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martes, 5 de abril de 2022

LAS HUCHAS DE LAS MONEDAS - «Aguantemos el último tirón, no podemos tirar la toalla ahora» ,. / LOS 50€ BILLETES - BILLETE 1.000 PESETAS - LOS ARBOLES PERDIDOS - Un año de tormenta eléctrica que desboca la factura de la luz ,./ LOS LIMONES - EL BOMBON DE HELADO - PAPELES QUEMADOS - Chimenea - El horror contado sin emocion ,.

 

TITULO: LAS HUCHAS DE LAS MONEDAS - «Aguantemos el último tirón, no podemos tirar la toalla ahora» ,.


LAS HUCHAS DE LAS MONEDAS   -  «Aguantemos el último tirón, no podemos tirar la toalla ahora», fotos,.


«Aguantemos el último tirón, no podemos tirar la toalla ahora»,.



Miguel Hernández, el líder de los huelguistas, insta a continuar los paros hasta «la victoria» de un decreto que garantice trabajar sin pérdidas, mientras Moncloa rechaza negociar con la Plataforma,.

España afronta este domingo el decimocuarto día de unos paros que han colocado al país al borde del colapso y no hay visos por el momento de que esto llegue a su fin. La Plataforma Nacional en Defensa del Transporte mantiene el órdago al Gobierno y continuará con sus movilizaciones hasta «la victoria», al más puro estilo del 'Ché' Guevara. Más concretamente, hasta que se apruebe un decreto que impida contratar por debajo de los costes, hasta que les garanticen que pueden arrancar sus motores sin pérdidas. Y confían en una pronta respuesta del Ejecutivo.

Así lo advirtió este sábado a primera hora de la mañana su líder, que colgó en la web de la plataforma un mensaje a modo de arenga para los miles de compañeros que secundan estas protestas; no en vano consiguió congregar el pasado viernes a unas 4.000 personas frente a la sede del Ministerio de Transportes, según cifras de la Delegación del Gobierno, una cifra bastante superior a los ciudadanos que movilizaron los dos sindicatos mayoritarios dos días antes para protestar por la subida de los precios. «Estamos siendo el ejemplo de todo un País, no podemos tirar la toalla ahora bajo ningún concepto», proclamó con orgullo el conductor albaceteño, que acusó al Gobierno de «vender humo y mentiras» y rechazó «aceptar limosnas que no nos solucionan nada». «Si no tenemos la garantía de trabajar para vivir, no hay motivos para arrancar», defendió.

El Ejecutivo creyó el viernes –erróneamente– haber cerrado lo que calificó como un «acuerdo histórico» al poner encima de la mesa ayudas por valor de más de 1.000 millones de euros, el doble de la propuesta inicial. De poco sirvió la rectificación de la ministra de Transportes, Raquel Sánchez, quien una semana después de tildarles de «ultraderecha», no solo dio marcha atrás y accedió a reunirse con Hernández, sino que incluso se disculpó por haberles tachado también de «violentos».

No es suficiente. Este sábado decenas de camiones volvieron a protagonizar una marcha lenta por las carreteras de Madrid y por primera vez ocuparon la M-30. Y las manifestaciones seguirán, aunque pueden ser menos numerosas que hasta ahora. Por ello, para que no decaigan las protestas, Manolo –como muchos le identifican– instó a los miles de transportistas que están consiguiendo paralizar la actividad industrial a no darse por vencidos y continuar con esta lucha hasta el final. «Aguantamos el último tirón porque lo tenemos en la mano», apeló. Y continuó haciendo gala de orgullo por lo conseguido: «Estamos haciendo historia y tenemos que seguir hasta el final, queda el último tirón y hay que demostrar que somos capaces de conseguirlo, porque nunca antes tuvimos la oportunidad que hoy nosotros mismos nos hemos brindado».

Mensaje épico

En esta misma línea, y con un tono repleto de sentimentalismos, les pidió también a sus compañeros que no le abandonen. «Os pido que no me dejéis solo y que todos seáis Manuel Hernández. Solo con nuestra persistencia llegaremos a la victoria», resaltó en el mensaje publicado. El transportista cargó contra el Gobierno por seguir sin dar respuesta a sus reivindicaciones y reiteró, una vez más, que «las ayudas que quieren dar no son la solución de nada, no estamos luchando para que de manera puntual nos dé un bocadillo».

