El campo está en estado crítico. Cualquiera con un megáfono puede convertirse en líder»
Lorenzo Ramos Silva Secretario general nacional de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA),.
El campo ha protestado y se ha situado en primera línea de la actualidad. De su difícil situación y de sus posibilidades para salir de ella habla Lorenzo Ramos, que es secretario de UPA en España sin dejar de ser agricultor en Valdelacalzada,.
El campo español, y el extremeño notoriamente, se ha movilizado en la última semana. La concentración el día inaugural de Agroexpo de miles de agricultores a las puertas de Feval, en Don Benito, acabó como el rosario de la aurora, con enfrentamientos entre policías y un sector de manifestantes que se saldaron con 19 heridos, todos leves, de los que 16 eran agentes. Las imágenes de las cargas policiales abrieron los telediarios y han acabado poniendo en primera línea de la actualidad política la situación, agónica, del campo, extremeño y español. Ha habido, además, otro hecho con una gran carga polémica: el presidente de la Junta achacó parte de la brutal subida del paro en el sector primario extremeño (pasó de 9.000 a 17.500 parados en el último trimestre del 2019) a la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) precisamente en un momento en que el Ejecutivo de Pedro Sánchez se apuntaba su primer tanto político con una nueva subida del SMI acordada, además, con los empresarios. En esta entrevista, Lorenzo Ramos Silva (Badajoz, 1958), agricultor de Valdelacalzada, donde cultiva flores y plantas y ciruelas, secretario general nacional de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) desde 2004 y uno de los representantes del campo español en foros internacionales como la Organización Mundial de Agricultores, habla del momento crítico del campo español, de los cambios que habría que acometer para que tuviera futuro y difiere de la tesis defendida por Fernández Vara al señalar que el problema del campo no es de salarios, sino de los bajos precios que se paga al agricultor por sus productos.-La gente está muy caldeada. Esa es la verdad. La situación no es nueva. Desde que se produjo en verano del 2014 el veto de Rusia a las importaciones de productos agroalimentarios de la Unión Europea, en respuesta a las sanciones que se le impusieron por su intervención en Ucrania, el sector agrario está de capa caída. El veto ruso impactó de lleno en los productos agrarios españoles y particularmente en los hortofrutícolas. Los fruticultores españoles echábamos las cuentas por ciclos de cinco años porque había unos buenos y otros malos o regulares y mal que bien íbamos tirando, pero desde que Rusia tomó esa decisión hace cinco años estamos cayendo en barrena. Este año ha sido la puntilla porque la mayoría de los fruticultores no ha llegado a cobrar los costes de producción y muchos han dejado la fruta en el campo. La gente está muy cabreada porque así no se puede vivir. Sólo hay que ver que las movilizaciones convocadas por las tres organizaciones de ámbito nacional, Asaja, Coag y UPA, han tenido un gran seguimiento. No solo en Don Benito, también hubo una gran manifestación en Jaén por los precios del aceite de oliva.
-Pero no se trata solo de grandes movilizaciones. Es otra cosa: ha habido heridos entre manifestantes y policías.
-Hay exaltados, pero nuestra gente no fue allí a enfrentarse con la policía ni a boicotear Agroexpo. Es verdad que hubo gente que se salió de madre, pero no pertenecía a ninguna de las organizaciones convocantes. No vamos a responsabilizarnos de lo que no hemos hecho. En Don Benito había 7.000 agricultores muy cabreados, sí, pero no violentos.
-Lo que ocurrió, sin embargo, es preocupante. Es un indicio de lo explosivo de la situación. ¿Cree que el campo se puede radicalizar?
-Por supuesto. Todo depende de si se abren o no puertas para poner remedio a la situación. Si no se hace, ¡claro que se puede radicalizar! Y sobrepasarnos a las organizaciones agrarias. La situación está de tal manera que cualquiera que llegue con un megáfono puede convertirse en un líder. Hay desesperación y en un momento así cualquiera que haga ruido puede tener seguimiento, cuando ruido somos todos capaces de hacerlo. ¡Como si no lleváramos años haciendo movilizaciones, y muy duras!
