empecé a escribir? La primera sensación que tú tienes es que eso no le va a interesar a nadie y, con los años y el tiempo, vas descubriendo que en realidad no importa,  porque lo único que importa es que te interese a ti y escribir tú el libro que tú quieres leer. Nada más.

—Pero es complicado.

"Es inevitable que yo sea completamente distinto a cuando empecé"

—En realidad no. Cuando eres lo suficientemente maduro y mayor, es casi un conocimiento que llega solo. Piensas: “A ver, en realidad, ¿por qué hago yo esto?”. Hay una cosa que dice Rodrigo Cortés que, como siempre, tiene razón en todo lo que habla: “Si haces lo que quieren los demás, tus posibilidades de triunfar son cero. Y si haces lo que tú quieres, tus posibilidades de triunfar son también cero; con lo cual, puestos a elegir, vamos a hacer lo que queremos”. Pero eso solo te lo da el tiempo. Llevo 16 años escribiendo y es un viaje. 16 años en los que tienes hijos, se mueren amigos, se mueren padres… Todo ese tipo de cosas van cambiando la persona. Es inevitable que yo sea completamente distinto a cuando empecé.

—¿El protagonista es siempre quien parece serlo? En Todo arde son tres: Aura, Mari Paz y Sere.

—(Risas) Si te respondiese a eso, estaría jugando contra mí mismo, así que vamos a no hacerlo.

—Vamos con otra que sé que no me vas a responder… Se repite el mismo párrafo en Todo arde y en Loba Negra acerca de la comisaria Romero: “Una mujer de mediana edad, vestida de calle. Más fuerte que alta, pelo negro recogido en un moño tan apretado que hace daño al mirarlo. Tiene los ojos oscuros, las pupilas desiguales, como tinta derramada. El rostro severo. Hay una cierta precisión en ella. Cuando adelanta la mano para mostrarle su placa al agente que vigila la escena, lo hace con un gesto breve y rápido, sin malgastar esfuerzo alguno. Como si se reservara para algo que la está esperando”. ¿Estas autoreferencias ayudan a conocer, no los personajes, si no la historia, llevándola al final a una conexión entre este libro con otra serie de tu autoría?

—Sí (risas).

—También se repite otra frase, pero a lo largo de Todo arde: “No estoy loca. Estoy hasta el coño”.  Esto ya no es para entender este libro con los demás, sino para entender la historia. Pero ¿más que la historia, los personajes de la misma?

"Para mi manera de contar las historias, lo más importante es el ritmo"

—Para mi manera de contar las historias, lo más importante es el ritmo. El ritmo lo marcan los personajes, que también son lo más importante. ¿Cómo pueden ser dos cosas lo más importante? Puede ser, porque en la vida hay un montón de cosas contradictorias que son ciertas al mismo tiempo y lo más importante, para entender a los personajes y el ritmo, y es más importante todavía que lo anterior… “No pueden ser tres cosas al mismo tiempo lo más importante, Juan”. Sí, es la música. “Pero tú no tienes ni idea de música, Juan”. Ya. Pero cuando escribo, no soy la misma persona. Conecto con otras cosas que ni siquiera yo entiendo. “No me has aclarado nada de la pregunta que te he hecho”. Ya, soy absolutamente consciente.

—¿Escribes escuchando música o tienes una melodía en la cabeza?

—No. No puedo. Miento. No es verdad. No podría escribir escuchando canciones, porque entonces habría palabras, pero algo de música en algunas ocasiones sí que lo he hecho. Pero he de reconocer que cada vez menos. En este libro no ha pasado. Lo que me pongo es sonidos de tormenta.

—¿Sonidos de tormenta?

—Sí, porque me hace ruido blanco y se me desconecta del todo la cabeza y empiezo a pensar menos. La respuesta es: en algunas ocasiones puse música, pero en esta ocasión sonidos de tormenta. Tengo una aplicación en el móvil que se llama Portal. Ahora tú imagínate que está sonando una tormenta muy espectacular. Normalmente yo lo hago con cascos. Todo lo demás desaparece.

—¿Cómo se desarrolló el universo Reina roja en tu cabeza?

—¿Cómo creciste tú en tu casa cuando eras pequeño?

—Soy hijo único y crecí jugando solo.

—Bueno, pero me has contado el entorno, no me has contado cómo creciste porque eres incapaz de contarme cómo cada proteína que ibas consumiendo se iba transformando en células que, además, iban produciendo diferentes resultados: glóbulos rojos, glóbulos blancos, calcio… El tuétano de los huesos, cómo se iba separando, cómo…

—No era consciente de eso.

"Soy un completo ignorante de cómo suceden los libros"

—Pues eso. Ni tú ni nadie. Cada vez que algo pasa, luego intentamos racionalizarlo y no se puede. Yo no tengo ni puta idea de cómo hago las cosas, de verdad te lo digo. No lo sé. Soy un completo ignorante de cómo suceden los libros. Sé que me encierro con un montón de ideas que he ido recopilando en mi cabeza y de estructuras que he ido generando a lo largo de los meses y, al otro lado, de un proceso muy largo y muy desagradable para mí y para los que me rodean, sale un libro completo.

