TITULO: Órbita Laika -Subconsciente traidor ,.
Lunes -18- Abril en La 2 / foto,.
El estilo periodístico debe ser “claro, preciso, conciso”. Lo señala el Libro de estilo de EL PAÍS y, por eso, el uso de términos inadecuados o de datos innecesarios origina críticas de lectores que, con razón, exigen al periódico esa calidad y rigor que promete desde que nació hace 46 años.
Una de las quejas con más fundamento la han transmitido Raquel Val Rivas y Alfredo Redón por la incomprensible diferencia de trato entre hombres y mujeres al difundir los perfiles de la nueva cúpula del PP. De los cinco dirigentes elegidos, dos son mujeres. “Está soltera”, se dice de la primera, Cuca Gamarra. “Está casada y tiene dos hijos”, se cuenta de la segunda, Carmen Navarro. De dos de los tres hombres, sin embargo, no se indica nada al respecto y solo del tercero —Elías Bendodo— se indica que está “casado con una periodista”. Val Rivas ve ahí, lógicamente, un “sesgo machista”.
El Libro de estilo exige aplicar “la misma óptica” al describir a hombres y mujeres si, por ejemplo, hay referencias a la vestimenta. Con más motivo, por tanto, si se alude a que alguien está o no casado. O con quién se empareja. El año pasado, Dolores Gauna nos afeó un texto sobre “el nuevo novio” de Isabel Díaz Ayuso a raíz de unas fotos tomadas en Ibiza por unos paparazi. “Es la tercera relación conocida de Díaz Ayuso”, contábamos. “De los dirigentes políticos hombres no nos informan nunca de esos detalles. Les traiciona el subconsciente”, acusaba Gauna.
El lector Francisco Javier López criticó que la información sobre el juicio al futbolista Santi Mina por presuntos abusos sexuales se adentrara en minuciosos y procelosos pormenores. El lector razona así: “Es más morbo que información y me parece violento e innecesario”.
El lector Sergio-Ernesto Santillán transmitió el jueves su “total rechazo e indignación” por llamar “empresarios” a quienes son simples “comisionistas”, como también se les denominaba en el titular de ese día a Luis Medina, hermano del duque de Feria y habitual en la prensa del corazón, y a su amigo Alberto Luceño. Ambos cobraron seis millones de euros en comisiones por vender material sanitario al Ayuntamiento de Madrid.
Los lectores Carlos Penedo y Sixto Jansa, por su parte, rebaten este titular: La guerra de Ucrania relanza el sentimiento militarista en España. Ambos remiten al diccionario de la Real Academia Española (RAE) para recordar que “militarismo” es el “predominio de lo militar en la política y el Gobierno de una nación”, algo que no se da en un país —España, en este caso— solo porque haya aumentado el apoyo ciudadano a un mayor gasto en Defensa.
También en el terreno militar, aunque en este caso debido a una mala traducción, el lector Miguel Morer lamentó el texto de un pie de foto sobre un funeral en “en la Iglesia Saints Paul and Peter Garrison en Lviv”. “Un pie de foto como ese es ridículo, mueve a risa, duele a los lectores fieles y daña al medio”, escribió Morer. En efecto, la palabra inglesa “garrison” se traduce como “guarnición” y, por tanto, el funeral se celebró en la “iglesia castrense” de san Pablo y san Pedro. Esa debió ser la traducción correcta.
La lectora Elena Badosa nos reprocha que restrinjamos desde hace años el calificativo de “oligarca” —persona con poder en un núcleo político o económico— exclusivamente a personajes rusos. “¿No hay oligarcas en Ucrania, Alemania, Marruecos o España?”, se pregunta con razón.
El abuso del verbo “topar” como falso sinónimo de poner un límite o un tope —al precio de la energía, por ejemplo— ha originado también una decena de críticas por parte de lectores como Ana Gómez, José Ángel García o Ángel Chico.
Juan Jorganes, por su parte, ha lamentado que, durante las protestas de los transportistas, no distinguiéramos entre “huelga” y “paro patronal”. Y José González Varela deploró el inadecuado uso del término “vetar” en este titular: “Vox veta que el mar Menor consiga más derechos”. En efecto, la información se refería a una propuesta parlamentaria que contó “con el apoyo de las formaciones presentes, excepto el de Vox”. Por tanto, no era tal veto —un impedimento insalvable—, sino un minoritario voto en contra que no imposibilitaba la tramitación del proyecto.
