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sábado, 3 de agosto de 2024

España Directo -Economía - El Plan Antitabaco de Sanidad solo consigue el apoyo de cinco CC AA ,. / Mi casa es la vuestra - Luke Newton ,. Viernes - 23 - Agosto ,. / Detrás del muro - PÁGINA DOS - Manuel Jabois y Silvia Hidalgo ,. Martes - 20 - Agosto ,. / Cartas de amor - Arrobo del amor ,.

   TITULO: España Directo - Economía -  El Plan Antitabaco de Sanidad solo consigue el apoyo de cinco CC AA,.

 

El Plan Antitabaco de Sanidad solo consigue el apoyo de cinco CC AA,.

El resto ha decidido "no emitir voto" porque cree que el procedimiento "no es el adecuado". Madrid pone en duda su legalidad y acusa al ministerio de "falta de rigor",.

Mónica García

foto / El Ministerio de Sanidad dará luz verde mañana al Plan Integral de Prevención y control del Tabaquismo (PIT) 2024-2027 en el pleno del Consejo Interterritorial del SNS (CISNS), sin el apoyo de la mayoría de las comunidades autónomas. Solo cinco (entre las que se encuentran Cataluña, Canarias y Navarra) se han adherido, mientras que el resto ha decidido "no emitir voto" porque cree que el procedimiento "no es el adecuado". Esta misma mañana la ministra, Mónica García, alegó que las dos últimas reuniones de la Comisión de Salud Pública (celebradas en las últimas dos semanas) se hicieron para buscar «consenso» y para que las CC AA pudieran hacer sus aportaciones.

Un consenso que no ha obtenido y unas aportaciones que las regiones se quejan de no haber tenido siquiera tiempo de valorar (se presentaron más de 200 de las que se han incluido 150). A sabiendas de que no iba a encontrar el apoyo deseado, el ministerio decidió "innovar" tanto en el procedimimiento para que los ejecutivos autonómicos apoyaran o no el PIT como en la forma de conseguir respuesta. Así, en la reunión de la Comisión de Salud Pública del pasado 3 de abril propuso la aprobación del documento por medio de "acuerdo de colaboración" al que los ejecutivos autonómicos se podían adherir (o no), especificando sus líneas rojas. La información llegó por correo electrónico esta mañana (por lo que el voto era "en diferido), causando sorpresa y malestar en la mayoría de las D.G de Salud Pública regionales. Un movimiento inesperado y sin precedentes, ya que Sanidad nunca antes había utilizado un procedimiento similar.

La tensión escaló aún más cuando el secretario de Estado de Sanidad, Javier Padilla, publicó en la red social ‘X’, que "esta semana quedará para decidir quién, una vez más, se sitúa en un lugar en el que los años mostrarán que no tenía sentido estar". En la misma publicación, aseguró que el Plan "va a seguir adelante aunque el PP no lo apoye".

Dudas sobre la legalidad

Pese a que el ministerio culpa de la falta de acuerdo al signo político de las comunidades que se han opuesto, estas esgrimen razones de peso para oponerse a la forma –y al fondo– del PIT. Niegan que Sanidad haya buscado el consenso, sino tan solo esquivar la forma de lograrlo para poderaprobarlo a toda costa sin darles tiempo para reflexionar ni obtener respuesta a sus reclamaciones.

Así, la directora de Salud Pública de la Comunidad de Madrid, Elena Andradas, ha remitido una carta formal al ministerio en la queexplica las razones del «no» de la región a la que representa. "La aprobación debe ser por consenso y la competencia de la Comisión de Salud Pública es esencialmente preparatoria de los asuntos a tratar posteriormente en el Pleno del CISNS en materia de Salud Pública, por lo que en esta sede (la de la Comisión) no se debería votar la adhesión o no a un acuerdo de cooperación, que es lo que solicitan en su correo electrónico, al exceder de las funciones atribuidas reglamentariamente a este órgano".

