BLOC CULTURAL,

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domingo, 25 de junio de 2017

EN PRIMER PLANO - A FONDO - COLOMBIA MEMORIAS DE UNA GUERRA,./ REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA ¡ ACTIVA TU CREATIVIDAD !,./ EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - PERROS DE LA RECOLETA,.

TITULO: EN PRIMER PLANO - A FONDO - COLOMBIA MEMORIAS DE UNA GUERRA,.

COLOMBIA MEMORIAS DE UNA GUERRA, fotos.

Combatir el silencio. El fotorreportero Álvaro Ybarra Zavala lleva 16 años retratando
el conflicto colombiano con este objetivo. Y es lo que pretende con su nuevo libro -‘Macondo. Memorias del conflicto colombiano’-: hablar de lo que nadie quiere hablar en Colombia. Desaparecidos, desplazados, crímenes de guerra,.

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El ejército es el gobierno


macondo, libro alvaro ybarra zavala, conflicto colombia, farc, guerrilla, xlsemanal«Para muchos colombianos en zonas de guerra, el Ejército era el Estado. Lo único que hacía era aparecer en helicóptero, detenerlos y bombardearlos sin preocuparse por construir carreteras, hospitales o escuelas».

Relatos discordantes

macondo, libro alvaro ybarra zavala, conflicto colombia, farc, guerrilla, xlsemanal«Lo primero que me marcó de Colombia es que la guerra no se veía -rememora Ybarra Zavala-. Fuera de las zonas afectadas se evitaba hablar de ello, como si un ‘Muro de Berlín’ dividiera al país en dos. Cada bando construyó así su propio relato del conflicto. Con las mujeres, por ejemplo. Las FARC aseguraban que la igualdad era total en sus filas, pero no es lo que cuentan muchas guerrilleras desmovilizadas».

Coca, estigma y modo de vida


«La población rural está estigmatizada como narcotraficantes, pero es que no tienen alternativa. La coca es el único producto cuya venta está garantizada. Es el negocio familiar; como tener gallinas».

macondo, libro alvaro ybarra zavala, conflicto colombia, farc, guerrilla, xlsemanalLos grandes olvidados


macondo, libro alvaro ybarra zavala, conflicto colombia, farc, guerrilla, xlsemanalDos hijos asesinados, otro desaparecido; a Dolores Londoño solo le quedan sus fotografías. Los desaparecidos, 60.630, son los grandes olvidados. La gente se manifestaba por los secuestrados; nadie, por los desaparecidos. De ellos se pensaba. «Algo habrán hecho».

El ‘papelón’ de los militares


El Ejército ‘animaba’ a la tropa con ‘bellezas’ mientras, denuncia Ybarra, cometía atrocidades. «Desapariciones, ejecuciones, apoyo a los paramilitares… Entre todos los bandos hubo más de 220.000 muertos».

Las verdades de Colombia

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Benjamín vivía en territorio FARC. Hasta que el Ejército lo detuvo y lo reclutó al ver que no había hecho el servicio militar. Al poco, lo mató la guerrilla. Así son las historias que cuenta Ybarra Zavala en Macondo… «Cada colombiano tiene su verdad, su visión sobre la guerra. Yo he reunido todas ellas para que todos conozcan también la verdad de los demás; porque todas esas Colombias forman la memoria colectiva del país, la verdadera Colombia».

Forenses contra la impunidad

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Desde 2007 se han recuperado unos 6000 cadáveres sin identificar en
más de 4500 fosas comunes. Paramilitares y militares son responsables de la mayor parte de las desapariciones forzadas. Especialmente sangrantes son los llamados ‘falsos positivos’, ejecuciones de civiles que, para engordar sus ‘resultados’, el Ejército hacía pasar por guerrilleros caídos en combate.
Macondo. Memorias del Conflicto Colombiano, de Álvaro Ybarra Zavala, se vende en macondoproject.com. su exposición en Efti (MADRID) está abierta hasta el 25 de julio.
 TITULO:  REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA ¡ ACTIVA TU CREATIVIDAD !,.
 ¡ ACTIVA TU CREATIVIDAD !, foto,.

Resultado de imagen de ¡ ACTIVA TU CREATIVIDAD ! revista xl semanalLos científicos lo tienen claro. Los niños nacen con un potencial creativo increíble que van perdiendo con los años. ¿Pero por qué algunas personas conservan esa capacidad? ¿Puede desarrollarse? ¿En qué parte del cerebro está la chispa de la genialidad?,.

