TITULO: Atención obras - Cine - Jorge Volpi ,. Viernes - 13 - Diciembre ,.
Viernes - 13 - Diciembre ,. a las 20:00 horas en La 2, foto,.
Jorge Volpi ,.
La mítica enciclopedia de Tlön imaginada por Borges salta de la ficción a la realidad
Jorge Volpi coordina una edición del tomo que concibió el escritor argentino para conmemorar los 25 años de Páginas de Espuma,.
En uno de sus cuentos, el escritor Jorge Luis Borges habló del 'onceno' tomo de la 'Primera Enciclopedia de Tlön', un raro volumen que ahora da el salto de la ficción a la realidad gracias al buen hacer del mexicano Jorge Volpi, que ha encargado a una veintena de autores que no superan los cuarenta años la tarea de recrear ese tomo soñado por el cuentista y poeta argentino. La aventura de reproducir ese libro apócrifo, salido de la mente fantasiosa de Borges y Bioy Casares, nace para conmemorar los 25 años de la editorial Páginas de Espuma, que apadrina un proyecto que supone una incursión de la literatura en la vida. A cada autor, uno por cada país de habla española, se le ha encomendado escribir una entrada del tomo, sin más restricciones que las impuestas por su creatividad.
La historia que narra Borges en el relato 'Tlön, Uqbar, Orbis Tertius' data del siglo XVII, y remite a una sociedad secreta integrada, entre otros, por el filósofo británico George Berkeley. Él y su equipo apostaron por alumbrar un planeta, un territorio y un mundo con su propia enciclopedia. «Una enciclopedia jamás va a reunir toda la realidad, sino que va a seleccionar unas cosas y a dejar fuera otras. Con lo cual hicimos un libro sin saber cuál iba a ser su contenido», dice Paul Viejo uno de los artífices de este tomo, que trata de replicar el que se dice que tuvo Borges en sus manos, una reproducción fiel, con sus manchas de humedad, papel avejentado y tipografía antigua.
Entre los autores figuran la argentina Marina Closs, el puertorriqueño Carlos Fonseca, el boliviano Gabriel Mamani Magne, la colombiana Lorena Salazar Masso, la cubana Daneirys Machado, la chilena Paulina Flores, la ecuatoriana Natalia García Freire, la nicaragüense Fátima Villalta, la mexicana Andrea Chapela, la peruana Miluska Benavides y el uruguayo Gonzalo Baz.
Nómina
Completan la nómina de redactores 'tlonistas' Alejandra Marín (Costa Rica), Michelle Recinos (El Salvador), Irene Reyes-Noguerol (España), Rodrigo Fuentes (Guatemala), Luis Lezama (Honduras), Nicolle Alzamora (Panamá), María Pía Escobar (Paraguay), Scarlet Sánchez (República Dominicana) y Leonardo Mendoza Rivero (Venezuela).
Los hacedores de este artefacto borgiano no sabían cómo era físicamente el libro, tan solo lo intuían, como hacen los buenos cuentos. Pero atendiendo a los gustos de Borges, sabían que necesariamente el tomo debía tener algunas de las características de la Biblioteca Británica, una obras cuyos lomos dorados imaginaba el autor de 'El Aleph' enla «inmóvil penumbra de la ceguera». Las indicaciones que se impartieron a los redactores de la enciclopedia fueron parcas: solo debían escribir un texto que pudiera ser una entrada entre la H y J. «Al escoger a los autores, sabíamos de su carrera como cuentistas y, por lo tanto, que tenían que ser herederos de Tlön, expertos en ese mundo aun sin saberlo», aduce Jorge Volpi.
Los escritores de la antología están llamados a participar en el canon del cuento de los próximos 25 años. Para dar con ellos, se ha buscado a nombres emergentes del relato breve, unos conocidos y otros menos. No es la primera vez que Páginas de Espuma rastrea el panorama literario para hallar nuevas voces. Ya lo hizo cuando reunió los cuentos de Edgar Allan Poe, traducidos por Julio Cortázar y con prólogo de Mario Vargas Llosa y Carlos Fuentes. En aquella ocasión, cada pieza de las 67 que se publicaron iba glosada por un autor menor de 40 años, entre los que entonces sobresalían unos jovencísimos Guadalupe Nettel o Alejandro Zambra.
«Nuevamente buscamos la complicidad generacional de un autor indiscutiblemente forjador del canon del cuento, como lo fue Borges o Poe en su día. Estamos ante un diálogo entre generaciones, orillas y latitudes. Esta es una magnífica lista de autores. Dentro de unos años los seleccionados serán parte incuestionable de la literatura en español», arguye el editor de Páginas de Espuma, Juan Casamayor.
TITULO: Detrás del instante - Bernard John Neumann Nuevo lutier de Patrimonio Nacional,.
Miércoles - 11 - Diciembre a las 20:00 horas en La 2 / fotos,.
Bernard John Neumann Nuevo lutier de Patrimonio Nacional ,.
«Los Stradivarius son amigos que cuentan historias formidables»,.
