TITULO : MAS QUE COCHES - Norris gana; Verstappen resiste,.
Norris gana; Verstappen resiste,.
El inglés consiguió una victoria amarga en Singapur porque su rival en el campeonato fue segundo,.
El inglés, aunque falló en la salida, controló la carrera poco después. Se acerca al de Red Bull en la lucha por el título. Leclerc fue tercero
El descanso veraniego parece que le ha sentado bien a McLaren y, sobre todo, a Lando Norris. Y por eso la Fórmula 1 está de enhorabuena. El piloto inglés ha arrasado hoy a Max Verstappen y a Red Bull, que corriendo en casa del vigente campeón no han podido frenarle. El triunfo ha sido incontestable. Sin nada que hacer. Eso sí, Norris le puso emoción al principio porque en la salida falló de forma estrepitosa. Ambos McLaren lo hicieron y tendrán que revisar claramente su sistema de arrancada porque Verstappen le quitó la “pole” en unos pocos metros y eso que el tiempo de reacción de ambos pilotos fue exactamente igual.
El holandés empezó liderando, pero se veía que no podía tomar distancia. El McLaren de Norris no se despegaba y cuando aparecieron los primeros síntomas de degradación de neumáticos en el coche energético Norris se lanzó al ataque. Le dio a Verstappen una pasada brutal en la que casi le quita las pegatinas al monoplaza rival. Fue al final de recta y justo antes de empezar las paradas en boxes. En esas pocas vueltas el británico tomó la suficiente ventaja como para asegurar el primer puesto una vez que realizara la parada en boxes. Y así fue. No hubo más. Verstappen paró antes pensando que todavía tendría alguna opción al poner el neumático nuevo. Pero nada de nada. Norris regresó a pista con cinco segundos de ventaja y poco después ya tenía más de 10. Imposible hoy para Max Verstappen, que, a pesar de sus esfuerzos, ya no tiene el coche que disfrutaba antes. Porque el McLaren es hoy por hoy el mejor chasis de la parrilla y sus pilotos, al fin, lo están aprovechando. O más bien Lando Norris, que es segundo en el Mundial de pilotos y todavía matemáticamente opta al título. Pero lo tiene que hacer muy bien para que esta batalla se produzca. Y para eso Verstappen también tendría que firmar algún cero. Hoy acabó segundo, minimizó daños y sigue mirando en el horizonte para lograr su cuarta corona.
Por detrás también hubo un duelo muy bonito. De repente, Leclerc se hizo con el tercer puesto a la espera de que Piastri, con el McLaren, diera cuenta de él. Sin embargo, el monegasco se defendió muy bien. Rodó muy rápido en el sinuoso circuito de Zandvoort y el australiano no pudo hacer nada. Mientras su compañero ganaba, él no pasaba del cuarto puesto con el mismo monoplaza.
También tuvo una gran actuación Carlos Sainz. Remontó hasta el quinto lugar saliendo desde la décima plaza y dio cuenta de Pérez tras un buen adelantamiento. Se encontró por sorpresa con la quinta plaza tras la decisión de Russell de hacer una segunda parada. Finalmente, Alonso llevó el Aston Martin hasta donde puede o más, la décima plaza. Al menos sumó un punto y ya queda una carrera menos para que acabe la temporada,.
TITULO:
Para Todos La 2 - Colegio rural - CSIF defiende la reducción de la jornada en los colegios en septiembre : "Tiene un interés pedagógico",.
Colegio rural - CSIF defiende la reducción de la jornada en los colegios en septiembre : "Tiene un interés pedagógico",.
El sindicato responde así al Procurador del Común y a la "utilización" de la educación por algunas familias, en alusión a la Confacapal,.
La Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF) defiende la reducción de la jornada durante septiembre en los centros de Infantil, Primaria y Educación Especial.
"Tiene una justificación y un interés pedagógico", aseguran desde el sindicato, desde donde consideran también que ayuda a iniciar el curso de forma adecuada y con una adaptación más exitosa del proceso de aprendizaje”.
De esta manera ha contestado CSIF al Procurador del Común, que había apuntado que esa reducción horaria no está contemplada en la normativa autonómica, y que la Consejería de Educación no ha aportado los criterios educativos que justifiquen la decisión.
