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jueves, 29 de febrero de 2024

REVISTA FARMACIA - Adolescentes y salud mental: «Se 'psiquiatrizan' casos para tratar sufrimientos normales de la vida» ,. / CAFE, COPA Y Documental - Los esqueletos de esponjas del Caribe sugieren que el planeta ha sobrepasado el 1,5ºC de calentamiento , . / El escarabajo verde - Somalia: crisis climática y destierro ,. / Días de cine clásico - Cine - El hombre que mató a Liberty Valance , Miercoles -13 , 20 - Marzo ,./ Un país para escucharlo - La nueva Barcelona ,.

 

 TITULO: REVISTA FARMACIA -  Adolescentes y salud mental: «Se 'psiquiatrizan' casos para tratar sufrimientos normales de la vida» ,. 

REVISTA FARMACIA -  Adolescentes y salud mental: «Se 'psiquiatrizan' casos para tratar sufrimientos normales de la vida»  , fotos,.

 

Adolescentes y salud mental: «Se 'psiquiatrizan' casos para tratar sufrimientos normales de la vida»,.

Varios expertos advierten que muchos jóvenes se creen enfermos, por lo que ven y escuchan, «pero no lo están»,.

 Adolescentes y salud mental: «Se 'psiquiatrizan' casos para tratar sufrimientos  normales de la vida»

Los expertos en salud mental advierten de que se está produciendo una «invasión» de encuestas basadas en consultar a las personas cómo se encuentran. «Es cierto que tienen un valor informativo, pero debe pasar tiempo para tener una tasación exacta, de rigor científico, que nos descubra cómo es el estado de la salud mental de los jóvenes», puntualizó José Antonio Luengo, decano del Colegio Oficial de la Psicología (COP) de Madrid durante la celebración del foro de ABC 'Adolescentes y salud mental', que puedes ver en vídeo completo aquí. 

 

Por su experiencia profesional, María Velasco, psiquiatra del Hospital Ramón y Cajal y autora de numerosos libros como 'Criar con salud mental', aseguró que, sin esperar a estas encuestas, «porque las tasas de suicidio juveniles han aumentado, así como los ingresos psiquiátricos», puede afirmar que trata a chicos que sufren mucho por tener grandes carencias, por estar muy conectados a las redes sociales, sentirse solos, que tienen muchas cosas que son efímeras, no les llenan, y no saben hacia dónde encaminar su vida y, por ello, presentan una sintomatología mayor. «No obstante –resaltó– también es cierto que tenemos una sobre psiquiatrización del sufrimiento porque las personas en la vida pasamos por muchas situaciones y ahora los jóvenes son más frágiles y vulnerables al contar con menos fortalezas y resistencia ante las adversidades. Creo que se están 'psiquiatrizando' casos para dar salida a un sufrimiento humano que es normal. Hay jóvenes que se sienten tristes y ven en las redes que deben autolesionarse y, al final, acaba pareciendo que tienen un trastorno psiquiátrico, cuando en realidad son jóvenes normales y frágiles que expresan su malestar de una manera psiquiatrizada».

Raül Adames, director del área de Colegios CEU, aseguró que si antes de la pandemia ya observaban un aumento de este tipo de problemas en las aulas, después del confinamiento se han encontrado muchas situaciones de gran dificultad que hay que asumirlas de una manera profesional porque son casos que no se pueden tratar de forma voluntarista. «La prevención, por tanto, pasa por una formación muy profunda de nuestros profesionales para que sepan cómo tratar a estos alumnos en los centros escolares». Del mismo modo, animó a los padres a ir muy unidos, de la mano de los colegios, «porque en las aulas detectamos lados del prisma de la personalidad de los hijos que en casa no es fácil ver y cuando estamos en contacto podemos ayudar a que ese acompañamiento, ese crecimiento de los chavales, sea más adecuado».

