TITULO: Cartas en el tiempo - Balas de cobre solución feliz para un serio problema ,.
Cartas en el tiempo ,.
Miércoles - 26 - Junio a las 20:00 en La 2 / foto,.
Balas de cobre solución feliz para un serio problema ,.
Este relato está incluido en el libro Bajo dos banderas —editado por Zenda e Iberdrola—. Doce miradas, doce relatos de España en la Guerra de la Independencia de Estados Unidos, firmados por doce relevantes escritores españoles: Juan Eslava Galán, Espido Freire, Agustín Fernández Mallo, Susana Fortes, Luz Gabás, Juan Gómez-Jurado, Emilio Lara, Cristina López Barrio, José María Merino, Arturo Pérez-Reverte Clara Sánchez y Lorenzo Silva.
No los habíamos visto. Ni olerlos, siquiera, hasta que nos dispararon casi a bocajarro desde ambas orillas del arroyo.
Pam, pam, pam, sonaba. Como lo cuento.
Humo de pólvora y moscardones de plomo zurreaban por todas partes, dando chasquidos siniestros al pegar en carne.
El sargento Ordóñez, que iba de vino hasta las cartucheras, se descuidó él y nos descuidó a todos. Y así le fue, y nos fue.
Que Dios lo perdone, si puede. Yo espero que esté ardiendo en el infierno.
El hijo de mala madre se había negado a atender los consejos de los dos guías indios, Pascualillo y Trancas, que sugirieron otro camino; y como era más cómodo seguir el arroyo que andar desbrozando maleza, nos metió a todos de cabeza en la trampa: once españoles, siete americanos, cuatro morenos y los dos indios.
Veinticuatro, contando el sargento. Todos a la cazuela.
Con los primeros escopetazos se fueron al suelo, o al agua, casi la mitad. Uno de ellos, el propio Ordóñez. Mirándose con cara de alelado, como si no lo creyera, el mondongo que intentaba sujetarse con las manos, después de que un plomazo inglés le abriera la barriga de lado a lado.
Ni España, ni las Trece Colonias, ni pepinillos en vinagre. Fusil a la cara y culo prieto. Allí cada cual luchó por su pellejo como pudo, batiéndose el cobre, buscando la manera de escapar de la encerrona. Lo normal en esos casos.
En lo que a mí se refiere, encaré el mosquete, disparé contra la primera casaca roja que entreví entre los árboles, corrí chapoteando para salir del arrojo y protegerme tras un tronco caído, y allí, con las manos temblándome, le di un tiento al cuerno de pólvora.
Ziaang, ziaang, ziaang, sonaba el plomo sobre mi cabeza.
Ataqué una bala con la baqueta y, por si acaso, le puse la bayoneta al fusil antes de mirar alrededor y hacerme una idea de por dónde me podía largar. Porque si algo veía claro era que nuestro pelotón estaba listo de papeles.
Los rubios nos habían pillado en el introito. Con el calzón por las rodillas.
Pam, pam. Ziaang.
Los compañeros que seguían vivos recargaban y disparaban como podían, pero sólo era cuestión de tiempo. Los ingleses también traían indios, como todo cristo en América, y entre el crujir de los disparos los oía aullar, relamiéndose con la escabechina y el botín que iban a trincar en cuanto se lanzaran a rematar a los que seguíamos vivos.
Entre el zumbar de balazos y el humo de pólvora, que con tanta fusilada casi parecía niebla, tres fulanos de los míos vinieron también a refugiarse tras el tronco del árbol. Uno era Istúriz, un vasco bajito al que en toda la campaña no le había oído decir ni media palabra. El otro, un americano flaco del que ignoro el nombre, así que lo llamaré el Yanqui. El tercero era Trancas, el que quedaba en pie de los dos guías indios, porque al otro le habían vuelto el forro con los primeros escopetazos.
Vinieron hasta el árbol caído, como digo, corriendo agachados para hurtar el cuerpo a los tiros, mientras los cuatro o cinco que quedaban en pie atrás, en el arroyo, vendían caro su pellejo de mala manera, sin tiempo ni ocasión de recargar.
Un moreno quiso unirse a nosotros. Chapoteaba en la orilla y casi llega, el pobre, pero lo tumbaron a medio camino. Pam. Saltó con las piernas y las manos encogidas, como un conejo.
—¿Qué hacemos? —preguntó Istúriz, mirándome con cara de animal acosado.
La verdad es que no sé por qué me miraba a mí. Quizás porque, como ya estaba parapetado tras el árbol cuando él llegó, debía de pensar que tenía una especie de propiedad, o veteranía, respecto al asunto.
—Largarnos —dije—. Largarnos, pero ya mismo.
El Yanqui, que sólo debía de hablar en su parla, nos miraba con ojos desorbitados, pendiente más de lo que hacíamos que lo que decíamos. Crispaba los dedos en torno al mosquete hasta ponérsele blancos los nudillos, de fuerte que lo hacía.
Le miré de cerca la cara. Tenía los ojos claros y pelillos rubios en la barba. Era joven y con granos, su casaca estaba sucia de barro y llevaba un trapo arrugado en torno al cuello, a modo de corbatín. Los labios le temblaban, nerviosos. De los tres blancos, indio aparte, era el único que aún conservaba puesto el tricornio. Muy formal, con sus bandoleras blancas cruzadas y las insignias en las solapas.
Intenté explicárselo moviendo las manos, una golpeando bajo la palma de la otra.
—Hay que irse, ¿compranpá?… Gou, gou. O sea, irnos. O nos masacran… ¿Undertás o no undertás?
Asintió, pero cualquiera sabía lo que estaba entendiendo. Lo de las manos sí debió de entenderlo bien, porque queriendo ayudar se asomó un poco a mirar por dónde íbamos a irnos y señaló hacia no sé dónde.
No le hice mucho caso, porque en ese momento cesó la mosquetería en el arroyo y empezamos a oír los gritos de los heridos a los que indios e ingleses degollaban, y en realidad me importaba un carajo hacia dónde correr, mientras fuese pronto y rápido.
Me volví hacia Trancas, nuestro indio, que era el único que parecía tranquilo, mirándolo todo con aquellos ojos negros suyos y la piel color de cobre, oliendo a sebo y a Dios sabe qué.
—¡Iallah! —solté.
La verdad es que fue una de las cosas más absurdas que he dicho en mi vida, porque Iallah no es nada en lengua india, que yo sepa, y sí en moro, donde significa vámonos o tira palante. Lo aprendí en un batallón disciplinario, en Orán. Y es una estupidez lo que dije; pero la verdad es que allí, tras el árbol, a punto de que me rebanaran el pescuezo en un pantano asqueroso de Florida, le hablé al indio en lengua morube, como si éste la entendiera.
Lo juro. Ni idea de por qué me salió así. Supongo que por los nervios.
El caso es que Trancas se incorporó a medias, echó un vistazo rápido y salió disparado en la dirección opuesta a la que había señalado el Yanqui, que hablando inglés sería un hacha, o no, pero como explorador de rutas de escape en bosques no valía una mierda.
Salió corriendo nuestro indio, como digo, y lo seguimos los tres sin hacernos de rogar, con los helechos por la cintura y tropezando con las ramas podridas del suelo.
No he corrido tanto en mi puñetera vida.
Lo malo es que en cuanto nos movimos, los ingleses nos echaron el ojo y empezaron a gritar, a perseguirnos y a darnos mosquetazos que pasaban, ziaaang, ziaaang, cerca de nuestras cabezas, que aquello parecía repelón de bautizo.
—¡Esperad, joder! —gritó Istúriz.
