BLOC CULTURAL,

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martes, 30 de enero de 2024

Atención obras - Cine - La actriz Mónica López ,.Viernes - 16 - Febrero ,./ Detrás del instante - Las fotos de la Guerra Civil que Capa robó a Gerda Taro ,. / TARDE DE CINE CON - Tiempos vencidos ,. / Historia de nuestro cine -Cine - La gata , Viernes - 16 - Febrero ,.

 

   TITULO: Atención obras - Cine -  La actriz Mónica López  ,. Viernes - 16 - Febrero ,.

 Viernes - 16 - Febrero  ,.  a las 20:00 horas en La 2, foto,.

 Atención obras - Cine - La actriz Mónica López,.

 La actriz Mónica López

 Cayetana Guillén Cuervo entrevista en 'Atención Obras' a la actriz Mónica López. La intérprete protagoniza la obra ‘Carmen, nada de nadie’ en el Teatro Español de Madrid, donde da vida a Carmen Díez de Rivera, primera y única mujer que ha sido jefa de Gabinete de un presidente del Gobierno, Adolfo Suárez.

 

 TITULO:  Detrás del instante - Las fotos de la Guerra Civil que Capa robó a Gerda Taro,.

 Miércoles - 14 - Febrero  a las 20:00 horas en La 2 / fotos,.

Las fotos de la Guerra Civil que Capa robó a Gerda Taro,.

El Museo Reina Sofía acoge una muestra que rescata el papel activo de la mujer durante la Guerra Civil al tiempo que intenta resaltar la importancia de su carácter profesional,.

 Un miliciano bebiendo de un porrón.
 
Un miliciano bebiendo de un porrón.

En el número quince de un ejemplar de la revista «Umbral» fechado en octubre de 1937, tan solo un año después de que se produjera el golpe de estado militar contra el Gobierno de la Segunda República, aparecen las arrugas del rostro de una anciana que sonríe con un pañuelo negro fuertemente anudado a las canas de su pelo cansado. A esas marcas en la piel que el paso del tiempo ha otorgado la categoría de inmortales le acompaña el siguiente texto: «Esta anciana es nuestra España. En su risa, cara a la historia, comienza el resurgir del pueblo universal. Fuente de vida es. El fascismo no podrá destruir el júbilo creador de la tierra. La juventud española responde a una consigna: defendamos la risa de nuestra “vieja”».

La imagen que ilustra la publicación la firma la fotógrafa Kati Horna y tiene lugar en algún rincón de Valencia. Esta retratista húngara, mexicana de adopción, realizó en París sus primeros reportajes y decidió empaparse de las novedades del Surrealismo para poco después acudir a España y cubrir –con el encargo de las Oficinas de Propaganda Exterior de la CNT– un acontecimiento histórico como la Guerra Civil, que al igual que el movimiento vanguardista en el que se había estado iniciando como profesional, se manifestaba bastante partidario de lo absurdo. En una pared contigua a la enmarcación de la portada de la revista, se advierte otro retrato. Esta vez son las facciones joviales de un miliciano quienes sostienen un gesto de felicidad envidiable. Su boca espera abierta e impaciente a que el vino tinto que guarda la frasca que sostiene con su mano se derrame de forma precipitada y en mitad de un ligero embriague ocurrido en el descanso de la lucha, sea capaz de olvidarse que hay que volver al frente a saludar con timidez a la muerte.

No es casualidad que detrás de la cámara que inmortaliza esta costumbrista escena para el recuerdo del conflicto se encuentre una Leica sostenida por las manos de otra fotógrafa. De una judía represaliada por la Alemania Nazi como Gerda Taro que vino a España como reportera exiliada por su militancia antifascista cuya atracción, fascinación y repulsión por los horrores de una guerra entre hermanos sirvió para nutrir uno de los periodos profesionales más fascinantes de toda su carrera. La fotografía de «Miliciano, frente de Aragón» conforma junto con otras dos instantáneas de episodios en el frente republicano el monto total de imágenes erróneamente atribuidas a su pareja, el también fotógrafo Robert Cappa.

