TITULO: 7 DIAS CITAS , SI TIENES MINUTOS Y DESCANSO - ¡ BUENOS DIAS JAVI Y MAR ! - CADENA 100 - CALLEJEROS - Martes - 3 - Diciembre - Ortega instala una dictadura conyugal en Nicaragua ,.
¡ BUENOS DIAS JAVI Y MAR ! - CADENA 100 ,.
Lo mejor del programa ¡Buenos días, Javi y Mar! que se emite cada mañana en CADENA 100 de 06:00 a 11:00 y que presentan Javi Nieves y Mar Amate,etc.
Al rincón de pensar - Martes - 3 - Diciembre ,.
Al rincón, anteriormente conocido como Al rincón de pensar, fue un programa de televisión español en el que cada semana dos personajes de plena actualidad (cantantes, políticos, actores, deportistas) se someterán a las preguntas Risto Mejide en su particular rincón. Se emitió los martes a las 00:00 horas en Antena 3., etc,.
Ortega instala una dictadura conyugal en Nicaragua,.
El presidente nicaragüense y su mujer institucionalizan el control absoluto del poder con una reforma constitucional,.
Daniel Ortega hace mucho tiempo que no disimula. El presidente de Nicaragua propuso una reforma constitucional para que rápidamente fuese aprobada por la Asamblea Nacional que confirman sus acólitos. En ella, termina de perfilar el control total del Ejecutivo sobre la estructura del Estado, abre camino para investir a su esposa y actual vicepresidenta con más poder y hasta la bandera de su partido político es convertida en símbolo patrio.
La enmienda plantea refundar el Estado al denominarlo «revolucionario», busca legalizar la instauración de un modelo de partido único y familiar como en Cuba, formaliza la concentración de poder, legaliza la apatridia y «constitucionaliza el Estado totalitario», según opositores.
Con la modificación constitucional, el período presidencial pasa de cinco a seis años y se crea las figuras del «copresidente» y «copresidenta». Así, Ortega y Murillo formalmente gobernarán en igualdad de condiciones y podrán nombrar a dedo a vicepresidentes. Se espera que el cargo recaiga en Laureano Ortega Murillo, hijo de ambos y quien pudiera heredar el poder más adelante.
La iniciativa establece también que la Presidencia de la República dirige al Gobierno y como Jefatura de Estado «coordinará» a los órganos legislativo, judicial, electoral, de control y regionales y municipales. La reforma reza: «La presidencia de la República dirige al Gobierno y como jefatura del Estado coordina a los órganos legislativo, judicial, electoral, de control y fiscalización, regionales y municipales, en cumplimiento de los intereses supremos del pueblo nicaragüense y de lo establecido en la presente Constitución». Y en otro artículo refiere que «el pueblo ejerce el poder del Estado a través de la presidencia de la República que dirige al Gobierno».
En definitiva, se le borra toda separación de poderes y convierte al Poder Ejecutivo en una organización vertical desde la primera magistratura. Además, convierte a la presidencia en la Jefatura Suprema del Ejército de Nicaragua, de la Policía Nacional y del Ministerio del Interior. De esta forma, Ortega se confirma como el alfa y omega de todos los grupos armados del país.
De igual forma, la reforma incluye la creación de una «Policía Voluntaria» como un cuerpo auxiliar y de apoyo a la Policía Nacional. Voces críticas han señalado que se trataría de la legalización de fuerzas paramilitares y grupos de choque. En septiembre de 2022, Ortega utilizó el término para definir a grupos civiles que participaron en la represión a las protestas populares de abril de 2018 que dejaron decenas de muertos. El texto reitera que las fuerzas del Ejército podrán ser usadas como refuerzo de la Policía para atender situaciones de orden interno.
La reforma constitucional también convierte a la bandera rojinegra del partido Frente Sandinista de Liberación Nacional, la misma que es usada desde que el movimiento era una guerrilla hace cuatro décadas, en un símbolo nacional equivalente a la bandera nacional de Nicaragua.
Por otra parte, la nueva legislación establece que el Gobierno de Nicaragua vigilará que los medios de comunicación social no sean «sometidos» a intereses extranjeros ni divulguen «noticias falsas» que atenten contra los derechos de los nicaragüenses, según el escrito. En el país centroamericano la prensa crítica ha desaparecido y la que opera lo hace principalmente desde Costa Rica, donde editores y periodistas han obtenido visas humanitarias. A varios de ellos se les ha arrebatado su nacionalidad por considerarlos indeseables por el régimen.
La reforma eleva el carácter jurídico de lo que ya había sido aprobado como ley en Nicaragua en septiembre, cuando el Parlamento reformó la Ley Especial de Ciberdelitos, que castiga con cárcel la propagación de noticias falsas y/o tergiversadas que produzcan alarma, temor o zozobra en la población, y que ahora también es aplicable a los delitos cometidos dentro o fuera del territorio nacional por personas naturales o jurídicas. Queda a discreción de funcionarios determinar la falsedad de informaciones o sus supuestos impactos en la sociedad, como ha alertado la asociación Periodistas y Comunicadores Independientes de Nicaragua (PCIN). Las penas alcanzan 15 años de prisión.
«En Nicaragua están los elementos que hacían falta para convertirse en Cuba», reaccionó el líder opositor Juan Sebastián Chamorro, expresó político que fue excarcelado, expulsado hacia Estados Unidos y desnacionalizado hace casi dos años.
Organizaciones como Human Rights Watch también han hecho alertas y condenas por lo que consideran un avance del totalitarismo en Nicaragua. En la Organización de Estados Americanos (OEA) la condena vino con bautizo, pues el organismo regional habla del intento de institucionalizar una “dictadura matrimonial”. La OEA llamó a redoblar la presión diplomática sobre el régimen nicaragüense “para que haya justicia para el pueblo y sanción para quienes han perpetrado este atentado”.
TITULO: LA NOCHE LARGA, MUJERES EN PRIMERA LINEA, - LA CHICA LUNES - 2 - Domingo - 1 - DOS DIAS Y UNA NOCHE - MARTES - 3 - Diciembre - Cristina López Barrio - Lluvia de millones ,.
DOS DIAS Y UNA NOCHE - MARTES - 3 - Diciembre ,.
El programa está conducido por la periodista catalana Susanna Griso. Cada semana visitará la casa de un personaje famoso relevante y mediante el hilo conductor de la entrevista, irá desgranando la vida de los famosos. Como novedad la periodista se instalará en las casas de los invitados durante dos días pasando una noche allí. El MARTES - 3 - Diciembre , a las 22:40 por antena 3, etc.
LA NOCHE LARGA, MUJERES EN PRIMERA LINEA, - LA CHICA LUNES - 2 - Domingo - 1 - DOS DIAS Y UNA NOCHE - MARTES - 3 - Diciembre - Cristina López Barrio - Lluvía de millones ,.
Cristina López Barrio - Lluvia de millones ,.
fotos / Cristina López Barrio ,.
Deja las frases suspendidas en el aire, con puntos invisibles flotando. No es que ignore cómo terminarlas, sino que cuenta con la complicidad de quien la escucha desgranar ideas con voz suave. La gira de promoción del premio Planeta acaba de comenzar y Cristina López Barrio, la finalista de este año, ya adolece de falta de sueño. El frío ha llegado a Madrid y mientras apura un cigarrillo a las puertas de un céntrico hotel, la autora reconoce estar aún en un “extraño estado emocional álgido”. Elegante y serena, la autora de Niebla en Tánger nos habla de cine y arquetipos, de miedos y jaulas, de Ítaca y Camelot, del poder libertador de las palabras.
Cristina López Barrio (1970) es abogada especialista en propiedad intelectual. Se inició en el mundo de la novela con El hombre que se mareaba con la rotación de la tierra (2009), destinado al público juvenil. Le seguiría La casa de los amores imposibles, en la que cristalizan influencias como el realismo mágico de Gabriel García Márquez y la prosa castellana de Miguel Delibes, para narrar la historia de una familia de mujeres malditas durante siglos por el veneno del odio. Publicada en 2010, ha sido traducida a quince lenguas y publicada en más de una veintena de países, además de suponer un antes y un después en la vida de la autora madrileña. Tras el éxito de esta novela dio un salto al vacío y abandonó el mundo del derecho para dedicarse a jornada completa a lo que siempre quiso hacer: escribir.
