BLOC CULTURAL,

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domingo, 30 de julio de 2017

BICICLETA - ALEGRIAS Y PENAS DE LA VIDA A DOS RUEDAS,./ LAMPARA ELECTRICA A LOS MOSQUITOS - HE LLORADO MUCHO DURANTE LA CRISIS,.

TITULO: BICICLETA -  ALEGRIAS Y PENAS DE LA VIDA A DOS RUEDAS,.

BICICLETA -  ALEGRIAS Y PENAS DE LA VIDA A DOS RUEDAS, fotos.

Pablo González, cocinero

Alegrías y penas de la vida a dos ruedas,.

Pablo González, cocinero

Resultat d'imatges de bicicletaLos que se desplazan diariamente en bicicleta señalan la escasez de carriles y lamentan el poco entendimento con los automovilistas Aumenta el número de ciclistas urbanos a pesar de la falta de mentalidad «pro-bici» en la ciudad,.

Cristina Núñez
Moverse sobre dos ruedas. ¿Libertad? ¿Riesgo? ¿Activismo? ¿Ahorro? Cuatro ciclistas urbanos cuentan sus vivencias sobre la bici, su recurso diario para moverse por la ciudad. Carmen Pichón, trabajadora de Aspace, empieza su relato con una batería de quejas. «Cáceres no tiene una mentalidad muy de bici». Los problemas se reproducen tanto si «se va por acera como por carretera». Su trayecto diario abarca seis kilómetros de ida y seis de vuelta desde la Parte Antigua hasta el R-66. «Los coches no son prudentes, se arriman muchísimo», apunta esta joven de 35 años. Gil Cordero o la rotonda de Ruta de la Plata son los puntos rojos de su trayecto diario, en el que solo se encuentra, a la ida, un pequeño tramo de carril bici junto al LIDL. A pesar de todo, disfruta de su opción. «Me gusta mucho el deporte y tardo 12 minutos en llegar, menos que en coche», señala.
Víctor Lorenzo Bolívar, de 22 años, es más que fan de la bici. Lo hace desde siempre, y en esta afición cuenta la tradición familiar, ya que su padre le transmitió esta pasión. Víctor vive en Los Castellanos, y suele acercarse al centro siempre pedaleando. «Cuando estaba en la Universidad hacía el recorrido en bicicleta, desde los 19 años la cojo para moverme», explica. «Y lo hago en cualquier circunstancia, cuando llueve o cuando hace calor, eso marca la diferencia de los que montan en bici habitualmente y los que no». Cree que Cáceres, que acaba de estrenar 10 puntos donde se han colocado aparcamientos, no es la mejor ciudad para moverse en bici. «He tenido ya algún susto por el tráfico, habría que sensibilizar a los conductores». Y cree que son escasos los carriles bici. «En Málaga hay uno que recorre prácticamente toda la ciudad». Cáceres cuenta con 16 kilómetros de carril bici. Muchos de ellos transcurren por la Ronda Norte. Hay también por la carretera que lleva al ferial o por la avenida del Ferrocarril, en las traseras del Ruta de la Plata. En las inversiones previstas, hay presupuestos para ampliarlos.
El cocinero Pablo González, de 28 años, vive en el R-66 y también se desplaza «por toda la ciudad» con su bici. Tras hacer un máster de adaptación pedagógica su idea es dar clases en ciclos formativos. Sobre la relación de las bicis con los coches, explica que «es el eterno debate», y que a él han llegado a gritarle. «Nos ven mal». También lamenta la falta de carril bici y el riesgo que termina suponiendo optar por estar forma de desplazamiento. Pese a todo, lleva años haciéndolo porque cree que es un medio sostenible.
Antonio Molano trabaja como carnicero en 'Mostazo' de Gil Cordero. Lleva siete años yendo a trabajar en este medio que mueven sus piernas. Como parte positiva señala «el ahorro» en gasolina o en billetes de autobús, el hecho de no tener que preocuparse en aparcar, pero también lamenta la actitud de viandantes y de coches. Dice que el carril bici que él utiliza, el de la carretera del Ferial, en muchas ocasiones está ocupado por viandantes, que prefieren andar por ahí al estar más liso. «Si pasas deprisa te riñen, pero les digo que para qué quieren la acera». A pesar de todo, cree que es un medio muy eficaz.

