MAS QUE COCHES - Ricciardo: "Sí, hablé con Ferrari, pero veo cómo encaja Sainz allí", . / Para Todos La 2 - Una marea de desesperación inunda Canarias ,. / Gigantes de La 2 - Daniel Innerarity ,. Jueves -28- Mayo ,./ ¡ Atención obras ! - Marta García Aller: "Que los robots no enfermen es una excelente noticia",.
TITULO: MAS QUE COCHES -Ricciardo: "Sí, hablé con Ferrari, pero veo cómo encaja Sainz allí", .
Ricciardo: "Sí, hablé con Ferrari, pero veo cómo encaja Sainz allí",.
El australiano no tiene remordimientos por no
haber acabado de rojo, comprende la apuesta por Carlos, comenta su
fichaje por McLaren y opina sobre el futuro de Vettel.
Sainz ya ha contado cómo vivió las negociaciones
desde casa que le han llevado a hacerse con un asiento en Ferrari a
partir de la próxima temporada, pero quedaba por saber la forma en la
que lo hizo otra parte interesada, el que se quedará con el coche del
madrileño en McLaren: foto / Ricciardo. El australiano no niega los repetidos contactos que ha tenido con la Scuderia: "Ha habido discusiones desde hace unos años y han continuado hasta ahora. Así que sí, no lo negaré, pero obviamente nunca han llegado a buen término".
Y tampoco niega que Sainz es un piloto adecuado para los de Maranello. "Veo
cómo encaja Carlos en el equipo, así que no me lo tomo como: '¿Por qué
no yo?'. Solo lo veo como que Carlos tuvo un 2019 muy fuerte, es una pieza codiciada y supongo que es una buena opción para ellos", asegura en la 'CNN'.
No guarda resentimientos por no haber acabado de rojo, aunque
reflexiona sobre ello: "En realidad no lo sé, y nunca he querido
profundizar mucho en eso. Todos dicen que sería una buena opción, pero
trato de no verme atrapado emocionalmente en un tipo de situación así".
También
comenta su decisión de apostar por McLaren tras competir solo una
temporada con Renault, pero lo cierto es que no deja nada claro porqué
lo ha hecho: "Supongo que ninguna decisión es blanco o negro. No hubo ningún momento de iluminación en el que dijera: 'Sí, eso es lo que necesito'. No vi en McLaren algo que no había en Renault y que me animase a cambiar.
Las discusiones con McLaren se remontan incluso a 2018, no fue una
decisión de la noche a la mañana. Comparar a los dos equipos no es
justo".
Y, por último, habla del que, por ahora, se ha quedado sin sitio en la F1: Vettel. "Si lo conozco lo suficientemente bien, creo que todavía tiene hambre y es lo suficientemente competitivo como para querer seguir. Me gusta Seb,
como competidor aporta algo a nuestro deporte. Es uno de los pocos, si
no el único, que no está activo en las redes sociales, y es una de las
personas más exitosas en nuestro deporte, sin embargo, es uno de los más
privados. E incluso eso en sí mismo trae mucho misterio detrás de él",
dice del alemán.
TITULO: Para Todos La 2 - Una marea de desesperación inunda Canarias ,.
Una marea de desesperación inunda Canarias,.
900 personas han llegado a las costas del archipiélago durante el estado de alarma, algunos después de quince días a la deriva, fotos,.
José Antonio no logra quitársela de la cabeza, aunque ni su nombre ni el de su hijo hayan sobrevivido a las estadísticas. Ocurrió de noche, en la playa grancanaria de Perchel, próxima a Mogán,
ese coqueto puerto donde los turistas acostumbran a acompañar la velada
con una palometa roja al horno regada con caldos de Icod o de
Lanzarote. En la patera viajaban 19 subsaharianos -once
mujeres, cinco hombres y tres menores-, después de días sin otro
horizonte que ese océano traicionero. El destino quiso que llegaran a
tierra sin que nadie les interceptara. Fue ella quien llamó entonces su
atención. Se había arrojado a la playa y en el frenesí del desembarco,
había perdido a su hijo. Se le escurrió de la bandolera que llevaba a la
espalda. Lloraba como una posesa y las asistencias tuvieron que
emplearse a fondo para que no se lanzara de nuevo al agua. Se movilizaron todos los equipos de rescate.