El sindicato señala que con esta resolución del defensor del pueblo de la Comunidad se muestra "una vez más" la utilización de la educación por algunas familias ya que, según advierte, la queja al Procurador la ha presentado la Confederación de Federaciones de Asociaciones de Padres de Alumnos de Castilla y León-Confacapal).
El sindicato insiste en que los centros educativos no son espacios de conciliación familiar y que la jornada lectiva del alumnado tiene que basarse en el aprendizaje y progreso del alumnado.
De hecho, apuntan a los excelentes resultados educativos de Castilla y León en el informe PISA gracias al trabajo del profesorado, "lo que prueba que sí se atiende a criterios pedagógicos", apuntan.
CSIF recuerda que la reducción de jornada es para el alumnado, y consiste en una sesión menos del horario habitual al final de la jornada. Pero los docentes tienen que permanecer en el centro realizando tareas de docencia no directa y de preparación del curso.
El sindicato independiente dice que muchos centros tienen programas para permitir la conciliación de las familias, “siempre teniendo en cuenta que la función de los centros escolares es la enseñanza y no simplemente la vigilancia del alumnado”.
TITULO: Gigantes de La 2 - Arturo Pérez-Reverte - Unas medidas en la frontera del derecho,.- Jueves - 3 , 10 - Octubre ,.
Gigantes de La 2 - Programa de entrevistas, de cincuenta minutos de duración y emisión semanal, para La 2 Jueves - 3 , 10 - Octubre, 23:50 de Televisión Española.
Arturo Pérez-Reverte - Unas medidas en la frontera del derecho,.
foto / Arturo Pérez-Reverte,.
Estoy en la terraza de un café de una ciudad del norte de Italia, y en media hora veo pasar a una docena de mujeres musulmanas con el rostro cubierto a excepción de los ojos. Unas llevan a niños de la mano y otras carritos de la compra, y viéndolas pienso en la fría fatalidad de la Historia, en que la transformación geopolítica de Europa viene hoy en patera, y en que las oleadas de inmigrantes son un irreversible factor de civilización. De un nuevo mundo que en nada se parece al otro. Pero, concluyo, advertirlo cuando se tiene una edad y una biblioteca no es dramático, ni terrible. La Historia está hecha de civilizaciones colapsadas, y no siempre se tiene el privilegio de asistir al ocaso de una.
Dejemos las cosas claras: la inmigración ni se debe parar ni es posible hacerlo, porque además de inevitable es necesaria. Sin esa mano de obra, sin sangre nueva, la vida aquí sería insostenible, la economía acabaría yéndose al diablo, la pirámide de población se invertiría de forma monstruosa y la seguridad social sería imposible. Al ciudadano europeo, crecido en el bienestar y debilitado por él, lo desplazan la sangre joven, la ambición legítima, el tesón de gente más dura y más hambrienta. Basta un vistazo para advertir quién merece el futuro y quién la cuneta de la vida. El multiculturalismo es un cuento chino. La Historia demuestra que unas culturas empujan a otras impregnándose de ellas, pero siempre acaba imponiéndose la más vigorosa, la mejor sostenida por quienes la traen consigo. Y en la Europa actual, la más coherente es el Islam.
Ése, en mi opinión, es el principal problema al que se enfrenta el viejo continente: conflicto insoluble, consecuencia de la cobardía, codicia y estupidez europeas. Todos los gobiernos, temiendo ser llamados islamófobos o racistas, cometen idénticos errores desde hace décadas, sin aprender nada de los problemas de seguridad, formación de guetos e implantación de leyes islámicas en ciudades y pueblos. Casi toda Europa mira hacia otro lado ante las mismas atrocidades que los opresores religioso-sociales islámicos perpetran en sus países contra la libertad de expresión, la democracia, la igualdad de sexos o la orientación sexual; y sólo de refilón condena o persigue el trasplante de tales infamias. En España, pese al ejemplo cercano de Francia, la desidia roza lo criminal. Autoridades de todo signo y color ignoran la realidad de los barrios marginales y lo que se dice en algunas mezquitas. Igual que no aprendieron de Francia, tampoco aprenden de Marruecos, donde buena parte de los imanes potencialmente conflictivos está comprada por el gobierno. Por algo será.