 TITULO:  LAMPARA ELECTRICA A LOS MOSQUITOS - HE LLORADO MUCHO DURANTE LA CRISIS,.

  LAMPARA ELECTRICA A LOS MOSQUITOS - HE LLORADO MUCHO DURANTE LA CRISIS, fotos.

He llorado mucho durante la crisis

Esta trabajadora social ha coordinado la organización desde 2008: «La recuperación está siendo muy lenta», dice Inmaculada Godoy Secretaria general de Cáritas Diocesana,.


Resultat d'imatges de LAMPARA ELECTRICA A LOS MOSQUITOSInmaculada Godoy Cruz (Aliseda, 1971) ha vivido de cerca cómo la crisis ha golpeado en los últimos años a la ciudad. Desde su puesto como secretaria general de Cáritas Diocesana le ha tocado coordinar todas las acciones extraordinarias adoptadas para hacer frente a una situación que obligó a la institución a reforzar plantilla y presupuestos. También ha llorado, admite, con usuarios de esta organización y sus realidades. Y se ha sorprendido al ver la solidaridad mostrada por algunos cacereños, como la familia que decidió entregarles temporalmente un piso que explotaba en alquiler para que lo ocupara gente que se hubiera quedado sin hogar.
Según la última memoria presentada por Cáritas Diocesana el pasado mes de junio, los datos ponen de manifiesto una mejoría en la economía familiar. Diplomada en Trabajo Social por la Universidad de Salamanca, la carrera de Inmaculada comenzó como voluntaria. Apasionada de los viajes y el conocimiento de nuevas culturas, asegura que lo que más le gusta es estar con la gente. El tú a tú.