Del mismo modo, desde Galicia han criticado que "se vote un acuerdo de cooperación, que no figura, ni dentro de los procedimientos de funcionamiento de la Comisión de Salud Pública, ni figuraba siquiera en el orden del día de la reunión".

La representante de Salud Pública de Baleares, Elena Esteban, recordóayer en esta línea que los acuerdos de la Comisión de Salud Pública "deben tomarse por consenso, no por votación", y que "el documento debería volver a la Comisiónpara lograr el consenso que ha caracterizado siempre a este órgano".

El consejero de Salud, César Pascual, ha señalado que la actuación de Sanidad "no nos parece seria". "Creemos que si se hace un plan tiene que ser con todas las consecuencias y con el consenso de las comunidades y no deprisa y corriendo y modificando los documentos como se están modificando, permanentemente". La presidenta del Ejecutivo, María José Sáenz de Buruaga, por su parte, cree que el Plan no es el instrumento para establecer prohibiciones; y ha criticado que es fruto de una "imposición", en el que ha primado la "unilateralidad", según recoge Ep. Aún así, desde la región han asegurado que lo acatarán si el Ministerio de Sanidad lo aprueba porque no se va a "enfrentar" ni actuar "en rebeldía".

Cambios de última hora

Las quejas de «improvisación» no han impedido a Sanidad seguir haciendo cambios de última hora en el borrador del texto. Uno de los más relevantes es que, tal y como ha informado Ep, el documento ya no recoge la prohibición de fumar en espacios privados, despejando así la duda existente sobre si se podría vetar legalmente el tabaco en los coches. Por otro lado, también prohibirá los dispositivos de un solo uso relacionados con el tabaco, una medida que tampoco se contemplaba en el borrador anterior. El objetivo aquí, más allá de la salud pública, es reducir la huella ecológica, según esgrimen.

 

TITULO: Mi casa es la vuestra - Luke Newton ,.Viernes -  23 - Agosto  ,.

Viernes - 23 - Agosto a las 22.00, en Telecinco, foto,.

 


Luke Newton,.

Luke Newton, el crush de Penélope Featherington y del mundo ...
Luke Newton
Información personal
Nombre de nacimiento Luke Paul Anthony Atkinson Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacimiento 5 de febrero de 1993 Ver y modificar los datos en Wikidata (31 años)
Worthing (Reino Unido) Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidad Inglesa
Educación
Educado en
  • London School of Musical Theatre
  • BRIT School
  • Greater Brighton Metropolitan College Ver y modificar los datos en Wikidata
Información profesional
Ocupación Actor de televisión, actor de teatro y actor Ver y modificar los datos en Wikidata
Años activo desde 2010

Luke Paul Anthony Newton (né Atkinson) (Shoreham-by-Sea, 5 de febrero de 1993)12​ es un actor británico.3​ Es conocido por interpretar a Colin, el tercer hijo de Bridgerton, en Bridgerton de Netflix. También tuvo papeles en el drama de BBC Two The Cut (2009) y en la serie de Disney Channel The Lodge (2016-2017).

Trayectoria

Newton creció en Shoreham-by-Sea, Sussex Occidental. Tiene una hermana menor, Lauren. Sus padres se divorciaron y su madre Michelle se volvió a casar en 2006.2​ El padre de Newton era cantante de Stars in Their Eyes.4​ Newton tiene dislexia y TDAH.56​Asistió a la escuela primaria St Nicolas and St Mary's, y luego a Northbrook College Sussex (ahora parte de Greater Brighton Metropolitan College).78

Formó la banda de chicos South 4 con Oli Reynolds (entonces Evans), Joel Baylis y Henry Tredinnick.910​ Fue descubierto por un agente en Brighton mientras estaba en una producción local de Billy Elliot.4​ Luego pasó a formarse en la Escuela de Teatro Musical de Londres.11

En 2010, Newton debutó en televisión en la serie para adolescentes de BBC Two The Cut como Luke Attwood, apareciendo en 11 episodios.12​ En 2013, Newton hizo su debut profesional en el escenario como suplente de Elder Price en la presentación de The Book of Mormon en West End. Al año siguiente, apareció en dos episodios de la telenovela de la BBC Doctors como Sam Hern.1314