El helicóptero Helimar Canarias, la Salvamar Menkalina, la Guardia
Civil, el grupo de los GEAS, la Policía Local, Protección Civil, Cruz
Roja... Fue inútil. El cuerpo del pequeño no fue hallado hasta dos días más tarde, flotando mar adentro.
El
horror en estado puro ha puesto su punto de mira en Canarias. Casi 900
indocumentados han arribado al archipiélago desde que se declaró el
estado de alarma en España, algunos después de pasar hasta quince días a
merced de las corrientes. José Antonio Rodríguez Verona es el
responsable del Grupo de Respuesta Inmediata de Emergencias de Cruz Roja
en Gran Canaria, la primera línea de quienes luchan por devolver la
dignidad a esos desgraciados que arroja la marea. Primero les someten al triaje del enfermero, que comprueba si son capaces de caminar por sí mismos,
les toma la temperatura y desvía a los que están en peor estado al
hospital de campaña. Les facilitan ropa nueva y se aseguran de que
conserven su dinero, la documentación. El siguiente paso es un té
caliente -la mayoría llegan deshidratados- y galletas. Llevan tiempo sin
comer y no conviene atiborrarles. La filiación, la puesta a disposición
judicial, el paso a albergues de que dispone el Gobierno canario... Un
protocolo que se ha convertido en el pan de cada día. El drama de la inmigración ha vuelto a hincar sus dientes en la ruta canaria, la más peligrosa
para quienes están dispuestos a arriesgarlo todo. No es que antes
dejara de contar para las redes que hacen fortuna con el tráfico de
personas, pero el férreo control que ejerce Marruecos sobre las vallas
de Ceuta y Melilla, subvencionado desde el pasado septiembre por las
autoridades europeas, ha obligado a las mafias a cambiar el paso y
volver la vista al sur del reino alauí, al Sahara Occidental y
Mauritania, donde aguardan las pateras y cayucos en los que embarcan los
desheredados de la tierra. 2.113 personas han llegado al archipiélago canario desde el pasado 1 de enero.
Son casi siete veces más que el año pasado por estas fechas, a bordo de
65 embarcaciones donde nadie en el Primer Mundo desearía subir jamás.
«Cárceles a cielo abierto»
José Antonio ha sido testigo de tragedias capaces de nublar el sentido al más templado. Como cuando descubrió 15 cadáveres en el fondo de un cayuco donde viajaban un centenar de personas
(el récord lo tiene uno que llegó a Tenerife con 234). O esa otra vez
en la playa de Arinaga, «cuando nueve personas que habían permanecido
una semana sin moverse se ahogaron en un metro de profundidad al no
poder incorporarse».
¿Cómo se vive con eso? Txema Santana,
periodista y colaborador de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado
(CEAR), lleva la cuenta, semana a semana, de lo que deja la marea a su
paso. «En enero contabilizábamos 24 personas al día. En febrero eran 14,
pero naufragaron cuatro pateras, así que ¿quién sabe? Como son salidas clandestinas, el cálculo de víctimas es complicado.
Desde marzo, la ruta se ha visto afectada por la pandemia, pero
mantiene sus constantes vitales». A tenor de las cifras, Santana saca
sus conclusiones, la más evidente, la incorporación de mujeres a la ruta
atlántica, a menudo con bebés a su cargo, lo que obliga a cambiar
recursos para facilitarles un servicio de acogida digno. La segunda, el aumento exponencial de una población para la que no existen recursos suficientes. «No podemos convertir las Islas Canarias en una cárcel a cielo abierto», alerta.
35
inmigrantes llegados a Puerto del Rosario, en Fuerteventura, a finales
del pasado abril reciben asistencia de Cruz Roja. | Un sanitario atiende
a un bebé nacido durante la travesía mientras una mujer rescatada por
un velero llega a Mogán tras diez días de travesía. / EFE
El viaje oscila entre 300 y 900 euros,
según las circunstancias de cada cual, cuando un vuelo desde El Aaiún a
Gran Canaria sale por 200 euros y dura apenas 40 minutos. En el precio
influye el sexo, si la mujer está embarazada, si accede a colaborar con
la red una vez en tierra... «Las mafias engordan sus cuentas,
no importa que eso signifique poner en peligro vidas, y se convierten
en algunos sitios en una sombra de la Administración. Tenemos que dejar
de mirar a otro lado».
