TITULO: Domingo - 28 - Abril - LIARLA PARDO - Álvaro Morte ,.
El domingo - 28 - Abril , a las 18:00 por La Sexta, fotos,.
Álvaro Morte ,.
Álvaro Morte: "Cuando te paran por la calle a miles de kilómetros de casa, lo que te pone en tu sitio es bajar a comprar el pan",.
Álvaro Morte. Algeciras, 1975. Actor. Tras casi 20 años de profesión, La casa de papel le convirtió en un fenómeno mundial. La serie acabó, pero él permanece. Ahora es Juan Sebastián Elcano en Sin limites, ya en Amazon Prime Video.
- Lo de Magallanes y Elcano es el 'sujétame el cubata' definitivo: "¿Que no se puede ir por ahí? Espera y verás".
- Sí, ese espíritu lo hemos perdido. Tendríamos que ser un poquito más aventureros, un poquito más aguerridos en general. Es impresionante que esté pasando todo lo que está pasando en el mundo y sólo nos pongamos la pila de forma selectiva. Deberíamos pensar más en términos globales e intentar fomentar la unidad como sociedad para enfrentarnos a tantos problemas e injusticias.
- ¿Te inquieta que, en este ambiente que vivimos, un personaje como Elcano, héroe español, se politice?
- Sí, podía pasar. Por eso, para evitar que se lo apropien, lo que he hecho con el personaje de Elcano es un tipo muy de izquierdas, que busca siempre el consenso entre sus hombres, que persigue el bien común y no el bien propio y que somete a votación las grandes decisiones que toma. Mi Elcano es muy de izquierdas y cero totalitario.
- Vas de superproducción en superproducción: 'La casa de papel', 'La rueda del tiempo', 'Sin límites'...
- Efectivamente, he hecho últimamente cosas de época y de aventuras y me lo he pasado muy bien. Siempre es muy divertido ponerte a luchar con espadas o lanzar ondas de poder, pero lo que me apetece ahora es hacer una comedia. Lo ideal para un actor es no encasillarse, disfrutar del género que se te ponga por delante y sacarle todo el partido.
- Tras tantos años de carrera previos a la gran fama, ¿te descojonas cuando ves tu cara gigante en la Gran Vía?
- Hay
un poco de eso. Yo en la vida intento, siempre que se puede, tomarme
las cosas con humor porque el humor te conecta mucho contigo mismo. Es
verdad que echas la mirada atrás y dices: "Madre mía, madre mía, pero
¿esto que me está pasando qué es?". Así que, para no levantar los pies
del suelo, esto de la fama y el éxito me lo tomo a risa.
- ¿Qué queda del estudiante de Telecomunicaciones que fuiste?
- Nada.
Arranqué Teleco y mi primera decisión adulta fue dejarlo, porque había
algo allí que no acababa de encajar. La tecnología, la física y la
matemática me gustaban muchísimo, aún me gustan, pero no me veía allí. Y
de repente, en ese impasse de a ver qué hago con mi vida, se cruzó el teatro por medio y me arrastró por sorpresa.
- ¿No eras consciente de tener esa vena artística?
- No en ese momento. Más adelante sí empecé a recordarme de pequeño disfrutando mucho con las pelis de Spielberg o de Zemeckis y sí que creo que había algo ahí, pero yo no lo sabía. Igual por haber crecido en un pueblo andaluz son cosas que no te llegas a plantear como una posibilidad de futuro. Es como: "No, no, no, aquí todos tenemos que ser ingenieros, arquitectos, médicos y abogados". Somos de esa generación en que nuestros padres se lo habían currado mucho y estaban obsesionados con que tuvieses una carrera, un futuro y una estabilidad. Aquello que se decía tanto de estudiar una carrera con salidas, a poder ser de ciencias.
- En tu gen artístico se incluye tu locura por la música y los instrumentos.
- Me encanta la música y me compro instrumentos compulsivamente, pero sin saber tocarlos. Yo me pongo, intento sacarles el sonido, pero te recomiendo no pasar cerca de mi casa ese día porque es absolutamente terrible. Lo último que adquirí fue, con la pandemia, un piano, que era mi asignatura pendiente. Siempre me ha gustado muchísimo e intenté sacarle algo de partido en este confinamiento, pero fue inútil. Antes me compré una viola, una trompeta, un trombón de varas, tengo varias guitarras...
- La vida de actor está bien, pero la de estrella de la música creo que es insuperable.
- Tengo una mejor.