Responsabilidad social

A este respecto, María Velasco destacó el efecto que tiene la soledad que sienten muchos jóvenes, en la mayoría de los casos por la escasa posibilidad de conciliación de sus padres. «Se trata de una responsabilidad social más que de los progenitores, porque los padres viven en un ambiente muy complejo, de muchísima exigencia». Señaló que se debe a que vivimos de forma mucho más impersonal, lejos de nuestras familias de origen, de los vecinos de toda la vida... «Antes, cuando se criaba a los hijos te ayudaban muchas personas, pero ahora los padres están muy solos y bajo la presión de demasiadas exigencias. Si esto está pasando hoy, hay que replantearse como una responsabilidad social qué hacer de manera preventiva. Podemos abrir muchísimas unidades de psiquiatría, hacer que ingresen los adolescentes, medicarles, diagnosticarles, estigmatizarles e impedirles que tengan una vida saludable, o podemos invertir en políticas de prevención para proteger ese entorno familiar y saber qué necesita un niño para crecer saludable».

Sentir cierta satisfacción

El decano del COP añadió que «es imprescindible establecer los parámetros de vida que antes funcionaban y permitían vivir con cierta satisfacción. Hoy, los modelos de vida de los progenitores les obligan a estar mucho tiempo fuera de casa con una gran exigencia profesional, y al regresar lo hacen con sus limitaciones y no siempre tienen energía y sosiego para atender las demandas de los hijos. Como señalaba el Observatorio de la Soledad, la juventud es el sector de población con más porcentaje de personas que se sienten solas, por encima de los mayores. Y es que antes los jóvenes jugaban en la calle, se relacionaban, aprendían, y, lo más importante, desarrollaban su autonomía e independencia. Están cambiando tantas cosas que los más vulnerables son siempre los damnificados: niños y adolescentes».

En esta misma línea se manifestó Raül Adames, quien aseguró que un factor protector ante esta situación es el diálogo. Explicó que hay adolescentes a los que les cuesta mucho expresar su interioridad, no saben mostrar sus sentimientos, «mientras los padres, por falta de tiempo, pretenden mantener con ellos una conversación unidireccional; es decir, que el adolescente les cuente cómo se siente, pero los progenitores no le explican nada suyo. Si no hay un diálogo bidireccional, no se genera un clima adecuado para que el joven verbalice lo que siente».

Confesó que en los colegios muchas veces son los propios compañeros los que avisan al ver algún comportamiento extraño en un alumno. «En nuestros centros tenemos muy instaurada esta conciencia de colaboración. Este tipo de situaciones a veces desbordan a los colegios por no disponer de los medios adecuados. No podemos pretender que los orientadores conozcan todos los protocolos y maneras actuar, pero en nuestro caso, dentro del Programa Mentis, contamos con un equipo de tres psicólogas que actúan, apoyan y dan recursos a toda una lista de posibles casos para ofrecer una respuesta profesional y adecuada».

José Antonio Luengo resaltó que un estudio de la Fundación Manantial asegura que de cada diez chicos que dice tener un problema de salud mental, 6 reconoce que ese autodiagnóstico lo ha extraído de conversaciones con amigos o familiares, o de redes sociales. «Ojo con esto. Dicen tener depresión, ansiedad... sin haber pisado la consulta de un especialista. Es decir, hay a veces tal inflación de estos conceptos que se creen enfermos cuando no lo están».

María Velasco recalcó el caso de una niña de 10 años que publicó en internet que sufría mucho. Inmediatamente se la invitaba a suicidarse, indicándole métodos porque ni sus padres ni ella sufrirían. «Es un asunto muy serio y peligroso. No son conscientes de que el sufrimiento, la frustración o la incertidumbre son emociones necesarias que nos ayudan a pensar, avanzar, crecer... Es decir, la sensación de bienestar, de serenidad... son momentos vitales a los que llegamos si los luchamos y trabajamos. Sin embargo, esas malas sensaciones las buscan en redes sociales en las que les dicen supuestamente lo que eso significa y les da un sentido patológico de que 'yo tengo una enfermedad' y no solamente eso, sino que va a haber alguien externo, un psiquiatra, que me va a dar un medicamento mágico, que me va a quitar todo lo que me pasa. Es decir, no voy a tener ni que pensar: yo deposito el malestar en un sitio y se me va a devolver como una sensación de bienestar, no tengo que hacer ningún proceso mental por el camino. Los adolescentes están perdiendo la salud mental, sí; pero eso no es lo mismo que tener un trastorno mental».