La situación en las islas se agrava por momentos. Han cerrado los dos centros de internamiento de extranjeros
(CIE), el de Barranco Seco en Gran Canaria y Olla Fría en Tenerife: el
primero tras detectarse Covid-19 en una celda donde dormían seis
personas, el segundo al contagiarse los funcionarios. De manera que los
inmigrantes ilegales -pertrechados únicamente con la tarjeta roja de
estancia mientras se sustancia la solicitud de asilo- deambulan a su aire en un escenario pandémico,
refugiándose allá donde les hacen un hueco. Esto plantea a los cabildos
un problema que en pleno confinamiento pasaba desapercibido, pero que
en plena fase 2 se está mostrando en toda su crudeza. «El virus ha interrumpido las deportaciones,
pero desde semanas antes de que estallara tampoco había traslados a la
Península», denuncia Paloma Faviedes, experta en derecho de asilo. «El
mensaje que el Gobierno quiere trasladar, aunque no lo diga
abiertamente, es claro: entrar en Canarias no es lo mismo que hacerlo en
Europa. Pero no se puede poner puertas al campo, «cuando cierras una
ruta, estás abriendo otra». La abogada apela a que el Estado respete las
garantías de estas personas. «Antes de la pandemia, España estaba devolviendo malienses a Mauritania
-la colaboración empezó tras la crisis de los cayucos-, un país de paso
para ellos, sin preocuparse de en qué condiciones se quedaban allí». El
pacto de emigración y asilo de la Comisión Europea, previsto para
marzo, todavía no se ha firmado, y la experta teme que «los países se
escuden en el Covid para blindar más aún sus fronteras».
«Marruecos en un actor clave en el control de las rutas migratorias, desde el pasado septiembre es el gendarme de Europa»
Gemma Pinyol | Experta en Políticas Migratorias
«España ha endurecido su discurso en los últimos meses y el mensaje es
claro: entrar en Canarias no es lo mismo que hacerlo en Europa»
Paloma Favieres | Abogada de CEAR
«Cada vez son más las mujeres que se arriesgan a cruzar el océano con
sus bebés. Muchas están embarazadas y dan a luz durante la travesía»
José Antonio Rodríguez | Cruz Roja en Gran Canaria
«Abrir rutas más peligrosas requiere robustecer las mafias, que exponen a los más débiles para obtener beneficios»
Helena Maleno | 'Caminando Fronteras'
Estrategia de la disuasión
Paloma
no es la única en verlo así. Gemma Pinyol es directora de Políticas
Migratorias de Instrategies, una consultoría que colabora con la
Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. A su juicio, «el control de las fronteras pasa ahora por externalizar servicios a terceros países,
convertirlos en tu gendarme. Ocurre con Marruecos, un actor clave para
España, como Libia lo es para Italia y Turquía para Grecia. La
cooperación mediterránea es más eficiente y, en consecuencia, se
intensifica la ruta canaria, la más arriesgada, aunque no la que se
cobra más vidas.
La Organización Internacional para las
Migraciones calcula que el número de personas que mueren en el Sáhara
tratando de llegar a la costa duplica al de los que fallecen tratando de
cruzar el Mediterráneo, donde en los últimos años muchos pesqueros renuncian a efectuar rescates porque nadie quiere que le acusen luego de 'proteger' a las redes de traficantes.
Inmigrantes rescatados por la Salvamar Menkalinan llegan al puerto grancanario de Arguineguín. Lo
sabe muy bien Helena Maleno, de la ONG 'Caminando Fronteras', acusada,
primero por las autoridades españolas y luego encausada por las
marroquíes, de favorecer la inmigración ilegal y de asociarse con
malhechores por alertar a Salvamento Marítimo de las pateras que
atraviesan dificultades. Para cuando los jueces concluyeron que Helena
no había incurrido en delito pasaron cinco años, además de un rosario de
«amenazas de muerte y un intento de asesinato». Su caso desató una cascada de reacciones de solidaridad internacionales, incluida Naciones Unidas. «El
aumento de la inmigración a Canarias coincide con los acuerdos firmados
el pasado septiembre por Marruecos con la UE y responden a una
estrategia de disuasión, como antes lo fueron las operaciones 'Hera' o
'Indalo'. Se militarizan amplias zonas para que resulte más difícil cruzar.