—¿Te tienes que sentir identificado con alguno de los personajes de Todo arde? Hay tres personas que lo tenían todo y en un segundo lo pierden, están marginadas por la sociedad, como los dos legionarios.

—Es que, en general, nuestros protagonistas y los secundarios, lo que comparten es una profunda humanidad, los buenos y los malos. Si te paras a analizar a todos los personajes de la historia, algunos de ellos llegan a ser hasta encantadores. Tú piensas en Culo de Vaso, en Ponzano, en los vigilantes, en los policías que detienen a Aura en el segundo capítulo… Son amabilísimos con ella, se preocupan porque vaya cómoda, no son condescendientes ni prepotentes, ni hacen abuso de autoridad… y se la están llevando y son los antagonistas en esa escena y son encantadores, son reales. Y eso es lo que yo creo que comparten todos los personajes de este libro. No hay caricaturas, hay personas con objetivos distintos, en algunos casos muy extremos, y eso es lo divertido también. Es un reto que me he puesto yo a mí mismo esta vez pero tampoco quiero ahondar en ello porque entonces sí que desvelo los trucos que no quiero desvelar. Además, nadie me hace preguntas tan difíciles como tú. Esto, en la próxima, no va a suceder.

—Supongo…

—Porque es imposible profundizar como vas a profundizar tú, por otro lado.

—Hay una frase, en la 107, que dice “Los libros buenos son un pasaporte sin caducidad”. ¿Un libro bueno es un manual imperfecto de empatía?

"Cuando tú ves un documental sobre gacelas, vas con las gacelas. Cuando tú ves un documental sobre leones, vas con los leones"

—Y yo qué sé. No tengo ni idea. Me haces reflexionar sobre algo o me haces darte una respuesta sobre algo que no he pensado nunca y me resisto a hacerlo. Creo que es una pregunta sobre la que me convendría irme a casa y reflexionar. Te puedo hablar de mi propia empatía. Y en mi caso sí que lo es, como mínimo, a la hora de crearlo porque yo tengo que querer mucho a todos mis personajes. Incluso los que cometen atrocidades. Tengo que sentirme como se sienten ellos, pero no termina ahí la cosa. También tengo que ser capaz de hacer que mis lectores aprendan cómo sentirse. Cuando tú ves un documental sobre gacelas, vas con las gacelas. Cuando tú ves un documental sobre leones, vas con los leones. Porque vas a ver lo difícil que es para un león sobrevivir en la sabana con muy poca comida y cómo las leonas tienen que juntarse cuatro, y a lo mejor una se lleva una cornada que la deja medio muerta. Cuando ves un documental de gacelas, los leones son el enemigo y entonces tú ves cómo corren para intentar que no les cojan pero, antes o después, hay alguna a la que cogen. Esa magia tiene que estar siempre en la creación.

—¿Por qué somos animales simbólicos?

—¿Quién ha dicho que somos animales simbólicos?

—La página 130.

—¿Ah, sí? Pues no me acordaba. Aura entiende muy bien el poder de las historias. Entiende muy bien que la humanidad —y no hablo del conjunto de los seres humanos que forman la humanidad, sino la humanidad como cualidad y característica, la humanidad como característica— requiere de las historias para manifestarse. Hay muchos animales capaces de desarrollar compasión hacia otros: en los simios puedes encontrarla. Pero no vas a encontrar unas historias compartidas en una colonia de bonobos. Eso no va a pasar. Las historias compartidas, los mitos compartidos, su progresión y su acumulación son lo que nos ha convertido en humanos y lo que nos han llevado hasta aquí.

—Una amistad fuerte, forjada en mil batallas, ¿puede hacer arder el mundo?

—Pues ha pasado. Ha pasado alguna vez. Mira Aquiles y Patroclo. Cuando Aquiles perdió a Patroclo, Troya no acabó precisamente bien. Mira a Alejandro… La historia nos enseña que la geopolítica, las fechas, los resultados, no son un conjunto de números sino el resultado de trillones de interacciones generadas por seres humanos.

—¿Salvarlo todo puede significar destruirlo todo?

—Para mí no, pero, a lo mejor, para alguno de mis personajes podría llegar a pasar. No lo sé. En este libro yo no creo que pase.

—Veo que Aura, para intentar salvarse, casi destruye su mundo.