De 2016 a 2017, Newton protagonizó la serie de Disney Channel The Lodge como Ben Evans.1516​ Mientras aparecía en la serie, también participó en los dos álbumes de bandas sonoras que la acompañan.1718​ En el 2018, protagonizó la película para televisión de Syfy Lake Placid: Legacy como Billy.19

En 2020, Newton comenzó a interpretar a Colin, el tercer hijo mayor de Bridgerton, en el drama de época de Netflix Bridgerton, producido por Shondaland.202122​ Un personaje secundario en las dos primeras temporadas, se anunció en mayo de 2022 que él y su coprotagonista Nicola Coughlan liderarían la tercera temporada, un cambio con respecto a la serie de libros románticos Regency de Julia Quinn en la que sus personajes lideran la cuarta novela Romancing Mr. Bridgerton.

Newton regresó al escenario junto a Amber Anderson en la reposición de 2023 de The Shape of Things en el Park Theatre.23

Durante el verano de 2023, Newton prestó su voz para la película animada portuguesa Viana: La leyenda de los corazones de oro, como Thomas, un artesano de guitarras portugués que se enamora de la princesa Ana.2425

Reconocimientos

En 2021, estuvo nominado en los Premios del Sindicato de Actores de Cine a la Mejor actuación de un reparto en una serie dramática.
 
 

TITULO: Detrás del muro - PÁGINA DOS  - Manuel Jabois y Silvia Hidalgo, Martes - 20 - Agosto ,.


PÁGINA DOS - Manuel Jabois y Silvia Hidalgo,.

 

 

Martes - 20 - Agosto  , a las 22:00, en La2, foto,.

 

 Manuel Jabois y Silvia Hidalgo,.

 

 Manuel Jabois y Silvia Hidalgo

 

 Página Dos entrevista a Manuel Jabois por Mirafiori, una novela de amor y fantasmas. Además, Silvia Hidalgo presenta Nada que decir, en la que la protagonista se siente manipulada por las emociones. Ángeles Caso retrata en Las desheredadas a una serie de creadoras de los siglos XVIII y XIX.

 

 

TITULO: Cartas de amor - Arrobo del amor,.

 Arrobo del amor,.

 Aquí viven —dijo Sam Rib— las bestias de dos espaldas.

 El amor en los tiempos del precariado - Zenda

foto / Señaló su mapa del Amor, cuadrátula de mares, islas y continentes extraños con una selva oscura en cada extremo. La isla de las dos espaldas, en la línea del ecuador, se encogía a su tacto como piel afectada de lupus y el mar de sangre que la rodeaba encontraba un nuevo movimiento en sus aguas. El semen, cuando subía la marea, rompía contra las bullentes costas; los granos de arena se multiplicaban; las estaciones se sucedían; el verano, con ardor paterno, daba paso al otoño y a los primeros aguijones del invierno, dejando que la isla conformase en sus recodos los cuatro vientos contrarios.

—Aquí —dijo Sam Rib, poniendo los dedos en las montañas de un islote— viven las primeras bestias del amor.

Y también la progenie de los primeros amores mezclados, como no ignoraba, con las matas que barnizaban sus verdes elevaciones, con su propio viento y la savia que nutría el primer chirrido de un amor que nunca, mientras no llegara la primavera, encontraba la respuesta nerviosa en las hojas correspondientes.

Beth Rib y Reuben señalaron el mar verde que rodeaba la isla. Este corría por entre las quebrazas como niño por sus primeras grutas. Marcaron los canales bajo el mar, dibujados esquemáticamente, que engarzaban la isla de las primeras bestias con las tierras palustres. Avergonzados de las plantas semilíquidas que brotaban del pantano, los venenos trazados a pluma que se cocían en las matas y la copulación en el barro secundario, los niños se ruborizaron.

—Aquí —dijo Sam Rib— hay dos meteoros que se mueven.