Y es que en España, como en el resto de Europa —cada uno con la inmigración que le toca—, lo que interesa es beneficiarse del asunto, vendiéndonos la ausencia de conflicto visible como prueba de asimilación e integración. A cambio, la clase empresarial obtiene mano de obra esclava y barata. También la izquierda más vociferante tiene sus ventajas: olvidando a las mujeres represaliadas y asesinadas en el mundo islámico, donde la extrema derecha religiosa considera a la mujer y a los homosexuales sometidos a la voluntad de Dios, la demagogia europea que vive del camelo subvencionado tiene oportunidad de alzar pancartas, lucir kufiyas, llamar niños a delincuentes de diecisiete años, calificar de racista a quien protesta cuando le roban el móvil o violan a su hija, o manifestarse en apoyo a integristas islámicos —que confunden con los musulmanes en general—, mezclándolos con los parias de la tierra, la lucha contra el capital, el imperialismo americano y el sobado comodín del franquismo (ignorando que nunca hubo política más eficaz de amistad y buena vecindad con Marruecos que la mantenida por el dictador Franco, que los conocía desde la mili). Qué incómodo es recordar las advertencias que contra el velo y la sumisión de la mujer pronunciaron auténticas feministas como Élisabeth Badinter o la española Rosa Montero. Estaría bien que muchos simples e indocumentados conversaran con las curtidas feministas argelinas, endurecidas por diez espantosos años de lucha contra el terror islámico. Esto nos sitúa en el corazón del asunto: los inmigrantes musulmanes que dejan atrás la miseria pero traen su religión y forma de vida. Como Europa, egoísta y estúpida, no ha sido capaz de ofrecerles integración e igualdad real, se sienten más cómodos con sus propios métodos y costumbres. Por eso buena parte de los emigrantes musulmanes no educa a sus hijos con la mentalidad del país de acogida, sino con la del país del que proceden. Tienen sus propias mezquitas, sus barrios, sus escuelas y su televisión; gozan de derechos imposibles en los países de origen, pero a la hora de respetar las obligaciones reclaman un trato distinto por su religión. Y como de tontos no tienen un pelo, se amparan en nuestra propia retórica. Los jóvenes nos desprecian por débiles y contradictorios, mientras que al Islam radical lo ven fuerte y atractivo. Europa es el cáncer, gritan, el Islam es la solución. Con vuestra democracia destruiremos vuestra democracia. Etcétera. La palabra la inventaron los griegos: oikofobia, odio a la casa, el lugar donde vives.
En esa contradicción está el problema. Por necesidad social, el inmigrante debe ser aceptado e integrado; pero su patrimonio cultural e histórico se opone al de una Europa que tampoco se aclara ella misma. Por tal razón esos musulmanes necesitan seguir siendo ellos: profesores denunciados por hablar de jamón o mencionar la Reconquista, protestas en autobuses y lugares donde hay perros —animal impuro según el Corán—, por la Semana Santa, por publicidad con chicas ligeras de ropa, por desnudos en las playas. Añadan a eso imanes que explican cómo pegarle a la esposa sin dejar marcas y que se libran con un cursillo sobre derechos humanos, que aprueban los asesinatos por honor, o que escriben, como el saudí Abdullah Al Qarni: No te dejes engañar por Occidente y sus ideas y modas, y recuerda que las mujeres que salen de casa a trabajar son responsables de la destrucción de sus familias.
Digamos lo que quienes deben hacerlo no se atreven: esto no es un debate entre iguales. Esto es Europa. Pertenecemos a una civilización superior en derechos y libertades. Allí ya me habrían matado, dijo la holandesa de origen somalí Ayaan Hirsi Ali. Aquí no se gobierna desde las iglesias ni las mezquitas; tratamos a las mujeres como a seres libres, no como propiedad de maridos y familiares varones, y no hay que esconderlas ni taparlas porque se nos supone educados para respetarlas. Aquí no hay desacuerdo entre iguales, insisto. En esto Europa está muy por encima, razón por la que acuden a ella miles de emigrantes a refugiarse o ganarse la vida. El problema es que nunca se les plantearon con firmeza las reglas del juego: obtenga trabajo y respeto, pero respete usted las normas. Lleve a sus hijos a colegios que los integren, no llame puta a su hija ni a la mía por llevar minifalda, no la case con quien ella no quiera, no le mutile el clítoris, no le cubra la cara o la cabeza cuando tenga la primera menstruación. Usted trae virtudes que aprecio; aprendamos uno de otro y vamos a llevarnos bien; y si no, ahí está la puerta. Eso no se hizo cuando se podía, y ahora no se puede hacer. Pasó el momento. Europa paga las consecuencias.
