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domingo, 25 de junio de 2017

DESAYUNO - CENA - DOMINGO - LUNES - DE CAMPAÑA CON RAMALLO,./ EL SILENCIO POR FAVOR - PHOTOESPAÑA, CARTA BLANCA PARA LA FOTOGRAFIA,./ PESADILLA EN LA COCINA - JUEVES -29- JUNIO - LA COCINA DOMINGO - LUNES - TORTILLA DE BACALAO,.

TITULO: DESAYUNO - CENA - DOMINGO - LUNES - DE CAMPAÑA CON RAMALLO,.

De campaña con Ramallo,.


El político extremeño Luis Ramallo (derecha) saluda a Monago. :: hoy
El político extremeño Luis Ramallo (derecha) saluda a Monago. foto.

Este mes de junio se cumplen 40 años de las primeras elecciones,.

Este mes de junio hace 40 años de casi todo. Fue en junio de 1977 cuando se celebraron las primeras elecciones democráticas tras la Guerra Civil y, para quienes vivimos aquella época con intensidad, es difícil encontrar cualquier tiempo pasado o presente que fuera mejor. Hace un momento, antes de ponerme a escribir este artículo, hacía sobremesa con mi mujer y recordaba que, en junio de 1977, ella estudiaba en Badajoz y vivía en una residencia situada en la avenida Antonio Masa.
Una tarde, les contaron que en un nuevo partido llamado UCD pagaban por pegar carteles y allá se fueron seis compañeras de la residencia. UCD tenía su sede electoral por la zona de Juan Pereda Pila, donde aparecieron las seis jóvenes universitarias dispuestas a hacer lo que fuera con tal de ganar algún dinero. Les preguntaron que si tenían coche y una de ellas, la cacereña entrañable, y tristemente desaparecida, Amparito Rodas, respondió que sí, pero que lo tenía averiado y aparcado en la avenida de Colón. Los ejecutivos de UCD les dijeron que les pagarían el arreglo del coche y que se olvidaran de pegar carteles porque acababan de convertirse en el equipo de animación del candidato Luis Ramallo.
Así que mi mujer y sus cinco amigas, montadas en el elegante Morris MG de Amparito, recorrieron la provincia de Badajoz con todos los gastos pagados y disfrutando de un mes de junio inolvidable. Salían por la mañana camino de Herrera del Duque, Burguillos del Cerro o Zalamea de la Serena, repartían propaganda, arropaban a Ramallo a su llegada y, al comenzar el mitin, regresaban a Badajoz.
Yo no conocía a mi mujer ni de oídas y estudiaba aquel mes de junio en Salamanca. Y también hice la campaña del 15-J del 77, pero no por dinero, sino por algo mucho peor: por ideología. Militaba en el PSP, que lideraba Enrique Tierno Galván. En nuestro caso, nos dieron un Renault 4 rojo con megafonía a cuatro colegas, alojados en el colegio mayor Hernán Cortés y afiliados al Partido Socialista Popular, y nos encargaron hacer propaganda por la provincia de Salamanca.
El partido para el que trabajaba mi mujer ganó las elecciones y ella ganó su buen dinero. Yo no gané un duro y mi partido solo obtuvo cinco diputados. Pero qué importaban los resultados si creías que el mundo podía ser un paraíso terrenal que tú ibas a ayudar a cambiar. Al poco de celebrarse las elecciones, me marché a pasar el verano a Francia, donde conocí gente fascinante para un joven de 19 años: una chica italiana que decía ser miss Turín, un francés que vestía de negro e iba cada poco a Londres a comprar discos de jazz, una muchacha inglesa que no llevaba sujetador, lo cual no era una tontería pues así vi por primera vez unos pechos femeninos, los de mi madre no cuentan.
Así que volví cambiado y eufórico para encontrarme con un golpe duro y con una coincidencia maravillosa. El golpe fue una carta que me enviaron desde la dirección de mi colegio mayor, el Hernán Cortés salmantino, para anunciarme que me expulsaban por no respetar el espíritu colegial, que era una manera de decirme que por militar en un partido de izquierdas en un colegio con un director candidato al Senado por Alianza Popular. Me pareció injusto, pero me permitió alquilar un piso con los otros tres del PSP, a los que también habían expulsado.
Resultat d'imatges de salchichas con patatas fritasDesayuno Ricardo GomezLa coincidencia fue que, al regresar a Cáceres en septiembre, mis padres me dijeron que fuera con ellos a una fiesta para entretener a la hija de un amigo que se aburría. Acudí por educación y la chica que se aburría resultó ser la muchacha aquella que había ido de campaña con Ramallo por la provincia de Badajoz. Hoy soy su marido y seguimos viajando por la provincia de Badajoz, también por la de Cáceres. Aunque ya no hacemos campaña para Ramallo ni para el PSP, simplemente recorremos juntos Extremadura para descubrir y contar las historias de Un país que nunca se acaba,.