Había tropezado con una raíz, una piedra o algo, y se estaba levantado mientras buscaba con urgencia el fusil que se le había caído en la maleza. Pero en el momento mismo en que yo me volvía a mirarlo, llegó un plomazo y pareció que la parte superior de la cabeza le reventaba como si hubiera estallado un petardo dentro de una sandía madura.
Hizo chof, así como suena, en plan fruta pocha, e Istúriz cayó entre los helechos, desapareciendo de mi vista.
Y yo, claro, seguí corriendo.
Nos reagrupamos Trancas, el Yanqui y yo junto a una roca cubierta de hiedra, para recobrar el aliento. Tenía la camisa empapada en sudor bajo la casaca y mis pulmones quemaban como si tuvieran brasas dentro. Alrededor, entre la espesura de los árboles, se oían voces en inglés y gritos de los indios, y de vez en cuando sonaba un mosquetazo o un tiro de pistola disparados a ciegas.
Miré al Yanqui, que seguía con el sombrero puesto y temblaba como una hoja —yo también temblaba, claro— y luego a Trancas, que seguía observando alrededor callado e impasible, como si aquello no fuera con él.
El indio y yo nunca habíamos hablado antes, pues los exploradores nativos y los soldados del rey hacíamos rancho aparte. Su cara y su pinta daban miedo, incluso sabiendo que estaba de nuestro lado. Llevaba al cuello una moneda de plata, una pieza de a ocho con el perfil del rey Carlos III, de la que parecía orgulloso. Vestía un taparrabos sobre las piernas desnudas, una casaca nuestra muy remendada, y llevaba dos plumas en la trenza grasienta, la carabina en las manos y el tomahawk al cinto.
Sonó un tiro muy cerca y oímos pasos en la espesura. El yanqui dio un respingo y apuntó hacia allí el mosquete, pero Trancas se lo apartó con la mano.
—Si tiras, encuentran —susurró señalando un lugar entre los árboles—. Seguir ahora.
El otro lo miró con ojos alelados, aunque supongo que entendió el sentido. Luego anduvimos despacio, sin apresurarnos, para no hacer ruido. Medio agachados y con Trancas delante, que iba como olfateando el aire, atentas las orejas a cualquier sonido que anunciase enemigos cerca.
Recorrimos así unos cien metros, rodeamos un cañizal frondoso que nos cortaba el paso, y en un claro nos dimos de boca con cinco casacas rojas. Cinco hermosos ingleses.
La ventaja a nuestro favor, si puedo llamarla así, era que fue inesperado para nosotros y para ellos, y los rubios estaban tan desconcertados como nosotros. No esperaban el encuentro, o al menos no de esa manera.
Sin encomendarse a Dios ni al diablo, tan rápido y eficaz como torpe había sido hasta entonces, el Yanqui se echó el fusil a la cara y le descerrajó un tiro al que tenía más cerca, y lo hizo sólo un instante antes de que otro inglés, con pinta de suboficial, me parece, le pegara a él un pistoletazo casi a bocajarro que lo tumbó en el acto.
Pam, pam, pam.
Todo ocurrió tan rápido que en realidad no sé si ocurrió como lo cuento o me imagino la mitad.
Mi fusil estaba cargado, así que sin apenas apuntar, porque estábamos muy cerca unos de otros, le metí al casaca roja más próximo una bala en la barriga. Entre la humareda que se levantó de pronto, un plomo pasó rozando mi oreja izquierda, tanto que me arrancó —eso lo supe luego— el pabellón con un pendiente de oro que llevaba allí por si alguna vez no tenía para pagar una copa, una puta o unas botellas. En ese momento no sentí más que el soplido pegado a mi cara, pero no le puse atención porque estaba cargando, con el coraje de la desesperación, contra el que había disparado, bayoneta por delante, metiéndole el fierro hasta el cañón de mi mosquete.
Lo malo es que al caer atravesado me lo arrancó de las manos, el maldito. Dejándome indefenso, o casi.
Ahora ya no sonaba pam, pam, sino ris, ras, tump, tump y chasca, chasca. Peleábamos cuerpo a cuerpo, Trancas y yo. El indio daba leñazos con la carabina descargada y agarrada por el cañón, muy a lo suyo, y de pronto tiró la carabina porque se le había partido la culata y echó mano al tomahawk, chas, chas, chas, dando unos hachazos que sonaban como los de un carnicero sobre el tajo de cortar.
Por mi parte, para no tener las manos desnudas, yo había sacado de la faja la cachicuerna de siete muelles —un buen acero de Albacete—, y con ella empalmada estaba fajado a navajazos con un rubio, hasta que me fui al suelo sobre él, cosiéndole el cuello a puñaladas mientras me miraba con ojos que se le salían de las órbitas, de puro aterrados, y su sangre me saltaba en chorros a la cara.
Acabado el inglés, me levantaba a ver con quién me tocaba luego, ya muy metido en faena y quitándome la sangre de los ojos con el dorso de una mano, blasfemando en arameo y ciscándome en los muertos del rey de Inglaterra y la puta que lo parió, cuando el suboficial inglés me clavó el sable en la cadera.
Dolió de narices. Vaya que sí. Dolió lo que no está escrito.
Todavía, tantos años después, siento escalofríos cuando recuerdo la hoja de acero entrándome y rechinando al tocar el hueso.
Pegué un grito de dolor; pero sabiendo que cuando el otro sacara el sable me iba a despachar de fijo, me abracé a él y le hundí la navaja en las costillas, removiendo bien cuando la supe dentro. Así me fui al suelo otra vez, ahora encima del inglés, que era pelirrojo y con patillas, y con unos ojos azules que me miraban con odio violento, y olía a sudor hasta apestar como una mofeta.
Chas, chas y más chas. Así sonaba el inglés. O su carne.
De ese modo le estuve metiendo y sacado la navaja sin darle espacio para usar otra vez el sable, hasta que Trancas, que al fin se había desembarazado del último enemigo en condiciones, venía hasta nosotros, me apartaba sin remilgos, agarraba por el pelo al inglés, y con un hachazo en el cuello le cortaba casi entera la cabeza.
Me incorporé como pude, mirándome la herida antes de presionarla con un pañuelo para cortar la hemorragia.
Sangraba poco, pero dolía horrores.
Creí que Trancas me abandonaría, dejándome a mi suerte, pero el indio se quedó a mi lado después de registrar a los muertos, y también al Yanqui, quitándoles cuanto tenían de valor, incluso pendientes y anillos, para lo que no vaciló en cortar algún dedo.
Para mi sorpresa, después, con la mano ensangrentada, me palmeó la cara como se haría con un niño.
—Buena pelea —dijo—. Ingleses cabrones. Tú, bien.
Y me dedicó una especie de sonrisa que daba más pavor —ahora el miedo llegaba otra vez de golpe, tras la locura del combate— que cuando estaba serio. Después se colgó mi fusil, pasó uno de mis brazos sobre los hombros, puso otra mano en torno a mi cintura y me ayudó a caminar.
—Yo ayudo. Tú, tranquilo… No dejo solo.
Dimos unos pasos, alejándonos del lugar de la matanza. Yo aún tenía la navaja en la mano, abierta, así que hice detenerse un momento a Trancas mientras la limpiaba en mi camisa y la cerraba. Pero antes de meterla de nuevo en la faja vi que el indio la miraba, admirado.
—Buena cosa —dijo.
Era, como digo, una cachicuerna albaceteña de hoja reluciente y mango de asta. Una señora navaja española. Y entonces, por algún impulso raro, agradecido al indio por ayudarme a degollar al suboficial y por no dejarme abandonado ahora, se la puse en la mano.
—Para ti —dije ante su sorpresa—. Te la regalo.
Me miró. Primero a mí, incrédulo, y luego el arma, fascinado. La sostuvo en la palma de la mano, contemplándola con arrobo. Cuando volvió a mirarme, sus ojos negros de obsidiana centelleaban agradecidos.
