TITULO: El
paisano - Viernes - 3 - Enero - Un recorrido laboral internacional que ha terminado en Facinas,.
Viernes - 3 - Enero , a las 22:10 horas en La 1 , foto,.
Un recorrido laboral internacional que ha terminado en Facinas,.
Vanesa nació en Madrid pero ha elegido esta pedanía de Tarifa para abrir la casa rural que regenta.
Vanesa nació en Madrid. Estudió Gestión Hotelera y ha trabajado en Suiza y Holanda. Después se trasladó a Sevilla, donde conoció a su marido. Decidieron dejar la ciudad e instalarse en Facinas, una pedanía de Tarifa. Ahora regentan una casa rural que ellos mismos han restaurado.
TITULO: HOSPITAL - Salud - Muere un hombre de 36 años en un accidente de caza en Ciudad Real,.
Muere un hombre de 36 años en un accidente de caza en Ciudad Real,.
El siniestro ha tenido lugar sobre el mediodía en una finca conocida como 'Sierra alta' de San Lorenzo de Calatrava,.
foto / Un cazador.
Un varón de 36 años de edad ha perdido la vida este sábado tras sufrir un accidente de caza en la localidad ciudadrealeña de San Lorenzo de Calatrava.
Fuentes del Servicio de Atención y Coordinación de Urgencias y Emergencias 112 de Castilla-La Mancha han informado que el siniestro ha tenido lugar sobre las 11.51 horas en una finca conocida como 'Sierra alta'.
Hasta el lugar del accidente se han desplazado efectivos de la Guardia Civil y un helicóptero sanitario.
Es el segundo cazador fallecido en Ciudad Real en apenas 3 semanas.
TITULO: VACACIONES - EUROPA DE PELICULA - 10 razones por las que viajar a Corea del Sur (cuanto antes),.
10 razones por las que viajar a Corea del Sur (cuanto antes),.
foto / Uno de los puestos de comida del mercado callejero de Gwangjang, en Seúl (Corea del Sur).
Tecnológica, tradicional, exótica y menos conocida que la vecina Japón, experiencias imprescindibles en el país asiático,.
Corea del Sur es, actualmente, el destino más accesible de la península coreana —dividida por una frontera en constante riesgo de conflicto— y propone al visitante experiencias de lo más variado, paisajes realmente sorprendentes y unos 5.000 años de cultura e historia. No es un país muy grande (una quinta parte del tamaño de España) y se recorre fácilmente: cuenta con infraestructuras excelentes que permiten escapar de la siempre bulliciosa y modernísima,.
TITULO: VUELTA AL COLE - Libro - Todo muere, de Juan Gómez-Jurado,.
Libro - Todo muere, de Juan Gómez-Jurado,.
Un avión,.
foto / Es sólo un punto en el cielo de la mañana.
Asomada a la tercera ventana de estribor, Aura Reyes (rubia, cuarentaynoteimporta, guapa que corta la respiración) contempla la larga extensión de asfalto como si fuera un cadalso, acostado sobre el seco paisaje andaluz.
Se pregunta si es aquí donde va a morir.
Al poner un pie en tierra, de un tiro en la nuca.
O quizás por efecto de un veneno que le hayan introducido en el refrigerio —escueto, pero delicioso— que le sirvió la auxiliar, ya sobrevolando suelo español. Con sabor a última comida de un condenado.
Se había comido todo. El jabugo Estirpe Manchado, el queso Moose House, el vino AurumRed. La felicidad convertida en una acumulación de carísimas mayúsculas. Un cálculo rápido le indicó que se acababa de engullir dos mil y pico euros.
El queso de alce (cuya procedencia venía indicada en una tarjeta en papel verjurado y letras doradas), del que había oído hablar maravillas, le pareció algo insípido, pero se lo zampó con corteza y todo.
—Si estaba envenenada, lo han hecho con un gusto exquisito —le dijo a la auxiliar cuando le retiró la bandeja.
La mujer le dedicó una mirada inexpresiva y desapareció en la parte delantera del jet privado, del que Aura era la única ocupante.
—Todo muy rico, ¿eh? ¡Gracias! —le dijo a la cortina, aún bamboleante, que la mujer acababa de atravesar.
Nerviosa, tamborileó con los dedos en el maletín que llevaba sobre el regazo. Su contenido era el único escudo que protegía a Aura de una muerte más que probable a manos de sus anfitriones.
Por enésima vez resonó en sus oídos la voz de Mari Paz.
Esto es una soberana estupidez, rubia.
No le dolió mucho darle la razón a su amiga, porque esto ya lo sabía antes de embarcarse.
Se engañó a sí misma —una vez más— diciéndose que la vida la había obligado.
Con tiempo por delante hasta el aterrizaje, repasó cómo.
