fotos,. Un trío en la cocina - Cocina - La invasión del cangrejo azul,.
La invasión del cangrejo azul
En las aguas de San Carlos de la Rápita no paran de pescar el cangrejo azul, pero este crustáceo.
En las aguas de San Carlos de la Rápita no paran de pescar el cangrejo azul, pero este crustáceo de enormes pinzas invade cada vez más el Delta del Ebro. Aunque a diario llegan a la lonja de esta localidad tarraconense entre 1500 y 3000 kilos de capturas de este invasor, el voraz cangrejo azul, capaz de comerse en un día hasta 500 almejas, sigue arrasando otras especies de la bahía. Su único depredador es el pulpo, cada vez más escaso en estas aguas.Además de una ruina para los acuicultores, el cangrejo destroza las redes de los pescadores. Pese a ir ganando adeptos en las cocinas la rentabilidad de su pesca sigue siendo aún escasa.Aún sin catalogar como especie exótica invasora en España, el cangrejo azul sigue extendiendo cada vez más su fuerza por amplias zonas del Mediterráneo.
TITULO: Un país mágico -África 'Dadji', una tradición guineana ,.
El sabado -16- Marzo a las 18:30 por La 2, fotos.
África 'Dadji', una tradición guineana ,.
Ellos visten de mujer, ellas de hombre y llevan 500 años gastándose bromas pesadas,.
Con
el 'dadji', grupos de amigos alcanzan una fraternidad que incluye una
fidelidad hasta la muerte pero también insultos y bromas pesadas en
bodas y funerales
Javier y Rufina -30 y 27 años- están a punto de darse el «sí quiero». Ella luce velo y vestido blanco.
Él, traje negro brillante. Es diciembre de 2018 y el sol cae a plomo
sobre Malabo. El calor, aderezado con la humedad, hace aire
irrespirable, sofocante. Pero hoy es día de fiesta y bromas. De muchas
bromas. A veces, incluso muy pesadas. A las 10 de la mañana, a la
entrada de la capilla Adventista del barrio Elá-Nguema donde Rufina
Villahute y Javier Bestué, dos annoboneses oriundos de la isla
ecuatoguineana de Annobón, van a contraer matrimonio, va llegando el
jolgorio. Son jóvenes disfrazados de forma extravagante. Ellos visten de
mujer y ellas, de hombre. Van maquillados, con accesorios femeninos,
incluso lucen lencería. Para completar el atuendo, llevan un
cinturón de hojas secas de banano. Se gastan bromas pesadas y suentan
insultos. Son poco más de 10 jóvenes de entre 20 y 30 años,
annoboneses, como los novios. Todos canturrean y bailan al son del
tambalí, un tamborcito étnico. Todos se gastan bromas pesadas y suentan
insultos. Es el dadji, una práctica cultural con más de 500
años de arraigo a la que propios y extraños juzgan peyorativamente pero
que, para ellos, simboliza la fraternidad y pone a prueba de manera
extrema la tolerancia de quienes reciben sus bromas e insultos.
«Ellos
comparten ideales de vida comunes, se ayudan mutuamente frente a
cualquier problema, moral o económico... y no muestran ningún indicio de
discriminación entre ellos», define Zankús Máné Menemándjimol, escritor
annobonés, en su libro Memorias del pueblo d'Ambô (Ed. Círculo Rojo, 2017). «Es una tradición de nuestra etnia», señala Biñit, miembro del dadji.El grupo dadji de la pareja que se casa aguarda impaciente la salida del matrimonio para cumplir con la tradición bromista de su etnia. «Tu puta madre, desgraciado» y otras palabras malsonantes se escuchan entre risas y chistes. Majosá, integrante del conjunto, balbucea intentando sin éxito explicar el motivo del uso léxico tan explosivo del dadji: palabras difíciles de digerir.
«En el dadji se gastan bromas pesadas porque son todos de la misma generación», conjetura sin dar exactamente en el clavo. Para su corrección llega el profesor Panadés de nuevo con su trabajo de Oráfrica. «En el trasfondo de comportamientos absurdos y viles, tanto individuales como colectivos, se esconde el verdadero sentido del amor, el respeto y la añoranza de la convivencia pacífica, y el verdadero ánimo de compartir las vicisitudes y avatares de la cotidianeidad».
Conocedores de la cultura annobonesa y del material escrito, coinciden en que el trasfondo de la práctica del dadji es la solidaridad; pero es Zankús quien en Historia del pueblo dambö deja más resumido en una trilogía las actividades del grupo de coetáneos: «Ayuda mutua, asistencia en el matrimonio y acompañamiento en la muerte». En definitiva, buscar la unión entre los miembros del grupo...
Después, «se supo que no todos eran coetáneos de Andezâ y Báboyo. Se busca a los que eran de la misma generación, los que encajaban las bromas pesadas, forman un grupo y así debió aparecer el dadji», presagia el autor.
La segunda hipótesis tiene como paciente al mismo hombre. Pero esta vez, el indigente se muere por la miseria. Andezâ y Báboyo, únicos familiares suyos, reúnen a todos aquéllos que participaron en la reconstrucción de la cabaña del finado y asumen toda responsabilidad, hasta su funeral.
ASÍ NACIÓ EL DADJI,.
