Agota Kristof: un teatro descarnado e inédito,.
Se publican por primera vez en español las obras que la novelista húngara escribió como antesala de su famosa trilogía 'Claus y Lucas'
Descarnada, directa y desconcertante hasta la irritación. Las cualidades con las que se suele valorar la narrativa de Agota Kristof (Hungría, 1935–Suiza, 2011), que desplegó sin concesiones en su famosa trilogía Claus y Lucas,
brillan también en sus textos más desconocidos: sus obras teatrales.
Mejor dicho, las destiló escribiendo teatro, pues antes de manifestarse
como novelista, Kristof fue una dramaturga de cierta fama en los
setenta: sus piezas se emitían por la radio y se estrenaban a menudo en
teatros y cafés de Neuchâtel, la ciudad suiza donde vivió desde que a
los 21 años tuvo que huir de Hungría con su bebé de cuatro meses y su
marido, implicado en la revolución contra el régimen prosoviético. Pero
el impacto que supuso la publicación en 1986 de la primera parte de su
trilogía, El gran cuaderno, relegó esa faceta a un segundo plano. Produjo un total de 24 piezas y ocho de ellas, las más significativas y representadas, acaban de publicarse por primera vez en español (Editorial Sitara) en dos volúmenes con traducción de José Ovejero.
Kristof
fue muy representada en Europa en los años setenta y ochenta. En
España, al no haber sido publicadas hasta ahora, ha estado ausente en
los escenarios. Sorprende que no fueran traducidas antes. El mismo
estilo cortante, sin adjetivos, con diálogos afilados como cuchillos,
que hizo que miles de lectores en todo el mundo se rindieran a su
narrativa. “Su teatro es igual de impactante. Tanto por su estilo como
por sus temas. Están ya todos los temas que luego desarrollará en Claus y Lucas:
la violencia, la tiranía política, la brutalidad, el exilio, la
soledad. Pero también hay otros que no están en las novelas y que son de
una actualidad insólita: la preocupación por el medio ambiente, la
opresión de la mujer…”, apunta José Ovejero. “Y además encontramos un
sentido del humor inesperado. Nunca me había parecido una autora
divertida hasta que me puse a traducir estos textos”, añade.
El teatro de Kristof bebe claramente de Brecht. La mayoría
de sus obras son parábolas (políticas o sociales) salpicadas de
canciones a la manera del alemán. Por ejemplo, El monstruo
(1976). Un bicho repugnante aterroriza a los habitantes de un pequeño
pueblo, pero poco a poco acaban amándole y satisfaciendo todas sus
necesidades (incluida carne humana) porque en su lomo crecen unas flores
de perfume embriagador: parábola de los totalitarismos con final
sorprendente que no desvelaremos aquí. En la comedia kafkiana Pasa una rata (1972) hay un personaje llamado Bredumo que es un acrónimo de Brecht, Dürrenmatt y Molière. También hay ecos de Beckett: en John y Joe
(1972), la más popular y representada, dos amigos discuten por un
décimo de lotería premiado con diálogos que exprimen el significado de
las palabras hasta el absurdo.
Más allá de esas influencias, su escritura es tan áspera que la hace diferente y la convierte en una autora genuina. “El bosque está lleno de ahorcados. Pero claro, la gente solo se fija en las chicas jóvenes y guapas. Siempre se salva a la misma. Nunca a un tío viejo, feo, babeante. ¡Nunca!”, dice uno de los personajes de Epidemia (1975), que transcurre en un pueblo que sufre una extraña plaga que lleva a sus habitantes a suicidarse en masa, inspirada en su propia experiencia como exiliada: algunos de sus compatriotas no soportaron el desarraigo y se mataron. Asombra también cómo la autora intercala canciones y versos entre tanta crudeza: poesía sencilla que se vuelve devastadora por el contexto. “Cuando la ciudad llegue a este risco, me arrojaré para que la gente me cubra de escupitajos y de insultos y para que mi cabeza reviente contra los adoquines”, anuncia la protagonista de La llave del ascensor (1977), una mujer que va siendo mutilada poco a poco por su marido.
Una de las razones que explican el estilo tan afilado de Kristof
—aparte de su evidente carácter directo— es que no escribió en su lengua
materna. Arrastrada por su marido al exilio en Suiza, tuvo que ponerse a
trabajar en una fábrica de relojes durante diez horas al día. Kristof,
que siempre había estado en contacto con la literatura porque su padre
era maestro y desde niña producía poemas y teatrillos para el colegio,
vivió ese periodo como un desierto. “Desierto social, desierto cultural
(…) La monótona cadencia de las máquinas la ayuda a encontrar el ritmo
para sus versos (…) Pero pronto abandonará el género y la lengua para
empezar a escribir teatro en francés. El teatro es para ella un
ejercicio lúdico que le permite familiarizarse con el idioma”, recuerda
Pilar G. Meyaui en el prólogo de la edición española. Y cita a la autora
textualmente: “Resultaba más sencillo: los diálogos eran similares a lo
que oía a mi alrededor. No tenía que hacer descripciones”.