"No comenzar la revolución con soflamas o pegando gritos o poniendo tuits, sino haciendo algo. Haciendo cosas"

—Aura huye hacia delante clarísimamente porque se ha cometido una injusticia tan grande con ella que no puede soportar esa injusticia. Es una persona que ve claramente la distancia entre cómo debería ser el mundo y cómo es y entonces hace algo con lo que muchos de nosotros solo nos atrevemos a soñar, que es: hacer algo al respecto. No comenzar la revolución con soflamas o pegando gritos o poniendo tuits, sino haciendo algo. Haciendo cosas. De ahí que me acuerde mucho de la aceptación de Rodrigo de uno de los premios que le dieron recientemente por El amor en su lugar: “Muchas gracias a los que hacen cosas”. Yo diría que, claramente, Aura es una persona que hace cosas.

—¿Todas las preguntas exigen siempre una respuesta?

—Por exigir, sí. Otra cosa es que se la merezcan.

—¿Me he merecido alguna respuesta?

—No, ninguna. Es broma. ¿Que si tú te has merecido alguna respuesta? Tú te has merecido muchísimas respuestas. Fíjate todas las que hay aquí arriba.

 

 TITULO:  Lunes - 26 - Agosto  - Imprescindibles -  Muere Silvio Santos, la leyenda de la televisión brasileña ,.


LUNES - 26 - Agosto  - Imprescindibles  -  ,.

Imprescindibles, serie de documentales sobre los personajes más destacados de la cultura española del siglo XX cada semana en La 2, el lunes - 26 - Agosto
 , a las 21:00 ,foto ,.
 
 Muere Silvio Santos, la leyenda de la televisión brasileña,.

Una neumonía derivaba de una gripe que cogió hace unas semanas ha sido la causa de su muerte,.

FILE - Brazilian TV mogul Silvio Santos waves from outside his home in Sao Paulo, Brazil on Thursday Aug. 30, 2001. (AP Photo/Dario Lopez-Mills) 
Silvio-Santos,.

Brasil llora la pérdida de Silvio Santos, una de las personalidades más aclamadas de la televisión carioca y dueña de un grupo de televisión que llevaba su nombre. Los canales de su propiedad anunciaron su muerte a los 93 años en la ciudad de Sao Paulo por culpa de una neumonía derivada de una gripe que contrajo semanas atrás y que han resultado ser mortales para una de las mayores leyendas de la pequeña pantalla brasileña, que falleció en el hospital Albert Einstein.

El hombre de la televisión brasileña

Nacido como Senor Abravanel el 12 de diciembre de 1930 en Río de Janeiro, Santos es un ícono de la televisión brasileña. Hijo de inmigrantes judíos sefarditas greco-turcos, comenzó su carrera en la radio en la década de 1940, pero alcanzó la fama en la televisión en 1961 con su primer programa, "Vamos brincar de forca". Este programa evolucionó hasta convertirse en el "Programa Silvio Santos", que ha permanecido en el aire durante décadas y es reconocido por el Guinness como el más longevo en la historia de la televisión. Su estilo carismático y desenfadado lo convirtió en una figura controvertida, especialmente por comentarios polémicos. Además de su carrera en televisión, Santos es un exitoso empresario que fundó el canal SBT y un imperio mediático en Brasil. En 1989 intentó postularse para la presidencia de Brasil, pero su candidatura fue anulada por problemas legales.

"Vivió 93 años para llevar felicidad y amor a los brasileños. La familia está muy agradecida por los más de 65 años de convivencia", han sido las palabras en redes sociales del grupo SBT, que ahora preside la hija de Silvio Santos Daniela Beyruti, para despedirse del magnate comunicativo brasileño que será recordado por todos los brasileños por su mítica frase "¿Quién quiere dinero?", que lo gritaba fervientemente en mitad de su programa, mientras repartía billetes trasformados en aviones de papel. Su eterna sonrisa será recordada para siempre en Brasil y personalidades del mundo de la cultura y política carioca no han dudado en dejar mensajes de condolencias para la familia de Silvio Santos. Descanse en paz.

 

TITULO:   ELLA & -  Marta Fernández  - La dueña del hotel ,.

 Marta Fernández  - La dueña del hotel ,.

 Marta Fernández: «Subestimar a los espectadores significa insultar su inteligencia»

 fotos / Marta Fernández,.

La mentira es como el fuego en un incendio; es un ser vivo que respira, come y odia y no sigue las leyes de la física, como explica Robert de Niro en Llamaradas. El fuego, igual que la mentira, es un “animal” y, para vencerlo, hay que pensar como él. Robert Feldman, profesor de Psicología y Ciencias del Cerebro de la Universidad de Massachusetts, descubrió que la mayoría de las personas mienten unas tres veces en una conversación de diez minutos con un desconocido. Y en menos de tres minutos, las llamas son capaces de destruir una habitación de diez metros cuadrados. “La mentira es tan antigua como nosotros mismos”, escribe Marta Fernández (Madrid, 1973) para abrir La mentira (Harper Collins, 2022), una “colección” de capítulos protagonizados por históricos profesionales del embuste y sus respectivos engañados. Fernández prosigue: “Está en el corazón de eso que llamamos humanidad. Estaba ya presente en los primeros relatos. Aquellos de los cazadores remotamente humanos que narraban sus hazañas frente a animales desproporcionados, que por entonces ni siquiera tenían el nombre de mamuts. No nos cuesta imaginarlos sentados alrededor del fuego”.