-Estos días hemos visto pancartas con siglas nuevas. ¿Pueden sentir los agricultores que las organizaciones tradicionales ya no les representan?
-Esto está pasando en los últimos años, pero no solo con las organizaciones agrarias, sino con los sindicatos y los partidos. Han surgido movimientos antisistema también en el campo, pero creo que no lo han hecho de forma espontánea. Hace mes y medio estuve en una movilización en Almería y vi a gente que, qué casualidad, también vi el otro día en Don Benito. Vi a la misma persona con el mismo megáfono. Hombre, uno no va espontáneamente de Almería a Don Benito.
-A pesar de que usted menciona a los olivareros en las movilizaciones de Jaén y a los fruticultores en Don Benito, no se movilizan decenas de miles de agricultores de solo un sector. Los problemas deben ser generalizados.
-No le queda duda. Se moviliza todo el mundo, agricultores y ganaderos. Sería un error garrafal dar la impresión de que la crisis del campo no es generalizada. Ejemplos: el trigo se paga hoy a menos que hace 30 años. Entonces se pagaba a 30 pesetas y ahora se paga a 179 euros la tonelada, que no llega a las 30 pesetas el kilo. En la ganadería puede haber algún sector que esté ahora un poco mejor, caso del porcino, pero el resto si no fuera por las ayudas de la PAC no le saldrían las cuentas. Todos los cultivos, el arroz, el tomate, las hortalizas... viven con unos márgenes tan escasos que la rentabilidad depende exclusivamente de si hay muy buenas cosechas. Este año los que peor lo están pasando son el sector del aceite, de las frutas y de las hortalizas, pero el año pasado fue una ruina para el sector de los cítricos. Cuando no es uno es otro.
-¿Y por qué están las cosas así? ¿Por qué ser agricultor es un sinvivir?
-Por muchísimos factores. Uno de ellos es que no hay modo de controlar una situación como la que sufrimos. Antes teníamos un sistema de intervención pública. Podíamos guardar los productos, tanto para proteger al agricultor como al consumidor, pero estos sistemas se han eliminado en la Unión Europea (UE) porque nos ha obligado la Organización Mundial del Comercio y ahora tenemos que lidiar con el veto de Rusia, con los aranceles que nos llegan de Estados Unidos, los acuerdos multilaterales que suscribe la UE con terceros países y nos inundan con productos más baratos... ¿Cuál es la consecuencia de todo esto? Que los agricultores estamos indefensos ante el mercado. Porque el mercado lo controlan cuatro, algunos con un simple teléfono móvil. El problema se agrava porque este sistema tampoco beneficia al consumidor, que no está pagando tan barato. No creo que nadie haya comprado este verano ciruelas por menos de 1,5 euros, cuando al agricultor se las han pagado a 15 céntimos, diez veces menos. O el aceite, que se utiliza en los hipermercados como reclamo y que se pone a 2,20 euros el litro cuando, según el Ministerio de Agricultura, producir un litro de aceite cuesta 2,70. Es una práctica que tendría que estar prohibida.
-Dice que el mercado lo controlan cuatro y con un teléfono móvil. ¿Por qué no se organizan los agricultores de modo que sean ellos los del teléfono móvil? Es decir, ¿por qué los agricultores no llegan directamente al consumidor sin intermediarios?
-Eso sería lo ideal y en algunos cultivos creo que es posible. Yo he planteado a la Junta de Extremadura crear una especie de interprofesional de la ciruela, puesto que en esta fruta nuestra región es hegemónica, de manera que se puedan controlar los precios desde el origen.
-¿Esto no demuestra que la crisis del campo es también responsabilidad de los propios agricultores, a los que se les debería exigir que se organizaran para que factores tan importantes como el precio de sus productos no estuviera en manos de gente ajena?