Desayuno:Domingo y Lunes . despacito,.


Cena -domingo y lunes -   huevo frito, 2 salchichas, filete carne , patatas fritas, foto,.


«No soy de desayunar nada más levantarme. Luego, me preparo un zumo de naranja, un café cortado y tostadas con aceite, jamón y tomate».

TITULO: EL SILENCIO POR FAVOR - PHOTOESPAÑA, CARTA BLANCA PARA LA FOTOGRAFIA,.


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Parafraseando a Lorca y por explicarme diré que lo sublime no tiene ángel, tiene duende. Desligado de la razón, anida en las tripas y el alma se alimenta. El ser. El sentido de lo único. La emoción como golpe. De ahí que regurgite como sensación o exaltación corpórea donde placer y dolor se dan la mano. Es una vieja idea romántica aún vigente. Desde los griegos posee la idea de lo sublime la virtud de la revelación que nos agita y nos conmueve. Hay en ello algo muy barroco. Encuentro y punto de partida. La emoción y su umbral. La grandeza. El escalofrío. Lo inmensurable.
Miramos aquí también lo heterodoxo, no visto como herejía o disconformidad, sino como obra que habita fuera de normas porque se nutre de lo más íntimo y pasional del autor. El ser. La creación de lo único. En ese horizonte, tenso como una goma que se estira, el trabajo de estos fotógrafos que presentamos en este 20 aniversario de PHotoEspaña toma cuerpo.
En la obra de Paulo Nozolino, la idea pasional de la presencia y su espectro son vistos siempre desde el plano vertical. Un espacio donde la línea frustra el horizonte. Lo adensa y lo pone ante nuestros ojos oscureciendo el detalle. Hay en sus imágenes un todo destruido que nos habla, que nos interroga. Como a fuego lento. La abstracción gana sustancia. Miramos penumbra. La descomposición de un paisaje oprimido. Reverberación de ausencia. El pasado lo habita. Soledad de vacío. Angustia, tragedia y dolor. Quizás Nozolino comenzó mirando el cielo. Un cielo siempre pesado. Sus imágenes parecen salir de sueños. Hoy, con este trabajo, Loaded Shine, sujeta su mirada a lo intemporal de lo que yace en apariencia muerto. Vemos un mundo que se destruye continuamente. Como en esa imagen que muestra una bombilla aislada en silencio, donde la luz es herida; o esa otra que muestra los pies de un burro muerto. Con flash y a mediodía. Una vaporosa y visible idea de muerte nos embarga. El corazón en la mano. Vivimos en decadencia eterna.
La exaltación toma la carne como catapulta de los sentidos. En la obra de Antoine d’Agata, nos convulsiona y agita. Imágenes y textos nos llegan como embates de hierro. Dan sobre nuestra carne y nos provocan. Sentimos vértigo. El desamparo es vital y el miedo constante. Frío o calor. El desencuentro como futuro y el presente lacerando el cuerpo. Antoine lo tortura o lo deconstruye, como si moldeara barro. Lo aprisiona a límites que aniquilan la intimidad más absoluta. Lo pone ante nuestros ojos en un universo de jaula. Como bajo la lona. Sin entorno ni referencias temporales. La obsesión es la atmósfera y lo febril, la luz. Un soplo religioso. La violencia del deseo. Su penitencia. La teatralidad de la revelación. Fantasmagorías. Apariciones. O quizás sean santos postrados ante el altar de los sentidos. El amor y su violencia. Los cuerpos como estigma y dogma. No hay regreso ni salida. Ni bellos sueños. Ni otro camino que la inercia de la caída. Obra sublime. Eleva lo existencial de la angustia. La náusea. El caos. La desazón. De ahí que vomite vacío, lo exhausto de la existencia.
Café Lehmitz, la ópera prima de Anders Petersen, posee magia. Nos atrapa desde que traspasamos la puerta. Nos hipnotiza. La atmósfera es soberana. Anders se adueña del aire. Nos sumerge en vida. Mirada y latido de antropólogo, de naturalista. No juzga. Ni pone a su mirada pretenciosidad, ni artificio. La noche y su viaje. Como el de Céline, con la diferencia de que en los ojos de Anders no cabe ese pesimismo. Es más clemente. No es un cínico. Los quiere, es cómplice. Brinda y baila con ellos. Nos arrastra a seguirlos. Terminamos por conocerlos. Su fotografía les alienta a ser. Él ama a los que nunca se muestran. Los invisibles. Vemos a Escar, un tragasables sin camisa en el trance de meterse en líos. Al fondo, una máquina de discos y música. Vicios de amor. Nos llegan voces. Ramona da, seduce; Gretel pide… La ternura empuja. Comprensión. Los iguales comparten noche y templo. Son penitentes. Los del flagelo y la alegría. Soledad y fracaso. Sublimidad… Café Lehmitz es una obra generosa de humanidad compartida. Un trabajo inolvidable. Hasta provocar las lágrimas. Soy testigo.
Damos también luz a las imágenes que Anders resaltó y marcó sobre las hojas de contacto, de época, con signos, señales y colores. Han perdido aquella primaria intención de resalte y estatus, su lenguaje de Morse, su sentido, pero han ganado el gesto. La huella. La soberbia de la ingenuidad. Su poder. Gráfica y plástica.