Advirtió esta psiquiatra que todo esto hay que trabajarlo desde la infancia. «Todo se construye en esta etapa para que al llegar la adolescencia sepan expresar sus emociones, tener criterio, escuchar, apoyarse en otros...».

Coincidió con ella José Antonio Luengo al asegurar que los padres no pueden esperar a hacer todo esto en la adolescencia «porque es perder la oportunidad de modelarles. Los padres tenemos que desperezarnos. Educar no es fácil, y ahora menos».

Diferencias

Para diferenciar un problema de salud mental de un trastorno, María Velasco recomendó a los padres que se fijen en la discapacidad o afectación que esas emociones o pensamientos producen en la vida del adolescente. Si lo está pasando mal, pero sigue sacando buenas notas, entrando y saliendo de casa con sus amigos... o no. «No obstante, a mí me preocupa un adolescente que es muy bueno, que cumple todas las normas, que estudia, que se pasa el día callado, metido en su habitación... Los extremos no son buenos. Esto es lo que nos debe hacer ir a consultar con un especialista, por supuesto infanto-juvenil, una especialidad que ya se ha reconocido a nivel de psicología de psiquiatría».

Luengo insistió en que los padres trasladen a sus hijos el mensaje de que les van a acompañar de manera incondicional «y de que la adversidad no es una enfermedad, es un reto, una ventana que se nos abre para superar conflictos y superamos», concluyó.

Los esqueletos de esponjas del Caribe sugieren que el planeta ha sobrepasado el 1,5ºC de calentamiento,.

Un estudio con datos que se remontan 300 años defiende que el calentamiento de la era industrial comenzó a mediados de la década de 1860,.

 Imagen de archivo de un fondo marino

foto /  Imagen de archivo de un fondo marino,.

Frente a la costa de Puerto Rico y a una profundidad de hasta 90 metros, unas longevas esponjas marinas pueden guardar en su esqueleto la clave sobre la temperatura global a la que se encuentra el planeta. El análisis de ejemplares 'Ceratoporella nicholsoni' con hasta 300 años de antigüedad sugiere que la superficie del océano se ha calentado más de lo que se pensaba y que el planeta podría haber superado los 1,5ºC de calentamiento preindustrial, según un estudio publicado en 'Nature Climate Change'.

En concreto, los investigadores apuntan a que entre 2018 y 2022 el calentamiento podría haber alcanzado incluso los 1,7 grados sobre los niveles preindustriales, y que podrían superar los 2 grados para finales de esta década. En el Acuerdo de París, sin embargo, los países se comprometieron a evitar un calentamiento a partir del cual se multiplica el riesgo y la intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos como las olas de calor, las inundaciones o el aumento del nivel de mar.

Sin datos directos fidedignos tan antiguos, los investigadores obtienen esta conclusión gracias a los 'archivos naturales', estas esponjas coralinas que acumulan estroncio y calcio en sus esqueletos. La relación entre ambos actúa como un termómetro histórico, con valores más bajos durante los períodos más cálidos y valores más altos durante los períodos más fríos. Según sus datos, el calentamiento de la era industrial comenzó a mediados de la década de 1860, más de 80 años antes de que se iniciaran registros instrumentales de temperatura de la superficie del mar, por lo que dicen que la línea de base para calcular impactos climáticos debería comenzar en 1700, y no en 1850, como se hace en la actualidad. 

