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domingo, 11 de febrero de 2024

La Hora Musa - Música - Color negro ,. Martes - 27 - Febrero ,. / Cachitos de hierro y cromo - Buckingham-Nicks, 50 años de una historia de amor que nunca pudo ser ,. Martes - 27 - Febrero ,./ Locos por las motos - Ruta motera de 500 kilómetros por La Serena y La Siberia con navegación analógica,.

 

   TITULO: La Hora Musa -  Música -  Color negro  ,. Martes - 27 - Febrero,.


 'La Hora Musa', presentado por Maika Makovski ,a las 22:55 horas, en La 2 martes  - 27 - Febrero   , foto,.

Música - Color negro,.

Mary J. Blige se negó a cantar sus canciones, Public Enemy lo denunció en "Fight the Power" y existe la duda de si robó el rock de los músicos negros o abrió las puertas a Little Richard, Chuck Berry y compañía,.

El rey del "rock and roll", Elvis Presley, durante el concierto "Aloha from Hawaii"
 
El rey del "rock and roll", Elvis Presley, durante el concierto "Aloha from Hawaii",.

En 1957, en la cúspide de Elvis Presley como icono global, proclamado por la prensa como rey del rock, en la comunidad negra se inició un rumor sobre la hipocresía y doble moral del cantante. Según aseguraban muchos, en una entrevista había asegurado que: “Lo único que pueden hacer los negros por mí es comprar mis discos y limpiarme los zapatos”. La indignación hacia su figura creció. Algunos decían que se lo habían oído decir en un programa de radio en Boston. Otros afirmaban que se lo había dicho al periodista Edward R. Murrow en su programa de televisión “Person tu person”. Pero nadie encontró nunca una grabación.

¿Aquello era una “fake news”? Lo cierto era que el artista ni había estado en Boston ni había participado en ningún programa deEdward R. Murrow. Entonces, ¿de dónde salía aquel bulo? Una frase, sólo se necesitó una frase para que la idea de que Elvis era racista calara en el imaginario colectivo y su coletilla durara durante años. En 2007, cuando se cumplían 30 años de la muerte de Elvis, la cantante Mary J. Blidge se negó a cantaar una de sus canciones en un acto de homenaje. “He rezado mucho sobre el tema, porque sé que Elvis era un racista”, aseguró.

La idea de Elvis como racista ya se dejó ver unos años antes en la célebre canción de Public Enemy “Fight the power”, que fue la carta de presentación de “Haz lo que debas”, de Spike Lee. En ella Chuck D aseguraba que: “Elvis era un héroe para la mayoría, pero para mí nunca significó una mierda, era un capullo racista, así de simple, era un bastardo él y John Wayne, porque soy negro y estor orgulloso”. Al menos Wayne sí está documentado que era un racista.

Lo cierto es que Elvis nunca ocultó lo mucho que debía a la música negra y ya desde pequeño asistía a las misas negras y cantaba sus himnos gospel. En una entrevista llegó a asegurar que él no intentaba cantar como nadie, pero que se lo debía todo al rythm and blues negro: “Aceptémoslo, nadie puede cantar este estilo como las personas de color. Yo no puede cantarlo como lo hace Fats Domino, eso lo sé perfectamente”, señaló.

¿Había cierta condescendencia y paternalismo en la forma en que hablaba de los cantantes negros? Elvis aseguró que empezó copiando por completo a otro de los iconos del blues negro de los 40 y 50, Arthur Cudrup, músico fundamental para entender el primer disco de Elvis. “Solía decirme que si llegaba a su altura sobre un escenario, sería un músico como nunca nadie había visto”.

Esta frase esconde la clave del posible racismo de Elvis, significado en su conocimiento del racismo sistémico donde estaba fundamentada toda su carrera. Si llegaba a la altura de Cudrup, un músico negro, lllegaría a ser un músico como nadie había visto nunca. Es decir, sabía que la música negra estaba limitada a ciertos circuitos de raza, así que apropiándose de ella, podía convertirse en un músico que para la gente blanca sería único y especial. De buenas a primeras Elvis sabía que el racismo le convertiría en un artista único, ya que sólo tenía que copiar a la música negra para ser único.