Seguirían un libro de relatos, El reloj del mundo (2012), y El cielo en un infierno cabe (2013), que nos traslada a un lugar donde mística y exorcismos, magia y religión, sensualidad y brujería, triángulos amorosos y hermandades secretas conviven en la España del siglo XVII. Por último, Tierra de brumas (2015) nos lleva a las profundidades de los bosques gallegos para narrar más historias envueltas dentro de otras historias sobre una dinastía de mujeres.
Y es que hay varias constantes en la obra de Cristina López Barrio. La más evidente son las mujeres fuertes, contracorriente. Pobres o ricas, rurales o urbanitas, soñadoras o realistas… Entre sus personajes brillan las féminas luchadoras a quienes no queda otra que pelear contra todo –incluyendo sus propias contradicciones– y en las que, si sobreviven o triunfan, siempre queda un poso de tristeza, una marca. Otra es su estilo personal de narrar, engañosamente sencillo, depurado —se confiesa adicta a la poesía— y que esconde una cuidada elaboración. El resultado son líneas que saltan del libro para clavarse en el lector o deslumbrarle con breves fogonazos. Por último, no parecen faltarle las ideas ni darle miedo las estructuras complejas. Cuando no juega con múltiples narradores y puntos de vista se dedica a encerrar historias dentro de historias que esconden, ¿lo adivinan?, más historias. Al estilo de las muñecas rusas.
De su obsesión durante años por Continuidad en los parques, un complejo cuento de Cortázar, nacería la idea de llevar esa estructura perfecta a la novela. Así, Niebla en Tánger es una metanovela circular que narra un viaje de búsqueda dentro de otra ficción —una novela dentro de la novela— y hacia dentro de la protagonista. Si a esto sumamos la influencia de las tragedias y viajes de héroes clásicos, y la idea que Oscar Wilde desarrolla en La decadencia de la mentira —la creación literaria como generadora de vida propia— y lo ambientamos en un Tánger soñado, tendremos la receta de Niebla en Tánger, la novela que le ha valido convertirse en finalista de uno de los premios más suculentos del panorama nacional, el Planeta.
Flora, la protagonista de Niebla en Tánger, viaja a esta ciudad marroquí en busca de un hombre desaparecido y de una misteriosa novela. Allí debe superar pruebas, enfrentarse al villano, asomarse al interior de sí misma y encontrar el valor necesario para salir de su zona de confort y arriesgarse a llevar la vida que realmente quiere. Siguiendo la estructura de viaje iniciático del héroe clásico, el texto reivindica la importancia de la libertad frente a la seguridad, de enfrentarse a una rutina que adormece el espíritu, la necesidad de empezar a vivir frente a una existencia vacía —ya lo dijo Wilde, “lo menos frecuente en este mundo es vivir, la mayoría de la gente sólo existe”— y el valor de las historias como bien de primera necesidad, como herramienta indispensable para mitigar la angustia de estar vivos. Al fondo, el viento muta en personaje gracias a unas descripciones más que vívidas.
–En el libro ganador del Planeta de este año, de Javier Sierra, todo gira en torno a la importancia de las palabras. Tú planteas la misma cuestión de distinta forma. Una madre que se acerca a su hija adoptiva contando cuentos. Una joven que se enamora de su compañero de lecturas.
–Es un homenaje a todo lo que a mí me remueve como persona y escritora. A todo lo que a mí me gusta de la literatura. Yo creo en el poder absoluto de las historias. Son nuestra primera forma, porque empezamos a organizar el mundo con los cuentos infantiles. Ya el hombre primitivo, alrededor del fuego, necesitaba las historias para poder mitigar la angustia de estar vivo. Soportamos la vida gracias a las historias. Todos somos contadores de historias, todos somos narradores. Toda buena historia tiene que contar algo sobre la existencia, sobre quién eres. Y esta novela cuenta el poder de las historias, cómo pueden llegar a remover, a salvar vidas y a cambiarlas. Empezando por el ejemplo mítico de la narradora, Sherezade en Las mil y una noches, ese poder libertador de las historias y las palabras, de la literatura, está imbricado en nuestra propia esencia, en la propia naturaleza humana.
–Hay muchas referencias en tu libro a la obra de Oscar Wilde. ¿La vida debe imitar al arte, o a la inversa?
–Mmm…, o el arte a la vida, eso da para todo un debate. El ensayo de Oscar Wilde es muy interesante, habla de tomar la vida propia como materia bruta, modelarla con belleza, imaginación y fantasía. De ahí nace el arte. Él pone ejemplos como La vida del joven Werther. De ahí salen arquetipos como el del hombre romántico que sufre mal de amores y acaba quitándose la vida, que fue tan imitado. Es un tema confuso. Parece que el arte tiene que recrear la vida. Y yo creo que Wilde, y también Ramón Gaya o Stefan Zweig, que también tiene un ensayo sobre El misterio de la creación artística, hablan del arte –sea música, literatura, pintura– como generador de vida propia. Esto es lo que utilizo en la novela como juego para resolver el misterio de la desaparición de un hombre. Las historias tienen su propia vida. Cuando creas de verdad una buena historia, una buena trama y unos buenos personajes, creas vida, creas algo que tiene la materia bruta de la vida. Gaya hablaba del alma de la creación y Oscar Wilde de la idea de que el arte no debe ser una mera mímesis de la vida, sino una creación nueva. Estoy de acuerdo en que no hay que copiar la vida, no hay que hacer una mímesis, sino una creación nueva.
–»Las únicas personas de verdad son las que nunca existieron».
–Los personajes. Las personas muchas veces se convierten en arquetipos, incluso los propios escritores. Con el tiempo lo que nos llega de ese ser que existió es un arquetipo, y lo que pervive a lo largo de los años es su obra. Es una idea muy extremista, pero me servía muy bien para la novela, jugar con la cuestión de hasta qué punto puede cobrar vida un personaje.
–Recuerda al tema de Niebla, de Miguel de Unamuno, pero sobre todo es algo muy quijotesco.
–Sí.
–Siguiendo con el símil, entonces, Deidé sería nuestro Sancho Panza. Una psicóloga argentina predicando sensatez a distancia.
–Sí, necesitaba un contrapunto para alguien que fuera demasiado fantasioso, y necesitaba ese Sancho , ese punto de realidad pero que a veces se deja arrastrar por la fantasía de Flora, la fantasiosa que se deja llevar por un libro y creyéndose una investigadora como la de los libros de la señorita Marvel. La novela al final es un viaje, he utilizado la estructura típica del viaje del héroe que tanto hemos visto tanto en literatura como en cine.
–Lo planteas ya en la introducción, con esa cita de Constantino Cavafis: “Cuando emprendas tu viaje a Ítaca pide que el camino sea largo…”.
–Sí, Flora emprende un viaje. Ítaca en este caso sería Paul Dinkle; es la excusa, el detonante para salir de su mundo ordinario y rutinario, el misterio. Al final te das cuenta de que cuando llegas al final del viaje, Ítaca no importa, lo que importa es el viaje. Ítaca es un ideal al que todos muchas veces nos agarramos. Nos aferramos a una fantasía como la propia lectura cuando huimos de una realidad que no sabemos afrontar.
–Niebla en Tánger tiene mucho de eso, de reivindicación de la literatura como vía de escape y como refugio.
–Sí, bueno, una de las funciones básicas de la literatura ha sido la evasión, tanto del lector como del escritor, ¿no? Tánger además es como un arquetipo de ciudad inspiradora de artistas. Matisse, Delacroix, la generación Beat, Saint-Exupéry… buscaron inspiración en ella. Yo veo la literatura como impulso a la aventura y a salir del letargo. La emoción lleva a la idea. Y es lo que nos mueve a los humanos, las emociones. Nos mueve lo emocional, lo estamos viendo en todo esto que estamos viviendo ahora con el tema catalán, que tiene mucha más parte de emocional que racional. La literatura genera una serie de emociones y empatías, es un reflejo en el que te puedes ver, y tiene ese poder: las palabras tienen el poder de impulsar a la aventura, a pensar, a reaccionar. ¿Por qué ha habido tanta censura si no? Me gusta la idea de la literatura como algo peligroso, como algo que está vivo, como algo que puede generar, y de hecho ha generado, cambios. Como poder de crítica de la sociedad, como herramienta con la que dibujar una sociedad utópica a la que aspirar. Es un arma. Bueno, o mejor un bien de primera necesidad: el agua, el pan y el libro.