Quien se ha convertido en un ídolo para muchos de sus colegas admitió que estos paros están conllevando «sacrificios», pero advirtió de que ya no se puede «dar marcha atrás» porque se están jugando «trabajar con dignidad». «Todas las batallas tienen heridos, riesgos y, por desgracia, víctimas. Pero nunca se cambió nada sin antes padecer y sacrificar muchas cosas».

La respuesta de Moncloa al mensaje de Manuel Hernández llegó por boca de la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, quien mostró su convicción de que el acuerdo alcanzado con el sector del transporte será suficiente para atenuar los precios y reiteró su compromiso de legislar para no trabajar por debajo de costes.

Sin embargo, se mostró inflexible a la hora de negociar con los huelguistas, ya que dejó claro que los interlocutores válidos son los que son. «El Gobierno habla con todos, pero debemos ser escrupulosos y respetuosos con la representación institucional», defendió la ministra para la Transición Ecológica, que destacó que, de lo contrario, sería «muy complicado determinar quiénes son los interlocutores en cada momento», lo que podría derivar a su vez en poner en cuestión también los grandes acuerdos alcanzados.

La vicepresidenta también valoró las acciones emprendidas por las petroleras para rebajar los precios. Mantener un camión cuesta ahora 26.000 euros más que un año atrás. Por eso las asociaciones de transportistas de Cantabria y de Zaragoza votaron este sábado continuar con el cese indefinido de la actividad.

Esta semana será clave para saber si Manuel Hernández consigue mantener a este colectivo de huelguistas unidos o la plataforma pierde fuerza y capacidad de movilización después del acuerdo del viernes.

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  LOS 50€ BILLETES - BILLETE 1.000 PESETAS - LOS ARBOLES PERDIDOS  -   Un año de tormenta eléctrica que desboca la factura de la luz .  , fotos,.

 Un año de tormenta eléctrica que desboca la factura de la luz,.

Así ha cambiado el mercado de los consumidores tras doce meses de incesantes subidas y medidas excepcionales,.


Desde hace ahora justo un año, el precio de la luz no ha dejado de subir. Con algunas paradas débiles, como las de enero y febrero –hasta que comenzó la invasión rusa de Ucrania–, pero sin descanso. Una evolución alcista que ha impactado de lleno en el bolsillo de todos los ciudadanos, que han visto cómo sus recibos incorporaban importes cada vez más elevados.Estos son los grandes cambios que han afrontado los consumidores.

Salto masivo al mercado libre


1,2 millones en un año

Si hay algo que ha transformado el mercado eléctrico español en esta crisis energética, eso ha sido el paso de contratos del mercado regulado al libre. El vértigo ante una tarifa como la del PVPC (Precio Voluntario al Pequeño Consumidor) que no ha cesado de aumentar ha provocado que alrededor de 1,25 millones de personas hayan pasado de la tarifa regulada de electricidad, que está indexada al mercado mayorista, a una en el mercado libre a precio fijo. Así lo indica la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), cuyas estadísticas actualizadas revelan que en 2020 se produjeron 575.000 traspasos de este tipo y en 2019 unos 660.000. Asimismo, la CNMC recuerda que en octubre de 2021 alrededor del 60% de los consumidores eléctricos (unos 18 millones) disponían de un contrato de suministro a precio fijo, lo que les permitió mantener los precios acordados hasta la fecha de revisión de sus contratos. Por el contrario, el 40% de los consumidores con contratos indexados al precio del mercado mayorista habrían experimentado un incremento del precio del 45% en 2021, un encarecimiento de unos 229 euros con respecto a 2020 para un consumidor medio.