Sin embargo, Elvis también abrió las puertas de esa música negra. Nunca escondió sus influencias, siempre las reverenció, siempre estaba allí para apoyar a diferentes músicos, ya fueran B.B. King o Rufus Thomas. Artistas como Little Richard, Chuck Berry o Fats Domino siempre le agradecieron que abriese las puertas y les acercase el público blanco, que formaba la mayoría, y al menos en la música la cultura negra tuviese sus espacios de representación. Eso sí, la segregación continuaba y en muchos estados no podían tocar todavía en diferentes equipamientos o al menos el público no podía estar mezclado.

Chuck D llegaría a matizar después su letra en “Fight the power” asegurando que el hecho de haber convertido a Elvis en el rey del rock, cuando su reinado se servía de la apropiación de la música negra, no era más que una forma de defender el imperialismo y el dominio blanco del mundo y que por tanto Elvis era un totem de toda la opresión, así como del racismo sistémico de la sociedad americana. El jazzman Winston Marsalis lo verbalizó mejor en los 90 al decir: “Lo que hizo que el éxito de Elvis fuese por lo menos sin gusto es que aquí teníamos un montón de gente negra que, según él reconocía, lo hacían mejor que él, pero que no eran aceptados por el color de su piel?”

La música está llena de ese racismo velado y sistémico, como el estallido histérico y racista que sufrió Eric Clapton en directo en 1976 en un concierto en BIrghmingham, asegurando que los árabes, los negros y los jamaicanos no tenían derecho a estar en Inglaterra. Lo dijo borracho. Lo que no dijo borracho fue su excusa: “Tengo un montón de amigos negros, hasta una novia negra”. Aquí estaba el esclavista asegurando que no era racista porque trataba muy bien a sus esclavos, que no se podían quejar de nada. Si la primera explosión de ira era disculpable por las circunstancias, la segunda era absolutamente asquerosa.

En realidad, el racismo es tan sistémico, está tan urdido en la psique del acomodado hombre blanco, que hasta iconos hippie como The Beatles o The Rolling Stones no pueden dejar escapar frases al respecto. Y eso que a Jagger no dejaban de insultarle de pequeño con la palabra despectiva “nigger” porque tenía la nariz chafada y los labios gruesos, rasgos distintivos de la raza negra. Su gran colofón racista se lo llevó la canción “Brown sugar”. Por no hablar de Led Zeppellin, en donde Robert Plant hace una versión vocal del “blackface” imitando a los viejos cantantes de blues. Y Guns n’ Roses hace tiempo que reconocieron el racismo y homofobia detrás de “One in a million” y lo sacaron de las reediciones del disco “Guns n’Lies”.

Claro que, ¿hacer referencia a la raza siempre tiene connotaciones racistas si lo hace un músico blanco? Evidentemente que sí. La polémica surgió hace unos días con la inclusión de “China girl”, de David Bowie, en los programas aniversario de los 50 años del festival. Muchos decían que era racista, otros decían que no. Pero omitir que es una canción que enfatiza la obsesión del cantante con una asiática por la única razón de ser asiática es querer blanquear la figura de Bowie. La canción trata de un hombre que se siente como Marlon Brando por su enfatuación con una china y aunque lo quiere evitar, es ella quien le seduce. Un hombre blanco que no sólo se quita la culpa de su evidente racismo, sino que además se lo coloca a la mujer china. ¿Era Bowie racista? Evidentemente que no. ¿Esta canción lo era? Evidentemente que sí. La música pop está por completo contaminada de racismo. ¿Hay que depurarla? No, pero al menos no hay que negarlo.

 

TITULO:  Cachitos de hierro y cromo -  Buckingham-Nicks, 50 años de una historia de amor que nunca pudo ser ,. Martes -  27 - Febrero ,.

   El martes - 27 - Febrero a las 22:30 horas por La 2, foto,.

 Buckingham-Nicks, 50 años de una historia de amor que nunca pudo ser,.

Los célebres miembros de Fleetwood Mac vivieron juntos apenas cinco años, pero sus encuentros, desencuentros, rencores y lamentos han marcado la historia de la música pop desde 1970,.

