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viernes, 13 de mayo de 2022

LA LOTERIA DEL VIERNES - ¿Dónde está Wally? - Loteria de San Isidro - Domingo -15- Mayo pide apoyo financiero para estabilizar al Gobierno talibán ,. / POLICIAS EN LA CALLE - Ucrania rechaza entregar Mariupol a Rusia pese al ultimátum del Kremlin ,. / EL DIVAN DE OLGA VIZA - Se busca entrenador para la Premier: negros, abstenerse,.

        TITULO : LA LOTERIA DEL VIERNES - ¿Dónde está Wally? - Loteria de San Isidro - Domingo -15- Mayo pide apoyo financiero para estabilizar al Gobierno talibán,.

LA LOTERIA DEL VIERNES - ¿Dónde está Wally? - Loteria de San Isidro - Domingo -15- Mayo pide apoyo financiero para estabilizar al Gobierno talibán , fotos,. 

Moscú pide apoyo financiero para estabilizar al Gobierno talibán,.

El Gobierno de Afganistán reclama acceso a los fondos del exterior,.

Moscú acogió este miércoles su primer encuentro con representantes del Gobierno interino talibán desde la precipitada salida de EE UU de Afganistán en agosto pasado. Con la cumbre, a la que también acudieron representantes de los países de la región, Pakistán, la India, Irán y China, Rusia busca reforzar su ansiado papel de mediador internacional y aumentar su influencia en la zona, esta vez en detrimento de Estados Unidos, contra el que el Kremlin ha cargado por no acudir a las


conversaciones debido a “problemas logísticos”. “Es el momento de movilizar los recursos de la comunidad internacional y proveer a Kabul de apoyo humanitario y financiero”, ha reclamado el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, que ha adoptado un tono conciliador hacia los talibanes, que buscan legitimidad internacional para que se descongelen los activos del Banco Central de Afganistán, calculados en unos 9.400 millones de dólares (unos 8.000 millones de euros).

La declaración final de la reunión insta a la comunidad internacional a “interactuar” con el régimen talibán independientemente de su reconocimiento, y reclama que la “reconstrucción” y la “carga del desarrollo” de Afganistán debe recaer en los países cuyos contingentes militares, como Estados Unidos y otros países de la OTAN, han estado presentes en el país durante los últimos 20 años.


El reconocimiento internacional ha sido uno de los principales puntos del encuentro. Y Moscú, cuya legislación considera al movimiento islamista como una organización terrorista, pese a que acoge conversaciones con los talibanes desde 2017, ha dejado abierta la puerta a hacerlo próximamente. “Todos, o al menos nuestro ministro de Exteriores, lo dijeron claro: ese momento llegará algún día, pero se recalcó a la delegación afgana que eso será cuando cumpla parte de las expectativas de la comunidad internacional en lo que concierne a derechos humanos y al Gobierno de inclusión”, señaló el representante del presidente ruso para Afganistán, Zamir Kabúlov, según la agencia Interfax.

El movimiento talibán defendió que su Gobierno es inclusivo, aunque sigue trabajando en ello. “Esta no es la composición final del Ejecutivo”, han dicho este miércoles en Moscú. El viceprimer ministro interino, Abdul Salam Hanafi, aseguró que su Administración emplea a medio millón de personas y que “muchas de ellas” trabajaron en el Gobierno antes de su llegada. “Las reformas están en pleno apogeo y habrá cambios”, prometió. Sin embargo, Lavrov afirmó antes, durante una reunión aparte con la delegación afgana, que la inclusión “no se trata solo de representación étnica”, sino también “política”. Según explicó el enviado del Kremlin después, “no solo deberían tener su opinión las fuerzas que comparten el punto de vista del movimiento talibán, sino también otros representantes del sistema político de Afganistán”.