Steve Jobs creía que las mejores ideas surgen en el cuarto de baño y en la cafetería, charlando con los colegas. Introspección e interconexión: dos ingrendientes de la creatividad. Cuando se fue de Apple y fundó los estudios de animación Pixar, su preocupación no eran las películas, sino obligar al mayor número de empleados a que compartiesen los momentos de mayor intimidad y la franja más relajada de la jornada de trabajo (la hora de comer). Estaba seguro de que la chispa de la genialidad surgiría entonces, no en los despachos
Así que rediseñó los planos de los estudios, que en un principio eran tres oficinas separadas: informáticos, animadores y directivos. Volvió loco al arquitecto hasta que consiguió lo que quería: un solo edificio con un gran atrio central. Allí ubicó una gran cafetería y los únicos aseos. La interacción del grupo estaba asegurada. “Las mejores reuniones ocurren por casualidad, en el vestíbulo, en el aparcamiento o mientras te lavas las manos”, decía. Resultado:  Toy story y otros 11 taquillazos, con una media de recaudación de 500 millones de euros.
Seamos igual de ambiciosos que Steve Jobs… o incluso más. Intentemos cambiar el mundo. Puede que no lo consigamos, pero quizá unas gotas de creatividad nos ayuden poco a poco a salir de la crisis o por lo menos a conseguir un empleo o a conservar el que tenemos.

El 60 por ciento de los consejeros delegados de las principales empresas del mundo aseguran que la creatividad es ya la cualidad de liderazgo más importante

Las industrias creativas dan trabajo en España a 800.000 personas y suponen el 4,8 por ciento del PIB. El capital intelectual es su principal argumento. Libros, cine, diseño, arte, publicidad, arquitectura, videojuegos, comunicación y nuevas tecnologías son sus viveros tradicionales. En Estados Unidos, el 75 por ciento de los nuevos empleos los están creando emprendedores de estos sectores. La valoración en Bolsa de Facebook y Google casi iguala a todo el Ibex 35, y la de Apple es el 50 por ciento más. “Pero la creatividad no es solo artística, sino que se puede aplicar a las matemáticas, la biología, la antropología, la genética, la filosofía, la medicina, la física, la cocina.. A todo”, apunta Jeremy Baka, uno de los publicistas más laureados del mundo.
Se trata de aplicar habilidades propias de los artistas a los procesos productivos. ¿Cuáles son esas habilidades? ¿Y cómo podemos fomentarlas? IBM realizó una encuesta internacional en la que participaron 1500 consejeros delegados. El 60 por ciento consideró que la creatividad es la cualidad de liderazgo más importante del futuro. Gente audaz para poner en práctica estrategias novedosas, incluso disparatadas, y que se sienta cómoda en la incertidumbre. En resumidas cuentas, que tenga valor para lanzarse a la piscina sin saber si tiene agua.
Pero ese salto de fe necesita un entorno favorable que, a veces, es insospechado. Un espacio físico que espoleó la inventiva de sus moradores de manera similar a los estudios Pixar es el Edificio 20 del Instituto Tecnológico de Massachusetts. “Es un lugar horrible para trabajar, con un sistema de calefacción defectuoso y con las paredes contaminadas de amianto” -cuenta Jonah Lehrer en su libro Imagine. how creativity works (Houghton Mifflin, 2012)-. Es un edificio que tuvieron que compartir desde los años cincuenta lingüistas e ingenieros informáticos. Dos clases de científicos que entonces no tenían nada en común. Pero gracias a esta convivencia forzada surgió una nueva rama del saber: la inteligencia artificial. Obligar a la gente a que salga de su zona de bienestar e interactúe con personas de otros ámbitos es mucho más importante que disponer de la mejor tecnología.

La fricción es lo que hace saltar la chispa

El físico teórico Geoffrey West sostiene que la productividad per cápita y la riqueza aumentan en los espacios urbanos por esa colisión de mentes y de ideas, es decir, por la mera proximidad de las personas. Cifra ese incremento en un 15 por ciento por cada medio millón de habitantes. Internet multiplica esas condiciones de sobrecarga intelectual. “En lugar de compartir solo vínculos con nuestra red social o comentar los blogs de nuestros amigos, tiene mucho más potencial creativo interactuar con extraños y con propuestas que nos son ajenas o que provienen de disciplinas con las que no estamos familiarizados”, añade Lehrer.
Con frecuencia, el acto de crear no es más que la recombinación de viejas ideas o bien una transposición de un campo a otro. En cierto modo todo está inventado, pero todo se puede reinventar. Los hermanos Wright aplicaron sus conocimientos en la fabricación de bicicletas a la aeronáutica; de hecho, su primer avión no era otra cosa que una bicicleta con alas. Y Larry Page y Sergey Brin desarrollaron el algoritmo de búsqueda de Google utilizando un método parecido al que se usa para clasificar artículos académicos.