Stevie Nicks y Lindsey Buckingham en 1973, en la portada de su disco homónimo
 
Stevie Nicks y Lindsey Buckingham en 1973, en la portada de su disco homónimo,.

Si la historia del rock cuenta con grandes historias, ninguna tan grande como la historia de amor entre dos de los mejores compositores pop de la historia, Lindsey Buckingham y Stevie Nicks. En realidad, serían la pareja de compositores más exitosa de todos los tiempos si no fuera por un pequeño detalle, su relación apenas duró un suspiro. Eso sí, el suficiente para vivir para el resto de sus días tanto del amor como del odio y rencor que esos pocos años provocaron.

La pareja se conoció en 1966, cuando él tenía 16 años y ella 17. Estaban en una fiesta y Buckingham empezó a tocar “California Dreamin’”, la canción de The Mamas and the Papas. Nicks quedó hechizada por aquel extraño guitarrista y sin que se conocieran, se acercó y empezó a cantar. “Empecé a hacer mi imitación de Michelle WIlliams”, recordaria ella. Y sin embargo, se perdieron la pista, hasta que dos años después la banda de Buckingham de entonces, “The Fritz”, necesitaba una cantante. El guitarrista se acordó de aquella pequeña y salvaje chica que un día se puso a cantar con él sin conocerle y consiguió localizarla. “Nos conocimos musicalmente mucho antes de que lo hiciéramos en el sentido bíblico”, recuerda Buckingham.

Empezaron a tocar juntos, todavía sin ser pareja, y consiguieron telonear a grupos de San Francisco y a mitos como Janis Joplin o Jimi Hendrix. Sin embargo, la frustración crecía al no conseguir que nadie quisiese grabarles un disco. Estaba claro que los dos con más potencial de la banda eran ellos dos y pronto empezaron a crear un pequeño núcleo aparte de la banda. Y después de un tiempo de tocar y componer juntos, se afianzaron como pareja artística, mucho antes que como una romántica. Hasta que ya fue demasiado tarde. El primer arco de la historia de amor se había cubierto.

Así comenzaron su abrupta y tierna historia de amor, a partir de un fracaso. No era una buena señal. Tanto daba, ellos ambicionaban el mundo y se mudaron a Los Ángeles iniciándose como el dúo folk Buckingham/Nicks. “Siempre hubo algo entre nosotros, pero nadie de la banda quería que yo fuese la novia de Lindsey. En realidad, cualquiera que se acercaba a mí, era apartado enseguida. No me tomaban en serio, sólo me veían como la vocalista”, comentó Nicks.

De esta forma, a principios de 1970 se fueron a vivir juntos e iniciaron vida en pareja. Fueron años difíciles, en que Nicks buscaba trabajos matutinos para que Lindsey pudiese tocar y componer, otro claro ejemplo del machismo de entonces. Consiguieron por fin grabar un disco para Polydor en 1973, “Buckingham/Nicks”, pero fue un fracaso y estaban a punto de tirar la toalla. Nicks incluso habló con su madre para volver a casa y regresar a los estudios. Por suerte no lo hizo. Fleetwood Mac se cruzó antes en su camino. “Estaba cansada de ser pobre y miserable. Cuando nuestro disco fracasó, caímos en una fuerte depresión”, reflexiona Nicks.

En la noche vieja de 1974, Mic Fleetwood pedía a Lindsey Buckingham que fuera su nuevo guitarrista. Había escuchado una grabación de “Frozen love”, uno de los temas de su disco y su solo de guitarra le entusiasmó. Buckingham lo tenía claro, sólo aceptaría si Stevie Nicks también se unía a la banda. Fleetwood aceptó, a pesar de ser reticente en un principio. “Buckingham no quería unirse en un principio, decía que eso comprometería su integridad como solista, pero yo le convencí que era nuestra oportunidad. Había cocinado para él, le había hecho la colada, le cuidé lo mejor que pude. Vivimos seis años juntos y es lo más cercano a un matrimonio que voy a tener nunca”, señalaba Nicks en 1997.