El problema al que se enfrenta el Kremlin es mantener sus buenas relaciones tanto con los talibanes como con los países vecinos de Afganistán, cuyas etnias son minorías en el país centroasiático. Rusia, que libró su propia –y desastrosa también—guerra en Afganistán en la década de 1980 tiene estrechos vínculos militares y políticos con los antiguos Estados soviéticos de Asia central que limitan con Afganistán. El encuentro se ha celebrado precisamente al mismo tiempo que los países de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (CSTO) realizan cinco días de maniobras militares en Tayikistán, fronterizo con Afganistán. Rusia ha reforzado su presencia en ese país ante las peticiones de auxilio del Gobierno tayiko y ya en agosto desarrolló grandes maniobras militares cerca de la frontera afgana con Uzbekistán.

Lavrov ha reiterado su preocupación por la inestabilidad en la zona en numerosas ocasiones. Su eco, ha alertado, podría sacudir después a Rusia, donde viven millones de migrantes de aquellos países. “Numerosos grupos terroristas, como el Estado Islámico y Al Qaeda, intentan aprovecharse del caos para sus ataques”, dijo el ministro de Exteriores ruso, que en la víspera también advirtió de que “existe la amenaza real de un desbordamiento del terrorismo y del narcotráfico, incluido aquel que se infiltra a través de los flujos migratorios hacia los países vecinos”.


Los talibanes se han defendido de estas acusaciones. “Hemos demostrado en la práctica que el territorio afgano no se utiliza para amenazar a otros países”, respondió a la prensa su ministro de Exteriores, Amir Khan Muttaqi, que habló de su “buena relación” con Rusia. No obstante, la confianza entre Moscú y Kabul parece firme: el Kremlin agradeció la protección de sus ciudadanos en agosto, y anunció además que permitirá próximamente la llegada de estudiantes afganos a sus centros educativos.

Otra cuestión clave del encuentro fue el retorno de los 9.000 millones de dólares en activos afganos “congelados” en el extranjero. Según la delegación talibán, la posición de todos los presentes en la cumbre fue unánime, y exigieron a Occidente que permita el acceso de Kabul al dinero. De hecho, el Kremlin no ve más opción que los talibanes en el poder. El jefe de la diplomacia rusa aseguró que “el nuevo equilibrio de poder establecido en Afganistán no tiene alternativa en un futuro previsible”, e instó a ayudarles porque “el país no puede ser considerado estable ahora”.

La ausencia de EE UU en el encuentro ha dado aún más brío a los esfuerzos de Rusia para tratar de convertirse en un mediador internacional. Al mismo tiempo que Moscú acogía a la delegación afgana, su ministerio de Exteriores condenaba un atentado en Siria e instaba a la comunidad internacional a apoyar a su aliado Bachar el Asad. Todo ello un día después de que el enviado de Washington para Afganistán y responsable de la negociación de su caótica retirada tras 20 años de guerra, Zalmay Khalilzad, dimitiera por la noche.


TITULO: POLICIAS EN LA CALLE -  Ucrania rechaza entregar Mariupol a Rusia pese al ultimátum del Kremlin,.

Ucrania rechaza entregar Mariupol a Rusia pese al ultimátum del Kremlin,.

foto / Vence el plazo que las tropas de Putin habían dado al ejército de Kiev para ceder el control de la estratégica ciudad portuaria,.

Mariupol va camino de convertirse en una de las ciudades borradas casi hasta los cimientos: Gernika, Coventry, Alepo, Grozni. El domingo, después de semanas de un estrechísimo y virulento cerco a la ciudad portuaria, de intensos bombardeos y de un asedio feroz, Rusia dio un ultimátum a las fuerzas ucranias: que entreguen lo que queda de Mariupol, se rindan y abandonen la localidad antes de las cinco de la mañana (hora de Moscú, cuatro de la mañana hora de Ucrania y tres de la mañana hora peninsular española), un plazo que ya ha vencido. Mientras, las autoridades ucranias se niegan a ceder la ciudad, como reclama el Kremlin.

