BLOC CULTURAL,

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martes, 20 de junio de 2017

LUNES -26- MARTES -27- JUNIO - CINE - TOMATES VERDES Y FRITOS,./ MIERCOLES -28 - JUEVES -29- VIERNES -30- JUNIO - CINE - LA CONSPIRACIÓN,./ SABADO -1 - DOMINGO -2- JULIO - CINE - LA CASA DEL PANICO,. / LOS TOROS LA SER - VERSIÓN MAGISTRAL DE ENRIQUE PONCE,.

TITULO: LUNES -26- MARTES -27-  JUNIO - CINE - TOMATES VERDES Y FRITOS,.


Reparto
Tomates verdes fritos , , , , , , , ,
 
 Evelyn (Kathy Bates), una mujer madura que vive frustrada por su gordura y por la insensibilidad y simpleza de su marido, conoce casualmente en un asilo a Ninny (Jessica Tandy), una anciana que le va contando poco a poco una dramática historia ocurrida en un pequeño pueblo de Alabama. El relato se hace cada vez más fascinante: gira en torno a la gran amistad entre dos mujeres (Mary Stuart Masterson y Mary-Louise Parker) y al misterioso asesinato del marido de una de ellas. Adaptación de una novela de Fannie Flagg.
 
TITULO:  MIERCOLES -28 - JUEVES -29- VIERNES -30- JUNIO - CINE - LA CONSPIRACIÓN,.
 
Reparto
La conspiración , , , , , , , , , , , , , , ,
 
 En 1865, tras el asesinato de Abraham Lincoln, ocho personas son detenidas y acusadas de conspirar para matar al presidente, al vicepresidente y al secretario de Estado. Entre ellas está Mary Surratt (Robyn Wright), la dueña de una pensión, donde John Wilkes Booth (Toby Kebbell), el autor material del magnicidio, y sus cómplices se reunieron y planearon el atentado. Mientras el resentimiento contra el Sur domina a las autoridades de Washington, el joven abogado Frederick Aiken (James MacAvoy), héroe de guerra unionista, se ve obligado a defender a Surrat ante un tribunal militar. Sin embargo, muy pronto empieza a sospechar que su defendida podría estar siendo utilizada como señuelo y rehén para capturar a su hijo John (Johnny Simmons).
 
TITULO: SABADO -1 - DOMINGO -2- JULIO - CINE - LA CASA  DEL PANICO,.
 
Reparto
La casa del pánico , , , , , , , , , ,
 
 Dana (Kate Beckinsale) es una madre que se muda con su esposo y su hijo pequeño a una casa rural que cumple con todos los requisitos para ser llamada una casa de ensueño. Sin embargo, la ilusión de un nuevo hogar se ve ensombrecida por los extraños sucesos que giran en torno al siniestro ático de la casa. Pronto, la paranoia se irá desatando en Dana, nublando aún más la delgada línea que separa la realidad de la fantasía, e incluso de la cordura.
 
TITULO:  LOS TOROS LA SER - VERSIÓN MAGISTRAL DE ENRIQUE PONCE,.
 
 
LOS TOROS LA SER ,.
 
 Los toros es un programa radiofónico que dirige el periodista especializado Manuel Molés en la Cadena SER. Desde abril de 2015 se emite los lunes de madrugada tras ser sustituido de su horario habitual de emisión de los domingos por el programa Contigo dentro. Contó con la colaboración de Antonio Chenel Antoñete, fallecido en Madrid el 22 de octubre de 2011, siendo uno de los espacios más antiguos del panorama radiofónico nacional ya que continúa emitiéndose de manera ininterrumpida desde 1982.
 Es un espacio taurino a modo de repaso informativo semanal. Consta de tertulias, entrevistas con los personajes de actualidad y crónicas de los eventos taurinos más destacados de la jornada., etc.
 
 VERSIÓN MAGISTRAL DE ENRIQUE PONCE,.

Versión magistral de Enrique Ponce,.

El diestro Enrique Ponce da un pase a su primer astado, al que cortó una oreja. :: efe
El diestro Enrique Ponce da un pase a su primer astado, al que cortó una oreja.  foto.
  • Dos faenas de valor, de forma, fondo y aire categóricos, de dominio por todo singular. Público a favor de obra incondicionalmente. Sin remate a espadas, dos orejas y puerta grande,.