Se abren así rutas más complicadas que consiguen un efecto perverso,
robustecer a las mafias, que encuentran una oportunidad de negocio a
menudo a costa de más vidas humanas».
Helena no está de acuerdo
con que exista un 'efecto llamada', «lo que hay es un efecto salida',
fruto de las guerras y penurias económicas que esta gente sufre en sus
países de origen». Cuando se le pregunta por la gente que estos días
deambula a su suerte por Canarias y el riesgo que esto supone durante
una emergencia epidemiológica, no alberga dudas. «Los Estados deberían ayudar a todos, ya sean autóctonos o extranjeros. El virus no entiende si eres o no inmigrante».
Daniel
Arencibia es abogado en una multinacional, pero también un hombre
comprometido con la causa de los más débiles, lo que le ha llevado a
colaborar de manera desinteresada con SOS Racismo o 'Caminando
Fronteras'. Acompaña a los inmigrantes cuando se disponen a viajar, media por ellos
ante las autoridades, contacta con sus familias, mira por que
regularicen su situación... «Esta gente no tiene recursos ni nadie que
vele por sus derechos», afirma.
Al detalle
2.113
migrantes ilegales han
arribado a Canarias desde el 1 de enero, 1.784 más que en 2019 por estas
fechas (542,2% más). A este ritmo, 2020 cerrará con 6.000 entradas.
69
embarcaciones han
llegado al archipiélago en el mismo periodo, frente a las 30 registradas
el año pasado (aumento del 130%).
En 2012, una
patrullera de la Guardia Civil embistió a una patera y murieron siete
inmigrantes. No aparecieron los cadáveres y la causa se cerró «por que
no se pudo determinar que las víctimas viajaran a bordo», aunque había
vídeos que se filtraron a la prensa. Daniel emprendió entonces una
batalla para que los rescates se efectuaron con embarcaciones neumáticas
de Salvamento Marítimo y no las rígidas de la Guardia Civil. También ayudó a doce jóvenes que llegaron, deshidratados, a la playa de Maspalomas y a los que se denegó el traslado a un hospital.
Su caso fue denunciado ante el delegado del Gobierno. Archivado. O
aquel otro, éste ya en Ceuta, en el que un asalto de 200 personas fue
repelido con pelotas de goma y botes de humo en la playa de Tarajal, y
en el que catorce indocumentados perdieron la vida. Sobreseído y
recurrido por las ONG.
«Asisto casos con fallecidos en los que hay
una actuación irregular de la autoridad -desliza Daniel, inasequible al
desaliento-. Es bueno que la Administración sepa que también es vigilada,
así modifica sus protocolos de actuación y es más cuidadosa». Es un
ángel de la guarda en un mundo de tiburones. Y mientras tanto, el goteo
continúa.
245 fallecidos de enero a marzo, el 90% sin que se encontrara el cuerpo,.
La
ruta canaria se cobra su tributo en vidas con dolorosa regularidad. El
Atlántico sencillamente se las traga, desaparecen en el fragor de la
tormenta, embestidos por mercantes o arrastrados por las corrientes
hasta quedarse sin agua ni alimento. 'Caminando Fronteras' calcula que
sólo durante el primer trimestre de este año fallecieron 245 personas en
el océano, aunque el 90% de los cuerpos no han sido encontrados. ¿Cómo
determinar las víctimas de esa actividad clandestina, siempre al abrigo
de las sombras?
«Esta gente sabe que corre un riesgo muy grande,
algunos incluso que van a morir, y dejan un rastro a sus familias o a
las comunidades a las que pertenecen», explica Helena Maleno, veinte
años sirviendo de salvavidas a aquellos que se lanzan a una aventura de
final incierto. Hay que estar hecha de una pasta muy especial para
enseñar a alguien que se está hundiendo cómo establecer su localización
por wasap. Las cifras que maneja están contrastadas con parientes y
amigos, gente que sabía de sus planes y a quien se informa de naufragios
y desapariciones.