—Tú, amigo —comentó.
Y dejándome solo, volvió sobre sus pasos, al lugar del combate. Regresó a los cinco minutos. Traía en la mano una especie de pingajo ensangrentado, y me lo entregó.
—Tuyo —dijo—. Tú, amigo grande.
Miré estupefacto lo que me había puesto en la mano.
Era un cuero cabelludo fresco, recién arrancado. Los pelos rubios por un lado y el pellejo sanguinolento en el otro. Iba a tirarlo al suelo con repugnancia cuando alcé la vista y encontré la sonrisa ancha y agradecida del indio.
—Buenos guerreros, nosotros —me mostró la navaja, otra vez manchada de sangre—. Trofeo tú, trofeo yo. Ingleses cabrones.
Después volvió a pasarse mi brazo por encima del hombro, me agarró por la cintura y seguimos caminando por la selva.
Llegamos a Baton Rouge un día más tarde.
Todo el tiempo, hasta entonces, Trancas estuvo cuidando de mí. Me limpiaba la herida, buscaba bayas y raíces para comer, y se sentaba a mi lado a descansar, vigilando. En los accesos de fiebre traía un trapo mojado en agua para ponérmelo en la frente.
—Tú, yo, buenos guerreros —repetía abriendo y cerrando la navaja, complacido con el chascar de los siete muelles.
Clac, clac, clac…
Sonreía cada vez y me daba palmaditas en el hombro. Feliz. Le encantaba ese sonido.
Al llegar al campamento, nos separamos. Se alejó sin decir nada y yo fui a que me curaran, cojeando, apoyado en un bastón que el indio me había tallado en una rama seca con la navaja.
Me caía de fiebre.
Antes de tumbarme en la camilla, el ayudante de cirujano que me atendió señaló bajo mi casaca.
—¿Qué diablos es eso? —preguntó.
Miré mi cinturón. Ya no me acordaba. El pingajo estaba colgado allí: un amasijo de pelos rubios revueltos con una costra de sangre seca y parda.
—No es nada —respondí, tirándolo entre la hierba.
Al día siguiente, los nuestros tomaron Baton Rouge. Nunca volví a ver a Trancas.
TITULO: Las rutas de Ambrosio - España, capitana de la Mar Océana ,.
El sabado - 22 , 29 - Junio, a las 19:10 por La 2, foto,.
España, capitana de la Mar Océana,.
Del pasado 7 al 11 de febrero se celebró en el Mira Teatro de Pozuelo de Alarcón la IV Semana de novela histórica – Escritores con la Historia, organizada por la Asociación de Escritores con la Historia y el ayuntamiento de Pozuelo bajo el lema: “España, Capitana de la Mar Océana”.
Tras las bienvenidas de la concejal de cultura del Ayuntamiento, Victoria Wharrier Palacios, del presidente de la Asociación, Antonio Pérez Henares, y la organizadora de la semana, Isabel San Sebastián, este año el programa presentaba cinco ponencias que trataron el tema del dominio marítimo español a partir del siglo XV.
Comenzó Isabel San Sebastián tratando el tema de “Las Vísperas Sicilianas”. La Italia del siglo XIII vivió unos tiempos convulsos en los que el papa Inocencio IV quiso imponer su voluntad y asumir el poder terrenal. A la muerte de Federico II (dinastía de los Hohenstaufen, emperador alemán y rey de Sicilia), Inocencio IV, francés de nacimiento, vio la oportunidad de arrebatar a los Hohenstaufen las tierras del sur de la península Itálica para entregárselas a su compatriota Carlos de Anjou. En la guerra que se desató por el trono, el conde de Anjou derrota y mata a los descendientes de Federico II. Manfredo muere en la batalla de Benevento, y en la de Tagliacozzo derrota a Conradino, sucesor de Manfredo. Carlos de Anjou, al tomar posesión del reino de Sicilia, condena a muerte a Conradino, quien, en un último gesto desde el cadalso, arroja su guante a la multitud congregada en la plaza, como un reto a que su muerte sea vengada.
Los franceses, al ocupar Sicilia, cometen tropelías y abusos de tal magnitud que el pueblo siciliano decide rebelarse y ofrecer el trono de Sicilia al rey Pedro III de Aragón, casado con Constanza de Hohenstaufen (hija de Manfredo y prima de Conradino), que es la legítima heredera al trono. El detonante de la rebelión se produce el día de las vísperas de la Pascua del año 1282, cuando un grupo de franceses, en el lugar donde se iba a celebrar la fiesta, abusa de una joven casada en presencia de su marido y de su familia. Ante tal afrenta, los sicilianos encuentran la razón para enfrentarse a los franceses y poner fin a sus desmanes. La turba de sicilianos mata a cuantos franceses se encontraban en la fiesta, mientras las campanas de las iglesias de la isla empiezan a repicar con el toque de llamada a vísperas, que es la señal acordada para el alzamiento. Los sicilianos acuchillan esa noche a más de dos mil franceses. Al día siguiente envían un mensajero al rey Pedro, que se encontraba con su flota en las proximidades de Túnez, para que se persone en la isla y ocupe con su esposa Constanza el trono de Sicilia. El conde de Anjou, con el apoyo y la bendición del papa Inocencio, declara la guerra a Pedro de Aragón, quien derrota a los franceses gracias a la pericia del almirante Roger de Lauria, quien gana todas las batallas navales y terrestres a los ejércitos del conde francés. Los hechos, ocurridos en la Pascua de 1282, a partir de entonces se conocen como “Las Vísperas Sicilianas”, y supusieron el punto a partir del cual la Corona de Aragón inició su expansión y dominio del Mediterráneo, no temiendo el rey, Pedro III El Grande, enfrentarse al poder terrenal y divino del Papa, quien en su odio al rey de Aragón decide excomulgar y proclamar una Cruzada, para que el Conde de Anjou y su primo Felipe, rey de Francia, invadan, a ambos lados de los Pirineos, los territorios de la Corona de Aragón en la Occitania, Roselló y España. Pedro III derrotó a la coalición francesa, consolidando la posición y la presencia de la Corona de Aragón, durante siglos, a ambos lados de los Pirineos y en el Mediterráneo.
Al día siguiente, Antonio Pérez Henares cuenta cómo Castilla constituyó la flota que dominó los mares durante tres siglos. Cuando se casan Isabel y Fernando, nace de esa unión una potencia marítima que solamente tenía parangón con la del Reino de Portugal, ya que la Corona de Aragón dominaba el Mediterráneo y Castilla. Para continuar con la Reconquista, a mediados del siglo XIII, construyen una flota naval para conquistar las plazas musulmanas que poseían costas y ríos navegables, como Almería, Málaga, Sevilla y Córdoba… La primera batalla que gana la flota castellana es la toma de Sevilla, donde tuvo un papel decisivo. Los reyes de Castilla ven la necesidad de que pueblos marineros del Cantábrico, como Santurce, Santander, Lequeitio, Guetaria, etc., se dediquen en exclusiva a construir barcos, para lo que deciden promulgar fueros que incentivaran la construcción, con lo que se logró desarrollar una ingeniería de construcción naval que con el tiempo permitió fabricar barcos fiables y seguros destinados a muy distintos usos (carabelas, naos, galeones). Una vez finalizada la Reconquista, los barcos, la tecnología de navegación y la cartografía fueron los elementos revolucionarios en la carrera comercial que se desató, entre España y Portugal, por llegar a las Islas de las Especias, descubrir nuevas tierras y rutas marítimas comerciales, que consiguieron abrir el mundo. La revolución logística y tecnológica llevó a conocer e impulsar el arte de la navegación marítima a partir del siglo XV, aprendiendo cuándo se podía navegar y cuándo las flotas debían permanecer a resguardo, descubriendo las condiciones más favorables para navegar por las rutas adecuadas. Un logro logístico fue la organización de las flotas de Indias. Para proteger la ruta comercial se agruparon las expediciones mercantes en dos flotas al año, que hacían los viajes entre la Península y Tierra Firme y el consabido viaje de retorno, compuestas por decenas de barcos a los que se les protegía con una escuadra formada por galeones de guerra. Con las medidas adoptadas se consiguió que los daños por huracanes y ataques piratas disminuyeran y que las pérdidas de barcos fuesen pequeñas.
