TITULO : MAS QUE COCHES - Alfa Romeo - Junior Veloce: haciendo honor a su nombre y a su estirpe,.
Alfa Romeo - Junior Veloce: haciendo honor a su nombre y a su estirpe,.
La variante más deportiva del nuevo eléctrico de Alfa Romeo rinde una potencia de 280 cv. Llegará a España a finales de año,.
Creado por el afamado diseñador español Alejandro Mesonero-Romanos, el Alfa Romeo Junior es el modelo de acceso a la tradicional marca italiana, pensado para una nueva generación de clientes. Un pequeño SUV de segmento B, con apenas 4,17 metros de longitud, pero con una carrocería distintiva, agresiva y plena de detalles actuales (como los faros led) e históricos (como la cola truncada). Además, aporta una original calandra delantera troquelada con el escudo del Biscione, que a nadie deja indiferente.
Presentado hace unos meses, el Alfa Romeo Junior se ofrece ya en los concesionarios en versión micro-híbrida (con el conocido motor de 136 CV del Grupo Stellantis) y en eléctrica de batería (con 156 CV). Entonces se habló del futuro «Veloce», también eléctrico, pero con 240 CV. Al final han sido nada menos que 280, con un elevado par de 345 Nm, que lo sitúan a otro nivel de prestaciones. En esta ocasión, los ingenieros de Alfa Romeo han querido revivir el «cuore sportivo» del antiguo Junior Veloce de los años ’60. En esta ocasión no es una carrocería coupé 2+2, sino un voluminoso SUV que, sin embargo, ofrece unas dimensiones bastante compactas y una excelente aerodinámica. Tanto que, incluyendo la batería de iones de litio de 54 kW/h, solo pesa 1.590 Kg ¡Un «peso pluma» para un eléctrico deportivo!,.
El motor eléctrico de última generación gira a 15.200 rpm, permitiendo al Junior superar los 200 Km/h y acelerar de 0 a 100 por debajo de seis segundos. Además, ofrece una autonomía de hasta 410 Km (sin exprimir sus prestaciones, naturalmente), con recargas de 10 a 80% en apenas 30 minutos, vía un supercargador de 100 kW. El par máximo está disponible entre 250 y 4.875 rpm, ofreciendo una contundente respuesta a cualquier régimen.
Con tal potencia hacía falta un bastidor a la altura. Para ello se ha dotado al Junior Veloce de suspensiones más firmes y precisas (muelles, amortiguadores y barras estabilizadoras), de unos frenos sobredimensionados (discos de 380 mm y pinzas monoblock de 4 pistones delante), de unos «ruedones» de 20 pulgadas… Pero, sobre todo, de diferencial autoblocante mecánico: un Torsen de cuarta generación. Esta solución es muy novedosa en un coche eléctrico de tracción delantera y garantiza una motricidad óptima y una reducción drástica del subviraje.
También por vez primera, los periodistas pudimos probarlo en el trazado «Langhe» de la pista de pruebas de Balocco: una carretera de montaña artificial de 20 kilómetros con infinidad de curvas y rasantes, hasta ahora patrimonio de los pilotos de pruebas de Alfa Romeo. Allí el nuevo Junior Veloce se comportó incluso mejor de lo esperado para su volumen, rodando con gran agilidad y muy, muy deprisa.
Con un centro de gravedad muy bajo (debido a la batería), pero sin arrastrar grandes inercias (pesa 200 kg menos que sus rivales del segmento B), aprovechando la ventaja de su autoblocante delantero y la adherencia de sus inmensas ruedas (calzadas con neumáticos Michelin Pilot), el Veloce se comporta como un –silencioso- deportivo en toda regla, con un límite altísimo. El conductor se siente piloto aposentado en un asiento deportivo (de accionamiento eléctrico), delante de un volante de buen tamaño y tacto y frente a un clásico cuadro tipo «binocular» (tradicional de Alfa), aunque ahora sea digital. A la derecha cuenta con una pantalla táctil de 10,25” que -si algo hay que criticar en el Junior- es que está situada muy baja, debajo de los aireadores centrales.
