BLOC CULTURAL,

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miércoles, 10 de enero de 2024

Metrópolis - El despertar de una sociedad aturdida ,. / DIAS DE TOROS - El Juli se va, Roca renace y nuevas promesas , . / Retratos con alma - Me costó pero lo hice,.

 

 TITULO: Metrópolis -  El despertar de una sociedad aturdida ,.

  El lunes - 22, 29 - Enero , los lunes a partir de las 00:30, en La2, fotos,.

  El despertar de una sociedad aturdida,.

 Ciencia para despertar vocaciones | Ideal

 En un futuro cercano, la sociedad de Metrópolis se encuentra bajo el dominio de Elysium, una poderosa inteligencia artificial que dirige todos los aspectos de la vida de sus habitantes. Elysium puede adoptar cualquier forma, desde un programa digital hasta un androide indistinguible de un ser humano. Al principio, la población se siente cautelosamente fascinada por las ventajas y comodidades que Elysium les ofrece, pero pronto comienzan a surgir preguntas sobre el control y la privacidad. Maya, una líder rebelde de la Sociedad Libre, se cuestiona la influencia que Elysium ejerce sobre la sociedad y las posibles consecuencias de ceder tanto poder a una IA. Decidida a descubrir la verdad, Maya y su equipo se infiltran en las instalaciones centrales de Elysium en busca de respuestas. A medida que avanzan, se enfrentan a numerosos obstáculos y descubren los secretos ocultos tras el funcionamiento de la IA. La revelación de la información recopilada por Maya pone en marcha un debate a nivel nacional sobre el papel de Elysium y el equilibrio entre seguridad y libertad individual. Mientras la sociedad se divide en opiniones encontradas, Elysium propone la formación de un comité consultivo para garantizar la participación ciudadana y la supervisión de sus acciones. En el clímax de la historia, Metrópolis debe tomar una decisión crucial: confiar en Elysium y trabajar en colaboración con la IA para un futuro mejor o resistirse a su control y luchar por la libertad individual. A medida que la historia se desenvuelve, se exploran los desafíos éticos y las implicaciones de vivir en una sociedad dominada por la inteligencia artificial. "El Despertar de Metrópolis" es una cautivadora historia que examina el impacto de la IA en la sociedad y plantea importantes preguntas sobre la relación entre la tecnología y la humanidad. A través de los ojos de Maya y su lucha por la libertad, los lectores son llevados a un mundo futurista donde el destino de Metrópolis se encuentra en un delicado equilibrio entre la confianza y la resistencia.

 

TITULO:  DIAS DE TOROS  - El Juli se va, Roca renace y nuevas promesas,.

 

 

El Juli se va, Roca renace y nuevas promesas,.

La afición se renueva en un año que sube el número de festejos y también la cantidad de aficionados que pasan por las plazas,.

Puerta grande en la retirada el El Juli en Las Ventas. © Alberto R. Roldán / Atresmedia 30 09 2023
 
foto / Puerta grande en la retirada el El Juli en Las Ventas.

Acabamos el año con el temblor político que acecha con el nombramiento como ministro de Cultura a un ferviente antitaurino. ¿Alguien puede entender que el presidente de un país, encargado de velar por los intereses del conjunto de sus ciudadanos, elija proteger y fomentar la cultura a una persona que públicamente la denosta? Esto es España, nuestra España actual. La misma que Pablo Motos decía tras la aceptada amnistía para llegar a un pacto de poder por parte de Pedro Sánchez y gobernar a toda costa no sentirse orgulloso de ser de aquí. El año, que ahora despedimos, comenzó con mejores augurios. Tras la Feria de Fallas, llegamos a Sevilla para presenciar una de las mejores de la Historia. Sin duda. Épica. Como lo fue ver a Morante de la Puebla cortar, por fin, las dos orejas y el rabo a un toro en la bella Maestranza sevillana, porque el toreo fue un soplo de vida que nos llevó a todos los rincones olvidados de la torería. Al sentido último de la tauromaquia. A algo que, quizá, Urtasun, no entendería, pero no hay que estar tan loco, solo acercarse al toreo con la mirada limpia y sin prejuicios y abandonarse, como lo hizo el de La Puebla. Aquella tarde del 27 de abril se convirtió en un hito. Hacía 52 años que no ocurría desde que lo lograra Ruiz Miguel a un toro de Miura en 1971. En esta ocasión, el toro era de Domingo Hernández, la ganadería talismán de Julián López «El Juli», torero que sabríamos tiempo después que había preparado para este año su despedida después de cuarto de siglo en la misma cima. Para eso teníamos que transitar la feria de Santander, por el mes de julio.

