BLOC CULTURAL,

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viernes, 8 de mayo de 2020

Órbita Laika - Verano del 2020,. / Zona indie - Cine - El héroe de Berlín ,. / + Cotas - Caballos en la ciudad,. / Generaciones - Comunicación y pandemia,.

TITULO: Órbita Laika -  Verano del 2020  ,.

Lunes -4- Mayo a las 22:00 en La 2 / foto,.

 

Verano del 2020,.


VERANO 2020! - YouTubeAl fin el sol vino en nuestra ayuda. Somos hijos del sol; aunque pronto lo maldeciremos añorando unas gotas de lluvia. Hijos del sol en esta España, baticola de Europa y coronilla de África, que en este dos de mayo parece haber renacido sacando los cuernos al sol como los caracoles.
El padre Sánchez dio las palmadas de rigor: «Chicos al recreo, atentos a la campana y sin alejarse del patio». Y todos salimos a escape locos por redescubrir la puñetera calle mirando de reojo a la vecina a la que hemos de saludar a la distancia marcada por los santos padres. «Entre santa y santo paredes de cal y canto» que decía el casto refranero. A pasear, pero menos. En el horario marcado y con la cinta métrica colgando del culo por medir el kilómetro de margen. ¿Y esa tontuna? Pues como tantas otras, compañero. Es que estamos en «desescalada» ¿sabe usted? Y ya va siendo hora de que comience a aprender el nuevo idioma. Por ejemplo, ni se le ocurra mencionar a los muertos, aunque sean treinta mil o más. Caballero, en Castilla no hay curvas, y en España no hay muertos, sino «fallecidos», números sin nombre, pura estadística de plastilina. Y aún menos ahora, cuando caminamos de la mano de nuestros providenciales dirigentes hacia la «nueva normalidad», o sea, pues no sé; pero si lo ha dicho Iván Redondo será por algo que el chico tiene formación americana y probablemente le haya rondado la cabeza aquello del 'New Deal' de Franklin Delano Roosevelt tras la gran depresión. Es muy suyo este Iván. Yo tengo para mí que al final hará lo de costumbre y tras encumbrar al líder lo descordará barranco abajo. Díselo tú Monago.
Igual resulta que los petimetres que nos gobiernan han salido afrancesados, y por eso no les entendemos. ¡Qué manera de decir las cosas madre! Se puede gobernar mejor, incluso peor, pero nunca jamás será posible un gobierno tan extremadamente cursi como este. Ni tan pelmazo.
«Se puede gobernar mejor, incluso peor, pero nunca jamás será posible un gobierno tan extremadamente cursi como este»
En Madrid resulta que la presidenta –«la simplona» que decíamos ayer– nos ha salido de pana, dando sopas con honda a tanto avispado como anda por ahí y claro, hay que ir a por ella como sea. Ayer se le desbordó la clausura de ese ejemplo de buen hacer que ha sido el hospital de Ifema y las furias se han lanzado sobre ella dispuestas a sacarle los ojos. Igual quieren justificar la barbaridad ignominiosa del 8-M conque los sanitarios que trabajan juntos posen juntos para la foto enmascarados como mandan los cánones. Y siendo cierto que jamás debió caer en la tentación de rentabilizar Ifema electoralmente, no lo es menos que la impostada –y cacareada– cólera del mismísimo Franco, Delegado del Gobierno en Madrid, el nunca matemático.
El sol de este dos de mayo comienza a derrumbarse tras los montes. Los paseantes más viejos andarán volviendo a su «confinación». Sabemos quién nos ha robado el mes de abril. Pero ya es mayo. Y huele a verano.


TITULO:  Zona indie -Cine -   El héroe de Berlín     ,.


Este lunes -4- Mayo a las 23:30, en la ‘Zona indie’ de La 2 se emite la película, foto.

 

Reparto
El héroe de Berlín , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , ,
 
 
 
Narra la historia del mítico atleta Jesse Owens, el coloso de la velocidad que saltó a la fama en los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, cuando dejó al mundo boquiabierto con sus espectaculares marcas que echaron por tierra la teoría de Hitler sobre la supremacía de la raza aria.

 

TITULO: + Cotas  - Caballos en la ciudad,.


El Sabado -2- Mayo a las 9:30 por La 1, foto,.

 

Caballos en la ciudad,.

Caballos, a cien metros de la parte antigua de Cáceres. :: A.T./
Caballos, a cien metros de la parte antigua de Cáceres.

Una gracia de Cáceres es que vas del centro al campo en un santiamén,.