–Tánger aquí encarna ciertos ideales, es una ciudad un tanto etérea, la Camelot soñada, además de ser un lugar que parece atraer a quienes se han perdido.
–Tánger es un espacio mítico. Me he dado cuenta de que cada uno tiene su Tánger. He conocido a mucha gente –se me olvidan los nombres en este estado emocional tan álgido– que pasó allí su infancia o juventud, y es como que cada uno ha adaptado su idea, su recuerdo. Está el Tánger de las películas con espías y contrabandistas, y el de las tres culturas que convivían, hinduistas también, ese estatuto especial… No solía haber matrimonios mixtos pero sí amistad. Tuve la oportunidad de estar con Rachel Muyal, de la Librairie Des Colonnes, que me dio una documentación emocional que no te da ningún libro. Ha llevado esa librería durante veintitantos años, y es una judía sefardí que me hizo un recorrido por todo Tánger y que me estuvo hablando de los años 40 y 50, de la época posterior a la diáspora, las leyes especiales que tenían… Tánger es un arquetipo en sí mismo –cada cual tiene el suyo–, es como el Camelot que cada uno construye con su fantasía, lo que lee y lo que sueña.
–Además de las referencias literarias —Cortázar, El Quijote, Zola, Balzac, Proust, Bécquer, Las mil y una noches, el mito de Camelot…— el cine juega un papel importante. Desde la época dorada de Hollywood a El príncipe de las mareas pasando por Rodolfo Valentino y Lo que el viento se llevó.
–Sí, el Tánger de la novela tiene todo lo que me fascina: los años 20, Rodolfo Valentino, Lo que el viento se llevó —me sé trozos enteros, a mi madre le encantaba, yo se la pongo a mi hija—… Era una de esas películas que veía una y otra vez. Me encanta el cine. Ese halo de Rodolfo Valentino… Está contado desde una perspectiva terriblemente machista, con esa mujer que se rinde al poder y los encantos del macho, pero para la época de mi protagonista me venía al pelo. Me fascina el cine de la Segunda Guerra Mundial. Además, leí El hombre rebelde, de Camus, que me impactó. Es otra obra que quería plasmar en el libro, cuando habla del crimen filosófico, y el crimen en Cumbres borrascosas. Con todo lo que está ocurriendo con el Estado Islámico, era un tema que me obsesionaba, el tema de matar por una ideología o…
–O con la excusa de un sentimiento.
–Exacto, por un sentimiento. Camus defendía que no puedes utilizar ninguna idea, religión o emoción para justificar el asesinato de una persona. El fin nunca puede justificar los medios. Cuando lees que gente joven occidental se apunta al ISIS te preguntas qué está ocurriendo en nuestra sociedad para que pase esto.
–En esta historia se mata por envidia o codicia, por apropiarse de la identidad del otro. Hay un constante juego con la conciencia de la propia existencia, del ser.
–De hecho, Flora es un personaje que no sabe quién es. Es una persona que está viviendo una vida que realmente no quiere vivir. Tiene un matrimonio rutinario, que no la hace feliz pero que no sabe cómo romper. Que le da comodidad y seguridad, pero entra en conflicto con la libertad. La sociedad actual muchas veces es una sociedad escaparate, nos dice demasiado lo que tenemos que hacer y muchas veces nos dejamos influir por una manera en la que tenemos que vivir. Estamos demasiado expuestos a toda esa publicidad y eso al final nos condiciona, nos empuja a vivir esa vida que se espera de nosotros y no la que ansiamos. También elementos de la educación, o de lo que los más cercanos esperan de nosotros.
–Frente a la abundancia de “vidas de callada desesperación”, aquí se recogen las historias de quienes luchan para salir de los límites de una vida predeterminada para jugar con el destino.
–Es una historia de tener el valor de romper. Siempre se puede romper, y yo quería contarlo. Todos tenemos responsabilidades económicas y familiares pero siempre se puede buscar tu libertad por todos los caminos. El mayor temor de Flora es que no ocurra nada. Toda la novela gira en torno a una persona que ya no sabe quién es y está buscando cómo romper esa barrera de seguridad más allá de los límites. A veces para ser tú mismo tienes que defraudar algo que otros, o incluso tú mismo, espera de ti. Es la búsqueda de una persona que se ha perdido y ya no sabe quién es. Necesita dar el salto para ser libre. Encuentra su identidad y el valor gracias al poder liberador, de salto, de la literatura y del poder soñar.
–Eso enlaza con uno de los elementos fantásticos de la historia: los huevos de astrogodón, un pájaro que renace de sus cenizas y tiene valor por su miedo a la pérdida.
–El astrogodón, sí, me lo inventé, aunque tiene mucho del ave fénix y del miedo a la pérdida que a veces te lleva a la inmovilidad. Es un libro que también habla de la maternidad frustrada. La protagonista en un momento dado tiene que elegir, porque acaba de cumplir los cuarenta, una etapa muy marcada por la recapitulación y el reloj biológico. Si quiere ser madre puede que no le dé tiempo a encontrar otra pareja, así que ella considera que su última oportunidad es quedarse en su matrimonio, tener un hijo y hacer feliz a su madre también, que quiere un nieto. Sin embargo, también es una mujer que vuelve a sentirse deseada. Ella es una mujer pasional que no sabe muy bien qué hacer con ese fuego.
–El otro elemento fantástico es la Axia Kandisha.
–Es que me encanta la fantasía. Cuando me cuentan una leyenda con un personaje mitológico, inmediatamente llama mi atención. Estaba leyendo La vida perra de Juanita Narboni y hasta ese momento no había leído nada de Ángel Vázquez –Premio Planeta en 1962 por Se enciende y se apaga una luz– . Fue como un bombazo, me impactó. Ahí encontré a la Axia. Es un personaje mitológico del folclore judío sefardí, una mujer con patas de cabra y torso de mujer –hay quien dice que con un rostro casi demoníaco, otros que de una belleza temible, al estilo súcubo–, y que en las noches de viento se lleva a un hombre, pero sólo si lo pide una mujer. Hoy podríamos decir que cuántas no pedirían que se llevasen a alguno, ¿no? (risas)
–Además, es un rito total y exclusivamente femenino.
–Sí, yo creo que a veces a la mujer no le quedaba más remedio que pedir ayuda a otra mujer…
–O estirar la confección del ajuar al modo de Penélope.
–Destejiendo el tapiz, exacto.
–Has hablado de cómo empezamos a organizar el mundo contando cuentos a los niños. Empezaste escribiendo novela juvenil con El hombre que se mareaba con la rotación de la tierra.
–Bueno, a mí me encanta la novela juvenil. Soy fan de El Señor de los Anillos, de Juego de tronos, soy friki total. Con esa novela me di campo libre para contar lo que yo quisiera. Hay una mujer que es mitad sirena mitad humana, por ejemplo. Cuando escribo para adultos o ciencia ficción tengo que atar mi fantasía. Yo creo que puedes abrir esa frontera entre realidad y fantasía, pero todo tiene que estar atado y bien atado. Disfruto mucho escribiendo novela juvenil, aunque también creo que es novela para público adulto, porque yo las sigo leyendo.
–¿Y el próximo proyecto?
–Pues tengo un proyecto en embrión que aún tengo que trabajar bastante. Estuve en Irlanda y me ha fascinado. Me encanta el romanticismo como época literaria, y Poe, Bram Stoker, Mary Shelley, su madre, El vampiro de Polidori… Recorrer Irlanda con esas ruinas medievales, esa naturaleza desbordante, pasional, esa cantidad de cuervos, cementerios, ruinas… Volví enamorada. Quiero escribir una novela ambientada allí. También me encantaría escribir teatro, que es otra de mis pasiones, quizá sobre la obra de Poe y el misterio de su muerte. Y tal vez un nuevo libro de cuentos. El año pasado hice un curso de escritura teatral, y ahí estoy, investigando proyectos que me encantaría desarrollar.