Los autores sugieren que estos hallazgos tienen implicaciones para las proyecciones actuales del calentamiento global, y teniendo en cuenta la nueva línea temporal, amentarían 0,4 grados a las estimaciones de calentamiento actuales.

El artículo ha generado cierta controversia. «Este calentamiento temprano de la era industrial, si es real, casi con certeza no es causado por el ser humano, no es un calentamiento causado por la industria. Nuestros modelos de impactos del calentamiento climático se basan en el calentamiento en relación con 1850-1900, y cambiar la definición de la línea de base preindustrial no empeora estos impactos esperados«, ha asegurado Yadvinder Malhi, catedrático de Ciencias del Ecosistema en el Instituto de Cambio Ambiental de la Universidad de Oxford (Reino Unido), a SMC Reino Unido. 

 

TITULO: El escarabajo verde - Somalia: crisis climática y destierro,.

Somalia: crisis climática y destierro,.

 Campamento para desplazados internos de Kaxaarey en Doolow, Somalia

 foto / Campamento de Latam en Dolow, en Somalia.

Con tres millones de desplazados por la sequía, este país es un ejemplo del drama de los refugiados climáticos, aún no reconocidos por el derecho internacional. Al campamento de Kaxareey llegan cada día familias que se han quedado sin sustento,.


En la antigua mitología somalí, el destino del universo estaba ligado al amor entre un toro y una vaca. El cosmos reposaba en equilibrio entre los cuernos del toro y los de su amada, que estaba frente a él, atada a un palo. El toro, y este era el secreto del orden cósmico, no apartaba jamás su mirada de la vaca. Pero cuando ella retiraba la suya, se producía una perturbación física que provocaba desastres naturales en la Tierra. La ciencia ha acabado demostrando que estos fenómenos tienen más que ver con el calentamiento global que con los amores bovinos. Los desastres naturales son cada vez más frecuentes en Somalia, en forma de inundaciones o sequías, la última de las cuales ha malogrado las seis últimas temporadas de lluvias. Y los resecos esqueletos de los toros y las vacas, lejos de los olimpos mitológicos, salpican ahora los caminos de esta tierra árida. Reliquias de una vida de pastoreo que el clima ha convertido en inviable, provocando el éxodo de miles de somalíes en busca de un lugar donde empezar de cero.

Un lugar como este mar de cabañas, hechas con ramas y lonas de colores, que se expande cada día un poco más en las llanuras del suroeste de Somalia, junto a la frontera de Etiopía. Amanece en el campo de desplazados de Kaxareey, uno de los cinco que rodean la localidad de Dolow. Empieza, como cada día, el goteo de recién llegados.

Hbiba Ali tiene 25 años y dos hijos, de dos y de tres. Aquí, en la explanada de tierra que hace las veces de centro de recepción, termina para ellos un viaje de cuatro días a pie, desde la región de Bardera. Por el camino se juntaron con otras siete familias. Ahora aguardan sentados alrededor de sus escasas pertenencias, los más mayores al amparo de la exigua sombra de un árbol de mirra. “Vivíamos del ganado, pero ya no había forma de mantenerlo vivo. Cuando se mueren tus animales, mueres con ellos. Por eso nos marchamos. Los pozos de donde sacábamos agua se han secado. Aquí tampoco tenemos nada, pero no tenemos otro sitio, y confiamos en conseguir ayuda”, explica.

La historia de los rebaños menguantes y de las tierras infértiles se repite en cada corrillo de este asentamiento que es el destino de un viaje sin regreso. Falta el agua, falta el sustento, falta la comida. Pero no faltan los teléfonos móviles, y la voz se corre entre los familiares sobre dónde están los campos de desplazados en los que recibir ayuda humanitaria.