- ¿Cuál?
- Crítico de la estrella Michelin. Te invitan a todos lados, te ponen lo mejor de comer...
- Pero acabas como un tonel.
- Bueno,
hay muchos restaurantes maravillosos de los que tampoco acabas saliendo
con sensación de estar hasta arriba. A mí, apúntame a esa.
- Bueno, tú ahora eres un actor estrella, no puedes quejarte.
- Prefiero no catalogarme como eso porque, de verdad, te digo con toda la humildad que siempre he intentado ser un currante más, como la mayoría de mis compañeros de profesión. Ahora he tenido la suerte de que la vida me ha puesto en el momento correcto delante de la gente correcta con el proyecto correcto y ha sonado la flauta. Me siento muy afortunado y muy honrado de haber podido defender un proyecto como La casa de papel, pero cada proyecto que arranco intento hacerlo desde la nada, como si fuera el primero. No doy nada por hecho sino todo lo contrario: está todo por hacer.
- Me fascina que todos los actores, por
bien que os vaya, os pasáis toda vuestra carrera pensando que no os van a
volver a llamar.
- Es que es algo que le pasa a continuamente muchos actores, incluso a gente consagrada que de repente desaparece. No voy a decir nombres, pero todos podemos pensar en un actor o una actriz de "hostia, ¿qué fue de esta persona que curró tanto en estos años y de repente nunca más?". Siempre hay una incertidumbre asociada al trabajo de la interpretación. Yo ahora mismo estoy trabajando mucho, me siento completamente afortunado, pero me acuerdo mucho de mis compañeros: hay un 98% de paro en la profesión de actor en este país. Es una cosa para no tomársela a broma, hay mucha gente sufriendo y es algo que hemos vivido casi todos los que nos dedicamos a esto. Cuando no has tenido para pagar el alquiler a fin de mes, es muy difícil olvidarlo por bien que te vaya.
- A ti el gran éxito te llega con 40 años, llevabas mucha mili.
- Claro.
Por eso hay que ser consciente de que un día estás arriba, al día
siguiente estás abajo otra vez y no pasa nada. Lo único que tienes que
hacer es intentar seguir en la brecha, hacer tu trabajo lo mejor posible
siempre y ya está.
- Sí, pero por más que quieras
vivir como si nada hubiera pasado, el fenómeno de 'La casa de papel' te
ha cambiado radicalmente la vida.
- Es cierto que ha
sido un proceso tremendo y hay cosas que ya no puedes hacer. Hay
aspectos en los que estás limitado por esa fama tan bestia: pierdes la
intimidad y el anonimato y es complicado gestionarlo a veces. Pero hay
que intentar valorar las cosas en conjunto: sí que es verdad que esa
parte es mala, pero me ha traído muchas cosas positivas. Yo intento
agarrarme a eso para paliar un poco esa parte negativa.
- ¿Has logrado que no se te vaya la cabeza? ¿La edad ayuda?
- Sí, no se me ha ido. Puede que haya sido la edad, aunque también creo que la edad es sólo un número. Hay gente con 15 años absolutamente madura y tipos de 50 que dices: "Hostia, qué gestión tan horrible estás haciendo de esto". En mi caso, creo sinceramente que hay que enfrentarse a la vida con la mayor humildad y, si lo ves desde esa perspectiva, es más llevadera la fama.
- ¿No has tenido ninguna veleidad?
- No y, a veces, mis amigos también me lo dicen: "Pero, tío, no te permites ni un capricho, date una alegría" (risas). Bueno, yo me permito los lujos que me gustan, como comprarme una viola. Que alguien dirá: "¿Para qué quieres una viola si no la vas a usar?". Bueno, pues precisamente por eso es un lujo.
- Dices que la edad es un número, pero el cuerpo te recuerda la realidad en cuanto te descuidas.
- Yo creo que hay que mantener un espíritu joven en cualquier cosa que hagas: un viaje, el trabajo, disfrutar de una cena con amigos... Es sano mantener un espíritu joven entendiendo la juventud como esa parte fresca en la que permites que la vida te pueda sorprender. No desde la inexperiencia o seguir siendo el cabra loca que todos hemos sido, pero efectivamente hay veces que te levantas y te ha salido una cana. Chico, pues es normal, ahí está y estupenda. No pasa nada.
- ¿La paternidad te baja a tierra?