TITULO: Viajeros
Cuatro - Hong Kong, la ciudad que no duerme ,.
El Miércoles - 4 - Diciembre a las 22:45 por La
cuatro,foto,.
Hong Kong, la ciudad que no duerme,.
Hong Kong,.
Con 1.104 kilómetros cuadrados y más de 7 millones de habitantes, Hong Kong es la ciudad más prestigiosa del sudeste asiático, dónde los contrastes no solo son realmente sorprendentes sino también dignos de admirar.
Hong Kong no solo es la ciudad más moderna de China, también es su principal motor económico situándose actualmente en uno de los lugares financieros, comerciales y turísticos más importantes en todo el mundo.
Es conocida mundialmente como “la ciudad que no duerme”. Sus múltiples lugares turísticos y de ocio, así como sus mercadillos o enormes edificios iluminados por el espectáculo ‘Symphony of Lights’ hace que Hong Kong sea una ciudad con personalidad propia.
Pero esto solo es un breve resumen de todo lo que nos puede ofrecer esta increíble ciudad. Les invitamos a que sigan leyendo y conozcan un poco más las maravillas de Hong Kong, les aseguro que la elegirán como próximo destino en sus viajes.
LLEGADA A HONG KONG
Recién aterrizados en el aeropuerto de Hong Kong, una de las cosas más importantes es saber como llegar a nuestro hotel. Nosotros confiamos en China Highlights, una de las mejores compañías turísticas del país, con más de 17 años de experiencia y aproximadamente 100 miembros de personal dispuestos a hacer su visita única e inmejorable.
Es por ello que son más de 10.000 clientes al año los que contratan a China Highlights para sus viajes. Este turoperador nos ofrece también una amplia variedad de tours y servicios para visitar la ciudad, adaptándose siempre a las necesidades de cada cliente en cuanto a precios u horarios, haciendo así que todas las personas que eligen China Highlights para conocer la ciudad la recomienden.
Estamos seguros que si lo que desean es visitar los más bellos lugares de la ciudad en las mejores condiciones y compañía, China Highlights será la elegida.
¿DÓNDE DORMIR?
Nuestra elección en este caso fue el Hotel The Excelsior Hong Kong, un fantástico alojamiento de 4 estrellas situado en Causeway Bay, una de las mejores ubicaciones de la ciudad, pues se encuentra rodeado de tiendas y restaurantes así como de la vida nocturna.
Con un fantástico diseño, The Excelsior cuenta con 862 habitaciones elegantemente decoradas y equipadas con WiFi, muchas de ellas con espectaculares vistas al puerto Victoria, un gran lugar donde poder descansar de la vida alocada de Hong Kong.
Otra de las múltiples opciones que nos ofrece este increíble hotel es la zona de bienestar, donde podemos disfrutar de un ratito de desconexión en su gimnasio y culminar el día de relax con una sauna, masaje o tratamiento exclusivo de belleza.
Sin duda, The Excelsior Hong Kong es una opción más que recomendable si lo que desean es disfrutar de una estancia única y agradable a pocos metros del centro.
¿QUÉ HACER?
* PRIMER DÍA
Después de dejar nuestro equipaje en el hotel nos preparamos para visitar la ciudad de Hong Kong acompañados de Lorena, fundadora de Vive Hong Kong Tours.
Se trata de una compañía que permite disfrutar de Hong Kong según las necesidades de cada cliente, ofreciendo tours privados en español, portugués o inglés, conociendo la ciudad de la manera más auténtica y original.
Vive Hong Kong Tours ofrece 3 packs para elegir, con los que conocer la ciudad de Hong Kong:
- Tour de día completo: Donde poder visitar los lugares más importantes de Hong Kong Island y Kowloon en 8 horas, la mejor opción si quieres conocer mucho en poco tiempo.
- Tour de medio día: Este Tour nos ofrece dos posibilidades, de 6 o 4 horas, en los que si tienes muy poco tiempo podrás ver más resumido lo más importante de la ciudad.
- Tour nocturno: Sin duda uno de los más elegidos, ya que nos sumerge en la vida nocturna de Hong Kong y sus mercados, donde poder comprar souvenirs y disfrutar de las luces y vistas nocturnas en las mejores azoteas.
Nuestra elección fue el tour de día completo con Vive Hong Kong Tours, con quien visitamos:
- Tsim Sha Tsui: En chino “boca de arena señalada”. Se trata de una zona urbana situada al sur de Kowloon, importante lugar turístico en Hong Kong, rodeado de tiendas, restaurantes y museos.
- Mongkok: Situada en la parte occidental de la península de Kowloon, nos encontramos ante una de las principales zonas comerciales, caracterizada por una mezcla de arquitectura antigua y moderna, con tiendas así como restaurantes a pie de calle. Fue seleccionado como el distrito de mayor actividad por el Guiness de los Récords.
- Victoria Peak & Sky Terrace: Situado a 428 metros sobre el nivel del mar, es el mirador más alto de Hong Kong, ofreciendo una vista panorámica de 360 grados. Sin duda alguna es uno de los lugares más impresionantes de la ciudad.
- Crucero con Star Ferry (Symphony of Lights): Los cruceros y los ferrys más importantes de Hong Kong son los de Star Ferry. Gracias a ellos se puede disfrutar de la sinfonía de luces en homenaje a Hong Kong, a la ciudad y su gente, así como a la energía y vitalidad. Es un espectáculo de luz y sonido cada noche a las 20.00 desde los que ver la majestuosidad de esta ciudad en un maravilloso crucero.
- Temple Street Night Market: Un popular bazar de la calle y espectáculo nocturno, podemos encontrar desde baratijas, electrónica y ropa de hombre hasta teléfonos móviles o relojes. Al igual que ocurre en toda Asia, los precios son negociables. Es un lugar imprescindible de visitar en Hong Kong.
* SEGUNDO DÍA
Después de un buen descanso lo mejor es seguir conociendo lugares mágicos y emblemáticos de Hong Kong. Para nuestro segundo día elegimos ir a Macao en el ferry de la empresa TurboJet, el cual contratamos nuevamente a través de China Highlights.
Este ferry es reconocido en la industria del transporte de pasajeros de alta velocidad Hong Kong - Macao, ya que ofrece la mayor experiencia a sus pasajeros a un precio económico, satisfaciendo las necesidades de todos los clientes.
Sus cabinas equipadas con lo último en sistemas audiovisuales, así como el gran servicio en la selección de alimentos y bebidas, están disponibles para todos los pasajeros.
Tras una grata visita por Macao volvimos a Hong Kong de nuevo en ferry con TurboJet, en nuestra opinión la mejor elección.
* TERCER DÍA
El tercer día realizamos un tour por la isla de Lantau, esta vez a través de Wild Hong Kong, una compañía que no sólo ofrece uno de los mejores servicios de turismo en Hong Kong sino que ayuda a cada turista a descubrir las joyas ocultas que tiene esta ciudad a las afueras del centro, para respirar aire y tranquilidad.
En nuestro caso visitamos los siguientes lugares de la mano de Wild Hong Kong:
- Gran Buda Tian Tan: Es una estatua de bronce de 34 metros de altura y la friolera cifra de 250 toneladas de peso, que está situada en la parte más alta de Lantau. Según la cultura china, el Gran Buda simboliza la unión del hombre con la naturaleza. Para subir a la estatua subimos los 268 escalones que la separan del suelo para disfrutar del Gran Buda y de las magníficas vistas de Lantau.
- Monasterio Po Lin: También llamado Loto precioso, se trata del monasterio budista más importante de todo Hong Kong fundado en el 1906. En él podemos encontrar las casitas de los monjes así como varias tiendas donde comprar incienso. En el templo se encuentran las tres estatuas de Buda, las cuales representan el pasado, el presente y el futuro.
- Pueblo pesquero Tai O: En el oeste de Lantau se encuentra Tai O, un sencillo pueblo de pescadores que ha ido sobreviviendo con el paso de los años, manteniendo el aspecto tradicional de los pueblecitos chinos. Sus habitantes aman el mar y la pesca, es un lugar lleno de paz y armonía donde los turistas buscan la esencia de lo tradicional.
