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domingo, 12 de julio de 2015

EN PRIMER PLANO - A FONDO - Por un beso de la 'flakka',./ ENTREVISTA - 'Alteriofilia': Dos hermanos en el diván",.

TÍTULO:EN PRIMER PLANO - A FONDO - Por un beso de la 'flakka',.
 
foto (dinero) 
 
la última (y devastadora) droga sintética

Por un beso de la 'flakka'

Volverse loco por cinco dólares. Ese es el precio que se paga por una dosis de 'flakka', la última droga sintética que está causando estragos en los Estados Unidos. Más de 30 jóvenes han muerto bajo sus efectos en un año en el Estado de Florida. Europa puede ser la próxima parada.
Un hombre corre desnudo por la calle, huyendo de unos perseguidores imaginarios y sorteando a los policías reales que tratan de darle caza. Son necesarios varios agentes para reducirlo.
Una joven de 17 años, también sin ropa, recorre la localidad de Melbourne (al sur de Orlando, Estados Unidos) manchada de sangre y gritando: «¡Soy Dios! ¡Soy Satán!». Otro, en Florida, es detenido mientras trata de mantener relaciones sexuales con un árbol. «¡Soy Thor!», le espeta a los policías. Son solo tres ejemplos, hay muchos más, ilustrados con profusión en YouTube. Detrás de todos estos casos, ocurridos en los últimos meses en los Estados Unidos, se encuentra la flakka, una droga sintética de potentes y desconocidos efectos y con precios peligrosamente bajos. Es «la locura de los cinco dólares», como la definió un consumidor ante su terapeuta al hablar de ella.
El veneno de nueva generación. 
A esta droga sintética solo se la llama flakka en Florida, el estado donde más estragos está causando. Solo en uno de sus condados, Broward, las autoridades registraron el año pasado 190 incidentes relacionados con este potente estimulante. En lo que va de año ya han superado los 275. En otros lugares de los Estados Unidos la llaman con el genérico 'gravilla' en clara alusión al formato en que se comercializa (aunque más que a arenilla, su aspecto recuerda a unas sales de baño). El término 'gravilla' no se ha extendido por una sencilla razón: ya hay otra droga que se llama así. La denominada 'droga zombi', que provocó incluso algún episodio de canibalismo hace un par de años. La flakka -cuyo término, según algunos, podría derivar del castellano flaca- vendría a ser algo así como la versión 2.0 de la gravilla. Una variación necesaria, después de que las autoridades la identificaran y prohibieran sus componentes activos.
Un negocio redondo para los narcotraficantes.
Este es un ciclo que se repite a menudo con las nuevas drogas sintéticas. Producidas las más de las veces en laboratorios semiclandestinos de países como China o Pakistán (solo semi porque a menudo estas sustancias no son ilegales allí), ven sus componentes ligeramente alterados cada vez que se topan con una nueva prohibición. Es su modo de escapar a los controles. Controles, por otro lado, laxos y escasos. No en vano pueden adquirirse por Internet sin excesivas complicaciones y el pedido llega al consumidor por vía postal.
A gran escala aporta pingües beneficios. Un kilogramo empaquetado en China cuesta unos 1500 dólares. En las calles de los Estados Unidos, esa cantidad alcanza los 50.000 dólares. Y por si fuera poco, son sustancias que escapan a la detección en los controles de drogas habituales. Es decir, en caso de encuentros con las autoridades, nadie puede acusarte de haber consumido una sustancia ilegal mientras no sea declarada como tal.
El componente principal de la flakka es la -pyrrolidinovalerofenona (alpha-PVP, en su versión abreviada), un estimulante emparentado con la anfetamina. Es la versión sintética de un alcaloide psicotrópico presente en una planta -khat- utilizada tradicionalmente en países como el Yemen, Etiopía o Somalia. Su uso es similar al de las hojas de coca en Bolivia o Colombia, aunque el khat es mucho más potente: se trata de la planta con las propiedades psicoestimulantes más fuertes que se conoce.
Los consumidores se hacen con su versión sintética buscando una estimulación mental, sensación de energía, euforia, creatividad, incremento del estado de alerta... Ocurre que la frontera entre una dosis baja y los efectos negativos -en ocasiones, mortales- de una dosis alta es muy sutil. Y ahí es cuando la flakka muestra su lado más amargo: incremento de la temperatura corporal por encima de los 40 grados, sudoración, taquicardia, tensión muscular, dolor de cabeza, ansiedad y agitación, ataques de pánico, episodios psicóticos, alucinaciones... No ayuda el hecho de que la euforia inicial desaparece en poco tiempo, lo que hace que el consumidor sienta el impulso de administrarse una nueva dosis. La flakka se puede fumar -a menudo en los cigarrillos electrónicos, donde pasa completamente inadvertida-, ingerir, esnifar o inyectar por vía intravenosa.