Un maletín muy difícil de abrir —a Sere le había costado lo suyo— y con un manuscrito dentro (un montón de hojas llenas de tachones y explosivas revelaciones sobre la historia de los Dorr, una familia con un inmenso poder) había sido el desencadenante. Cuando Aura leyó el manuscrito —recordar ahora cómo había llegado a sus manos nos llevaría demasiado tiempo—, no le resultó difícil entender por qué todo el mundo quería hacerse con él.
Un tal Mentor le ofreció a Aura hacer desaparecer todos los cargos contra ellas si le entregaba el maletín, pero después hubo una segunda llamada, esta vez desde un número desconocido.
—No lo cojas —dijo Sere. Pero últimamente Aura no ha hecho demasiado caso a los consejos de sus amigas.
Al otro lado de la línea sonó la voz de Constanz Dorr.
Un monstruo que teje sus telarañas en las sombras.
La matriarca del clan también quería el manuscrito —cómo no lo iba a querer—, así que subió la oferta.
—Dame el maletín y te diré la verdad sobre la muerte de tu marido. Tu historia a cambio de la mía, Aura.
Y por eso está Aura ahora a bordo de ese avión. Aunque antes, por supuesto, habían pasado otras muchas cosas que también explicaban cómo.
Cuando era más joven se aproximaba a los peces gordos con la esperanza de convertirse algún día en uno de ellos y disfrutar del lujo de alimentarse de los peces pequeños. O, al menos, de jamón del bueno.
El día en que descubrió que esa vana ilusión era una red tendida por los peces gordos fue cuando uno de ellos ya la había engullido.
La Antigua Aura, la que murió hace cuatro años, era una gestora de fondos de inversión. Sueldo de seis cifras, chalet unifamiliar, dos BMW, dos hijas ma-ra-vi-llo-sas (ya sabes cómo pronunciarlo).
Una noche aciaga —en mitad de unos acontecimientos que Aura aún desconoce—, un extraño entró en su casa, asesinó a su marido y apuñaló a Aura dejándola al borde de la muerte.
Si aún sigue respirando es porque alguien taponó la herida en el último momento. No recuerda gran cosa de ella. Una mujer menuda, de pelo negro color medianoche. Las enfermeras en el hospital cuentan que fue a visitarla al día siguiente, acompañada de un policía enorme, y que le hizo muchas preguntas.
De eso, Aura no recuerda nada. Estaba medicada hasta las cejas.
De las semanas posteriores, recuerda poco. El sufrimiento de la rehabilitación, quizás. La soledad y la tristeza que dejó la pérdida de su marido. El dolor de dentro, amortiguado por el dolor de fuera, amortiguado por los analgésicos.
Y, finalmente, la traición.
Seis meses después del brutal ataque que sufrió en su casa,
aún no había conseguido recuperarse. Su vida consistía en comer, hacer
rehabilitación para recuperar la musculatura abdominal —allí donde el
asesino la había rajado— y poner
buena cara para las niñas. Todas ellas acciones vacías que intentaban
revertir la matemática inexorable que había despojado a la vida de
significado.
Aura era un jarrón roto que intentaba recomponer sus pedazos. Su jefe, el banquero Sebastián Ponzano, la tranquilizó.
—Tómate el tiempo que necesites. Cuando regreses, te quiero a pleno rendimiento. Eres como una hija para mí.
Lo cual era un alivio, porque su padre había muerto y su madre, con demencia, apenas la reconocía.
Ella empleaba sus mañanas en acompañarla. Le leía clásicos de su infancia. Los libros con los que su madre le había contagiado a ella la pasión por la lectura. La Isla del Tesoro.
El conde de Montecristo. Historias que —aún no lo sabía— ella misma acabaría protagonizando.
—Mi hija. Mi hija.
Su madre interrumpió la lectura, señalando a la imagen en el telediario.
Aura levantó la mirada, sonriente, y se encontró a sí misma devolviéndole la sonrisa desde la tele.
La foto, extraída de la web del banco, mostraba a una Aura más joven, más feliz. Llena de confianza, de seguridad en sí misma.
«… Se cree que Aura Reyes es la única responsable del escándalo del fondo de inversión Premium del Value Bank que ha estallado esta mañana. Miles de pequeños inversores podrían perder sus ahorros. Así se manifestaba el presidente del banco, Sebastián Ponzano, hace unos minutos:
—Es claramente una persona que ha traicionado nuestra confianza, actuando por su cuenta…».
Por supuesto, lo primero que hizo Aura —en un claro reflejo del siglo xxi— fue coger el móvil y llamar a Ponzano.
Daba señal.
Nadie descolgaba.
Aura Reyes lo perdió todo. Su credibilidad profesional, sus amigas, su dinero. Su casa.