 

Empezaron a tocar como Fleetwood Mac y el éxito fue escandaloso. Se convirtieron en la banda más grande del planeta de la noche a la mañana. Un mes antes, le habían propuesto tocar en un restaurante de carne a la parrilla y ahora tocaban para 25.000 personas cada noche. El primer disco de la nueva formación, “Fleetwood Mac”, de 1975 vendió más de diez millones de discos y Nicks se destapó como una gran compositora con éxitos como “Rihannon” o “Landslide”.

La vida dio un giro tan grande que ninguno de los dos soportó bien el cambio. Nicks sentía cierto recelo de Buckingham, porque había tenido que cumplir el rol de madre cuando no tenían un duro, y Buckingham sentía que Nicks le debía la vida por haberle permitido entrar en Fleetwood Mac, la razón por la que ahora parecía haber conseguido la adoración del público, siempre un poco más frío con el guitarrista. “Stevie y yo, incluso cuando éramos amantes, nunca fuimos muy buenos amigos. Éramos demasiado competitivos, excelentes amantes, pero competidores, como si uno de los dos tuviese que ser el único músico”, afirmó Buckingham.

Cuando Nicks vio que Buckingham estaba componiendo con Christine McVie la canción “World turning”, y encima la cantaban juntos, algo que ellos nunca habían hecho, aquello la enfureció. Volvió a sentirse la guapa vocalista de The Fritz a la que nadie toma en serio. “Tantos años con él y nunca habíamos compuesto una canción juntos”, se quejó Nicks. Cuando se inició la grabación de su siguiente disco, “Rumors”, aquello se convirtió en un campo de batalla.

Christine McVie y Buckingham se escondían en una habitación cuando veían que se acercaban Nicks y John, el marido de McVie y bajista de la banda cuando estaba claro que tenían ganas de discutir. Además, estaban las drogas, los compromisos, el plan de conciertos, el requerimiento de los fans, más drogas. “Es lo más duro que he hecho en mi vida. Estar en Fleetwood Mac era como estar en el ejército”, aseguraría Nicks.

La falta de comunicación era tan evidente que empezaron a comunicarse a través de canciones. Buckingham lo hacía de forma directa, furiosa, resentida, como “Go your own way” en que le grita a Nicks que ya puede irse a otro lado. Mientras, Nicks es más conciliadora, lírica, diciendo que no se puede manchar lo que han vivido por el desprecio que se sienten ahora en “Dreams” o cuando explica lo exhausta que está de esta relación y este tipo de vida en “Gold Dust Woman”.

“Lindsey siempre culpó al éxito de Fleetwood Mac el fin de nuestra relación”, diría Nicks, que luego aseguraría que durante los seis años que vivió con Buckingham éste a veces fue cruel y abusivo o, lo que es lo mismo, no culpaba al éxito de Fleetwood Mac el fin de su relación, sino al éxito de la propia Stevie Nicks. “Si no hubiésemos entrado en la banda hubiésemos haciendo música juntos y nos hubiéramos casado y tenido algún hijo. Está claro que nuestra vida hubiese sido diferente”, explica Nicks.

 

Aquí se acaba la relación. Es Nicks quien da el paso y asegura que no puede seguir así. Él no lo aceptará, pero de forma irracional, ya que sabe que su relación ha llegado a un callejón sin salida. Después de la grabación del disco la pareja ya se ha roto definitivamente. Nicks, entonces, tendrá un breve romance con Mick Fleetwood, que tendrán que ocultar porque sinó saben que Buckingham se volverá loco. No tienen mucho éxito a la hora de ocultarlo, a pesar de que apenas duran un mes juntos.

La herida se ha abierto un poco más y las tensiones internas de la banda son tan grandes que ni las grandes cantidades de droga que utilizan para sedar cualquier sensación y sentimiento son útiles. “En el avión, otra vez, el viejo Lindsey comportándose como un capullo. Estoy llegando a la conclusión que llegamos a un final amargo. Es tan triste ver un amor hermoso convertirse en un veneno”, escribirá Nicks.

En 1979, cuando regresan al estudio de grabación, las dinámicas han cambiado. Buckingham toma la voz cantante y quiere hacer un disco más experimental. Será el incomprendido “Tusk”, en el que intentará minimizar al máximo la intervención de Nicks, que ya empieza a gozar de una fructífera carrera en solitario, algo que Buckingham no ha conseguido.