La rival de la cocaína y la metanfetamina.
La droga ha sido específicamente diseñada para disparar la presencia de dopamina -un neurotransmisor relacionado con el sistema cerebral responsable del placer- al tiempo que bloquea otros neurotransmisores, lo que provoca una intensa sensación de euforia. Las nuevas drogas sintéticas surgen a menudo como sustituto de sustancias como cocaína o metanfetamina ante su escasez en el mercado o sus elevados precios. Estas actúan de un modo parecido, pero la flakka posee una característica especial: no solo provoca la liberación de dopamina o noradrenalina, sino que además impide después su reabsorción por parte de las neuronas cerebrales, incrementando la duración e intensidad de sus efectos si se abusa de la dosis.
Pese a que su presencia más notoria ha sido, hasta ahora, en los Estados Unidos, en concreto en Florida -puerto de entrada de muchas sustancias ilegales procedentes de América Latina-, en Europa se registra un número creciente de casos. Hasta hace poco más de una década, apenas se detectaban un puñado de nuevas sustancias psicoactivas al año; el año pasado, sin embargo, se descubrieron más de 100, según el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías. Una tercera parte de ellas eran catinonas sintéticas, como la flakka.
Ya en 2013 se incautaron 115 kilogramos de alpha-PVP en Europa. El Viejo Continente, por lo tanto, no está exento de este peligro. Porque conviene insistir: es una sustancia tan nueva que sus efectos a largo plazo no han sido aún estudiados. La falta de control, además, hace que el usuario no sepa bien lo que consume. Nada bueno, en cualquier caso.
Seducción cristalina Su aspecto recuerda a las sales de baño, pero sus efectos llevan a sus usuarios a perder completamente el control y al delirio mientras la temperatura de su cuerpo supera los 40 ºC. Los médicos advierten de que los daños que causa al corazón, cerebro e hígado pueden ser permanentes y conducir a posibles paros cardiacos.
'Colgados' en la red Los vídeos de jóvenes bajo los efectos de la flakka proliferan en YouTube. Este joven, incapaz de andar, con los labios dilatados y en pleno delirio, protagoniza uno de ellos.
Desde China y por correo Un grupo de agentes chinos analiza un alijo de drogas sintéticas. China, donde se puede comprar por Internet con servicio a domicilio, es la principal fuente de origen de la flakka.
Las nuevas drogas en el mercado
Las sales de baño no son, ni mucho menos, las únicas sustancias psicoactivas de nueva creación. el Sistema Temprano de Alerta de la Unión Europea tiene monitorizadas hasta 450 drogas de este tipo. Más de la mitad han sido identificadas en los últimos tres años. un cinco por ciento de los jóvenes europeos de entre 19 y 24 años declaran haberlas probado.
'María' de 'bata blanca' Existen, al menos, 30 sustancias que actúan como sustitutos de la marihuana creados en laboratorio. Pueden consumirse por vía oral, con cigarrillos electrónicos y vía intravenosa. Su nombre habitual es spice, aunque también se la llama K2, llamarada solar o fuego de Yucatán. En Europa se requisó en 2014 una tonelada de esta marihuana sintética.
Sales de baño Las catinonas sintéticas, su nombre científico, han mostrado un gran auge en el último lustro. Hay distintas composiciones con efectos comunes como euforia, alucinaciones, delirio con excitación... Ahora bien, cada una de ellas flakka, MDPV... actúa de forma distinta en materia de liberación de serotonina, dopamina o noradrenalina.
Clásicos 'revisitados' El MDMA o éxtasis es la feniletilamina psicodélica más famosa. Pero hay otras moléculas de nombre impronunciable, como la 2c-b o 4-bromo-2,5-dimetoxifeniletilamina, que se están extendiendo sin que el consumidor sepa que lo que consume como MDMA es, en realidad, otra cosa. Con nombres como Nexus, B-Fly o Dr. Death, no son sustitutos, sino añadidos a viejas composiciones.
'Coca' sintética También la cocaína se puede sintetizar en un proceso complejo y costoso, aunque en Internet se pueden encontrar métodos de dudosa fiabilidad. Sustancias como el RTI-126, sintetizado por primera vez en los años noventa, puede ser cinco veces más potente que la cocaína.