En el 1912, el bar del hotel The Westin Palace, un lunes al medio día es un jueves por la noche. Están los que hacen una videollamada con el portátil, otros que andan firmando papeles, y están los que esperan y desesperan. Sobre la moqueta, conversaciones cruzadas. Y sabiendo lo que el profesor Feldman enseña, se podía echar la cuenta de cuánto ha mentido cada interlocutor a lo largo del tiempo que lleva reunido. De hecho, si la duración de la siguiente entrevista con Marta Fernández en el bar 1912 fue de 35 minutos, la periodista y escritora —siguiendo la teoría de Robert Feldman— ha podido mentir aproximadamente nueve veces y media a lo largo de esta conversación. Nadie conoce al “animal” como Marta.

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—¿Qué sería del periodismo sin la mentira?

"El periodismo no sería posible sin la mentira. En el buen y en el mal sentido"

—El periodismo no sería posible sin la mentira. En el buen y en el mal sentido. En el bueno porque se supone que los periodistas estamos ahí para encontrar la verdad y para deshacernos de las mentiras, pero, por otra parte, porque la mentira ha construido grandes historias periodísticas. De hecho, en el libro hay una gran historia periodística alrededor de los diarios de Hitler que es el mejor ejemplo de “no dejes que la realidad te estropee una buena noticia”. Hombre, si somos bien pensados, nuestra finalidad en este mundo es encontrar la verdad, lo que pasa es que como somos seres imperfectos, no sólo mezquinos, en algunas ocasiones encontrar la verdad no es fácil y, a veces, la mentira es tan atrayente que nos seduce más que la verdad.

—Recuerdo una entrevista de Pedro Piqueras en la que decía que había gente que daba por hecho que la verdad no importaba. ¿Por qué crees que hay gente que piensa que la verdad no importa?

—Es llamativo porque, escribiendo este libro, he leído bastantes documentos acerca de cómo era la verdad en los periódicos del siglo XIX y por qué se podían producir aquellos grandes bulos y, por qué, en los periódicos, se podían dar aquellas mezclas de noticias con novelas seriadas o con ficciones y la base de eso es que la verdad no importaba. La prensa de a penique tiene su gran boom en aquella época porque la sociedad está más alfabetizada y comienza a leer, los periódicos lo que le daban importancia era al entretenimiento de los ciudadanos y lo que me llama la atención de todo esto es que creo que tanto tiempo después, muchos medios de comunicación han dejado de sacralizar la verdad, precisamente, para buscar el entretenimiento, como hacían los periódicos de a penique de aquella época. La diferencia es que los periódicos de a penique decían que no sacralizaban la verdad y que lo que vendían era el entretenimiento para aquellas personas que estaban buscándolo, en ese nuevo gozo de la lectura que acababan de adquirir y que ahora hay muchos medios que no lo hacen y que venden entretenimiento por otra causa y lo visten de verdad. El problema está en vestir de verdad algo que no lo es. Hay muchos medios que piensan que la verdad no importa pero es que realmente, si lo pensamos, creo que todos caemos en eso de que la verdad no importa. Basta con abrir Instagram para darnos cuenta de que la verdad no importa y que a nadie le importa la verdad. Lo que importa es el filtro y cómo luce esa realidad manipulada que nosotros mismos vendemos.

—Como le dicen a P.T. Barnum, y cuentas en La mentira, “nada ayuda más a un hombre del espectáculo que la tinta y la imprenta”.

—Totalmente. Es que Barnum es un personaje que ha configurado el presente tal y como lo conocemos. No sólo porque él es el inventor del showbusiness tal y como lo conocemos y del entretenimiento, sino porque creo que también es el inventor del marketing. Barnum en aquellos primeros años, en las primeras décadas del siglo XIX, la tinta, la imprenta y vender tus noticias en la prensa sin que se sepa que eres tú el que lo está vendiendo, es importante para el éxito. Además del marketing, inventó la filtración interesada a los medios de comunicación. Después de eso ya nos hemos sofisticado mucho más.

—¿Queremos saber la verdad?

"Desde pequeños vivimos en una paradoja; nuestros padres nos dicen que no se puede mentir pero nos están llenando el mundo de mentiras"

—Yo creo que no queremos saber la verdad. Lo que pasa es que la educación que nos han dado desde pequeños nos lleva a creer que queremos saber la verdad y nos lleva a sacralizar la verdad y nos lleva a bendecir la verdad sobre todas las cosas. Pero es muy curioso porque ya desde pequeños vivimos en una paradoja; nuestros padres nos dicen que no se puede mentir pero nos están llenando el mundo de mentiras: mentiras sobre las hadas, sobre los Ratoncitos Pérez o nos hacen mentir, por ejemplo, al besar a esa tía que todos sabemos que es una pesada.

