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lunes, 20 de abril de 2015

HISTORIA , El hispanista Raymond Carr fallece a los 96 años,./ TENIS,. Juan Gisbert: 'Nadie bebía cerveza como lo hacían los australianos',.

TÍTULO: HISTORIA, El hispanista Raymond Carr fallece a los 96 años,

El historiador, durante la entrega del Premio de la Fundación Banco... El historiador Paul Preston confirma la noticia durante un acto en el Ayuntamiento de Barcelona,.- foto,.

El hispanista Raymond Carr ha fallecido este domingo a los 96 años de edad, según ha confirmado este lunes el historiador Paul Preston, durante el acto de presentación de la entrega del archivo de Preston al Monasterio de Poblet, en el Ayuntamiento de Barcelona.
Preston ha señalado durante su discurso que Raymond Carr falleció "anoche". Fue profesor de historia iberoamericana en Oxford, director del St. Antony's College (1968-87) y es miembro de la Real Academia Británica, así como de la Academia de Historia española, donde ingresó en 1970.
Entre los múltiples reconocimientos que ha recibido por su labor como hispanista, destacan la cruz de Alfonso X El Sabio (1983) y el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 1999.

TÍTULO: TENIS,.Juan Gisbert: 'Nadie bebía cerveza como lo hacían los australianos',.

-fotos-Juan Gisbert: 'Nadie bebía cerveza como lo hacían los australianos'

Bartrolí, Couder, Gisbert, Santana y Arilla, junto  la Ensaladera,... Pionero del tenis español, Juan Gisbert ha recibido un homenaje en Barcelona, cuando se cumplen 50 años de la primera final de la Davis y de su triunfo en el Godó,.

Aunque el vértigo de entonces en poco podía compararse al de hoy, los 23 años eran ya en los 60 una edad provecta para iniciarse en el tenis. Con 22, Rod Laver había ganado en el Abierto de Australia el primero de sus 11 grandes. A los 23, Roy Emerson, vencedor de 12 majors, se hizo con el título de dobles en Wimbledon, junto a Neal Fraser. Poco después de cumplirlos, John Newcombe, siete slams le contemplan, se llevó consecutivamente Wimbledon y el Abierto de Estados Unidos.
Juan Gisbert (Barcelona, 1942) obedeció el consejo paterno y acabó Derecho antes de agarrar en serio la raqueta; despegó cuando buena parte de sus contemporáneos llevaban un buen trecho recorrido. «Juan Antonio Samaranch convenció a mi padre para que me dejase dedicarme al tenis una vez finalizada la carrera. Gané el Conde de Godó con sólo dos asignaturas pendientes para acabarla», comenta en conversación telefónica desde Barcelona.
Ha acudido puntual a su cita con el torneo, pero en esta ocasión su presencia posee una resonancia especial. Hace medio siglo que se llevó el título, al imponerse en la final al australiano Martin Mulligan, el hombre que venía de vencer nada menos que a Manolo Santana en la final de Montecarlo. Mulligan sucumbió en la larga distancia. «Mis partidos eran muy largos. Me faltaba técnica, pero poseía el coraje de luchar hasta el final». En esa determinación confluye con Rafael Nadal, a quien no escatima elogios. «Es un gran señor y un magnífico embajador. Ha hecho algo casi imposible».
El tenis era entonces un deporte dominado por el mundo anglosajón, con Australia y Estados Unidos a la cabeza. Harry Hopman, figura capital en el tenis aussie, reparó pronto en el potencial de Gisbert, que con 16 años plantaba cara a Neale Fraser. «Tu hijo tiene muchas posibilidades», le dijo a su progenitor, pero éste se mantuvo firme en su actitud. «Tú, a estudiar chaval, y cuando termines la carrera haces lo que quieres».
Albert Costa, director del Godó, Gisbert y Feliciano, el sábado. SABADELL
«Eran otros tiempos. Éramos amateurs. No se movía dinero. Hoy en día, mi padre quizás hubiera cambiado de opinión», admite Gisbert.
Que un país sin apenas tradición, con poco más de 500 licencias, desafiara a Australia en la final de la Copa Davis supuso un acontecimiento. Porque hace también 50 años, esta España que hoy cuenta con cinco Ensaladeras, superaba a Estados Unidos y la India para plantarse en su primera final de la Davis. Gisbert, cuya rústica formación partía del pequeño frontón que había en su casa de Barcelona, se suma al equipo liderado por Manolo Santana, con José Luis Arilla y Juan Manuel Couder también a las órdenes de Jaime Batrolí.
Allí, sobre hierba, esperaban Emerson, Newcombe, Fred Stolle y Tony Roche. Gisbert pierde sus dos individuales y España cae 4-1. No había motivos para el desencanto. La generación de los pioneros sitúa a nuestro país en un lugar privilegiado del mapa tenístico. «Nadie nos conocía. La Casa de España en Sydney organizó actos para promocionar la final. Me dieron una montera y un capote. Arilla hacía de toro. Salimos en distintas revistas. Teníamos que hacer la publicidad nosotros mismos. Los australianos admiraban los toros. Yo había tomado la alternativa años atrás, en la Feria de Candás, donde estaba jugando un torneo. Toreé un novillo, avalado por Antonio Bienvenida».
Dos años después, España lo intenta de nuevo en la final. Esta vez en Brisbane, aunque Gisbert no disputa ninguno de los puntos. Otra vez a domicilio y en hierba. De nuevo un imposible, con las estrellas locales en plenitud. 4-1. «Eran superdotados. Nadie bebía cerveza como lo hacían los australianos. En Londres, luego se iban a correr por Hyde Park. Emerson podía tomarse diez birras la noche anterior y ganar el título en Wimbledon al día siguiente. Ahora su mujer le quita los vasos de la mano. No puede tomar ni una gota de alcohol, porque la cirrosis se lo llevaría al otro mundo. Ordeñó vacas en la granja de su familia desde pequeño. Jugaba con unas manos de hierro».
De aquella segunda final australiana, Gisbert sacó provechosas enseñanzas.«La Federación Española de Tenis nos dejó castigados allí a Orantes y a mí durante dos meses. 'Aprovechad y aprended a jugar sobre hierba', nos dijeron. Estuvimos viviendo en pensiones de mala muerte, pero mereció la pena. Allí surgió nuestra amistad. Y, además, al año siguiente llegué a la final del Abierto de Australia». Perdió con William Bowrey, pero fue su mayor logro individual, en una trayectoria donde destacó como doblista. Ganó cuatro títulos individuales y 21 en dobles, entre ellos el Masters de 1975 al lado de Manuel Orantes, su mejor socio, junto a quien formó en su momento la mejor pareja del mundo. Raqueta codiciada, también jugó, entre otros, al lado de Nastase, Connors y Borg.
Casado por segunda vez, con una mujer estadounidense, tras su retirada tardó poco en montar su vida en Miami, donde vive desde hace 37 años, dedicado a la abogacía y a negocios inmobiliarios. Prolongó, no obstante, su relación con el tenis, movido por causas benéficas. Jugó sobre todo en Hollywood, recaudando fondos para niños con parálisis cerebral. Brooke Shields, Kirk Douglas, Dean Martin, Roger Moore, Sean Connery y Silvester Stallone fueron algunos de los actores con quienes compartió cancha. Destaca a Robert Duvall y a Charlton Heston como los más completos. «Y a Chuck Norris, que voleaba bien gracias a los golpes de kárate que practicaba en sus películas».

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