Ahora pongamos sonidos negros. Sordina. El espíritu oculto. Disfraz. Voyeurismo. A Pierre Molinier y a su obra los alimenta Eros. Seducido constantemente por el doble o por sí mismo, se trasviste. Se hace el amor. Se posee. Parece una muñeca con la piel de otros cuerpos. Es Pierre. Medias oscuras. Papel pintado. Zapatos. Fetichismo. La profanación y su placer excelso. Estamos ante la obra de un gran fabulador. Un independiente. Un individualista con lo femenino como obsesión y pertenencia. Una mirada heterodoxa y radical que busca en la figuración del deseo su territorio más íntimo de creación. Lo nutre un modernismo gótico. Un darse sin pudor y el narcisismo como espejo multiplicador. No se pone prohibiciones ni censura. Solo es juego. Sexo andrógino. Sin vellosidad. Hermafroditismo simbólico. En sus imágenes le vemos sonreír, con dientes afilados. Hierático y rabioso como si fuera un caníbal, se oculta tras una máscara ornamentada de recortes. Cuerpos entrelazados. Un hombre que escribió y fotografió sobre la cruz ficticia de su tumba el epitafio “Ce fut un homme sans moralite” (“fui un hombre sin moralidad”). Con esta lucidez acepta su causa. No busca gloria ni honores. Se muestra obsceno. Perverso. Como un exhibicionista abriendo su gabardina. “Mise en scène” y luz fría. Un gabinete de curiosidades mórbidas. Misterio, sexualidad, fantasía. De ahí que lo surrealista en su obra sea evidente y lejano al mismo tiempo. Hasta para su muerte, preparada y ejecutada por su propia mano. “Je me tue” (“me mato”), dejó en la nota. Feroz hedonismo e independencia.
La fotografía para Karlheinz Weinberger, mozo de almacén en Zúrich durante más de treinta años, fue la llave de liberación a una vida opaca. Un heterodoxo. Le siento un gran tímido. Sus primeras fotos se publican con el nombre de Jim en la revista de temática homosexual “Der Kreis” (el circulo) a finales de los años cincuenta. Autodidacta, la fotografía le acerca a un mundo que le hechiza: los jóvenes rebeldes. Los nuevos bárbaros. Rockeros, motoristas, amantes o chaperos, su mirada naíf los atrapa. Los infestados de piojos, ¨Verlausten¨, son el primer grupo juvenil que fotografía. Luego, como en el juego de la oca, unos le llevan a otros y todos terminan por pasar por el mítico salón de la casa que habita con su madre. Nunca será uno de ellos, pero está con ellos. No es un hombre osado, más bien un solitario que fotografía de viernes a domingo por fascinación obsesiva un imaginario único de identidades y actitudes. También sus símbolos y medallas. Chaquetas de cuero con sus chalecos y colores. Collares con la cara de Elvis. Cinturones cincelados. Braguetas cosidas de tuercas con tornillo y hasta los falos que ocultan debajo. Esta parte tan voyeur e íntima de su obra tomará con el tiempo espíritu ritual. Durante una década, Alex, uno de sus modelos, acudirá a su casa. Un íntimo y ceremonial encuentro fotográfico que mostramos en una pieza realizada y montada por dos de sus amigos a partir de sus imágenes.
Teresa Margolles toma el manierismo de la muerte y su casquería como semilla expresiva. Hay que decirlo: además de ecléctica creadora, se formó como técnico forense en México. Así empezó. Poniendo ciencia y luz sobre las causas del fallecimiento. El crimen como ventana. Por eso, su obra pone siempre su aliento en la violencia. Lo posa sobre su cruel naturaleza como si la frotara. Crisis y desmembramiento. Política y descomposición. Violencia y muerte. A estas trágicas presencias destructoras saca de su espacio oculto y periférico y las instala con piel y fluidos en el nuestro para que obren y respiren como denuncia y huella. La íntima comprensión de lo terrible se deja sentir. También su furia. Su obra grita al silencio y al trauma de la desaparición y su arbitrariedad. Y por derecho, acusa y enfrenta al poder político con esa realidad de luto y duelo que ha creado y que, además, fomenta. Cuestiona también nuestra comprensión y hasta nuestra sensibilidad farisea. Nos pone en entredicho por no ver ni tomar conciencia ni posición ante la injusticia social o de género y la agresividad que le pertenece. Teresa Margolles conoce bien el tejido de lacras y venenos del sistema y su presencia en la muerte. Como artista utiliza la fotografía, la instalación, la performance y el vídeo para explorar y conceptualizar su irrevocable y violenta presencia. De ahí la sublimidad y lo inquietante y solemne de su trabajo.
Anders Petersen, Pierre Molinier, Antoine d’Agata, Teresa Margolles, Karlheinz Weinberger, Paulo Nozolino, Adam Broomberg y Oliver Chanarin engendran una obra fuera de ortodoxias donde la emoción lo es todo. De su capacidad de transmisión y empatía toma su gran fuerza. Como un chispazo. Una corriente intensa de excitación. Convulsionamos. Nos llenamos de resonancias. La comprensión del universo como último acto. Es ese el gran poder subliminal que tiene el arte. La exaltación del ser.
Por terminar de elevar la idea en torno a lo sublime/heterodoxo, ponemos en pie un laboratorio de creación. Un espacio donde un grupo de creadores invitados interactuarán buscando visibilizar y materializar la subjetividad del concepto. Liderados por Adam Broomberg y Oliver Chanarin, no se ponen reglas ni se marcan caminos; les mueve el deseo de aportar acción y reflexión a nuevas propuestas de edición fotográfica. Lo extrovertido. La epopeya del yo y su conciencia es siempre territorio de creación.

