BLOC CULTURAL,

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martes, 7 de enero de 2020

DESAYUNO CENA FIN SABADO - De ‘Roma’ a ‘Santiago,. / Viaje con nosotros - El huevo de colon telecinco - Clint Eastwood ,. / POLICÍAS EN ACCIÓN - El juez acuerda prorrogar el secreto de actuaciones sobre los contratos del BBVA con Villarejo,. / 3 RAZONES CON - Paolo Sorrentino: "La Iglesia ha sabido usar la belleza con fines políticos",.

TITULO: DESAYUNO CENA FIN SABADO - De ‘Roma’ a ‘Santiago  ,.

 DESAYUNO CENA FIN SABADO -  De ‘Roma’ a ‘Santiago ,.   , fotos,.

 

De ‘Roma’ a ‘Santiago’: cuando trabajar sin descanso para los demás se convierte en una obra de arte,.

La última cinta de Alfonso Cuarón tiene mucho en común con el ensayo con el que Moreira Salles homenajeó al jefe del servicio de la casa de sus padres,.


Yalitza Aparicio interpreta a Cleo en ‘Roma’, una cinta de Alfonso Cuarón sobre cómo estaba el servicio en el DF de su infancia.
Yalitza Aparicio interpreta a Cleo en ‘Roma’, una cinta de Alfonso Cuarón sobre cómo estaba el servicio en el DF de su infancia.
Resultat d'imatges de cafe con galletas de trigoSantiago Badariotti Merlo tenía 80 años cuando uno de los hijos de la casa donde había servido durante tres décadas llamó a la puerta de su pequeño apartamento del barrio de Leblon, en Río de Janeiro. Era mayo de 1992 y João Moreira Salles, economista dispuesto a darle un giro a su vida para dedicarla al cine documental, quería filmar al jefe del servicio de la casa de sus padres, un tipo que le fascinaba por lo que representaba: los secretos de su infancia.
Resultat d'imatges de sandwichCulto, políglota y exquisito, Santiago, argentino de origen italiano, aprovechaba las infrecuentes noches en solitario para ponerse el frac y tocar el piano del salón. Tenía habilidades curiosas: era un virtuoso con las castañuelas. La música no era su única afición, durante años Santiago investigó y transcribió en bibliotecas públicas y privadas la historia universal de la aristocracia. Alcanzó a copiar 30.000 hojas. Adoraba a Francesca de Rimini. ¡Y a Fred Astaire! Según la madre y patrona, nadie organizaba la mesa ni hacía unos centros de flores como Santiago. Banqueros, diplomáticos, estrellas de cine, la casa de la Gávea era un pequeño paraíso gracias a los saberes de aquel hombre que mimaba su trabajo por encima de cualquier cosa.
Las dos cintas afrontan como pueden el asunto que amenaza su credibilidad: la infranqueable brecha de clase
Santiago no se estrenó hasta 15 años después de su rodaje. Cuando Moreira Salles se enfrentó a la sala de montaje descubrió que algo fallaba. Durante las largas horas de filmación, el ejemplar mayordomo jamás dejó de ser lo que había sido siempre: un disciplinado sirviente. La película, reconvertida en un ensayo que trascendía el complaciente retrato del personaje, circuló con éxito por festivales más o menos marginales. En España, el Reina Sofía la incluyó en su exposición Ficciones y territorios. Arte para pensar la nueva razón del mundo. Santiago murió a los dos años del rodaje. Nombró como heredero de sus cosas al pequeño Joãozihno. El viejo mayordomo jamás llegó a verse en la pantalla.
Cuando vi Roma, la película de Alfonso Cuarón sobre la mujer indígena que cuidó de él y de sus hermanos cuando sintieron la punzada de la orfandad, no pude evitar volver a Santiago. También pensé en E.T. (otro extraterrestre al rescate de unos niños abandonados por su padre), en Mary Poppins, en Lo que queda del día o en el Jeeves de Wodehouse. Hay una larga nómina de empleados del hogar, pero ninguno como Santiago Badariotti.
Opuestas en lo principal –Roma (que acaba de llevarse dos Globos de Oro y obtuvo el León de oro en el festival de Venecia) pone al servicio de lo íntimo el inmenso espectáculo del cine mientras Santiago se aferra a lo mínimo, donde un equipo de apenas media docena de personas se enfrentan al enigma de un solo personaje–, coinciden sin embargo en el blanco y negro (el color de la memoria, dicen); en el protagonismo omnipresente de la casa familiar (la autobiografía) y, en definitiva, en la mistificación de la infancia a través de un satélite de la propia familia.
Las dos películas afrontan como pueden el asunto que amenaza su credibilidad: la infranqueable brecha de clase que separa al narrador de su protagonista. Si Moreira Salles, perteneciente a una de las familias más ricas de Brasil, convierte esa diferencia y su complejo de culpa en la médula de su película-ensayo, Cuarón hace los equilibrios propios de la ambigua clase media. Por mucho que se quiera ver lo contrario, Cleo, personaje inspirado en la mujer real que crio a Cuarón, no hace otra cosa durante las más de dos horas que dura Roma que lo mismo que hizo Santiago durante su vida: trabajar sin descanso para los demás, convertida en mula de carga —y, sí, también en ángel de la guarda— de una familia que, como todas, está a la deriva a su manera.