Algún lector afirma que está descendiendo la cifra de errores. Otros, molestos con cada tropiezo, prefieren echarle humor. Víctor Cassi propone “una multa de 50 céntimos por cada pifia” detectada. “Con lo recaudado”, sugiere, “se podrían sortear Libros de estilo entre los lectores”. Ortega y Gasset dijo que “el verdadero tesoro del hombre es el tesoro de sus errores”. Conviene no tomarlo al pie de la letra.
TITULO : Zona indie - Cine - Misterioso asesinato en Manhattan ,.
Este lunes- 18 - Abril a las 23:30, en la ‘Zona indie’ de La 2 se emite la película, foto,.
TITULO: + Cotas - Los primeros pasos de un tigre en el zoo de Londres,.
El Sabado -16- Abril a las 9:30 por La 1, foto,.
En cautividad ha nacido un pequeño cachorro de tigre de Sumatra. Fue hace un mes, en el Zoo de Londres. Allí vive junto a su madre, que ahora le ayuda a dar sus primeros pasos. Poco a poco, la cría aprende. Eso sí, a su ritmo. Por eso a veces necesita alguna que otra mano.
TITULO : Generaciones - Lecciones francesas,.
foto / Las elecciones no se ganan hasta que se vota. Es la primera lectura que cabría hacer de las presidenciales francesas que hoy celebran su primera vuelta. La vertiginosa subida de Marine Le Pen en el último tramo de la campaña nos alerta sobre este tiempo tan marcado por la volatilidad y la inmediatez: en política, hoy menos que nunca, no se debe dar nada por sentado. Y aunque es probable que gane Emmanuel Macron, los fantasmas de Donald Trump y el Brexit asoman estos días por el país galo. Si, al comienzo de la campaña, los franceses cerraban filas en torno a su presidente por la guerra de Ucrania, en la última semana es la cuestión social la que ha marcado con fuerza las preocupaciones del electorado disparando la intención de voto para la ultraderecha. Es un buen ejemplo de lo rápido que cambia todo, pero especialmente nuestro estado emocional. En unos días hemos pasado de “para qué votar si la suerte ya está echada”, como me dijo un estudiante erasmus, a “en la primera vuelta votaré al candidato que realmente me gusta”, como matizaba este mismo viernes.
La lección vale, sobre todo, para Macron y su negativa a quitarse el traje de presidente jupiterino y ponerse el de candidato. “Está dedicado a salvar a la humanidad, no bajará al fango de la campaña”, decía otro estudiante. Porque no es la guerra la que ha despolitizado el ambiente electoral, sino el uso que todos sus actores —incluidos los mediáticos— han hecho de ella, y fundamentalmente Macron, intentando sacar partido de su posición de favorito. Mientras rechazaba ir a los debates bajo el pretexto de que sus predecesores no lo hicieron, Le Pen se ha recorrido Francia para hacer lo que se espera de cualquier político que opte a una elección presidencial: una campaña electoral.
A pesar de presentarse como el challenger del sistema desde su extremo centro, Macron olvida que los códigos de la política han cambiado. El presidente encaja en esa corriente tecnoliberal que sigue recurriendo al discurso del miedo, a la máxima thatcheriana de que “solo hay una política posible”. Dicho discurso hace que algunos prefieran hacer populismo antipopulista en lugar de leer y entender la complejidad de la cambiante sociedad francesa, cada vez más múltiple, fragmentada y dividida. La ciudadanía se resiste ya a votar con la pinza en la nariz y, antes que el malmenorismo, prefiere el voto de castigo. Las viejas reglas sistémicas han dejado de funcionar y la subida de la extrema derecha en Europa es una prueba de ello: sus códigos para leer los conflictos políticos reinan ya en el debate público, y así es más fácil normalizarla. Aunque lo más sorprendente es que tampoco parece funcionar el famoso cordón sanitario: Valérie Pécresse no dará instrucciones de voto en la segunda vuelta. El discurso de la demonización ha llegado al fin de sus días. No nos vendría mal tomar nota aquí de todo esto.
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