El Ministerio de Defensa ruso remarca que en Mariupol se está produciendo una “catástrofe humana” y culpa de ello a las “fuerzas nacionalistas”. Moscú acusa a Kiev de utilizar “nazis”, “mercenarios extranjeros” y “bandidos” para mantener como rehenes a centenares de civiles en la ciudad. “Bajen las armas. Todos los que lo hagan tienen garantizado un paso seguro fuera de Mariupol”, exigió el director del Centro Nacional Ruso para la Gestión de la Defensa, Mijaíl Mizintsev en una sesión informativa el domingo. “Las autoridades de Mariupol ahora tienen la oportunidad de tomar una decisión y pasarse al lado del pueblo; de lo contrario, el tribunal militar que los espera es solo un poco de lo que merecen por sus terribles crímenes, que la parte rusa está documentando cuidadosamente”, añadió.

La vice primera ministra de Ucrania, Iryna Vereshchuk, ha rechazado en la madrugada de este lunes el ultimátum de Rusia: “No se puede hablar de rendición de ningún tipo, de dejar las armas. Ya hemos informado a los rusos”, dijo en declaraciones a Pravda. “En lugar de perder el tiempo en cartas de ocho páginas, abran un corredor (humanitario)”, pidió. La responsable política se refirió al ultimátum ruso como una “manipulación consciente” y “una verdadera toma de rehenes”, en alusión a los ciudadanos sitiados en Mariupol.

El ultimátum llega tras días de un asalto cada vez más brutal a la ciudad y que se ha agudizado en las últimas horas. Y cuando el Kremlin, en otra exhibición de músculo militar, utilizó por primera vez sus nuevos misiles hipersónicos. Lo ha hecho contra áreas civiles en el oeste de Ucrania, no demasiado lejos de territorio de la OTAN. Mientras, los combates en Mariupol son durísimos. Antes de expirar el plazo límite dado por el Kremlin, las tropas de Vladímir Putin, que invadieron Ucrania el 24 de febrero, ya controlaban tres barrios y estaban luchando en el centro de la localidad, una zona en llamas y con edificios arrasados hasta los cimientos. Además, se habían hecho con el control del puerto. Mientras, la ciudadanía de la que fue una vez una próspera urbe industrial trataba de salir como podía de la ratonera de Mariupol a través de los corredores humanitarios, bajo el fuego de artillería y dejando toda su vida atrás; en muchas ocasiones también dejando atrás a familiares y seres queridos de los que tras 25 días de guerra ya nada saben. Mariupol se ha convertido también en la ciudad de los desaparecidos.

Muchos de los que pudieron escapar antes de lo que amenaza con ser la ofensiva final vagaban el domingo por el circo estatal de Zaporiyia, en el centro-sur del país, convertido en un lugar de primera acogida para desplazados por la invasión. Un circo que ya no es un circo. Ya no están los “payasos divertidos”, que anuncia el colorido cartel de la función que debía representarse estos días: “Expresión”. Tampoco “bola de coraje, una atracción única e inimitable donde motociclistas realizan trucos locos y encantadores dentro de una bola de metal”. Ahora, el circo de Zaporiyia es un núcleo de vidas rotas por la guerra de Putin contra Ucrania. De personas evacuadas que tratan de escapar de las bombas que fulminan ciudades como Mariupol y que temen qué más puede padecer la ciudad tras el ultimátum del Kremlin. De personas que buscan, que revisan las decenas de carteles caseros pegados a la entrada rastreando pistas a sus seres queridos: una madre que quedó atrás en la huida, un hermano con quien se perdió el contacto hace semanas en medio de los ataques, un esposo que se cree capturado por las fuerzas de ocupación rusas, un padre que puede ser uno de esos cadáveres que yacen sin recoger y sin enterrar en las calles de lo que queda de la ciudad del mar de Azov, asediada por las tropas del Kremlin.

Un cartel con la fotografía de un chico: “Atención, residentes de Mariupol: un equipo de artistas de Ucrania, familiares y amigos buscan al artista gráfico Daniil Sergeevich Nemirovski (1993), que estuvo en el refugio de la Academia Nacional de Bellas Artes hasta el 1 de marzo y salió para buscar a sus abuelos insulinodependientes. Desde entonces no se sabe nada de él”. Vladímir lleva un buen rato de pie, muy quieto, leyendo todos los mensajes. Busca a su esposa, Alexandra, de 32 años. “Estábamos separados desde hace unos meses, pero quiero saber cómo está, dónde, no sé nada de ella”, cuenta. Él escapó de Mariupol el jueves en coche con varios compañeros de trabajo. Se unieron a un convoy humanitario y ahora busca y busca en el circo de Zaporiyia.