«Tenemos un teléfono de alertas operativo las
24 horas y un estrecho contacto con las organizaciones de migrantes,
algunas reconocidas por su propia embajada, como es el caso de Congo».
En cuanto recibimos una llamada de auxilio o constatamos que no ha
llegado a tierra quien tenía que haberlo hecho, se da aviso a las
autoridades marroquíes y a la Guardia Civil, que es la que coordina en
Canarias los servicios de rescate».
TITULO:
Gigantes de La 2 - Daniel Innerarity ,. Jueves -28- Mayo ,.
Gigantes de La 2 - Programa de entrevistas, de cincuenta minutos de duración y emisión semanal, para La 2 Jueves -28- Mayo,. - 23:50 de Televisión Española. Presentado por Mari Cruz Soriano,.
Daniel Innerarity,.
Daniel Innerarity: "La derecha debe reflexionar sobre qué libertad es la libertad de contagiar",.
foto / Daniel Innerarity.
Bilbao, 1959. Como el confinamiento no le permitía salir al monte, que
es lo que de verdad le gusta, uno de nuestros principales filósofos ha
aprovechado el tiempo para escribir Pandemocracia, su visión de las causas, la gestión y los efectos de esta crisis del coronavirus.
Publica un libro sobre algo que está pasando ahora mismo, ¿ni siquiera la filosofía se toma ya tiempo para pensar?
Mi modelo es Ulrich Beck, un filósofo y sociólogo alemán que escribió una gran obra, La sociedad del riesgo,
en plena crisis de Chernobyl en los años 80. Tuve la suerte de acudir a
sus clases entonces y decía una cosa que intento practicar: la gente
tiene derecho a que le ofrezcan una comprensión de lo que está pasando.
Más tarde llegarán tesis doctorales sesudas, análisis empíricos, medidas
de gobierno y transformación global, pero tener un concepto adecuado
para comprender lo que estás viviendo forma parte de la solución.
Plantea que la pandemia provoca tres fases de desafío: el antes, el ahora y el después. En el antes, el fracaso parece evidente.
Sí,
nos ha pillado a contrapié desde muchos puntos de vista, pero el
fundamental es algo que vengo defendiendo hace tiempo: nuestras
sociedades no están bien preparadas para afrontar lo inesperable. Suena
paradójico, pero tienes que estar preparado para afrontar cosas para las
que no te puedes preparar. La vida es así. Las sociedades democráticas
actuales gestionan relativamente bien los cambios incrementales, las
pequeñas transformaciones, y muy bien el juego de regate corto de la
trifulca política cotidiana, pero tienen muy pocos instrumentos de
alerta, prevención y preparación para las crisis futuras. Y esto es
especialmente grave cuando sabemos que cada vez estamos empalmando más
crisis, una tras otra, que no se resuelven con la creación de un comité,
sino que requieren mecanismos más complejos.
Pasemos al ahora. ¿Ha estado la sociedad española a la altura de lo que exigía esta crisis?
En
este periodo hay dos momentos claramente diferenciados. El primero es
el confinamiento radical, que fue un periodo relativamente fácil de
gestionar porque la lógica era binaria: o dentro o fuera y,
preferiblemente, dentro. Si preguntabas si podías hacer algo, te decían
que no y ya. Me ha parecido muy significativo que gran parte de la
derecha haya situado esta fase en un debate libertad-seguridad y hayan
traducido el confinamiento en un ataque injustificado a la libertad
individual. Deberían reflexionar sobre qué libertad es la presunta
libertad de contagiar. Y ahora estamos en el segundo momento, el del
desconfinamiento, que es muchísimo más complejo.
Cuantas más decisiones haya que tomar, más fácil liarla.
Claro.
