DESAYUNO - CENA - MARTES - MIERCOLES -JUEVES - VIERNES - El móvil interruptus , fotos,.
El móvil interruptus,.
Llamadas y mensajes son más importantes que una conversación,.
Se ha suscitado una importante discusión sobre determinada propuesta formativa y ves que quienes deberían aportar trascendencia se dedican a teclear con sus deditos en la pantalla de su smartphone al tiempo que sonríen. ¿Es esto normal? ¿Es posible que se produzca un silencio a la espera de que alguien importante dictamine y ese alguien calle y no se entere porque está abstraído con su móvil mientras personas que han viajado desde media España para asistir a esa reunión tienen la sensación de estar perdiendo el tiempo?
Cada vez que me veo inmerso en una de esas situaciones, me pregunto si soy ya demasiado mayor y me extraña lo normal o si esa abstracción por culpa de un teléfono solo se puede calificar de falta de educación. ¿Estoy pasado, gagá, viejo, anticuado, debería dedicarme más al móvil y menos a la realidad? ¿Si apago el teléfono en una reunión o en un espectáculo estoy demostrando educación o estoy demostrando que soy demasiado mayor y no acompaso mis actos a mi tiempo?
A veces, me pregunto si podría mantener una relación amorosa moderna. Porque cada vez que acudo a un restaurante o tomo un café demorado en un bar, observo a mi alrededor a parejas jóvenes y no tan jóvenes que hablan un poco y atienden a su móvil un mucho. Hace un par de sábados, comiendo en un restaurante de Cáceres, las tres parejas que ocupaban sendas mesas a mi alrededor no dejaban de atender a su teléfono ni para comer y la mayoría de las conversaciones, al menos de las dos parejas más próximas a mi mesa, eran para comentar lo que leían en sus móviles.
Desde hace algún tiempo, me resulta imposible mantener una conversación con colegas y compañeros de trabajo. Es difícil exponer las ideas y las opiniones con coherencia y tranquilidad porque a cada rato suena un móvil que interrumpe la exposición o la conversación. Vibraciones, músicas, timbres, campanillas, rebuznos... De todo suena para avisar de la llegada de un mensaje, de la necesidad de una respuesta, de la llamada entrante que hay que responder enseguida porque siempre es más importante lo que llega por el móvil que la conversación en vivo con quien nos acompaña.
El otro día, apagué el teléfono durante las tres horas que duró un espectáculo. Al acabar, tardé otra hora en recordar que debía encenderlo y, al hacerlo, tenía una docena de mensajes alarmados porque llevaba cuatro horas desaparecido, sin responder a las vibraciones, sin que las dos vírgulas azules del WhatsApp confirmaran que estaba vivo y atento a los mensajes. Hoy, apagas el móvil cuatro horas y avisan al 112 para denunciar tu desaparición.
Vivimos en la cultura de la interrupción. Llamamos por teléfono a la hora de comer, atendemos el teléfono en medio de las reuniones, un mensaje puede interrumpir una declaración de amor, si es que eso sigue existiendo, una misa, un funeral, una boda, un discurso, un consejo de gobierno y hasta la exposición de una examen de oposición.
Hay ansiedad de teléfono y es fácil demostrarlo. Cuando tras leer este artículo, si es que los tonos bambú, palomitas de maíz, constelación y radio baliza de su smartphone le dejan, salga usted a la calle, al llegar al primer semáforo con multitud, haga que suene en su móvil un acorde o una nota y ya verá cuánta excitación: todo el mundo creyendo que es el suyo y hundiéndose en la miseria al comprobar que era para otro. ¿Estamos tontos? Sí, efectivamente, estamos tontos.
TITULO: MasterChef 7 - MasterChef Celebrity 4 . Martes -17- Diciembre ,.
El martes -17-Diciembre las 22:35 por La 1, foto,.