Cada nombre, cada letra en esas decenas de mensajes es una historia. Y quizá una decena de personas que la extrañan y buscan. O más. Cuánta gente se daría cuenta si un día faltáramos. El viernes, una mujer con dos chiquillos pequeños pegó un cartel con su nombre, su teléfono y un mensaje en el que pedía pistas de su esposo. Los soldados rusos se lo llevaron seis días antes. No lo volvió a ver. Cómo escapar de un infierno cuando se deja atrás, en el horror, a un ser querido.

Con el avance de las tropas del Kremlin algo estancadas en la ofensiva, las fuerzas de Putin se aplican con ferocidad contra objetivos civiles y refuerzan el asedio a Mariupol, pieza clave para Rusia. Desde que Rusia la cercó, unas 24.000 personas habían logrado hasta el sábado salir de la ratonera en la que se ha convertido la localidad portuaria (con unos 400.000 censados antes de esta guerra), que lleva semanas estrangulada, bombardeada, sin agua, luz, gas o calefacción, donde escasean los alimentos y los fármacos.

Pero se cree que todavía pueden quedar allí, en medio de los fuertes combates, unas 300.000 personas en una situación que las organizaciones sanitarias, como Médicos sin Fronteras o la Cruz Roja, con personal sobre el terreno, describen como “catastrófica”. Uno de los regimientos ucranios que lucha en la ciudad, el batallón Azov (que empezó en 2014 como una milicia voluntaria de corte ultranacionalista hasta que las Fuerzas Armadas la absorbieron como parte de la guardia nacional), afirma que cuatro buques de guerra han bombardeado la ciudad desde el mar, que ya controlan por completo. También, la planta metalúrgica AzovStal, la mayor de Europa.

Las tropas de Putin ofrecen como parte de ese ultimátum un alto el fuego hasta las 10 de la mañana de Moscú (las 8.00 hora peninsular española) para organizar evacuaciones de la ciudad. Mientras se abren camino en la conquista de Mariupol, las fuerzas del Kremlin han implantado la estrategia de capturar a población civil y deportarla en contra de su voluntad a Rusia, aseguran las autoridades ucranias. Y de derivar algunos de los corredores humanitarios para escapar del infierno de una ciudad en llamas al país agresor. “Lo que los ocupantes están haciendo hoy es familiar para la generación anterior, que vio los horribles eventos de la Segunda Guerra Mundial, cuando los nazis capturaron a la fuerza a las personas”, ha denunciado el alcalde de Mariupol, Vadym Boychenko, en una publicación en su canal de Telegram. “Es difícil imaginar que en el siglo XXI las personas sean deportadas a la fuerza a otro país”. La política de las detenciones también se repite en las ciudades ocupadas con alcaldes, concejales, periodistas y personas que han organizado marchas contra la invasión y las tropas rusas. Las fuerzas de Putin han conquistado Berdiansk, Jersón, Melitopol y otras. Pero tienen que conservarlas. No solamente frente al ejército ucranio: allí la ciudadanía no los ha recibido con flores.

Ataque a una escuela de arte

Los ataques son constantes en Mariupol. El domingo, mientras los servicios de emergencia buscaban supervivientes del bombardeo el miércoles al Teatro Dramático de la ciudad, donde según las autoridades se refugiaban cientos de personas y solo se ha rescatado por ahora a 130, un nuevo ataque estalló en una escuela de arte, en el este de la urbe, donde se escondían unas 400 personas, según el Ayuntamiento. Kiev ha acusado a Rusia de ese nuevo bombardeo indiscriminado contra la población civil en su estrategia de tierra quemada. Moscú asegura que no ataca objetivos civiles y a su vez acusa a las autoridades ucranias y al ejército de Kiev de montar farsas para culpar al Kremlin y de bombardear a sus propios ciudadanos.