Tras la elaboración de un exhaustivo trabajo por parte del International Center of Photography en colaboración con el Reina Sofía de identificación y atribución de los negativos encontrados en la llamada «Maleta mexicana» (que agrupaba el trabajo llevado a cabo por Taro, Cappa y Chim), se ha concluido que dichas fotografías son, en efecto, de Gerda.

Un material que junto con la obra de Horna, constituye algunos de los elementos más relevantes que forman parte de la nueva sala de la Colección del Museo Reina Sofía. El título de este nuevo espacio ubicado en la segunda planta del edificio Sabatini, «Frente y retaguardia: Mujeres en la Guerra Civil», responde a una necesidad social de rescatar y señalar el papel activo de la mujer durante el periodo bélico al tiempo que intenta resaltar la importancia del carácter profesional que tuvieron tanto en el frente como en la retaguardia y la conversión que propiciaron todas ellas de disciplinas creativas como la fotografía o el arte en instrumentos políticos.

Supervivencia cotidiana

Activistas, milicianas, artistas, intelectuales y trabajadoras. Mujeres que en definitiva formaron parte de la construcción de una resistencia civil y una supervivencia cotidiana cuya diferencia de arquetipo se explicita bien en las dos partes de la sala; por un lado, el rol de la mujer dentro del bando republicano y por otro, la imaginería y publicaciones que se hacían desde el bando franquista. Mientras que desde la izquierda intentaron impulsar y fomentar la autonomía y la libertad individual a través de la creación de revistas como «Mujeres libres» en las que la propia Kari Horna participó y cuyo objetivo principal era «liberar a la mujer de su triple esclavitud: de ignorancia, de mujer y de productora», los materiales que se muestra en la zona del bando nacional tienen que ver con todos esos ideales de abnegación religiosa, maternidad, y absurdo sacrificio que de forma tan ilustrativa refleja una colección de postales «Mujeres de la Falange» que incluye fotos de José Compté. Concha Calvo, jefa de Fotografía del Departamento de Colecciones del Museo Reina Sofía, ha resaltado en la presentación del espacio «la importancia que tuvieron las publicaciones escritas en la proyección de estas fotógrafas. Revistas como “Umbral”, “Weekly Illustrated” o “Regards”. De hecho en el caso de Gerda Taro, “Regards” fue la primera revista que la pagó de manera oficial por su trabajo». Resulta curioso sin embargo que los nombres de fotógrafas con una producción sobre la Guerra Civil tan extensa, variada y personal hayan estado tan silenciados históricamente o en el peor de los casos, como el de Gerda, ensombrecidos y eclipsados por el de su pareja.

Es por eso que esta muestra, coincidiendo con la celebración del 8 de marzo, pero sin ser en ningún caso detonante exclusivo de la misma, incluye también carteles, publicaciones, postales y hasta un cortometraje documental escrito y dirigido por Mauricio A. Sollín dedicado a «todas las mujeres trabajadoras» titulado «La mujer y la guerra».

Al hilo de este carácter reivindicativo, Ana Longoni, directora de Actividades Públicas del Reina Sofía ha matizado: «Este museo está integrado fundamentalmente por trabajadoras mujeres y me gustaría destacar lo feliz que eso me hace. En ese sentido, la revuelta feminista en el museo quiere enmarcarse justamente en un contexto internacional y local que desborda completamente al museo. Esta sala no es una efeméride en torno al 8M, sino que forma parte de un hacer cotidiano y sostenido que pretende quedarse entre estas paredes». En mitad de esa España sitiada por la guerra, devastada por la violencia y aquejada de tristeza hubo una mujer que utilizó su cámara para expresar el inconformismo de sus ideas y materializar la inquietud de sus manos. Ahora, tres fotos del conflicto nos remiten a la resistencia y a reivindicación de una historia, la nuestra, que todavía sigue formando parte del álbum colectivo de la memoria del pueblo.

Robert Cappa y Gerda Taro
 
Robert Cappa y Gerda Taro,.