Finalizó Pérez Henares analizando el papel fundamental que tuvo para el desarrollo del continente americano, del norte y del sur, en el siglo XVIII, un marino natural de Pasajes, almirante de la armada española, tuerto, cojo y manco, llamado Blas de Lezo, que fue capaz de derrotar al lord inglés Vernon cuando pretendió invadir Cartagena de Indias para echar a los españoles y hacerse con el dominio completo del continente. En la ciudad caribeña, los ingleses sufrieron una derrota tan severa como la infligida a la denominada Contra Armada británica, ciento cincuenta años antes en Coruña, Lisboa, Canarias y Azores, derrota que fue tapada y borrada de los libros de historia británicos. Antonio Pérez Henares ha sido capaz de hacer lo que Castilla nunca supo hacer: contar y cantar los logros y glorias de su armada, que son decenas y a cada cual más llamativo.
El tercer día le tocó el turno al profesor, catedrático, historiador y escritor José Calvo Poyato, que comenzó su conferencia afirmando que debemos asumir nuestro pasado, con sus luces y sus sombras, “pero no debemos admitir las falsedades interesadas de las que se nos acusa”. Puso especial énfasis en dos ejemplos que testimonian la presencia española en América: España dejó unos veintiséis monumentos, patrimonio de la humanidad, y aproximadamente veintisiete universidades, mientras que la aportación al patrimonio de la Humanidad de los británicos, aparte de exterminar a los nativos de América del Norte, fue solo un par de escuelas que con los años se convertirían en universidades.
Calvo Poyato afirmó que la primera globalización la realizó España, ya que se buscaba un camino para llegar a las Islas de las Especias, en el lejano Oriente, al objeto de continuar con el comercio, y lo que se encontró fueron unas tierras desconocidas que constituían un extenso continente y un inmenso océano, por el que abrieron nuevas rutas comerciales para multitud de productos agrícolas desconocidos, y un tráfico ingente de minerales y piedras preciosas.
En 1453, los turcos toman Constantinopla y dificultan el paso de mercancías procedentes de Oriente, con lo que en Europa empiezan a escasear las imprescindibles especias que se utilizaban para conservar alimentos y condimentar guisos. Este desabastecimiento motivó que se buscase una alternativa a la ruta de la seda y a la ruta marítima que utilizaba en exclusiva Portugal, rodeando África. Esta situación obliga a que algunos navegantes se decidan a viajar hacia poniente para llegar a las islas orientales. El único marino que, como es de sobra conocido, fue convincente en su planteamiento de llegar a las islas de las Especias viajando hacia poniente, fue Cristóbal Colón, quien logró que Castilla financiara su expedición. Cuando se llega al convencimiento de que Colón descubre una tierra ignota y no llegó a las deseadas islas Molucas, se retoma, por parte de expertos marinos, la idea primitiva de llegar a Oriente viajando hacia el Oeste por un paso que atraviese las tierras descubiertas por Colón. Cuando el emperador Carlos V conoce la propuesta de buscar ese paso para seguir viajando a las Indias, decide impulsar una expedición encomendando a Magallanes que vaya y vuelva hasta Oriente navegando por las aguas que, según el Tratado de Tordesillas, le corresponden al Reino de España. Magallanes muere en mitad de la expedición. Los supervivientes deciden encomendar la jefatura de la expedición a Juan Sebastián Elcano, que prosigue el viaje y logra alcanzar las Islas Molucas y cargar el barco de especias. Elcano dispone no volver atrás, así que decide desobedecer las órdenes dadas por el Emperador y continuar navegando hacia el Oeste, tomando la precaución de alejarse de las rutas de influencia portuguesa. Después de tres años de travesía, los supervivientes de la epopeya, con Elcano al frente, arriban a Sevilla con una carga de especias de tal valor que sirvió para financiar los gastos de la expedición y obtener un beneficio millonario. El hecho definitivo fue que, sin pretenderlo, Elcano y sus hombres fueron los primeros en circunnavegar el mundo y encontrar un paso entre ambos océanos. El 8 de septiembre de este año se conmemora el quinto centenario de la llegada a Sevilla de la expedición.
La escritora María Vila trató al día siguiente el tema “Piratas y Corsarios”, afirmando que la piratería es tan antigua como la propia navegación. Desde que los hombres se desplazan de un lugar a otro siempre hubo otros, en otras naves, dispuestos a quitarles todo lo que tenían y hacerles cautivos para solicitar un rescate o venderlos como esclavos. Plutarco cuenta que, en el año 79 a.C., el propio Julio César fue capturado por unos piratas cilicios que obtuvieron un cuantioso rescate por su rehén, el cual, una vez puesto en libertad, se dispuso a cumplir la promesa que les había hecho de que, una vez libre, volvería para matarlos a todos, promesa que cumplió. Hasta que los romanos no toman conciencia del problema de la piratería y encargan a Pompeyo su eliminación, no hubo rutas marítimas seguras. A partir del siglo VIII pasaron a dominar el Mediterráneo los musulmanes, dominio que pierden cuando la flota aragonesa y la castellana pasan a circular por las inmediaciones de las penínsulas Ibérica e Itálica. El Mediterráneo, con la conquista de Constantinopla por los turcos, vuelve a ser dominado de los piratas. Fue tal el dominio del Mare Nostrum que tenían los turcos y sus corsarios —como los hermanos Barbarroja— que el emperador Carlos I y su hijo Felipe II toman conciencia de que tienen un problema muy grave y que hay que poner freno al avance turco. Bajo el auspicio papal se forma la Liga Santa, que tiene por objetivo restablecer las rutas marítimas para el comercio. La Liga Santa —constituida por España, las repúblicas de Venecia y Génova, los Estados Pontificios, la Orden de Malta y el Ducado de Saboya— planta batalla a la flota turca en el estrecho de Lepanto y consigue una victoria donde los turcos pierden gran parte de sus barcos y una generación de soldados y marinos. Los turcos logran reponer las pérdidas materiales, pero las pérdidas humanas obligan a parar la campaña de conquistas que llevaban adelante en las últimas décadas. Los grandes beneficiarios de la victoria fueron los habitantes de las costas de los estados cristianos, quienes, a partir de entonces, vivieron más tranquilos, sin la amenaza de terminar cautivos de los piratas y corsarios.
Con respecto a la piratería en aguas del mar Caribe, María Vila afirma que las películas hollywoodienses han hecho mucho daño, ya que idealizan la profesión de piratas cuando no hay nada romántico en sus prácticas despiadadas. Los piratas del Caribe han hecho mucho menos daño gracias a la creación, por parte de la Corona Española, de la llamada “flota de las Indias”. Los registros que hay confirman que de los once mil navíos que realizaron la travesía, quinientos se pierden por tormentas y ciento cincuenta son atrapados por piratas y corsarios: menos de un uno y medio por ciento de los barcos cayeron en manos de los piratas, cantidad casi irrisoria. Las incursiones del famoso Drake, y otros de su ralea, son fiascos y fracasos uno tras otro. La especialidad de Drake fue el ataque a poblaciones desguarnecidas, y no se atrevía a enfrentarse en batallas navales a galeones fuertemente artillados. Incluso cuando tuvo en su poder el convoy terrestre que transportaba la plata al puerto más próximo, la abandonó y salió huyendo.