Unos 4.000 civiles han muerto en Mariupol, según las autoridades locales, desde que comenzaron los combates. La ciudad es muy importante para Putin porque su captura permitiría crear un corredor terrestre desde Crimea (que Rusia se anexionó ilegalmente en 2014) a los territorios del Donbás, que Moscú controla a través de los separatistas prorrusos. Pero también es muy simbólica porque es sede del batallón Azov.

Esos 4.000 muertos, sin embargo, son solo una estimación. Al principio, los funcionarios de Mariupol llevaban un recuento —incluso un pequeño mapa— con la intención de organizar la recogida de los cuerpos. Después se hizo imposible. Hay fosas comunes con personas sin identificar. Quizá uno de esos nombres de los carteles del circo de Zaporiyia. O de los grupos de Telegram en los que los vecinos se intercambian desesperadamente cualquier información útil. Y vídeos de la ciudad. Y fotos en las que se puede ver la destrucción de sus casas.

Viktoria Káshpor ha puesto un cartel en el circo de Zaporiyia para buscar a sus abuelos, a su hermana y a su sobrino. Llegó el viernes a la ciudad con su esposo, sus dos hijos y su yerno. “No sé dónde está el resto de mi familia. Ni lo que necesitan. Sé que mis abuelos se quedaron en su garaje, pero no pudimos llegar allí. Bombardearon mi casa y desde el 4 de marzo estuvimos escondidos en el sótano con otras personas. No salimos durante dos semanas y media. Mi hija vino a buscarme, me agarró de la mano y simplemente corrimos”, relata. Pasaron 19 controles. Varios de ellos de las tropas rusas, que ya se han hecho con el control de una buena franja del sureste del país.

Viktoria se pudo duchar el viernes por primera vez en tres semanas. Y dormir en la cama de un apartamento prestado, con cristales en las ventanas. Pero también dice que aunque ahora no esté bajo los bombardeos constantes y tenga calefacción, agua, gas y comida, no puede descansar porque no sabe qué ha sido de sus seres queridos. “Traté de hacerles llegar mensajes de que estamos aquí, se lo digo a todo el mundo, a cada persona que me encuentro, por si alguien los conoce o se los encuentra, o sabe qué ha sido de ellos. Puede que incluso ellos lleguen y ya no tengan teléfono móvil, pero lean estos mensajes”, dice la mujer, de 45 años, que ahora es una de los 10 millones de personas que han tenido que dejar sus casas por la guerra de Putin.

Como un matrimonio mayor, de Enerhodar, donde las tropas rusas ocuparon la central nuclear, que come un plato de sopa en el centro de diversiones de Zaporiyia, donde las taquillas son ahora un punto de registro y el puesto de palomitas —dulces y saladas—, una improvisada farmacia. El circo ha atendido ya a unas 4.500 personas que han huido de distintas ciudades del sudeste del país, explica Vladislav Moroco, concejal de cultura de la ciudad y ahora uno de los responsables del centro. En los percheros del guardarropa cuelgan abrigos y jerséis donados. En el suelo, un rosario de botes de conservas. Un poco más allá, decenas de pares de zapatos que esperan la llegada de los desplazados que aún no han logrado salir tras numerosos corredores humanitarios fallidos.

Un cartel en picuda letra cursiva entre los anuncios del circo, dice: “Atención, pistas de Nosurov Vladímir y Ludmila Nosurova (91 años); Goltvenko Natalia (92 años); Gotvenko Alexander (91 años)”. ¿Los padres de alguien? ¿Tíos? ¿Abuelos? Otro anuncio con una dirección de Mariupol muestra la fotografía de una mujer sonriente, de cabello corto y vestido de verano: “Borisova Natalia Evgenievna (1964). No se sabe nada de ella desde el 2 de marzo”. Otro más, en boli azul y letra apresurada: “Busco a mi madre, Svetlana Baranovich (64). Desaparecida en Mariupol desde el 1 de marzo”.


TITULO:  EL DIVAN DE OLGA VIZA  - Se busca entrenador para la Premier: negros, abstenerse,.

 Se busca entrenador para la Premier: negros, abstenerse,.