La construcción del mito

«Gerda me presenta a todos los editores y además escribe artículos. Nunca antes en mi vida había sido tan feliz. Ahora a Gerda y a mí solo podrían separarnos a tiros», reconocía un joven Endre Ernö Friedman con la candidez que precede al desconocimiento, sin ser consciente aún del trágico destino que le depararía el destino a su amor y sin vaticinar que no sería una bala, sino un tanque, lo que acabaría con la vida de Gerda. Que Robert Cappa y Gerda Taro (en la imagen) estuvieran enamorados, no invalida el hecho de que juntos, aprendieran a construir un personaje comercial que terminaría absorbiéndoles. Ese personaje fue Cappa, cuyo nombre sacaron del cineasta Frank Capra que acababa de ganar un Oscar en ese momento por «Sucedió una noche». Antes de demostrar su talento, Robert supo vender que lo tenía y en esa estrategia ciertamente inteligente encontró en Gerda a la aliada perfecta para llevarlo a cabo. Fueron muchas las puertas a las que tuvo que llamar la fotógrafa alemana para que el nombre de Cappa comenzara a resonar en las publicaciones de la época. Y sin embargo fueron pocos, los reconocimientos que ella en términos profesionales acabaría obteniendo.

TITULO:TARDE DE CINE CON -  Tiempos vencidos,.

  Tiempos vencidos,.

 En la guerra solo hay vencidos y vencidos

foto / En la guerra no existen vencidos y vencedores, sino vencidos y vencidos. Eso es algo que aprendió cuando lo conoció a él, a un hombre que se jactaba de haberlo ganado todo, de haber sometido a un pueblo gracias a sus artimañas. Pero no, él no era un vencedor. Él acabó siendo un náufrago, un hombre perdido por tierras desconocidas, un aventurero, tal vez. Un hombre que buscaba su casa y su hogar y había abandonado aquella ciudad que tanto le había costado conquistar. No, en la guerra no hay vencidos y vencedores, solo hay vencidos y vencidos. Solo hay destrucción, y la destrucción engendra más destrucción. Unos ganan un poquito de terreno que se desintegra con el tiempo y otros se tiran al mar buscando nuevas tierras, buscando una patria o la suya propia, después de tanto tiempo lejos de un lugar que se pueda llamar hogar. Sí, la gente muere, las pérdidas son más que las ganancias, cosas que no se reemplazan… como la vida.

Estas enseñanzas la han rondado desde que una noche, siendo apenas una niña, tuvo un sueño.

—No suelo acordarme de los sueños, pero el de esta noche me ha parecido tan real —dice Nausícaa, desperezándose.

—¿Qué has soñado? —la esclava acaba de entrar en la habitación con una jarra de agua y una palangana para el baño matutino.

—¿Te puedes creer? Estaba en el gineceo trabajando en el telar, cuando la hija de Dimante ha entrado en él y me ha dicho que debía llevar todos mis ropajes a lavar porque se acerca el día de mi matrimonio y todo debe estar dispuesto.

—¿El día de tu matrimonio?

—Raro, ¿no te parece? Que yo sepa, aún mi padre no ha pactado nada, ni siquiera me lo ha insinuado.

—¿Crees entonces que es una premonición?

—Pues, la verdad, no lo sé, pero no se me van de la cabeza sus palabras.

Nausícaa pone los ojos en blanco y suspira.

—Cuando es así es porque los dioses son los responsables de esos sueños. Deberías hacer caso a lo que te aconsejan.

Nausícaa se viste y sale decidida de su habitación. Laira tiene razón, hay sueños que es mejor no ignorar. Se dirige al salón donde sabe que estarán sus padres. Al llegar se para en la puerta y contempla la escena como si la estuviera viendo por primera vez, aunque, en realidad, es un cuadro fijo, algo que está acostumbrada a presenciar desde que tiene uso de razón, pero ahora hay algo diferente en ella que la hace reflexionar.