-Totalmente de acuerdo. Pero esa organización no es posible si el sector distribuidor y comercializador no se quiere sentar a la mesa de negociación. Ha habido sectores en que sí lo ha hecho. Por ejemplo, el de la leche, que estuvo al borde de la ruina hasta que todo el mundo implicado se sentó a la mesa y se acordó que el ganadero tenía que saber antes de producir, y con un contrato firmado en regla, qué es lo que iba a cobrar. Pero en el de la fruta no hay manera.
-El del aceite es un caso aparte. Se da la circunstancia de que el 60% del sector está organizado en cooperativas, pero hay algunas que hacen las cosas bien y otras no tan bien. El caso es que España es el principal productor del mundo y que la mayor parte del sector está en cooperativas. En teoría, tendríamos que tener capacidad para poner las reglas del juego, pero no se hace porque, por intereses comerciales, competimos con nosotros mismos. El sector aceitero ha admitido prácticas aberrantes para vender, como es admitir subastas a ciegas organizadas por las grandes superficies, de manera que tienen al sector a su merced porque todo el mundo tira los precios por asegurarse vender una gran cantidad de producto. Controlar que esto no ocurra es responsabilidad del Gobierno y hacer más transparente a la Agencia de Información y Control Alimentarios, que hace un trabajo interesante pero no informa sobre el resultado de las reclamaciones que interponen los consumidores o las organizaciones agrarias.
-El nuevo Gobierno dice que entiende a los agricultores y que va a tomar medidas para mejorar su situación. ¿Qué tipo de medidas tiene que tomar?
-Lo primero que tiene que hacer el Gobierno es entender que hay un problema. Espero que lo haya entendido porque el ministro Luis Planas nos ha convocado a las organizaciones agrarias el lunes [por mañana]. Yo he hablado de esto con él y le he dicho muy claro: 'ministro, el problema es de precios'. 'Pero yo no puedo hacer nada para aumentar los precios', me dijo. Yo creo que sí puede. Hay que abrir un diálogo con todas las partes que inciden en los precios para solucionar cada caso. Si no se hace así, el campo se nos va de las manos. Unos porque se radicalizan y los otros porque arrancan los cultivos y abandonan el campo. ¿Qué ocurre? Que se están quedando con las tierras los fondos de inversión y los agricultores abandonan los pueblos. Lo que quiero decir es que apoyar el campo tiene más ventajas que el de favorecer a los agricultores; también se favorece que los pueblos no se queden sin gente.
-Usted tiene una explotación de 14 hectáreas en las que cultiva ciruelas y flores y plantas en invernadero. Su hijo también trabaja en su explotación y da empleo permanente y temporal a 4 o 5 trabajadores. ¿Es un terrateniente?
-¡Hombre, por favor, yo no soy un terrateniente, ni mucho menos!
-Pues el secretario de UGT, Pepe Álvarez, aconsejó al presidente de la Junta que no hiciera caso de terratenientes porque dijo que el alza del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) puede haber incidido en que suba el paro en el campo extremeño.
-Creo que se ha querido sacar punta a lo que dijo Pepe Álvarez. Si se oyen sus declaraciones en su totalidad no creo que nos llamara terratenientes a agricultores como yo. Lo que vino a decir es que Guillermo Fernández Vara no se dejara llevar por la idea de que el problema de los agricultores es la subida del SMI, sino los bajos precios. Es lo que decimos en UPA. El problema no es el SMI. Es un factor más en un contexto de precios bajos y casi nula rentabilidad, pero no es el problema. Además, los trabajadores agrarios cobran por encima del SMI. Nosotros hemos firmado el Convenio del Campo de la provincia de Jaén y el salario está por encima del SMI.
-Pues el Convenio del Campo aquí está negociándose desde hace casi un año, se ha prorrogado para que el sector no se quede sin normas propias y uno de los grandes escollos es la subida del SMI . Y no esta última subida, sino la anterior.