TÍTULO:ENTREVISTA - Alteriofilia': Dos hermanos en el diván",.


Entrevista

'Alteriofilia': Dos hermanos en el diván"

Son hermanos y actores, pero nunca habían trabajado juntos. Aprovechamos la ocasión de que los hijos de Héctor Alterio coinciden por primera vez en un escenario para sentarlos uno frente al otro y reconstruir algunas escenas de familia. Y, ojo, que no todas son de paz y amor.
El exilio los trajo a España en 1975. Ernesto y Malena abandonaron Buenos Aires cuando él apenas tenía tres años y ella, ocho meses. Su padre, el actor Héctor Alterio, trabajaba aquí cuando fue amenazado de muerte por la Triple A la Alianza Anticomunista Argentina, un grupo paramilitar y terrorista de extrema derecha del Gobierno peronista (1973-1976) y decidió no regresar a Argentina. La familia se instaló en Madrid y, tras el colegio, Ernesto empezó Biología, lo intentó después en Historia y acabó estudiando música, fotografía, danza y, finalmente, Arte Dramático en la escuela de Cristina Rota. Con 'Los años bárbaros' (1998) y 'Días de fútbol' (2003) fue nominado al Goya. Malena, por su parte, llevaba seis semanas con Rota cuando surgió su primer trabajo en el cine: 'El palo' (2000). Ahora, 15 años después, convertidos ambos en actores de éxito, trabajan juntos por primera vez en teatro, en 'Atchússs' [teatro La Latina, Madrid] y en octubre inician gira hasta junio de 2016. «No pasábamos tanto tiempo juntos desde que vivíamos con nuestros padres», confiesa Ernesto. Por eso, no nos hemos resistido a la tentación de dejarlos solos y que hablen como hermanos. De su familia, de su profesión, de su padre, de la España que los acogió...
Llegar a España
Malena: Yo era muy pequeña, pero tú ¿tienes recuerdos de la Argentina y de cuando llegamos a España?
Ernesto: Sí, aunque son muy vagos. Una farmacia con unos juguetes que me gustaban mucho, la guardería... Sobre todo, recuerdo que al llegar aquí no entendía nada; pensaba que era otro idioma. Y la pensión donde nos metimos, en Bravo Murillo, 30; aquellas escaleras... Para que no me cayera, papá me repetía: «Des-pa-ci-to, pi-ru-li-to».
Malena: ¿Y de la tristeza por dejar la Argentina?
Ernesto: De eso, no tanto.
Malena: A veces pienso lo que debió de ser para papá y mamá venirse con dos niños pequeños... Tuvimos mucha suerte porque hay gente que salió muy mal parada de ese episodio y nosotros estamos aquí, medianamente equilibrados y todos con trabajo. Es triste, tan duro, y por razones políticas. 
Ernesto: Yo nunca me he comprometido con la política. Quizá porque iba mucho con Juan Botto y estuve en Animalario la gente me asocia con cosas en las que no participé. La libertad es importante, pero la busco en lo que hago.
Malena: Hemos sido todos bastante independientes.
Ernesto: Nuestro padre tampoco fue militante de nada.
Malena: Militaba en su trabajo.
Ernesto: Nunca fue activista, lo que pasa es que se exilió y era una persona muy conocida y querida allí. Todo aquello nos marcó y por eso no hemos querido 'casarnos' nunca.
Malena: Totalmente de acuerdo. Aunque a veces necesito decir que no me gustan ciertos comportamientos políticos que veo.
Ernesto: En casa, la más activa es mamá.
Malena: Sí, es la más peleona y la que se pronuncia con más claridad. Pero nunca hemos participado en ningún movimiento.
Elegir profesión o que te empujen a ella