"Mira con tristeza a su madre, se pregunta si será feliz. Ella quiere vivir libre, ser como Artemisa, agreste y salvaje"

La figura de Areté, su madre, parpadea iluminada por el calor del fuego del hogar. Junto a ella, sentadas en sillas bajas, silenciosas, sus esclavas. Las madejas de lana purpúrea reposan en los cestillos, de donde escapan unas hebras para retorcerse entre los dedos de las mujeres y convertirse en ovillos. Una tarea femenina como tantas otras. Y entonces se da cuenta de que eso será lo que le espera cuando abandone la inocencia de la juventud para ingresar en el matrimonio. Traga saliva, que le recorre la garganta y las entrañas como ácido y le va quemando el alma. Mira con tristeza a su madre, se pregunta si será feliz. Ella quiere vivir libre, ser como Artemisa, agreste y salvaje. Ahora su atención se dirige a su padre. Está a punto de salir. Sabe a dónde va, debe dirigir un pueblo. Son los hombres los que acuden a las asambleas, son los hombres los que manejan las riendas. Da un paso hacia delante, la empuja algo que sabe que no le pertenece, que está fuera de su propia voluntad. Ella no quiere ir al río, no quiere lavar las prendas para una futura boda.

—Padre.

—Dime, hija —Alcínoo la mira con ojos de prisa.

—Necesito que me unzas en un carromato unos bueyes corpulentos —dice de sopetón.

—¿Para qué?

—Porque debo ir al río a lavar mis vestimentas. Están sucias y es indecoroso —se guarda en su corazón la verdadera razón, esa promesa de un futuro matrimonio a la que ella no quiere asistir, pero debe hacerlo, sabe que hay algo que la impele a ir—. También las vuestras están sucias y yo me encargo de todo eso.

"El sol aún no ha llegado a su punto más alto, y mientras esperan que el calor evapore la humedad de los quitones, los himationes y los velos, toman una pelota"

El carromato cargado de prendas llega a la playa, donde el río deja su ferocidad atrás para comenzar a morir dentro del mar. Allí desciende Nausícaa con sus esclavas. Todas ellas doncellas, todas ellas salvajes como ninfas servidoras de la mismísima Artemisa. Traen sobre el vehículo las prendas y la felicidad de la libertad que proporciona la lejanía de los ojos acechantes y curiosos de Palacio. Comienzan sus labores con la prisa del que no le queda tiempo. Enseguida ponen las prendas a secar. El sol aún no ha llegado a su punto más alto, y mientras esperan que el calor evapore la humedad de los quitones, los himationes y los velos, toman una pelota.

—¡Aquí! ¡Aquí! Pásamela a mí.

—No, a mí, a mí.

—Ten cuidado de que no se caiga.

—No sé cómo os puede gustar jugar con la pelota —dice una muchacha de trenzas como espigas de trigo que canta sobre un lecho de flores recién recogidas y trenza unas guirnaldas.

—Es divertido, Lamia. Lo que pasa es que tú eres una sosa —dice Nausícaa con la respiración entrecortada y las gotas de sudor cayéndole por la espalda.

"Todas miran hacia ella, más bien a través de ella, la traspasan para observar algo más allá. Nausícaa se da la vuelta lentamente con el corazón palpitando ya en sus manos. Y ahí está"

Eleutheria le tira la pelota. A Nausícaa no le da tiempo a reaccionar y la pelota corre libre lejos del corro de muchachas, junto a unos frondosos matorrales donde un hombre desnudo dormita. Nausícaa no ve cómo el ruido hace que el náufrago salga del mundo de los sueños, en los que una diosa le aconseja lo que debe hacer y qué debe decir.

—Querías que corriera, ¿eh, Eleutheria? —Nausícaa le devuelve la pelota a Eleutheria. Esta no la coge, se ha quedado congelada como una estatua esculpida en duro mármol— ¿Acaso te ha visitado Medusa? ¿Qué haces?

Pero Eleutheria no dice nada, ni Laira ni Ava ni Lamia ni Berenice. Todas miran hacia ella, más bien a través de ella, la traspasan para observar algo más allá. Nausícaa se da la vuelta lentamente con el corazón palpitando ya en sus manos. Y ahí está.