TITULO: Días de cine clásico - Cine La hija de Ryan , Miercoles -1- Enero ,.
Más allá de esas influencias, su escritura es tan áspera que la hace diferente y la convierte en una autora genuina. “El bosque está lleno de ahorcados. Pero claro, la gente solo se fija en las chicas jóvenes y guapas. Siempre se salva a la misma. Nunca a un tío viejo, feo, babeante. ¡Nunca!”, dice uno de los personajes de Epidemia (1975), que transcurre en un pueblo que sufre una extraña plaga que lleva a sus habitantes a suicidarse en masa, inspirada en su propia experiencia como exiliada: algunos de sus compatriotas no soportaron el desarraigo y se mataron. Asombra también cómo la autora intercala canciones y versos entre tanta crudeza: poesía sencilla que se vuelve devastadora por el contexto. “Cuando la ciudad llegue a este risco, me arrojaré para que la gente me cubra de escupitajos y de insultos y para que mi cabeza reviente contra los adoquines”, anuncia la protagonista de La llave del ascensor (1977), una mujer que va siendo mutilada poco a poco por su marido.
TITULO: El escarabajo verde - Ciudadano Río,.
El escarabajo verde - Ciudadano Río,.
A raíz del desastre ecológico en el río Besòs acontecido este diciembre, El Escarabajo Verde rescata de su videoteca el reportaje "Ciudadano Río", emitido en 2017. En él, recordábamos los esfuerzos realizados para devolver a la vida el que fue el río más contaminado de Europa, el Besòs. El vertido de disolvente en llamas del 11 de diciembre arrasó a su paso con toda forma de vida.
TITULO: Días de cine clásico - Cine La hija de Ryan , Miercoles -1- Enero ,.
Este miércoles -1- Enero a las 22:00 en La 2 de TVE, foto,.
- Reparto
- Sarah Miles, Robert Mitchum, Christopher Jones, Trevor Howard, John Mills, Leo McKern, Barry Foster, Marie Kean, Arthur O'Sullivan, Gerald Sim,.
- Irlanda, 1916. Cuando Charles (Mitchum), un maestro rural viudo, vuelve de Dublín a su aldea natal, Rosy (Sarah Miles), una muchacha muy impulsiva, se encapricha con él y no parará hasta llevarlo al altar. Pero el matrimonio fracasa: Charles es un hombre maduro y sosegado mientras que su esposa es una joven muy apasionada y romántica que acaba enamorándose de un oficial inglés con el que se ve en secreto.
- TITULO: Un país para escucharlo - La ‘Odisea’ queda en familia ,.
Un país para escucharlo,.
- Martes -31- Diciembre a las 23:00 horas en La 2, fotos.
-
La ‘Odisea’ queda en familia,.
El dibujante Miguel Brieva ilustra una versión del texto clásico, que revisó Carmen Estrada, su madre, tras aprender griego,.
Carmen se jubiló a los 62 años. Es catedrática de Fisiología y dejó de impartir clases en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid y en la de Cádiz tras cuatro décadas. Hace cinco años se matriculó en Filología Clásica. Pasó de los órganos vivos a las lenguas muertas. Tras aprender griego clásico encontró en el texto original de la Odisea partes que habían desaparecido o no se les había prestado atención en las traducciones. “Lo que ha llegado son las aventuras de Odiseo y sin embargo las mujeres tienen un papel muy importante que se ha perdido en el camino. Llama la atención porque la sociedad micénica fue muy misógina y este es un libro que hoy llamaríamos feminista”, cuenta Carmen Estrada, que con esta premisa obligó a su hijo a ilustrar el viaje de todos esos personajes.
Y al hijo, el dibujante Miguel Brieva (Sevilla, 45 años) no le quedó más remedio que detener por unos meses los latigazos anticapitalistas de sus viñetas y dedicarse a la mitología. “A una madre no se le puede decir que no”, comenta irónico. “No hemos hecho una Odisea a lo Hollywood. El resto sucede en la cultura micénica, previa a la clásica, y hemos respetado esa estética, en la que todo parece más chapucero, como de esparto. Hemos hecho arqueología para ser muy fieles a aquella realidad”, comenta Brieva.
Para mí eso la humanidad es la humildad con la que Odiseo afronta el infortunio
Miguel Brieva, ilustrador
Brieva coincide con su madre en que el relato original muestra cómo Odiseo está rodeado de mujeres que destacan en inteligencia sobre los hombres. Atenea, Circe, Calipso, Penélope, Euriclea, Nausica… “Los tíos son más de cagarla y de enfadar a los dioses”, comenta. Para los autores de este poema épico ilustrado al enfocar a las mujeres, la obra varía y el protagonista también. En su tránsito por múltiples identidades son las mujeres las que lo ayudan a Odiseo a realizar las mutaciones. “Ellas llevan su narración. Entonces, ¿quién es el protagonista? Ellas son esenciales”, sostiene Estrada.
Ellas llevan la narración de Odiseo. Entonces, ¿quién es el protagonista? Ellas son esenciales
Carmen Estrada, filóloga
Encuentro entre Atenea y Odiseo, en los montes griegos,.
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