TITULO: España a ras de cielo - Matías Prats Chacón, periodista ,. - PLANETA CALLEJA - DOMINGO -1- Mayo,.
España a ras de cielo ,.
España a ras de cielo es un programa de televisión emitido por TVE y se estrenó el 17 de septiembre de 2013. Desde el primer programa, está presentado por Francis Lorenzo. Martes a las 22h30,.
El programa permite conocer lugar de España desconocidos y ya conocidos desde otro punto de vista., etc,.
PLANETA CALLEJA - DOMINGO -1- Mayo,.
Planeta Calleja es un programa de televisión de España que se emite cada domingo a las 21:30, en Cuatro de Mediaset España,. Jesús Calleja enfrentará a rostros conocidos a vivir experiencias únicas e irrepetibles fuera de su contexto habitual y en los lugares más remotos y fascinantes ., etc.
foto / Matías Prats Chacón, periodista «Mi padre y yo nos picamos con las audiencias»,.
«No me gusta el periodismo de trincheras ni el de bufandas; y en política, me pasa lo mismo»,.
Cuando nació, la prensa lo bautizó Matías III. Hoy es un periodista deportivo enamorado de su oficio. Nietísimo, «a mucha honra», de un abuelo legendario, al que idolatra e imita en casa pronunciando 'Faragofa', e hijo de un mito televisivo con el que compite en audiencia, Matías Prats Chacón, 37 años, publica su primera novela, 'El futuro que olvidaste', la historia de una tenista desaparecida y un periodista que investiga el caso. La firma sin usar su segundo apellido.
–En principio pensé que el autor era su padre.
–Él no se atreve, Y mira que le han tentado. Es muy prudente. En cambio yo, el chaval, he logrado ser el primero de los Prats que escribe un libro. Era un reto mayúsculo superarles en algo; salvando las distancias. Ambos son maestros de la comunicación. Y a mí la etiqueta de escritor me queda muy grande.
–Podría firmar Matías Prats Chacón y evitar confusiones.
–Empecé en la radio muy jovencito como Matías Chacón. Pero pensé que si estaba esforzándome y mi padre estaba orgulloso de mí no debía ocultarme. Con el libro lo mismo.
–¿Llamaría Matías a un hijo?
–Creo que a mi padre le ilusionaría mucho. Pero habría que pensarlo. Al chaval le iba a caer una pequeña losa. Lo digo por experiencia. Cuando me sacaba el carnet de conducir pasé una vergüenza tremenda cuando dijeron Matías Prats en voz alta, ante cientos de personas. Me levanté y escuché decir: «¡Este no es Matías Prats!».
–¿Le sentó mal a su padre que no le dedicara la novela?
–Lo ha aceptado con deportividad. Él ya tiene mucho foco, el aplauso de la crítica y el cariño de todo un país. Era el momento de reivindicar a un personaje anónimo, mi madre, una mujer vitalista, un ejemplo de vida.
–El periodista de su novela habla de integridad profesional.
–Es que me duele el periodismo. Hemos perdido credibilidad. Tenemos que ser autocríticos. Ahora se lleva el clic fácil y a mí me gusta el periodismo de investigación.
–¿Es más ladrón, el que roba unos audios o el que cobra comisiones?
–Robar audios es delito, pero cobrar comisiones no es ético. Y lo ético me importa. ¿Por qué no someten lo de Arabia Saudí al juicio de una comisión ética independiente? Aquí hay un conflicto de intereses. Piqué no puede estar organizando y repartiendo los premios de una competición en la que va a participar. ¿Dónde se ha visto eso? Y luego esos audios nos han descubierto sus peticiones a Rubiales... Un escándalo. Con esto se te cae el castillo de la ética.
–Su padre trabaja en la competencia. ¿Tienen muchos secretos profesionales?
–Adoro a mi padre y siempre deseo que le vaya bien, pero llevo puesta la camiseta de Telecinco y quiero que ganemos a Antena 3 en audiencia. Entre nosotros nos picamos, nos mandamos las audiencias, nos vacilamos. Tenemos una competitividad sana.
–¿Sí llevan la misma camiseta del equipo de fútbol?
–Mi padre no se ha significado nunca. Yo no me escondo: soy del Atlético de Madrid. Y eso no me impide informar con objetividad sobre los otros equipos. No me gusta el periodismo de trincheras ni el de bufandas. En política, lo mismo. Echo de menos imparcialidad y pluralidad. Se parecen demasiado el deporte y la política.