Compartidos con otros modelos de Stellantis, el Junior emplea mandos familiares para el cambio (incluyendo función «Brake») y el seleccionador de modos de conducción: el conocido D-N-A. Mientras en «Advanced Efficiency» optimiza el consumo de batería y en «Natural» limita la arrancada y la velocidad máxima, en «Dynamic» ofrece toda su deportividad, eliminando la retención eléctrica, para un mejor tacto de pedal de freno.
Pese a sus prestaciones, el Junior Veloce no renuncia a la seguridad ni al confort (aunque éste, menos si no gustan los tarados firmes de suspensión). Pero dispone de control de crucero inteligente, de numerosas ayudas a la conducción, de control remoto para determinadas funciones, de sistemas de programación de recarga de batería… Todo aquello que Alfa Romeo ya ofrecía en modelos de superior categoría. Están disponibles dos packs opcionales de equipamiento, Techno y Sport, y seis colores diferentes de carrocería (destacando el Rojo Brera metalizado), con posibilidad de techo bicolor.
La gama del nuevo SUV Alfa Romeo Junior se compondrá desde ahora del «Mild-Hybrid» de 136 cv (próximamente también en versión Q4 de tracción total y dos motores) y de las dos versiones «Elettrica» de 156 o Veloce de 280 cv. Esta última estará disponible en España a final de año con un precio de 47.500 euros (sin descuentos).
TITULO: Para Todos La 2 - El Papa reza a la Virgen de los Desamparados por Valencia,.
El Papa reza a la Virgen de los Desamparados por Valencia,.
Francisco se acompaña de una imagen de la "Verge" en la audiencia general en la plaza de San Pedro,.
fotos / La imagen de la Virgen de los Desamparados ha presidido hoy la audiencia general del Papa Francisco en la plaza de San Pedro en recuerdo de las víctimas de las inundaciones de los pueblos valencianos. Al comienzo de la audiencia, el Papa ha depositado a los pies de la patrona de Valencia una rosa blanca y ha rezado ante Ella.
“Quiero saludar a la Virgen de los Desamparados, la Virgen que siempre cuida de los pobres, la patrona de Valencia, Valencia que sufre mucho y también parte de España, que bajo el agua sufre. He querido que estuviera aquí la imagen de la Virgen de los Desamparados que los mismos valencianos me han regalado. Rezamos por Valencia y otras zonas de España que están sufriendo por el agua “, ha asegurado el Papa.
Centenario de la Coronación
La imagen que ha presidido la audiencia es la que le regalaron al Papa tras la celebración del Centenario de la Coronación de la Virgen de los Desamparados en el encuentro que tuvo con el arzobispo de Valencia, monseñor Enrique Benavent, y la comisión organizadora del Centenario en Roma.
TITULO: Gigantes de La 2 - Álex de la Iglesia - Tu mejor rostro ,.- Jueves - 19 - Diciembre ,.
Gigantes de La 2 - Programa de entrevistas, de cincuenta minutos de duración y emisión semanal, para La 2 Jueves - 19 - Diciembre , 23:50 de Televisión Española.
Álex de la Iglesia - Tu mejor rostro ,.
fotos / Álex de la Iglesia: «Soy un puto boomer y no puedo disimularlo»
El director y productor recupera la memoria de la Expo de Sevilla en '1992', una serie de Netflix sobre un país que sigue sin entrar en la modernidad por culpa de la corrupción política,.