—Pero los niños no tienen filtro…

—No tienen filtro y terminan diciendo la verdad. Hay un momento de la infancia en que te llevas una bronca por haber dicho la verdad, por haberle dicho a tu tía que es una pesada y que no quieres darle un beso cuando sabes que eso es lo que dicen tus padres en casa todo el rato.

—Robert Feldman, profesor de psicología en la Universidad de Massachussets, descubrió que la mayoría de las personas mienten al menos tres veces en una conversación de diez minutos con un desconocido.

"Los que mienten tres veces en diez minutos son los normales, luego están ya los mentirosos muy virtuosos del asunto que pueden llegar a mentir diez o quince veces"

—Esto es fascinante porque lo hacemos sin darnos cuenta y lo hacemos por agradar al otro. Los que mienten tres veces en diez minutos son los normales, luego están ya los mentirosos muy virtuosos del asunto que pueden llegar a mentir diez o quince veces. Lo que descubre Robert Feldman es que lo hacemos sin que la otra persona nos interese. No es que lo hagamos porque queremos conseguir un trabajo o para que la otra persona se enamore de nosotros o porque queremos venderle algo, lo hacemos naturalmente. Y si lo pensamos, todos lo hemos hecho en alguna ocasión. Lo hacemos todos y, si recapacitamos, lo hacemos con personas que no nos importan y con las que no nos vamos a volver a encontrar nunca.

—¿Todo esto por supervivencia?

—Es un gran mecanismo social la mentira. Sin la mentira, la sociedad no existiría, y no sólo no existiría, sino que yo creo que sería bastante peor. Un día, con [Juan Luis] Arsuaga, hablábamos de esto y yo le preguntaba cuando estaba escribiendo el libro y él me decía: “Hay un giro que todavía es mucho más interesante y es que hay otros animales y algunos de nuestros antepasados antes del Sapiens que ya mentían, pero nosotros hacemos algo que ellos no hacían y es mentirnos a nosotros mismos”. Y nos mentimos a nosotros mismos por dos razones: la principal es la esperanza, que es una forma de mentira, de que todo va a ir a mejor. Cuando nos levantamos a las seis de la mañana y tenemos un lunes horrible por delante, lo que pensamos es: “¡Qué día más bueno va a ser! Ya verás, no te va a costar levantarte de la cama”. Y si no, probablemente, no nos levantaríamos. Pero también lo hacemos por otra causa, porque si nos mentimos bien a nosotros mismos, somos más capaces de mentir a los otros con credibilidad, con aplomo y con seguridad.

—¿Por lo tanto, la religión es una forma de mentira?

"El amor es una forma de mentira que hace que la vida sea más llevadera y tenga más esperanza "

—Esto me recuerda a lo de San Manuel Bueno, mártir [de Miguel de Unamuno], que sufría este dolor de tener una duda sobre la fe. Leyéndolo, lo que te planteas es que es mucho mejor creer en una salvación y mucho mejor creer en un paraíso y esto hace que la vida sea mucho menos dolorosa. Efectivamente, en la religión como en cualquier otro tipo de fe, esa mentira o esa ilusión o ese matrix, hace que la vida sea más llevadera, pero hablamos de religión y hablamos de tantas otras cosas en las que creemos diariamente. El amor es una forma de mentira que hace que la vida sea más llevadera y tenga más esperanza y nos acercamos a ella como si de verdad existiera, cuando somos nosotros, muchas veces, los que ponemos los dones a la otra persona.

—¿Porque queremos que nos mientan?

—Por supuesto que queremos que nos mientan. Es como lo de Johnny Guitar: “Dime que me has esperado todos estos años, dime que te habrías muerto si yo no hubiera vuelto”. Pues claro que queremos que nos mientan y reclamamos que nos mientan y que nos escondan la verdad, pero luego nos enfadamos muchísimo cuando nos esconden esas otras verdades que pueden ser dolorosas.

—¿Somos mentirosos selectivos?

"Tendemos a creernos casi todo. Hay razones psicológicas, como el sesgo de confirmación"

—Lo somos y somos crédulos menos selectivos. Tendemos a creernos casi todo. Hay razones psicológicas, como el sesgo de confirmación. Si no nos creyéramos las cosas no podríamos salir de casa, básicamente. Pero hay cierto placer en la credulidad. En creer esas historias que te cuentan que son absolutamente asombrosas y que normalmente están mejor hiladas, mejor contadas y mejor dispuestas que las de verdad. Pero sí, somos mentirosos selectivos y también somos mentirosos inconscientes muchas veces. No somos como ese personaje del libro que dice “nunca mentimos por equivocación”. No muchas veces mentimos por equivocación.

—¿Eres crédula? ¿Escéptica?

