BLOC CULTURAL,

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viernes, 8 de agosto de 2014

TOROS, El Fandi, estrella de un viejo cartel,./ CALLEJEROS, SCHETTINO PIERDE EL RUMBO,.

  1. El Fandi, este miércoles en Vitoria. El Fandi, que se negó a integrar un cartel de banderilleros, supo ser el comodín de esas ternas donde ha sobrevivido El Cordobés no de ...foto.

    Dos horas y media de festejo, toros de dos hierros, y tres de ellos, los de Gerardo Ortega, buenos. Dos orejas y casi más para el torero granadino. Discretos Padilla y El Cordobés,.

    Más de cincuenta años de alternativa sumaban entre los tres de terna. No era la primera sino la enésima vez que alternaban, y un buen día, no hace tanto, el cartel heredó el título de mediático que estrenaron el año 2000 Jesulín, el mismo Cordobés de ahora y Rivera Ordóñez. A veces el Litri en escena. Hasta que cortó a tiempo. Jesulín, el de más tirón, acabó siendo baja forzosa. Rivera se aburrió. El Fandi, que se negó a integrar un cartel de banderilleros, supo ser el comodín de esas ternas donde ha sobrevivido El Cordobés no de relleno ni de mero telonero.
    Bien pensando, es El Cordobés quien ha marcado el camino y cifrado las pautas, que oscilan entre el repertorio del toreo bufo y el otro. Y, luego, quedarse con la gente. Reclamarla con gestos de brazos o voces cuando se la empieza a sentir cansada. Y asustarla solo un poquito. ¿Sorprenderla? A estas alturas de la película la sorpresa es sencillamente imposible.
    El Cordobés lleva haciendo exactamente la misma cosa casi quince años. Lo que ha perdido en reflejos lo ha ganado en oficio. Menos saltos, más encaje. Más dominio: los toros han dejado de engancharle engaños. A cambio, torea despegadísimo. A eso se llama tomarse ventajas. Todas.
    Padilla no había jugado en este equipo hasta que la grave cornada de Zaragoza vino a provocar un cambio radical en su carrera. De las corridas duras, en las que fue especialista -un expediente muy relevante-, a las blandas y sencillas, con alguna que otra variante obligada, porque, si solo fuera protagonista secundario del cartel mediático, haría aguas el invento.
    A El Fandi, según confesó en una entrevista reciente, le importa sumar al año sesenta corridas. Y punto. De los tres de terna El Fandi es en rigor el único no mediático. Ni televisiones ni revistas del corazón ni radios. Se deja querer en Granada, que es su tierra, y qué menos. Entre taurinos se siente que El Fandi podría haber aspirado a ser algo más que la estrella más brillante de ese pequeño universo.
    El más completo de los tres con diferencia: el de más facultades, el más cerebral a la hora de discurrir en la cara del toro, el más largo, el que menos precisa de gestos, alardes y palabras para rendir a los públicos. Con la espada es uno de los cinco mejores del escalafón. Casi infalible. Puro las más veces. Su manejo de los trastos es de una sorprendente habilidad: capote y muleta livianos y pequeños, no parecen ni pesarle en las manos.
    Un terremoto con las banderillas: los cites, las llegadas, las reuniones, las salidas. Cuarteos, cambios, quiebros, encuentros de poder a poder corriendo hacia atrás, el sofoco del toro corriéndolo por delante como si solo con el dedo en las sienes le marcara la velocidad. El toro no pasa y no puede por eso hablarse de toreo, sino de otra cosa. El Fandi tiene temple: imán en los vuelos del capote, también en los flecos de la muleta. Y se ha ido refinando.
    De los tres mediáticos El Fandi es el gran campeón de la estadística. De la partida que juegan entre ellos tres. Aquí mismo, y ayer, dos orejas, pero la gente se quedó con ganas de que fueran cuatro. No sin razón. Habría sido un dispendio, pero El Fandi se llevó del sorteo el toro más complicado de la corrida -el sexto de La Palmosilla, que arreó, se enteró y hasta se puso incierto- y el más deslucido de los cuatro del hierro de Gerardo Ortega, un tercero que ni carne ni pescado, protestón, rajadito, medios viajes, escaso celo.
    En ese primer turno, El Fandi de los molinetes, los abanicos, los desplantes, la muleta por delante y nada por aquí nada por allá cuando el toro quiere buscarlo. Con el sexto, méritos mayores, porque, sin parecerlo, fue una faena de toreo competente sobre las piernas y de no poco aguante. No descolgó el toro ni una vez y vino a engaño con la cara a media altura y desparramando la mirada. Ese punto de fiereza se estrelló contra El Fandi de los sabios recursos: notable dominio, una faena de poder muy buen medida. Seis pares de banderillas que pusieron a la gente caliente.
    A la hora de echar cuentas, la de El Fandi fue una guerra. La de Padilla y El Cordobés, otra. Solo que no compiten porque todos saben o deberían saber que las distancias son cada vez mayores. A pesar de estar más que visto y sabido, todavía tiene el cartel patrocinadores, comisionistas y clientes. Cuesta adivinar cuánto va durar en la cartelera la cosa. Con corridas como esta de Vitoria, parece tener los días contados. El Cordobés le ve muy difícil con la espada, y, pese a llevarse los dos mejores de la corrida, del hierro de Ortega los dos, no terminó de centrarse ni creérselo. Solo la facilidad, que no es poco. A Padilla no acaba de vérsele cómodo en el cartel. Y no lo disimula. Y, en fin, el repertorio argumental: largas cambiadas, pausas, medios muletazos asidos al lomo, paseos, molinetes, molinillos, circulares, diagonales, desplantes de todas las marcas, rodillazos. ¡Música, música! Por el mismo precio.
     