Al cuidado del impagable cuarteto decorado que Antonio Stradivari construyó hace más de tres siglos, celebra la buena salud de los instrumentos palaciegos / Canadiense afincado en Cremona, ha trabajado con más de 40 instrumentos del genial constructor italiano,.
El lutier canadiense afincado en Cremona trabaja junto a su esposa en el taller del Palacio Real con el Stradivarius decorado de 1709.
Estremece ver la calma con la que Bernard John Neumann (Toronto, 1955) maneja el violín decorado con ébano y marfil del portentoso cuarteto del Palacio Real, salido en 1709 del taller cremonés de Antonio Stradivari (1644 -1737). El lutier canadiense afincado en Cremona y fichado por Patrimonio Nacional es su nuevo 'doctor'. En su primera revisión, este Messi de su oficio certifica la buena salud de los impagables instrumentos palaciegos que suenan cuatro veces al año. Únicos en el mundo, para Neumann son «amigos» que cuentan «historias formidables».
–¿Qué salud tienen sus nuevos pacientes?
–Fantástica. El violín está en un estado fabuloso. Como su alma, esa pieza diminuta que une la tapa con el fondo y hace que vibren al unísono. Verlo es un regalo. Había trabajado con instrumentos de Amati, Stradivari y Guarneri, pero nunca con uno decorado. Es perfecto.
–¿Y los otros tres? El violoncello de 1700 sufrió en su día una rotura accidental del mástil.
–El cuerpo no se dañó. La parte dañada no era original y sí intercambiable. Es otra pieza magistral y en muy buen estado.
–¿Cuántos Stradivarius han pasado por sus manos?
–Unos cuarenta.
–¿Cuántos se conservan?
–La familia Hill, los famosos lutieres de Londres, hablan de unos 1.200. Habrá unos 660 en distintas instituciones y colecciones.
–El cuarteto del Palacio Real ¿es el mejor conjunto?
–Sin duda. Son los mejores violines decorados del mundo y maravillosamente conservados.
–La fórmula del barniz de los Stradivarius es un secreto mejor guardado que la de la Coca-Cola. ¿La conoce?
–Nadie conoce una receta que muchos trataron de desvelar. No es fácil entender cómo lo hizo. Los químicos han identificado carbohidratos, proteínas y moléculas de otros ingredientes. Pero es imposible saber la proporción de azúcar, harina o huevo. Es como si Stradivari hubiera diseñado un vestido que subraya la belleza de la madera con sus barnices. Su conservación durante siglos es milagrosa.
–¿Conocemos la antigüedad de las madera que utilizaba?
–No hay datación de las maderas que usaba para hacer la tapa y la parte trasera. La dendrocronología, una ciencia bastante reciente, ofrece una foto muy precisa de otras piezas. Una base de datos permite confrontarlas con otras maderas y saber en qué año se talló. Se cree que los árboles que utilizó crecían alrededor de 1680.
–¿Dejaba secar las maderas durante decenios, como se dice?
–Sabemos hoy que solo las dejaba secar una década.
–¿Qué hace mágico el sonido de un Stradivarius?
–El genio de Stradivari. Era escultor, físico, arquitecto e ingeniero. Un hijo del Renacimiento. Un científico sin fórmulas. Un genio único que comprendió el equilibrio entre la forma y el espesor de la madera.
–¿Nadie lo ha superado?
–Ningun lutier está a su nivel. Veo cada instrumento suyo como un cuadro o una escultura únicos. Halló el equilibrio para convertirlos en joyas. Cada uno con su carácter, como las personas. Ninguno se parece a otro. Con su belleza genuina, cada uno cuenta una historia formidable con su voz única. Observo y escucho cuanto me puede contar. Puedo estar horas y días mirándolo y siempre descubro algo nuevo. La emoción era muy grande al principio, pero ahora siento como si hablara con un amigo.
–¿El paso del tiempo aporta o resta calidad al sonido?
–Andrea Amati, inventor del violín, creó un objeto capaz de vivir durante siglos. El tiempo nunca le hace mal al instrumento.
–¿Se debe tocar con ellos?
–Si está sano, como estos, pueden sonar tranquilamente. El músico debe respetarlo. Es un anciano con una vida muy larga. Músicos y lutieres tenemos una vida breve. Pasaremos y los Stradivarius seguirán. Debemos garantizar que su vida sea más larga que la nuestra.
–¿Antonio Stradivari o Giuseppe Antonio Guarneri?
–Ambos son geniales.
–El violín Stradivarius 'Lady Blunt' se subastó por 15 millones de euros en 2011. La viola 'Macdonald' por 33 millones en 2014 ¿Ponga precio al que sostiene en sus manos?
–Más, mucho más. Pero es imposible ponerle un precio.
–Si pudiera comprar un cuadro de Leonardo da Vinci o un Stradivarius ¿por cuál optaría?
–Por el violín, sin duda.
–Su taller está en Cremona como el de Stradivari.
–Vivo allí desde hace cuarenta y dos años. Trabajó con mi socio, Bruce Carlson, sobre instrumentos del museo de Cremona, con piezas de Amati, Stradivari y Guarnieri. Con un puñado de fundaciones Carlson trabaja con instrumentos de la fundación Paganini y de Génova.
