'La Hora Musa', presentado por Maika Makovski ,
a las 22:55 horas, en La 2 martes - 1- Octubre - Septiembre , foto.
Lo haces todo mal,.
La
ventaja que tenía el cristianismo como rector de la moral pública era
que ofrecía algún aliviadero. La Cuaresma tenía unos límites temporales,
quiero decir. Siempre llegaba, tras cuarenta días de purificación,
aquella revancha de los licenciosos de la que hablaba el Libro de Buen Amor:
«A la tarde siguiente, el Sábado de Gloria, don Carnal, al lado de su
mejor aliado, don Amor, de don Almuerzo y de doña Merienda, entra por la
ciudad sobre un carro musical que representa su avasallante victoria.
El Domingo de Resurrección, un nuevo aire -un aire de abril- puede
respirarse en cada rincón». Ahora que, cumplida la sagaz profecía de
Chesterton, liberados de Dios hemos empezado a creer en cualquier otra
cosa, se nos trata de imponer una Cuaresma infinita. Ahora volveré sobre
este adjetivo, tan asfixiante.
El canadiense Justin Trudeau
protagoniza la parábola perfecta de la nueva Cuaresma porque antes de
que comenzara se dio el homenaje de disfrazarse. La prensa local asegura
que su reelección como primer ministro peligra por la publicación de
una fotografía de hace 18 años en la que aparece disfrazado de Aladino
con el rostro ennegrecido con betún. El rigor del nuevo sacerdocio
invita a la nostalgia del cirio. El disfraz es siempre una caricatura, porque caricaturizar es la forma más fácil de hacer reconocible el retrato.
El disfraz es, ante todo, una transgresión y si no no tiene sentido. Si
el disfraz es benévolo no es liberador y eso lo define. Si una coruñesa
se viste de flamenca para ir a la Feria de Sevilla, nadie dirá que va
disfrazada de andaluza. El disfraz no es vestirse de o vestirse como. Es
otra cosa.Conectar al lúdico Aladino de Trudeau con la violencia simbólica del blackface es una de tantas frivolidades de acomodados con mala conciencia. Es la pulsión del oprimido, en torno a la cual florece un lucrativo negocio conformado por el notable excedente de estudiantes de letras que producen las sociedades avanzadas. Principalmente periodistas sin oficio. Hay ahora un tipo de corresponsal cuya única ocupación es una opresión muy específica. Son como tribunos de la identidad, que trabajan con una jerga recién inventada y se dedican a decirle a su tribu lectora -término nada metafórico- por qué debe sentirse ofendida. Las razones siempre remiten a una tradición antiquísima de gentes con las que, a pesar de las apariencias, ni él ni su tribu tienen absolutamente nada que ver. Hay una anécdota que suele contar Arcadi Espada de Sidney Poitier y que zanja la cuestión. El actor -los tribunos añadirían que racializado- estaba rodando en África, supongo que The Wilby Conspiracy (La Conspiración, 1975), y un bienintencionado compañero le preguntó: «Sidney, ahora que estamos África, ¿no sientes tus raíces?». Poitier contestó: «Algo noto. Pero es improbable que atraviesen la suela de mis Gucci».
Me he dejado un adjetivo por el camino. Vuelvo a por él. La Cuaresma que propone nuestra jovencísima curia del progreso no contempla el desahogo. Opera siempre y en todo lugar, porque además considera que el contexto es una mera excusa. No hay un ámbito privado en el que aflojarse el corsé moral. De ahí que los mermados partisanos de don Carnal, ya irremisiblemente calificados de conservadores, celebren como una conquista cuando se pilla a catequistas como Trudeau en un renuncio tan hermoso. Se dejan llevar por el entusiasmo y por la grima que les produce el personaje, que ha dopado su liderazgo con un glamour posmo de una teatralidad agotadora. Pero gana de nuevo la Cuaresma. Trudeau se prestó al auto de fe: «Lo importante es que hice algo que estaba mal, todo lo demás da igual».
Ni hizo algo que está mal ni el resto da igual. El blackface es sólo la excusa esta vez. En las hojas parroquiales abundan las galerías de fotos que, bajo el título «315 famosos con disfraces racistas», censura que uno se travista de cualquier cosa excepto de uno mismo o de los que se le parecen, es decir que, alineadas las hojas parroquiales en estricta ortodoxia cuaresmal, lo que censuran es que la gente se disfrace. No vayan a pasarlo bien.
La infinitud de la nueva Cuaresma se explica porque es la antitradición y este es su rasgo más opresivo, es un código que se va escribiendo a un ritmo frenético en estos boletines -las citadas hojas parroquiales socialcuaresmales- especializadas en decirte todo lo que haces mal. Uno se imagina a los redactores talluditos de estas publicaciones en un exilio interior muy parecido, por más que invertido, al del inolvidable Pereira de Tabucchi, obligado a llenar de escritores católicos la sección de Cultura del Lisboa: «A mi periódico no le gustan las personas frívolas».
La codificación de todo lo que haces mal ya es extensa -digamos que sólo un Bartleby muy tardío podría ya evitar el infierno- y cientos de nuevas restricciones se publican cada día. Esto garantiza el trabajo de los tribunos, que disponen de un catálogo interminable de acciones hasta hoy cotidianas y que mañana servirán para condenar a cualquier infeliz.
Te duchas mal, comes mal, amas mal, te diviertes mal, te ríes mal, bailas mal, bebes mal, viajas y en definitiva eres mal tú mismo, que en realidad deberías ser otro. No está garantizado que todas estas prevenciones vayan a evitar el apocalipsis que, por culpa de nuestros malos actos, sin duda se nos avecina. Lo que sí es que lo hacen muy deseable.
TITULO:
Cachitos de hierro y cromo -La boda de Feliciano López y Sandra Gago: la pareja publica las primeras fotos ., .
Martes - 1- Octubre,.
Martes -1- Octubre a las 22:00 horas en La 2, foto.
La boda de Feliciano López y Sandra Gago: la pareja publica las primeras fotos,.
Sandra Gago ha compartido seis fotografías de su boda en Instagram
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