El profesor y escritor Emilio Lara puso el broche final a la Semana de conferencias: habló de la Armada Invencible recordando que, en el Dunkerque de 1940, una operación anfibia de socorro civil y militar pudo salvar al ejército inglés acorralado en esas playas del norte de Francia. Cuatrocientos años antes, el fracaso de la Armada Invencible empezó en ese mismo lugar, ya que los más de veinte mil hombres que formaban los Tercios que comandaba Alejandro Farnesio, y que tenían la misión de invadir Inglaterra, no pudieron embarcar para cruzar el Canal por un mal diseño de la operación de atraque de los barcos destinados al transporte.
Emilio Lara afirmó: “Fue un desatino continuo permitir que otros países, como Inglaterra, Francia, Países Bajos, etc., cuenten nuestra historia apoyada en sus mentiras. ¡Hoy eso no va a ocurrir, contaré la Historia sin las mentiras inglesas! Los ingleses fundaron la primera compañía del crimen organizado, poniendo a los corsarios ingleses como auténticos capos incapaces de luchar valientemente, y que solo utilizaron tácticas de destrucción arrasando con lo que encontraban. Los botines obtenidos por los miembros de esta sociedad del crimen se los repartían entre la Corona Inglesa y los piratas que saqueaban los mares”.
Siendo príncipe Felipe II, al casarse con su tía María, sucesora de Enrique VIII, fue rey consorte de Inglaterra. Durante el tiempo que permaneció allí aportó ideas para mejorar la flota de la armada real inglesa, mejoras que ayudaron a tener unos barcos más eficaces, con una artillería más eficiente, y esto, unido a la profesionalización de los marinos ingleses, hizo que años más tarde, cuando eran enemigos, se volvieran en su contra.
El rey Felipe II decidió invadir las islas británicas, en primer lugar para evitar el ataque a las rutas comerciales españolas; en segundo lugar para restaurar la iglesia católica en Inglaterra y combatir en su propia casa a los protestantes anglicanos, objetivo que contaba con el apoyo y la promesa de financiación por parte del papa, que incluso emitió una bula declarando la expedición como una Cruzada; en tercer lugar para cortar el apoyo financiero y de medios a los enemigos de España en Flandes y Portugal. Para acometer la empresa el rey puso al frente a Álvaro de Bazán y a Alejandro Farnesio. Desde el principio todo se tuerce: la organización de la expedición fue caótica, muere Álvaro de Bazán, el corsario inglés Drake se lanza contra Cádiz y destruye todos los almacenes con los suministros ya preparados para la expedición, motivo que hace que la partida sufra varios retrasos. Al partir la armada de Coruña, las tormentas obligan a volver a puerto, hay epidemias que diezman a los componentes de la flota, y no pueden embarcar a las tropas de Farnesio. El mayor desatino fue que cuando tienen a su merced a la flota inglesa, refugiada en el puerto de Plymouth y es el momento adecuado para hundirla, Medina Sidonia, sustituto de Álvaro de Bazán, no se atreve a desobedecer la orden dada por el rey Felipe y pierde la oportunidad de destruir la flota enemiga. Al día siguiente cambian los vientos y la flota es arrastrada hacia el norte, siendo acosada por los ingleses que salieron del puerto de Plymouth y se dedicaron a bombardear los barcos españoles. El duque de Medina Sidonia tomó la decisión de no desembarcar, de rodear las islas británicas y de regresar a los puertos del Cantábrico y el Atlántico.
El colofón de la semana fue la entrega del III Premio de Novela Histórica de Pozuelo de Alarcón que recayó, ex aequo, en las obras Hija del mar, de Alicia Vallina, y Fuego sobre Igueriben, de David Gómez.
Libros de los conferenciantes cuyo argumento coincide totalmente o en parte con el tema de la conferencia,.
TITULO: LAS
RUTAS DE VERONICA - Proyecto ITINERA (XV): Fenicios, el pueblo que se adueñó del Mar ,.
El sabado - 22 , 29 - Junio , a las 18:10 por La 2, fotos,.
Proyecto ITINERA (XV): Fenicios, el pueblo que se adueñó del Mar,.
El Proyecto ITINERA nace de la colaboración entre la Asociación Murciana de Profesores de Latín y Griego (AMUPROLAG) y la delegación murciana de la Sociedad Española de Estudios Clásicos (SEEC). Su intención es establecer sinergias entre varios profesionales, dignificar y divulgar los estudios grecolatinos y la cultura clásica. A tal fin ofrece talleres prácticos, conferencias, representaciones teatrales, pasacalles mitológicos, recreaciones históricas y artículos en prensa, con la intención de concienciar a nuestro entorno de la pervivencia del mundo clásico en diferentes campos de la sociedad actual. Su objetivo secundario es acercar esta experiencia a las instituciones o medios que lo soliciten, con el convencimiento de que Grecia y Roma, así como su legado, aún tienen mucho que aportar a la sociedad actual.
Zenda cree que es de interés darlo a conocer a sus lectores y amigos, con la publicación de algunos de sus trabajos.
El mar, ese vasto piélago ajetreado por corrientes capaces de arrastrar el más pesado de los navíos, esa inmensa masa azul que cuando es agitada por imponentes olas hace desaparecer flotas completas, ese ponto traicionero rociado de arenas movedizas que hacen encallar ágiles naves, ese gigante cerúleo poblado por sirenas, por enormes pulpos, por animales increíbles y por marinos y comerciantes… La mar, ese remanso tranquilo donde la luna se mira en las noches estrelladas, ese pacífico lago salado que calma con sus melifluos sonidos las agitadas almas, esa vasta infinidad donde los poetas inspiran sus hermosos versos, esa etérea belleza que los pintores recrean. Y nuestro mar, al que nosotros llamamos Mediterráneo y los romanos Mare Nostrum, al que cantó Serrat, ese que conquistaron los fenicios gracias a su ingenio y a sus dotes marineras. Es ese el mar que nos cuenta la historia escondida de nuestros pobladores a través de los pecios hundidos en lo más profundo de sus simas.
Desde la antigüedad poetas, marineros y comerciantes nos hablan de los peligros del mar. El mar es algo desconocido, amenazador, capaz de rugir con tremenda bravura, de salirse de sí mismo sin previo aviso, de él emergen animales imposibles como Escila, Caribdis o las Sirenas de la Odisea, es donde una vez pasadas las “Rocas del dios Melkart” o las “Columnas de Hércules” todo es incierto, los peligros se multiplican, las corrientes se hacen más intensas y finalmente caes en un abismo infinito, donde la muerte es la única salvación a tu sufrimiento. Todas estas leyendas y creencias fueron propagadas por griegos y fenicios para proteger sus rutas comerciales, y algo de cierto hay en ellas, pero la imaginación de estos pueblos atemorizó a otros más inexpertos en el arte de la navegación, asegurándose así el monopolio de una gran parte del mar Mediterráneo, en la cual se han encontrado las huellas de aquellas gentes que sobresalieron por su pericia marinera: los fenicios.
El pueblo fenicio proviene, según Heródoto, de las costas del mar Eritreo o mar Rojo, pero en época temprana partieron de la tierra que los vio nacer en busca de campos más fértiles donde instalarse. Estos se asentaron en una estrecha franja que se encuentra delimitada entre el Líbano y Siria, allí fundaron ciudades-estado independientes como Biblos, Tiro, Arvad o Berito. La región que eligieron para vivir era fértil pero su orografía hacía difícil la ganadería y la agricultura, por lo que pronto se vieron impelidos a explorar los mares para comerciar con otros pueblos y asentar sus colonias en tierras más aptas.