A Álex de la Iglesia (Bilbao, 1965) le gusta de vez en cuando echar la vista atrás para recordar de dónde venimos. En '1992' recupera la memoria de la Expo de Sevilla, cuando España iba a entrar en la modernidad. Lo hace desde el presente, con una serie de crímenes firmados con la figurita de Curro, la mascota de la muestra. Marian Álvarez y Fernando Valdivielso, viuda de uno de los asesinados y un expolicía y exalcohólico, conforman la improbable pareja de investigadores en este thriller en seis entregas. Políticos corruptos, un monstruo gótico en chándal y muchos viajes en AVE de Madrid a Sevilla en una serie que Netflix estrena este 13 de diciembre.
– El año de la Exposición Universal en Sevilla usted estaba rodando su ópera prima, 'Acción mutante', producida por Pedro Almodóvar.
– Tengo el recuerdo que tiene todo el mundo, el de encontrarnos en un momento decisivo en la historia de España. Veníamos del final de la Dictadura, conseguimos sobrevivir a la Transición y, de pronto, hay un momento como de felicidad y optimismo. En 1992 dijimos: 'Vamos a abrirnos al mundo, vamos a enseñar de lo que España es capaz'. Estaba rodando y no pude ir la Expo, pero veía todos los días las noticias y estaba angustiadísimo pensando que algo podía salir mal.
– Y salió.
– Esos temores de que no íbamos a llegar a tiempo o que algo podía salir mal se concretaron cuando la carabela naufragó. Inmediatamente pensé que había una mano negra detrás. Hay un complot, nos quieren hundir. Imagínate ya cuando se incendió el pabellón. Esa sensación de desgracia se me quedó grabada. Uno trabaja con los recuerdos, y cuando me encontré en Twitter la foto fascinante de los Curros abandonados, cubiertos de óxido y polvo, pensé que allí había una película.
– La serie juega todo el tiempo con el valor simbólico del año 1992, cuando se suponía que España entraba en la modernidad. ¿De verdad entramos?
– De eso trata la serie. Somos los mismos, no ha habido variaciones, un cambio. Seguimos con el lastre de la corrupción, con esa especie de mundo oculto tras una máscara. También hablaba de esto en 'Balada triste de trompeta' y 'Mi gran noche'. Vivimos con una máscara que esconde algo detrás. Y es impecable contarlo con el rostro de algo infantil, con la felicidad claramente fingida de Curro.
– Se deja también 'Muertos de risa', que repasaba la España de los 70 y 80.
– Las soluciones están en el pasado. En eso soy tremendamente junguiano. En nuestra cabeza existen claves que no hemos resuelto y que se resuelven rascando, encontrando el origen de esa angustia. Puede ser sobrevivir a la opinión que tienen los demás y a la vida en sociedad, que a veces parece imposible. Lo solucionamos gracias a la máscara, a aparentar una felicidad impuesta, pero al mismo tiempo nos hundimos porque experimentamos la angustia de no ser lo que pretendemos ser.
«El mundo machote de copa y puro está ahí, sigue existiendo»
– Y repetimos los mismos errores del pasado.
– Los mismos. Desde un punto de vista trágico no deja de ser una cosa muy teatral. Te enfrentas a una especie de situación histriónica, dominada por las máscaras, y te cuentan una historia que puede resultar rocambolesca, exagerada. Pero, ojo, de pronto te das cuenta de que en esa visión grotesca te reflejas como eres.
Álex de la Iglesia en 1992, el año de la Expo de Sevilla, durante el rodaje de su ópera prima 'Acción mutante', producida por Pedro Almodóvar.
– Ha hecho una serie con un malo que parece el Fantasma de la Ópera, pero los auténticos villanos son los políticos.
– Él es el monstruo utilizado; el Fantasma de la Ópera, como bien dices, el Jorobado de Notre Dame, subido a lo alto; 'Los crímenes del museo de cera', con Vincent Price manejando un mundo de muñecos en el que él mismo acaba bañado en cera para ir como Fantomas a cometer un crimen... Es gótico, pero en un mundo que podía ser posible. Todo lo que le rodea es real, y eso es lo que me gusta.
