Virginia Woolf, pasión en tres cartas a su amante Vita Sackville-West,.
Tres
de las cartas, inéditas en español, que Virginia Woolf envió a su
amante, la escritora Vita Sackville-West durante su relación 'secreta',
que duró dos décadas
- Libros. Cuando ellas escriben cartas de amor
- Virginia y Vita.
DE VIRGINIA A VITA: "ERES UN MILAGRO DE DISCRECIÓN...
Eres un milagro de discreción: una carta dentro de otra. Nunca vi cosa
igual. Te contestaré cuando nos veamos, quiero decir a la invitación.
Oh, querida, Sibyl me ha puesto un dolor de cabeza tremendo. Es un
fastidio no poder escribir, salvo a ti. Estoy tirada en una silla. No
está tan mal: pero te lo cuento para ganarme tu simpatía: para que te
vuelvas protectora: para implorarte que traces algún plan para que cese
el continuo decaimiento que me causa la gente: Sibyl, sir Arthur, Dadie,
añadiéndose los unos a los otros. ¿Por qué te lo cuento a ti? Supongo
que es alguna necesidad psicológica: una de esas cosas íntimas que nos
permitimos por puro instinto en una relación. Soy más bien cobarde para
enfrentarme a esa carga: tú lo harías como una heroína...¿No
te das cuenta, monito West, de que vas a cansarte de mí cualquier día
(soy mucho mayor que tú)? Por eso tengo que tomar algunas precauciones.
Esa es la razón por la que pongo el énfasis en «tomar nota» y no en
sentir. Pero el monito West sabe que ha derribado más murallas que
nadie. ¿Y no hay también en ti algo poco claro? Hay algo en ti que no
vibra. Quizá lo hagas a propósito: no permites que eso fluya. Lo veo con
otra gente y lo veo conmigo: algo reservado, mudo, Dios sabe qué...
También está en tu escritura, por cierto. Eso que yo llamo la
transparencia central a veces te falta. [...]
BERG
BERG
DE VIRGINIA A VITA: "MI MUY QUERIDA CRIATURA..."
Mi muy querida Criatura: Qué carta más bonita me escribiste a la luz de
las estrellas, a medianoche. Deberías escribir siempre a esa hora,
porque tu corazón requiere de la luz de la luna para licuarse. El mío se
fríe a la luz del gas: son las nueve, y tengo que irme a la cama a las
once. Así que no diré nada: ni una palabra sobre el bálsamo para mi
angustia -siempre estoy angustiada- que eres para mí. ¡Cómo he pensado
en ti! ¡Cómo he sentido -ahora- lo que todo esto ha sido! He visto en
algún lugar una pequeña pelota borboteando arriba y abajo en el chorro
de una fuente: la fuente eres tú; la pelota, yo. Solo tú me produces esa
sensación. Es físicamente estimulante, y al mismo tiempo relajante.
[...]
BERG
BERG
DE VIRGINIA A VITA: "ME HAS HECHO MUY FELIZ..."
Acabo de dejar de hablar contigo. Me resulta tan raro... Todo está
tranquilo. Están jugando a los bolos. Acabo de poner flores en tu
habitación. Y tú estás allí sentada con las bombas cayendo a tu
alrededor. Qué puedo decir. Únicamente que te quiero y que tengo que
vivir en medio de esta tarde rara y tranquila pensando en ti sentada
allí sola. Cariño, mándame unas líneas... Me has hecho muy feliz.
TITULO: El escarabajo verde - Nuria Barrios: Hablar con los muertos .
TITULO: Días de cine clásico - Cine El gran dictador , Miercoles -8- Enero ,.
TITULO: El escarabajo verde - Nuria Barrios: Hablar con los muertos .
Nuria Barrios: Hablar con los muertos,.
La
escritora madrileña despliega su entusiasmo por el mito de Orfeo y
Eurídice, que vincula a su próxima novela, 'Todo arde' (que publica el
próximo mes de enero Alfaguara)
En el principio fue la nada. En el principio fue el silencio. En el principio fue el caos. En el principio fue la oscuridad.
La nada. El silencio. El caos. La oscuridad.
¿Y luego?
Luego vinieron las palabras. Quizá antes que ellas se escuchó el Grito, un sonido atronador que contenía todos los sonidos. Y luego aparecieron ellas, las palabras, y la nada se pobló de voces, los nombres ordenaron el caos y sus ecos resonaron en el silencio. Pequeñas luces surgieron en la negrura.
En esa tierra primigenia se sembraron los mitos. Los primeros intentos de explicar lo incomprensible. De enlazar el alfa y el omega. De dotar de sentido a nuestra existencia, tan carente de sentido. De explicar quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos. También por qué existen el odio, el dolor, el amor, el miedo. Por qué la muerte. Por qué la vida.