Debido a esta necesidad investigaron, innovaron y mejoraron sus bajeles y el arte de la navegación, hasta tal punto que los griegos los tomaron como maestros. El Mediterráneo se pobló de embarcaciones fenicias, a saber, naves comerciales de carga llamadas golah (gaulós), ligeras naves de guerra o hippoi y barcos marisqueros o mayoparones.
Gracias a la abundancia de diferentes tipos de madera, como cedro, pino, encina, boj, la industria naval fenicia alcanzó cotas muy elevadas y una fama que traspasó los confines de la propia Fenicia. De hecho, el faraón Sahkure en el año 2600 a.C. encargó a astilleros púnicos la construcción de cuarenta naves ligeras o hippoi, y también es sabido que la flota persa contaba con un generoso número de este tipo de naves.
Estas embarcaciones estaban bien pertrechadas para la guerra y presentaban una serie de innovaciones que las hacían ser más versátiles, funcionales y ligeras. Construidas normalmente de madera de cedro, se embalsamaban sus juntas y calafateaban los cascos de betún, por lo que Homero las denominó Naves Negras, aunque también eran conocidas como hippoi, ya que su proa tenía forma de caballo y su la popa de cola de pescado. La proa contaba con un artilugio de invención fenicia, el espolón, con el que podían atacar a otros navíos con gran facilidad a modo de ariete. Estaban dirigidas por timones de espadilla e impulsadas ya por filas de remeros o por unas velas cuadradas. Los birremes y trirremes griegos vieron su nacimiento aquí en Fenicia, ya que los griegos consideraban a los fenicios inventores de este tipo de embarcaciones. También adaptaron las velas de lino de los navíos fluviales egipcios a la navegación de alta mar, reduciendo el tamaño de los velámenes.
Por otro lado, las conocidas por Homero como cóncavas naves son los gaulós o golha, buques de mercancías que tenían gran volumen de carga en su panza. Eran grandes y pesadas, por lo que su capacidad de movimiento mermaba, así que para ganar tiempo en sus viajes con este tipo de embarcaciones tuvieron que aventurarse a mar abierto, alternando la navegación de cabotaje con la navegación de altura.
Fueron pues los primeros que navegaron por alta mar a remo y a vela, de día y de noche, sorteando los peligros de la navegación gracias a la observación de las estrellas. De día se guiaban por el sol que nacía por oriente y moría por occidente, para los días nublados donde el sol no se podía apreciar con claridad inventaron un sistema de palomas mensajeras, adiestradas para guiarlos hacia la costa más cercana. En las noches oscuras seguían la Estrella Polar en la constelación de la Osa Menor, a la que en la antigüedad apodaron como Estrella Fenicia. En la proa un candil colgante iluminaba el oscuro sendero marítimo que debían seguir. Como sus periplos eran tan largos y no sólo navegaban en primavera y verano, como era habitual, sino que también se echaban a la mar en invierno inventaron una manera de conservación de los alimentos, la salazón, para lo que en las diferentes colonias que fueron fundando a lo largo y ancho del Mediterráneo edificaron algo que todavía hoy seguimos usando: las salinas.
Se cree que fueron los primeros en escribir los primeros cuadernos de bitácora y las primeras cartas marinas, pues conocían los vientos, los accidentes geográficos más relevantes y las corrientes marinas. Gracias a todo esto y según la tradición mítica fenicia, llevaron a cabo grandes y sorprendentes expediciones. Famosos son los periplos de Hannón, que circunnavegó África antes que lo hiciera Vasco de Gama, por orden del faraón Necao II; el navegante Himilcón, que llegó a lo que se denomina la última Tulé, el norte de las Islas Británicas, en busca de estaño; incluso se ha querido pensar que llegaron a América antes de Colón, aposentándose en las Antillas.
Recelosos de que otros pueblos poblaran las rutas que ellos habían descubierto o conquistado, inventaron historias sobre los peligros del mar e incluso hacían encallar sus naves a propósito para que cualquier otro desistiera de seguir sus pasos. Este secretismo, las invenciones de historias fantásticas sobre el mar y su forma de ser y comerciar les valió desde Homero la fama de granujas y codiciosos.
Todos estos inventos y aportaciones náuticas fueron el resultado de una frenética actividad comercial, porque lo que no podemos olvidar es que la fenicia era una sociedad mercantilista, y su vida giraba en torno al comercio, sobre todo a los productos que manufacturaban en las propias ciudades fenicias y sus colonias,.
TITULO:
¡ Qué grande es el cine ! - ME RESBALA - AQUEMARROPA - ¡ QUE TIEMPO
TAN FELIZ ! - EL HORMIGUERO VIERNES - 28 - Junio - Antonio Banderas ,.
¡Qué grande es el cine! fue un programa de cine dirigido por José Luis Garci y emitido por Televisión Española por su cadena La 2.
El
programa comenzaba con una presentacLa actriz Juana Acostaión de la
película que se emitía esa noche, posteriormente esta película se emitía
y acababa con una tertulia entre Garci y los invitados del día sobre
ella.1 El programa comenzó a llevarse a cabo en enero de 1995 y comenzó sus emisiones el 13 de febrero del mismo año., etc.
¡Qué grande es el cine! fue un programa de cine dirigido por José Luis Garci y emitido por Televisión Española por su cadena La 2.
El
programa comenzaba con una presentacLa actriz Juana Acostaión de la
película que se emitía esa noche, posteriormente esta película se emitía
y acababa con una tertulia entre Garci y los invitados del día sobre
ella.1 El programa comenzó a llevarse a cabo en enero de 1995 y comenzó sus emisiones el 13 de febrero del mismo año., etc.
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Qué grande es el cine ! - ME RESBALA - AQUEMARROPA - ¡ QUE TIEMPO TAN
FELIZ ! - EL HORMIGUERO VIERNES - 28 - Junio - Antonio Banderas , fotos,.
Antonio Banderas,.
Antonio Banderas,.
«La creatividad, aplicada a todos los órdenes de la vida, es el motor real del cambio»
Recibirá el próximo 12 de junio, apenas una semana después del estreno de su último musical, 'Tocando nuestra canción', el premio Connecting Excellence Award de Turium, la división de turismo de excelencia de Vocento,.
Antonio Banderas (Málaga, 10 de agosto de 1960) está de estreno. Uno de los actores españoles más internacionales, el que a principios de los noventa puso una pica en Hollywood tras haberse hecho un nombre ya en España de la mano de Pedro Almodóvar, ha recibido ya los primeros aplausos por 'Tocando nuestra canción', el tercer musical (tras 'A Chorus Line' y 'Company') como director del malagueño, que se apoya en un chispeante libreto, una lúcida puesta en escena y el protagonismo de María Adamuz y Miquel Fernández para instalar en el Teatro del Soho Caixabank de Málaga el Broadway más divertido y sofisticado. Perfeccionista donde los haya, el actor, gestor y promotor cultural reconoce que, en estos tiempos de lo inmediato, de lo efímero, la clave del éxito está en el esfuerzo y la perseverancia.
- Han pasado ya más de tres décadas desde que inició su andadura internacional, desde que cruzó el charco. ¿La España que se ha encontrado ahora es muy diferente a la que dejó?
- La España que yo dejé estaba mudando su piel y cambiando de color. Salía del blanco y negro, para dar paso a toda una gama de colores, los de la movida de los 90. El país despertó a una nueva realidad en todos los ámbitos: política, social, educativa, cultural… Esas tres décadas cambiaron completamente la fisonomía de nuestro país. Una parte importante de esos cambios yo los viví desde otro continente y al no estar aquí, los iba descubriendo cada vez que regresaba. Ahora sí vivo en España, aunque viaje constantemente, y por tanto estoy inmerso en el día a día y formo parte también de la ciudadanía que provoca y padece esos cambios. Algunos a mejor y otros no tanto… Pero, indudablemente, es una España muy diferente a la que yo dejé.