Ernesto: En nuestra familia, más que el de la política, se nos inoculó el veneno del mundo artístico. Papá es actor y mamá tocaba el piano, era profesora y fundó un taller pionero donde los niños pasábamos por la música, la pintura y el teatro. Aunque quizá, más que nuestro padre, la figura clave fue la tía Norma, la hermana mayor de mamá.
Malena: Sí. De hecho, no sé si me hubiera decidido a ser actriz solo porque papá fuera actor.
Ernesto: Yo tampoco. Le teníamos mucho respeto, pero la tía Norma, que murió hace unos años [2010], me animó mucho más. Ella nos hizo decidirnos.
Lidiar con un apellido famoso
Malena: Con lo de papá siempre tuve cierto pudor... En las audiciones, me costaba decir mi apellido por si alguien pensaba que estaba allí porque papá había descolgado el teléfono.
Ernesto: A mí me daba una vergüenza horrible que me preguntaran si yo era su hijo. Sobre todo, en el colegio.
Malena: A mí eso me daba orgullo. Fuera del trabajo jamás me ha importado que me pregunten si soy su hija.
Ernesto: Lo más gracioso es que alguna vez papá ha pasado a ser el padre de Belén [ríe].
Malena: Belén, sí, por mi personaje en 'Aquí no hay quien viva'. Alguna vez le han preguntado: «¿Eres el padre de la portera?». El pobre no entendía nada. Recuerdo cuando le entregamos juntos el Goya. Fue muy emocionante verlo subir al escenario y abrazarlo.
Cuando papá se pone serio...
Malena: La relación con nuestros padres era bastante buena.
Ernesto: Sí, aunque cuando papá se ponía serio...
Malena: Daba mucho miedo, sí [ríe]. Éramos muy desobedientes y papá tenía muchos periodos de ausencia por su trabajo... ¿Recuerdas lo de las natillas?
Ernesto: ¡No se me olvida! El primo Pablo estaba en casa y papá decidió hacer la comida. Se tiró una hora en la cocina y, para seguir jugando, le dijimos que no teníamos hambre. Y él: «No pasa nada. Lo tiro». A la media hora nos entró hambre y nos pilló comiéndonos unas natillas en la cocina. Las lanzó contra la pared y nos gritó: «Y ahora recogen y limpian ustedes» [con acento argentino].
Malena: Cuando se enfadaba, le salía la tonada argentina [ríe]. Lo de las natillas es parte del anecdotario familiar.
Ernesto: Sí, pero cuando hablamos unos de otros lo hacemos con pudor y delicadeza. Lo hemos heredado de papá.
Disputas fratricidas
Malena: La verdad, Ernesto, nos peleábamos mucho. La infancia nos fue bien, pero en la adolescencia... ¡no te podía ni ver! ¡Me tenías amargada!
Ernesto: Pero ¡qué dices!
Malena: Sí, sí; sobre todo cuando te daba por asustarme.
Ernesto: ¡Qué acritud! ¡Cuánto rencor! Tú recuerdas los sustos que te daba, pero olvidas que me fastidiaste una cinta de Eric Clapton.
Malena. ¡Mira que eres rencoroso! Llevas años recordándome esto en cuanto tienes oportunidad. 
Ernesto: Era una cinta VHS en la que tenía grabados varios conciertos de Eric Clapton. Llegó la niña y me la borró.
Malena: ¡Pero no fue adrede, Ernest! No sabía... Cuando te diste cuenta, me agarraste de las manos y rebobinabas la cinta para que viera lo que había hecho. En fin, no voy a dar detalles, pero me caneabas bien. Fue un episodio bastante traumático.
Ernesto: ¡Qué horror, Malen! Todavía estoy pagando todo eso [entre risas]. Tenía trece años y tú, nueve o diez.
Malena: Mi estrategia cuando me caneabas era infalible: manipulación pura y dura. Me hacía la víctima hasta que papá y mamá aparecían y te la ganabas. «Ernesto me ha pegado». Siempre se pusieron de mi lado y tú te llevabas un broncón.
Ernesto: Discutíamos mucho, pero nunca por cosas muy serias. ¡Lo típico entre hermanos!