—Yo creo que soy bastante escéptica, por eso me fascinan tanto los impostores, porque retan mi escepticismo natural. Eso ha sido un obstáculo para escribir este libro porque cuando buscaba alguna de las historias decía: “no, esto no pudo pasar”. No puede ser, por ejemplo, en el caso de Barnum, que el periodista que escribió el famoso bulo de la Luna estuviera infiltrado como ayudante del cirujano que hacía la autopsia de Joice Heth. Esto me obligaba a buscar otras fuentes, lo que pasa es que probablemente soy menos escéptica de lo que creo. Tiendo a poner en cuarentena las cosas que me dicen, las cosas que veo o las noticias que aparecen y tiendo a intentar reafirmarlas. Puede ser una deformación periodística, pero creo que lo he tenido desde niña.

—¿Por qué vivir en la realidad cuando podemos vivir en una ficción, como dices en tu anterior libro No te enamores de cobardes?

—Muchas veces, vivir en una ficción es mucho mejor, por eso nos gusta la literatura. Por eso nos gusta el cine, por eso nos gustan los musicales y no nos sorprende que, de repente, los personajes se pongan a cantar en medio de una calle y nos parece tan normal, porque aceptamos la convención o por eso nos sigue gustando un drama griego clásico y no nos importaría verlo representado con coturnos, por eso nos gustan los mitos y por eso los mitos son tan duraderos en toda la humanidad, porque las ficciones son, a veces, mucho mejor que la realidad y por eso nos gusta escribir también, porque así podemos moldear la realidad como nosotros queremos y poner las dosis de realidad juntas. Yendo más allá, ¿quién nos dice que vivimos en la realidad? A lo mejor vivimos en la ficción y no nos estamos dando cuenta.

—Me fascina el capítulo de Orson Welles y La guerra de los mundos. No por la historia en sí, sino por lo que cuentas tú, porque en realidad lo escucharon cuatro gatos, aunque parece que lo escuchó todo Estados Unidos…

"Nos gusta creer, por eso caemos en una mentira y por eso los reality shows durante determinado tiempo tuvieron tanto predicamento"

—La historia que nos han contado sobre La guerra de los mundos y la historia que pervivió después de aquella legendaria retransmisión fue que todo Estados Unidos entró en pánico y esto es lo que yo había creído durante muchísimo tiempo, que la pregunta en los últimos años treinta y cuarenta era “¿dónde estabas el día que en la radio ponían La guerra de los mundos?”. Pero resulta que estudios posteriores, estudios muy exhaustivos, recogen que en aquella época, a finales de los años treinta, se estaba produciendo una guerra de poder entre la radio, que era un medio emergente, gratuito, y se supone que para las grandes masas de oyentes, para las grandes masas ciudadanas y la prensa tradicional, que era más elitista, y para gente con más cultura y demás. Entonces, la prensa aprovechó la retransmisión para contar que, claro, como la gente que escuchaba la radio era tan inculta, habían escuchado la historia y se habían creído que aquello era verdad y se habían lanzado a la calle aterrorizados. Lo que sucedió es que hubo escenas de pánico y hubo gente que se lo creyó, pero el programa de Orson Welles, lo escuchaba alrededor de un tres por ciento, porque la gente escuchaba a un ventrílocuo por la radio.

—¿Cómo es posible que tanta gente caiga en una mentira?

—Es posible porque, a veces, queremos creer. Es como la cita que aparece al principio del libro: “el mundo quiere ser engañado, luego engañémosle”. Nos gusta creer, por eso caemos en una mentira y por eso los reality shows durante determinado tiempo tuvieron tanto predicamento. Por ejemplo, en la televisión, todo el mundo sabía que eso es mentira y que lo que allí sucedía estaba mediatizado por unas cámaras y por unos personajes que van. Por eso a la gente le gustan las revistas del corazón, porque sabe que todo ese lujo es mentira, pero las sigue comprando.

—Estaba pensando en un caso un poco vulgar pero muy típico, que es el tema de Ricky Martin, la niña, el perro y el tarro de mermelada en Sorpresa ¡Sorpresa! No existía internet y todo el mundo conocía a un primo que tenía la cinta grabada pero ni Dios vio el vídeo.

—El momento no existe pero da igual. Todo el mundo creía y todo el mundo además conocía a alguien que, efectivamente, lo había grabado. Es un ejemplo de cómo la viralidad tampoco es un asunto de nuestros días; existe previamente a internet. Es lo que antes se llamaba una leyenda urbana.

—Hay una frase de Thomas Pynchon en El arcoiris de la gravedad que dice: “Si ellos logran que hagas las preguntas equivocadas, no tienen que preocuparse por las respuestas”.