–Qué violinista ha sacado más partido a un Stradivarius ¿Menuhin, Perlman, Josua Bell...?
–He visto a Perlman, a Uto Ughi, Massimo Quarta o Giuseppe Gibboni. Los tres últimos han sido vencedores del premio Paganini. Cada uno de ellos toca de una manera única y especial.
TITULO:TARDE DE CINE CON - Los álbumes del gato Boris, de Erwin Moser: Canción afinada ,.
Los álbumes del gato Boris, de Erwin Moser: Canción afinada ,.
foto / La serie de álbumes protagonizada por el gato Boris pertenece a la parte final de la trayectoria del artista austriaco Erwin Moser, figura destacada de la ilustración de las últimas décadas. Su edición en óptimas condiciones permite recuperar a un autor algo olvidado en nuestro país en los últimos años, dotado de una gran inventiva y de una valiosa capacidad para representar, con aparente sencillez de medios, la aventura alegre.
Otro elemento importante que contribuye a la claridad de la serie del gato Boris es el ritmo perfectamente acompasado de las imágenes y el texto, que funcionan como una pareja de baile. De ahí el encanto, la musicalidad de estos álbumes que hablan con imágenes.
Bastará con recordar la primera de las historias (se agrupan a razón de ocho por álbum), titulada “La llegada”, para comprender a la perfección esta síncopa musical, así como la eficacia narrativa y plástica conseguida por Moser. En el texto al pie de las viñetas se lee lo que sigue:
El gato Boris flota por el río dentro de un pequeño barril. ¿De dónde viene? Nadie lo sabe.
Se aproxima una tormenta. Boris desembarca en un recodo del río. Una lechuza observa al gato.
Enseguida empieza a llover. La lechuza, curiosa, sigue a Boris desde el aire.
En el dibujo que comparte página con esta leyenda el lector ve cómo, al margen de las gotas de lluvia que rayan la viñeta en diagonal, un par de ellas rebotan en la mano del gato Boris, que evidencia con este gesto característico y universal para cerciorarse de que está lloviendo, lo que el dibujo ya mostraba y lo que el ojo está leyendo. Es este subrayado esencial, nada cargante, lo que garantiza la gracia del acoplamiento, lo que, lejos de resultar redundante, garantiza el “movimiento único” de la página, su transparencia, la reunión de todas las energías desplegadas por la imaginación (dibujadas y escritas). Es el arte elegante y eficaz de los mimos, el oficio de los actores del cine de orígenes, la maestría del autor de álbumes.
La historia continúa:
Boris se cobija bajo un árbol. —Conozco una casa vacía que podría ser para ti— le dice la lechuza.
(Este diálogo tiene su correlato mudo en la mirada encontrada de las córneas azules del gato Boris y de las córneas amarillas de la lechuza).
La lechuza acompaña a Boris hasta una casita. Llueve a cántaros.
(Este par de frases aparecen como reflejo de una viñeta donde, en delicado escorzo, el felino corre y la rapaz vuela hacia la casa).
La sexta y última viñeta es un interior. El gato Boris aparece tumbado en una cama, risueño. A los pies de esta, de perfil, la lechuza observa a su nuevo amigo.
La casa está seca. Boris se tumba en la cama. —Me gusta este lugar —dice—. Creo que voy a quedarme una temporada.
Es difícil encontrar una presentación mejor. La pequeña aventura (llegada misteriosa, encuentro sorprendente, tormenta repentina) se resuelve en un final cálido y amistoso. Y el pequeño felino intuye y adelanta a quien escucha y a quien mira y lee que esto sólo es el principio de algo.
Así será a lo largo de las peripecias recogidas en los diferentes volúmenes publicados hasta la fecha (El coche bañera, El pez dorado). Los episodios irán encadenándose y el gato Boris conocerá nuevos personajes, encuentros siempre benefactores, sin antagonistas: el erizo Ernesto, el oso Bruno, la Gata salvaje, la rana Álex, los jabalíes Irene y Carlos, el tejón Guille…
En este ambiente de camaradería y buena vecindad dos son los motores principales de la aventura: el deseo de ayudar o agasajar (a una gaviota desvalida en medio de la tormenta, a un carrito de bebé a la deriva en el río, a un vecino en su mudanza, una visita de cortesía…) y la inventiva lúdica, que permite convertir una bañera en un coche, una mesa en un trineo, un neumático en un nido de cigüeñas… La ingenuidad y la buena intención reciben siempre premio en este mundo alegre, la torpeza encuentra un final feliz y el azar convierte una razón buena en una razón óptima.
Todos los movimientos, por arriesgados que puedan ser, desembocan en dicha (si un coche cae por el precipicio, aterrizará en el tren que deseaban coger y ya se iba, si una cosa se pierde, se encuentra otra mejor o más graciosa). Es la enseñanza que brinda el universo de Moser, donde vive su gato Boris. La actitud abierta (venir de no se sabe dónde), confiar en el juego, integrarse en la comunidad, ayudar y buscar cosas nuevas, propicia una aventura dichosa. La música afinada de las palabras y las imágenes entona esa canción de vida.
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