Las organizaciones internacionales calculan que la prolongada sequía ha provocado tres millones de desplazados en Somalia. Solo el año pasado se cobró 43.000 vidas, la mitad niños menores de cinco años que vivían en esta región del sur del país, según el primer informe oficial de esta sequía sin precedentes publicado el pasado mes de marzo por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Aún sin cifras oficiales, se calcula que en los primeros seis meses de este año murieron entre 18.000 y 34.000 más. Las lluvias torrenciales del principio del otoño no harán sino empeorar la situación. Y la amenaza de los fenómenos de El Niño y el dipolo del océano Índico (la diferencia de temperaturas en la superficie de este océano, según un reciente informe de la OMS, amenazan con más lluvias torrenciales en los próximos meses, que pueden provocar más desplazados, daños a infraestructuras y enfermedades.

Somalia es un ejemplo de manual de un preocupante fenómeno global. Según las estadísticas del Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno, desde 2008 más de 318 millones de personas en el mundo han sido desplazados a la fuerza por inundaciones, huracanes, terremotos y sequías. Hasta 30,7 millones solo en 2020. Es el equivalente a una persona desplazada cada segundo. Para 2050, según las previsiones del Instituto para la Economía y la Paz, habrá 1.200 millones de desplazados en el mundo debido al cambio climático y los desastres naturales.

Algunos encuentran refugio en su propio país, otros en el extranjero. Pero todos viven en un limbo legal. No hay un reconocimiento en el derecho internacional de la figura del refugiado climático. La carta de Naciones Unidas ni siquiera los considera refugiados. Pero ya en 1985, el término de refugiados medioambientales fue utilizado por el experto del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente Essam el Hinnawi para referirse a las personas “obligadas a abandonar su hábitat tradicional, temporal o permanentemente, debido a una señalada alteración medioambiental, natural o provocada por el ser humano, que pone en riesgo su existencia o afecta gravemente a su modo de vida”.

La hambruna no se produce porque sí. Es un proceso, y sabemos que está causado por el cambio climático”
Tirana Hassan, directora de Human Rights Watch

La abogada singapurense Tirana Hassan, directora desde el pasado mes de marzo de la organización internacional Human Rights Watch, señalaba en conversación con EL PAÍS que la cuestión de los desplazados climáticos ilustra cómo hay “consecuencias muy reales del cambio climático que son en sí mismas cuestiones de derechos humanos”. “No hablamos de masas de gente atravesando fronteras internacionales”, explica. “La mayoría de los desplazamientos inducidos por el clima sucede internamente, pero de hecho está cambiando la vida de comunidades enteras. Comunidades de pastores, por ejemplo, que se ven obligadas a marcharse y a restablecerse en lugares en los que pierden por completo su sustento. Está por ver qué tipo de marco legal protegerá a esta gente. Somalia, donde he trabajado durante años, es un ejemplo claro. La hambruna no se produce porque sí. Es un proceso, y sabemos que está causado por el cambio climático”.

A diferencia de los desplazados por conflictos, el desplazado climático no tiene a donde volver, como advierte Christophe Hodder, consejero de medio ambiente y seguridad climática de la ONU para Somalia. “Las personas que se ven obligadas a desplazarse de sus hogares por un conflicto pueden regresar cuando este termina”, explica. “Pero el desplazamiento climático es un desplazamiento definitivo. Abandonan su hogar porque ya no es apto para su vida. No hay ningún sitio al que volver. Estamos, por tanto, ante un movimiento de población que está aumentando en número, y la propia velocidad está empeorando el impacto del cambio climático, debido a la mala adaptación. El desplazamiento requiere una respuesta humanitaria a corto plazo, y eso causa mala adaptación, son medidas a corto plazo que supuestamente resuelven un problema, pero que finalmente exacerban el cambio climático. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC, principal órgano científico en la materia), es muy claro en eso. Debemos alejarnos de la intervención a corto plazo y poner el foco en adaptarnos al cambio climático”.