TITULO: Viaje con nosotros - El huevo de colon telecinco - Clint Eastwood,.



Viaje con nosotros,.

Javier Gurruchaga lo presenta - Comenzó a emitirse el 26 de enero de 1988. Tenía una periodicidad semanal (martes) y se emitió hasta el 31 de diciembre de ese mismo año. Ese día se emitió el programa titulado "La última cena", espacio promovido por Pilar Miró, por aquel entonces directora general de RTVE, en el que también participó Elton John y que no estuvo exento de polémica. Entre los personajes famosos que "viajaron" con Javier Gurruchaga estuvieron: Luis Antonio de Villena, Iñaki Perurena, Pedro Almodóvar, Chumy Chúmez, José Luis Coll, Ana Obregón, José Luis Garci, Inés Sastre, Joaquín Sabina y Sara Montiel. Gurruchaga ejercía de coguionista junto al colectivo Lo que yo te diga.


El huevo de Colón,.

Javier Gurruchaga lo presenta - Fue estrenado en Telecinco el 4 de julio de 1992, y se emitía los sábados a las diez de la noche. Era un programa de variedades que incluía actuaciones musicales, una sección de cámara oculta y varios juegos de habilidad en antena.
 
 
 Clint Eastwood,.

¿De verdad ‘Centauros del desierto’ es una ofensa moral para las mujeres?,.

Desde el ‘metoo’ la crítica de género ha tomado un impulso revisionista necesario que, sin embargo, a veces yerra en el tiro,.