Menos peso fijo


La energía cuenta más

Otro de los grandes cambios operados en el recibo en el último año ha sido el de la estructura de la propia factura. Habitualmente, un tercio de la misma iba destinado al pago de impuestos;otro tercio a la parte fija (potencia);y el resto, al consumo. Sin embargo, el peso que ha tomado esta última partida en el conjunto del recibo ha llegado a ascender hasta el 70% del total. Este cambio ha sido posible gracias a las medidas fiscales aprobadas por el Gobierno en los últimos meses. Por una parte, el Ejecutivo aplicó una rebaja del IVA del 21% al 10%. Se trata de una acción que se encuentra prorrogada hasta el próximo 30 de junio, después de que la propia evolución del coste de la energía se haya comido el impacto de la bajada de ese tributo. Lo mismo ha sucedido con la suspensión del impuesto especial eléctrico, que ha bajado del 5,1% al 0,5%, el mínimo legal exigido por la UE. Además, el Ejecutivo ha aplicado una rebaja de los cargos (el importe fijo del recibo que va destinado a retribuir a las primeras renovables o a amortizar el déficit eléctrico, entre otras partidas).

Planchar de madrugada

Para rizar el rizo, desde el pasado 1 de junio se encuentran en vigor nuevos tramos horarios que penalizan el consumo o lo bonifican en cierta medida. Las horas valle van de las 00.00 a las 08.00 horas, así como los fines de semana. El resto del día el coste energético se eleva considerablemente, sobre todo a partir de las 18.00 horas.


Más descuento, más usuarios

Se trata de otra de las variaciones más importantes que han encarado los consumidores en el último año. Cuando comenzó la crisis eran 1.161.214 los hogares que estaban acogidos al bono social: el descuento de entre un 60% y un 70% en la parte de energía consumida del recibo, dependiendo de la situación socioeconómica de la familia que lo haya solicitado. Antes, se encontraba en el 25%. Las estadísticas de esta ayuda han ido cambiando de forma considerable hasta superar los 1,2 millones de beneficiarios actuales.

Mix eléctrico

Ciclos combinados

Durante el último año el peso que han adquirido las centrales de ciclos combinados (las que funcionan con gas) ha ido aumentando a medida que pasaban los meses, hasta representar un 18% de la demanda del consumo de luz. Hasta hace 12 meses, su peso en el conjunto del 'mix' eléctrico se encontraba en torno al 15%, según los datos de REE, ante la falta de activación de las plantas renovables.


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 LOS LIMONES - EL BOMBON DE HELADO - PAPELES QUEMADOS - Chimenea - El horror contado sin emocion ,.  , fotos.

El horror contado sin emocion,.

Las películas de terror o el 'puenting' son atractivos porque no nos sentimos en peligro,.



Aunque miedo y deleite no parecen conceptos que se lleven bien, a algunas personas es lo que les generan los sustos, un 'agradable' entretenimiento. No se entendería, de otro modo, el éxito de los parques de atracciones, que juegan con esa sorpresa que acelera el corazón; las películas de terror, que te hacen dar un respingo en el sofá; o los deportes de riesgo, que disparan la adrenalina.



Pero el miedo como entretenimiento no es nuevo. Ya se utilizaba en las leyendas, aunque fue en el siglo XVIII cuando el terror se convirtió en género literario. A partir de ahí, todas las épocas posteriores han contado con narraciones espeluznantes convertidas en fenómenos de masas, desde los clásicos 'Drácula' o 'Frankenstein', hasta películas tan taquilleras como 'El exorcista' (1973), que tuvo una recaudación global de más de 441 millones dólares, o 'It' (2017), que superó los 700 millones.



No importa que la fórmula esté explotada: los sucesos paranormales ('Paranormal Activity', 2007; 'Stranger Things', 2018), los depredadores asesinos ('Tiburón', 1975; 'Anaconda', 1997), los muñecos diabólicos ('La maldición de Chucky', 2013; 'Annabelle', 2017) o los zombis ('Zombieland', 2009; 'The Walking Dead', 2018), siguen dando mucho miedo, y también ¡mucho dinero!



Eso explica que los géneros cinematográficos más consumidos sean los 'thrillers', el terror y la ciencia ficción, pero también que la mayoría de estas entregas tenga secuelas y 'remakes'. Además, nuestro espíritu masoquista queda reflejado no solo en el regustillo que nos da que nos asusten, sino en que incluso somos capaces de comer palomitas mientras nos exponemos a imágenes violentas o espeluznantes. Es más, esta pulsión provoca que sintamos fascinación por algo que nos abruma y nos emociona al mismo tiempo. Así, es posible encontrar tremendamente atractivas escenas donde se mezcla lo macabro y lo erótico. Si no, que se lo digan a Erika Leonard Mitchell, la escritora del 'best seller' 'Cincuenta sombras de Grey', una trilogía erótica con escenas explícitas de sadomasoquismo que ha vendido más de 70 millones de copias.



