TITULO: Atención obras - Cine - Nico: princesa y mártir ,. . Jueves -6, 13 - Octubre ,.
Jueves - 6, 13 - Octubre a las 20:00 horas en La 2, foto,.
Nico: princesa y mártir,.
Su belleza fue su maldición. Cayó en la música por casualidad, sin la preparación mínima para sobrevivir,.
¿En qué se nota que te has convertido en artista de culto? Fácil: cuando te han dedicado más películas (documentales, biopics) y obras de teatro que discos editados durante tu vida. Incluso, puede que se hayan publicado más libros sobre tu persona que discos propios. La paradoja: vende tu mitología, pero no tu obra.
Todo eso ocurre con Nico (1938-1988). El último tomo salido al mercado es You Are Beautiful & You Are Alone. La biografía de Nico (Contraediciones), de Jennifer Otter Bickerdike. La autora presume de que se trata del primer libro sobre Nico escrito con perspectiva de género aunque la verdad es que casi todas las películas y obras de teatro anteriores venían firmadas por mujeres comprometidas.
Jennifer Otter Bickerdike entrevistó a más de cien personas para su biografía, aunque la mayoría repiten lo que habían contado en proyectos anteriores y parecen empeñados en pelear con los tópicos consolidados sobre Nico más que en aportar visiones frescas. Es cierto que Nico fue víctima del edadismo, con periodistas masculinos (y, a veces, femeninos) que deploraban su deterioro físico y se callaban sobre los efectos de su adicción a la heroína, entonces asunto todavía tabú. El problema de Nico para cualquier biógrafo es que mentía como una bellaca. Hablando de la Segunda Guerra Mundial, asegura que se negaba a “lavarse con jabón hecho de huesos humanos, a ponerse ropa confeccionada con pelo humano, a usar lámparas cuyas pantallas eran piel humana tatuada”. Es posible que todos esos horrores o similares se produjeran en algún campo de exterminio, pero las SS se cuidaban muy mucho de impedir que llegaran a los civiles alemanes.
¿Importa eso? Sí, ya que Nico protagonizaba provocaciones como cantar el himno Deutschland über alles en la versión íntegra que emocionaba a los nazis. Y luego ponía cara de inocente y explicaba que “¡tiene una melodía tan bonita!”. Su supuesto odio a los judíos casa mal con sus relaciones íntimas con Bob Dylan o Lou Reed. La tantas veces repetida anécdota de que fue violada por un soldado afroamericano, posteriormente fusilado, cae por los suelos al no aparecer rastro de papel del juicio y la ejecución.
Es muy probable que, recién llegada a aquel nido de víboras que era la Factory, Nico se sintiera obligada a epatar a Andy Warhol y compañía. Y eso que tenía mejor currículo que los demás: una notable carrera como modelo; un papel en La dolce vita, de Fellini; un hijo con Alain Delon. Atención: el actor se negó a reconocer al niño, conocido como Ari, que fue criado en Francia por sus propios padres, es decir, por sus abuelos paternos. Otter Bickerdike sabe, como el resto del mundo, que Delon era un mal bicho, pero sorprende que la autora no haya indagado más en las causas de aquel rechazo. Aunque Delon solo tendría que explicar que Nico era un peligro andante: cuando recuperó a Ari, su madre no tardó mucho en introducirle en el vértigo de los opiáceos..
Lo cierto es que pocos salen indemnes de You Are Beautiful & You Are Alone. La biografía de Nico. Ni la autora, que evita analizar la música de Nico. Muchos de los miembros de su camarilla se convirtieron en sus groupies (masculinos), otros se apuntaron a su modesto modus operandi: con base en Manchester, recorría locales de la Europa continental, cobrando cantidades mínimas y siempre con el temor a quedarse sin su medicina. Muy chungo. ¿Excepciones? Quizás John Cale, ex compañero en The Velvet Underground, generalmente dispuesto a funcionar como su productor discográfico, aun sabiendo que no despachaba grandes cantidades de discos. Y almas cándidas como Iggy Pop, en los años de los Stooges, todavía agradecido a Nico por enseñarle la técnica del cunnilingus.
