BLOC CULTURAL,

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domingo, 9 de agosto de 2015

El polígrafo de la historia,./ ¡Adiós a los atascos! La solución: el coche volador,./ EN PRIMER PLANO -Un plan perfecto,.

TÍTULO: El polígrafo de la historia,.

Nicolás MaquiaveloLas frases que nadie dijo y todos repiten


Tras la caída del Muro de Berlín el 10 de noviembre de 1989, algunos políticos pensaron que la unificación de Alemania volvía a resucitar el fantasma de la Segunda Guerra Mundial. Otros temieron que iba a costarle mucho dinero a la Unión Europea. En aquellos momentos de incertidumbre prosperó una irónica frase que decía: «Me gusta tanto Alemania que prefiero que haya dos». La sentencia ha sido atribuida al presidente francés Françoise Mitterrand, al siete veces primer ministro italiano Giulio Andreotti y al premio Nobel francés Françoise Mauriac, que falleció años antes de la desaparición de la República Democrática Alemana.
A estas citas de múltiple paternidad se añaden otras que nunca fueron dichas por sus supuestos autores. Entre ellas, figura una muy famosa que se adjudica a Maquiavelo: «El fin justifica los medios». Lo que realmente escribió el filósofo y diplomático florentino en su obra 'El príncipe' fue lo siguiente: «Si el monarca lleva cuidado de conservar el Estado, los medios serán siempre estimados, honorables y aplaudidos por todo el mundo». 
En 1633, la Inquisición acusó a Galileo Galilei de defender la teoría copernicana de que la Tierra era la que se movía alrededor del Sol. Y siempre se afirmó que tras oír su condena Galileo murmuró: «¡Eppur si muove!» ('Y, sin embargo, se mueve'). Lo cierto es que un comentario como ese, aun cuando fuese un murmullo apenas audible, le habría costado la cabeza al matemático florentino.
Tampoco es de Voltaire una sentencia que siempre se le atribuye: «No estoy de acuerdo con lo que decís, pero defenderé hasta la muerte vuestro derecho a decirlo». La cita fue utilizada por primera vez por Evelyn Beatrice Hall, que escribió un libro titulado Los amigos de Voltaire (1906), bajo un seudónimo masculino, Stephen G. Tallentyre. 
Las diferencias ideológicas constituyen otro factor que favorece la falsa adjudicación de citas históricas. «Cuando oigo la palabra 'cultura', saco mi revólver», es una frase que los anglosajones han atribuido a los dirigentes nazis Hermann Göring y Joseph Goebbels. En España, la misma sentencia, con pequeñas variaciones, se ha adjudicado a los generales Emilio Mola y Millán Astray. En realidad, la frase dice así: «Cuando oigo la palabra 'cultura', ¡le quito el seguro a mi Browning!», y su origen es la obra teatral 'Schlageter', escrita por Haans Johst, un poeta y dramaturgo nazi que le dedicó este panfleto teatral a Hitler como regalo de cumpleaños.
Sentencias inventadas
En la literatura también aparecen algunas citas apócrifas. Por ejemplo, Sherlock Holmes el genial detective ideado por Arthur Conan Doyle jamás pronunció la famosa coletilla: "Elemental, querido Watson".
Cita anónima
"Se puede engañar a todo el mundo alguna vez, y a alguna persona todo el tiempo, pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo". La frase se atribuye a Abraham Lincoln, pero no consta en ningún periódico ni documento de la época.

TÍTULO: ¡Adiós a los atascos! La solución: el coche volador,.

Se llama TF-X, se puede aparcar en un garaje convencional, circular con él por autopistas y alcanzar los 320 kilómetros por hora ¡en el aire! Es muy fácil de manejar y el despegue y el aterrizaje -verticales- se hacen de manera automática: se despliegan unas hélices laterales que después se cierran. Tiene un motor híbrido que le da una autonomía de vuelo de hasta 800 kilómetros. Caben en él cuatro pasajeros, lleva paracaídas y, en caso de necesidad, puede aterrizar en los aeropuertos. Dicen sus fabricantes que es más seguro que el coche terrestre. Creen que estará listo en unos diez años. 


 TÍTULO: EN PRIMER PLANO - Un plan perfecto,.

Una historia en imágenes

Un plan perfecto

Fotografía. Fernando Sánchez AlonsoPara los gigantes de la distribución, todo es a lo grande. Empresas como Ikea, Amazon, Mercadona o Fnac necesitan un sistema infalible y de dimensiones apabullantes para hacer llegar cada día sus productos a sus clientes. La pieza clave de todo ello son sus centros logísticos. Verdaderos monstruos donde reinan el orden y la eficacia. Nos adentramos en cinco de ellos.

Para los gigantes de la distribución, todo es a lo grande. Empresas como Ikea, Amazon, Mercadona o Fnac necesitan un sistema infalible y de dimensiones apabullantes para hacer llegar cada día sus productos a sus clientes. La pieza clave de todo ello son sus centros logísticos. Verdaderos monstruos donde reinan el orden y la eficacia. Nos adentramos en cinco de ellos.
Pull&Bear (Grupo Inditex). El reino de las cajas de cartón. En 2014 abrió el centro logístico de Pull&Bear en Cabanillas del Campo (Guadalajara), un inmenso complejo, completamente climatizado, donde trabajan 500 personas. Un silo de más de 10.000 m2 es una de las piezas claves del proceso en el que se almacenan más de 356.000 cajas con las prendas ya doblabas. Un sistema de 16 grúas, capaces de mover 6000 cajas por hora cada una, lleva el material hasta los empleados (abajo) que las separan por colores: amarillo, de mujer; azul, de hombre. En adelante, hasta que la prenda llega a la caja en la que se transportará a su destino, casi todo está informatizado. Dos veces por semana, las prendas salen hacia las tiendas europeas de la marca en un viaje de 36 horas (48 para las del resto del mundo).
Operarios escuchan las tareas del día.

