TITULO: BOLIGRAFO Y LIBRETA - EL BINGO - Maestros de la Costura - Carolina Marín deslumbra con un vestido joya azul en los Premios Princesa de Asturias 2024 ,. Miercoles - 6 - Noviembre,.
BOLIGRAFO Y LIBRETA - EL BINGO - Maestros de la Costura - Carolina Marín deslumbra con un vestido joya azul en los Premios Princesa de Asturias 2024 , . Miercoles - 6 - Noviembre , fotos,.
Carolina Marín deslumbra con un vestido joya azul en los Premios Princesa de Asturias 2024,.
La olímpica ha sido una de las grandes protagonistas de los galardones,.
Carolina Marín es una de las galardonadas este año en los Premios Princesa de Asturias 2024. La olímpica recibe esta noche el Premio Princesa de Asturias de los Deportes por "su extraordinario palmarés en bádminton" y por ser un "referente internacional". "Carolina Marín, primera y única deportista no asiática campeona olímpica en esta disciplina, además de la mejor jugadora de la historia del bádminton en España y una de las mejores del mundo, es un ejemplo de superación, fuente de inspiración y transmisora de valores, dentro y fuera de la pista", reza el acta del jurado que le ha otorgado este año el galardón.
Esta mañana, de lo más emocionada, Carolina Marín ha acaparado todas las miradas en la recepción que ha presidio los Reyes de España junto a la Princesa Leonor y la infanta Sofía con un look de lo más aplaudido. La deportista ha deslumbrado con unos pantalones anchos de invitada en amarillo y una camisa blanca corta y semitransparente con adornos florales 3D de lo más original y que ha combinado con unas bailarinas. La de Huelva se ha marcado un primer lookazo en la recepción previa a la gala de premios y se ha convertido en una de las mejores vestidas de la cita.
Esta noche, Carolina Marín ha vuelto a acaparar todas las miradas a su llegada al Teatro Campoamor de Oviedo para recibir el Premio princesa de Asturias de los Deportes, uno de los reconocimientos más importantes de su carrera. La deportista, radiante, ha lucido un vestido su vestido bordado con pailletes en color azul noche. El diseño, de cuello subido, manga larga y falda recta, lo ha combinado con unos zapatos de salón de tacón sensato plateados.
Elegantísima y muy acertada para la gala de los Premios Princesa de Asturias, Carolina Marín vuelve a colarse en la lista de mejores vestidas de la vedada.
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El Juego Rana - El Juego Oca - RADIO ANTIGUA - Bajo el colchón ,.
El
Juego Rana - El Juego Oca - RADIO ANTIGUA - Bajo el colchón ,
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Bajo el colchón,.
Entretanto, en los Campos Elíseos sonaba una orquestina de pistones y redoblante que animaba la tarde del domingo a los clientes de las terrazas y a los paseantes sin prisa y con pareja cogida del brazo. Incluso las palomas parecían otra cosa, rara y feliz, bailando el charlestón en las aceras y los voladizos. Todo invitaba a la fiesta en medio de la calle mientras el Monstruo Verde hacía de las suyas en la bodega de lo inesperado. (Magistral la resolución del relato de Gérard de Nerval: «—¿Qué pasó con el Monstruo Verde? —Nunca se supo»). La vida borboteaba ahí fuera y el escritor no era capaz de abandonar su cama.
Todos ellos se habrían librado del duro percance de haberse quedado ese día en la cama.
Un joven desencantado en amores corría por la ancha acera —espantando a las palomas— aparentemente sin orientación, como pollo sin cabeza, buscando las señas de madame Lotte Wolf para que esta mujer sabelotodo le desvelara el futuro amoroso que el muchacho llevaba escrito en los pliegues de sus manos.
—Usted lleva un poema escrito en la palma de su mano. Un poema llamado Porvenir.
Pasear sin tregua como Hölderlin o Walser o Heiddegger o un joven Beckett (también encamado) por un sendero perdido en la ciudad o en el campo —qué importa eso aquí—, seguramente el mismo sendero que la maleza oculta (como el que nos guía hasta los recuerdos de un Knut Hansum nonagenario y auxiliado por la sinrazón). Solitarios a su manera, así en la locura como en el amor.
