TITULO: Documaster - Espías con el sabor de la BBC,.
Espías con el sabor de la BBC,.
Wuaki.tv estrena la serie británica ‘The Game’, ambientada en la Guerra Fría de los años 70,.
foto / Los espías están de moda en la televisión. A las historias con ritmo frenético de 24 o las tramas internacionales de Alias se han unido en los últimos tiempos el repentino éxito de Homeland, el thriller de espionaje en Oriente Próximo The Honourable Woman o el viaje a los últimos años de la Guerra Fría que es The Americans. La serie británica The Game, que BBC está emitiendo ahora (aunque su estreno fue hace unos meses en BBC America), llega al portal de series y películas bajo demanda Wuaki.tv con los seis capítulos de su primera temporada para confirmar el gran momento que vive este resurgir del género de espías en el formato por capítulos.
The Game traslada al espectador a 1972 en una historia que bebe más de las novelas de John le Carré que de las tramas protagonizadas por James Bond. Creada por Tony Whithouse (Being Human, Doctor Who), narra la historia de un grupo de espías del servicio secreto británico, el MI5, que debe tratar de neutralizar un complot soviético llamado Operación Cristal y del que tienen conocimiento a través de un oficial desertor del KGB. Un mundo de agentes dobles, secretos y mentiras en cuyo centro se encuentra Joe Lambe, un espía al que da vida el actor Tom Hughes y que no duda en utilizar todos los métodos que tiene a su alcance para conseguir información mientras que trata de lidiar con las consecuencias de su pasado.
“Lo que más me gusta de Joe es que tiene un pasado complicado, la complejidad y contradicciones del personaje. Es lo que busco en mis trabajos como actor, tener una oportunidad de poner el foco en sus vidas. Es un reto dar vida a un personaje que cambia tanto, tan misterioso. Poco a poco se va mostrando más y más facetas del personaje y vas aprendiendo más y más cómo es, empiezas a entender sus emociones y su mundo”, explica el actor Tom Hughes a EL PAÍS en conversación telefónica.
El mundo de los setenta no es nuevo para Hughes. Una de sus primeras incursiones en el mundo de la interpretación en la película Cementery Junction, dirigida por Ricky Gervais y Stephen Merchant, también estaba ambientada en los comienzos de esa década. “Cuando llegué a The Game ya conocía el periodo, la música del momento, la moda… y la sociedad de aquella época en Reino Unido. Pero en este caso creo que en el guion mismo está mucho de ese panorama que se quiere reflejar. En el caso de Joe, el impacto de la Guerra Fría y de ese ambiente ya está dentro del personaje, un impacto muy profundo psicológicamente por la época y por el hecho de ser espía. La historia se centra más en el lado humano que en los aspectos políticos del momento”, añade sobre una serie que cuenta con un reparto coral en el que destaca el veterano Brian Cox (Troya) como el jefe del grupo de agentes protagonista de la historia.
The Game ahonda en el espionaje desde el punto de vista británico, un tema que también asomaba en la serie de la BBC The Hour. “Creo que el trabajo del espía y el verte forzado a permanecer en la sombra es interesante para el público. Antes de la Guerra Fría también existían espías, el espionaje siempre ha estado ahí y siempre ha sido intrigante”, dice Hughes mientras trata de explicar el porqué de esa atracción por las historias de espías.
TITULO: Al Médico - Rescatan a un conductor tras caer 20 metros por un barranco en Nuñomoral,.
Rescatan a un conductor tras caer 20 metros por un barranco en Nuñomoral,.
La Guardia Civil explica que el descenso para socorrerlo se hizo complicado, tanto por el desnivel que presentaba el terreno como por la vegetación de la zona,.
foto / La Guardia Civil rescató a un conductor el pasado sábado tras sufrir un accidente de circulación con su vehículo, cayendo desde una altura de 20 metros y quedando atrapado en él.
Los hechos tuvieron lugar el pasado día 27 de agosto, cuando agentes del Puesto de Nuñomoral (Cáceres), recibieron aviso de un accidente de circulación ,.
TITULO: Tarde de café - Fútbol -El fútbol con impuesto de sucesiones,.
Tarde de café - Fútbol -El fútbol con impuesto de sucesiones, fotos,.