La emergencia genera un desafío organizativo colosal, como se ve en estos campos de desplazados de Dolow, que en un recuento de agosto del año pasado ya se calculaba que acogían a más de 134.000 individuos. El lugar no para de crecer. Es como asistir al nacimiento de una población a un ritmo acelerado. Nuevos grupos de desplazados llegan cada día y esperan a ser atendidos, registrados, y a que se les asigne un pedazo de tierra. Pero algunos se instalan directamente junto a conocidos y la mera contabilización es un auténtico desafío. “Tratamos de llevar un registro, pero no es tarea fácil”, explica Hassan Gabow, trabajador de la Organización Internacional para las Migraciones, en Kaxareey. “Cogemos los datos de las familias que podemos, grabamos sus tarjetas SIM. Calculamos que en solo un año se han instalado unos 3.000 hogares, y hay 2.500 a los que ya hemos podido registrar y dar algo de ayuda. Están llegando una docena de familias al día”.

 

“Las personas que se ven obligadas a desplazarse de sus hogares por un conflicto pueden regresar cuando este termina. Pero el desplazamiento climático es un desplazamiento definitivo
Christophe Hodder, consejero de medio ambiente y seguridad climática de la ONU para Somalia

En un embrión de organización política, los campos cuentan con un líder autoproclamado. Asistido por un puñado de ayudantes, recibe a los recién llegados, les busca una parcela y ejerce de intermediario con las organizaciones humanitarias. Es el caso de Salat Abdu Ali, hombre ya mayor, algo achacoso, casado con cuatro esposas y padre de 10 hijos, el pequeño de apenas dos meses. Él mismo llegó como desplazado, pero se ha hecho fuerte, y esta mañana ejerce de cicerone por sus dominios, sin despegarse de los visitantes para que todos vean que maneja. Caminando entre las cabañas y esquivando las peticiones de los vecinos que salen a su paso, Salat Abdu Ali reconoce que la ayuda humanitaria no llega a todos. “Aquí la gente llega sin nada, y muchos se pasan así meses. Pero nadie se va a ir de aquí porque no tienen a donde ir”.

Muslima Omar Mohammed, de 70 años, está sentada a la sombra de una lona, fuera de su cabaña, rodeada de niños. Muslima recurre al conteo manual de cabezas para responder a la pregunta de cuántos se hacinan en su pequeño iglú construido con ramas, en cuyo interior solo los niños más pequeños cabrían de pie. El recuento arroja siete nietos, más dos hijos que están buscándose la vida. Uno pequeño más se quedó por el camino en los 15 días de travesía hasta el campo. También su marido falleció. Llevan dos meses aquí, pero Muslima asegura que su situación no ha mejorado mucho. “Dejamos unos problemas allí y aquí encontramos otros”, explica. “Poco ha cambiado. La comida que les di ayer me la dio otra familia anteayer. Hoy no han comido nada más que pedazos que mendigaron de los vecinos. Nuestras vidas dependen de otros”.

Hay otros a los que les va mejor. Consiguen trabajos en el pueblo, en el mercado o en las granjas junto al río cercano. Incluso hay quien busca otras salidas. Isaak Alio Hassa, de 44 años, se ha montado en su parcela un pequeño taller de artesanía de madera. Hace cuencos y morteros con unas rudimentarias herramientas y los vende en el mercado. Vino al campo hace siete meses, con su esposa y sus cuatro hijos. “Hago un cuenco al día. Con eso y algo de trabajo en las granjas salgo adelante”, asegura.

A unos minutos del taller de Isaak, otro lugar emite señales de esperanza. Es la escuela, que ocupa dos barracones rojos. Los alumnos, explica el director, Mohammed Warsame, están “deseosos de aprender”. Estudian somalí, árabe, inglés, historia de la religión islámica, sociales, ciencias y tecnología. Sentados en viejos pupitres de madera, esta mañana están aprendiendo los nombres de los miembros de la familia en somalí. Basta caminar unos metros por el recinto, hacia el cuadrado que sirve de cocina, para volver a la cruda realidad. Junto a una olla con agua al fuego de una hoguera, una anciana va escogiendo de un cuenco, con las manos, un puñado de judías. “Hace poco eran 100 estudiantes”, explica Warsame. “Pero ahora son 850 y solo hay comida para unos 130″.