Y el final. Había pasado a la metadona, que le permitía una existencia más tranquila. Retornó a su querida Ibiza. Pedaleaba en su bicicleta cuando sufrió una insolación y cayó desmayada. Quizás podría haber sobrevivido, pero fue rechazada en tres hospitales antes de ser acogida en un cuarto establecimiento, Can Misses, donde miraron sus brazos agujereados, decidieron que era una yonqui más y que ya se le pasaría. Se equivocaron.
TITULO: Detrás del instante - Los universos de Patti Smith y Nico convergen por fin ,.
Miércoles -5, 12 - Octubre a las 20:00 horas en La 2 / foto,.
Los universos de Patti Smith y Nico convergen por fin,.
La autora de 'Horses' canta poemas de la musa de la Velvet Underground en el nuevo disco del grupo Soundwalk Collective,.
Dejando a un lado su colaboración con Velvet Underground -una imposición de Andy Warhol al grupo, que desde el principio contó con el rechazo de Lou Reed-, el legado musical de Nico ha tardado décadas en ser valorado. Su imagen de yonqui acabó devorando cualquier mérito artístico cultivado en solitario. Sin embargo entre 1968 y 1970 grabó The Marble Index y Desertshore, hoy obras capitales para músicos como Antony, Björk, Patrick Wolf, Soap & Skin o Agnes Obel. Contenían música de raíz europea y ajena al rock, creada por una mujer que tiñó su pelo de negro para que dejaran de destacar su belleza y de asociarla al chic urbano de Warhol. La llegada del punk propició que su figura fuese reivindicada por una generación de mujeres que impusieron un lenguaje musical propio. Una de ellas, quizá la que lo hizo de manera más obvia, fue Siouxsie.
En el caso de Patti Smith, que anticipó esa misma generación, la vinculación con Nico ha sido más velada. Ambas frecuentaron el mismo Nueva York de finales de los años sesenta y principios de los setenta, cuando estar en la parte trasera del club Max’s Kansas City significaba estar entre los elegidos de la vida artística de la ciudad. En 1968, Jim Morrison animó a Nico a que escribiera letras con imágenes que recordara de sus sueños. El cazatalentos Danny Fields, su amigo, consiguió que grabase un disco para el sello Elektra que dejaría congelados a quienes escucharon aquella música, presidida por el sonido mortuorio de un armonio. Por su parte, Patti Smith, entonces unida a Robert Mapplethorpe, buscaba una voz artística que llegaría primero en forma de poemas y después de rock & roll. En su devocionario creativo proliferaban nombres femeninos que aflorarían en su obra poética: Anna Karina, Jeanne Moreau, Edie Sedgwick, Jeanne Hébuterne, Anita Pallenberg... Su interés en Frida Kahlo, Billie Holiday o la propia Nico tardaría más en verse reflejado.
Killer Road, disco del grupo neoyorquino Soundwalk Collective, donde Smith ejerce como vocalista invitada, materializa su interés por la críptica Nico, algo que en cierta manera resultaba inevitable aunque rara vez fuera tangible. Su recitado convierte algunas de sus letras en poemas y da vida a versos inéditos de la cantante, cubriendo entre susurros un manto electrónico, elaborado en algunos casos a partir de samplers de su armonio y de los grillos de Ibiza. Asegura Stephan Crasneanscki, líder de Soundwalk Collective, que eso es lo que Nico se detuvo a escuchar el torrido mediodía ibicenco de julio de 1988, cuando sufrió en medio del campo el ataque cardiaco que acabaría con su vida. Jesse Smith, hija de Patti y de Fred “Sonic” Smith, también presente en Killer Road, explicaba a la revista británica Mojo que sus padres solían ponerle los discos de Nico cuando era niña.