– ¿Ha cambiado mucho ese mundo de políticos corruptos que hacen negocios en las comidas y después se van al puticlub?
– El mundo machote de copa y puro. Existe, lo tenemos ahí. Lo bonito de la historia es enfrentarlo a dos personas totalmente diferentes a ellos: un expolicía que acaba de guardia jurado en un centro comercial, lo menos poético del mundo. Fue un tipo duro y ahora está en Calzedonia. Y de pronto ese personaje les hace frente, porque sabe que no son lo que pretenden ser. Y ella es como un guerrero de tercer nivel, con su espada y escudo, más dura que nadie pero con el aspecto de una mujer maltratada por la vida. Una viuda que quiere saber quién ha matado a su marido.
«No es lo mismo escuchar a un periodista que a una persona de la que solo conoces que tiene muchos followers»
– El que sale desnudo en la serie es el prota masculino. Hace no tanto hubiera sido ella.
– Está bien que eso cambie. Los directores tenemos la labor de ver las cosas desde todos los puntos de vista. Por supuesto que los personajes femeninos que yo escribía hace treinta años eran distintos. No está todo hecho y espero seguir aprendiendo.
– La realidad se cuela en la serie, como en ese taxista que habla de bulos y conspiraciones. ¿Qué opina de la fiebre de desinformación que padecemos?
– Esa fiebre de la desinformación que sufrimos es normal, porque de pronto todos tenemos voz a través de las redes. Yo creo que eso es particularmente bueno, no lo podemos negar. Ha sido un cambio radical, el mayor en la historia de la comunicación. Dicho esto, las redes tienen sus contradicciones, sus 'spams'. Ahora nuestra obligación es encontrar los filtros. Me dan pánico los bulos y las 'fake news', pero entiendo que ocurran. No es que los justifique, pero me parece que es consecuencia directa de la libertad de expresión.
– ¿No cree que se debe frenar esa desinformación?
– Tiene que haber alguien que filtre la información, que te diga, oye chicos, al loro con esta puta locura que puede hacer daño. Es necesario un control.
– Después de los bulos en las inundaciones de Valencia y del triunfo de Trump muchos han abandonado Twitter.
– Ya, es tremendo. Yo estoy también en Threads, y tengo que hacerme de Bluesky. Podemos ayudar todos, pero sobre todo los profesionales de la información. Tenéis que decir lo que está pasando y nosotros ser conscientes de que las cosas hay que leerlas en un lugar determinado para contrastarlas. A través de profesionales, de gente que se dedica a la información. Tú te has dedicado toda la vida a esto, no es lo mismo escucharte a ti que a una persona de la que solo conoces que tiene muchos 'followers'.
– Vamos, que no se va de Twitter.
– No. Entiendo Twitter, sé lo que pasa. Te encuentras con gente que te dice que no le gusta en absoluto tu cine y otros que no podrían vivir sin ti. Les dices que estás contento de ver las cosas a través de su opinión y después sueltan que les encantas tras haber dicho lo contrario. Puedes cambiar la manera de ver las cosas. Hemos aprendido a convivir con los 'haters'.
– Siempre ha dicho que es feliz en un plató, no le bastaba con dirigir películas y ahora las produce.
– Soy feliz, sí, no me gusta la nostalgia. Este sí que es mi mejor momento. Me dedico a lo que me gusta 24 horas al día, es alucinante. La vida como productor me ha enseñado mucho. Primero a escuchar y a ver las cosas desde otro punto de vista. Para mí es esencial Carolina (Bang, su mujer y socia en Pokeepsie Films). Por otro lado, ayudar a un director es mejor que ayudarte a ti mismo. Consigues lo que él quiere, en eso llevo ventaja respecto a otros productores que no son directores, porque yo entiendo la figura del director. Su profesión es decidir en una película, donde todo el mundo opina de todo.