Aquí entramos en la recuperación de ciertas libertades sabiendo que la
otra cara de la moneda es la asunción de riesgos. El gran tema de este
periodo es la gestión del riesgo, que es un asunto especialmente difícil
porque ya no es una cuestión de políticos que ordenan o militares que
dan ruedas de prensa, sino de cómo la gente es capaz de percibir y
gestionar el riesgo de modo individual. Y tenemos percepciones
radicalmente distintas conforme con nuestro sexo, nuestra edad, nuestras
condiciones de trabajo, nuestra experiencia médica anterior... Estamos
en un momento muy sutil. La cultura del riesgo adecuada se construye
multifactorialmente: influye lo que dicen los gobiernos, que es muy
importante que lo hagan con la máxima transparencia; lo que decís los
medios de comunicación, que podéis crear un ambiente demasiado laxo o
estricto, y, sobre todo, cómo funcionamos cada uno de nosotros con una
normalidad semi recuperada. Esa es la clave de este momento.
¿No tiene la sensación de que, con las caceroladas como
ejemplo, mucha gente está más pendiente de tener razón que de evitar
riesgos?
En estos momentos plantear el confinamiento como una
restricción injustificada de las libertades, desvinculada completamente
de una circunstancia real cómo es que hay un riesgo mortal paseándose
por nuestras calles, es una absoluta frivolidad. Esto está unido a un
clima general político que es el reñidero clásico. Como todos los
partidos políticos gobiernan en algún sitio, todos encuentran el
contraejemplo con el que justificar sus propios errores. La pandemia nos
introduce en unos espacios de toma de decisión para los cuales no
tenemos respuestas indiscutibles, porque conocemos poco de la naturaleza
de los riesgos, pero en vez de aceptar que todos los seres humanos, los
que gobiernan y los que no, los de un lado político y los de otro,
tenemos que aprender a movernos en un espacio de mayor incertidumbre,
utilizamos la plantilla según la cual todos deberíamos saberlo todo. Es
más, nos acusamos de saberlo y ocultarlo, de cometer errores a
propósito... Estamos invirtiendo en buscar culpables una gran cantidad
de tiempo que deberíamos invertir en buscar explicaciones.
Pasados esos primeros días de buenismo desconcertado, el debate político se ha limitado a eso.
Hacemos
una política muy testosterónica y cualquier manifestación de duda,
debilidad o incertidumbre nos parece una prueba de incompetencia. Así
que los políticos simulan una competencia que no tienen, que saben que
no tienen, que nosotros sabemos que no tienen y que, en el fondo,
tampoco nos debería preocupar tanto en lo relativo a problemas como el
actual, en los que entramos en escenarios de ensayo y error puro como la
desescalada. La ciudadanía estaría más dispuesta al ejercicio de una
política algo más modesta si se le explicara bien, pero en situaciones
de crisis los políticos entran en modo de pánico y se niegan a reconocer
cualquier cosa que pueda ser interpretada como una debilidad. Uno de
los grandes problemas que tenemos en España es que el elemento
competitivo de la política, que tiene que haberlo, ha invadido todo el
proceso político y ha anulado su dimensión cooperativa, que es mucho más
necesaria en crisis como esta.
La simplificación de la política, que tanto denuncia en su obra.
Exacto.
Cuando del análisis de una situación política concreta y compleja te
resulta un campo de juego dividido entre buenos y malos, culpables e
inocentes, seguro que te has equivocado. El tiempo que ocupamos en
moralizar los problemas es un tiempo que perdemos en entenderlos, y en
estos momentos, hace mucha más falta potenciar la capacidad cognitiva de
la sociedad, porque no nos podemos rendir ante la incertidumbre.
Tenemos que hacerle frente y desarrollar instrumentos más sutiles de
análisis, interpretación, comunicación y gobierno que los de una
política simplificadora entre buenos y malos.
En el libro afirma que este es un virus contra el populismo, pero cuesta creerlo viendo manifestaciones como la de Vox.
Sí,
para la segunda edición tengo que matizar eso. Lo que sostengo es que
el virus asesta un golpe muy duro al populismo por tres motivos: pone en
valor la ciencia, la lógica institucional y la idea de comunidad
global. Y esas son tres cosas que el populismo detesta. Ahora bien, no
deberíamos olvidar que una crisis como esta, mal gestionada y en un
entorno de confianza escasa, genera un malestar difuso que puede ser
aprovechado por cualquiera, incluso por un terraplanista que vuelva a
ganar las elecciones de EEUU. Dependerá mucho de la eficacia de los
sistemas políticos más serios para dar una respuesta satisfactoria a
esta crisis, dentro de la desgracia que es.