El único encuentro entre ambas artistas documentado hasta ahora ocurrió en París, en 1978. Alguien le había robado el armonio a Nico, y Patti Smith lo sacó de la tienda de empeños en la que había acabado. Michel Esteban, empresario francés enamorado del underground neoyorquino, fotografió el encuentro. Richard Witts, autor de la reveladora biografía Nico, recogía las impresiones al respecto de la protagonista, un personaje que parecía provenir de un mundo paralelo al nuestro. En aquella declaración, asociaba erróneamente el álbum Horses al caballo, y describía de este modo a su benefactora: “Al pasar de escribir a cantar [Patti Smith] se convirtió en la versión femenina de Leonard Cohen; y a mí me caía bien porque era delgada pero fuerte […] Volví a tropezarme con ella en París y allí empecé a conocerla mejor. Sentía como si fuera mi hermana porque además era como la doble de Philippe Garrel -el realizador de cine con el que Nico tenía entonces una relación sentimental y artística- y me gustaba estar con ella”. Con Killer Road, ambas están unidas al fin a través del arte.
TITULO:TARDE DE CINE CON -Penélope Cruz hasta hace de Raffaella Carrà,.
Penélope Cruz hasta hace de Raffaella Carrà,.
foto / La actriz canta, baila y encarna en italiano a una ‘mamma’ en ‘L’immensità’, de Emanuele Crialese. ‘The Whale’, de Darren Aronofsky, propone un extraordinario y descarnado retrato de la obesidad y la soledad,.
La cámara siempre ha amado a Penélope Cruz. La cuida, la disfruta, la admira. Tras tantas aventuras juntas, ambas se conocen de sobra. Y, aun así, siempre descubren algo nuevo. Tal vez por eso, en el arranque de L’immensità, el foco se acerca a milímetros del rostro de la actriz, en busca de algún destello escondido. Aunque la auténtica revelación llega unas secuencias más tarde: suena Prisencolinensinainciusol, de Adriano Celentano. Y la intérprete baila desenfrenada en la piel de Raffaella Carrà.
Pocas extranjeras se atreverían a encarnar a tamaño mito de la música italiana. Y, más en general, a convertirse durante una hora y media en una mamma en Roma, con cambio de idioma incluido. El año pasado, Cruz trajo a la Mostra de Venecia dos papeles, y se llevó una copa Volpi a la mejor actriz. En esta edición repite doblete —protagoniza En los márgenes, de Juan Diego Botto—. Está claro que el festival, e Italia, la han adoptado. Sin embargo, L’immensità, de Emanuele Crialese, no fue recibida con los brazos tan abiertos.
“Ha sido una suerte haber estudiado francés antes que inglés. A los 18 me empezaron a llamar de Italia y aprendí la lengua. Da mucho más trabajo, pero ayuda para acercarte a un personaje y su manera de comunicar. Me siento afortunada de actuar en cuatro idiomas. Aunque la única vez que quizás pude perder el acento del todo fue en No te muevas [de Sergio Castellitto]. Pero fue un trabajo de cinco meses de llorar y querer estrangular al profesor y él a mí”, afirmó Cruz ante la prensa. Para sus respuestas, le bastó desplegar el español y el inglés. Y no hubo lágrimas. Solo aplausos y sonrisas.
L’immensità se centra en una chica a la caza de su lugar en el mundo. La llaman Adriana, pero ella se siente Andrea (nombre masculino en Italia). Y el vínculo con su madre, además de la pasión de ambas por danza y música, parece el único oasis de una vida que no la entiende. “Las dos están atrapadas. En un cuerpo, un matrimonio, sí mismas... No tienen escape, plan B. El único es la televisión, que les conecta con soñar, bailar, con otro mundo, algo más cerca de lo que creen que son”, dijo Cruz respecto a su personaje. Y sobre la recurrencia con la que cría hijos en la pantalla, agregó: “He representado a tantas madres… cinco solo con Pedro Almodóvar. Tengo un instinto maternal muy poderoso. Desde los cinco años ya decía: lo seré lo antes posible. Y me fascina mucho lo que sucede dentro de cada familia”. Aunque la actriz subrayó que el filme también habla de “violencia doméstica”.