El rencor y los celos van de un lado a otro. “Me sentí sólo durante una temporada. Me daba auténtico miedo estar solo. Pero poco a poco comprendí que era la única forma de conocerme a mí mismo. La verdad es que es un milagro que duráramos lo que duramos”, dice Buckingham.

Los años 80 fueron años donde era casi imposible verlos en la misma habitación. Ella abandonará a la banda en “Tango in the night” y él lo hará antes en la gira de “The mirage”. Odian el éxito que tiene el otro y le culpa de todos los males que le ocurren. Y sin embargo, no pueden alejarse el uno del otro demasiado tiempo, como si necesitasen que esa historia de amor tuviese un final trágico. No quieren ser la mejor banda de pop rock del mundo, quieren ser una ópera.

Poco a poco conseguirán que el odio y el rencor cedan y entre el cariño. Cuando, en los 90, vuelven a resurgir después de que Bill Clinton utilice una de sus canciones en su campaña presidencial, volverán a ir de gira juntos y empezar a respetarse el uno al otro. De vez en cuando todavía se echan el cara el fracaso de sus vidas, pero sobre todo Buckingham empieza a sentirse más cómodo consigo mismo y deja de estar a la defensiva. El guitarrista se casa y tiene tres hijos, lo que le da otra perspectiva de las cosas, y aún así, todavía se nota una tristeza al hablar de su relación con Nicks.

En 2005 compone una canción que parece poner un definitivo epitafio a sus hostilidades, como si por fin hubiese superado el fin de la relación. Buckingham compone una de las más bellas canciones de despedida de la historia. Se titula, como no puede ser de otra forma, “Say goodbye” e invita a Stevie a cantarla con él, lo que ella apenas puede hacerlo sin llorar. “Y el precio que pagamos, por un amor que no pudimos retener. Te dejé escapar. No había nada que pudiese hacer. Eso fue hace tanto tiempo, sí. Aun así, a menudo todavía pienso en ti”,.

Pero no hay final del todo para esta pareja, que reconoce que nunca podrán vivir sin cierto recelo, pero que nunca podrán separarse por mucho tiempo. En 2018, por ejemplo, Buckingham fue echado de Fleetwood Mac por negarse a ir de nuevo de gira, como quería Nicks. El peso de una historia de amor, como se ve, a veces es imposible de levantar. “Tu me dijiste adiós a mí, y ahora te digo adiós a ti”, escribía Buckingham.

TITULO:  Locos por las motos - Ruta motera de 500 kilómetros por La Serena y La Siberia con navegación analógica,.

 

Ruta motera de 500 kilómetros por La Serena y La Siberia con navegación analógica,.

Siberia extremeña | Ruralka On Road

foto / El Ayuntamiento de Quintana de la Serena, junto con la empresa Fosil Trips, ha organizado para el sábado día 12 la ruta motera Cyclopea 500 Roadbook, en la que unos 200 participantes recorrerán 500 kilómetros de carreteras de la comarca de La Serena y La Siberia con un sistema de navegación analógico. Lo atractivo de la prueba es que no utilizan un sistema de navegación digital (GPS) si no un sistema de navegación analógico que se puede fabricar de forma casera con un rollo de papel en el que, a través de viñetas y columnas con indicaciones, se muestran informaciones de kilometraje la dirección que se debe tomar y otras anotaciones para que los participantes continúen por el camino correcto.

Junto al libro de ruta habrá otro cultural, que proporcionará a cada piloto toda la información necesaria e importante sobre la historia, arquitectura, gastronomía, alojamiento, restaurantes, rutas y zonas interesantes para montar en motos en ambas comarcas.

El recorrido se iniciará en Quintana de la Serena para continuar por La Haba, Magacela, Puebla de Alcocer, Herrera del Duque, Castilblanco, Zarza Capilla, Cabeza del Buey y Benquerencia de la Serena. El trayecto permitirá a los participantes disfrutar de un paisaje variopinto marcado por los cinco grandes embalses de la zona, como son Orellana, Zújar, La Serena, García Sola y Cijara.

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