“Hace poco eran 100 estudiantes. Pero ahora son 850 y solo hay comida para unos 130″
Mohammed Warsame, director de una escuela en el campo de refugiados de Kaxareey

Los niños abundan en los campos. Y eso, señala Christophe Hodder, es otro ingrediente en la coctelera de la catástrofe somalí. “Somalia tiene una población muy joven y que crece muy rápido”, asegura. “Hay proyecciones de que habrá 30 o 40 millones de somalíes viviendo en entornos urbanos para 2080. Las zonas rurales lo pasarán muy mal para sobrevivir, pero habrá vida urbana. Los Estados del Golfo hacen evidente que se puede vivir en entornos urbanos en condiciones climáticas extremas, pero obviamente tienen más dinero. Lo que hay que ver es cómo se prepara a largo plazo el sistema agrícola, el alimentario y, sobre todo, del agua en un contexto de aumento de las temperaturas y crecimiento de la población, y con la reducción de la lluvia que ha vaciado las reservas subterráneas. Parte del problema es que no pensamos en términos de ecosistemas. No vale con plantar semillas resistentes al calor. Hace falta sombra, agua… Hay que diseñar estrategias en la gestión del agua y la tierra. Hay mucho en lo que pensar para corregir esas tendencias”.

Pero hay graves problemas que impiden dedicar tiempo a pensar en aproximaciones de adaptación que puedan funcionar. El principal de ellos es el conflicto armado que asola el país. La milicia islamista Al Shabab mantiene una guerra abierta con el Gobierno de Somalia y controla amplias partes del territorio.

Un conflicto que se nutre de la desesperación, y también del clima. Hay muchos datos que señalan la relación entre la crisis climática y los conflictos violentos. Por ejemplo: seis de las diez mayores operaciones de paz que tenía en marcha la ONU en 2021 estaban en países que se cuentan entre los más expuestos al cambio climático. En Somalia, la violencia de Al Shabab acelera el éxodo producido por la sequía. Los desplazamientos han debilitado las comunidades locales, haciéndolas más vulnerables. La violencia monopoliza la acción del Gobierno y frena tanto la ayuda humanitaria como las estrategias de adaptación a largo plazo. “Cada vez hay más evidencia de que el cambio climático es un factor importante en las dinámicas de conflicto”, explica Hodder. “Primero, por su impacto en el agua, las tierras y los alimentos. A medida que los recursos disminuyen, crece la competencia por ellos. Luego está el desplazamiento de las poblaciones, que provoca competencia con las comunidades existentes. Por último, la escasez es un caldo de cultivo para líderes locales, que median en disputas por los recursos, los controlan y se hacen fuertes. Como Al Shabab, que obtiene mucho dinero cobrando impuestos por el agua, controla los pozos e intercepta la ayuda humanitaria”.

El problema, como recuerda Hodder, es que la cosa solo irá a peor: “Las proyecciones del último informe del IPCC hablan de subida de las temperaturas medias. Los desastres naturales cada vez serán más frecuentes y extremos. No digo que Somalia entera será invivible, pero sí habrá zonas no aptas para la vida humana. Habrá un cambio drástico en las opciones de sustento. Tiene que haber esperanza en que la trayectoria global cambie, en que la comunidad internacional reaccione”.

Somalia es el segundo país del mundo más vulnerable al cambio climático. Pero solo contribuye un 0,03% a la emisión global de gases de efecto invernadero

Somalia es, según el índice Gain del Instituto Mundial de Adaptación de la Universidad de Notre Dame, el segundo país del mundo más vulnerable al cambio climático. Pero solo contribuye un 0,03% a la emisión global de gases de efecto invernadero. Una cifra insignificante.