«Ciñen su cintura con hojas secas de banano en señal de consternación y lo entierran. A la vuelta del funeral, se sentaron en la casa mortuoria, cocinando, comiendo y alegrándose entre ellos. Así nació el dadji», sentencia. Según Zankús, desde entonces las hojas secas de banano que se atan a la cintura tienen un doble sentido: «En la muerte, significan dolor, y en el matrimonio, alegría».Las manifestaciones más visibles del dadji se dan siempre durante las grandes ocasiones: la boda o defunción de una persona annobonesa. Sus coetáneos, que serían el equivalente a la pandilla o cuadrilla aquí, sólo se atavían andrajosamente, de manera contraria a su sexo. Se maquillan los hombres de mujeres y viceversa. Se sueltan tacos y bromas pesadas. Javier y Rufina, los contrayentes, no paran de sonreír. Pese a los ropajes y los maquillajes casi grotescos del grupo, el ambiente es de total camaradería.
«Una miembro del dadji me quitó el vaso de cerveza de las manos, bebió un poco y me lo devolvió en presencia de mi novia, para provocar celos en ella», explica con picardía un componente del grupo. De ahí que el dadji de los novios, los acompañe durante su enlace; y ante la pregunta del por qué crear expectación popular con los disfraces, Sayö, otro miembro del grupo, responde: «Es para levantar la curiosidad del público y divertirse durante el tiempo que se esté disfrazado».
El profesor de la Universidad Nacional de Guinea Ecuatorial Fernando Panadés García lo ha explicado así en un trabajo publicado en el portal Oráfrica: «En el seno del dadji, todos se consideran hermanos, se ponen motes, se soportan todo tipo de bromas, se ayudan y asisten mutuamente, tanto en los momentos buenos como los malos». Es la Solidaridad de las hojas secas de banano, como viene ocurriendo desde tiempo inmemorial.
TITULO: Diario de un nómada -Strade Bianche: Alaphilippe alarga en el 'sterrato' la tiranía del Deceuninck,.
El domingo -17- Marzo a las 19:00 por La 2 , foto.
Strade Bianche: Alaphilippe alarga en el 'sterrato' la tiranía del Deceuninck,.
Cuando la primavera
ciclista asoma, el maillot azul del Deceuninck-Quick Step baña los
podios y condena al resto del pelotón a repartirse migajas, a aspirar a
segundos y terceros puestos que compensen el esfuerzo de desafiar al
mejor equipo del mundo en pruebas de un día. Nueve días cuenta el
calendario de marzo y el conjunto de Patrick Lefevere ya ha hecho diana
cuatro veces, pleno total logrado por cuatro ciclistas diferentes:
Stybar en la Omloop Het Nieuwsblad, Jungels en la
Kuurne-Bruselas-Kuurne, Sénéchal en Le Samyn y este sábado Alaphilippe
en Strade Bianche. Unidas todas a la invernal victoria de Viviani en la
Cadel Evans, la temporada del Deceuninck arroja un cinco de cinco en
pruebas de un día.
Un inaudito dominio que se amplía
hasta los 15 triunfos totales con ocho corredores diferentes. No hay
prueba disputada por los chicos de Lefevere, y ya van 11, en la que no
hayan logrado al menos una victoria parcial. Tal abuso lo representa
como nadie Julian Alaphilippe, cuatro dianas en las tres pruebas que ha
disputado: dos victorias en San Juan (una en CRE), otra en Colombia y la
de este sábado, aplastante, en el sterrato de la Toscana. Este
ha de ser el año de la eclosión definitiva del 'Valverde' francés,
coordinada ya su excepcional clase con el instinto ganador que tanto
añoró en su prometedora juventud.Inasumible desventaja
Le salió un áspero competidor en Jakob Fuglsang, representante del otro gran equipo de estas primeras semanas de competición. Defendía el Astana su trono en el contador de victorias, con 15, pero no tuvo más remedio que acceder a compartirlo con el Deceuninck tras el paso por Siena. El escalador danés fue valiente en la terrible ascensión final a la Piazza del Campo, una actitud que le honra, pues era la única que negaba la rendición. Sin embargo, llegada la pancarta de 300 metros para el final, la potencia de Alaphilippe para afrontar esfuerzos cortos fue una desventaja inasumible para Fuglsang, segundo con honores en meta.Ambos habían reventado el grupo de favoritos a falta de 23 kilómetros para el final, en el penúltimo de los 11 tramos de 'sterrato' de Strade Bianche. Fue el danés el que arrancó, Wout Van Aert el que reaccionó y Alaphilippe el que agarró la estela de ambos. El Deceuninck, con tres coroneles en ese grupo (también estaban Stybar y Lampaert), debía meter a un corredor en cualquier amago de corte. El francés salió a ese por si era el bueno. Y lo fue.
Demasiado tiesos
Los tres corredores hicieron camino durante cinco kilómetros, hasta que el 'sterrato' se le hizo bola a Van Aert, el más rodador de ellos, incapaz de seguir el ritmo de Fuglsang y Alaphilippe cuando los caminos de tierra se empinaban. Por detrás, Van Avermaet se veía obligado a absorber la responsabilidad de la caza. Lutsenko, Lampaert y Stybar estaban cubiertos por delante, el Lotto de Wellens y Benoot eludía esfuerzos y los demás estaban demasiado tiesos como para afrontar más misión que sobrevivir.Fuglsang y Alaphilippe hicieron camino juntos, entendiéndose a la perfección, hasta que a falta de un kilómetro Van Aert les volvió a alcanzar. Fue encomiable el esfuerzo del belga, especialista en ciclocross y de estreno en la temporada de carretera este sábado, pero semejante desgaste no podía ser una amenaza para los otros dos corredores. Así quedó claro en la primera arrancada, a la que ni intentó responder. En la segunda, Alaphilippe castigó definitivamente a Fuglsang para levantar los brazos y alargar la tiranía del Deceuninck.
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