  TITULO:  PESADILLA EN LA COCINA - JUEVES -29- JUNIO - LA COCINA DOMINGO - LUNES - TORTILLA DE BACALAO,.

PESADILLA EN LA COCINA - JUEVES -29- JUNIO,.

 Pesadilla en la Cocina es un programa de televisión español de telerrealidad culinaria, presentado por el chef Alberto Chicote, emitido habitualmente los jueves a las 22:30 en La Sexta.
Pesadilla entre fogones. El chef Alberto Chicote se viste con coloridas chaquetillas para controlar los fogones de las cocinas más desastrosas.
 Alberto Chicote se ha convertido en el terror de los cocineros. Su objetivo es reflotar restaurantes en crisis y enseñar,etc.

  LA COCINA DOMINGO - LUNES -
TORTILLA DE BACALAO,.

 fotos.

1. Cortamos las cebolletas en tiras bien finas y echamos las guindillas

2. Añadimos el bacalao desmigado

3. Mezclamos el sofrito y los huevos batidos

Tortilla de bacalao, receta martin berasategui, xlsemanal (2)Tortilla de bacalao, receta martin berasategui, xlsemanal (2)4. Cuajamos la sartén vuelta y vuelta

¡Y listo!

No va a durar ni cinco minutos en la mesa… Bon Appétit!

Una receta para hacer un plato principal de tortilla de bacalao
Tiempo de preparación: 90 minutos
Ingredientes para 4 personas

Ingredientes

  • 5 cebolletas
  • 4 guindillas frescas
  • 100 ml de aceite de oliva
  • 350 g de bacalao salado desmigado y remojado durante 48 horas en agua
  • 7 huevos grandes
  • sal

PASO A PASO

1. Con la ayuda de un cuchillo bien afilado cortamos las cebolletas en tiras bien finas.
Mientras, echamos en una sartén antiadherente las guindillas enteras y se refríen en aceite de oliva, para que resulte bien picante.
Colamos ese aceite sobre todas las cebolletas puestas en una cazuela y las arrimamos a fuego medio con una buena pizca de sal, para que vayan sofriéndose y se pochen durante un buen rato. Esta cebolleta es una de las claves de la tortilla, así que debe quedar bien pochada y rubia, necesitaremos al menos 50 minutos de fuego.
2. Una vez que tenemos la cebolleta bien sofrita, añadimos el bacalao desmigado bien escurrido de agua, para que no suelte humedad, y dejamos que se rehogue unos minutos con la cebolleta para que se entremezclen bien los sabores. Si vemos que el bacalao suelta agua no es problema, basta con menear el sofrito y dejar que el jugo se evapore, para conseguir que la base de la tortilla quede bien cocinada y luego la tortilla no suelte líquido. Se rectifica la sazón.
3. Batimos los huevos sin mucho interés. Es mejor dejarlos un poco gruesos que no hacerlo en exceso.
Los sazonamos ligeramente. Mezclamos el sofrito y los huevos y probamos la mezcla para rectificar la sazón si fuera necesario.
4. Arrimamos una sartén a fuego medio con una pizca de aceite de oliva y cuajamos la sartén vuelta y vuelta, dejando que quede bien jugosa en su interior. ¡Lista!
Os aseguramos que no va a durar la tortilla de bacalao en la mesa ni cinco minutos. Bon Appétit!,.

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