– Gracias a eso está en contacto con directores jóvenes. ¿Se siente a veces un 'puto boomer'?
– Desgraciadamente soy un 'puto boomer' y es difícil de disimular, ja, ja. Hay un cuento de Poe, 'El hombre de la multitud', en el que el protagonista vive de la energía de los demás. Cuando a ti te falta, necesitas estar cerca de jóvenes que tienen más energía que tú. Me gusta trabajar con equipos jóvenes, se enfrentan a las cosas con una energía a veces preocupante. Pero estar todo el tiempo diciendo 'esto ya lo he vivido' es ridículo. Y te enseñan cosas que no has vivido, es un hecho.
– Sus hijas ya son veinteañeras.
– Tengo cuatro: de 6 y 8 y de 20 y 22. Mi hija mayor ha estudiado Historia del Arte y ahora está trabajando en exposiciones. Y la otra estudia en la Escuela de Cine de la Comunidad de Madrid y es documentalista, no le gusta la ficción. Estoy totalmente vigilado, ja, ja.
– A estas alturas, ¿a qué aspira en su carrera?
– Más que aspirar yo hablaría de disfrutar de la vida en presente. Hay un objetivo inmediato, hacer una película, pero no me gusta esa visión de 'obra'. Prefiero el día a día, vivir rodando.
– Pero llegará el momento en el que se hará una retrospectiva de Álex de la Iglesia...
– Me han llamado de China para hacerla, ¡dios mío! No tengo consciencia de una trayectoria. Lo que me importa es trabajar.
– El año que viene cumplirá 60 años. Qué deprisa pasa la vida.
– Mira los grandes. Ridley Scott rodando como si tuviera veinte años... Nunca ha sido tan prolífico, ¡está vivo! Clint Eastwood, Saura no paró hasta el final. José María Forqué, Mario Camus...
– Y el día que dejan de rodar, enferman.
–Yo llevaba una temporada sin hacerlo y ahora me he puesto a rodar, porque si no me moría. Me temblaba un ojo del estrés, de verdad.
– ¿Qué es el éxito?
– Rodar. Que hables con un productor y no esté pensando en las cosas que has hecho. Valer lo que vale tu última película no es un problema, sino una ventaja. Vivir de las rentas es una tontería, vuelves a empezar todo el rato. No me parece mal, porque te mantiene vivo. Si me preguntas por Scorsese, lo más atrás que voy es 'El lobo de Wall Street', extraordinaria. Sí, esa es una de las razones para estar vivo: ver qué va a hacer Scorsese.
TITULO: ¡ Atención obras ! - Cine - Décima carta a Berta,.
Décima carta a Berta,.
fotos / A veces un pequeño gesto formal es suficiente. Basilio Martín Patino resuelve con facilidad, en Nueve cartas a Berta, algo tan complicado como filmar la incapacidad del presente para desasirse del pasado. Lo hace congelando brevemente algunos de sus fotogramas, alargándolos un poco más de lo normal —como si el movimiento se pausase, como si el tiempo tuviese los mecanismos desengrasados y apenas pudiese desplazarse hacia adelante—. La frecuencia de sus fotogramas congelados se reduce a medida que las cartas que su protagonista envía a Berta —un amor del pasado, un personaje en fuera de campo— se acumulan. A medida que el metraje avanza, las imágenes comienzan a moverse con mayor naturalidad, a encontrar su ritmo.
La película arranca, de hecho, enfrentando imágenes y sonido: mientras Emilio Gutiérrez Caba escribe a Berta, leyendo en off: «quiero fijarme en todo para poder contártelo luego»; la cámara registra su nuevo idilio con otra chica, una persona que, efectivamente, no es Berta —aunque el espectador así lo asuma en un principio, porque cómo podría no serlo—. Esa otra chica es el presente tratando de ponerse en marcha, de emanciparse del pasado, de reemprender su marcha. Pero las cartas están ahí, las imágenes se congelan y todo parece más complicado de lo que debería ser.