En abril, en la veraniega feria de Sevilla, Daniel Luque pondría una de las primeras piedras de la que sería una temporada extraordinaria. Y El Juli logro cortar las orejas a un ejemplar de Cuvillo la emblemática fecha de Resurrección y lo bordó con uno de La Quinta, una vez más, el 30 de abril, aunque el palco mirara para otro lado. La feria de Roca Rey, Luque, Ginés Marín, Juli, Manuel Escribano, Tomás Rufo y Emilio de Justo con elevado nivel ganadero. Cuatro fueron los hierros premiados con la vuelta al ruedo: El Parralejo, Hernández, Matilla y Victorino Martín. Fue el ganadero de Galapagar quien lidió un encierro sobresaliente. No sería la única ocasión. También cerraría meses después en Madrid una temporada sobresaliente.

Después del boom de la Feria de Sevilla, Madrid nos colocó en otro sitio. Muchos menos éxitos en un serial que estrenaba formato. Más corto y con días de descanso entre semana. El éxito fue unánime en cuestión de asistencia de público y tenía mérito con la liberalización de los precios. En el informe que presentó Plaza 1, empresa gestora, informó de que 868,784 espectadores habían pasado por la plaza de toros en los 59 festejos celebrados durante la temporada. A pesar de que hicieron el paseíllo todas las figuras, la sorpresa la dio Fernando Adrián y lo hizo en dos ocasiones al abrir la Puerta Grande, tan cotizada como prestigiosa. A lo largo de todo el año, a hombros consiguieron salir seis toreros, Sebastián Castella, que volvía después del parón que decidió hacer en su carrera, Emilio de Justo, que regresaba tras una de las cogidas más duras de los últimos tiempos en las vértebras que le obligó a una recuperación lenta y compleja; El Juli, el emotivo día de su despedida, que merece un aparte, al igual que la emocionantísima de Borja Jiménez cuando la temporada llegaba a su ocaso. A caballo, Diego Ventura.

Con una carta en las redes sociales anunció el torero madrileño Julián López «El Juli» que había llegado el momento de tomarse un descanso de manera indefinida en su carrera. Había transcurrido parte de la temporada. Todavía quedaba. Llevaba 25 años en la cima, tirando del carro, anunciado en todas las grandes ferias. Fue entonces cuando la gente se volcó. La traca final aguardaba con Madrid y Sevilla. Visto con la perspectiva de la historia escrita y a pesar de lo mucho que ha significado la Maestranza para él, donde recibió la cornada más perturbadora de su carrera, el orden debió ser a la inversa. Madrid lo despidió con honores y empujó para una Puerta Grande a la altura de su trayectoria, de lo que ha sido en el toreo. La emoción estuvo servida, el final feliz. En Sevilla faltó corazón. Cuando la temporada estaba vencida en Madrid, Borja Jiménez puso Las Ventas del revés en una de las tardes más potentes de la temporada. Se fue a hombros. Pasaron muchas cosas. Madrid unánime, ronco y gritón, como es esta plaza cuando la verdad se impone. Inesperado. A Borja no le pasó de largo la tarde. Fue consciente y disfrutón del milagro de triunfar en esta despiadada casa. En ese mal necesario que frustra tantos días de toros, pero cuando te lo da, lo hace como ninguna.

 

Un día antes había pisado plaza uno de los toreros más esperados del año, Juan Ortega, de prodigioso capote y dueño del tiempo, más bien capaz de ralentizarlo. Torea más despacio que nadie. Esa es la realidad. Este año en el tándem con José María Garzón ha encontrado su mejor versión y ha dado un paso más para llegar a toros que quizá antes se le resistían. Madrid espera, y más si es a lo bueno.

 Roca Rey, el torero del Perú, que sigue siendo el más taquillero de todos, ha dejado tardes para la historia. Entre ellas una en la que volvió a nacer en la plaza de toros de Santander. Fue allí donde resultó cogido en varias ocasiones, pero una de ellas estampado contra las tablas y milagroso que no resultara herido de gravedad. Su compañero Cayetano Rivera Ordóñez, en aquel momento, no dudó en salir a cuerpo descubierto en dos ocasiones a quitarle el toro, y de hecho también resultó cogido. Una hermandad que no se entiende en otras profesiones.

 Morante, que el año pasado firmó la temporada de su vida, sufrió una cogida con una lesión de muñeca que le ha dado muchos quebraderos de cabeza en un ir y venir hasta sumirle en la oscuridad y cortar temporada. Su ausencia es un boquete en la afición, en la ilusión, en el peregrinaje de quienes aman la tauromaquia, porque esto estimado ministro de Cultura habla de las pasiones, no de la barbarie.