Clint Eastwood, en una escena de ‘Mula’, película en la que él planta lirios y transporta cosas que otros cultivan.
foto / Clint Eastwood, en una escena de ‘Mula’, película en la que él planta lirios y transporta cosas que otros cultivan.
No recuerdo qué edad exacta tenía cuando vi por primera vez Lo que el viento se llevó con mi padre. Sí recuerdo que a la salida del cine discutimos. Yo, con el alma en un puño, exclamé: “¡Quiero ser Escarlata!”. Escandalizado, mi padre vociferó: “¿Tú Escarlata? ¡Eso nunca! ¡Es una fascista!”. Adorábamos la película, pero por razones distintas. Donde yo veía la historia de una mujer a la que quería parecerme a toda costa, él encontraba a una manipuladora y caprichosa princesa del sur esclavista a la que, por cierto, le daban su merecido al final de la película.
He recordado la anécdota a propósito del último estreno de Clint Eastwood, Mula, y de cierta crítica ideológica y de género que suele cebarse con el cineasta de 88 años, declarado votante de Trump. ¿Que Eastwood sea un hombre abiertamente conservador significa que su cine lo sea? La historia de Mula, como tantas suyas, transita por las grietas de la América profunda (su hábitat natural y quizá su mayor obsesión), pero lo hace desde la mirada escurridiza de un solitario, un individualista acérrimo que se presta poco a simplificaciones.
"Lo de cine 'machirulo' lo escuché por desgracia un par de veces"
El personaje de Clint Eastwood en Mula es un horticultor especialista en lirios y víctima de la crisis económica. Con su particular humor y su característico gesto, tan altivo como arrastrado, Eastwood interpreta a un viejo egoísta, un veterano de guerra cargado de prejuicios contra el mundo actual: de los móviles y sus algoritmos a los inmigrantes, las moteras lesbianas o los afroamericanos que ya no toleran palabras malsonantes. Un anciano suicida que al principio cruza el Medio Oeste con un obsoleto Ford y después en un fabuloso Lincoln, siempre cargados de droga, retando las leyes, todas, incluidas las de la familia, para fundirse en el paisaje inmenso de un país sumido en la decadencia, moral y económica.
Seguramente es la misma película de siempre (la hija perdida, como en Million dollar baby, la orfandad, como en Un mundo perfecto, o la desconfianza hacia los extraños, como en Gran Torino), pero esta vez con un metafórico destino cerrado. Un sutil naufragio, personal y colectivo, en el que el viejo cineasta de California no siente ningún orgullo de sí mismo y solo reivindica la belleza de un instante: las preciosas canciones que escucha en el camino dentro de su coche o las inútiles flores de un día. Ese es su credo y su testamento. Como dice el personaje, esas flores “son únicas, viven un día y se marchitan, y solo por eso merecen todo nuestro tiempo y esfuerzo”.
Quizá porque la película se estrenó el mismo fin de semana del 8 de marzo resultó inevitable escuchar algunos comentarios desdeñosos contra el cineasta y su gusto a retratarse como un lobo solitario. Lo de cine machirulo lo escuché por desgracia un par de veces. Desde la explosión del #metoo la crítica de género ha tomado un impulso revisionista necesario pero que a veces creo que yerra en el tiro. ¿De verdad que películas como El hombre tranquilo, Centauros del desierto, ambas de John Ford, o Blow-up, de Michelangelo Antonioni, son una ofensa moral para las mujeres como sugieren algunas lecturas recientes hechas desde el nuevo feminismo?
Recuerdo que cuando un amigo profesor que vive en Nueva York me comentó la enorme incomodidad que detectó al proyectar a sus alumnos El hombre tranquilo sentí que se abría una brecha insalvable entre un público nuevo y otro que ha crecido con unos arquetipos que quizá se perderán para siempre. Y, sí, Escarlata es un poco insoportable. Pero mañana será otro día.
 
 

 TITULO:   POLICÍAS EN ACCIÓN - El juez acuerda prorrogar el secreto de actuaciones sobre los contratos del BBVA con Villarejo,.

 

El juez acuerda prorrogar el secreto de actuaciones sobre los contratos del BBVA con Villarejo,.