"Todos empezamos a preguntar sobre el despido en diferido y el asunto no era ése, sino si Bárcenas había seguido colaborando"

—Efectivamente. ¡Qué gracia! En todas las entradillas que hacía en Las mañanas de Cuatro, iba un título o una frase de una novela de Thomas Pynchon, pero por supuesto nadie se dio cuenta, y la última frase que usé para despedir el programa, que era mi despedida ya para siempre de ese programa, era ésta. Y es verdad, claro. Y deberíamos aplicárnoslas los periodistas porque si hacemos las preguntas que no son las adecuadas y no ponemos el foco en lo adecuado y no ponemos en marcha nuestro escepticismo y nuestra incredulidad, entonces las respuestas dan igual y los periodistas muchas veces pecamos de esto. Estoy acordándome de la mítica rueda de prensa de María Dolores de Cospedal sobre el despido en diferido de Luis Bárcenas. Todos empezamos a preguntar sobre el despido en diferido y el asunto no era ése, sino si Bárcenas había seguido colaborando, trabajando con despacho y con entrada al parking de la sede del P.P. en la calle Génova. Y dejamos de preguntárselo. Y sólo preguntábamos por el galimatías de la rueda de prensa de Cospedal y por el despido en diferido de Bárcenas porque nos hacía muchísima gracia y es un ejemplo perfecto de que no estábamos haciendo las preguntas adecuadas.

—¿Te desilusionaste de la tele?

—No sé si me desilusioné yo de la tele o ella se desilusionó de mí, pero en el caso, se nos rompió el amor de tanto usarlo.

—¿Cuántos años llevabas?

—23 años. Un amor muy largo, bastante duradero. En más de dos décadas que estuve en la televisión, la televisión cambió bastante y, yo que soy un poco Diógenes para los papeles, los cuadernos y demás, siempre apuntaba los temas de las reuniones de redacción en libretas y las guardaba (no preguntes por qué). Si comparas las libretas de los últimos años en los que estuve en la tele con las primeras, te recorre un escalofrío en la espalda, porque en mis primeros años en la tele, cuando empecé a hacer información generalista —empecé haciendo deportes y luego cultura o al revés—, no tenía nada que ver. Un tema que era de apertura en el año 98 o 99 era un tema que en el año 2016 tenías que justificar por qué tenía que ir en un informativo, y era muy agotador, porque el problema es que los informativos en televisión, y probablemente no solo los informativos, fueron subestimando al espectador cada vez y, entonces, en vez de hacer un trabajo para hacer la información complicada interesante, que creo que es lo que tenemos que hacer los periodistas todo el rato, fueron haciendo informativos de gatitos y de YouTube y de noticias que no eran noticias. Subestimar a los espectadores significa insultar su inteligencia y terminan abandonando la televisión, que es lo que está ocurriendo; cada vez menos gente ve la televisión o se informa por la televisión. Hacer un informativo no es hacer un informativo de vídeos de YouTube, esos ya los verán en sus redes sociales o en base a lo que es trending topic en Twitter.

—¿Cómo ves los informativos ahora?

—Cuando veo los informativos, los veo gritando porque quiero cambiar la escaleta o contar otras cosas. Como soy muy snob veo la CNN o la BBC. Me parece mucho más divertido. Y así vivo en esa mentira de que estoy en un país anglosajón y no en el país que vivo.

—Te autoengañas.

—Me autoengaño, veo la NPR, escucho la CNN… Pretendo que vivo en Nueva York cuando realmente vivo en Madrid. Venimos a un bar inglés… ¿ves?

—¿Por qué no vivir en Nueva York?

—Porque no es un asunto fácil.

—Entiendo que te lo has planteado.

—Sí, sí. Pero nunca he sido capaz.

—¿Los telediarios de ahora, desde el punto de vista del espectador, nos hacen dudar más?

"No recuerdo quién dijo una vez que la mejor excusa, la que mejor funciona, es la más abigarrada y la menos esperada"

—No lo sé, porque ahí se produce una paradoja, como lo de los políticos. La gente dice: “Bueno, es que yo lo veo en el telediario y no me lo creo”, pero luego salen con las noticias de grandes lluvias o de grandes nevadas: “No se recuerda una lluvia como ésta desde que hay registros”. ¡Dios mío, no se recuerda ninguna lluvia como ésta desde que hay registros! Nos lo creemos a pies juntillas y nos cuentan cosas que nos seguimos creyendo. Incluso cuando sabemos que están estirando la información para que sigamos pendientes. Creo que hay una parte racional de nosotros que se da cuenta de que están estirando esa información y que no es posible que esa información sea así y que hay un cierto tipo de maquillaje sobre esa información, pero nos lo seguimos creyendo porque nos gusta creérnoslo.

—En cierta cabecera de prensa escrita te dijeron que los periodistas de tele no sois periodistas.

—Pensé: “pues seremos ranas, a ver si alguien nos da un beso y nos convertimos en periodistas legitimados”.

—El otro día escuché a alguien decir que una excusa se parece mucho a una mentira. ¿Por qué?