TITULO: Centenarios - Centenario del Parque de María Luisa,.
foto / En Sevilla, el parque de María Luisa cumple, el 18 de abril, 100 años desde que el paisajista Jean Claude Nicolas Forestier lo confeccionara. De inspiraciones arabescas, la ladrillería se combina con los azulejos y los detalles moriscos recreando espacios para el sosiego. La vegetación abundante trepa por las esculturas del parque donde los patos se adueñan de los estanques. Las palomas de la Plaza América continúan siendo la actividad más apreciada por los pequeños y una estampa en la infancia de los sevillanos. La melancolía nos da la bienvenida en rincones como la Glorieta de Adolfo Bécquer y en el Estanque de los Lotos. La cultura local también cuenta con distintos homenajes repartidos por todo el espacio botánico que además recoge el recuerdo de la Exposición Universal de 1929.
Un paseo, una vuelta en bicicleta o en coche de caballos descubre el parque al visitante. Un sitio de recreo donde la rutina se pasea de la mano o se sienta bohemia a leer. A la sombra se toma un bocadillo o se echa una siesta en el césped. Es un parque para el que va a Sevilla y para sus habitantes.
Hoy en Periodismo de Viajes vuelvo a recorrer el albero del Parque de María Luisa con motivo de su aniversario: El parque sevillano de María Luisa cumple 100 años ,.
TITULO: Un país para reírlo - El genio de Chicho revive medio siglo después,.
martes -3- Mayo , a las 22:55 horas en La 2, fotos,.
Era la España del apartamento de Torremolinos y la Ruperta, la época de los Tacañones y las guapísimas secretarias; la era de Kiko Ledgard y Mayra Gómez Kemp. Todo estaba al alcance de la mano. Por el asequible precio de 25 pesetas, los españoles vivieron la ensoñación de un circo que reunía a la familia en torno al televisor cada semana, de 1972 a 2004, aunque hubo interrupciones en ese medio siglo. En la España de los dos canales, TVE-1 conseguía con el invento de marras audiencias de 25 millones de espectadores, algo que ni de lejos consiguen hoy las retransmisiones de fútbol.
Tal era su popularidad que el programa acuñó un lenguaje propio, hecho de latiguillos y frases hechas. «Hasta aquí puedo leer», que diría Mayra. Hace hoy 50 años, el 24 de abril de 1972, un bromista atlético, pelo alisado con fijador, apellido francés, nombre de maíz tostado y calcetines desparejados se presentaba a la audiencia para romper los esquemas de la historia de la tele. Para celebrarlo, la 2 de TVE emitirá el lunes el último programa de la primera temporada, presentado por Kiko Ledgard y que se pudo ver el 30 de abril de 1973. La misma cadena ofrece también el jueves el debut de Gómez Kemp como presentadora del espacio, allá por 1982.
Uno podía ver de todo en el 'Un, dos, tres…', desde el farfullar ininteligible de Mariano Ozores hasta una voluptuosa Bombi que inexplicablemente hacía que todo quisqui recitara aquello de «¿Por qué será?», el abracadabra del erotismo carpetovetónico. Participar en el concurso no era sinónimo de éxito. El muy sagaz Chicho Ibáñez Serrador, creador del programa, podía endilgar al personal una vaca, un caballo o una aspiradora como premio chungo y quedarse tan ancho.
En dictadura o democracia, con crisis del petróleo o sin ella, con victoria del PSOE o del PP, lo que de verdad se ambicionaba era ganar un apartamento en la playa, apetencia que ya anticipaba la fiebre del ladrillo que vino después.
Kiko Ledgard, un patriarca peruano con once hijos cuya suegra fue secuestrada y asesinada, regresó a su Perú natal y tuvo la ocurrencia de hacer equilibrismos en la barandilla de la terraza de un hotel. Un mal paso. El 'showman' se estampó desde un tercer piso contra el suelo, perdió un brazo y tardó tres meses en recobrar la memoria. ¿Quién le sustituiría? Después de pensárselo mucho, Chicho escogió a Mayra Gómez Kemp, quien ya se había baqueteado como actriz en el espacio y que venía de presentar 625 líneas y Dabadabadá. «Yo creo que Chicho me eligió por mi memoria. Cuando no existía el pinganillo ni el teleprónter, yo no me equivocaba nunca. Me sabía mi guión y el de los demás. Por añadidura, al ser una mujer, las comparaciones con Kiko iban a ser difíciles».
Faldas y escotes
'Un, dos, tres…' nació en 1972, en los estertores de la dictadura, muy inquieta entonces por la longitud de faldas y los escotes de las azafatas. Ocurrió algo muy infrecuente, y es que un censor, Francisco Ortiz Muñoz, permanecía en el plató para velar por el correcto tallaje de minifaldas y escotes. Con Chicho tuvo más de un desencuentro y a la postre nada pudo hacer para impedir que las azafatas Agatha Lys y Blanca Estrada se alistaran en el cine del destape.