-Yo creo que el escollo mayor aquí no es el SMI, sino las horas de trabajo y la jornada semanal.
-Según la última EPA, el sector agrario extremeño perdió 8.500 empleos en el último trimestre del año pasado, duplicándose casi el número de desempleados. El presidente de la Junta dice que un factor que ha podido incidir en ese repunte tan brutal del paro es la subida del SMI. ¿Tiene razón o no Fernández Vara?
-Yo creo que el presidente está preocupado por la situación, pero también creo que esa bajada se debe más a que ha habido una mala cosecha de aceituna.
-¿Quiere decir entonces que el sector agrario, en condiciones normales, puede resistir la subida del SMI?
-En condiciones normales, sí. El problema del campo es este que le voy a enseñar [saca de la cartera un papel con numerosas anotaciones a bolígrafo]. Aquí tengo apuntados los kilos de ciruela que vendimos en mi explotación en la última campaña y el precio por cada variedad. Vendimos variedades a 15 céntimos, a 14 céntimos. Vendimos más de 250.000 kilos de ciruelas y el kilo medio en mi explotación fue de 22 céntimos. A ese precio no ganamos nada. Este año no tenemos capacidad de recuperar lo que hemos gastado. ¿Qué quiero decir con esto? Que el gran problema de la agricultura, española o extremeña, no es de SMI, sino de precios.
TITULO: Hacer de comer - Brochetas de pollo al limón y yogur ,.
lunes -10- a viernes -14- Febrero - a las 13:25h, en La 1 , foto,.
Brochetas de pollo al limón y yogur ,.
El verano parece ser la época perfecta para preparar todo tipo de
brochetas, incluso si no tenemos la suerte de tener una buena terraza
con barbacoa. Pero es verdad que son una manera especial de preparar los
alimentos, los hace más apetecibles, y lo mejor de todo es que es una
técnica de cocina muy sencilla si tenemos una buena plancha o parrilla.
Estas brochetas de pollo al limón y yogur son muy ligeras pero resultan de lo más sabrosas. Para que la carne tenga más sabor y sea más jugosa podemos emplear contramuslos deshuesados, aunque tienen más grasa. Con pechuga de calidad y un buen marinado evitaremos el riesgo de que las brochetas queden sosas o secas, y gracias a la combinación de limón y yogur no hace falta sumar muchas grasas al plato para conseguirlo. Ingredientes para 2 personas
Cómo hacer brochetas de pollo al limón y yogurSecar las pechugas de pollo con papel de cocina y dejar que se atemperen un poco, si están muy frís de la nevera. Cortar en tiras o en tacos, más o menos del mismo tamaño. Disponer en un cuenco y añadir el diente de ajo bien picado o rallado, el perejil picado a cuchillo, la ralladura y el zumo de limón, y salpimentar. Mezclar un poco y agregar el yogur y el aceite, remover y tapar.Dejar reposar al menos 15 minutos. Podemos prepararlo con más antelación y dejar que marine durante una o dos horas en la nevera –no hace falta entonces atemperar la carne previamente-. Lavar los limones restantes y cortar en cuartos o rodajas gruesas, retirando los posibles huesos. Mojar un poco las brochetas si usamos de madera o bambú. Formar brochetas alternando piezas de pollo, escurriendo ligeramente el marinado, con el limón. Cocinar sobre la plancha, parrilla o barbacoa a fuego fuerte, procurando que se doren bien por todos lados. Dar un último golpe de pimienta negra antes de servir con perejil fresco. DegustaciónEstas brochetas de pollo al limón y yogur pueden formar parte de una barbacoa con amigos o una comida o cena en casa más familiar, junto con una buena ensalada y una guarnición de verduras de temporada. Ya que sacamos la parrilla, lo mejor es aprovechar para cocinar los vegetales también en ella, o incluso para dar un toque original a la fruta del postre. La sandía y los melocotones, por ejemplo, salen deliciosos así preparados. |
---|
No hay comentarios:
Publicar un comentario