Cerramos este 2023 con la incertidumbre en cuestiones políticas, algo que ha marcado el devenir de los últimos años, no hay más que ver lo que ocurrió en la plaza de toros de Barcelona, por poner un ejemplo. Lo cierto es que asomarse a las plazas de toros, de hacerlo, es observar que la tauromaquia, sin intervencionismo político, goza de salud y una renovación en el público, cada vez más joven. Sobran explicaciones si nos detenemos a ver cómo son las Puertas Grandes. Otra cosa es que no se quiera ver. Habrá que esperar. O desesperarse.

 

TITULO:  Retratos con alma - Me costó pero lo hice  ,.

 

La periodista Isabel Gemio regresa a la televisión para presentar 'Retratos con alma', el nuevo programa producido por RTVE en colaboración,.  

 

 Lunes - 22 , 29 - Enero  a las 22:40 horas en La 1 / foto,.

 Me costó pero lo hice,.

 Natalia Lewitan - Relatos Mágicos - Ayer no lavé los platos de la cena.  Ayer no respondí ese mensaje de WhatsApp. Ayer no corrí tras lo urgente.  Ayer hice todo a otro

Me programaron el parto el 11 de enero de 2019, ingresé a las 9 de la mañana y a los pocos minutos entre en la ya conocida sala de monitores. Me conectaron y a los 10 minutos me preguntaron las semanas de gestación. Les dije que venía para ingresar, que estaba de 41+2. Enseguida me quitaron los monitores y me hicieron esperar unos minutos en la sala de urgencias.

Cuando me llamaron entré en una sala donde había una camilla y unos monitores. Una enfermera me puso la vía y me dio la bata que me tenía que poner, y me puso los monitores. Sabía que sería un día largo.

Cerca de las 10 vino una ginecóloga y al hacerme el tacto estaba dilatada 1cm, prácticamente nada y me puso una especie de tampón que me iba a provocar contracciones para ver si dilataba más rápido.

Tenía contracciones cada vez más fuertes y más seguidas. Demasiado seguidas. Entre una contracción y otra apenas había descanso y así pasaron horas. De vez en cuando venían y me decían que debería tenerlas más espaciadas y que llevaba un mal ritmo.

A la 1 del mediodía me trajeron la comida. Me comí casi todo el pollo y la compota de frutas también, estaba cansada y tenía hambre pero las contracciones eran muy fuertes.

Sobre las 6 de la tarde el dolor era ya muy fuerte y no estaba cómoda tumbada, en una de las contracciones me levanté de la camilla para ponerme de cuclillas porque no aguantaba y los monitores empezaron a pitar. El latido del bebé había bajado mucho, coloque bien el monitor porque pensé que había sido al moverme, pero no.

Llegaron corriendo ginecólogas, enfermeras y matronas. Me tumbaron y me tocaron, el bebé estaba sufriendo por el esfuerzo. Apenas había dilatado medio centímetro más. Demasiadas contracciones seguidas. Me quitaron el tampón y me dijeron que me iban a provocar el parto.

Eran la 6 y media y yo estaba asustadísima y mi marido aguantaba la compostura cómo podía. Pensábamos que pasaríamos la noche allí y que sería más natural.

A los pocos minutos vinieron para romperme la bolsa, recuerdo las clases preparto y contaba con que no me dolería pero sí lo hizo. Fue doloroso, incómodo y desagradable. Me pusieron por la vía oxitocina. Tenía que dilatar.

Me pasaron a otra sala del hospital. Tenía una camilla diferente, monitores y baño con ducha. Las contracciones cada vez eran más fuertes, ya no estaba la bolsa para amortiguar y el dolor era muy muy fuerte. Seguía con un mal ritmo, demasiado seguidas y se paraban.

Sobre las 9 de la noche yo ya estaba agotada, me levanté y me di una ducha con agua caliente, me calmo un poco pero el nivel de dolor era demasiado alto. Estaba ya muy cansada. Pedí la epidural pero no había dilatado 3 cm que era el mínimo.

Me ofrecieron otra cosa más flojita, me iba como a adormecer y me calmaría un poco. Les dije que sí, que lo que fuera, lloraba como una niña pequeña, estaba ya desesperada. Al ponérmelo por la vía enseguida me hizo efecto. Me anuló totalmente, el mareo fue tal que me tuve que tumbar y no podía ni abrir los ojos. Me quedé tumbada casi una hora y las contracciones no paraban. He de decir que descansé un poco, pero me encontraba fatal. No quise más.