foto / El comisario José Manuel Villarejo ,.
El titular del Juzgado Central de Instrucción número 6 de la Audiencia Nacional, Manuel García Castellón, ha acordado a instancias de Fiscalía Anticorrupción prorrogar al menos un mes más el secreto de actuaciones que pesa sobre la investigación de los contratos del BBVA con el comisario jubilado y en prisión provisional José Manuel Villarejo que se sigue en la llamada "causa Tándem", según informan a Europa Press en fuentes jurídicos.
El secreto de actuaciones se prorroga por un mes, si bien el juez puede levantarlo antes si así lo considera oportuno o volver a renovarlo el próximo 4 de febrero. Anticorrupción había solicitado mantener el silencio para practicar al menos una diligencia más a puerta cerrada: llamar a los auditores de Price Waterhouse Cooper que recopilaron información interna del banco que sus abogados han aportado a la causa para esclarecer el origen y la validez de la misma.
En ese material, fundamentalmente correos electrónicos, se encontrarían evidencias de que distintos miembros del BBVA conocían de los contratos con la empresa de Villarejo, Cenyt, e incluso recibieron instrucciones sobre el modo de proceder para ejecutar los pagos, según las fuentes consultadas.
Esta pieza separada de la macrocausa Tándem, la número 9, se abrió el 4 de diciembre del año 2018 para investigar contratos entre el BBVA y la empresa de Villarejo que se habrían prolongado durante 13 años con una facturación de entorno a 10 millones de enero.
Desde entonces, más de una docena de investigados han pasado por la Audiencia Nacional y a excepción del propio banco, imputado en calidad de persona jurídica; su ex presidente Francisco González y el ex ejecutivo Antonio Béjar, todos han optado por acogerse a su derecho a no declarar al no tener acceso a las actuaciones por su condición de secretas.
Cabe recordar que a finales de enero está señalado en la Audiencia Nacional el juicio contra Ausbanc y su presidente, Luis Pineda, por extorsión entre otros al BBVA, cuando en Tándem también se investiga si aquel procedimiento se desencadenó por una denuncia anónima interpuesta por Villarejo como 'encargo' de la propia entidad financiera o alguno de sus ejecutivos.

 

TITULO: 3 RAZONES CON - Paolo Sorrentino: "La Iglesia ha sabido usar la belleza con fines políticos",.


Paolo Sorrentino: "La Iglesia ha sabido usar la belleza con fines políticos",.


foto / El director de 'La gran belleza' continúa en 'The new pope' con su particular deconstrucción del espíritu, el poder y la carne. La serie, segunda entrega de 'El joven papa', imagina ahora la posibilidad de dos pontífices. Todo real, todo fabulación,.