    Fondo, forma y aire magistrales en dos faenas de Ponce que no fueron ni redondas ni perfectas, y justamente en eso estribó su encanto, su fuerza y su frescura. Dentro de la monumental corrida de Garcigrande -el promedio más alto de la feria, 614 kilos- los dos toros de Ponce fueron los de más ajustadas proporciones. El uno, por ser el menos ofensivo de los cuatro que superaron el listón de los 600. Y el otro, cornipaso, el más armado de los seis, por ser el más bajo de agujas, el único de todos descolgado de carnes, badanudo también.
    Ponce se empeñó con el mayor de los dos, segundo de corrida, y se llegó hasta la boca de riego no de una vez sino en tramos. Bastaron tres lances para detectar un detalle argumental: el público estaba entregado. En esos tres mismos lances se cantó la condición del toro: el son alegre, la manera de humillar por la mano derecha, su prontitud y su recorrido. Fue clamoroso el subrayado de los lances de recibo, más cortos que largos, sucinto el vuelo, brillantes los remates a pies juntos que no llegaron a ser ni medias verónicas.
    Picado al relance, protestando por el pitón izquierdo, el toro cobró un volatín completo al salir del caballo muy al ataque. Ponce quitó por chicuelinas, que no suele. Al retomar la lidia, toda a su cargo, sufrió un desarme. David Mora quitó por gaoneras. A tanto invitaba el toro. Era la confirmación de alternativa de Varea. Largo el parlamento de la confirmación y no menos el de la devolución de trastos. Pareció que Ponce buscó con la mirada a la infanta Elena y sus hijos para brindarles el toro. Pero el toro estaba fijo en el burladero que separa los bajos de presidencia del tendido preferente y cambió Ponce de idea.
    No fue la única idea brillante. Sin más, y donde estaba el toro, entre tablas y rayas ahora, Ponce abrió con cuatro rotundos doblones. El toro hizo un mal apoyo, casi claudicó. Ponce se vio desarmado. Anduvo listo para recoger la muleta y atacar sin perder un segundo. Una tanda en redondo de cinco y el cambiado de remate. Suavemente embarcado y conducido, vino el toro a placer y repitió. Y al momento, en el mismo terreno, otra tanda de idéntico formato pero soberbia calidad: el vuelo del muletazo, el juego de pies, la compostura natural. En la cuarta tanda Ponce se salió de las rayas. El toro se soltó, prefería adentros y ahí siguió, si pausas ni paseos, un trasteo de rica expresión. Por la izquierda el toro no vino tan gobernado, sino desplazado y no reunido, pero ese punto fue salsa de la faena: Ponce se dejó ir. Muleta plegada en un único reposo, dos detalles mayores a dos manos y el final previsto: una tanda de muletazos genuflexos más de adorno que de horma. La faena acabó donde había empezado. Un metisaca y una entera tendida. Un mar de pañuelos blancos. Una oreja.
    Por frágil fue protestado el cuarto, el burraco, aplaudido de salida, corretón. Ahora Ponce optó por darle al toro capa, mucha capa de la de bregar y asentar. El palco salvó al toro del coro de palmas de tango y Ponce se encargó de dar la razón al palco. Después de banderillas pareció el toro firme y asentado. Las dos cosas, sí, pero con ellas lo que iba ser un problema: falto de motor, no de voluntad, el toro solo se empleó cuando vino enganchado. Literalmente. Conducido con serenidad admirable, porque en la cara del toro, de recorrido mínimo, no fue sencillo estarse tan sereno ni tan entero. La paciencia, la postura y el gobierno del toro encarecieron la faena. La emoción la encendió el toro al revirarse por la mano izquierda dos o tres veces. La habilidad de Ponce para librar en tres tiempos un par de pases cambiados por alto por la mano izquierda se celebro como un invento y no como un recurso. La tensión fue constante. Y la faena, igual que la primera, en un solo terreno, señal indiscutible de autoridad. Antes de la igualada, un cuarteto de muletazos cambiados por abajo espléndidos. Un pinchazo, una entera tendida, un aviso, dobló el toro, se caía la plaza. Mayoría incontestable de pañuelos. La oreja cuando ya estaba enganchado el toro en el tiro de mulas. La vuelta al ruedo fue clamorosa.
    En la imponente corrida de Garcigrande destacaron por singulares dos toros: un tercero de casi 700 kilos que se movió con la agilidad de un tiburón pero sin ondularse y un sexto completísimo que se jugó, ay, en medio de una tormenta de aire. Nobles fueron un primero montadísimo y un quinto algo brusco. Mora, muy airoso con el capote, entregado con la espada, hizo un esfuerzo sensible pero en faena deshilvanadas. Varea se vio desbordado por los acontecimientos -el peso de la obra de Ponce, el cuajo de los toros, los nervios de confirmar- y castigado por el viento de última hora. Sin él, quién sabe.

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