ANNIE: ¿Por qué no vas tú?
MILLY: Yo estoy en la cama.
ANNIE: Yo también.
MILLY: Pero yo hace más tiempo que estoy en la cama.
(Harold Pinter: Escuela nocturna)
Eso es. Una vez consumada la fiesta callejera, meternos en la cama y esperar, esperar, esperar el final viendo pasar los confusos mensajes de la razón que en semejante calorina perfilan el abismo, cualquier abismo; pequeños destellos que justifiquen el esfuerzo imprescindible para sobrevivir metidos en la cama.
Ahora puedo ver el lecho insonorizado de Proust, y la cama de Colette, la de Twain, la de Oblómov, la de Onetti… Incluso la de Edgardo —por darle un aire español a la anécdota—, el personaje de Jardiel Poncela (Eloísa esta debajo de un almendro) que lleva 21 años sin salir de su cama, desde la que es capaz de viajar en tren, por ejemplo, de Madrid a San Sebastián, haciendo todas las paradas intermedias del trayecto ferroviario de la época que el sedentario personaje se sabe de carrerilla.
Acostado, discutir con uno mismo, fumar sin tegua o hablar por teléfono, gimotear como una damisela salpicada por las viruelas de la timidez, como lo harían Adorno y Celan obcecados en las difíciles posibilidades de la poesía después de Auschwitz. Discutir sobre la viabilidad de las palabras más allá del pavor. La palabra poética y sus límites, ese invento fruto del tedio de los dioses. La viabilidad de las palabras tras el holocausto individual. En la cama —ese discreto mueble que dirige nuestra educación y arropa nuestros sueños y nuestros arrepentimientos—, aislados, mejor dicho, olvidados bajo la apoteósica protección de unas sábanas calientes y desplanchadas y un cobertor raído; ahí, acurrucados, nos sentimos héroes de nuestra épica particular y protegidos ante nuestros desarreglos. En la cama, sí, pero con mamá ausente, solos ante el mundo; en el más absoluto desamparo. Nunca se supo.
Hubo otros que decidieron probar ese tipo de existencia en el refugio, así llamado, cama/universo. Habrá quien señale la uterotumba (Beckett). En efecto, hubo otros que pasaron por esta cama antes que yo. Peligrosa estirpe de Oblómov, quien no sale de la cama hasta la página 150, y entonces todo cambia para que todo siga igual, como nos enseña Guiseppe Tomasi de Lampedusa. Pienso —además de Twain, Proust, Colette u Onetti— en Edith Wharton, Molly Bloom, Mamá… Escuchad: «es grotesco su empeño por trogloditizarse», se dice cuando Belacqua busca su uterotumba.
Entonces cierro los ojos y recupero la voz distanciada de Sylvie Vartan cantando «Touts les garçons et les filles»… A veces lo francés me reconforta en la misma medida que me protege en la piltra. En otras ocasiones, igualmente con los ojos cerrados, surgen nuevos horizontes sentimentales y entonces escucho, pongamos por caso, a Franco Battiato interpretando «La perspectiva Nevski». Y yo viajo, inmóvil, a San Petersburgo o adonde haga falta. Tras el siciliano me asalta la envolvente voz de ángel fornido que nos ofrece Annie Lennox. Y luego llega Sinéad O’Connor. Y Patti Smith con su tierno relincho. Y así hasta que aparece la voz de mamá susurrándome que la noche es redonda y azul como una naranja, porque a veces mamá hablaba como si fuese Góngora.
Djuna Barnes y Peggy Guggenheim llamaban Oblómov a Samuel Beckett porque se pasaba el día en la cama.
Mark Twain dictó sus memorias tumbado en la cama.