Pepe Rodríguez: «Perdamos el miedo a decir que somos creyentes»
El chef con una estrella Michelin y jurado del programa Masterchef habla de su fe con naturalidad y sin tapujos
Pepe Rodríguez,
reconocido chef con una estrella Michelín, nos abre las puertas de su
restaurante, El Bohío, poco después de la
final de MasterChef,
programa estrella de TVE en el que es jurado. Asiduo al santuario de la
Virgen de la Caridad, una costumbre que mantiene desde niño, habla sin
tapujos para Alfa y Omega de la fama, de su familia y de la fe.
¿Quién es Pepe Rodríguez?
Es
un hombre que nació en Madrid el 13 de marzo de 1968, aunque toda su
familia era de Illescas y se vino de muy niño aquí. Me he criado en un
ambiente hostelero. En resumen, soy una persona normal que ha trabajado
en aquello que sus padres le dejaron, el restaurante El Bohío, que data
de antes de la guerra civil. Que fue un chico feliz, que se crió como
cualquier otro niño de los años 80, jugando en la calle a las bolas, a
la peonza… Uno más.
¿Y quién es para usted la Virgen de la Caridad? Es habitual verle en su santuario.
Para
mí ella es muy importante. Llevo a la Virgen de la Caridad en el
corazón. Justo ahora vengo de hacerle una visita y estaba pensando que,
lamentablemente, no se la pudo ver en la final de MasterChef. También me
acordaba de la suerte que he tenido de disfrutar del santuario y de su
presencia. Recordé cada mes de mayo, cuando nos sacaban del colegio y
las hermanas mercedarias nos traían a cantar a la Virgen y a rezarle.
Aquellos momentos eran tan bonitos, todos reunidos en torno a la Madre.
Recuerdo cómo nos teníamos que inventar la frase que decíamos a la
Virgen, frases que todavía llevo hoy en mi corazón.
¿Cómo vive su fe en medio del mundo de la televisión y la fama?
Pues
con normalidad. La fe no está reñida ni con la televisión ni con la
fama; tampoco está reñida con ser arquitecto o médico. La fe se tiene o
no se tiene, se vive o no se vive, se lleva o no se lleva. No sé si soy
un hombre capacitado para dar ninguna norma, pero a mí no me estorba
para nada en mi trabajo. Intento que la gente que está a mi alrededor
entienda que soy un hombre de fe, pero tampoco lo voy pregonando ni creo
que sea necesario. Cuando toca y surge lo digo con naturalidad para que
todo se normalice y no parezca algo extraordinario.
¿Qué es para usted la parroquia?
Soy
un hombre que vive en la parroquia, que va a la iglesia de su pueblo y
participa en ella. No sé si participo todo lo que debería, pero sí
intento que mi familia, mis hijos y mi mujer la vivamos desde dentro.
Pero no es nada fácil enseñar a los hijos que vayan a la iglesia. En mi
casa mi madre sí iba a Misa, mi padre no. Y quiero que mis hijos vean
que yo voy a Misa, aunque ellos son a veces los que no quieren, por la
edad y por diversos motivos. El mejor ejemplo que les puedo dar es que
vean que yo voy con normalidad y naturalidad.
¿Qué ingredientes debe tener la relación de una persona con Dios?
La
mía es muy profunda, pero hacer de eso una receta… ya es difícil. Yo me
pregunto: ¿por qué he tenido la suerte de conocer a Dios? ¿Por qué he
tenido la suerte de sentirlo cerca y otros no lo sienten? No dependerá
de mí; ha sido algo que me ha venido dado. ¿Cómo dar los ingredientes?
Primero, es importante haber conocido a Dios. Y luego, darte cuenta de
que tienes que cultivar esa relación día a día y que te debe exigir más.
Como soy una persona que fallo tanto, no soy ningún ejemplo que seguir
para nadie, pero sí sé que, aunque caiga, me puedo levantar y que Dios
siempre me perdona.