Siguió con el dedo los triángulos finamente dibujados de dos vientos y la boca de dos querubines arrinconados. Los meteoros se movían en un solo sentido. Se arrastraban individualmente por sobre las abominaciones de la ciénaga, gozosos del amor de sus propias lluvias y nevadas, del amor del ruido de sus propios suspiros y los placeres de sus propios padecimientos verdes. Los meteoros, garzón y doncella, se desplazaban en medio de aquel mundo agitado, tronando la tempestad marina bajo ellos, divididas las nubes en innúmeros anhelos de movimiento mientras ellos se limitaban a observar con descaro el descarnado muro de viento.

—Vuelvan, oh pródigos sintéticos, al laboratorio de su padre —declamó Sam Rib— y al cebado becerro del tubo de ensayo.

Señaló los cambios de dirección, en que las líneas dibujadas a pluma de los temporales ya separados sobrevolaban la profundidad del mar y la segunda fisura entre los dos mundos de amantes. Los querubes soplaron más fuerte; el viento de los dos meteoros trastocadores y las espumas del mar unificados continuaron su empuje; los temporales se detuvieron frente a la costa única de dos países acoplados. Dos torres desnudas sobre los dos-amores-en-un-grano de los millones de la arena combinaban aquellos, según informaban las flechas del mapa, en un solo ímpetu. Pero las flechas de tinta los hacían retroceder; dos torres agostadas, húmedas de pasión, temblaban de terror a la vista de su primera cópula y dos sombras pálidas arrollaron la Tierra.

Beth Rib y Reuben escalaron la colina que proyectaba un ojo de piedra sobre el valle desguarnecido; corrieron colina abajo cogidos de la mano, cantando mientras lo hacían, y dejaron sus botitas en la hierba húmeda del primero de los veinte campos. En el valle había un espíritu que campearía cuando todas las colinas y árboles, todas las rocas y arroyos hubieran quedado enterrados bajo la muerte del Occidente. Y allí se alzaba el primer campo, donde el loco Jarvis, cien años atrás, había derramado su simiente en la entraña de una muchacha calva que había vagado desde su lejano país y yacido con él en los ayes del amor.

Y el cuarto campo, un lugar de maravillas, donde los muertos pueden retorcer las piernas de todos los borrachos desde sus tumbas marchitas y los ángeles caídos guerrean por sobre las aguas de los ríos. Plantado en el suelo del valle a una profundidad mayor de la que las ciegas raíces pudieran abrir tras sus compañeras, el espíritu del cuarto campo emergía de las tinieblas arrancando lo profundo y tenebroso de los corazones de todos los que bollan el valle a una treintena de kilómetros o más de las lindes del condado montañoso.

En el campo décimo y central, Beth Rib y Reuben llamaron a la puerta de los cortijos para preguntar por el enclave de la primera isla rodeada de colinas amantes. Llamaron a la puerta trasera y les espetaron un reproche fantasmal.

Descalzos y cogidos de la mano corrieron por los diez campos restantes hasta la orilla del Idris, donde el viento olía a algas marinas y el espíritu del valle estaba engarzado con la lluvia del mar. Pero llegó la noche, mano sobre muslo, y las figuraciones de las dilataciones sucesivas del río por entonces anieblado arrojó a su lado una nueva forma. Una forma isleña, amurallada de oscuridad, a un kilómetro río arriba. Furtivamente, Beth Rib y Reuben caminaron de puntillas hasta el agua murmuriante. Vieron que la forma crecía, desenlazaron sus dedos, se quitaron las ropas estivales y, desnudos, se precipitaron al río.

—Río arriba, río arriba —susurró ella.

—Río arriba —dijo él.

Flotaron río abajo cuando una corriente tiró con fuerzas de sus piernas, pero salvaron esta y nadaron hacia la isla todavía en crecimiento. Brotó el barro del lecho del río y libó de los pies de Beth.

—Río abajo, río abajo —dijo ella y ambos forcejearon con el barro.