Para finalizar nuestra estancia en Hong Kong de nuevo la compañía China Highlights nos trasladó al hotel así como al aeropuerto para abandonar Hong Kong.
En conclusión, Hong Kong es una gran ciudad que sorprende por su cultura y sus gentes, la diversidad entre riqueza y pobreza, luz y penumbra entre lo oriental y occidental son sólo una mezcla de sensaciones de todo lo que nos ha transmitido Hong Kong. Sus innumerables monumentos que cuentan la historia de más de 150 años de influencia colonial son sin duda una de las razones por las que visitarla.
TITULO: Ven a cenar conmigo - EL HOROSCOPO - Javier Sierra ,.
Javier Sierra,.
fotos / Javier Sierra: «Las palabras son la sustancia más peligrosa»,.
Su nombre encabezaba desde hace años las quinielas de favoritos para alzarse con el Premio Planeta. Javier Sierra (Teruel, 1971) estrena novela —El fuego invisible—, éxito de ventas y galardón con una historia que reivindica el poder de la palabra como «llave para acceder al alma del mundo». Los escritores mutan en médiums o chamanes que velan por ella. Incluso la cita de la introducción (del discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura de Doris Lessing) nos transporta a un tiempo ancestral, a un fuego en torno al cual se danza y se cuentan historias y que, a veces, toca a alguien, prendiendo en él la llama de la inspiración. De la imaginación que nos sustenta desde que, hace milenios, inventamos la literatura en torno a una hoguera. En las cavernas.
En esta última edición del premio Planeta se han alzado como ganadora y finalista dos novelas muy diferentes pero que cuentan con nexos comunes: el juego de espejos con lo metaliterario, las referencias al Quijote, y la reinvidicación del valor de la literatura como medio de entretenimiento y evasión. Pero por encima de todo, comparten la búsqueda como fin en sí mismo. La novela de Cristina López Barrio arranca con una referencia al viaje a Ítaca, mientras que la del escritor aragonés plantea un singular viaje iniciático en el que se emulan los pasos del mismo Percival.
El niño curioso que creció dejando volar la imaginación y los interrogantes por las calles envueltas en niebla de su Teruel natal es hoy un adulto que reconoce haberse hecho periodista para poder preguntar a gusto como si aún tuviese ocho años. No sabemos si aún sigue guardando libros en el horno, como hiciera en el primer piso que compartió con su mujer, pero sí que ha sido el primer escritor español en entrar en el top ten de los más vendidos en Estados Unidos. Es autor de novelas como La dama azul (1998, Martínez Roca), La cena secreta (2004, Plaza y Janés), El maestro del Prado (2013, Planeta) y La pirámide inmortal (2014, Planeta), entre otras, que comparten una misma receta, marca de la casa: la aventura y los enigmas fascinantes salpimentados con mucha intriga y un cuidado marco plagado de referencias histórico-culturales.
En las Noches Literarias de Sigüenza, Javier Sierra ya nos adelantaba que su próximo libro indagaba en el germen de la chispa creativa, de las fuerzas que hacen que prenda la inspiración. Y es que lo que encierra El fuego invisible no es la búsqueda de un objeto poderoso y sagrado, es un homenaje. Una oda a la inspiración, a la imaginación, al entusiasmo. Al viaje interminable que se emprende en pos de una pregunta. Una aventura plagada de referencias artísticas, filosóficas y, sobre todo, literarias que nos muestra el incalculable poder de la palabra, capaz de crear mitos como el del Grial en el siglo XII y mantenerlos vivos hasta hoy. Junto al poema de Chrétien de Troyes y las teorías de Parménides, La lámpara mágica de Valle-Inclán y El forastero misterioso de Mark Twain son las obras elegidas para iluminar el camino.
Javier Sierra insiste en la necesidad de seguir planteando interrogantes. Reinvindica esa curiosidad infantil insaciable que como adultos pragmáticos menospreciamos, olvidando que fue nada más y nada menos que el mismísimo Sócrates el primero al que advirtieron que hacer demasiadas preguntas suele molestar a algunos. El ganador del premio Planeta quiere que sus lectores, como él, se sientan tocados por el fuego invisible, que conserven esa chispa de la curiosidad infantil, que caminen por su propia ciudad con ojos capaces de ver lo trascendente escondido en lo cotidiano. Que descubran ese Grial que llevan dentro. Insiste incluso en boca de sus personajes: «Nadie sabe si uno lleva o no un escritor dentro hasta que encuentra algo que contar».
A primera hora de la mañana y pese a combinar las últimas sesiones de rodaje para la serie que prepara con Movistar+ con la frenética gira que sucede a la entrega del Planeta, Javier Sierra se presenta fresco, puntual y sonriente en el hotel H10 Puerta de Alcalá. Posa con soltura, habla por los codos y sonríe constantemente al fotógrafo, a la entrevistadora y al camarero. No es una sonrisa impostada, le llega a los ojos. Tablas aparte, el autor transmite a modo de carta de presentación algo a lo que es difícil escapar: un entusiasmo arrollador.
—Tu nombre sonaba entre los favoritos para el premio Planeta desde hace una década. Ya nadie se lo creía.
—Pues sí, ha sido la encarnación del cuento de Pedro y el lobo, ¿no? De tanto anunciar que yo podía ser el ganador del Planeta, llegó la edición en la que lo he ganado y ningún periodista sospechaba nada. Quizá tenía que ser así. Nunca me había presentado al galardón, pero llevaba en las quinielas prácticamente desde que empecé a publicar.
—Matilde Asensi también está entre los favoritos desde hace años.
—Sí, pero yo creo que Matilde tampoco se ha presentado nunca, y no quiere presentarse. Yo nunca lo había hecho, pero dejaba la puerta abierta hasta que tuviera una novela a la altura del premio. De la lista del premio Planeta han surgido algunos clásicos de la novela en español, y yo no quería desmerecer de ella. Pero tampoco las tenía todas conmigo de que pudiera ganar, y cuando ha sucedido ha sido un reconocimiento muy bonito.
—Creo que en Planeta están asustados, porque con la combinación de lo que ya vendes tú habitualmente y lo que mueve este premio, puede ser algo tremendo.
—A veces el Planeta se ha usado para lanzar nuevas firmas y descubrir a algún autor, pero ese no es mi caso, sino más bien un reconocimiento emocional de que mis libros son queridos en España. Hasta ahora había la sensación de que los reconocimientos me venían antes del extranjero que de mi propio país, así que este es un momento muy dulce.
—El libro encierra una reivindicación del valor y la figura del best seller.
—Es que España es el único país del mundo en el que ser best seller es malo, y donde se ha convertido en una etiqueta despectiva en vez de algo admirativo. Yo creo que en eso tiene algo que ver el complejo católico de nuestra sociedad, donde el triunfador, el que gana dinero de manera honesta con su trabajo, es objeto de envidias y visto como alguien casi pecaminoso, mientras que en los países anglosajones es algo admirado y, en la medida de lo posible, imitado. Aquí esto no sucede en ningún orden de la vida. Aquí tiene más prestigio El Dioni que Botín. Y yo quería reivindicar que esto es un trabajo que hay que hacer bien, que si la novela tiene alma, algo que decir y se vende, eso quiere decir que es un buen libro, no todo lo contrario. Básicamente, la discusión iba por ahí. Es verdad que era un guiño al género, porque yo siempre he tenido que cargar con el desprecio de cierta crítica hacia el best seller, un desprecio creo que apriorístico: en muchas ocasiones te ponen ese sambenito por delante, y todo el comentario posterior viene matizado desde esa óptica. Pero cuidado: hay grandes libros que han sido best sellers a lo largo de toda la historia, que nunca han sido denostados, y que forman parte de nuestra manera de entender el mundo. El cuento del Grial de Chrétien de Troyes es uno, el Quijote es otro, y Dan Brown y El código Da Vinci es otro. Es un poco un aplauso a los lectores.
—Haces alusión a Irlanda no solo como país literario o inspirador, sino como nación donde un escritor es alguien importante, respetado y a quien se cuida.