Ha hecho los Cursillos de Cristiandad. ¿Fue algo determinante?
Sí,
hubo un antes y un después del cursillo. Desde niño había ido a Misa
porque mi madre me obligaba. Iba y seguro que iba feliz. Aparecí en un
cursillo y no sabía muy bien para qué. De hecho, me llevé un balón de
baloncesto, pensando que iba a ser algo así como un campamento de
verano. Y me encontré con Dios. Tres días sin parar de rezar y sin parar
de hablar con Dios, de preguntarle qué quiere de mí. Aquello me cambió,
me ayudó a sentirme más cerca de Él. Dios me dijo: «Quiero que te
enteres».
¿Se acuerda de sus catequistas?
Sí.
Quiero resaltar la labor de un catequista que deja su domingo, que da
su tiempo libre, que quita tiempo a su familia por dar la catequesis a
los niños. Esto sí me parece algo único. Estamos ahora resaltando un
programa de televisión, pero eso no tiene ningún valor comparado con lo
que hace un catequista.
¿Qué es para usted la familia?
Es
un pilar fundamental. Los que no han encontrado una familia seguro que
viven también felices, pero yo tengo tres hijos y no encuentro nada tan
grande como ellos. Nada hay más grande que mi familia.
¿Cómo conjuga la vida familiar con la televisión y el restaurante?
Seguramente
lo conjugo mal, pero no sé hacerlo de otra manera. Aunque gano otras
cosas, me pierdo mucho de vivencias muy importantes de mi familia y de
mis hijos. Eso sí, el momento en que estoy con mi familia es único y lo
vivo con mucha intensidad. No sé si lo adecuado es pasar un día entero
con la familia, si basta solo con las tardes, si hay que ponerse unos
horarios para estar con ellos… Yo sobre todo intento que ese tiempo con
ellos sea de calidad.
¿Qué valores inculca a sus hijos?
Los
que yo tengo, que no sé si son los mejores. A mi hija mayor le insisto
para que vaya a Misa los domingos, pero ella no quiere. Me dice: «Papá,
que estoy muy liada; papá, que no tengo tiempo, tengo que estudiar…, ¿y
cómo voy a perder una hora?». Pues yo voy y doy ejemplo. Y, a veces,
cuando me pregunta, le respondo: «¿No te das cuenta de que yo trabajo
todos los días de la semana pero encuentro ese momento para ir; lo busco
porque lo quiero, porque lo necesito?». Quiero que se dé cuenta de que
ir a Misa es lo mejor que va a hacer en su vida. Si saca un siete o un
nueve es secundario, pero entiendo que mi ejemplo le puede llegar. Soy
lo que soy porque he visto muchos ejemplos en mis padres. A lo mejor
quiere volver a ir mañana o dentro de 18 domingos, pero llevarla
obligada no es la mejor fórmula.
Si se pregunta a vecinos de Illescas, muchos se acuerdan de cuando ayudaba usted a los toxicómanos.
Fue
un momento muy bonito, justo después de hacer cursillos. Todos los
cursillistas que conocía hacían algo en aquel momento, y yo nada. Me
sentía acomplejado. Me llamaba la atención cuando por la noche tomaba
algo con los amigos y veía a un señor en Illescas que se acercaba a los
drogadictos y tomaba algo con ellos. Íbamos diciendo: «Mira este, que me
robó el radiocasete ayer; mira aquel…». Me di cuenta de lo fácil que es
criticarlos y de lo difícil que es hacer como aquel hombre que los
ayudaba, don José Soriano. Me estaba dando un ejemplo. Un día por la
calle me lo crucé de frente –yo nunca había hablado con él– y le ofrecí
mi ayuda.
¿Y qué le contestó?