CÁRITAS, EN DATOS

voluntarios tiene Cáritas en la Diócesis de Coria-Cáceres
La organización cuenta con una plantilla de 30 trabajadores.
personas recibieron durante 2016 la ayuda de Cáritas, lo que supone un cinco por ciento menos que en 2015
Aumentó un 22 por ciento el número de inmigrantes que fueron atendidos.
millones de euros fue el presupuesto de Cáritas Diocesana durante 2016
En 2010 la cifra ascendió a 1,3 millones. Las aportaciones han subido año tras año.
-Los últimos datos que han presentado invitan al optimismo. ¿Consideran que la crisis ha terminado?
-Hay indicadores económicos que dicen que la crisis va pasando. Los expertos en economía hablan de un nuevo ciclo, que se inició hace unos tres años. Lógicamente, no podemos negar que esos indicadores, como el paro, afectan directamente a las familias y hay que valorarlos de una manera positiva. Pero eso no nos puede dejar de seguir viendo que la crisis ha durado más de lo debido, que la recuperación está siendo muy lenta y que los efectos de esa recuperación aún no han llegado a determinadas familias, sobre todo a aquellas que lo han pasado peor durante la crisis. La recuperación está siendo muy lenta.
-¿Cuándo empezaron a notar los efectos de la crisis en Cáritas?
-A Cáceres la crisis tardó más en llegar porque primero afectó a sectores productivos que aquí no existían. Al principio se notó en las grandes ciudades. Pero en el año 2011 fuimos conscientes de que había mucha gente que estaba tocando fondo. Nosotros somos la última puerta que se toca. También hay que tener en cuenta que somos la región más pobre de Europa. Eso es malo pero es bueno en el sentido de que hemos desarrollado estrategias que nos hacen ser mejores supervivientes. Y estamos en una zona donde todavía las redes familiares son muy importantes. Todos estos factores han determinado que aquí los efectos de la crisis se sintieran más tarde.
-¿Cuál fue el punto de inflexión que les hizo activar las alarmas?
-Donde primero lo notamos fue en el programa de empleo. A partir del año 2009 comenzamos a advertir un aumento en el número de personas que acudían a solicitar orientación y un cambio en el perfil del solicitante. Iba disminuyendo el número de inmigrantes en favor del número de españoles. Además, comenzaron a venir más hombres. Nos encontramos con un nuevo perfil: hombre, español y con un nivel de empleabilidad mucho más alto de los perfiles que nosotros estábamos acostumbrados. Venían personas que tenían estudios o que sabían mucho de una profesión. Tenían un perfil profesional muy definido. Un claro ejemplo es el del oficial de obra que, después de 30 años trabajando, se encuentra con una edad bastante crítica, con un nivel de vida medio y ve que no va a volver a encontrar trabajo de lo suyo.
-¿Cómo cambió su 'modus operandi'? ¿Cómo reaccionaron ante la que se avecinaba?
-Tuvimos que reforzar en personal porque cada vez atendíamos a más personas. Y empezamos a pensar en cómo reciclar a los usuarios a través de la formación para orientarles hacia los nichos de mercado donde había demanda. Y esto también se tradujo, lógicamente, en más dinero. Llegó un momento, en el año 2012, en el que la gente no sólo requería empleo. Las Cáritas Parroquiales, que son la puerta de entrada, empezaron a mandarnos a personas con muchos otros problemas a los que no podían hacer frente.
-¿Como cuáles?
-Impagos de alquileres, impagos de hipotecas, familias con todos sus miembros en paro... La complejidad de las problemas hacía que las parroquias no pudieran abordarlos. Decidimos entonces abrir en nuestra sede -en la calle Doctor Fleming- un servicio de acogida que complementase a las acogidas parroquiales.
-¿Se ha encontrado con rostros conocidos que han recurrido a Cáritas para pedir ayuda?
-Sí. Y hay gente que se ha dado la vuelta cuando me ha visto en el despacho y he tenido que ir en su búsqueda. Las situaciones más críticas, más que las materiales, han sido el sufrimiento emocional y psicológico de las personas.
-¿Llegaron a verse en algún momento superados por la situación?
-En lo material no porque tuvimos el apoyo de muchas personas. Hubo un aumento de gente aportando recursos a Cáritas. Pero lo que nos desbordó a nosotros en algún momento fue el sufrimiento emocional de las personas. La gente necesitaba ser escuchada.
-¿Llegó a llorar?
-Sí, mucho. Profesionalmente puede ser poco recomendable, pero somos personas. Aquí hemos dado mucha humanidad y mucho trato sensible a los usuarios. Eso lo han agradecido más que la comida o el pago de un recibo.
-Han ayudado a pagar facturas...
-Sí, hemos pagado facturas de luz, agua, hipotecas, alquileres... y durante tiempos prolongados. Pero también hemos tenido casos como el de una familia que nos cedió durante un año una casa que habitualmente alquilaba. Conocimos en esos momento a una familia a la que estaban desahuciando y se la ofrecimos. La utilizaron durante un año. En ese año conseguimos trabajo para la mujer y, después, una vivienda de la Junta. Esa familia tiró para adelante gracias a que otra familia fue generosa. También nos hemos llevado una grata sorpresa con la respuesta de los empresarios cacereños que, en la medida en la que han podido, han sido sensibles con la situación que estaban viviendo diferentes familias y han hecho el esfuerzo de dar oportunidades.

El presente

-¿Y cuál es la situación actual?
-Hemos notado que ha descendido el número de personas que estamos atendiendo, que los perfiles son distintos y vuelven a ser los que atendíamos antes de la crisis... En ese sentido estamos notando un descenso leve. Se nota un cambio de tendencia. Pero, desgraciadamente, todavía hay gente que vive bajo el umbral de la pobreza. Y de esos no nos podemos olvidar nunca.
-También ha trabajado en el Centro Vida que Cáritas tiene junto a la estación de Renfe para dar acogida a personas sin hogar. ¿Cómo se notó allí la crisis?
-Aquello es otro mundo. Los perfiles del Centro Vida no se han visto afectados por la crisis. Allí no ha llegado nadie con toda su familia que dijera: «estoy desahuciado».

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