—Sí, Irlanda es el modelo de país pequeño donde hay un gran talento concentrado que han sabido cuidar. Uno llega a una ciudad como Dublín y encuentra referencias a la literatura en todas partes, con calles dedicadas a escritores. Aquí la mayoría de las calles principales están dedicadas a políticos, militares e incluso gente que ha ejercido la violencia de manera sistemática, no a los que han iluminado o prendido la luces del conocimiento. El barrio de las Letras de Madrid es una excepción minoritaria.
—Ese barrio en otro país sería un museo al aire libre.
—Sin duda. Además, en Irlanda el régimen fiscal para los artistas es extraordinariamente bueno: los impuestos son mucho más bajos y permiten la periodificación de los ingresos. En España esto no ocurre, al revés: tenemos un gran drama con el tratamiento fiscal a los creadores. Un autor como yo, que con el premio Planeta recibe una importante cantidad de dinero, lo tiene que declarar en el momento. Yo no sé cuándo se publicará mi próximo libro tras este, si serán tres, cinco o diez años, y no tengo la posibilidad de periodificar mis ingresos. Y al llegar la jubilación está otro drama, del que ya os habéis hecho eco en Zenda, que como mis royalties por los libros que he escrito durante toda mi carrera superen los nueve mil y pico euros, me penalizan la pensión para la que he estado cotizando durante toda mi vida. Es absurdo. Tenemos unas normas que se imponen de manera estalinista a todo el mundo, sin mirar qué riqueza ha generado ese trabajador, y en el caso de los creadores esa riqueza no solo es material, sino una riqueza mental, de país, de inconsciente colectivo, que no se valora.
—En España algunos autores en edad de jubilación ya han dicho «dejo de escribir».
—Por supuesto. Sucede con los escritores, que es lo que nos atañe, pero también en muchos otros órdenes de la vida. Catedráticos, notables y gente que ha hecho una gran aportación al pensamiento de este país se jubilan y se les aparta por completo de la docencia. No pueden dar clase ni participar en congresos recibiendo un estipendio ni casi publicar, porque se convierte en una losa para su pensión. ¿Qué está pasando aquí?
—¿Cree que es algo deliberado o es torpeza?
—Yo quiero creer que es torpeza, y mira que yo tengo mente conspirativa, ¿eh? Es una legislación de vagos, urbi et orbe para todo el mundo, sin detenderse en las singularidades. No es lo mismo un estibador que un escritor, y hay que tratarlos de manera distinta, tanto en la periodificación de sus impuestos como en su retiro. Creo que hay una torpeza influida por la pereza, porque los políticos no son conscientes de la enorme complejidad de la sociedad del siglo XXI y legislan como si fuera la revolución industrial del XIX. Debería producirse una evolución en ese respecto.
—Alguna vez has dicho que dejaste la revista Más Allá porque estabas cansado de hacer preguntas sin recibir respuestas.
—Así es.
—¿Los libros te las dan?
—Sí, los libros me las dan, o por lo menos me permiten soñar con las respuestas. Para mí un libro no es un dogma, no son unas palabras cerradas que yo transmito a mis lectores y se acabó. Yo veo mis libros como una propuesta de pensamiento, invitando a pensar y resolver ciertas preguntas que me planteo para que ellos también den su parte. Al final del libro hay una nota donde se muestra ese espíritu: «El autor confía en que el lector emprenda su búsqueda, ahora que ya sabe…». Es una invitación, no es mi palabra contra la suya, sino mi palabra para la suya.
—Entonces, y entroncando con el Grial que aparece en la novela, ¿escribir un libro es hacer una búsqueda?
—Sí, cada libro es una búsqueda y un ejercicio continuo de hacer preguntas. Yo era ese niño, que tú también habrás conocido en clase, que siempre estaba levantando la mano para preguntar al profesor. Me encantaba hacer preguntas, porque tenía sed de aprender y porque me gustaba buscarle las vueltas a las cosas. Creía que era un ejercicio sano, y el sistema educativo hay un momento en el que entorpece eso y te estigmatiza si haces preguntas, te mira mal. Así que el único reducto que me dejó el sistema educativo —que no es solamente los colegios, sino también los padres o la sociedad— fue hacerme periodista, porque tienen licencia para preguntar. Eres igual de preguntón que cuando niño, pero tienes permiso. Sin embargo, todo el que hace preguntas inmisericordemente sobre asuntos que aparentemente no tienen respuesta, si tiene un mínimo de inquietud termina tropezándose contra la frustración que genera la ignorancia. ¿Y cómo vences la ignorancia sobre las preguntas fundamentales de quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos? Con imaginación. Y ahí entra en juego la siguiente herramienta, que es la literatura. Por eso salté a la literatura, para intentar encontrar las respuestas que la vida no me daba a esas preguntas.
—En realidad este libro trata sobre el poder de las palabras, como llave de la memoria y como mecanismo para acceder al alma del mundo.
—Por ejemplo, una palabra que aparece en el libro es «estantigua», que tiene que ver con procesiones y fantasmas, como la Santa Compaña y otras del norte de Europa, y que se revela como un artefacto maravilloso.
—¿Menospreciamos la importancia de las palabras?
—La malversamos. Y lo hacemos continuamente. Recurrimos continuamente a palabras como «libertad» para cualquier tipo de cosa, incluso de adolescentes, cuando le pedimos a nuestros padres «libertad para irnos de juerga». Y también en contextos políticos, claro, hasta que terminamos mutando su significado.
—Dices que las palabras no son fruto del azar.
—No, se construyen, desde el principio. A mí siempre me fascinó mucho esa imagen del Génesis cuando Dios da nombre a algo, y eso está en todos los textos sagrados de la Antigüedad: una de las primeras tareas titánicas de los dioses es nombrar las cosas. Al darles nombre, también incorporan el alma a la palabra y la manejan. Tú no puedes dominar nada que no nombres. Por eso hoy hay cosas que no dominamos y que tienen nombres muy ambiguos. Por ejemplo, en el ámbito cotidiano se habla de «amor», y eso es tan difícil de definir que lo que muestra es tu incapacidad para dominarlo. Es una etiqueta que tenemos ahí siempre colgada con alfileres. En el ámbito de la física tú usas «materia oscura» para referirte al setenta por ciento del universo existente, pero no sabes definirlo de otra manera, no sabes lo que es. Y así intentamos dominar el universo, a veces con acierto y a veces con torpeza.
—¿De dónde vienen las ideas? Ya sabes que es la pregunta de rigor.
—Es de lo que trata el libro. Yo no sé de dónde vienen, pero sé por dónde pasan: por el alma. Sé que es otra de esas palabras difíciles, como «amor», pero si no tuviéramos esa cosa interior que nos hace analizar, y tener los ojos abiertos, y emocionarnos con la belleza, la bondad y las grandes cosas que puede ofrecer la vida, no tendríamos ideas. Las ideas son lo que nos hace humanos. Hace unas cuantas decenas de miles de años hay algo que ocurre en el Paleolítico que nos convierte en creadores, y que tiene que ver con el descubrimiento de la manera de dominar el fuego y con la invención del arte y de la música, que son contemporáneos —sabemos por los descubrimientos que a la vez que pintábamos creamos los primeros instrumentos musicales— y seguro que también con la invención de la palabra. Empezamos a hacer discursos, a contarnos historias, a hacer literatura. Ahí es donde nace todo.
—Con ese algo que nos convierte en creadores enlaza la cita con la que arranca la novela, de Doris Lessing, que plantea la cuestión del narrador primordial. La certeza de que la literatura nació en las cavernas.
—Yo estoy completamente seguro. Por eso en mi trayectoria particular le tengo mucho afecto a la radio, que no he dejado de hacer, porque entiendo que también es una clase de literatura al estilo tradicional, y es una pena que la radio se use poco para contar cosas. Se utiliza para informar, pero poco para narrar. Creo que estamos desperdiciando un canal.
—Estamos lejos de la época de Orson Welles.
—Eso es. Pero yo estoy convencido de que lo recuperaremos y que la radio va a volver a ese cauce, igual que el periodismo. La noticia de lo que está pasando en este mismo momento en el Congreso o en Bruselas, el titular, lo recibes en el acto, pero ¿y que te cuenten la historia? Eso es distinto. Volveremos a la crónica del periodismo, estoy seguro. La crónica va a ser su salvación, porque al final lo que queremos todos es que nos cuenten una historia. «Cuéntame un cuento», te dicen los niños pequeños, y lo sigues haciendo de mayor. No que te los resuman, o que te den un titular, sino que te los cuenten.