Toda la jornada de concurso en la Mostra, en el fondo, estuvo dedicada a los hijos. Recuperar a su pequeña Ellie es lo único que le queda a Charlie, un hombre en la fase final de su hundimiento. Pero, de paso, The Whale, de Darren Aronofksy, ofrece a los espectadores uno de los retratos más descarnados e incómodos de la soledad, la obesidad y el derrumbe que se recuerden. Con emoción y arte, con verdad, sin condescendencia. Y Brendan Fraser muestra un tamaño y una interpretación enormes, a la que muchos ya asignan premios.
Les enfants des autres, de Rebecca Zlotowski, en cambio, parte de un enfoque distinto: Rachel aprende a encariñarse con la hija de su nueva pareja a la vez que reflexiona sobre su maternidad. ¿Puede querer de verdad al hijo de otro? ¿Y por qué entonces desea uno propio? Una perspectiva original, y hoy cada vez más actual. Tanto que al parecer está inspirada en la relación entre la directora y su compañero de profesión Jacques Audiard. Pero la sigue un desarrollo previsible, inocuo. Y eso que describe la revolución más arrolladora de la vida.
Algo parecido lastra L’immensità. Nada disgusta, pero nada tampoco asombra. Ni el guion, ni la dirección, ni las interpretaciones. “Es la película que siempre he querido hacer”, ha repetido Crialese. La prensa italiana, de hecho, lleva días interrogándose sobre sus tintes autobiográficos. De tanto esperar, sin embargo, es probable que el cineasta haya llegado tarde. Porque, mientras, adolescentes en crisis de género e identidad, madres compasivas y padres violentos ya han llenado otras historias. Las coreografías familiares a lo Raffaella Carrà y algunos momentos íntimos entre madre e hijos destacan como lo mejor del largo. Pero es improbable que haga mucho rumore en el palmarés.
The Whale, al revés, se reserva un sitio en la noche final del certamen. Quizás, incluso en más galas de la temporada. “Muchos de nosotros han perdido tanto estos años. Y ha habido un corte en las conexiones humanas. Esta obra habla de meterse en la piel de los otros y es lo que necesita el mundo”, afirmó Aronofsky. Aunque, para el creador, el confinamiento también sirvió de inspiración: “No me parecía responsable hacer un gran filme. Pero para este solo necesitaba a cinco actores. Y pensé: ‘Vamos a ver qué sucede si me limito a un apartamento y un personaje poco móvil”.
Lo que ocurrió fue The Whale, adaptación de la obra teatral homónima y casi autobiográfica de Samuel D. Hunter. Y el regreso de Aronofksy a Venecia, donde triunfó con El luchador y Cisne negro, pero también se estrelló: su Madre es la película más abucheada de la historia reciente del festival. Esta vez, solo ha habido aplausos.
La pantalla se vuelve cuadrada. Y tan solo muestra un espacio: la casa de Charlie. El espectador, de inmediato, está atrapado. Igual que el protagonista, encerrado en sus errores y en una tragedia que le llevó a comer hasta construirse una cárcel de 260 kilos. “Es casi poético que el trauma que sobrelleva se manifieste a nivel físico”, defendió Fraser. Aunque su mente viaja con absoluta agilidad, y lleva consigo al público a lugares profundos, ocultos dentro de cada uno. Como dijo Aronofksy: “No se puede juzgar a un libro por una portada, a un personaje por la primera impresión”. Él mismo reconoció que era un pensamiento obvio. Probable. Pero, aun así, quiso compartirlo con todo el mundo. Por algo será.
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