Déjenme volver a las mujeres con velo, sobre cuya prohibición el Tribunal Europeo de Derechos Humanos dijo hace veinte años que es contradictorio declararse respetuosos con la democracia y los derechos humanos cuando se practican costumbres basadas en la ley islámica. El velo, sea hiyab, chador, niqab o burka, es otra arma de dominación sexual utilizada por el hombre para someter a la mujer. Puede responder a la religión, la moda, la higiene; pero en la Europa laica es símbolo de opresión y barbarie medieval. En ciertos ambientes se usa ahora a modo de reivindicación y desafío por parte de algunas jóvenes musulmanas, como antes fueron, para las europeas, los pantalones o la minifalda. Pero ese símbolo de orgullo para algunas es de resignación y sumisión para muchas otras. La pregunta, o el síntoma siniestro, es por qué las jóvenes lo llevan en tiempos que coinciden con el redoblar de la ultraderecha islámica en todo el mundo. No pueden pretender que eso se pase por alto. Las mujeres que usan voluntariamente velo, así como las feministas ignorantes que las jalean, insultan y abandonan a su suerte a las mujeres que luchan en los países islámicos y a las que sufrieron y lucharon por su libertad en Europa y el mundo. Para muchos musulmanes, una mujer velada no es una ciudadana común, sino un animal doméstico que tutela el varón y sobre el cual decide. Ninguna democracia puede tolerar eso. Es cierto que si una chica enseña el tanga otra tiene derecho a cubrirse la cabeza, y que ahí la sensatez es decisiva. En ese contexto, el pañuelo es perfectamente asumible. Otra cosa es echar un pulso al modelo de derechos y libertades occidentales. Hay que distinguir, y las mujeres musulmanas deben saber distinguir. Cuando a una se le impide o critica llevar velo o cubrirse el rostro en lugares inapropiados, no se ataca su libertad, sino que se la protege. A veces de su familia y su entorno. Otras, de sí misma.
Cada una de estas concesiones ha sido en Europa una batalla perdida, a menudo sin saber que se ha luchado. La ultraderecha islámica es cada vez más arrogante y audaz, aunque no salga en los telediarios. Uno de cada dos o tres jóvenes de origen musulmán coloca su identidad religiosa por encima de la nacional —y también la del país de origen antes que el de acogida—, está de acuerdo con la ley islámica y sostiene que la transgresión debe castigarse con dureza. En algunos lugares, la policía islámica de ciertos imanes radicales actúa con impunidad: mujeres no sólo musulmanas son insultadas por la calle, nadie presenta denuncias por miedo a las represalias, y el insumiso se ve condenado a muerte social, boicotean su negocio, marginan a su familia. Pronto los agentes de la seguridad del Estado deberán ser musulmanes para entrar en determinadas zonas, o ir en grupo y armados como ya ocurre en otros lugares de Europa. Lo he visto en París, en Génova, en Marsella.
No hay solución posible. Se equivocan los que dicen que no pasa nada y también los que auguran un apocalipsis moruno. Todo está ocurriendo despacio y de modo natural. Es tan sólo la Historia, que gira sus ruedas. Tardará todavía, pues treinta siglos de civilización no los liquida un velo islámico. Es interesante, de todas formas, presenciar el ocaso de un mundo con la lucidez que proporciona la cultura, parecida a un analgésico: no elimina la causa del dolor, pero ayuda a soportarlo. Sin embargo, hay una pregunta que no viviré lo suficiente para ver la respuesta: los emigrantes musulmanes instalados en Europa, al transformarla y hacerla cada vez más suya, conseguirán tal vez escapar de la miseria que dejaron atrás; pero los que huyen del rigor islámico y sus consecuencias, ¿dónde irán a refugiarse cuando toda Europa se haya convertido en una mezquita?,.
TITULO: ¡ Atención obras ! - Cine - Oz Cobb: «El Pingüino» viene sin murciélago ,.
Oz Cobb: «El Pingüino» viene sin murciélago,.
Max acaba de estrenar el spin off derivado de la cinta de 2022 «The Batman» con Colin Farrell continuando su papel de Oz Cobb,.