—Calderón de la Barca, Cervantes, Mark Twain, Edgar Allan Poe, Julio Verne, Bram Stoker, Unamuno, Thomas Mann, Umberto Eco, Dan Brown, Tomás Moro, Víctor Hugo, Juan Ramón Jiménez, Valle-Inclán, Parménides, Juan Rulfo, Eduardo Mendoza, Yeats, Dante, Conan Doyle, Henry James, Virgilio… El fuego invisible está minado de referencias a autores y obras.
—Por eso decía al principio que construí este libro de una manera óptima para el Planeta, porque es mi obra con más referencias literarias.
—Hay una que aparece varias veces, al mundo de los románticos: Shelley y su Moderno Prometeo, el lago Leman, Byron, Polidori…
—Yo en este libro veo dos cosas, así de manera mítica: una, la continuación de El cuento del Grial de Chrétien de Troyes, como el Prometeo que le roba el fuego a los dioses para dárselo a los hombres. O sea, yo me he sentido Prometeo con este libro. He querido robar esa chispa, ese punto de vista de la creatividad, para entregársela al lector, sabiendo que puedo avivar ese fuego en él, porque esa es la misión de este libro: decirle a los lectores que llevan eso dentro. Ojalá inspire incluso a futuros escritores. Me gustaría que de alguna manera eso pasara. Es la Arcadia y la Arcadia está dentro de ti.
—Aseguras que escribir es un oficio peligroso.
—Es verdad.
—¿Sigue siéndolo?
—En realidad es el más peligroso que existe, porque las palabras son la sustancia más peligrosa que manejamos. Lo que pasa es que, como te decía antes, la mayoría las vulgarizamos, reduciéndolas a meros instrumentos de comunicación, pero cuando somos conscientes de su poder y las inyectamos en la cabeza de alguien es maravilloso. Y peligroso. Tú piensa en los tiempos que corremos, por ejemplo con el uso de la palabra «independencia», a la que se ha cargado.
—¿»La mentira es la madre de todos los males»?
—La mentira es muy cotidiana y la tenemos en todos los niveles, traspasada incluso de padres a hijos, en el colegio, entre historiadores, entre periodistas, entre políticos, entre médicos… La mentira es la masa sobre la que se sostiene la sociedad, y cuando esa masa no es compacta es difícil hacer una buena mentira. Al final se deteriora, y el edificio que has construido sobre ella se viene abajo, que es lo que nos está pasando ahora.
—¿Qué podemos esperar de Otros mundos, la serie que estás rodando con Movistar+?
—Tiene mucha calidad y se está haciendo con mucho detalle. Es una serie muy original, porque es la primera vez que se van a abordar los grandes misterios y enigmas desde la perspectiva de un niño de diez años, que soy yo, que se tropieza con ellos por primera vez. Yo empecé a despertar a esas cosas en torno a esa edad, y ahora he reconstruido anécdotas de mi infancia, convirtiéndolas en pequeñas películas, saltando desde ahí al misterio contemporáneo que ya vislumbraba y tocaba cuando era pequeño. Esa perspectiva es maravillosa, porque sin quererlo nos está saliendo un enfoque que se parece mucho a Spielberg, donde siempre hay niños despertando al mundo. Tiene una estética muy ochentera y muy Stranger Things en algún punto, y de ahí se pasa a los grandes casos que a mí me intrigaron. Lo mismo que con mis libros, quiero trasladar al espectador una óptica. No sólo una información sino cómo ves tú esa información.
—De niños tenemos una curiosidad natural que luego se va perdiendo paulatinamente.
—Para mí todo está en eso, cada vez lo tengo más claro, y tras ser padre me he reafirmado, porque veo cómo funciona otra vez la mente de un niño. Y efectivamente, el niño nunca pierde la capacidad de sorpresa y necesita que le cuenten la historia veinte veces sin que se canse de ella. Puede ver Frozen sesenta veces en su casa [risas] y quiere verla por sexagésimo primera vez. Eso es maravilloso, porque significa que está ávido de conocer el esquema del funcionamiento de las cosas, mientras que de adulto vemos que algo funciona, lo usamos y ya está. Es decir, pasamos de una mente inquisitiva y curiosa, «parcivalesca», si se me permite el término, a una mente funcional, y eso es lo que hay que evitar.
—No sé si será spoiler de la serie, pero ¿cuándo y cómo empieza esta pasión por los enigmas y el misterio?
—En torno a los nueve o diez años. Pero también es importante dónde, porque empieza en Teruel, mi ciudad natal, la capital de provincia más pequeña de España, que no conoce casi nadie. Es una ciudad histórica, con torres mudéjares de mil años de antigüedad, obras de arte, murallas medievales aún en pie… O sea, un lugar maravilloso y muy evocador para un niño curioso. Yo iba al colegio andando, y para llegar a mi clase tenía que atravesar torres medievales en medio de la niebla con un frío que pelaba, oyendo el retumbar de tus pasos, porque vas solo por la calle pisando piedra. Eso te evoca muchas cosas, y empiezas a imaginar, y a ver monstruos en las esquinas, y a creer que algunas gárgolas están vivas. Por eso en esta serie es muy importante el dónde, porque fue lo que me convirtió en creador y en conversador con las gárgolas.
—Es interesante la parte que dedicas a la «teoría de los secretos». Algo que puede parecer tan propio de organizaciones secretas a nivel literario pero que cuenta con las mismas «normas» de comunicación que una pareja, por ejemplo.
—Tengo la idea de escribir algo más sobre ella, una especie de decálogo explicando cómo funciona. En el fondo no hay mayor arcano que el amor. Y también la muerte, pero sobre ella no te puedes interrogar. Pero sobre el amor sí, porque es el arcano de la vida, y en él hay muchos secretos, cosas que se ocultan en una relación. Pocos escritores se muestran como realmente son. Hay impostura. Pero eso te da pie a desarrollar una teoría.
—De tus libros, tal vez este sea el que más se parece a La cena secreta (Plaza y Janés, 2004).
—Sí, bueno es una primera persona más íntima, como el padre de Leire en La cena secreta.
—Hay una constante en tu obra, que son los símbolos. ¿Tan importantes son? ¿Los necesitamos tanto?
—Es que la mente humana es simbólica. Funcionamos básicamente por símbolos. Muchas veces actuamos no por cosas que vemos, sino que creemos ver. Tú vas andando por la calle, ves una cruz verde centelleando, y sabes que ahí hay una farmacia, pero si esa cruz la pones en otro contexto, se convierte en un lugar religioso. O en una agresión: no en algo que te puede salvar, sino en algo que te va a atacar. Lo primero que hace un pueblo cuando quiere arrogarse una identidad es construirse símbolos: su bandera, su escudo, su himno… Necesitamos todo eso. En el fondo son etiquetas, porque así funcionamos. Lo cual es una pequeña desgracia, porque toda etiqueta, bandera, escudo o símbolo es reduccionista, una simplificación infinita con la que pierdes un montón de cosas por el camino.
—En esta ocasión el lado oscuro lo representan los «enemigos que usan la literatura para distraer de las cuestiones importantes».
—Para una novela como esta yo no quería un malo corpóreo demasiado definido. Contra las ideas necesitaba un malo filosófico, y al final son estos frustradores, que no son siempre los mismos, ya que puede pasar de persona en persona. Tú misma puedes serlo en un momento dado sin quererlo, y también una detonadora de luz en otro momento.
—¿Y cuáles son las cuestiones importantes?
—La cuestión importante es, precisamente, la cuestión: el cuestionarse, el preguntar. Es lo único que nos va a hacer avanzar, como también es lo que hace a un lector avanzar por las páginas de una novela. Por eso hay novelas por las que es difícil transitar y a las que les falta el interrogante, el premio al final del camino.
—De hecho, en la novela se discute para qué se inventó la literatura.