Después de mudarse al diminuto piso de su madre, con sus dos hijas, y luchar por sacarlas adelante y seguir pagando las crecientes facturas de la residencia, tuvo una crisis por culpa de un bote de champú del Mercadona.
Una mala tarde la tiene cualquiera, piensa Aura.
Salvo que esta consistió en
a) arrasar una perfumería de alto standing destruyendo decenas de miles de euros en cremas,
b) lanzar una papelera a través del escaparate dejando la acera de Serrano sembrada de cristales rotos y
c) acabar en la parte de atrás de un coche patrulla, esposada a una legionaria gallega borracha, rumbo a los calabozos de Plaza Castilla.
La mala tarde se convirtió en una mala noche en la que tomó la peor decisión de su vida. Le salvó la vida a la legionaria, a la que unas salvadoreñas querían estrangular. La legionaria resultó llamarse Mari Paz Celeiro, criatura fiel como un golden retriever y cómplice en el plan maestro de Aura: robar tres millones de euros para demostrar que no era una ladrona.
Aura no se paró a reflexionar cómo sonaba eso entonces, ni cómo suena ahora.
Cuando te montas tu propio «En episodios anteriores», con música de Hans Zimmer y montaje del director, todo se vuelve epiquísimo, inevitable. Conocer a Sere Quijano, una hacker que está como un cencerro. Aliarse con unos legionarios jubilados y disfuncionales. Robar un casino ilegal regentado por un francés baboso, valga la redundancia.
Que te roben a ti los tres millones de euros.
Resultó que Ponzano, su antiguo jefe, había mandado tras sus huellas a la comisaria Romero. Andaluza, corrupta, sin sentido del humor. Ponzano quería la foto de Aura entrando en prisión en primera plana de los periódicos, y estaba dispuesto a matar para conseguirla.
O pagar para que Romero matase, que es casi lo mismo.
Ponzano quería a toda costa una fusión entre su entidad y el Banco Atlántico de Laura Trueba. Sería su canto de cisne, la culminación de la obra de su vida, conseguir lo que ni su padre ni el padre de Trueba habían logrado.
Aura lo arruinó todo en el último instante, de un modo espectacular, chapucero y milagroso al mismo tiempo.
Un clímax por el que merecería la pena pagar, si formara parte de una novela, piensa Aura.
Una fuerte sacudida y un crujido interrumpen sus pensamientos y hacen bambolear el fuselaje del avión. Aura siente un vacío en la boca del estómago y en una parte del cuerpo muy parecida a los testículos mientras el avión cae a plomo.
TITULO: EN PRIMER PLANO - A FONDO - REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA - En la tuya o en la mía - Miercoles - 1 - Enero - Natalia Ginzburg ,.
En la tuya o en la mía - Miercoles - 1 - Enero ,.
En la
tuya o en la mía', presentado por Bertín Osborne, acerca a los espectadores
el lado más desconocido de personajes relevantes de diversos ámbitos. Durante
aproximadamente una hora, los telespectadores tienen la oportunidad de conocer
mejor al invitado y también al propio Bertín Osborne, en La 1 a las 22:30, el
miercoles - 1 - Enero , etc.
“No escribir nada pesado ni largo”: la revolución literaria de Natalia Ginzburg,.
Una nueva biografía de Maja Pflug rescata los primeros pasos y las influencias de la autora italiana, que construyó un lenguaje artístico con los materiales de lo cotidiano,.
Uno de los superpoderes de la literatura es regalar voces de tiempos pasados que refrescan el aire del presente. Es el caso de Natalia Ginzburg, escritora con todas las letras —de novelas, relatos, ensayos, artículos y obras de teatro— que, desde el correoso siglo XX, agita aflicciones, invitando a afrontar con entereza el oficio de vivir. A Ginzburg (Palermo, 1916 - Turín, 1991) le pasó de todo. Sufrió el auge de Mussolini,.
TITULO
: EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA
SEMANA - MI CASA ES LA TUYA - viernes - 3 - Enero - Arturo Pérez Reverte - La primera injusticia ,.
MI CASA ES LA TUYA - VIERNES - 3 - Enero ,.
MI CASA ES LA TUYA -', presentado por Bertín Osborne,.
acerca a los espectadores el lado más desconocido de personajes relevantes de diversos ámbitos. Durante aproximadamente una hora, los telespectadores tienen la oportunidad de conocer mejor al invitado y también al propio Bertín Osborne, en Telecinco a las 22:00, el viernes - 3 - Enero ,etc.
EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - MI CASA ES LA TUYA - viernes - 3 - Enero -Arturo Pérez Reverte - La primera injusticia ,.Salieron de la casa por la ventana, con una calma increíble. Serenos, sin prisa, primero uno y luego otro, alejándose luego a paso lento, incluso cuando empezaba a oírse en la distancia la sirena de un coche de la policía. El primero llevaba una bolsa con los objetos robados y el segundo tuvo cuajo para caminar despacio ante los vecinos que lo miraban con asombro e indignación, arrojar el cuchillo a un contenedor de basura y alejarse como si estuviera dando —y en realidad es lo que hacía, dárselo— un tranquilo paseo. Impotente, en la esquina misma, la dueña de la casa, que había escapado al verlos entrar, los miraba alejarse.
Si teclean en Internet verán la escena, que tuvo lugar en Valencia hace un par de semanas. Desesperación de los vecinos e impunidad de los delincuentes, lo que no es novedad. Conscientes los primeros de que, si intervenían, además de llevarse una puñalada podían meterse en un lío cuando la absurda Justicia española pidiera cuentas de cualquier daño causado a los del cuchillo, argumentando que tal vez la actuación no era necesaria, actual ni proporcionada. Y conscientes por su parte, los malos, de que si la policía les echaba el guante, por muchos antecedentes que tuvieran, el asunto acabaría con un máximo de setenta y dos horas de calabozo y la citación de un comprensivo juez para que se presentaran en un juzgado dentro de un año, o nunca, o vaya usted a buscarme para entonces, señoría.
Todo eso que acabo de contarles ocurre a diario en una España —la que hemos hecho entre todos, votando a quienes legislan— donde a un ciudadano honrado le embargan la cuenta bancaria por no pagar una multa o debe seguir costeando el agua y la luz si lo dejan sin casa los okupas. Donde lo que importa a los políticos y a los jueces es a qué hora abren o cierran las terrazas. Donde no se encarcela a quien lo merece porque las prisiones, dicen, están saturadas de delincuentes nacionales y extranjeros, pero no se deporta a nadie por peligroso que sea. Donde cuando se habla de castigar las peleas clandestinas de perros ninguna autoridad sabe ni contesta. Donde a un cabronazo de diecisiete años, malo, resabiado y grande como un castillo, los medios de comunicación y las redes sociales se refieren a él como un menor, un chaval, una desvalida criatura. Donde toda injusticia tiene fundamento legal y todo absurdo encuentra su aplauso. Un país, en fin, donde, por escribir este artículo, quienes hacen de la demagogia su negocio, o sea, numerosos sinvergüenzas y también innumerables idiotas, me llamarán simpatizante de la ultraderecha. Pero miren cómo me tiembla la tecla.
Tengo cierta experiencia en eso de que te jodan los malos. Dos veces entraron en mi casa a robar, con una sangre fría que deja de pasta de boniato. Y las dos veces tuve que dejar que esos hijos de puta se fueran tan panchos, convencido de que si les soltaba un taponazo iba a comerme más talego que el conde de Montecristo. Una de las veces, gracias a las cámaras, identifiqué a dos fulanos con nombre, apellidos y domicilio. Seguro de que por vía judicial nada podía hacer, llegué a considerar la oferta que me hizo un amigo para hacerles una visita privada; pero al final no tuve huevos. Imaginaba los titulares, si la cosa trascendía. El fascista de Reverte se toma la justicia por su mano. Etcétera.
Hay algo de lo que no sé si somos conscientes, y si lo somos me pregunto por qué nos importa un carajo. Desde hace siglos, la convivencia social se basa en que el ciudadano confía al Estado su protección y, llegado el caso, su satisfacción o justicia. Y también la venganza, impulso tan natural en el ser humano como el amor o la supervivencia. Pero esa palabra tiene mala fama; la sustituyen otras a cuya sombra se cobija mucha golfería y mucho disparate. Y el resultado es que el ciudadano se ve indefenso ante la maldad. Ante la impunidad y arrogancia de quien vulnera las leyes o se aprovecha de ellas porque perjudican al honrado y benefician a quien delinque. Cuando tal cosa ocurre, hartos, tendemos a volvernos hacia quien promete —prometer es fácil— garantizar la seguridad, la propiedad y la vida. La Historia demuestra que eso acaba alumbrando movimientos totalitarios, redentores siniestros, peligrosos salvapatrias que recortando libertades y derechos conducen a callejones oscuros, cuando no a cementerios. Por eso temo que la irresponsabilidad de tantos políticos demagogos, jueces que no se complican la vida, oportunistas sin escrúpulos y cantamañanas con una estúpida percepción del mundo y la vida, acabe deparándonos a los españoles gobiernos de ultraderecha para varias legislaturas. Tengo casi setenta tacos de almanaque y quizá no esté aquí para verlo, pero ustedes prepárense. Lo van a pasar de miedo.
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