Reuben, rodeado de algas, luchó con las cabezas grises que pugnaban con sus manos y siguió a la muchacha hasta la orilla del valle de altura.

Sin embargo, mientras Beth seguía nadando, el agua le hizo cosquillas; el agua le presionaba su costado.

—Amor mío —exclamó Reuben, excitado por el cosquilleo de las aguas y las manos de las algas.

Y, al detenerse desnudos en el campo vigésimo, susurró ella:

—Amor mío.

Al principio, el miedo les hizo retroceder. Mojados como estaban, tiraron de las ropas hacia sí.

—Al otro lado de los campos —dijo ella.

Al otro lado de los campos, en la dirección de las colinas y la morada de montaña de Sam Rib, los niños corrieron como torres agostadas, abandonado su lazo, aturdidos por el barro y sufriendo el sonrojo producido por el primer cosquilleo del agua de la isla neblinosa.

—Aquí viven —dijo Sam Rib— las primeras bestias del amor.

Los niños escuchaban en el frescor de la mañana siguiente, demasiado asustados para rozarse las manos. Volvió a señalar la combada colina que daba a la isla e indicó el curso de los canales delineados que casaban barro con barro, verde marino con un verde más profundo y todas las montañas del amor y las islas en un solo territorio.

—He aquí los consortes vegetales, los consortes verdes, los granos —dijo Sam Rib— y las aguas divisorias que emparejan y se emparejan. El Sol con la hierba y la lozanía, la arena con el agua y el agua con la hierba perenne emparejan y se emparejan para gestación y fomento del globo.

Sam Rib se había casado con una mujer verde, al igual que el tío abuelo Jarvis lo había hecho con su muchacha calva; se había casado con una acuosidad femenina para gestación y fomento de los niños que se ruborizaban junto a él. Observó cómo las tierras pantanosas estaban tan cerca de la primera bestia que doblara la espalda, una colina el orbe de las bestias dobladas de abajo tan alta como la colina del tío abuelo que la noche pasada había enarcado el entrecejo y envuelto en cuescos. La colina del tío abuelo había herido los pies de los niños, pues los cebos y las botitas se habían perdido para siempre entre las matas del primer campo.

Al pensar en la colina, Beth Rib y Reuben se quedaron quietos. Oyeron decir a Sam que la colina de la primera isla era de descenso tan suave como la lana, tan lisa como el hielo para deslizarse. Recordaron el dócil descenso de la noche anterior.

—Colina mansa —dijo Sam Rib—, de subida trabajosa.

Lindando con la colina de los adolescentes había una blanca carretera de piedra y hielo señalada por los pies deslizantes o el trineo de los niños que bajaran; otra carretera, al pie, ascendía en un reguero de sangre y piedra roja señalado por las huellas vacilantes de los niños que subieran. El descenso era suave como lana. Un fallo en la primera isla y la colina ascendente se rodearía de una punzante masa de cuescos.

Beth Rib y Reuben, que nunca olvidarían los encorvados peñascos y los pedernales entre la hierba, se miraron por primera vez en aquel día. Sam Rib le había hecho a ella y lo moldearía a él, haría y moldearía al muchacho y a la joven conjuntamente hasta conformar un escalador doble que suspirase por la isla y se fundiera allí en un esfuerzo singular. Volvió a hablarles del barro, pero no quiso que se asustaran. Y que las grises cabezas de las algas estaban rotas y que nunca volverían a hincharse en las manos del nadador. El día del ascenso había transcurrido; restaba el primer descenso, colina en el mapa del amor, dos ramas de hueso y olivo en las manos infantiles.