«Mañana
nos vemos, te espero en casa. Empezamos una labor de entrega por los
demás…». La cuestión es ayudar al que nos necesita, ya sea da porque no
tiene que comer, porque ha venido en una patera… En este caso, se
trataba de ayudar al prójimo en una época difícil en la que la droga no
se entendía. Esa labor de cuerpo a cuerpo, de buscar recursos, de
llevarlos a casa, 24 horas al día… Fue la época más emocionante de mi
vida. Estar con los más necesitados te aterriza. Necesitamos contacto
con la realidad porque si no perdemos la esencia del ser humano.
Cualquiera puede acabar en la droga. Es una pandemia que está ahí, y si
no somos sensibles y no lo hacemos algo por los demás, es que no hemos
entendido nada de la vida.
Es usted empresario. ¿Cuál es su compromiso en la empresa como cristiano?
Intento
ser el mejor empresario posible, pero también es difícil ser el mejor
cocinero posible, el mejor maestro posible… Intento llevar a la empresa
lo que tengo en el corazón, lo que se me ha dado. Con mis defectos, pero
intento tratar a la gente que trabaja conmigo como me gustaría que me
tratasen a mí si la empresa fuera de ellos. Al final, soy el
administrador y ya está. Lo reflexiono muchas veces, porque es muy
difícil mandar con criterio, con sentido, con pulso, con talante, sin
superioridad… Mando porque tengo esa responsabilidad no porque lleve una
insignia de jefe. Intento aplicar el Evangelio a la empresa y en el
trato con la gente que trabaja para mí. Intento también dar ejemplo,
llegar el primero, con el compañerismo…
¿Y su colaboración con Cáritas?
La
labor de Cáritas es impagable, extraordinaria, solo puedo hablar bien.
Me siento parte de Cáritas. Sobre la colaboración, ¡cómo no vas a ayudar
a quien te pide ayuda! Si me piden ayuda ahí estoy. Ahora que uno es
muy reconocido te llaman de mil asociaciones para que seas su imagen.
Bueno, está bien ayudar de esa forma, pero esa disponibilidad hay que
tenerla siempre y con todo el mundo. No ahora porque soy reconocido.
Tampoco me parece bien que, porque seas famoso, se presuponga que lo que
tú digas es lo mejor. No me parece esa la mejor manera de predicar. No
me gusta que se me invite ahora que soy reconocido cuando se podría
haber hecho antes y lo necesitaba tanto o más. La relación que yo tengo
con Dios está por encima de la tele o de la cocina. La ayuda la necesito
y la puedo prestar siempre. ¿Solo por mi imagen? No valoro más el
testimonio de un famoso creyente que el de un fontanero, un taxista… A
mí me interesa el pueblo llano. La gente sencilla y normal.
A los cristianos de a pie nos da miedo decir «yo soy creyente».
A
mí también me da miedo. Lo he dicho en ámbitos, más pequeños… Para mí
es igual de importante lo que tú me estás contando como lo que yo
cuento, para mí tiene el mismo valor; No necesito que seas famosa para
que me des ejemplo, ya me lo has dado. Necesitamos sensibilizar a la
sociedad. Perdamos todos el miedo a decir que somos creyentes.
¿Cómo ve hoy la labor de la Iglesia?
Como
todo, ha evolucionado. La cocina se está actualizando porque es un
lenguaje vivo que se transforma. La Iglesia se tiene que renovar, se
está renovando continuamente; lleva 2.000 años en constante renovación. Y
se tendrá que renovar aún más, y lo que antes eran extraordinario se
normalizará. No hay que tenerle miedo al futuro. Antes había un
cristianismo con muchas obligaciones. Y ojalá la Iglesia fuese más pobre
todavía; la Iglesia nació pobre, deberíamos ser más pobres para
quererla más. Las palabras de don José Rivera [conocido sacerdote de
Toledo] no se me olvidarán en la vida, cuando decía: «Ojalá la Iglesia
se hubiera dedicado a hacer iglesias más pequeñas y más feas; hoy las
tendríamos más feas, pero más llenas». En esas tenemos que seguir.