OswaldCobblepot visualiza desde el despacho de su exjefe lo que queda de Gotham. Ahora se hace llamar Oz Cobb y un nuevo futuro se abre ante él. Así se nos presenta «El Pingüino», la nueva serie del Universo DC que acaba de estrenar Max, de Warner Bros. Television y DC Studios, nos muestra en ocho episodios más sobre uno de los enemigos más terribles de Batman, campando a sus anchas. Producida por Matt Reeves, está protagonizada por Colin Farrell caracterizado como el mafioso de los bajos fondos y Cristin Milioti, como la desquiciada Sofia Falcone.
Mafia de la de siempre
Como decíamos OZ Cobb, alias «El Pingüino» se encuentra en el mismo lugar en el que nos lo dejó la película de 2022 «The Batman», con Robert Pattinson en el papel del caballero de la noche, Farrell metido en el cuerpo deforme de Cobb, la ciudad de Gotham inundada por culpa de Riddler (Enigma), saqueos en las calles, con una alcaldesa recién elegida, Carmine Falcone muerto, y Salvatore Maroni en la cárcel. Esta primera imagen de Oz observando la ciudad marcará toda la trama con nuestro mafioso amigo intentando llevarse su trozo del pastel envenenado. Pero incluso con los dos superjefes fuera de juego, hay muchas bocas que alimentar en un Gotham devastado y desesperado, que no ha dejado de lado ni la violencia ni las drogas. Nuevas cabezas van apareciendo en escena, entre otros las familias del muerto y del encarcelado, que pretenden hacerse con todo el negocio al mismo tiempo. Completan el reparto RhenzyFeliz, que interpreta al joven Víctor Aguilar, que no pasa sus mejores momentos tras la muerte de sus padres en la inundación y busca su lugar en el mundo, pero acabará de darse de bruces con la realidad al acabar bajo el ala del pingüino; el jefe, Johnny Viti (Michael Kelly), Shohreh Aghdashloo en el papel de la mujer del jefe encarcelado, Nadia Maroni; la madre del Pingüino, Francis (Deirdre O’Connell ; Clancy Brown (Salvatore Maroni), James Madio (Milos Grappa), Scott Cohen (Luca Falcone), Michael Zegen (Alberto Falcone), Carmen Ejogo (Eve Karlo) y Theo Rossi (Dr. Julian Rush), entre muchos otros.
Todo encaja en un principio. En capítulos a veces excesivamente largos de duración y lentos de producción, entrevemos los planes que tiene para él mismo y para la ciudad por parte del Pingüino. Extorsión, asesinato, corrupción y traición se mueven con soltura por Gotham en una serie que tiene muchos puntos a favor. La ciudad amanece desesperada en escenas luminosamente lúgubres que nos enseñan otra cara del hogar de Batman. Los tejemanejes entre las familias mafiosas están entre los más enrevesados que un guionista pueda inventar. Colin Farrell, a pesar de no poder expresar bien sus facciones a través de los kilos de prótesis que tardaban cuatro horas en ponerle, consigue hacer un villano creíble, torpe, charlatán y bravucón, pero sin un ápice de misericordia. Bajo ciertas luces es sin duda el pingüino, con la sombra de esa nariz sobre su cara, las cejas imperfectamente arqueadas y hay algún babeo. Incluso en algunos momentos podemos llegar a entrever el pasado que le ha convertido en lo que es ahora. Excelente también el trabajo de Cristin Milioti, que es el personaje que realmente infunde miedo y terror y que ralla una paranoia inquietante y oscura.
Pero tras varios capítulos repitiendo estructura que podría haberse visto en «Los Soprano», con traiciones cambiando de bando, no parece que haya mucho más que rascar y solo espera cumplir ocho episodios para retorcer la acción, que tampoco es tanta. Ante tanta impunidad uno entiende, y no entiende, que no aparezca Batman tras cualquier calle oscura para recordarle al bueno de Oz que el crimen no paga. Muy reseñables también los secundarios, que compiten por tener menos sangre, haciendo hincapié en la relación de Oz con su madre que es turbadora al mismo tiempo que probablemente innecesaria. La tensión de la obtención del poder entre Sofia Falcone y Oz es probablemente el punto que busca la serie, pero le cuesta encontrarlo mediada la trama. Todo son intercambios de encuentros entre un mafioso y su mafioso gemelo al otro lado de la mesa, malas palabras, armas, acuerdos, traiciones y vuelta a empezar. Y una lucha encarnizada por deshacerse de los cadáveres de la manera más rocambolesca posible. No es que eche de menos las patadas y los puñetazos, pero ¿dónde está Batman?,.
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