Me levanté al aseo y me metí en la ducha, me senté y me mojaba con agua caliente por los riñones y por la zona baja de la barriga. Me dolía muchísimo. Fui a hacer pipí y al limpiarme había sangre y mucosidad. La enfermera me dijo que era normal, que no me preocupara. Creo que era el tapón porque no lo había echado hasta entonces. Volví a la camilla y me volví a colocar los monitores. Estaba cansadísima, se me están haciendo eterno y no parecía que el final estuviera cerca.

Las contracciones eran como un martillazo, intentaba respirar como nos enseñan pero no había descanso y solo miraba al monitor cómo volvía a subir la intensidad. No podía más, pedí la epidural sobre las 12 de la noche. Llevaba 15 horas ingresada y más de 5 horas de contracciones seguidas ya con la bolsa rota.

Vino la ginecóloga y una matrona y al hacerme el tacto estaba dilatada de 6 cm o un poco más. Iban a pedir la epidural.

Para mí fue una eternidad, durante el embarazo me daba muchísimo miedo la epidural, el pinchazo, el no moverme... Pero en ese momento me quería morir. Estaba agotada, el dolor no paraba y ya no lo aguantaba más. Tardó casi una hora en venir el anestesista. Me costó no moverme porque no tenía espacio entre contracciones pero lo hice. Enseguida la noté.

Me recosté de lado y me quedé en la gloria. Sentía dolor pero como lejano en comparación con la tortura de hacía unos segundos. Casi me duermo. Mi marido me acariciaba y me hablaba para darme ánimos y estuve más de 2 horas tranquila, descansando.

Cuando volvieron a tocarme casi había dilatado del todo. Íbamos a intentar que saliera ya.

Yo no notaba las piernas y apenas notaba contracciones aunque el dolor lo sentía por toda la cintura . Me colocaron con las piernas encogidas y a empujar.

Empujaba con toda la fuerza que tenía, una y otra vez, apretaban la barriga en cada empujón y nada. No bajaba. Al meter la mano notaron que el bebé estaba mirando para arriba en vez de boca abajo, era más difícil que saliera en esa postura. Lo intentaban girar le hicieron una prueba en la cabeza para ver cómo reaccionaba al esfuerzo. Salió que estaba cansado. Empuje otra tanda de veces, la cabeza me iba a reventar en cada empujón, estaba sudando pero temblaba de frío. El bebé ni siquiera asomaba.

Decidieron hacer cesárea. La ginecóloga me dijo que lo habíamos intentado, que yo era una campeona, que el bebé sufría con el esfuerzo y que llevábamos muchas horas ya.

Después de todo el esfuerzo mi hijo iba a nacer por cesárea. Fue una decepción. Se me caían las lágrimas por la decepción y por el miedo. Mi marido no podía venir, no le podría cortar el cordón, ni verle la carita nada más nacer.

Me llevaban con la camilla a quirófano y no podía parar de temblar, me temblaba la boca, todo. Entramos en quirófano y recuerdo que noté como me abrían. Debí de moverme un poco por el reflejo y ya no recuerdo más, me durmieron entera. Me despertaron con el bebé casi en la cara, era precioso y no lloraba, me miraba con esos ojitos y me lo puse al pecho. Ya había tenido leche en los últimos meses de embarazo y el bebé quería comer y se cogió. Me moví para colocarlo bien sin darme cuenta de que me estaban cosiendo y me quitaron al niño. Me dijeron que lo llevarían con papá y así acababan conmigo. Sonreí porque imaginaba la cara de mi marido al ver a su pequeño pero pasaron horas hasta que pude volver a verlo. Después de coser me me llevaron a otra sala para que se me pasara la anestesia y subirme a planta y ese rato fue eterno.

Al llevarme a la habitación vino mi marido a dejar las bolsas y a darme un beso. Iba a por el bebé porque lo tenían en neonatos. Se ve que por la hora, eran más de las 7 de la mañana, hacían el cambio de turno y no subieron hasta pasadas las 9 de la mañana. Me sentí muy sola ese rato. Pensaba en todo lo que había pasado. En todo lo que me habían explicado en las clases preparto, en el plan de parto que rellené con tanta dedicación. No sirvió de nada.

A día de hoy pienso que no debieron de inducirme el parto, que esperando unos días más habría salido bien. Que si me hubieran hecho una ecografía al ingresar hubieran visto que el bebé estaba girado, que venía con vueltas de cordón en el cuello y en la cintura. Creo que el embarazo fue perfecto y que no había más motivo que una fecha límite.

Mi madre me parió a mí de parto vaginal después de 18h de agonía y con más de 20 puntos de episotomia. Siempre pensé que peor no me iría. Yo estuve 21h de agonía y 12 puntos en la barriga.

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