Aquí se ordena la ropa en función de los pedidos de cada tienda. El botón rojo detiene la cadena en caso de emergencia.

El complejo entero ocupa 130.000 m2. En esta parte se apilan 180.000 cajas de ropa con existencias que no van a salir inmediatamente a la venta.
Fnac. Máquinas, a su servicio Este almacén de 13.500 m2 alberga, en Rivas-Vaciamadrid (Madrid), más de 800.000 productos, incluida una sección específica con los 120.000 artículos para venta on-line. «En esta última usamos el almacenamiento caótico», explica Luis Jiménez, su director de logística. Es decir, a cada objeto CD, DVD, libros, MP3... se le asigna un lugar al azar en los anaqueles y se le coloca un código de barras. Este sistema permite localizar varios artículos a la vez en una misma estantería y aprovechar todo el espacio disponible. La tecnología aporta, además, ciertas comodidades. Como las proporcionadas por la máquina de almacenaje automático vertical (foto izda.), un conjunto de lanzaderas que se desplazan arriba y abajo. El trabajador selecciona en la pantalla del ordenador el producto, la lanzadera asciende hasta donde está almacenado, lo extrae y lo deposita en la mesa del operario. Este solo tiene que anotar el código de barras del artículo para su posterior reposición.
En las estanterías de esta sección se alojan los 120.000 artículos dedicados a la venta on-line.

Máquina de almacenaje automático vertical.

Una transpaleta eléctrica y, detrás, una carretilla retráctil.
Ikea. En busca de la etiqueta ecológica En Valls (Tarragona) se asienta el único centro logístico de la multinacional sueca en la Península Ibérica. Se abrió en 2003 y se amplió en 2006. Ocupa 186.000 m2. Por aquí desfilan 2,1 millones de m3 de mercancías al año. Para desplazarse por la inmensa nave, muchos empleados 33 años de media usan bicicleta y llegan a recorrer 15 km al día. La empresa, de hecho, recomienda hacer calentamientos al iniciar la jornada. Con aspiraciones de autosuficiencia energética, el lugar cuenta con lucernarios y más de 9000 paneles solares que generan 2,5 veces más de lo que consume el complejo. Nada es convencional aquí. Por ejemplo, los palés no son de madera, sino de cartón, más ligeros y menos voluminosos. Y rápidamente reciclables. Esta innovación supone 4000 camiones menos o 1500 t de CO2en las carreteras de España, Portugal y el sur de Francia; un modo de reducir el impacto ambiental de una compañía que necesita producir cantidades ingentes de un producto para que sea rentable.
Una empresa catalana, Fluvitex, fabrica para Ikea 9 millones de productos entre cojines, edredones, almohadas y protectores de colchón.

Este inspector de calidad recorre al día 15 km dentro del complejo.

Un total de 9000 paneles solares cubren los tejados. Mercadona. A velocidad de vértigo Finalizado en 2008, este complejo de cuatro edificios ocupa 100.000 m2 en Ciempozuelos (Madrid). Cada día recibe 13.000 palés 6500 toneladas de productos, aproximadamente y envía 12.000 a los supermercados del grupo. El almacén está totalmente climatizado y mecanizado. «La idea es que lo que pueda hacer una máquina no lo haga una persona. Se evitan así esfuerzos y accidentes laborales», dice Eva Pinillos, portavoz de la empresa. Las funciones de sus 737 empleados un 25 por ciento son mujeres se reducen, pues, al control y supervisión de las máquinas. El silo tiene medio millón de huecos. Allí, las máquinas apilan aleatoriamente los artículos más demandados para que puedan salir de inmediato hacia las tiendas. Gracias a unas máquinas transelevadoras, que almacenan y retiran los productos con veloces y secos movimientos automatizados, se aumenta la productividad. «La máquina nunca hace un viaje de vacío», subraya Pinillos.
Aquí llegan 13.000 palés cada día. Apenas 1000 se almacenan, los demás se llevan a máquinas despaletizadoras (abajo) para ser divididos en unidades más pequeñas.

Las máquinas despaletizadoras trabajan por succión. A cada producto se le aplica la fuerza necesaria para sacarlo del palé sin que se rompa.
Amazon. Orden y seguridad.  En 2012 se abrió en San Fernando de Henares (Madrid) el único centro logístico español del gigante de Internet, con una superficie como 10 campos de fútbol y 640 trabajadores. Cada día, más de 1000 productos se fotografían en una especie de iglú (dcha.) para ser incluidos en el catálogo de la empresa, con 57 millones de referencias 4,3 millones están en este almacén, en un proceso informatizado al detalle. A la entrada, un cartel le recuerda al trabajador sus obligaciones: «Work hard, have fun, make history» ('Trabaja mucho, diviértete, haz historia'). Mensaje subrayado por el amarillo presente en cajas, suelo, columnas..., que transmite energía y optimismo. En materia de seguridad está prohibido introducir objetos personales, y un guardia de seguridad registra a todos a la salida. El orden milimétrico y la rapidez son fundamentales. Hay un lugar prefijado para todo. Solo así es posible procesar el récord de 126 pedidos por minuto que ha llegado a atender la empresa.
De los 57 millones de productos del catálogo mundial de Amazon, este almacén alberga 4,3 millones de ellos.

En este iglú se fotografían al día más de 1000 productos.

Un operario coloca en un camión paquetes listos para el transporte.

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