Ahí pasamos a la tercera fase, el después. Empezamos la crisis
asegurando que saldríamos mejores, luego pasamos a decir que saldríamos
distintos y ya empezamos a asumir que saldremos como entramos.
Mis
dos únicas certezas son que saldremos menos y que quienes lo tienen más
claro, van a aprender menos. Llevo muchos años insistiendo en que gran
parte de los problemas sociales son cognitivos y se resuelven con
conocimiento, no con mejores prácticas morales. Decía Luhmann con tono shakespeariano:
"Aprender o no aprender, esa es la cuestión". En estos momentos, la
humanidad tiene una gran oportunidad de realizar un aprendizaje, porque
se enfrenta a una experiencia inédita en un contexto nuevo con un virus
cuyos efectos no conocemos. Ante situaciones así, uno puede simplificar y
reconducir todo al terreno ya conocido de buenos contra malos o puede
abrir los ojos y tratar de aprender. Yo no sé lo que voy a aprender, es
imposible saberlo por definición, y me preocupa que mucha gente ya viene
con la lección memorizada sobre lo que tenemos que aprender de esta
crisis que, casualmente, coincide con lo que él ya sabía antes de que
esto explotara. Sólo vamos a aprender si realmente hacemos, personal y
colectivamente, un ejercicio de comprensión más allá de nuestros
prejuicios.
¿Nos ha dado tiempo a aprender algo ya?
Claro, hay
aprendizajes ya realizados. Por ejemplo, todo lo que tiene que ver con
la redefinición de las escalas globales de la decisión. Ya resulta muy
evidente que hay ciertos niveles de autosuficiencia en el tema del
abastecimiento que tenemos que cuidar y que ciertos artefactos, como las
mascarillas o los respiradores, cuya producción habíamos deslocalizado,
son de una importancia estratégica para las naciones. Probablemente ahí
se produzca cierta retracción de la globalización. Pero, por contra,
también vemos con bastante claridad que hay instituciones como Europa,
la OMS, la Ciencia... que tienen que encontrar un nivel aún mayor de
globalización para tener más competencias, más legitimidad y más
recursos. Yo me conformaría con que todas esas cosas latentes a las que
no hemos prestado apenas atención, porque estábamos ocupados en una
política entendida como el combate por la gestión del presente,
volvieran a la agenda política y tuviéramos una amplia discusión sobre
ellas. El gran temor es que volvamos a lo habitual, que es olvidar lo
sutil, por muy amenazante que sea, para ocuparnos en exclusividad de lo
ruidoso.
Los buenos propósitos se diluyen en cuanto abren las terrazas.
Eso
lo comprobaremos cuando veamos si esta crisis va a afectar
negativamente o no a la atención que prestamos a la gran crisis, que es
la climática. Causa muchísimos muertos, pero como parece un nivel de
amenaza relativamente lejano en el espacio y en el tiempo, las
sociedades democráticas tienen pocos incentivos para modificar nuestro
modo de consumo, nuestra movilidad o llegar a acuerdos transnacionales
que apliquen un mayor grado de compromiso. Esto es lo que dice mucho de
nuestra sociedad y en lo que yo soy escéptico, porque el presente
funciona como una gran distracción colectiva y sólo hacemos caso a lo
más ruidoso, pese a que en estos momentos lo más interesante y lo más
amenazante no hace ruido.
¿El filósofo optimista es un oxímoron?
(Risas) Es
difícil. En la situación actual hay elementos para todo. Tenemos una
grandísima oportunidad de que todo sea sometido a prueba, se nos ha
enriquecido la agenda política... pero lo que nos dice la experiencia
acerca de estos aprendizajes colectivos de la humanidad tras las grandes
crisis es que siempre se ha dado un paso adelante, pero pequeño. Somos
sociedades que aprendemos con una lentitud exasperante y no hasta el
grado que la naturaleza de nuestros problemas requeriría. Si tuviera que
jugarme una cena, diría que vamos a aprender... pero poco y tarde.