Imagino a los creadores de aquellas historias asomados al brocal de un pozo. El pasado era leve como la escasa sombra que proyecta nuestro cuerpo bajo el sol del mediodía. El futuro era una vasta oscuridad. Aquellos hombres, aquellas mujeres -sí, fueron pocas, pero también hubo mujeres- escribieron con apremio, por eso sus historias producen tal impacto emocional. Desde la hondura del pozo sus voces se proyectan, nítidas, en la inmensa noche que nos rodea. Nosotros, tan avanzados, tan solos bajo las estrellas indiferentes, escuchamos.
Los mitos hablan con una extraordinaria claridad. Extraordinaria por precisa y por enigmática. Si pudiese tomarse un selfie de la condición humana, de nuestro ser vacilante y orgulloso, ese selfie sería Antígona, sería Orfeo, sería Penélope, sería Odiseo, sería Eurídice, sería el Minotauro, sería Casandra, sería Ícaro... Ahora es siempre, parecen decirnos sus historias. Somos un contenido cuyo contexto puede cambiar. El tiempo donde en realidad habitamos no está sujeto al reloj o al calendario. Aquello que nos intriga, aquello que nos cuestiona, vuelve una y otra vez, independientemente de la época en la que hayamos nacido, de nuestras circunstancias, de los avatares que conforman nuestra ajetreada existencia.
Podemos volver al pasado, podemos hablar con los muertos. Ellos bucearon antes que nosotros en las palabras y las que eligieron conservan la sonoridad, la fuerza, la trascendencia, su capacidad de ir más allá. Los mitos son a veces historias muy pequeñas, pero poseen una inmensa fuerza. Han atravesado siglos, culturas, la revolución industrial, la revolución tecnológica, la revolución digital, la revolución 4.0... Han recorrido el patriarcado, el feminismo, el ecologismo... Nada ha alterado la oscuridad que arrastran. La luz que proyectan.
Ese es el poder de la ficción. El poder de las historias. La ciencia trata de realidades, mientras que la ficción es puro pensamiento mágico, dicen los científicos con desdén. Y, sin embargo, quién no ha sentido al cerrar un libro que regresaba a una realidad menos real que aquella donde la lectura lo había sumergido.
Los mitos, el lugar donde se unen los vivos y los muertos, nos enseñan a leernos a nosotros mismos como ficción y como realidad al mismo tiempo.
"Las grandes obras literarias llevan dentro algo sorprendente, si no impactante, dan pie a una forma de reconocimiento que nunca se habría producido si no hubiésemos leído ese libro en particular. Son transformadoras. Dejan una huella, a veces una herida, que nunca nos abandona", escribe Siri Hutsvedt.
Los mitos actúan como centrales energéticas de nuestro conocimiento. Yo acudo con frecuencia a ellos y en cada ocasión me asombra su infinita versatilidad, su capacidad para sugerir, su hondura. El mito de Orfeo y Eurídice sobrevuela las páginas de mi última novela, Todo arde, y, sin embargo, la historia que cuento transcurre en el siglo XXI, en un poblado chabolista de venta de droga, y sus protagonistas no son amantes.
Todo arde cuenta la historia de dos hermanos. El pequeño se llama Lolo y tiene 16 años. Su hermana mayor, Lena, está enganchada al crack y a la heroína y lleva un año fuera de casa. Lolo viaja al poblado chabolista donde ella compra la droga y donde parece que vive. La historia del chico que acude en busca de su hermana yonqui para devolverla al mundo de los vivos es paralela a la del griego Orfeo, que baja al inframundo para arrancar a Eurídice, su joven esposa, de las garras de Hades. En Todo arde el poblado refleja ese mundo bañado por la oscuridad y el fatalismo del mito originario. La noche, el ámbito de las tareas de un solo aliento, es el espacio y el tiempo de la historia. Aunque la novela posee el suspense y la tensión de un thriller, hay muchas resonancias clásicas: el carpe diem de Lena, las kundas, que transportan a los drogadictos al poblado como las barcas que cruzan la laguna Estigia, el ciego a quien consulta Lolo como a un Tiresias gitano...
Los mitos, con su rica carga simbólica, con su enigmático mensaje, albergan todas nuestras historias. Mientras escribía Todo arde, leí la Odisea, leí Infierno, la primera parte de la Divina Comedia, leí las Metamorfosis de Ovidio... Escuché mucha música: Orphée et Eurydice, de Gluck; Orfeo Chamán, de Christina Pluhar; Orphée, de Johannes Johannsson; Orfeu negro, de Antonio Carlos Jobim y Luiz Bonfá... Cada versión de la historia -literaria, musical, cinematográfica- revelaba en el mito matices insospechados. Eso hace mi novela: proyectar una luz nueva sobre la historia.
