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TITULO:
Metrópolis - La historia interminable de las Inmaculadas de Murillo ,.
El lunes - 15 - Enero , los lunes a partir de las 00:30, en La2, fotos,.
La historia interminable de las Inmaculadas de Murillo,.
Se
ha hallado en la iglesia sevillana de San Vicente Mártir una pintura
considerada como “la primera Inmaculada” del artista, creada en torno a
1645,.
Una
de las obligaciones de todo visitante del Museo del Prado es la de
observar “La Inmaculada del Escorial” (1660-1665), de Bartolomé Esteban
Murillo. Una representación de la Virgen María con la que el pintor logró crear un símbolo tanto de la época pictórica,
como de la cristiandad y de su carrera artística. Con esta obra, el
sevillano rompió con la imagen de la protagonista como una niña,
característica de las Inmaculadas de Zurbarán o Velázquez, concediendo a
la Virgen, aún muy juvenil, un perfil que roza la madurez, elevándose
hacia los cielos mientras es rodeada de ángeles, nubes y luces
celestiales.
Lo
mismo ocurre con “La Inmaculada Concepción de los Venerables”
(1660-1665), también de obligada observación en el Prado y con la que
Murillo volvió a exaltar la representación de la Virgen. En esta
ocasión, el pintor volvió a consagrarse como el autor por excelencia del tema de la Inmaculada Concepción. Si bien no es el creador de esta iconografía, sí podría ser considerado como el mejor ejemplo.
No
obstante, aunque sí podrían ser las más conocidas, estas no son las
únicas pinturas que el artista dedicó a esta imagen, sino que creó alrededor de dos docenas de obras de este tipo, más que ningún pintor de su época. Tal fue su dedicación en este sentido, que aún hoy se siguen hallando obras de Murillo en las que representa a la Inmaculada Concepción.
Ha sucedido en la iglesia de San Vicente Mártir, en Sevilla. Una
investigación realizada por la empresa Gestionarte ha sacado a la luz
una pintura de Murillo a la que se considera “su primera Inmaculada” y
que fue creada en torno a 1645.
El
descubrimiento es producto de un proceso iniciado en 2011 que el
párroco, Pedro Arenal, le encargó a Benjamín Domínguez, conservador y
restaurador. No obstante, pasaron meses hasta encontrar financiación y no fue hasta septiembre de 2019 cuando comenzó la investigación propiamente dicha.
Entonces “iniciamos una intervención, con la dificultad propia de ser
una pintura sobre lienzo que estaba muy deteriorada, aunque no dañada
desde el punto de vista del soporte, con lo que fue una labor
complicada”, explica Domínguez.
Cuando
se hizo el primer informe del estudio, “se vio que era una pintura de
una alta calidad, pero los barnices impedían apreciarla. Con la complicación añadida de que no existe documentación histórica en la parroquia sobre su origen”,
asegura el restaurador. Ante esto, los expertos pensaron que la obra
podría haber sido un encargo de la parroquia no registrado, o bien una
obra desamortizada de algún convento.
“Cuando empezó el proceso de limpieza, se confirmó la calidad de la técnica pictórica. Cada pincelada era un descubrimiento tras otro”,
recuerda Domínguez. Por tanto, con un trabajo minucioso y delicado, se
descartaron otras hipótesis y llegó a la reveladora conclusión de que se
trataba de la primera Inmaculada de Murillo.
El trabajo de
investigación ha sido llevado a cabo por los expertos Antonio Romero e
Ignacio Cano, así como los resultados han sido publicados en la revista
especializada “Ars Magazine”. De esta manera, esta pintura se anticipa
de manera cronológica a la que era considerada la primera Inmaculada de
Murillo: la realizada en 1652, que permanece expuesta en el Museo de Bellas Artes de Sevilla.
Por otro lado, existe otro caso de Inmaculada de Murillo que también copó titulares recientemente.
No obstante, este caso no fue por un hallazgo que celebrar, sino más
bien por un trabajo que lamentar. Se le tildó como “el nuevo Ecce Homo”
y, afortunadamente, no se trató de un original, sino de una copia: un
coleccionista valenciano pagó 1.200 euros a un restaurador de muebles
para limpiar una copia de la obra de Murillo.
El resultado se hizo
viral en redes sociales, pues el rostro de la protagonista del cuadro
estaba completamente desfigurado. Ante la sorpresa del propietario,
decidió acudir a otro experto que intentaría recuperar los trazos dignos
de una obra de Murillo.
Con
esto, las Inmaculadas de Murillo, con túnica blanca y manto azul, se
convierte en una especie de historia interminable, pues cada vez son más
las obras que se suman a su colección. Con la recién hallada, ya se
cuentan 19 pinturas de este tipo, sumándose a otras obras maestras como “La Colosal” (1652), que debe su nombre tanto a su exposición como a su tamaño (tres metros de ancho por casi cuatro y medio de alto).
Asimismo,
destaca la “Walpole” Inmaculada Concepción, que se conserva en el Museo
Hermitage de San Petersburgo, o la Inmaculada del Coro o “La niña”, en
el Museo de Bellas Artes de Sevilla. Ambos cuadros comparten un rasgo en
común: hay expertos que aseguran que el rostro está inspirado en la hija del artista, Francisca María.
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