Los pródigos sintéticos volvieron aquella noche a la estancia de la colina, a través de grutas y cámaras que corrían hasta el techo, distinguiendo el techo de estrellas y con la felicidad en sus manos cerradas. Ante ellos estaba el valle roturado y el pasto de los veinte campos nutría al ganado; el ganado de la noche se rebullía junto a las cercas o saltaba a las cálidas aguas del Idris. Beth Rib y Reuben corrieron colina abajo, aún bajo sus pies la ternura de las piedras; acelerando la marcha, descendieron el ijar de Jarvis, el viento en el cabello, azotando sus aletas palpitantes aromas marinos que soplaban del norte y del sur, donde no había ningún mar; y, reduciendo la velocidad, llegaron al primer campo y la linde del valle para encontrar sus botines venustamente dispuestos en un lugar hollado por alguna pezuña, en la hierba.

Se calzaron las botitas y corrieron por entre las hojas que caían.

—He aquí el primer campo —dijo Beth Rib a Reuben.

Los niños se detuvieron, la noche iluminada por la Luna siguiendo su curso, una voz surgiendo al filo de la oscuridad.

Dijo la voz:

—Ustedes son los niños del amor.

—Y tú, ¿dónde estás?

—Soy Jarvis.

—¿Y quién eres?

—Aquí, queridos míos, aquí en la cerca, con una mujer sabia.

Pero los niños se alejaron corriendo de la voz que surgía del cercado.

—Aquí, en el segundo campo.

Se detuvieron para recuperar el aliento y una comadreja, produciendo su ruidito, pasó corriendo por sus pies.

—Cógete más fuerte.

—Yo te cogeré más fuerte.

Dijo una voz:

—Sujétense más fuerte, niños del amor.

—¿Dónde estás?

—Soy Jarvis.

—¿Quién eres?

—Estoy aquí, aquí, yaciendo con una virgen de Dolgelley.

En el tercer campo, el hombre que correspondía a Jarvis penetraba a una muchacha verde y, mientras les llamaba niños del amor, penetraba al espectro de la joven y el aroma de suero de mantequilla de su aliento. Penetraba a una tullida en el cuarto campo, pues la torsión de los miembros femeninos prolongaban el amor, y maldijo a los niños indiscretos que le habían sorprendido con una amante de miembros tiesos en el quinto campo, delimitando las divisiones.

Una muchacha de la Cuenca del Tigre sujetaba con fuerza a Jarvis, y sus labios formaban sobre el cuello del hombre un corazón rojo y partido; allí estaba el campo sexto y rizado por los temporales, donde, apartándose del peso de las manos femeninas, vio el hombre la inocencia de ambos, dos flores que sacudían la oreja de un cerdo.

—Rosa mía —dijo Jarvis, pero el séptimo amor perfumaba sus manos, sus manos pulsadoras que sostenían el cancro de Glamorgan bajo la octava cerca. Del Corazón del Monasterio de Bethel, una mujer santa le sirvió por novena vez.

Y los niños, en el campo central, gritaron mientras diez voces subían, subían, bajaban de los diez espacios de la medianoche y el mundo cercado.

Era noche cerrada cuando respondieron, cuando los gritos de una voz respondieron compasivamente a la pregunta a dos voces que trinó en las rayas del aire que subía, subía y bajaba.

—Nosotros —dijeron— somos Jarvis, Jarvis bajo la cerca, en los brazos de una mujer, una mujer verde, una mujer calva como tejón, sobre una pata de paloma.

Contaron el número de sus amores ante los oídos de los niños. Beth Rib y Reuben oyeron los diez oráculos y se rindieron con timidez. Más allá de los campos restantes, entre los susurros de las diez últimas amantes, ante la voz del avejentado Jarvis, grisáceo su pelo en las últimas sombras, se precipitaron al Idris. La isla relucía, el agua parloteaba, había un ademán de miembros en cada caricia del viento que mellaba el río sereno. Él se quitó las ropas estivales y ella dispuso los brazos como un cisne. El muchacho desnudo estaba a su espalda; y ella se volvió y lo vio zambullirse en los escarceos de su aguja. Tras ellos, morían las voces de los padres de ella.

—Río arriba —exclamó Beth—, río arriba.

—Río arriba —replicó él.

Solo las cálidas aguas cartografiadas corrieron aquella noche sobre las playas de la isla de las primeras bestias, blanca bajo la Luna nueva.

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