Durante la cuarentena ha aumentado el número de reproducciones de películas de catástrofes

El ejemplo más reciente de este afán por lo tenebroso lo encontramos en el confinamiento. En plena pandemia por el Covid-19, el cine de catástrofes ha resurgido con fuerza y nuestro gozo por contemplar desastres frente a una pantalla ha vuelto a quedar patente. Así, películas como 'Contagio' (2011), que narra una pandemia provocada por un virus más letal que el SARS-Cov-2, 'Epidemia' (1995), que relata la expansión de un virus africano, o 'Virus' (2013), que gira en torno a un brote de gripe aviar, son algunos de los títulos más reproducidos de los últimos meses en las plataformas de 'streaming' que los incluyen en su catálogo.

La psiquiatra Pamela Rutledge, del Centro de Investigación de Psicología de los Medios, en Estados Unidos, explicó recientemente en una entrevista a la revista 'Insider' que este fenómeno se debe a que ver situaciones similares a la que vivimos nos hace sentirnos identificados. Quizás por eso ya están surgiendo historias de suspense inspiradas en la cuarentena que hemos vivido, como 'El confinado' (Maeva), de Roberto Domínguez Moro, un thriller en el que el protagonista trata de evitar contagiarse de coronavirus.

Instinto primitivo

Pero, ¿qué hace que seamos unos frikis del canguelo? El miedo es un sentimiento ancestral que heredamos del hombre prehistórico y que está destinado a promover la supervivencia. Lo experimentamos cuando percibimos que nuestra integridad física está amenazada y, según las circunstancias, nos ayuda a huir del peligro o a enfrentarnos a él. El sistema de lucha-huida incluye: la activación de determinados neurotransmisores (adrenalina, cortisol, dopamina), menor percepción del dolor, aumento de la actividad cardiaca, dilatación de las pupilas, o tensión muscular, entre otros. Por ejemplo, una persona con miedo a contagiarse de coronavirus producirá más cortisol (hormona del estrés) por la angustia que le provoca el pensar que podría infectarse, y su instinto de supervivencia le llevará a protegerse inconscientemente (alejarse de una persona que tose).

«Se trata de una reacción adaptativa, natural y saludable, pero resulta desagradable cuando el peligro que se percibe es real, porque existe la expectativa de que algo malo nos va a pasar», señala Bárbara Zorrilla Pantoja, psicóloga experta en intervención social, forense y violencia de género. «Si resulta placentera es porque el peligro está controlado y sabemos que estamos a salvo, es decir, aunque nuestro cuerpo se active como si fuera a hacer frente a una amenaza, al sentirnos seguros, el cerebro llega incluso a disfrutar de los efectos que le produce ese disparo hormonal».

Esto ocurre, además, porque las regiones del cerebro donde se desarrollan los procesos del miedo (principalmente en la amígdala) están estrechamente conectadas con los circuitos cerebrales de recompensa, un sistema encargado de mediar la sensación de placer en el organismo, que se activa cuando el individuo realiza actividades relacionadas con la supervivencia, tales como comer alimentos que le satisfacen, mantener relaciones sexuales o hacer frente a un peligro.

El miedo es un sentimiento ancestral que heredamos del hombre prehistórico y que está destinado a promover la supervivencia

Hablamos de miedo controlado cuando elegimos sentirlo y buscamos actividades que nos lo produzcan como ver una película de terror, hacer 'puenting', tirarse en paracaídas o subirse a una montaña rusa. La excitación que provocan es tal que algunos llegan incluso a aficionarse, de ahí las etiquetas 'adicto a la adrenalina' o 'adicto al riesgo'. Sin embargo, este tipo de adicción no está reconocida como una enfermedad, porque es comportamental, no farmacológica, y no interfiere con la vida diaria.