TITULO: ¡ Atención obras !-Marta García Aller: "Que los robots no enfermen es una excelente noticia",.
Marta García Aller: "Que los robots no enfermen es una excelente noticia",.
foto / Marta García Aller. Madrid, 1980. Periodista apasionada por el futuro, publica Lo imprevisible (Planeta),
sobre todo lo que a la tecnología le gustaría controlar pero nunca
podrá porque el ser humano es, para lo bueno y lo malo, imprevisible.
Ha
escrito un libro sobre lo imprevisible para demostrar que pese al
espejismo tecnológico, las cosas escapan de nuestro control. Pero el
virus ya se ha encargado de darle la razón, ¿no?
Me llegan a
decir hace meses que su lanzamiento se pospondría por una pandemia
mundial y no me lo creo. Que al libro sobre lo imprevisible le haya
sucedido lo imprevisible no deja de completarlo.
Los algoritmos nos iban a cambiar la vida, pero al final contra
el virus hemos luchado con una medida de los tiempos de Bocaccio, el
confinamiento masivo.
Sí, pero existe mucha tecnología y apps
que podrían ayudarnos a hacer un confinamiento mucho más selectivo si
hay un rebrote. Y hay muchos algoritmos trabajando para encontrar una
vacuna, acelerando los tiempos de la investigación.
El mundo parece patas arriba pero en el libro Mary Beard le
recuerda que, en el fondo, nadie en la historia de la humanidad ha
pensado: 'vaya, qué tiempo más calmado me ha tocado vivir'.
Es
verdad que el futuro nunca ha sido tan imprevisible como ahora, que
tenemos que mirar el BOE para saber hasta cuándo podemos salir a la
calle. Pero la incertidumbre ya estaba aquí antes de que llegara el
virus, en Occidente ya existía el temor a que las nuevas generaciones
vivieran peor. Ya se había empezado a perder la fe en el futuro.
¿Qué podemos aprender del pasado, según Beard?
Que
la historia no siempre evoluciona por grandes gestas ni hallazgos, a
veces también evoluciona porque los humanos somos estúpidos y no tomamos
las mejores decisiones para nuestros propios intereses. Eso explica por
qué los robots no pueden predecir nuestro comportamiento.
La historia reciente también ha tenido mucho de incertidumbre.
Sí,
no creo que debamos subestimar a posteriori el grado de incertidumbre
política que vivió la generación de la Transición, que no sabía ni cuál
iba a ser su régimen político, o la que vio caer el Muro de Berlín y el
colapso de la Unión Soviética.
El fundador de Tesla le confesó que no se subiría en un coche
autónomo porque sabe demasiado sobre ellos, ¿hasta dónde debemos ser
tecnoentusiastas?
¿Por qué no quería Steve Jobs que sus hijos
tuvieran un iPad? Porque conocía los límites de esa tecnología y los
efectos que puede tener como arma de distracción masiva. A la tecnología
no hay que tenerle miedo, sino conocer sus límites. Con los algoritmos
pasa lo mismo, las empresas nos los venden como si tuvieran un poder
mayor del que en realidad tienen.
Alexa y Siri saben contar chistes, pero no los pillan. ¿Es el humor el último bastión humano?
Ya
hay tecnología capaz de componer sinfonías, de pintar cuadros como los
de Rembrandt y hasta de escribir poemas, aunque malos. Incluso hay
robots escribiendo noticias de resultados económicos. Pero el humor es
todo lo contrario a la rutina y además es profundamente social. Es muy
difícil que una máquina detecte la ironía porque el humor es la esencia
de lo imprevisible. Si las máquinas con las que hablamos como Siri o
Alexa lo consiguieran serían mucho más seductoras y convincentes. Y
harían mucho mejor su trabajo, que es vendernos cosas.
¿Esta crisis traerá más automatización?
Sin
duda. Pero que los robots no se pongan enfermos es una excelente
noticia si están salvando vidas. Lo que sabemos es que las personas
somos tremendamente superiores en atender a otras personas. El problema
es si eso genera desempleo. No hay que dejar a nadie atrás.
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