Ahora mismo no sabría yo decir si quien le tomaba a Twain aquel dictado era su secretaria y amante, Isabel Van Kleek Lyon, a quien, por cierto, el viejo escritor solía regalarle rudimentarios juguetes para el placer sexual en solitario, lo que pudo haberle llevado a despedirla bajo la excusa incongruente de que ella, Isabel, le tenía hipnotizado de cintura para arriba, lo mismo que un perezoso Belacqua. Creo que sí, que era ella. Bien es cierto que el viejo Twain era un hombre que abarcaba demasiado.
Conque a los pies del oscuro abismo que se extiende bajo el somier…
La historia de Mark Twain y su secretaria seguramente hubiera disgustado a Mary Wollstonecraft, puesto que la madre de Mary Shelley fue una adelantada de las vindicaciones femeninas. Pero Mary Wollstonecraft murió víctima, precisamente, de lo que sólo una mujer puede llegar a ser víctima: el parto. Víctima de su sexo y su destino, alumbró la última de sus hijas, Mary, y enfermó debido a una infección de placenta que al cabo de una semana apagó su vida. Su hija, la autora de Frankenstein o el moderno Prometeo, al final encontró la protección de su madre al compartir la tumba con ésta (tumba-útero); pero entre tanto, mientras vivió, le fue dado admirar a un padre filósofo y activista y a un esposo náufrago y poeta.
Mary Shelley vivió al borde de la ilusión entre las brumas inconstantes y románticas de la libertad: placer y purga, amor y engaño, sueño y realidad…
Ah, la cama… Nunca se supo…
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JUEGO LA PERA - EL JUEGO RELOJ - Universo Valdano - Baloncesto NBA- Estos Lakers son otra cosa ,
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Baloncesto NBA - Estos Lakers son otra cosa,.
Tremenda remontada de los angelinos, que perdían por 22 puntos contra unos Suns que replicaron sus malos hábitos de la temporada pasada.
El inicio de temporada no era cómodo para los Lakers. Tres partidos en casa antes de una gira de cinco fuera de L.A. Esos tres, para empezar, contra rivales muy duros de un Oeste en el que casi todos los rivales son muy duros: Timberwolves, Suns, Kings. De momento, 2-0 después de superar de forma muy convincente a Wolves y Suns (123-116). No solo es el primer 2-0 para los Lakers desde 2010, que se dice pronto; Es que supone, sobre todo, una inyección de optimismo y energía, margen de confianza y una montaña de buenas vibraciones para el inicio de la (veremos si llega a tal) era JJ Redick. Solo es un 2-0, desde luego. Pero un 0-2 solo habría sido un 0-2 y es fácil imaginar las narrativas en ese caso: qué demonios hace entrenando un compañero de podcast de LeBron James; por qué a la franquicia solo le importaba que LeBron jugara con su hijo Bronny (no pisó la pista contra los Suns, por cierto), por qué no se intentó un traspaso por este alero defensor o aquel pívot reboteador…
El caso es que es un 2-0. Contra dos equipos que casi todos los expertos situaban (todavía será así, imagino) por delante de los Lakers (con lógica) para esta regular season. Así que son dos muy buenas victorias. Muy, muy convincente la inicial contra los Wolves, muy importante esta segunda contra los Suns porque requirió de una remontada tremenda: un 23-45 en el inicio del segundo cuarto se convirtió en un 107-95 que había puesto el partido básicamente a salvo en el ecuador del último. Desde ese -22 a falta de diez minutos para el descanso a un 94-87 a diez del final. Es decir, en lo que básicamente fueron dos cuartos reales de juego, un parcial de 71-42 que demostró que los Lakers están en una línea emocional totalmente distinta a la de la temporada pasada. Comprometidos y activados. Y bien entrenados, por lo visto hasta ahora: organizados, preparados y con alternativas para cada situación de partido.