Subiendo a la Montaña de Cáceres me he cruzado con conejos, con búhos, con nutrias, con garzas reales y hasta con la directora de cine Itziar Bollaín, que había venido a los 'Sanpancracio' y aprovechaba la sobremesa para dar un paseo por el Camino de las Bestias, que es como se llama la senda que va desde la carretera que asciende a la Montaña hasta la Charca del Marco, paralela al riachuelo que dio vida a Cáceres durante siglos y regó sus huertas, movió sus molinos y puso en marcha sus batanes. Un camino que pasa junto a granjas, fincas, tinaos y plantaciones de hortalizas.
Supongo que Itziar Bollaín, que paseaba con cara de asombro y satisfacción y que saludaba muy amable sin conocer de nada, estaba disfrutando del hallazgo. Ahí es nada: el campo en estado puro, con sus rebaños, su arroyo, sus sembrados, sus pájaros canoros, sus paseantes educados y su aire puro a cinco minutos del céntrico hotel donde se hospedaba la directora de cine. Cáceres es así y esto es lo que la diferencia de otras ciudades de 100.000 habitantes: se pasa del casco urbano al campo de pronto, sin que haya una transición de barrios marginales ni conflictivos, sin un extrarradio duro. Aquí estás en el cogollo urbano o en la parte antigua y en un santiamén estás en el campo.
En ese paseo, Itziar Bollaín iba saludando a personas que no la conocían de nada, pero que se veían impelidas al buenas tardes porque en el campo se saluda mucho. Es una costumbre que los más jóvenes desconocen: cuando me cruzo con ellos subiendo a la Montaña y los saludo, callan y me miran como si fuera una rareza, no están habituados a que en el asfalto cada uno va a lo suyo, pero en el campo vas a lo tuyo y a lo del otro.
'La felicidad está en el campo', se titulaba una película francesa de Carmen Maura que aspiró a los premios César galos. Y es verdad que uno deja las calles y las aceras, pisa la tierra y la hierba, salta las piedras del arroyo del Marco y enseguida se siente transportado a un sitio distinto, a un paraíso terrenal donde no hay ni prisa ni preocupaciones, sino perros que ladran, pájaros que trinan, ovejas que balan y caballos que relinchan y se acercan si te acercas.
Los geógrafos, economistas y arquitectos extranjeros, que vienen al campus de Cáceres a impartir sabiduría, se asombran al contemplar desde las cafeterías universitarias cómo pacen rebaños de ovejas al lado de las facultades. Es lo que más les subyuga de Cáceres, lo que diferencia esta ciudad de otras que también son Patrimonio de la Humanidad.
Cáceres limita al norte con manadas de vacas y rebaños de ovejas, al este con grupos de caballos y más ovejas, al sur ya no hay piaras de cerdos, pero las había hasta hace nada y al oeste vuelven las vacas y las ovejas. Además, al anochecer, una lechuza se posa en los cables de la luz de la bajada de la Montaña por el atajo, y eso que ahora, con las obras de la Ronda Sureste, reina por allí gran trasiego de maquinaria y camiones. Y nada más comer, cuando casi nadie pasa, dos garzas reales descansan hieráticas en la ribera de la Rivera del Marco.
La nueva ronda que cruzará la ladera de la Montaña va a estropear el paisaje y quizás espante a parte de la fauna que ahora habita por la zona. Es un tributo al progreso que hasta puede parecer razonable, aunque hubiera otras soluciones menos agresivas y también mucho más caras. Esperemos que en el Camino de las Bestias sigan pastando caballos como los de la foto, a un paso de la parte antigua, sigan triscando cabras en la granja de siempre, sigan posándose las garzas y siga deleitándose Itziar Bollaín y quien desee ser feliz un rato.

  TITULO: Generaciones - Comunicación y pandemia,.


Comunicación y pandemia,.

Pienso cómo el nuevo contexto que vivimos amplifica los significados de algunos mensajes, pero también hace otros prescindibles,.

