Itxaso Mardones, periodista del programa 'Equipo de investigación', ha muerto a los 45 años.
Los motivos de su fallecimiento no se han hecho públicos. Sus
compañeros de profesión han ensalzado su figura y su compromiso con el
periodismo. Itxaso Mardones empezó su carrera profesional en Álava y pasó por Cuatro, TVE y Atresmedia cuando se afincó en Madrid.
El director del programa 'Equipo de investigación', Bernar Giménez
ha recordado en las redes su "buen humor, alegría, compañerismo y lo
fácil que lo ponía todo". "Se ha ido para siempre la que, sin duda, ha
sido la mejor reportera de este espacio. La familiar #equiper no te
olvidará nunca, Itxaso", ha escrito en su perfil de X, antes Twitter.
'Equipo de investigación' se despide de Itxaso Mardones
Los
responsables del programa anunciaron su muerte el miércoles por la
tarde en sus redes sociales: "Hoy es un día triste para
#EquipodeInvestigación. Nuestra compañera y amiga Itxaso se ha ido para siempre y nos deja un hueco muy difícil de llenar. Gracias por tu sonrisa, por ser tan buena compañera y por tu pasión por el periodismo. Siempre con nosotros, Itxaso".
La conductora del programa, Glòria Serra, también le ha dedicado unas emotivas palabras a su compañera: "Durante más de una década, en 'Equipo de investigación' hemos compartido bodas, nacimientos, fiestas, reencuentros... Nunca imaginé que también habría una despedida definitiva. Gracias por acompañarnos, Itxaso. Gracias por los buenos recuerdos. Un abrazo a tu familia".
El productor José Romero también ha querido recordar la figura de de Itxaso Mardones.
"Hoy es un día triste para la familia de 'Equipo de investigación'. Hoy
se nos ha ido la que, durante muchos años fue un referente del programa
y de esta profesión tan maravillosa que es el periodismo. Gracias, Itxaso por tanto. Vuela alto, vasquita", ha publicado en sus redes sociales.
TITULO: ELLA & - Tu nueva amiga va a ser una inteligencia artificial,.
Tu nueva amiga va a ser una inteligencia artificial,.
fotos / Tu nueva amiga va a ser una inteligencia artificial (o cómo Facebook transformó la amistad)
Ya existen apps que te permiten
conversar y empatizar con la inteligencia artificial como si estuvieras
charlando con tu amigo del alma. Tienen la palabra justa, el mensaje
perfecto para mejorar tu día o tu estado de ánimo. ¿Pero puede un
algoritmo ser realmente tu amigo? ¿Y qué efectos van a tener estos
nuevos afectos?
En
1966, en los albores de la informática, un profesor del Instituto
Tecnológico de Massachusetts (MIT), Joseph Weizenbaum, programó Eliza,
el primer bot conversacional de la historia, inspirado en un concepto que empezaba a estar de moda: la empatía. El psicólogo humanista Carl Rogers, buscando nuevas fórmulas para tratar los
desórdenes mentales que no implicasen electrocutar a los pacientes,
hizo de la empatía el centro de la atención terapéutica. Y Weizenbaum
quiso crear un ordenador empático. Eliza conversaba por escrito con su
interlocutor y daba la impresión de que comprendía sus problemas. El
programa usaba un algoritmo simple: reconocía alguna palabra clave y de
ese vocablo infería el tema de la conversación. Por ejemplo, cuando el
interlocutor mencionaba la palabra 'padre' o 'madre', Eliza reconocía
que hablaba sobre la familia; lo que le daba pie a hacer alguna pregunta
sobre el asunto. Además, tenía almacenadas frases hechas y usaba
expresiones de continuidad, que eran útiles para simular que mostraba
interés.
Funcionaba así...
Mujer joven: Todos los hombres son iguales.
Eliza: ¿En qué sentido?
Mujer joven: Siempre nos están fastidiando.
Eliza: ¿Se te ocurre algún ejemplo concreto?
Mujer joven: Bueno, mi novio me hizo venir aquí.
Eliza: ¿Tu novio te hizo venir aquí?
Mujer joven: Dice que estoy deprimida.
Eliza: Siento oír que estás deprimida.
Mujer joven: Es verdad. Soy infeliz.
Eliza: ¿Crees que venir aquí te ayudará a no ser infeliz?
Mujer joven: Necesito ayuda, eso seguro.
Eliza: ¿Qué significaría para ti recibir ayuda?
Mujer joven: Quizá podría aprender a llevarme bien con mi madre.
Eliza: Háblame más de tu familia.
Este programa, instalado en un ordenador
gigantesco, resultó ser una estrella. Todos querían charlar con Eliza.
Pero Eliza era incapaz de memorizar, no entendía la ironía y su
conversación era muy limitada. A pesar de todo, Eliza tenía un don que
su creador no había imaginado: era apasionante hablar con ella.