—El cuento del Grial es la base teórica de la novela. Parcival es un joven que deja a su madre y se aleja de ella, y David es exactamente lo mismo. Hay un paralelismo, un reflejo a este nivel, con el que he querido jugar con el lector —»me suena, pero no sé de qué»— para que lo interprete. Lo que intento es sembrar ese tipo de inquietudes en el lector, que para completar la novela tenga que ir a otros textos, como por ejemplo El forastero misterioso, de Mark Twain.
—También se menciona mucho a Valle-Inclán. Nunca me había parado a pensar en lo de que es intraducible.
—Eso lo valoré mucho, porque esta novela se va a traducir a muchos idiomas, y cuando quise ver el tratamiento que le dan a Valle-Inclán en Estados Unidos vi que era cero. Nadie lo conoce allí. Y es una pena, porque es un intérprete maravilloso de lo que es España, y eso se lo pierden.
—Se detalla, además, el interés de renombrados escritores por el mundo del esoterismo, el espiritismo, los médiums…
—A mí el que me resulta espectacular es Victor Hugo, que estuvo dos años exiliado en la isla de Jersey cuando llegó Napoleón III al poder en Francia, y durante ese tiempo, muerto del asco en una roca, practica el espiritismo con una mesa parlante, porque es la gran moda que viene de Estados Unidos. En 1848 nace el espiritismo con las hermanas Fox, que se comunicaban con los espíritus a base de golpes sobre la mesa, porque entonces el gran medio de comunicación era el telégrafo y usaban código Morse. Esto fascinó tanto a Hugo que abrió cuadernos para hacer preguntas. Habló con Napoleón, con el espíritu de la muerte, con varios espíritus que pasaban por allí… Todo muy dickensiano. Escribió cuatro o cinco de esos cuadernos, algunos se conservan y se han publicado, y en ellos se notan influencias en sus libros posteriores. Eso me pareció maravilloso, que al final el escritor es un intérprete de lo invisible.
—¿Cuál es el Enigma, al final?
—La vida. Sin lugar a dudas. No sabemos de dónde venimos ni a adónde vamos. Yo me hago esas preguntas muy a menudo. Durante mi juventud, y ahora también a veces, me preocupaba mucho sobre la vida extraterrestre y la vida del más allá, pero a partir de la paternidad también me preocupo de la vida de aquí. A mí me resulta un proceso casi sobrenatural lo de tener un hijo. No me extraña que en la prehistoria las diosas fueran mujeres. Es que necesariamente tenían que serlo. Luego llega el patriarcado, elimina esa visión maravillosa y la cosifica. El patriarca necesita herramientas, no ensoñaciones, y ahí es donde se produce esta fractura que tenemos entre lo racional y lo irracional. Y es una lucha de nuestra especie, no una lucha social, no es un tema de conquista de derechos. Qué va. Es mucho más atávico y profundo.
—»Todo lo que un hombre sea capaz de imaginar, otro será capaz de llevarlo a cabo». Al leerlo vienen a la cabeza genios como Da Vinci o Julio Verne.
—Hemos tenido muchos Julio Vernes y muchos Da Vincis en la historia. También tienes a Roger Bacon, que es menos conocido, pero con una mente extraordinaria. Y hoy en día gente como Steve Jobs, o Bill Gates, que está fascinado con Leonardo y se ha dedicado a comprar códices originales suyos. Se siente identificado con él porque está imaginando un nuevo mundo y creando algo que antes no existía. Estas grandes mentes que cambian nuestra óptica se parecen mucho entre ellas. Son unos mutantes excepcionales. Leonardo lo fue, aunque no estudiara Empresariales. Yo me suelo meter en este tipo de gente porque me resulta muy enigmático saber cómo funciona su cerebro, cómo son capaces de ajustar la mirada y ver algo que nadie más ve. De hecho, el libro está dedicado a ellos.
—También hay referencias a Calderón, La vida es sueño, y se vuelve constantemente a los temas del destino y la predeterminación.
—Esa es una obsesión mía. Ya estaba en La dama azul, mi primera novela, donde es casi el eje principal. El protagonista se siente empujado a hacer cosas, como si no pudiera escaparse de su destino, porque así lo sentí yo escribiendo esa novela. Me resultaba curioso el nivel de coincidencias extraordinarias que se producían durante un proceso de investigación y un proceso creativo. Y en este nuevo libro sigue esa obsesión sobre lo difícil que es para todos escaparse a su predeterminación. Pero esta predeterminación ¿dónde nace? ¿Antes de nacer, o sea, venimos ya así, o de repente es un condicionante educativo? Es una duda que a mí me carcome. Yo no tengo precedentes de escritores ni de comunicadores en la familia. Mi padre fue cartero. En mi casa había libros, evidentemente, pero eran novelas entendidas como evasión y mero entretenimiento. Así que de dónde me viene a mí esto no lo sé, y eso me hace preguntarme cosas.
—¿Y qué viene después de esta?
—No lo sé. Tengo una deuda pendiente con mis lectores, que es cerrar El maestro del Prado, donde aún queda un enigma pendiente de resolver. No sé en qué momento lo haré, pero lo haré. Y luego tengo una idea que me viene golpeando mucho, que es escribir sobre la carrera espacial. No tiene mucho que ver con esto, pero es la aventura humana lo que me fascina. En los últimos años he podido ir conociendo a algunos de los astronautas que pusieron el pie en la luna —fueron doce, quedan vivos ocho—, y me han contado cosas, y me han transmitido emociones muy interesantes. Recuerdo haber hablado con James Lovell, del Apollo 8, contándome cómo fueron la primera nave humana en dar una vuelta por detrás de la luna, por su cara oculta. Durante veinte minutos perdieron todo contacto con la Tierra, quedándose sin cordón umbilical con Houston, y fueron los primeros humanos que contemplaban la profundidad del universo, una sensación que todavía hoy le provoca pesadillas. A mí eso me resulta muy evocador: los últimos humanos que han visto algo que nadie había imaginado, y que nadie ha vuelto a ver. Después hemos mandado robots, pero es tan distinta la visión virtual de la real… Es como tener novia por internet o tenerla de verdad. No tiene nada que ver.
TITULO: Batalla
de Restaurantes - Receta de cocina - Receta libre del Penicillin, el cóctel que revolucionó Nueva York en los años dosmil,.
Receta de cocina - Receta libre del Penicillin, el cóctel que revolucionó Nueva York en los años dosmil,.
La coctelería Planta Baja, en Madrid, elabora una de las versiones más acertadas del famoso cóctel Penicillin,.
foto / El Babaganicilin de Planta Baja, en Madrid, inspirado en el Penicillin de Sam Ross.
Quizá la belleza, y el éxito, de un trago tan redondo y refrescante como el Penicillin esté en haber sabido reconducir los gustos de estas últimas dos décadas. Creado en torno a 2005 por Sam Ross para la clientela del neoyorquino Little Branch, este cóctel aúna algunas de las mejores virtudes de la mixología moderna. “Ninguna bebida nueva del siglo XXI ha alcanzado tanta fama como esta versión compleja, picante y ahumada del Whiskey Sour”, escribía Robert Simonson en A Proper Drink (2016), la historia de cómo un puñado de bartenders revolucionaron el mundo del beber. Las versiones se han sucedido, y probablemente una de las más acertadas sea la de los madrileños Planta Baja.
Babaganicilin (Planta Baja)
Ingredientes
Para el Babaganicilin
- 50 mililitros de Hibiki Harmony
- 12,5 mililitros de Laphroaig 10 años
- 60 mililitros de cordial de Babaganoush
- 25 mililitros de zumo de limón fresco
Para el cordial de Babaganoush
- 500 gramos de piña
- 320 gramos de berenjena (quemarla hasta que calcine la piel)
- 1 kilo de miel
- 1 gramo de cayena fresca
- 3 gramos de cúrcuma en polvo
- 100 mililitros de zumo de jengibre
- 200 mililitros de AOVE
Instrucciones
1. Para el cordial
1. Triturar con una batidora de mano todos los ingredientes en un contenedor hasta que no haya restos sólidos.
2. Filtrar con un colador de malla fina.
3. Refrigerar.
2. Para el Babaganicilin
1. Mezclar todos los ingredientes en una coctelera.
2. Agitar.
3. Servir en un vaso bajo y ancho.
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