Entre las atractivas secretarias y la exuberante Fedra Llorente, la Bombi, Mayra Gómez no sabía qué papel adoptar. «Debía tener mucho cuidado en cómo me relacionaba con las chicas, pues yo no quería dar un tono lésbico», confiesa la presentadora.
Con la democracia desapareció la censura visible y don Paco, el Torquemada televisivo, fue destituido por el propio Chico cuando accedió al cargo de director de emisión. Todo un acto de justicia poética. Pero en los despachos de Prado del Rey seguía la concienzuda observancia desde arriba, aunque de cariz distinto. «Había mucho interés en que en los guiones no hubiera referencias políticas», cuenta Gómez Kemp.
En 'Un, dos, tres…' podía ocurrir cualquier cosa. El público era estoico, contumaz y espartano, aguantaba jornadas laborales inhumanas que, por un simple fallo técnico, podían terminar hasta bien entrada la madrugada. «Rogábamos al público que no se fuera, eran las dos de la mañana y la gente se quería marchar», evoca Mayra. Como recuerda el realizador Fernando Navarrete, Ibáñez Serrador hacía repetir tomas hasta que lograba la que quería, y eso que las actuaciones se ensayaban mucho. Desde las alturas, como un demiurgo catódico, daba órdenes con intemperancia. Gómez Kemp fue víctima y testigo de sus arrebatos autoritarios, aunque hoy los exculpa. «No existen genios si no son autoritarios. Era exigente, eso sí».
Elefantes en el plató
Siempre sucedían cosas imprevistas. Un día Chicho mandó traer a una elefanta amaestrada que acababa de parir. Para armar un número, decidieron montar a Raúl Sénder encima del plantígrado, pero como este era tan grande se decidió que mejor se subiera encima de la cría. Los domadores no habían advertido al humorista de que el pequeño elefante estaba sin domesticar, así que cuando Sénder se acomodó en sus lomos y le arreó para que se moviera, el animal se revolvió y barritó. Al escuchar los lamentos, mamá elefante rompió amarras, pisó focos y tiró cámaras al acudir en auxilio de su bebé. «Yo me quedé petrificada, tenía tal susto que no me podía mover de la escalera, adonde me había empujado el ayudante de realización de Chicho, Gregorio Quintana, actual productor ejecutivo de una importante productora».
El concurso era una formidable cantera de la que salieron actrices y presentadoras de fuste, como Victoria Abril, Paula Vázquez, Lydia Bosch o Silvia Marsó. Lo mismo sucedía con los cómicos, que gastaban un humor tan blanco como Ariel. Joe Rígoli, Beatriz Carvajal, Arévalo, el dúo Sacapuntas, Juanito Navarro, las Hurtado, Manolo Royo fueron en distintas etapas los comediantes del programa. Los españoles se carcajeaban con cualquier cosa, ya fuera con el piticlín, piticlín de Bigote Arrocet o la desternillante mímica de Tricicle interpretando 'Soy un truhán, soy un señor', de Julio Iglesias.
«Debía tener mucho cuidado en cómo me relacionaba con las chicas, no quería dar un tono lésbico», dice Mayra,.
En cuanto a los presentadores, Jordi Estadella y Miriam Díaz-Aroca (1991-1993) tomaron el relevo de Mayra, no sin dolor de la hispano-cubana, que se enteró de la noticia por el periódico. A Estadella y Díaz-Aroca les sucedieron Josep María Bachs (1993-1994) y Luis Larrodera (2003-2004).
Reputado director del cine de terror –sus 'Historias para no dormir' dejaron a media España insomne– Ibáñez Serrador tuvo sus remilgos cuando se le hizo el encargo de crear un programa popular. Sin embargo, tuvo el acierto de reunir en un solo espacio las tres tipologías de concurso: conocimientos, demostraciones físicas o habilidades y pruebas psicológicas. El concurso, que solía durar dos horas y media, tenía un epílogo de cinco minutos vibrantes, cuando una pareja se la jugaba al todo o nada.
Fernando Navarrete se acuerda de que la emisión de los dos primeros programas no cosechó el favor del público, pero luego Chicho corrigió el rumbo y 'Un, dos, tres…' remontó. «Chicho era un genio. Siempre tenía en mente mejorar el producto».
No era la primera vez que un concurso repartía grandes premios. Ya lo hizo 'Un millón para el mejor', por ejemplo. Pero este y otros espacios tiraban la casa por la ventana una vez al año. Chicho era tan dadivoso que lo hacía todas las semanas, a lo grande y sin complejos, como un alcalde comprando mascarillas.
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