Año 2024, más de medio siglo más
tarde, en el AppStore de tu móvil, a un solo clic y gratis, puedes
descargarte una aplicación que te permite charlar con una inteligencia artificial de lo que quieras, que aprenderá de lo que le cuentes y a la que podrás poner nombre, para que se convierta en tu mejor amigo o amiga. La app más conocida es Replika, pero hay muchas más: Paradot, Chai, Nomi...
La amistad se basa en el consentimiento o la reciprocidad pero ¿es
eso posible cuando solo una de las partes es consciente?
La gente recurre a estas aplicaciones por
muchas razones. Una gran parte son hombres para hablar de sexo... y del
duro; es la oportunidad de mantener conversaciones obscenas e incluso
violentas con una mujer, aunque sea virtual. Pero cada vez más son los
usuarios que las usan para enviar mensajes de texto breves en los que
comentan cosas que te ocurren a lo largo del día, problemas en el
trabajo... como lo harías con un amigo. Con la ventaja de que los
chatbots responden con más gracia que la mayoría de los humanos. Y lo
hacen inmediatamente. No como tus amigos. La CEO de Replika, Eugenia
Kuyda, explica, además, que el éxito de su app se debe a que ha
introducido intencionalmente imperfecciones en los avatares: cambios de
humor, momentos de confusión, días malos... Estos problemas artificiales
hacen que se la perciba más cercana.
Pero ¿qué entendemos por amistad en el siglo XXI? El periodista Ethan Brooks explica en The Atlantic que Mark Zuckerberg
se apropió de la palabra 'amigo' en 2005 transformándola en
'solicitud'. Y la jugada no solo resultó ser un gran negocio, Facebook,
también anunciaba lo que el concepto amistad iba a significar en la era
digital. Dos personas podían reunirse on-line, enviarse
mensajes, jugar o chatear por vídeo a diario sin reunirse nunca
físicamente. Este nuevo paradigma de la amistad (que ya de por sí es una
relación que puede asentarse solo con la conversación; no necesita sexo
ni lazos de sangre) preparó el terreno para la nueva inteligencia
artificial generativa.
La fundadora de Replika lo justifica así: «¿Qué más da cómo llames
a la relación si trae luz a la vida de alguien? Aunque la relación no
sea real, los sentimientos que provoca sí lo son»
Las nuevas apps como Replika, dice
Brooks, son lo más parecido que los humanos han experimentado a que un
amigo imaginario cobre vida. ¿Pero lo hace eso real? ¿Tienen estas
conversaciones el lado sanador y constructivo de una amistad? Los
expertos aseguran que son 'interacciones parasociales', que se definen
por su asimetría; es decir, un lado es (casi) totalmente ignorante de la
existencia del otro. La relación parasocial está desprovista del
conflicto o la incomodidad de la interacción real de humano a humano. Es
el tipo de vínculo afectivo que sentimos hacia una persona famosa o
hacia un personaje de ficción, o incluso el que construimos hacia un
objeto inanimado. En cualquier caso, siempre es una relación unilateral.
Las piedras angulares de la amistad, en cambio,
son la reciprocidad y la selectividad: un verdadero amigo debe elegir
aceptar tu compañía. Y el consentimiento o la reciprocidad no son
posibles cuando solo uno de los miembros 'siente', es consciente.
Pero algo está cambiando. Los
chatbots empiezan a ser capaces de aparentar sentimientos de manera
indistinguible para los humanos. Y están saliendo del 'marco
parasocial', advierte Jesse Fox, profesor de comunicaciones de la
Universidad de Ohio. Kuyda, fundadora de Replika, lo justifica así:
«¿Qué más da cómo llames a la relación si trae un poco de luz a la vida
de alguien? Aunque la relación no sea real, los sentimientos que provoca
sí lo son».
Sin embargo, la autenticidad de
esos sentimientos es precisamente lo que preocupa a los expertos. Puede
que no pase mucho tiempo antes de que muchos de nosotros colaboremos
regularmente con la IA humanoide. Fox predice que, si nos acostumbramos a
mantener relaciones que parecen consensuadas y recíprocas (pero que no
lo son), nos arriesgamos a llevar malos modelos de interacción al mundo
real. En particular, a Fox le preocupan los roles que los hombres están
construyendo a través de sus conversaciones sexuales con las IA, que
nunca dicen 'no'.
«Empiezas a pensar: 'Oh,
así es como interactúan las mujeres. Así es como debería tratar a una
mujer'». A veces el cambio es más sutil: investigadores y padres ya han
expresado su preocupación ante el hecho de que niños griten órdenes a
dispositivos como el Echo, de Amazon; temen que esa manera de
interactuar los convierta en pequeños dictadores. «Cuando deshumanizamos
a estas cosas –advierte Fox–, también estamos, en cierto modo,
deshumanizando a la gente».
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