TITULO: Donde comen dos -Catorce mil bellotas en Badajoz para alimentar Tres Arroyos,.
Viernes -20- Diciembre 23:15 por La 1, foto ,.
Catorce mil bellotas en Badajoz para alimentar Tres Arroyos,.
El lugar elegido para reforestar fue la parte alta del parque que perdió siete hectáreas en el incendio de 2017,.
Un centenar de personas siembran bellotas y plantan árboles para hacer frente al cambio climático
Juntas enterraron durante la mañana
14.000 bellotas y plantaron 300 árboles autóctonos en Tres Arroyos para
poner su granito de arena en la lucha contra el cambio climático y la
desertización.Es la primera acción de reforestación con estas semillas que se hace en la ciudad, tras el nacimiento en octubre del grupo pacense adherido a la iniciativa 'Bellotada Ibérica', que se ha propuesto ensanchar el espacio de las zonas verdes en la península sembrando el majar de los guarrinos.
«El mejor trabajo que podemos hacer por la tierra es esparcir semillas», defiende Ibarrondo
La acogida de esta iniciativa cubrió las
expectativas del grupo. Un centenar de personas, muchos jóvenes que
creen de verdad en la emergencia climática, y familias completas que
acudieron con sus hijos para darle esperanza al planeta. También
participó el Ayuntamiento, que ha firmado un acuerdo de colaboración con
el grupo de voluntarios para repoblar las áreas más degradadas del
parque de Tres Arroyos. Ayer estuvieron el concejal de Medio Ambiente,
Jesús Coslado, que acudió a la cita con su perra, una bodeguera que
disfrutó del campo, tres funcionarios de Parques y Jardines voluntarios
que aportaron la técnica, herramientas y plantas (también han donado la
Junta de Extremadura y el IES Nuestra Señora de Bótoa), y un operario de
FCC con un camión de cisterna que regó los plantones. El lugar elegido fue la parte alta del parque periurbano de Tres Arroyos. En 2017 se produjo un incendio en esta zona que arrasó siete hectáreas y el propósito es devolverle la vida con nuevas encinas, alcornoques, jara, tomillo, lavanda y cantueso.
¿Por qué estas semillas?
La singularidad de la acción fue la siembra de 14.000 bellotas que el propio grupo 'Bellotada Ibérica Badajoz' ha recogido de Tres Arroyos durante el último mes. «Partimos de la siembra de bellotas, porque es una de las semillas más fáciles de plantar para quien no sabe nada», explica Rubén Corchado, portavoz del grupo. Tan fácil que los más pequeños usaron palas de playa en lugar de 'zachos' para hacer los hoyos.Esta idea se fraguó en Gata tras los trabajos de reforestación que se llevaron a cabo para repoblar el área de bosque arrasada en el incendio de 2015, 8.000 hectáreas. En tres años y medio han conseguido plantar 200.000 árboles autóctonos.
Durante estos trabajos, explica Rodrigo Ibarrondo, la mente de 'Bellotada Ibérica', «nos dimos cuenta de que las bellotas son un regalazo porque se adaptan muy bien al clima mediterráneo y son muy fáciles de sembrar». La idea la lanzaron en septiembre y ya cuentan con más de 400 grupos de voluntarios, 75 ayuntamientos y 120 escuelas de la península adheridas a este reto colectivo. «El mejor trabajo que podemos hacer por la tierra es esparcir semillas», defiende.
En Badajoz ayer se dio un primer paso pero la idea es repoblar toda la zona quemada del parque de Tres Arroyos, una vez que vean la evolución del trabajo hecho hoy. Además, van a georreferenciar cada planta y cada árbol para crear un mapa interactivo que permita su consulta.
Coslado, que destacó que la jornada sirvió también para que se conociese mejor el parque periurbano de Tres Arroyos, anunció que durante el próximo año emplearán una subvención otorgada por la Junta para recuperar las zonas verdes más degradadas.
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