- ¿Qué le diría a los jóvenes cuyos referentes aspiracionales muchas veces están en plataformas de contenidos virales?
- Que lograr el éxito o alcanzar los sueños que se persiguen no se logra desde lo efímero o lo superficial. Hay que trabajar muy duro y focalizar la atención en aquello que uno quiere lograr. Es peligroso educar a los jóvenes en la cultura de lo inmediato porque todo se consigue con esfuerzo y perseverancia. Hay que dedicar tiempo a las cosas, profundizar en el aprendizaje y ser conscientes y constante, en aras del trabajo bien hecho. Esa es mi máxima, sino hago las cosas buscando la excelencia, prefiero no hacerlas. El Teatro del Soho Caixabank, mi proyecto más vital, es exactamente eso, la búsqueda del éxito a través de la excelencia.
- Tras una veintena de películas, en 1992 le llegó el reconocimiento internacional con 'Los reyes del Mambo', su primer papel en habla inglesa. Luego llegaron grandes éxitos como 'Philadelphia', 'Entrevista con el vampiro', 'Desperado', 'El Zorro'... De ahí a gestor cultural en su Málaga natal. ¿Qué espera del ambicioso proyecto Sohrlin Andalucía con el que está tan profundamente implicado?
- Es un proyecto que se está gestando y que creo va a ser un antes y un después para la oferta cultural de Málaga, de Andalucía y de España. Domingo Merlín, un profesional muy reconocido en el ámbito de los grandes espectáculos, es mi otra mitad en esta aventura que pretende recuperar el singular espacio de una antigua fábrica delante del mediterráneo. La idea es dedicarlo a la creación, producción, entrenamiento, formación, exhibición y distribución de las artes escénicas y el entretenimiento cultural con proyección internacional. Es muy ambicioso ya que será motor de la industria del entretenimiento y, a la vez, cantera al formar a los jóvenes en los oficios de las artes escénicas y visuales.
«Es muy ambicioso ya que será motor de la industria del entretenimiento y, a la vez, cantera al formar a los jóvenes en los oficios de las artes escénicas y visuales»
- ¿Cree que promocionamos lo suficiente a nivel internacional nuestro patrimonio o la diversidad y riqueza de nuestra identidad?
- Desde mi ámbito de trabajo siempre tengo presente la dimensión internacional de mis proyectos. Tanto El Teatro del Soho Caixabank o el Espacio Sohrlin, son un ejemplo de ese interés por promocionar la cultura y el patrimonio español, más allá de nuestras fronteras. La riqueza y variedad de nuestra cultura es un ejemplo de todo lo que es España puede aportar al mundo desde todos los ámbitos: cultura, deporte, ciencia, gastronomía….
Mantener la idiosincrasia
- Ha recorrido todo el planeta por tu profesión y, también, como viajero insaciable. Desde su punto de vista, ¿qué valores diferenciales cree que tiene España en un mundo cada vez más globalizado?
- La globalidad es una realidad, pero creo que un país con tanta personalidad como el nuestro sigue manteniendo su idiosincrasia y eso es precisamente lo que lo hace más atractivo para el viajero. Aquí van a encontrar paisajes increíbles, unas infraestructuras muy preparadas para recibir turistas, una gastronomía variada y riquísima; y una huella cultural fruto de una historia extraordinaria y de la fusión de fenicios, romanos, visigodos, árabes, judíos…. Y, lo más importante, es que la gente que recibe al extranjero con los brazos abiertos.
- Pero, en concreto, ¿qué cree que nos hace tan atractivos para ese público americano que tan bien conoce?
- Sin duda, nuestra historia y cultura. Desde el Museo del Prado, que tiene la mayor concentración de arte de primerísimo nivel por metro cuadrado, a las catedrales repartidas por toda nuestra geografía. Pero, también, una gastronomía imbatible y una oferta vinícola interminable. Y ahora, como nunca antes, una cartelera de espectáculos musicales que han llevado a Madrid a convertirse en la tercera capital de musicales del mundo…
- Hasta hace poco el foco estaba puesto en traer los grandes musicales de Broadway. Hoy, con iniciativas como el Teatro Soho Caixabank de Málaga, el objetivo es que el público americano venga a ver las producciones que hacemos aquí. ¿Cuál es la fórmula del éxito para atraer una audiencia tan experta en grandes producciones teatrales?
- Madrid ha recibido una avalancha de producciones musicales con los grandes clásicos de Broadway y otros nuevos libretos. Todos ellos han convivido y han creado una oferta increíble para el público. Nuestra propuesta desde el Teatro Soho Caixabank ha sido apostar por recuperar algunos de los musicales más reconocidos de la historia como es el caso de 'A Chorus Line' o 'Company'. Siempre buscamos proyectos que sean icónicos.
Proyecto tras proyecto
- Esta semana acaba de estrenar 'Tocando nuestra canción'. ¿Qué le ha llevado a elegir este libreto?
- Es una apuesta por mirar las relaciones de pareja en clave de comedia, pero los personajes de la historia, poco a poco, revelan sus pequeñas tragedias, sus fobias, sus deseos y el uso que estos hacen del humor como mecanismo de defensa. Neil Simon, Marvin Hamlisch y Carole B. Sager, libretista, compositor y letrista respectivamente, nos proponen una narrativa cargada de dulce ironía, e inteligencia a través de la cual vamos desmembrando la personalidad de dos seres humanos. Un hombre y una mujer, que viajan por su existencia con los bolsillos llenos de amor y desamor, dispuestos a enfrentarse a sus poderosos miedos, desdoblándose y multiplicándose para sugerir que, quizás, todos nosotros somos diferentes posibilidades frente a diversos caminos y opciones. Es un homenaje, un tributo, a una forma de contar historias que invadió las pantallas de cine y nuestros corazones durante las décadas de la comedia romántica norteamericana.
- Y en octubre estrenará 'Gypsy', otra gran apuesta por uno de las obras más laureadas en los premios Tony...
- Sí, queremos estrenar, probablemente, en otoño. 'Gypsy' estará protagonizado por Marta Ribera, con dirección musical de Arturo Díez Boscovich. El espectáculo contará con la mayoría de las coreografías originales de Jerome Robbins, uno de los grandes coreógrafos y directores de la historia de musicales como 'West Side Story' o 'El violinista en el tejado'. Es uno de los mejores musicales estadounidenses de todos los tiempos y está basado en las memorias de la artista y vedete Gypsy Rose.
- El próximo día 12 de junio recibirá en Madrid el Turium Connecting Excellence Award por su labor como embajador de la cultura y la excelencia de nuestro país más allá de nuestras fronteras. Después de una vida consagrada a las artes, ¿cree que subestimamos el poder de la creatividad como catalizador de cambio y generador de riqueza?
- Sí, siempre se ha asociado la creatividad con nociones menos economicistas y se consideraba todo lo que tenía que ver con ella como algo que pertenece al entretenimiento, más que a la ciencia o a los negocios. Pero está claro que, sin creatividad, empezando por el propio invento de la rueda, el mundo no habría evolucionado. En esta era digital que habitamos, ahora más que nunca, es la capacidad de ser creativos lo que marca la diferencia entre las máquinas y el hombre. Es el motor real del cambio, aplicado ahora sí, a todos los órdenes de la vida.
TITULO: ¿Dónde estabas entonces? - 'Chanteo', 'chantear - Canal Historia, un cuarto de siglo contando el pasado en la televisión , Martes - 25 - Junio ,.