Perdona si no te escribo a ti esta vez, Pablo. Perdona si, a propósito, equivoco los términos.
En Una historia de Taipei, el cineasta taiwanés Edward Yang asfixia el destino de unos personajes que viven recordando. Lung, interpretado por Hou-Hsiao Hsien, regresa a Taiwán tras una estancia en Estados Unidos —del mismo modo en que el personaje de Emilio Gutiérrez Caba regresaba a Salamanca tras enamorarse de Berta en Inglaterra—. A su regreso, trata de volver a poner en marcha su vida laboral y sentimental, pero todo es en vano: Lung no reconoce esos espacios ni a esas personas, el presente no es más que una masa incongruente. Yang posa su mirada sobre el momento histórico que sus personajes pretenden eludir, hechizados por un pasado idealizado y por la esperanza de un futuro posible —que, en el fondo, no sueña sino con ser un regreso al mismo pasado—.
Giro bruscamente: en Palm Springs, debut del estadounidense Max Barbakow producido por la plataforma Hulu, los personajes de Andy Samberg y Cristin Millioti se encuentran encerrados en un bucle temporal, destinados a vivir eternamente el mismo día. En un momento dado de la película, ella le pregunta a él a qué se dedicaba antes de quedarse atrapado en ese lugar; él asegura no recordarlo. La primera alusión a una linealidad temporal viene dada por la primera noche que ambos pasan juntos: al día siguiente —que, una vez más, no es sino el mismo día—, ambos hacen referencia a lo sucedido la noche anterior. El hecho de cruzarse inaugura, pues, una nueva forma de comprender el tiempo, de avanzar hacia adelante.
No afirmo que encontrarnos sea la única manera posible de hacer que el tiempo cobre sentido y que las imágenes se descongelen. Insisto: no lo afirmo. ¡Pero!
¿Qué viene después de la novena carta a Berta? ¿Qué hay del futuro negado a los protagonistas de Una historia de Taipei?
Más allá de lo interpersonal, considero conveniente apuntar que tanto Nueve cartas a Berta como la película de Yang son dos obras profundamente preocupadas por la realidad sociopolítica de sus respectivos tiempos: Martín Patino trata, mezclando la técnica documental con su dispositivo epistolar, de describir la realidad social del tardofranquismo, de afrontar sus anacronismos éticos. En Una historia de Taipei, la arquitectura se encarga de poner de manifiesto la complejidad demográfica de una república subsumida por otra república, la china, que al mismo tiempo empieza a verse subsumida por las dinámicas acristaladas del mundo occidental. Sin embargo, a diferencia de Yang, Martín Patino no niega el futuro de su protagonista, sino que más bien se lo promete desde el comienzo: un nuevo idilio, una nueva forma de besarse, un nuevo amor. Alguien que no es Berta protagoniza las primeras imágenes de la película. El pasado se renueva y, lentamente, Berta se desvanece. Escribe y lee Gutiérrez Caba: «tendría tantas cosas que contarte si me escribieras, Berta». Pero Berta no escribe, claro, porque Berta no pertenece siquiera a esta película.
Una historia de Taipei termina con un rostro escondido tras dos cristales: el del gran ventanal de un nuevo edificio y el de las gafas de sol de la protagonista. El presente contra el que la película se rebela acaba venciendo; Yang se retira con pesimismo. Martín Patino, sin embargo, agiliza y agiliza el movimiento. El pasado se renueva y, lentamente, Berta se desvanece. El futuro no se filma, pero se insinúa. Sucede entonces lo mismo que en Palm Springs: una nueva forma de comprender el tiempo acaba por fundarse.
Este texto no es más que una doble mentira: no te escribo a ti, Pablo; tampoco escribo a Berta. Escribo a lo de después, a aquello para lo que no encuentro palabras. El futuro no se nombra, pero se insinúa.
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