Es como tener brasas en las manos y soplar para alumbrar una hoguera. Cada hoguera es distinta, pero en esos rescoldos ardemos nosotros. Esos rescoldos somos nosotros.
La nada. El silencio. El caos. La oscuridad.
¿Y luego?
Luego vinieron las palabras. Quizá antes que ellas se escuchó el Grito, un sonido atronador que contenía todos los sonidos. Y luego aparecieron ellas, las palabras, y la nada se pobló de voces, los nombres ordenaron el caos y sus ecos resonaron en el silencio. Pequeñas luces surgieron en la negrura.
En esa tierra primigenia se sembraron los mitos. Los primeros intentos de explicar lo incomprensible. De enlazar el alfa y el omega. De dotar de sentido a nuestra existencia, tan carente de sentido. De explicar quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos. También por qué existen el odio, el dolor, el amor, el miedo. Por qué la muerte. Por qué la vida.
Imagino a los creadores de aquellas historias asomados al brocal de un pozo. El pasado era leve como la escasa sombra que proyecta nuestro cuerpo bajo el sol del mediodía. El futuro era una vasta oscuridad. Aquellos hombres, aquellas mujeres -sí, fueron pocas, pero también hubo mujeres- escribieron con apremio, por eso sus historias producen tal impacto emocional. Desde la hondura del pozo sus voces se proyectan, nítidas, en la inmensa noche que nos rodea. Nosotros, tan avanzados, tan solos bajo las estrellas indiferentes, escuchamos.
Los mitos hablan con una extraordinaria claridad. Extraordinaria por precisa y por enigmática. Si pudiese tomarse un selfie de la condición humana, de nuestro ser vacilante y orgulloso, ese selfie sería Antígona, sería Orfeo, sería Penélope, sería Odiseo, sería Eurídice, sería el Minotauro, sería Casandra, sería Ícaro... Ahora es siempre, parecen decirnos sus historias. Somos un contenido cuyo contexto puede cambiar. El tiempo donde en realidad habitamos no está sujeto al reloj o al calendario. Aquello que nos intriga, aquello que nos cuestiona, vuelve una y otra vez, independientemente de la época en la que hayamos nacido, de nuestras circunstancias, de los avatares que conforman nuestra ajetreada existencia.
Podemos volver al pasado, podemos hablar con los muertos. Ellos bucearon antes que nosotros en las palabras y las que eligieron conservan la sonoridad, la fuerza, la trascendencia, su capacidad de ir más allá. Los mitos son a veces historias muy pequeñas, pero poseen una inmensa fuerza. Han atravesado siglos, culturas, la revolución industrial, la revolución tecnológica, la revolución digital, la revolución 4.0... Han recorrido el patriarcado, el feminismo, el ecologismo... Nada ha alterado la oscuridad que arrastran. La luz que proyectan.
Ese es el poder de la ficción. El poder de las historias. La ciencia trata de realidades, mientras que la ficción es puro pensamiento mágico, dicen los científicos con desdén. Y, sin embargo, quién no ha sentido al cerrar un libro que regresaba a una realidad menos real que aquella donde la lectura lo había sumergido.
Los mitos, el lugar donde se unen los vivos y los muertos, nos enseñan a leernos a nosotros mismos como ficción y como realidad al mismo tiempo.
"Las grandes obras literarias llevan dentro algo sorprendente, si no impactante, dan pie a una forma de reconocimiento que nunca se habría producido si no hubiésemos leído ese libro en particular. Son transformadoras. Dejan una huella, a veces una herida, que nunca nos abandona", escribe Siri Hutsvedt.
Los mitos actúan como centrales energéticas de nuestro conocimiento. Yo acudo con frecuencia a ellos y en cada ocasión me asombra su infinita versatilidad, su capacidad para sugerir, su hondura. El mito de Orfeo y Eurídice sobrevuela las páginas de mi última novela, Todo arde, y, sin embargo, la historia que cuento transcurre en el siglo XXI, en un poblado chabolista de venta de droga, y sus protagonistas no son amantes.