Acabaron tan mal las cosas con Darvin Ham, era tan obvia la desconexión entre el equipo y el cuerpo técnico, que es refrescante ver un plan de juego claro, una voluntad obvia de que las posesiones dependa siempre que se pueda de Anthony Davis, un instinto para generar buenos tiros y una capacidad elástica para cambiar las defensas y confundir al rival. Más moderno y estructurado, el juego de los Lakers parece más capaz de resistir lo que venga, también un inicio increíble de los Suns, que anotaron ocho triples en un primer cuarto demoledor (23-38): su 8/11 desde la línea de tres contrastaba con el 1/5 de unos Lakers con solo ocho canastas en total. En el segundo cuarto, cuando el partido parecía desvanecerse, el rookie Dalton Knecht (va a jugar mucho) anotó dos triples que mantuvieron con vida a unos Lakers que, a partir de ahí, comenzaron a rascar, muy rápido, puntos de una desventaja que parecía definitiva.
Austin Reaves jugó un partido colosal: 26 puntos, 8 asistencias, 3 robos y los mismos triples (5/7) que todo el equipo contra los Wolves. Lectura de juego, visión de los ángulos, gestión del timing… Reaves estuvo sencillamente fenomenal, el jugador más importante al lado de un Anthony Davis por ahora en sensaciones de MVP: esta vez 35 puntos, 8 rebotes, 4 asistencias, 2 tapones y 17 tiros libres lanzados (13/17, los mismos que todos los Suns) contra un rival sin respuestas para su superioridad en las zonas. Los Wolves tampoco las tuvieron y Davis se ha convertido en el primer jugador de los Lakers que arranca una temporada con dos partidos de al menos 35 puntos desde Elgin Baylor (1962) y Jerry West (1969).
LeBron James pareció lento (camino de los 40, ya se sabe) en la primera parte (4 puntos), pero apareció después: 21 en total con 8 asistencias. Hachimura funcionó muy bien otra vez como secundario (14+7) y contribuyeron mucho desde el banquillo, además de Knecht, Gabe Vincent (en pista para evitar los descosidos de D’Angelo Russell) y Jaxson Hayes, unas de las claves silenciosas de este inicio brillante de los Lakers y un jugador instrumental para que Davis pueda jugar con otro pívot al lado, el formato que funcionó tan bien en 2020. Así será al menos hasta que el equipo haga algo en el mercado, si lo hace, o hasta que vuelva Christian Wood, que sigue de baja. Como Jarred Vanderbilt, que debería ser fundamental en cuanto deje atrás esos problemas en un pie que le han lastrado durante ya demasiados meses.
Los Lakers fueron la cara obvia de un partido que deja a los Suns como una cruz también muy clara. Los de Arizona, entre unas cosas y otras, salvaron los muebles en pista de los Clippers en su primer partido, pero se despeñaron consumidos por sus malos hábitos. Los que tenían que quedar atrás con la llegada de Mike Budenholzer al banquillo: demasiadas pérdidas (muchos errores de Jusuf Nurkic), lapsos imperdonables en defensa (por falta de esfuerzo y por ausencia de especialistas) y un flow ofensivo que tiende a desaparecer a medida que pasan los minutos, algo que debería haber cambiado, o eso se pretendía, con la llegada de bases (Tyus Jones, Monte Morris). Devin Booker empezó muy bien (10 puntos en el primer cuarto) y perdió la actividad de repente (23 en total); Bradley Beal apenas tocó la bola en los momentos importantes del segundo tiempo después de buenos minutos en el primero; Y Kevin Durant metió 30 puntos pero dejó que los Lakers le llevaran a ese juego de acciones individuales con exceso de bote en el que anota mucho (cómo no: es Kevin Durant) pero del que acaba saliendo un equipo mirón, desconectado.
En pleno all in, en un proyecto que es un puro todo o nada, cada mal síntoma (y más si son ecos de un pasado tozudo) es una puñalada para los Suns. Budenholzer, dos veces Entrenador del Año, no hizo nada mejor que un Redick que solo lleva dos partidos como técnico NBA. Los ha saldado, eso sí, con buenísima nota. Y los Lakers, acostumbrados tantas veces en los últimos años a arrancar a trompicones, andan con una sonrisa de oreja a oreja. Es pronto, pero desde luego todo es mejor así. Y lo que tenga que venir, ya vendrá.
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