Paolo Sorretino es napolitano por vocación. Y devoción. Con todo lo que eso conlleva de santo, de pagano, de teatral, de barroco, de sublime y de completamente ridículo. Amante a la vez y durante todo lo que dura la entrevista del fútbol, del tabaco y del café, el director se confiesa «maradoniano» antes incluso que cineasta. Es sólo fe; una fe ciega que se alimenta de todas y cada de las contradicciones de la carne. Y del espíritu. Amén. Ahora (el 10 de enero) estrena la serie The new pope, que es como ha llamado a la continuación producida por Mediapro Studio de El joven papa. Si ésta se detenía en las dudas de un pontífice (Jude Law) que ha desterrado de sí cualquier amago de duda, la de ahora invita a pensar en el sentido y fragilidad no sólo de una institución como la Iglesia, sino de la misma vida. El papa interpretado por Law cae en coma, despierta y al abrir los ojos repara en que otro (John Malkovich) ha tomado su sitio. Dos papas en lugar de uno solo. Suena tremendo, pero, ya se ha dicho, el que habla es napolitano. Excesivo por tanto.
Dos papas en una misma película, tras la de Fernando Meirelles 'Los dos papas', empieza a ser tendencia...
El mérito de tanta película papal es de la propia Iglesia. De repente, una institución tan rígida e inamovible empieza a cambiar a un ritmo nunca visto. Un papa que dimite, tal y como ha hecho Benedicto, no cabía ni en la más anticlerical de las imaginaciones. Y luego está la propia personalidad del papa actual que resulta del todo chocante. Hace unos días se presentó ante los suyos y dijo: «Perdonad el retraso, pero me he quedado encerrado en un ascensor». No es tanto lo que dice sino cómo lo dice. No olvidemos que el papa es el representante de Dios en la Tierra. Uno no se imagina a un semidios, por así decirlo, dentro de un ascensor.
Por otro lado, pienso en los casos de pederastia, pocas veces en la historia moderna la Iglesia se ha visto tan en el centro del debate.
Los escándalos sexuales están ahí y han sido reconocidos. Y por eso quizá todos los cambios. El verse acorralada la obliga a salir al descubierto, a afrontar la cuestión de manera clara. Antes la Iglesia parecía blindada por su propia naturaleza de institución fuera del tráfico del mundo.
Me pregunto si esta forma de abrirse al mundo no es el modo más directo de acabar consigo misma. Quiero decir, si a la Iglesia se la despoja del misterio, de lo sagrado... ¿qué queda?
Ésa es una reflexión que me ha tenido muy ocupado. Y tengo la impresión de que no hay respuesta. Estoy de acuerdo en que una Iglesia que da la espalda a la sociedad, pierde su razón de ser. Pero una Iglesia que imita a la sociedad civil me interesa poco. Siendo una imitación, prefiero el original.
Después de tanto contacto papal, ¿se imagina usted mismo de papa?
Con dificultad (se ríe). Si fuera papa, la verdad, no sabría qué hacer. ¿Qué haces en un mundo como éste?
Una pregunta más radical sería por la propia necesidad o utilidad o, mejor, sentido de la Iglesia y de la propia la religión...
En mi opinión, la fuerza de la religión, sea la católica o la islámica o la que sea, es que son narraciones. No son más que cuentos. Y pocas veces en la historia ha habido tanta hambre de ficción como en este momento tan confuso. Basta mirar alrededor. ¿Cuántas series nuevas de televisión puede haber cada semana? La gente está sedienta de un relato o, simplemente, de creer en un gran cuento. Más que creer en Dios o no, la religión se sustenta sobre la necesidad de la fabulación.
En la discusión entre el papa Benedicto y el filósofo racionalista y marxista Jürgen Habermas, el segundo le concedía al primero la función de la ilusión, de la emotividad, que tiene la religión de la que carece el pensamiento racional...
Estoy completamente de acuerdo. Y sería una buena enseñanza para el pensamiento de izquierdas recuperar esa función mitológica o narrativa que es el motor mismo de la religión. Si llevamos el mismo razonamiento al arte, creo que la obsesión de la izquierda por la realidad -ese desprecio que siempre ha sentido por la imaginación o la fantasía- ha acabado por hacer un flaco favor al cine, por ejemplo.
¿Qué hace distinta a la religión católica en este sentido?
Responde un napolitano, cuidado. No me atrevo a hacer una análisis comparativo. Me faltan elementos de juicio. Pero lo que tengo claro es que la religión católica es muy cinematográfica en el sentido más clásico. Moriremos, nos perdonarán y nos salvaremos. Es el mejor resumen de una película de Frank Capra. Su función es claramente consoladora.
Además está el componente teatral...
Sin duda. El rito es en sí mismo un cuento y una narración, una manera de interpretar el mundo. Por otro lado, y volviendo a lo que hace distinta a la Iglesia, no hay que olvidar lo inteligente y generosa que es. Cuando propuse hacer la película, lo primero que pensé es que se opondrían. Y no, su regla es siempre dejar hacer. Nos tratan a los demás como a los niños. «Queréis jugar, pues jugad. No pasa nada», nos dicen. Son muy conscientes de que tendrán más problemas si se niegan.