"La muchacha siente cómo sus reticencias se derriten como la nieve en primavera al escuchar sus penas. La compasión hierve y también las palabras amables la cubren del valor necesario"

El espejismo de lo que alguna vez fue un hombre fuerte. Un esqueleto del que cuelga la piel tostada por el sol de la experiencia. Una cara presidida por grandes ojos que salen de sus cuencas pidiendo clemencia. Luciendo la desnudez de la vergüenza, tapando sus atributos con las manos y pidiendo clemencia con un gesto silencioso. Las esclavas corren, el miedo de ver un hombre desnudo activa su mecanismo de supervivencia. Pero Nausícaa permanece de pie, impertérrita. Sabe que es su destino, lo presiente, el sueño también se lo dijo. Lo mira desafiante, no siente miedo, más bien compasión.

El hombre abre la boca, sus dientes amarillentos y caóticos luchan por pronunciar alguna palabra. Las primeras salen temblorosas y poco a poco lo que es un hilito de voz cansado se convierte en una voz fuerte y potente.

—¡Yo te imploro, oh reina, seas diosa o mortal! Si eres una de las deidades que poseen el anchuroso cielo, te hallo muy parecida a Diana, hija del gran Júpiter, por tu hermosura, por tu grandeza y por tu aire; y si naciste de los hombres que moran en la tierra, dichosos mil veces tu padre, tu veneranda madre y tus hermanos, pues su espíritu debe de alegrarse intensamente cuando ven a tal retoño salir a las danza…!

"Nausícaa, que sabe interpretar los silencios, se da cuenta de que en realidad Odiseo es alguien que sufre, alguien al que la guerra lo sacó de la seguridad del hogar, que dejó atrás el amor"

La muchacha siente cómo sus reticencias se derriten como la nieve en primavera al escuchar sus penas. La compasión hierve y también las palabras amables la cubren del valor necesario. Le da algo de ropa y teje una estratagema para que la acompañe a Palacio, junto a su padre. Sabe que no es decoroso que una doncella y más, si es la hija del rey, se deje ver con un hombre, sea quien sea él. Odiseo acompaña el carro a distancia, Nausícaa lo introduce en Palacio. Primero acude a su madre, no hay nada como una mujer para templar el carácter y bajar las barreras de los hombres. Areté también se compadece de la historia del hombre.

Odiseo, un rey que busca su patria, un héroe que ha luchado con monstruos, un guerrero que ha conquistado ciudades con artimañas se muestra como un simple hombre con sus miedos y carencias, como un náufrago que lo ha perdido todo y que echa de menos el amor y su patria. Durante noches cuenta su historia, durante noches desnuda su alma entre las líneas de sus aventuras. Nausícaa, que sabe interpretar los silencios, se da cuenta de que en realidad Odiseo es alguien que sufre, alguien al que la guerra lo sacó de la seguridad del hogar, que dejó atrás el amor y es lo único que quiere recuperar, y es entonces cuando Nausícaa se da cuenta de que en las guerras no hay vencidos y vencedores, simplemente vencidos y vencidos. Unos pierden antes, otros después, pero en la guerra solamente hay pérdida.

 

TITULO:  Historia de nuestro cine - Cine - La gata  ., Viernes  - 16 - Febrero ,.


 La gata

 

 

El Viernes   - 16 - Febrero ,.  a las 22:15 por La 2, foto,.

 

Reparto,. Aurora Bautista ,  Jorge Mistral , José Nieto , Nani Fernández , José Guardiola , Felipe Simón,.
 
 En el cortijo donde trabaja Juan vive María "la gata", la hija del mayoral, que muere de amor por él. La agresividad de Juan y sus andanzas con las mujeres llevan al padre de María a rechazar su amistad. Los toros de la ganadería están siendo toreados de noche, lo que repercute negativamente en la plaza, y todo el mundo piensa en Juan como el culpable de los hechos, pero él se oculta. Hasta que uno de los toros mata a un espontáneo el día de la corrida. A partir de ahí se buscará al culpable de malear a los toros, con un trágico final.

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