—Sí, porque una excusa —primero— tiene que estar bien construida. Y, segundo, no suele ser verdad. Es otra de esas mentiras, las hay muy banales que usamos todos los días: “Perdona, he llegado tarde porque había un atasco”. Has venido andando, cariño, te da igual que hubiera un atasco. No recuerdo quién dijo una vez que la mejor excusa, la que mejor funciona, es la más abigarrada y la menos esperada, como “perdona, he llegado tarde pero es que he venido andando y había un enjambre de abejas en la Plaza Mayor y, no sé, debía de haber una feria de apicultores o algo y se ha llenado la Plaza Mayor de abejas y no he podido llegar a tiempo a la entrevista”. El otro diría: “¡Madre mía! ¿Qué ha sucedido?”. Y entonces tú ya se lo adornas: “Bueno, bueno, pues te lo voy a contar…”. Y el otro ya se queda contento con el enjambre de abejas. Se lo cuenta otra persona y termina siendo como lo de Ricky Martin.

—¿Cuál ha sido tu mayor mentira?

—Alguna que te he dicho en esta entrevista, probablemente (risas).

—¿En serio?

—A lo mejor.

—No puedes mentir, eres periodista.

—No puedo mentir, soy periodista (risas). Como esto que decía Mark Twain y lo de que George Washington nunca mentía. Twain contaba: “Yo soy superior a George Washington porque yo sí puedo mentir y aún así digo la verdad”.

—¿Sin aviso no hay engaño?

—Yo creo que hay engaño siempre y que, incluso, cuando estamos avisados del engaño, preferimos quedarnos con el engaño y además creo que hay un mecanismo bastante sofisticado en el engaño, en el que avisas que vas a engañar; tienes al engañado en aviso y aún así, cae. Que en el fondo es lo que hacen los magos: sabemos que nos van a hacer un truco, miramos dónde está el truco y aún así terminamos cayendo en el truco porque si el engaño es bueno, no hay aviso que lo desactive.

 

TITULO: EL BAR ESQUINA - REVISTA CAMPO - TAPAS Y BARRAS - UN PAIS PARA COMERSELO - PESADILLA EN LA COCINA - Jueves -  29 - Agosto - Lubina asada con cama de col y alioli ,.


Jueves  - 29 - Agosto  - Pesadilla en la Cocina es un programa de televisión español de telerrealidad culinaria, presentado por el chef Alberto Chicote, emitido habitualmente los jueves a las 22:30 en La Sexta. Nuevas broncas, enfrentamientos y arcadas; Alberto Chicote regresará con nueva temporada de Pesadilla en la cocina. Tras una temporada de descanso, Pesadilla en la cocina vuelve Alberto Chicote con las pilas bien cargadas. El chef de laSexta intentará reflotar nuevos restaurantes y se enfrentará a nuevos retos, etc.

EL BAR ESQUINA -  REVISTA CAMPO - TAPAS Y BARRAS - UN PAIS PARA COMERSELO - Lubina asada con cama de col y alioli ,.

EL BAR ESQUINA -  REVISTA CAMPO - TAPAS Y BARRAS - UN PAIS PARA COMERSELO - Lubina asada con cama de col y alioli  , fotos,.

 

 Lubina asada con cama de col y alioli ,.

 

 alternative text

Ingredientes:

  • 1 bogavante vivo (de 1,2 kg aproximadamente)
  • 1 kg de cabezas de gambas crudas
  • 2 dientes de ajo pelados
  • 1 puñado de hojas de perejil,.
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  • 1 vaso de vino blanco
  • 1 pizca de armañac
  • 1 pizca de tomate concentrado
  • 1 pizca de azafrán en hebras
  • Agua,.
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  • 1 cebolleta mediana picada
  • 3 chalotas picadas
  • 5 dientes de ajo picados
  • 2 cucharadas de pulpa de choricero
  • 1 pizca de pimentón de la Vera
  • 6 cucharadas de salsa de tomate
  • 400 g de arroz de grano redondo
  • Aceite de oliva virgen extra y perejil picado,.
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Paso a paso: Obtén la pulpa cociendo las patatas con piel en agua con sal hasta que, al pincharlas, el filo entre con facilidad. Déjalas enfriar escurridas. Pélalas y pásalas por un pasapurés hasta tener 200 g de pulpa en un bol. Riégala con el AOVE y, en un cazo aparte, hierve la leche e incorpórala a la mezcla, integrando el puré. Cuece la coliflor en agua con sal. Ya bien hecha, escúrrela y, aún caliente, ponla en una batidora americana, a máxima potencia, mientras añades la mantequilla de a poco. Rectifica la sal y reserva. Corta la berza en tiras finas y cuécela en agua con sal 20 minutos. Ya bien hecha, escúrrela y mézclala con los purés. Rectifica de sal. Junta en la túrmix las yemas y el ajo y ve emulsionando todo según agregas el AOVE en hilo fino. Una vez bien ligado, rectifica de sal y añade una pizca de nata para dar más untuosidad y estirar la salsa. Remata con el cebollino picado. En una sartén con una pizca de aceite dora los lomos sazonados de lubina.

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