Este martes - 25 - Junio , a las 22.30, La Sexta emite una nueva entrega de la tercera temporada de '¿Dónde estabas entonces?', presentada por Ana Pastor , foto,.
'Chanteo', 'chantear - Canal Historia, un cuarto de siglo contando el pasado en la televisión,.
Documental de la cadena sobre el 80 aniversario del desembarco de Normandía.
La cadena cumple 25 años desde que comenzó sus emisiones, un tiempo en el que ha llegado a emitir más de 2.200 programas documentales,.
A finales del siglo XX, cuando quizás el acceso a contenidos históricos para el público generalista se limitaba a libros, algún contenido audiovisual a través del cine, la ficción o documentales que ofrecía la televisión en abierto, Canal Historia arrancó en diciembre de 1998 su programación en España tras el debut de la franquicia tres años antes en Estados Unidos con The History Channel. Desde entonces, esta cadena disponible en las principales plataformas de pago ha evolucionado desde sus inicios con un enfoque más academicista hasta convertirse en un canal referente para la audiencia con el que aprender la historia de una manera didáctica y entretenida.
A lo largo del cuarto del siglo desde que arrancó sus emisiones, Canal Historia ha ofrecido a los espectadores más de 2.200 programas y 250.000 emisiones, conectando con más de quince millones y medio de personas desde su creación, según los datos ofrecidos por AMC Networks International. También ha recibido más de quince premios y nominaciones, como el galardón al mejor canal temático por la Academia de las Ciencias y las Artes de la Televisión.
Para el director general de AMC Networks International Southern Europe, Antonio Ruiz, Canal Historia es «más que un canal» porque, en su opinión, se ha convertido en una «marca y una referencia» que ha trascendido la pequeña pantalla. «Hemos conseguido construir un canal que es un prescriptor para los amantes de la historia, siendo fieles al compromiso con la objetividad y el rigor», subraya el directivo. Sobre la clave para convertirse en una marca de referencia, Ruiz señala que «se construye alrededor de la premisa de la imparcialidad, para que el espectador analice los hechos y llegue a sus propias conclusiones».
«Hemos conseguido construir un canal que es un prescriptor para los amantes de la historia, siendo fieles al rigor»
Antonio Ruiz
Director general de AMC Networks International Southern Europe
El directivo también apunta a la apuesta del canal por contar en su parrilla de programación la historia de España, con una producción de más de sesenta series y documentales diferentes, que han sumado un total de más de 7.690 minutos de metraje original. Entre sus propuestas propias más destacadas figuran desde 'La primer vuelta al mundo' a 'Templarios', '40 años de Democracia' o 'Al-Ándalus, el legado', pasando por la desconocida historia de los corsarios en las costas españolas en 'Piratas en Baleares'.
Celebración especial
A lo largo del mes, Canal Historia celebra de una manera especial sus 25 años en España. A partir del 24 junio emitirá diferentes piezas grabadas en las que referentes como el periodista Iñaki Gabilondo o Carmen Iglesias, directora de la Real Academia de la Historia, hablan de los hechos históricos que consideran clave, como la reforma protestante, la colonización de América o el nacimiento de Jesucristo.
En AMC Selekt, además, ya está disponible bajo demanda el especial de programación que Canal Historia preparó con contenidos exclusivos sobre la Segunda Guerra Mundial y la celebración de los 80 años del desembarco de Normandía. En concreto, resalta el estreno en exclusiva de 'Día D: cien días para vencer al Tercer Reich', una serie documental que rememora los cien días que necesitaron los aliados para liberar Normandía, romper las líneas alemanas y allanar el camino hacia la victoria. Dividida en dos partes, la producción descubre los aspectos menos conocidos de la 'Operación Overlord', con imágenes inéditas y relatos en primera persona.
A partir del 24 junio emitirá piezas grabadas sobre la reforma protestante, la colonización de América o el nacimiento de Jesús
También se ha lanzado el estreno de otra serie documental, 'Día D: la historia de los soldados', un formato que muestra los acontecimientos del 6 de junio de 1944, donde el escritor y periodista británico Giles Milton desvela los testimonios de los primeros jóvenes soldados que vivieron de primera mano el desembarco. En este sentido, el canal ha producido además una serie de piezas originales dedicadas al espía español Juan Pujol García, más conocido por su nombre en clave, Garbo, un agente doble que fue clave en la consecución de la 'Operación Overlord'.
Por otra parte, Canal Historia ha preparado otros contenidos especiales en su programación para celebrar su efeméride, con algunos de los títulos más prestigiosos del catálogo de la cadena como 'Auschwitz en 33 objetos', 'El bombardero', 'El poder de Hitler', 'El avión que lideró el Día D' o 'Ciencia secreta nazi', entre otras.
TITULO:
Informe Robinson - Fútbol - Golpe de realidad sin Cristiano Ronaldo,.
Fútbol - Golpe de realidad sin Cristiano Ronaldo,.
foto / Pepe y Cristiano Ronaldo,.
Portugal sucumbe ante Croacia y saca a relucir la ‘Cristianodependencia’ en ataque que sufren los de Roberto Martínez cuando no está el crack sobre el campo.
La Portugal de Roberto Martínez está en el selecto grupo de las cuatro o cinco grandes candidatas a la victoria final en la Eurocopa. La gran fase de clasificación y la dinámica positiva de la Seleçao desde que el español Roberto Martínez tomó los mandos había devuelto la ilusión a Portugal tras un mal Mundial 2022. Repetir la victoria de 2016 es más que posible. El optimismo ha tornado en dudas tras el amistoso ante Croacia (1-2) en el que los Modric, Kovacic, Brozovic y compañía pasaron por encima a una Portugal sin Cristiano Ronaldo.
Chasco para los portugueses que echaron de menos a su máxima estrella. Cristiano Ronaldo disfrutó de descanso ante Croacia, al igual que en el otro amistoso ante Finlandia, y Portugal le echó mucho de menos. Golpe de realidad para los portugueses que sucumbieron ante un rival de los de postín. Gonçalo Ramos y João Félix naufragaron en la labor de sustituir a CR7. Sólo Diogo Jota estuvo a su nivel. No hubo nada de mordiente y los lusos dejaron una imagen muy lejana a lo que venían ofreciendo bajo la dirección de Roberto Martínez. No preocupa el pinchazo en Portugal ante Croacia, pero sí la ‘Cristianodependencia’ que demuestran los de Roberto Martínez de cara a gol cuando no está el jugador de Al Nassr. Y que esas costuras se vean a escasos días de comenzar la Eurocopa ha encendido el piloto de emergencia.
Cristiano, que jugará en Alemania su sexta Eurocopa, no viaja a tierras germanas de comparsa. Ya fue suplente en los dos últimos partidos del Mundial 2022, pero ahora es vital para Roberto Martínez. “Cristiano está preparado para ayudar al equipo y darlo todo. No hay otro jugador en el fútbol mundial que pueda dar al vestuario lo que da Cristia Ronaldo”, afirma el técnico. No sólo aporta experiencia sino que Cristiano sigue siendo sinónimo de gol. 44 muescas en 45 partido esta temporada lleva el de Madeira. Por no hablar de su olfato goleador intacto con la camiseta de la Seleçao.
CR7, pese a que estuvo en el banquillo, no saltó al campo ningún minuto. Mero descanso y regeneración para Cristiano que tiene el debut el martes 18 ante República Checa entre ceja y ceja. Aunque no se diga abiertamente pero pocos pueden dudar ahora en Portugal, incluido el seleccionador, que la Seleçao es Cristiano Ronaldo más diez. Su papel a día de hoy transciende lo futbolístico y ya es un emblema y un mito.
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