    TÍTULO: CALLEJEROS, SCHETTINO PIERDE EL RUMBO,.
    1. La icónica frase fue pronunciada por un guardacostas y el abochornado destinatario fue Francesco Schettino, trágicamente famoso por estar ...foto,.

      Francesco Schettino, ataviado con el uniforme de capitán cuando aún estaba en activo. :: hoyEl capitán del 'Costa Concordia', que huyó del naufragio, desata la polémica al enseñar 'gestión del pánico' en un máster universitario,.

      «¡Vuelva a bordo, maldita sea!», es ya todo un himno en Italia. Se imprime en camisetas, se escribe recurrentemente en pancartas, y los humoristas del país -al menos los que se atreven con el humor negro- han hecho de ella su mejor aliada para hacer chistes incómodos. La icónica frase fue pronunciada por un guardacostas y el abochornado destinatario fue Francesco Schettino, trágicamente famoso por estar al mando del 'Costa Concordia' durante el naufragio de enero de 2012. Después de una maniobra fallida que acabó con el crucero encallando en las rocas, Schettino huyó despavorido, olvidando tan repentina como oportunamente la célebre norma de que el capitán debe ser el último en abandonar su navío. A pesar de la advertencia del guardacostas, no regresó al crucero ni organizó las labores de rescate. Su imprudencia se saldó con la muerte de 32 personas.
      Si la leyenda es cierta, los músicos del 'Titanic' deben de estar estos días en el fondo del mar tocando un réquiem, cabreados, como toda la sociedad italiana, por el último episodio protagonizado por el malogrado capitán. Al pobre, que desde el accidente es visto por sus compatriotas como una vergüenza nacional, le debió de parecer buena idea participar como invitado en un seminario de criminología titulado 'De la escena del crimen a la investigación', que tuvo lugar en la Facultad de Medicina de la Sapienza, en Roma. En una charla de más de 15 minutos, que ofreció por videoconferencia, analizó el naufragio del 'Costa Concordia' aportando su personal punto de vista, ¡y hasta se atrevió a hablar sobre la gestión del pánico en momentos de crisis «De lo que tengo miedo es de tu miedo», le podrían haber espetado sus oyentes citando a Shakespeare.
      Los italianos no dan crédito y los avergonzados directivos de la universidad se devanan los sesos intentando comprender en qué pudo estar pensando el profesor que dirige el máster, Vincenzo Maria Mastonardi, para invitar al hombre más odiado del país a dar una charla, más aún teniendo en cuenta que Schettino afronta en la actualidad un juicio en el que debe responder de las acusaciones de homicidio culposo múltiple, abandono de la nave, naufragio y de no haber informado inmediatamente a las autoridades portuarias de la colisión contra el escollo que provocó la tragedia .
      «La participación de Schettino es una iniciativa autónoma e indigna de un profesor. La libertad académica no puede ser irresponsable», afirmó el rector en un comunicado, subrayando también que una universidad «no pude dar visibilidad a este tipo de personas». Hasta la ministra de Educación se pronunció calificando de «desconcertante» el 'cameo' educativo que se ha marcado Schettino.
      Mastonardi se ha defendido asegurando que se trataba de un seminario exclusivo para expertos, al parecer destinado a profesionales del periodismo de investigación, y que aclarará el asunto con los responsables de la Sapienza. Pero no ha conseguido calmar los ánimos. Las redes sociales echaban humo una vez se hizo pública la participación de Schettino en el máster y algún usuario con mala baba sacó punta a la célebre frase para adaptarla al nuevo escenario. «¡Vuelva a su pupitre, maldita sea!» es la consigna de moda.

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