La primera pregunta cuando presentó la primera temporada era siempre: ¿qué reacción imagina en la Iglesia? ¿Cómo ha sido esa reacción tan temida?
Les ha dado absolutamente igual. La reacción es que no han reaccionado (se ríe). Y ahora creo que con la nueva temporada harán exactamente lo mismo. Recuerdo, eso sí, un larguísimo artículo de un teólogo cercano a Bergoglio que analizó la serie, pero sin hacer sangre. Nos acusaba de ingenuidad, de que la Iglesia no es exactamente así... pero agradecía que nos ocupáramos de la Iglesia con tanta atención.
¿Cree que la Iglesia necesita una crítica?
No sé si la necesita, pero nunca ha sido mi intención. Tengo la impresión de que ahora mismo hay muchos prejuicios alrededor de la Iglesia. Y mi idea era justo la contraria: olvidarme completamente de los prejuicios. Luego, a un lado las respuestas oficiales, con todos los curas con los que he hablado a nivel personal todos me han reconocido que se han divertido mucho. La Iglesia es mucho más irónica de lo que parece.
¿Cómo ha cambiado la serie su idea de la religión y de la Iglesia? Quiero decir, ahora que lo sabe todo, ¿hay motivos para creer en ella?
He aprendido a respetarla más. De joven, era anticlerical. Pero es un odio, por así decirlo, que nace de la absoluta incomprensión. Cuando la estudias, te das cuenta de que la Iglesia aún conserva en su seno la idea del hombre intelectual que dedica su tiempo a pensar el mundo. Y eso cada vez es más raro. Su idea de vivir despacio, me seduce. E incluso me parece revolucionaria en estos tiempos donde todo se vive al instante. Cuando me acusan de hacer cine lento, lo tengo claro: sois vosotros los que vais demasiado deprisa. El problema es del mundo.
Deternerse para hablar de belleza sin más, ¿es un gesto político?
Sin duda. Y la Iglesia, como ninguna otra institución, ha sabido usar la belleza con fines políticos. La belleza está ahí para seducir a los fieles. La belleza es poder. Y me resulta extraño que los políticos actuales no roben a la Iglesia determinados gestos.
Toca ahora hablar de Salvini y del auge de la extrema derecha...
Creo que todos estos personajes son el resultado de algo que hemos perdido. Hablo de Italia, no conozco lo que pasa en otros lados y menos en España. Antes los políticos estudiaban para llegar a ser políticos. La política era antes que nada un oficio. En la Iglesia se estudia teología, los dentistas estudian medicina... Por lo demás, la Iglesia es muy consciente de la importancia de respetar las formas. La forma es muy importante. Uno de los problemas de los políticos ahora es que hablan y se comportan como si estuvieran en un bar.
Y por último, ¿no es una renuncia que un director de cine haga televisión?
Al revés. Tengo la impresión de que en la televisión he recuperado la libertad que antes tenía el cine. No en balde, este oficio no tiene sentido sin libertad. La libertad es siempre la condición imprescindible de una narración bella. Se han roto barreras increíbles en los últimos años.
Pero, no cree que es excesivo tanta serie?
Sí y no doy crédito. Yo siempre me pregunto dónde están todos esos que se ven todas las series. ¿Existen realmente? Creo que ahora mismo la preocupación es que todo el mundo encuentre algo que ver, no que todo el mundo vea todo. Y eso es bueno. Puedes hacer lo que quieras porque no existe la urgencia de dar con el público en el primer fin de semana.
La cámara de Javier Cámara,.
Javier Cámara en The new pop.
«Fotos robadas de personas queridas», reza (nunca mejor dicho) en el librito que recoge la labor de fotógrafo del actor Javier Cámara. «Echo de menos», dice, «ese momento de la historia del cine en el que los actores salían naturales y bellos en las fotos; un tiempo en el que los 'paparazzi' eran cómplices que no enemigos». Y, en efecto, de eso se trata: de recuperar la naturalidad de la belleza, de redimir a la imagen siempre acosada en un mundo, éste, obsceno por transparente. El resultado es una colección de instantáneas que miran (y nos miran) sorprendidas. Y lo hacen desde la posición de privilegio de todo un purpurado. No en balde, Cámara es el cardenal Gutiérrez, un 'robaplanos', un 'robafotos'.
Cuenta que todo empezó como un entretenimiento, pero un entretenimiento responsable. «De alguna forma, sentía que podía y tenía que aprovechar mi lugar de privilegio dentro de un set de rodaje. Un actor, lógicamente, está donde no puede estar un fotógrafo», dice. Primero fueron las imágenes de La reina de España, la película de Fernando Trueba rodada en un escenario que representaba a su vez el escenario de una película. Y de época. Era, en efecto, cine dentro de cine de la misma manera que su trabajo con una cámara entre las manos se podría describir como fotografía en el límite mismo de la fotografía, allí donde lo que no es natural, real y, por eso, bello, simplemente no es. En The new pope repite el empeño. Y el resultado se antoja una continuación natural de la propia película. Cámara es también y a su manera un poco Sorrentino.

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