- Sí,
la paternidad, tus colegas, tu familia, tu vecino, bajar a comprar el
pan al mismo sitio de siempre y que te saluden con normalidad. "Hola,
buenos días, ¿qué quieres?". "'Me vas a dar dos barras". Tan tranquilo,
hasta luego y ya está. Ese tipo de cosas son las que te ponen muy en tu
sitio, porque luego, de repente, llegas a una ciudad a miles de
kilómetros de casa y la gente te para por la calle. Eso sí es raro, muy
raro, pero llega un momento en que entiendes que esto es así e intentas
asumirlo sin más. ¿Qué otra cosa puedes hacer?
- ¿Has llegado a odiar al Profesor?
- Qué va, qué va. Todo lo contrario. El Profesor es un personaje que me lo he pasado increíblemente bien haciendo, que he tenido unos compañeros maravillosos y que, hostia, me ha abierto muchísimas puertas. Me ha cambiado la vida a mejor. No podría odiar jamás a ese hombre.
- Eres
producto de una escuela de actores que, creo, se menosprecia a menudo:
la de las series diarias como 'Amar es para siempre' o 'El secreto de
Puente Viejo'.
- Así es. Es un curro increíblemente
difícil en el que hay muy poco tiempo de reacción, muy poco tiempo de
preparación y en el que tienes que intentar salvar esa secuencia como
sea. Estando en Puente Viejo, hacía 10 o 12 secuencias al día,
llegabas a casa y tenías que empezar a prepararte y memorizar las 10 o
12 del día siguiente. El trabajo que hacen las series diarias en este
país es absolutamente espectacular. Y además es una cantera maravillosa
de actores: Inma Cuesta es maravillosa, Itziar Miranda es una actriz
como la copa de un pino que debería llevarse todos los premios de este
país de interpretación. Hay que valorar muchísimo más esas series.
Además, hay un público demandante que adora este tipo de ficciones y le
da igual que pongamos en prime time un thriller maravilloso. Ellos no
quieren ver The Wire, quieren ver Amar es para siempre y merecen exactamente el mismo respeto.
- ¿Te gustas cuando te ves en pantalla?
- Hubo
un momento hace años en el que aprendí a relajarme cuando me veía. Nos
pasa mucho a los actores que haces un trabajo y luego te frustra que
hacen algo con él que no es lo que habías imaginado. Luego aprendes que
tienes que pensar que formas parte de un equipo y que tú no haces el
trabajo sino una parte del trabajo. Hay una persona que ha escrito un
guión, otra que va a dirigir, otra que lo va a montar, otra que le va a
poner un sonido... Tu interpretación puede variar increíblemente
dependiendo sólo de la música que le pongan. Si estás mirando al
infinito y le pones una música inquietante o una de comedia, tu
interpretación ya está cambiando. En el momento en que tú entiendes eso,
ya no te puedes mosquear porque el resultado final no sea el que
imaginaste y ya es un poco más fácil verte en pantalla.
- Y ahora, ¿qué?
- Vacaciones.
Antes de ninguna otra cosa, vacaciones. He tenido la enorme suerte de
estar trabajando durante mucho tiempo seguido y ya necesito tener cierta
calma, seleccionar los proyectos sin prisa. Hay ofertas por ahí que voy
a analizar con tranquilidad, pero ahora mismo me apetece descansar y
dar un poco de distancia.
- ¿Es el gran lujo que te ha dado el éxito: poder elegir?
- Eso
es un lujazo absolutamente increíble que a día de hoy, en cierto
sentido, me puedo permitir. No es que yo pueda elegir con qué director
me apetece trabajar, pero sí es verdad que hay varias cosas sobre la
mesa y puedo decidir cuál me apetece más. Soy consciente de que esto es
una cosa que me está sucediendo ahora y a saber lo que dura, pero,
bueno, es como si te invitan a cenar a un restaurante increíble:
"Hostia, qué suerte tengo de poder cenar esto hoy; no sé si mañana
tendré que comer un bocata de calamares, pero ahora mismo puedo
disfrutar de todo". Y así me lo tomo, disfrutando este momento porque no
sé qué va a pasar mañana.
- No te fías nada, eh.
- Es que la vida es así: te puede sorprender igual para un lado o para el otro. A mí me sorprendió el éxito de La casa de papel,
me cambió la vida, me puso en un sitio que no esperaba. Fantástico, a
disfrutarlo, pero sería estúpido olvidar que mañana, de repente, la vida
me puede poner en el lado contrario y tampoco pasaría nada. Me
adaptaría y ya está. Pensamos demasiado en cosas fuera de nuestro
control.
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