La fricción es lo que hace saltar la chispa. La colisión de ideas. Lingüistas e ingenieros convivieron en el MIT y surgió una nueva rama del saber: la inteligencia artificial

Últimos 50 años demuestra que el trabajo en equipo se ha incrementado un 20 por ciento cada década en todas las ciencias. “Las ideas que cambiaron nuestra forma de pensar en la primera mitad del siglo XX eran producto de genios solitarios, como Einstein. Pero ahora las innovaciones provienen de equipos multidisciplinares -reflexiona Lehrer-. El secreto es mezclar a la gente y conectar cosas que en apariencia no tienen nada que ver. Normalmente, alguien de fuera ve más porque sabe menos. Por ejemplo, los químicos son excelentes resolviendo problemas de biología molecular. Comparten una base de conocimiento con los biólogos que les permite entender los desafíos, pero no saben tanto como para caer en las mismas trampas y quedar bloqueados”.

En cierto modo todo está inventado, pero todo se puede reinventar. El primer avión de los hermanos Wright no era otra cosa que una bicicleta con alas

Desaprender es tan importante como aprender… y desconectar tanto como conectar. Carl Honoré es pionero del movimiento slow: “La lentitud no es mala. Es sinónimo de calidad. No por estar más horas en la oficina se es más productivo. Después de un descanso,la mente se oxigena y se es más creativo.
“Dar un paso atrás y mirar las cosas desde un punto de vista ligeramente diferente también ayuda. Es lo que se conoce como ‘pensamiento divergente’. Por este motivo, viajar libera la imaginación y por eso también los jóvenes, que no han aprendido aún todas las reglas, son con frecuencia más creativos que los mayores”, afirma Lehrer.

Los niños entran en la escuela soñando con ser astronautas y, al salir, desean ser funcionario. Para los expertos, es síntoma de que algo va mal en el sistema educativo

“El problema es que el sistema educativo está anclado en el siglo XIX y ahoga la creatividad. Algo hacemos mal si nuestros hijos entran en la escuela queriendo ser astronautas y salen queriendo ser funcionarios – opina el pedagogo Richard Huguet. La educación no tiene en cuenta lo que quiere la demanda, que son los alumnos. ¿Se imaginan una empresa que nunca se haya detenido a preguntar a sus clientes si les gusta lo que ofrecen? Quebraría”. Y explica que compañías como Hewlett-Packard ya no buscan al ingeniero con mejores notas, sino a aquel que sepa hablar con el cliente, trabaje en equipo, comparta y aprenda rápido.
La creatividad está asociada al lado derecho del cerebro: es el que se deja llevar por sentimientos, intuiciones, riesgo Mientras que el lado izquierdo controla la lógica, el lenguaje y las matemáticas. Las asignaturas que tienen mayor relevancia en la enseñanza actual provienen de la revolución industrial y están asociadas al lado izquierdo, mientras que el arte, la música o la educación física siguen siendo las marías. Pero en este mundo líquido, en palabras del sociólogo Zygmunt Bauman, en el que nuestras identidades son cada vez más flexibles, donde se cambia de empleo o de país cada vez con más frecuencia, es fundamental una inteligencia fluida. Si el lado izquierdo nos proporciona el hardware, el software está en el derecho. Es el que nos permite resolver problemas en situaciones donde no hay precedentes a los que agarrarse. Y si alguien se siente como pez en el agua en un mundo donde todo es nuevo, es un niño. Baka lo resume bien. “A Picasso le llevó cuatro años aprender a pintar como Rafael, pero toda una vida aprender a pintar como un niño. Si quieres que tus hijos sean inteligentes, léeles un cuento de hadas. Si quieres que sean más inteligentes, léeles dos cuentos”.

  TITULO: EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA  - PERROS DE LA RECOLETA,.

foto - reloj -PERROS DE LA RECOLETA,.