Nuno, en el Tottenham, y Patrick Vieira, en el Crystal Palace, son una excepción en los banquillos ingleses,.

foto / El 15% de la población británica pertenece a una minoría étnica. Entre el 25% y el 30% de los jugadores de la Premier pertenecen a alguna de esas minorías. Con esas cifras, entre cinco y seis equipos de la liga más rica del mundo deberían tener entrenadores negros. Sin embargo, este año hay dos y eso es literalmente una cifra récord. El año pasado solo estaba el portugués Nuno Espíritu Santo (entonces al frente del Wolverhampton Wanderers, ahora en el banquillo del Tottenham Hotspur, aunque tambaleándose) y a él se ha sumado esta temporada el francés Patrick Vieira, en el Crystal Palace.

Los jugadores negros hace años que conquistaron la Premier e incluso la selección inglesa. En el pasado reciente, Inglaterra se apoyó en gente como Sol Campbell, David James, Rio Ferdinand, Ashley Cole, Theo Walcott... Desde hace ya un tiempo están Kyle Walker, Raheem Sterling, Marcus Rashford, Trent Alexander-Arnold. El futuro ya está en las piernas de Jadon Sancho, Bukayo Saka, Reece James, Jude Bellingham… Esos son solo unos pocos de los 104 jugadores de minorías étnicas que han defendido la camiseta de Inglaterra desde que lo hiciera Viv Anderson en 1978 (algunos creen que el primero fue Paul Reaney en 1968, pero entonces se le consideraba de raza blanca). Sin embargo, aunque ha habido casi 250 entrenadores blancos en la historia de la Premier, solo ha habido 10 de minorías étnicas.

Y no solo eso: casi siempre les llaman equipos pequeños en situación muy precaria y apenas han durado unos meses, aunque el francés Jean Tigana estuvo tres años en el Fulham, el anglo-irlandés Chris Hugton otros tres en el Brighton y Nuno bate todos los récords con sus cuatro años en los Wolves (tanto Hugton como Nuno llegaron a esos equipos en Segunda y los ascendieron a la Premier). De los 10, siete solo han entrenado a un equipo. Los otros tres son los citados Hugton (QPR, Newcastle y Brighton), Nuno (Wolves y Spurs) y el holandés Ruud Gullit (Chelsea y Newcastle). Los Wolves y el Newcastle son los únicos equipos que han tenido a dos entrenadores negros.

El Tottenham es el primero de los seis grandes de la Premier que contrata a un negro desde que lo hiciera el Chelsea en 1998, cuando Gullit tuvo primero el doble empleo de entrenador y jugador y luego ejerció exclusivamente de entrenador hasta que fue destituido tras apenas un año en el banquillo pese a ser una leyenda en Stamford Bridge.

El problema afecta a todo el fútbol profesional inglés, no solo a la Premier. Al final de la temporada pasada sólo había seis entrenadores de minorías étnicas en los 92 equipos que integran las diferentes divisiones. La EFL (Liga de Fútbol Inglesa) introdujo en 2019 la obligación de que al menos uno de los candidatos entrevistados por un club para contratar un nuevo entrenador sea de una minoría. La Premier se ha negado a implantar esa misma regla. Pero muchos creen que en realidad la iniciativa tiene muy poco impacto porque los clubes ni siquiera han de explicar por qué han descartado a los candidatos entrevistados.

El exjugador Stan Collymore denunció en un artículo el año pasado que los exjugadores negros no tienen las mismas oportunidades que los blancos. Y citaba el contraste entre las dificultades que han afrontado exjugadores como Sol Campbell y Ashley Cole en comparación con la meteórica carrera de Steven Gerrard (al frente del Glasgow Rangers tras un año de ayudante en el Liverpool) o de Frank Lampard (que se sentó en el banquillo del Chelsea tras un año en el Derby County). “Los exjugadores blancos tienen oportunidades que no se les dan a sus homólogos negros”, opinaba, y sostenía que por eso muchos ni siquiera piensan en entrenar. “Recuerdo que hace unos años le pregunté a Les Ferdinand por qué no se hizo entrenador. ‘Stan, no tiene sentido’, me contestó. Se mire como se mire, todo esto es racismo”, concluía Collymore.


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