El fútbol con impuesto de sucesiones,.
Con el deporte sucede lo mismo que con cualquier herencia sentimental familiar, se traspasa en cajas, en una mudanza emocional irrenunciable,.
Mi hermana me envía una foto por Whatsapp, algo que se repite con frecuencia. Los Whatsapps con las maternidades y paternidades pasan de contener texto a almacenar únicamente imágenes. Es una fotografía de su hijo, mi sobrino, de cuatro años. El escenario es tan familiar como nuestro apellido: se ve el aparcamiento que hay frente al Estadio Municipal de Balaídos. Hubo un tiempo en el que el viejo estadio soportaba columnas de hormigón tapizadas con los nombres de los abonados del club. Una tarde, junto a mi padre, nos dedicamos a buscar nuestros nombres a ver si aparecían en alguna parte. Era la forma de validar nuestra pertenencia al Celta, más allá de una postal de Navidad que nos llegaba cada mes de diciembre y que desplegábamos ceremoniosamente sobre la mesa del salón. Ahora Balaídos se ha reformado. Las viejas columnas han perdido su gris mortecino. Pero el escenario es el mismo. Mi sobrino aparece de espaldas, con las manos entrelazadas. Parece que estuviese viendo alguna obra en construcción después de desayunar un cortado leyendo el periódico. Viste la equipación del Celta azul y dorada. Las equipaciones de fútbol siempre lucen mejor en los niños, parecen más especiales, más auténticas; es una cosa que supongo que las marcas tendrán en consideración. Mi sobrino espera la llegada de los jugadores antes del partido, como aquel crío entusiasmado a quien su padre llevó a ver el hielo por primera vez.
Si cierro los ojos, doy un salto en el tiempo y aparezco, junto a mi hermana, en exactamente la misma posición, a la misma edad, con peor tiempo, peor chándal, esperando a jugadores del Celta de apellidos yugoslavos. Con el fútbol, en realidad, sucede lo mismo que con cualquier herencia sentimental familiar -la música, el arte, el cine, la pesca, la religión, la repostería-: se traspasa en cajas, en una mudanza emocional irrenunciable. En la película Cinco Lobitos aparece la herencia de las anchoas rebozadas, abiertas en canal sobre el fregadero, exudando sangre. En el libro Poeta Chileno la herencia entre Gonzalo y Vicente es la poesía. En la película Lady Bird la herencia es la pasión por Steinbeck y Las uvas de la ira. Siempre hay una herencia.
En muchos hogares la herencia es un equipo de fútbol. Y las ausencias en casa, las incomprensiones mutuas, se convierten en presencia y comprensión dentro de una grada. Poco después de fallecer su padre, el escritor Juan Villoro escribió que: “Tengo pocos recuerdos de mi padre en una casa, tengo muchos en un estadio. Parco en sus afectos, jamás me dijo que iba ahí porque eso me gustaba”. Sucede que cuando un padre o una madre lleva a un hijo a una hija al estadio no le cuenta por qué lo hace, simplemente se establece un consentimiento tácito y expreso para convertir ese lugar en un territorio compartido, a menudo exclusivo. Y, al cuarto partido o al quinto, cuando ya reconoces los espacios y, más allá de eso, los empiezas a sentir tuyos, dejas de hablar de los jugadores como “ellos” y pasas a utilizar la primera persona del plural. El equipo ya no está bien o mal, nosotros estamos bien o mal. No están líderes, estamos líderes. Tal vez haya algo freudiano ahí.
En su libro Homo emoticus, el experto en emociones Richard Firth-Godbehere habla de los estadios como ‘refugios emocionales’, sitios en los que se rompen momentáneamente los corsés sociales y las normas emocionales se deshacen. Eso es Balaídos, nuestro refugio emocional. Si soy sincera he estado a punto de no enviar esta columna. Temo que algún político descubra que esto del fútbol también se hereda y nos cargue un impuesto de sucesiones extraordinario. Imaginaos la rutina tediosa del papeleo, llegar al despacho de abogados con documento amarillo que diga: La legataria reconoce haber heredado el amor por, qué sé yo, el Racing de Santander. “En fin, ¿esto por cuánto me sale?”.
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