RELOJ.jpgDesde hace casi treinta años, la Recoleta es mi barrio cuando viajo a Buenos Aires. Y cada día, haga lo que haga, camino cinco minutos desde mi hotel hasta el lugar donde, invariablemente, desayuno tres medias lunas con un vaso de leche tibia mientras hojeo los diarios o un libro junto a las sombras gratas de Borges y Bioy Casares. Ese lugar es el café La Biela, en su esquina formidable desde la que, a través de los ventanales, puedo contemplar el espectáculo diario de lo que más me alegra el corazón cuando estoy en esta ciudad: los perros de las casas vecinas a los que sus cuidadores sacan a pasear en grupos, atraillados y pacíficos, y sueltan un rato para que jueguen en el césped que hay ante los grandes magnolios. Esos perros de la Recoleta son perros felices, chuchos bien, que tuvieron la fortuna de caer en casas donde se les cuida e incluso mima, a diferencia de los otros infelices que vagan por los barrios más humildes de la ciudad, o son abandonados en cualquier sitio cuando dejan de ser graciosos cachorros. Al menos éstos que veo pasar ante La Biela están a salvo, dentro de lo que cabe. Y eso alivia un poco mi tristeza cuando pienso en sus camaradas con menos suerte en el mismo Buenos Aires, en España, en tantos lugares del mundo donde la infamia del ser humano desprecia, o maltrata, su lealtad y su nobleza.
En el último viaje, sin embargo, esos ratos felices de la Recoleta se han visto empañados por una pérdida. Si es cierto que sigo desayunando en La Biela, ya no puedo ocupar mi mesa habitual en la Munich, que durante tres décadas fue el lugar al que estuve yendo a comer o cenar, solo o con mis amigos. El restaurante Munich –para los asiduos, la Munich– había nacido en 1930 en forma de lechería, que doce años después se transformó en restaurante de estilo alemán. Lo descubrí en 1982, cuando fui a cubrir la guerra de las Malvinas, y desde entonces casi no hubo día en Buenos Aires que no pasara por allí. Ahora, sin embargo, ya no existe. Lo vendieron sus dueños y, según me cuentan, proyectan construir allí un edificio de doce plantas, clavando un clavo más, uno de muchos, en el ataúd de uno de los barrios más personales y elegantes de la ciudad.
Murió la Munich, como digo. Cerró hace unos meses tras una triste agonía a la que tuve el desconsuelo de asistir. Sus dueños, pendientes de la venta que ya negociaban, la dejaban fenecer como en el tango, y así la vi en mis últimas visitas: sola, fané y descangallada. Durante el último año se había desplomado la calidad de la comida, todo era un enorme descuido, y sólo me ataba al lugar la profesionalidad perfecta de los viejos camareros de chaqueta blanca; que, aunque se les debían varios sueldos, hacían cuanto estaba en sus manos por ser fieles a lo que habían sido. Los clientes de toda la vida, familias en domingo, señores bien vestidos, señoras a las que podía uno llamar señoras sin que le diera la risa floja, seguían acudiendo al restaurante de ambiente tirolés de cabezas de ciervo, manteles blancos y manteca en platitos de aluminio. Pero ya ni el bife era el bife, ni los riñones o criadillas merecían la pena, la omelette de alcauciles estaba para devolverla a la cocina, y las espinacas a la crema brillaban por su ausencia. José Manuel, el viejo, seco y perfecto maître asturiano, jubilado justo cuando empezaba el declive, ya me lo había anunciado: «Vienen otros tiempos, don Arturo. Por suerte yo no voy a estar aquí para verlos». Al despedirnos, me regaló una taza de café con el nombre de la Munich. «A saber dónde acabarán las otras», dijo.
Ahora he vuelto a la ciudad, y al Alvear, y a La Biela, y a caminar unas cuadras hasta la librería Cúspide y las otras –cada vez menos– que aún no desaparecieron del barrio. Y al pasar ante la Munich, cerrada, me he detenido un momento, a recordar. La vieja placa de bronce sigue atornillada junto a la puerta, y por un momento lamenté no tener veinte años menos para venir de noche con un destornillador y jugármela robando esa placa que a nadie importa ya. Lo malo de vivir demasiado, o casi, es que asistes al final de muchas personas y de muchas cosas a las que da pereza sobrevivir. Tu mundo se desvanece y el paisaje se despuebla. Eso es lo que pienso, parado ante la placa que soy demasiado viejo para robar. Miro a mi alrededor, desolado, y entonces tengo la suerte de ver que un grupo de perros atraillados pasa por la vereda, moviendo el rabo. Y me consuelo pensando que al menos, en esta ciudad que tanto amo, todavía hay perros felices, hay libros en las librerías, el Puentecito permanece abierto en Barracas y Gardel sigue cantando en Buenos Aires.

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