«Sí será un riesgo, por ejemplo, para personas con tendencia a confundir fantasía con realidad, que pueden convertir estas experiencias terroríficas, aunque sean ficticias, en desencadenantes de psicopatologías graves, como un cuadro psicótico», añade la psicóloga Zorrilla Pantoja. Otro de los peligros de la búsqueda y exposición continua a experiencias abrumadoras es la desensibilización. Habituarse a estas situaciones tiene como consecuencia la necesidad de ir aumentando el riesgo para obtener las mismas sensaciones, lo que puede llevar a algunos individuos a verse involucrados en situaciones muy comprometidas.

«Las personas extrovertidas sienten atracción por las emociones fuertes, mientras que los introvertidos se deleitan más con lo cotidiano»

Bárbara Zorrilla pantoja

La pregunta es, ¿por qué hay personas aficionadas a que les asusten y otras que no pueden soportarlo? «Principalmente se debe a diferencias de carácter. Las personas extrovertidas y abiertas a la experiencia sienten atracción hacia las emociones fuertes y necesitan un mayor nivel de estimulación para disfrutar», explica Zorrilla. «Sin embargo, los introvertidos se deleitan más con la repetición y lo cotidiano, por lo que necesitan un nivel de activación fisiológica menor. Para ellos, estar en situación de alerta es vivido como algo desagradable». Por su parte, «personas con baja autoestima y bajo sentimiento de autoeficacia, que no se sienten competentes para enfrentar determinadas situaciones, también evitarán el miedo controlado porque les generan inseguridad y malestar», añade.

Otras teorías consideran que la búsqueda del miedo está promovida por el deseo de volver a una etapa temprana de la vida. Despierta el instinto infantil y nos entretienen los relatos protagonizados por fantasmas, monstruos o vampiros porque ya no los sentimos como reales y sabemos que no nos harán daño.

¿Cuántos tipos de miedo hay?

Muchos, pero se dividen en dos grupos:

Miedos endógenos

Son aquellos para los que estamos programados genéticamente, como la oscuridad, los fenómenos naturales (tormentas, rayos, fuego), los ruidos, los depredadores o la muerte. También se les llama ancestrales, porque son los temores que hemos heredado de los humanos primitivos y que les ayudaron a sobrevivir como especie. Su función es adaptativa porque, al alertarnos, nos ayudan a protegernos del peligro. Como forman parte de nuestro ADN, se transmiten de generación en generación. Suelen observarse desde el nacimiento y a lo largo de la infancia, aunque hay adultos que mantienen algunos de ellos toda su vida. Por ejemplo, el miedo a lo desconocido es bastante recurrente. Todo aquello que es nuevo para nosotros nos resulta temeroso.

Miedos exógenos

Son los miedos aprendidos y adquiridos a lo largo de nuestro desarrollo. Se generan, principalmente, a través del proceso de socialización, es decir, cuando interiorizamos normas y valores para adaptarnos al grupo social en el que vivimos. La educación recibida y el aprendizaje vicario (por imitación), nos enseña que existen situaciones que etiquetamos como peligrosas porque pueden traernos consecuencias negativas. Por ejemplo, algunos temen viajar en avión porque han aprendido que existe la posibilidad de que se caiga.

En este grupo se enmarcan las fobias, aprendidas por malas experiencias, imitación o porque asociamos un estímulo determinado (por ejemplo, las agujas), a emociones y sensaciones desagradables (una inyección). Eso nos lleva a evitar reiteradamente ese estímulo.

También los trastornos de ansiedad son miedos exógenos, es decir, el temor ante amenazas que no son reales ni inminentes pero que percibimos como tal y que limitan nuestra vida cotidiana.

Lo mismo que los trastornos de estrés postraumático, que son miedos exógenos que aparecen cuando hemos vivido un acontecimiento en el que sentimos que nuestra integridad física o mental estaba en riesgo. En estos casos, lo que ocurre es que nuestro cerebro revive la situación traumática, una y otra vez, para intentar asimilarla y eso impide que nuestra actividad fisiológica disminuya aunque la amenaza haya desaparecido. Los traumas son característicos de las víctimas de terrorismo, violencia sexual, una guerra o catástrofes naturales.


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