Comunicación y pandemia

foto / MUCHOS programas de la asignatura de Lengua, desde educación Primaria, comienzan con el tema de los elementos de la comunicación. Estoy segura de que los lectores recordarán de memoria que la comunicación implica que existan uno o varios emisores y receptores, un código, un mensaje, un canal y un contexto. Cada septiembre, en muchas aulas, desde hace años, resuena la lista de estos seis elementos, y en los cuadernos se trazan con esmero los esquemas y cuadros sinópticos que demuestran que hemos entendido, de forma muy simplificada, el complejo asunto de la comunicación. Pero por más que nuestros profesores, en los primeros días de clase, insistan en la importancia de esta unidad inicial, los alumnos de todas las edades hemos pasado por ella sin prestarle demasiada atención, con la mente todavía puesta en las inolvidables vacaciones de verano, como quien recorre un camino por el que se pasea a diario, sin esperar que depare sobresaltos o descubrimientos.
En estos días de pandemia y confinamiento se me ha venido a la mente muchas veces la lección bien aprendida de este primer tema, al percatarme de cómo el extraño contexto que vivimos obliga a echar mano de nuevos canales de comunicación. Estos canales, a su vez, alteran el código y transforman los mensajes elaborados por un esforzado emisor que, a ratos se siente sobrepasado por las circunstancias, y a ratos no puede evitar maravillarse ante lo que los avances tecnológicos están consiguiendo. Al otro lado se encuentra el emisor, como elemento final del proceso comunicativo, sorprendido y desconcertado a partes iguales, tratando de descifrar mensajes cuyo sentido parece diluirse en unas circunstancias que han cambiado por completo.
Pienso en todo esto cada día, cuando me conecto con mis alumnos para impartir, o quizá sea mejor decir compartir, las clases 'on line'. Los primeros días el reto de la comunicación se centraba en asegurarse de que no faltaba ningún receptor al otro lado y en comprobar que el canal funcionaba adecuadamente. ¿Me veis? Yo sí os veo. ¿Me oís? A algunos no os oigo. Luego, poco a poco, la normalidad y hasta la bendita rutina se ha ido abriendo paso a través de los cables o las ondas. Yo, la emisora, ya no me pego tanto a la pantalla, con la inquietud de ver si están todos. También he ido comprendiendo que se me escuchaba perfectamente y he dejado de gritar a la pantalla. Los receptores han comenzado también a relajarse al otro lado, y ya hasta bromean con los fondos virtuales que les permite el programa o trazan monigotes sobre los apuntes que comparto con ellos. Cada día se produce el milagro de ver cómo mi pantalla se va llenando con los rostros de todos, pero en cada conexión la comunicación resulta más sosegada, como si hubiera encontrado de nuevo el cauce tras la avalancha, como si los mensajes hubieran logrado abrirse paso y seguir su curso.
Resulta curioso cómo las transformaciones en el contexto y en los canales también están afectando de lleno a los mensajes de todo tipo. Da la impresión de que lo que decimos o escribimos se tiñe de un sentido nuevo. Las palabras que escuchamos intensifican su capacidad de resonar en nuestro interior. Lo que ya estaba escrito también cobra una dimensión distinta y parece que sale a nuestro encuentro para revelarnos el verdadero secreto que se escondía en su interior. Nos enfrentamos a los mensajes de siempre como si en todo este tiempo no hubiéramos entendido nada y fuese justo ahora cuando lo desciframos todo de golpe. Por poner un ejemplo, durante el confinamiento, entre otras muchas iniciativas, me he unido a una cadena en la que los participantes enviábamos textos literarios de nuestros autores favoritos a receptores que muchas veces no conocíamos personalmente, por ser amigos de algún amigo. De repente los fragmentos conocidos mostraban rostros nuevos al mirarlos desde la perspectiva actual. Entre los textos que he enviado, se encuentra el poema de Ángel González que comienza: «Mientras tú existas, / mientras mi mirada / te busque más allá de las colinas, / mientras nada / me llene el corazón, / si no es tu imagen, y haya / una remota posibilidad de que estés viva...». Estos versos parecían estar mandando, ahora más que nunca, un mensaje de supervivencia a ese receptor desconocido que, con seguridad, recibiría mis buenos deseos como el náufrago que encuentra en una botella una señal inequívoca de esperanza.
Pienso en estos días cómo el nuevo contexto que vivimos amplifica los significados de algunos mensajes, pero también propicia que otros resulten prescindibles, superfluos e incluso inconvenientes o bochornosos. Las épocas de crisis establecen un orden implacable de necesidades, distinguiendo lo básico de lo que no es esencial, lo imprescindible de lo que resulta accesorio. De esta manera el curso de los siglos ha ido cribando los mensajes y los textos, y ha traído al presente solo aquellas palabras capaces de comunicar significado a los seres humanos de todas las épocas. Pienso en estos días cómo muchos de los que llamamos 'textos clásicos' son precisamente los que han sobrevivido a pandemias, guerras, hambrunas y genocidios, porque siempre tuvieron y tendrán algo importante que decirnos al oído, en cualquier circunstancia.

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