La escapada de Malena...
Malena: ¿Te acuerdas de cuando me escapé del colegio con dos amigas y nos pillaron? Estaba horrorizada pensando que iban a llamar a papá, pero te llamaron a ti, como hermano mayor.
Ernesto: No me acuerdo, pero que conste que nunca he ejercido de hermano mayor ni he ido dando consejos a nadie. ¿Qué pasó?
Malena: Yo estaba superavergonzada en un despacho en el que nos metieron... Y tú, con cara de decir: «Y a mí qué me importa todo esto» [ríe].
Ernesto: ¿Y qué dije? ¿Luego me chivé en casa?
Malena: No, no dijiste nada, pero recuerdo tu cara de póker sin entender qué hacías allí metido. Luego, los del colegio llamaron a mamá y se enteró de todo.
Ernesto: ¡Qué horror! ¿Ves como fui bueno contigo?
Hermana, tía y cuñada dedicada
Ernesto: Desde que me fui de casa, con 22 años, no habíamos pasado tanto tiempo juntos como ahora.
Malena: Antes coincidíamos poco. Ahora te visito para ver a mi sobrina Lola, maravillosa; y a su madre, ¡guapísima! Madre mía, qué belleza tu mujer [la actriz Juana Acosta]. Es bella por dentro y por fuera.
Ernesto: Sí que lo es. Una vez en México, en una entrega de premios, estaba con Juanita y unas amigas suyas y una mexicana detrás de mí dijo: «Estas pinches colombianas siempre tan guapas» [se ríe].
El trabajo en familia
Malena: Con papá solo he coincidido en algunos cortos y nos entraba la risa al vernos. Pero contigo nunca.
Ernesto: Yo he trabajado en un par de películas con él y lo pasamos muy bien. Ahora que estamos juntos en el teatro, te admiro mucho y me gusta verte trabajar tan bien, como lo haces siempre [risa maliciosa]. Al principio era una sensación rara, entre extraña y familiar a la vez.
Malena: Te confieso que al principio estaba asustada. Temía pelearnos por algo o encontrarme algo desagradable, irremediable o inconfesable [ríe]. Quería que estuvieses bien, que no te enfadaras, que estuvieses tranquilo... Eres mucho más visceral que yo, que soy más tranquila. Por eso había esa especie de necesidad en mí de cuidarte.
Ernesto: [Entre risas] sí, sí, lo he notado mucho y te lo agradezco. Cuando se me desboca el caballo, estás a mi lado para amansarlo [se ríe].
Malena: Eso es lo bonito de ti, Ernest, que aparecen cosas inesperadas y explosivas que hacen de tu trabajo algo único e irrepetible y, a veces, inesperado. Eres muy nervioso, reconócelo.
Ernesto: ¡Pero si soy un hombre tranquilo!
Malena: Muy tranquilo, sí...
Ernesto: Cuando empiece la gira, me da mucha tranquilidad que estés conmigo: te siento supersensata y buena [irónico].
Malena: Va a ser una gira larga. Nos vamos a pasar el año comiendo rico por España. Ya te siento como compañero.
Ernesto: ¡Qué hermanos más sosos somos!
Malena: ¡Ya, ya! Esta entrevista la tenemos que repetir al final de la gira, a ver si contamos lo mismo. O igual nos hemos matado con tanta convivencia.

Una familia con tablas. Héctor Alterio y su mujer la psicoanalista Ángela Bacaicoa con sus hijos, Malena y Ernesto. Residen en España desde 1975.

* Ernesto lleva camiseta color morado, de American Vintage. pantalón denim, de Boss. Malena lleva Vestido estampado de flores, de Dolores Promesas Earth.

* Malena lleva Camisa blanca, de Rich & Royal y Pantalón denim, de Dandara. Ernesto lleva Camisa blanca, de Olimpo y Pantalón denim, de Levi's.
Maquillaje y peluqueria: Paula Soroa para L'oreal . Asist. Estilismo: Frank Jymz,.

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