Todo arde cuenta la historia de dos hermanos. El pequeño se llama Lolo y tiene 16 años. Su hermana mayor, Lena, está enganchada al crack y a la heroína y lleva un año fuera de casa. Lolo viaja al poblado chabolista donde ella compra la droga y donde parece que vive. La historia del chico que acude en busca de su hermana yonqui para devolverla al mundo de los vivos es paralela a la del griego Orfeo, que baja al inframundo para arrancar a Eurídice, su joven esposa, de las garras de Hades. En Todo arde el poblado refleja ese mundo bañado por la oscuridad y el fatalismo del mito originario. La noche, el ámbito de las tareas de un solo aliento, es el espacio y el tiempo de la historia. Aunque la novela posee el suspense y la tensión de un thriller, hay muchas resonancias clásicas: el carpe diem de Lena, las kundas, que transportan a los drogadictos al poblado como las barcas que cruzan la laguna Estigia, el ciego a quien consulta Lolo como a un Tiresias gitano...
Los mitos, con su rica carga simbólica, con su enigmático mensaje, albergan todas nuestras historias. Mientras escribía Todo arde, leí la Odisea, leí Infierno, la primera parte de la Divina Comedia, leí las Metamorfosis de Ovidio... Escuché mucha música: Orphée et Eurydice, de Gluck; Orfeo Chamán, de Christina Pluhar; Orphée, de Johannes Johannsson; Orfeu negro, de Antonio Carlos Jobim y Luiz Bonfá... Cada versión de la historia -literaria, musical, cinematográfica- revelaba en el mito matices insospechados. Eso hace mi novela: proyectar una luz nueva sobre la historia.
Es como tener brasas en las manos y soplar para alumbrar una hoguera. Cada hoguera es distinta, pero en esos rescoldos ardemos nosotros. Esos rescoldos somos nosotros.
TITULO: Días de cine clásico - Cine El gran dictador , Miercoles -8- Enero ,.
Este miércoles -8- Enero a las 22:00 en La 2 de TVE, foto,.
- Reparto
- Charles Chaplin, Paulette Goddard, Jack Oakie, Reginald Gardiner, Henry Daniell, Carter De Haven, Grace Hayle, Maurice Moscovitch, Billy Gilbert,.
- Un humilde barbero judío que combatió con el ejército de Tomania en la Primera Guerra Mundial vuelve a su casa años después del fin del conflicto. Amnésico a causa de un accidente de avión, no recuerda prácticamente nada de su vida pasada, y no conoce la situación política actual del país: Adenoid Hynkel, un dictador fascista y racista, ha llegado al poder y ha iniciado la persecución del pueblo judío, a quien considera responsable de la situación de crisis que vive el país. Paralelamente, Hynkel y sus colaboradores han empezado a preparar una ofensiva militar destinada a la conquista de todo el mundo.
- TITULO: Un país para escucharlo - Córdoba ,.
Un país para escucharlo,.
- Martes -7- Enero a las 23:00 horas en La 2, foto.
-
Un país para escucharlo' regresa a La 2 con la emisión del programa grabado en Córdoba,.
De la mano de Vega, Ariel Rot conocerá a María José Llego, Lin Cortés, India Martínez, Paco Montalvo, Fuel Fandango y Medina Azahara,.
‘Un país para escucharlo’, el programa presentado por Ariel Rot regresa a La 2 con el año nuevo y lo hace con nuevas entregas de esta road movie sonora que tuvo una gran acogida en su primera temporada, según informa en un comunicado RTVE. El 7 de enero, los protagonistas del programa serán Córdoba, Jaén y sus músicos.
María José Llergo y Lin Cortés protagonizarán una de las piezas más especiales en Córdoba, ciudad donde, de la mano de Vega, el programa asistirá al encuentro entre India Martínez y Paco Montalvo, además de Fuel Fandango y Medina Azahara. En Jaén, junto a la líder de Amparanoia, Ariel conocerá algunos de los rincones más bellos de Úbeda y, con ellos, a Curro Savoy y Guadalupe Plata. En Baeza, se encontrarán con Carmen Linares y María Guadaña.
Medina Azahara fue escenario en octubre de la grabación del programa, en la parte dedicada a la formación cordobesa que lleva el nombre de la ciudad palatina denominada por la Unesco con el título de Patrimonio de la Humanidad.
El programa acaba de ser nominado para los 32º premios Asecan del Cine Andaluz, en la categoría ‘Otros formatos’. El 18 de enero, el Teatro Lope de Vega de Sevilla será el escenario en el que se desvelen los ganadores de esta edición, que se organiza en colaboración con la Fundación SGAE.
Cada capítulo, según informa la cadena pública, contará como viene siendo habitual con un guía muy especial, que introducirá a Ariel a las músicas de la zona y le invitará a sumarse a ellas en lugares que marcan el carácter de la zona. Los espectadores escucharán en sonido directo algunas de las canciones que ya forman parte de la cultura y memoria sentimental colectivas, pero también los sonidos más inquietos y rompedores del presente e incluso del futuro.
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