Los países ricos llevan años eludiendo el problema, pero la justicia climática está ganando cada vez más peso en la agenda internacional. En la pasada cumbre del clima, celebrada hace un año en Egipto, los países pobres presionaron a los ricos para que se establezca un fondo que ayude a los más vulnerables a afrontar las pérdidas y daños provocados por el cambio climático. A finales de marzo, la Asamblea General aprobó una resolución en la que pide a la Corte Internacional de Justicia que aclare cuáles son las obligaciones de las naciones en materia de justicia climática. “Ayudará a tomar medidas más audaces y fuertes”, dijo António Guterres, secretario general de la ONU, que recordó que “para algunos países, las amenazas climáticas son una sentencia de muerte”.

No lejos de los campos de desplazados, hay un inesperado oasis verde: la granja de Kabassa. Cinco hectáreas de tierra fértil gracias al agua que se bombea, mediante un sistema operado con energía solar, del río cercano. Se cultiva maíz, limones, mangos, plátanos, judías… Es un proyecto de la ONG World Vision, que proporciona un sustento a 200 familias, captadas en los programas de atención a la desnutrición infantil. “Éramos las familias más vulnerables antes de que nos cedieran estas tierras”, asegura Muhubu Hassan, de 35 años. “Cultivo productos y los vendo en el pueblo. Puedo cuidar de mi familia y ahora mis hijos están sanos”.

Hace ya tres años que Hassan tuvo que dejar su hogar con su familia. Sentado en un viejo neumático, contemplando el verdor de su huerto, se ríe al explicar lo extraña que le resulta esa imagen en medio de la misma sequía que le arrebató el ganado y su modo de vida. “¿El cambio climático? Sí, sabemos lo que es”, explica. “Sabemos que ahora llueve donde no llovía, y que no llueve donde antes llovía. Sabemos que desaparecen los árboles en el Amazonas. Y sabemos que los ricos son los culpables. Si tuviéramos el poder nosotros, pagarían ellos por esto”.

 

TITULO:  Días de cine clásico - Cine - El hombre que mató a Liberty Valance  , Miercoles - -13 , 20 - Marzo   ,. 

El hombre que mató a Liberty Valance

Este Miercoles - -13 , 20 - Marzo  a las 22:00 en La 2 TVE , foto,.

 

Reparto,.John Wayne , James Stewart , Vera Miles , Lee Marvin , Edmond O'Brien,.

 Ransom Stoddard, anciano senador del Congreso de los Estados Unidos, explica a un periodista por qué ha viajado con su mujer para asistir al funeral de su viejo amigo Tom Doniphon. La historia empieza muchos años antes, cuando Ransom era un joven abogado del este que se dirigía en diligencia a Shinbone, un pequeño pueblo del Oeste, para ejercer la abogacía e imponer la ley. Poco antes de llegar, fue atracado y golpeado brutalmente por Liberty Valance, un temido pistolero.

Titulo:  Un país para escucharlo -  La nueva Barcelona ,.  

Un país para escucharlo ,.

Este martes - 12 , 19 - Marzo a las 23:00 por la 2, foto,.

  La nueva Barcelona ,.

 La nueva Barcelona

 Ariel Rot regresa a la Ciudad Condal y sus barrios periféricos en el nuevo capítulo de "Un país para escucharlo". Héroes locales de Cornellá son los hermanos Muñoz de Estopa, quienes departen con el músico hispano-argentino sobre su vida y obra, ilustrando la conversación con algunas de sus canciones más queridas en el mismo lugar y formato en que estas surgieron. En Santa Coloma de Gramanet, Jairo Perera (Muchachito Bombo Infierno) se une a las componentes de Maruja Limón para manifestar las bases de su sonido mestizo. De ahí, a la retromodernidad expuesta por Miqui Puig y Cabiria en otra colaboración preparada en exclusiva para el programa. El pop contemporáneo en catalán de Ferran Palau, la siempre divertida techno-rumba de Ladilla Rusa y el cóctel sonoro orquestal de Los Mambo Jambo completan el recorrido por la variada paleta de colores musicales que plasman esta nueva Barcelona.

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